Así transcurrió una inolvidable semana en Nueva York, nos levantábamos bastante tarde luego de pasar toda la noche acurrucados en nuestra habitación. Solíamos salir a disfrutar de la ciudad, hacer compras y comer. Sobre todo comer. Jacob comió pizza toda la semana, solo pizza. En cada restaurant que nos deteníamos…él pedía una pizza. Compraba una para llevar y durante la noche se levantaba y terminaba de comérsela. Yo por mi parte me encontrada bastante bien, mis niveles de hierro eran normales, los más normal que se podría decir de una semi- vampira. Había consumido sangre de venado que mi abuelo había enviado para mí y era un alivio pues la irritación en mi garganta se estaba prolongando. El agotamiento había disminuido. Pero fuertes jaquecas ocupaban su lugar. Me colocaba una bolsa de hielo en la cabeza y disminuía, pero comenzaban los mareos. Era un fastidio. Pero no les di gran importancia.

La tía Alice me llamó una semana después de que todos aquellos síntomas extraños fueran más regulares.

-¿Cariño te has sentido bien últimamente?- pregunto ella muy preocupada.

-Claro tía, ¿Por qué lo preguntas? – de seguro me había visto agonizar pensé.

- Es que… - díselo ya Alice.- escuche en el fondo- Ness. Estas desapareciendo y eso me está preocupando.

-No hay problema tía. Todo está bien. ¿Cómo están todos?- pregunté

-Bien… Ness… ¿puedes hacerme un favor?-pidió ella en tono dulce.

-Claro- dije

-¿Puedes revisar tu bolso rosado de primero auxilios?... es importante- la llamada se cortó... estaba confundida. ¿Qué podría contener ese pequeño maletín  que la tía Alice quería que revisase?

Para salir de dudas fui directo a la habitación. Jacob se había quedado dormido luego de terminado el primer tiempo del partido de softball. Sin hacer ruido revise el armario, saque el maletín rosa y me fui a la sala.

Al abrir el maletín me encontré con diferentes artículos útiles, gasas, algodón, tijerillas de seguridad… y… había una pequeña caja azul… ¿una caja azul? Al recordar aquellas palabras e vino a la mente las palabras del abuelo hacia la tía Alice. “Prueba de embarazo” gritó mi cerebro. Tomé la caja, y efectivamente era un pack de pruebas de embarazo. El corazón empezó a bombear tan rápido que sentí vértigo. ¿Era posible que estuviera embarazada? Yo no tenía conocimiento alguno sobre los síntomas o que debía hacer. Solo leí las instrucciones de la caja y las seguí al pie de la letra. Me pedían que esperara 3 minutos para el resultado. ¿Esperar?... como podía hacerlo si me estaba matando la curiosidad.

Antes de cumplirse el tiempo estipulado por la prueba Jacob salió de la habitación. Yo esta recargada junto a la puerta del baño cuando me percaté de la presencia de Jake. Puse los ojos como platos y entré al baño corriendo. Coloque la espalda contra la puerta y le puse el seguro. Él empezó a golpear la puerta.

-Amor… ¿estás bien? – pregunto Jacob intentando girar el pomo de la puerta.

-Sí… ehmmm… ya salgo.- le dije. Camine hacia el lava manos donde había dejado la pequeña tablilla plástica. La tomé entre mis manos y la miré. Tenía una cruz roja en el centro. Tomé las instrucciones y busque su significado. Al comprobar que esta daba positivo mi sangre se heló literalmente en mis venas, tomo me dio vueltas y caí al suelo. Supuse que el golpe abría alertado a Jacob porque cuando recobre el sentido estaba acostada en la cama.

Con mi visión nublada busque a tientas a Jacob en la habitación, estaba a los pies de la cama con la tablilla de platico en las manos. Creo que no era la mejor manera de decirle que estaba embarazada, pero así se dieron las cosas. Él mantenía la cabeza agachada y con la mirada clavada en la prueba, un ligero movimiento mío hizo que él se girara. Sus ojos normalmente oscuros estaban húmedos y una lágrima se le escapó. No pude evitar derramar unas lágrimas también, pero al ver la sonrisa en el rostro de mi amado esposo, todas mis dudas se disiparon por completo. Era tan feliz que no pude hacer otra cosa que echarme a llorar. Él se coloco junto a mí y me abrazo muy fuerte durante lo que pareció una eternidad.

-Vamos a papás- repetía Jacob una y otra vez, como si tratara de asimilar la noticia.

-Pues sí, eso dice esto.- dije quitándole la prueba de las manos.

-Estas bien, no te duele nada, ¿Qué sientes?. Llamamos a tu abuelo o…- todas esas preguntas me las hacía yo también, pero para enfundarle un poco de valor no hice más que besarlo.

-Estoy perfecta. Y… ahora ¿Qué?... no sé nada sobre embarazos ni bebé- dije sonrojándome.

-Bueno… mis sobrinos son dos bestias literalmente – él se echó a reír- solo sé que hay que tenerles mucha paciencia. Rachelle se ponía irritada todo el tiempo.

-Bien… a mí solo me dan jaquecas y algunos mareos. Escuche que te daban antojos…

-la pizza- dijo Jacob con los ojos abierto O__O

¿Qué pasa con ella?- dije recostándome a la cama. El pasaba su mano por mi pierna que estaba debajo de las sabanas.

-A Cameron el esposo de Rache le daban esas ansias de comer cosas raras. Una vez comió un pastel de carne, queso, mermelada y chocolate. Creo que mi estomago nunca fue el mismo con esa imagen.- yo lo miraba divertida. Aunque estuviera asustada estar con él lo hacía todo más fácil. A pesar que fui yo la de la brillante idea de quedar embarazada para salvar mi vida y aunque no quisiera admitirlo tratar de que Jacob se quedara conmigo, la idea que tenia sobre un embarazo era totalmente diferente a la que ahora tenía. Una parte de ti y de la persona que amabas crecía en tu interior, tendría manos y pies, y tendría pensamientos y necesidades. Un hijo era más de lo que nunca imagine para mí.