Una intensa niebla cubría los alrededores de la propiedad, el sol brillaba con intensidad dispersando el frío nocturno…en la habitación principal yacían los cuerpos desnudos de dos amantes apenas cubiertos por las finas sabanas de seda.

-pequeñas caricias a lo largo de mi espalda hicieron que mi sueño se dispersara poco a poco. Lentamente abrí mis ojos acostumbrando mi vista a los rayos del sol que anunciaban un hermoso día. Levante mi rostro observando a la persona responsable de aquellas caricias, su rostro yacía sereno; sus  ojos cerrados en completa tranquilidad, su pecho subía y bajaba en una respiración acompasada

 Nuