En la casa de campo swan:

-         Señorita bella esta listo ya el almuerzo ¿desea que lo traigan a su habitación?

-         No Margaret ¡gracias! Ya bajo.- la mujer  asintió y cerrando tras ella la puerta de mi habitación se marcho, habían pasado ya cinco días desde que llegue, los tres primeros días había llovido horriblemente impidiéndome salir de la casa, aun así estaba pasando un excelente tiempo a solas había llegado a la conclusión de que hablaría con el conde una ves mas luego del masquerade ya que no tenia asegurado si el asistiría, si el declinaba nuevamente mi oferta iría a hablar con aro y me sinceraría con el, sabia perfectamente que iba a ser un enorme decepción y una perdida para el periódico pero me había dado por vencida, hacia mucho tiempo que no tenia esa sensación, deje lo documentos que había traído de un lado y fui a la habitación que estaba junto a la mía, al entrar un escalofrió  me recorrió el cuerpo, la habitación estaba completamente oscura y helada, abrí las cortinas y hay estaba justo encima de la chimenea un retrato de el, a pesar de haber pasado ya muchos años aun mi mente lo recordaba como si fuer ayer, una sonrisa encantadora, una mirada deslumbrante. Era muy difícil olvidar aquel rostro, gracias a el había abierto los ojos al mundo le agradecía ciertas cosas como por ejemplo no dejarme llevar por las  apariencias, aunque había aprendido y superado muchas cosas, aun sentía ese sentimiento de rencor por que había sido el primero y  el único, mantenía aun ese retrato sobre la chimenea de esta casa para recordarme a mi misma, el momento en el que mi vida había dado un giro de 360º.

El almuerzo fue toda una delicia, como hoy había un día excelente quise caminar un poco  para tomar algunas fotografías, por los alrededores de la casa había cierta agitación, con respecto a las aves estaban algo alteradas, quise investigar un poco, tenia entendido que habían cerca dos propiedades pero no conocía a sus propietarios. Llegue a un pequeño riachuelo,  donde se separaban mi propiedad de la más cercana, pensé por un momento cruzar pero no tenía el calzado ni el atuendo adecuados  así que  me senté a la orilla del riachuelo para poder tomar algunas fotos, después de largo rato de tomar fotos a casi todo lo que me encontré  estaba satisfecha, iba de regreso cuando de la nada aparecieron alrededor de  5 perros ladrándome y rugiendo en mi dirección, sobresaltada intente alejarlos pero no podía  uno de ellos se me lanzo encima rasgado por una parte mi vestido estaba luchando para poder alejarlos de mi cuando de la nada se escucho un disparo, el sonido fue extremadamente ensordecedor caí de rodillas al piso con  los nervios de punta, los perros al escuchar el disparo se alejaron de mi.

-         ¿Se encuentra bien?- una mano toco mi hombro, y me estremecí aun mas, respire profundamente pensando que hacer frente a una situación tan extraña como esta.- my lady ¿se encuentra usted bien?- pregunto una vez mas, esta ves con preocupación. Me levante lentamente con las piernas todas temblorosas por los nervios.

-         Eso…eso...eso creo.- dije ya mirando cara a cara a la persona  detrás de mi, mis nervios se pusieron aun peor al ver el tamaño  tanto de altura como de músculos, era un hombre de tez blanca y cabellos rizados y oscuros.

-         Pido que me disculpe, son perros de caza.-  me sonrió, era una sonrisa cálida, una sonrisa aniñada.

-         ¿Caza? Discúlpeme  my lord pero tengo entendido que se caza al amanecer

-         ¡Si! Esta usted esta  en lo cierto se caza al amanecer, yo estaba  dando un paseo.

-         ¿el arma  y los perros para que son?   

-         Son por si acaso me consigo un venado para mi sala de trofeos.

-         Le informo mi lord que en mi propiedad no hay ese tipo de animales.- el hombre sonrió.-  dígame ¿quien es usted?

-         El coronel  emmett McCarty .- hizo un reverencia y se la respondí.-¿ y usted es?

-         Isabella swan

-         Un gusto mi lady, disculpe que me entrometa ¿pero que hacia una dama como usted en el bosque sin ningún tipo de compañía?

-         Fot…..- deje la frase por sin completar y comencé a buscar mi cámara por todas partes

-         ¿Busca esto?- dijo el coronel agachándose  y entregándome mi cámara

-         Muchas gracias…- tome la cámara agradecida por que no le hubiera sucedido nada, y como agradecimiento invite a cenar al coronel por haberme librado de sus fieras mascotas.

-         Así que le gusta la ¡fotografía!- comento mientras nos servían la cena.

-         Y a usted la caza a ¡ciegas!- el hombre soltó una muy audible carcajada por lo comentario – adoro la fotografía es el arte de preservar la belleza de un momento u objeto por siempre.

-         Muy hermosas palabras, habla usted con pasión…a mi en lo personal no me gusta las artes, no creo tener las actitudes de un artista.

-         En cambio prefiere usted actividades mas riesgosas

-         Ciertamente, la adrenalina es algo de lo que me gusta disfrutar llevar al máximo mi cuerpo y mi mente y poderme sentir vivo después de realizar cualquier tipo de actividad, por eso me uní al ejercito.

-         ¿No siente miedo usted de perder la vida?

-         ¡Por supuesto! El miedo es parte de nosotros…pero no permito que me domine

-         Es una excelente perspectiva- par este momento ya nos habían servido los alimentos…

-         ¡Por la vida!- dijo elevando su copa, hice lo mismo y brindamos por la vida, el coronel era un hombre completamente agradable, lleno de anécdotas  y una forma de ver la vida muy diferente a la mía…lo que yo apreciaba solo de vista el lo vivía sin importar lo que sucediera, era cierto lo que mi padre decía “Un hombre puede ser muchas cosas en la vida” y el coronel era prueba viviente de ello.

-         ¿Desde cuando esta residenciado usted en esa propiedad?

-         La compre hace poco, me encantan los espacios abiertos…hoy precisamente estaba conociendo los limites de la propiedad, y por mala fortuna mis sabuesos se cruzaron con su aroma  e hicieron lo que se les enseño desde el nacimiento, estoy realmente penado por ello.

-         No se preocupe, que no sucedió nada… usted no tiene culpa de mi mala fortuna.

-         No los hubiera traído conmigo si hubiera sabido que la casa estaba ocupada.

-         Le digo una ves mas no hay por que preocuparse, realmente estoy aquí solo por un tiempo, necesitaba alejarme un poco de la ciudad.

-         ¿Cuando vuelve?

-         Mañana me temo, debo asistir a un baile.- se hizo un pequeño silencio en el que ambos nos dedicamos a nuestros alimentos.- disculpe mi atrevimiento coronel, pero le gustaría a usted asistir conmigo, como acompañante ¡claro!

-         ¡Un baile!, me parece una excelente idea pero temo que no estoy preparado para algo así.

-         No se preocupe, desempolve su mejor traje y en parís nos encargaremos de encontrar un antifaz adecuado.- el sintió como respuesta, estaba algo mas tranquila acerca de ir al baile con un acompañante, así podría evitar un poco los alardes de la sociedad, no se enfocarían  tanto en mi reaparición, mientras tengan a alguien nuevo a quien devorar  con sus habladurías.

Al final de la noche  me despedí de mi visitante con la promesa de encontrarnos aquí mañana antes del atardecer para volver juntos a parís, pedí a uno de los sirvientes que llevara una nota a nana para que estuviera al tanto de que no volvería sola y encontrara un antifaz para hombre, sonreí al imaginar la cara de nana al recibir mi nota. Ya caída la noche me acosté a dormir  pensando en la forma mas adecuada de decirle a aro que no pode con el reportaje. A media noche desperté sin aliento, había vuelto a tener ese sueño tan extraño otra vez  abrí todas las cortinas dejando que la habitación se iluminara con la tenue luz de la luna, deje la ventana abierta para que se colara la brisa fría de la noche y volví a mi cama preguntándome ¿Cuál era el significado de ese sueño tan perturbador?

A la mañana siguiente nos encargamos de recoger todo el equipaje, excepto lo que se necesitara durante el día unas dos horas después del medio día el coronel llego y traía puesto un traje negro  que le quedaba muy bien, me sorprendí que aun usando negro no le pudiera esconder ni un poco el tamaño de sus músculos, para cuando el llego yo estaba ya vestida, el retorno a la ciudad fue toda una experiencia, el coronel era una excelente compañía, un tanto desafiante pues pudimos jugar cartas durante el viaje  de las cuales gane una de tres juegos.

Al llegar a parís hicimos una parada pequeña en mi casa para cambiar los caballos que estaban ya muy cansados  y para buscar el antifaz.

-         My lady que bueno que ya esta de vuelta.- dijo nana residiéndonos muy afectuosa.

-         Gracias nana, te presento al coronel McCarty .

-         Mucho gusto my lord.- nana se presento con  una reverencia

-         El gusto es todo mío.- por primera vez vi a nana sonrojarse ante un alago.

-         My lady los caballos ya fueron reemplazados y aquí tiene lo que me pidió.- nana me entrego el antifaz y era todo negro y aterciopelado, le agradecí y nos marchamos, al llegar a la casa del marques whitlock  vi que habían muchas personas ya así que me coloque el antifaz antes de bajar del carruaje.

-         ¡Esta listo coronel!

-         Ataquemos sin piedad contra todos.- reí por su comentario y cuando el carruaje de detuvo con la ayuda de mi cochero baje seguida de el coronel. Al entrar en el gran salón fuimos recibidos por  jasper  y  Alice ambos muy felices.

-         Que bueno que pudieras asistir querida bella

-         ¿Como sabes que soy yo?- pregunte sorprendida

-         ¿Se te olvida quien escogió ese antifaz?  Además estaba en lo cierto te pondrías la capa negra.

-         Duquesa es un placer volverla a ¡ver!

-         Marques siempre es un gusto y lo sabe muy bien, quiero que conozcan a mi amigo el coronel McCarty es mi acompañante esta noche.

-         Es un gusto conocerlo coronel.- lo saludo jasper con un apretón de manos

-         Llámenme emmett.- sonrió

-         Bueno espero emmett que disfruten del baile y recuerden no pueden quitarse el antifaz antes de media noche- emmett y yo asentimos y juntos entramos a lo que para mi era la boca del lobo, el salo estaba lleno de personas unas bailando otras observando, otras hablando etc. A lo lejos pude distinguir  a las hermanas Denalie mirándome, mejor dicho mirando a mi acompañante como si fuera un pedazo de carne cruda, pode distinguir también a una antigua amiga quien me saludo al instante de verme.

-         Isabella, isabella por fin ¡apareces!

-         Ángela, que gusto verte ¿como has estado?   

-         Pues a unos días de mi boda ¿como crees que estoy?

-         Muy feliz entonces, te presento al coronel McCarty

-         Coronel es un placer….- saludo Ángela con una sonrisa

-         Igualmente mi lady- respondió emmett

-         ¿Ángela has visto a Rosalie?

-         Ella estaba por aquí hace….- decía mientras buscaba entre la multitud- mírala allí viene

-         ¿Ella es tu amiga?- pregunto emmett mucho antes de que Rosalie se acercara

-         Si, ¿por que la conoces?

-         Creo que la e visto en alguna parte- respondió sin apartar la mirada de ella.

-         ¡Isabella!, ¿donde has estado? Te trago la tierra acaso.- dijo Rosalie

-         Rose yo también estoy contenta de verte, quiero que conozcas a el coronel  McCarty

-         No creas que cambiando de tema vas a hacer que este tema se olvide.- dijo Rosalie mirándome severa pero todo eso desapareció cuando miro a emmett, su mirada se clavo en sus ojos y hasta podría jurar que no respiraba.

-         Mucho gusto en conocerla mi lady.- emmett tomo su mano y dejo sobre ella un delicado beso. Ángela y yo intercambiamos miradas  y una leve sonrisa al ver como Rosalie se sonrojaba, en ese preciso instante comenzó a sonar música.-¿ me concede el honor de bailar con usted?- Ángela y yo nos miramos y luego a Rosalie quien con un leve asentimiento acepto.

-         Bella no te importa que….- dijo Rosalie mirándome con un los ojos centellantes de emoción

-         No se preocupen diviértanse- seguido eso, los dos se alejaron de nosotras tomados de la mano.

-         Creo que te han robado tu acompañante

-         Si Ángela eso parece.- sonreí al pensar que emmett debía de ser ese general que Rosalie había conocido en el teatro. La noche estaba pasando muy animada había bailado un par de ocasiones con varios caballeros, dentro de los cuales encajaban ben el prometido de Ángela y  jasper, había también escuchado un par de comentarios acerca de  mi reaparición en sociedad, a muchas de las mujeres de la alta me consideraban una amenaza para sus hijas, recién presentadas ante la sociedad, según ellas les quitaría la oportunidad de tener un buen marido. ¡Ja! Como si a mi me importara eso. Me encontraba bailando muy alegremente con emmett mientras me comentaba que había caído ante los encantos de Rosalie cuando sin previo aviso la música se detuvo y todo el mundo giro su vista en dirección a la persona que acababa de llegar, era un hombre de tez pálida, vestido completamente de negro, el cabello lo tenia peinado todo hacia atrás y rostro estaba cubierto por un antifaz negó al igual que su vestimenta. el salón quedo en silencio hasta que el hombre  se adentro en la multitud. No le tome la mínima de atención a lo ocurrido y continúe bailando alegremente, faltaban minutos antes de que  llegara la media noche y todos descubriéramos nuestros rostros yo estaba viendo bailar a todos, se estaban divirtiendo incluso Alice quien se veía muy alegre entre los brazos de jasper, la música seso y  todos aplaudieron   en agradecimiento a los músicos, estos como pago comenzaron a tocar  un vals.

-         ¿Me concede el honor?- el hombre que antes había causado controversia al entrar ahora se encontraba frente a mi pidiéndome que bailara con el, Ángela que estaba a mi lado al ver tal acontecimiento me indico que aceptara, y al oído me dijo que era la primera persona a quien invitaba a bailar que aprovechara.

-         ¡Como negarme my lord!- el tomo mi mano y me guio hasta el centro del salón, tomándome  por la cintura me acerco a el y así comenzamos a bailar, extrañamente me sentía a gusto entre sus brazos bailaba con una soltura y gracia que nunca antes había visto, hacia que este baile no solo fuera una forma de diversión si no también un arte, sentí la curiosidad de ver a los ojos de aquella persona, alce la mirada y al toparme con esos ojos, color esmeralda, tan profundos, opacos, turbios, tristes y melancólicos…sube claramente con quien estaba bailando, no hacia falta desprender el antifaz, solo había visto esa mirada una ves y no lo olvidaría nunca.

-         Pensé que le incomodaba mi presencia conde cullen…

-         Como sabe usted que soy ¡yo!- pregunto mirándome directamente a los ojos.

-         No hace falta ser adivino para saber que es usted mi lord.- en un ágil movimiento de baile hizo que girara y luego me atrajo hacia si con mucha fuerza para luego sostenerme por la cintura y seguir bailando por todo el salón con la misma gracia, ninguno de los dos dijo ningún comentario  hasta que la música concluyo. Sele aplaudió a los músicos  y luego hice una reverencia para alejarme de mi pareja, cuando estaba por girar  y  marchame, me sostuvo por el brazo y  me atrajo hacia el. Sentía la mirada de todos sobre mis espaldas clavándose como miles de aguijones.

-         Si no es mucho atrevimiento quisiera hablar a solas con ¡usted!- no espero a que respondiera  y  con mucha sutileza enfrasco mi mano en su brazo y justo salimos de la mirada de todos, llegamos hasta el jardín de la casa completamente en silencio, hacia algo de frio mientras la luna y las estrellas nos acompañaban.

-         Sea lo que tenga que decirme mi lord puede hacerlo en el salón de baile.- no podía negar que estar a solas con el en estos momentos me tenían extrañamente nerviosa, mis palpitaciones estaban sin control, sentía mis manos sudar bajo mis guantes y miles de mariposas jugaban alborotadas en mi estomago.

-         Le  tengo un ¡trato!- dijo de repente como si, necesitara decirlo o moriría

-         ¿Trato?

-         Estoy dispuesto a responder a sus preguntas…- abrí mis ojos completamente, no podía creer lo que mis oídos estaban ¡escuchando!..- solo si usted responde a las mías.- en ese instante mi cara de asombro y satisfacción por saber que podía conseguir lo que quería cambiaron rotundamente por una de sorpresa.

-         ¿Usted tiene preguntas?,  no me diga que ¿quiere hacer un reportaje sobre mi?- me burle

-         My ladi le pido por favor que no, se burle de mi no soy objeto de risa- ahora si estaba sorprendida- le acabo de ofrecer  mi propuesta y debo advertirle que es la ultima que le are, usted decide acepta y hace su reportaje o continua  investigando sin conseguir nada.- su actitud tajante y engreída me estaba haciendo molestar

-         Quien se cree usted “señor” para darme un ultimátum.- enarque la palabra señor- ¿acaso cree que no puedo conseguir lo que busco?- rio con ironía y se acerco a mi desafiante

-         No solo lo creo se que es ¡así!- hablo prácticamente sobre mis labios, llenándome  por  completo  de  todo su   dulce  y  embriagante aroma, deje divagar mi mente por un instante y no me di cuenta de que estaba comenzando a nevar hasta que un copo de nieve callo en mi nariz levante mi vista  para comprobar lo que ya era obvio y al bajar mi rostro mis labios rosaron con los de el provocando un leve cosquilleo, nuestras miradas se conectaron  acto seguido me tomo por el cuello y unió nuestros labios dejando en los míos un leve beso, mi cuerpo respondió a lo que mi mente  aun trataba de procesar muy lentamente, mis manos fueron hacia su cuello y subieron desanudando el antifaz mientras mis dedos se hundían en sus cabellos, nuestros labios libraban una batalla que ninguno iba a ganar, se reclamaban unos a otros con insistencia, parecía hechos el uno para el otro ya que encajaban perfectamente. De la misma forma como comenzó se termino sin soltar aun mi rostro suspiro y se alejo, tomo el antifaz antes de que callera dejándome admirar sus perfectos rasgos aun es la oscuridad de la noche.- si desea aceptar mi oferta la espero mañana a medio día en mi casa, si no es así me veré obligado a pensar que usted no sabe hacer buenos tratos.- esas fueron sus ultimas palabras antes de entrar en el salón de baile repleto de personas para perderse entre la multitud, dejándome parada en medio de la oscuridad completamente en shock y con la respiración agitada.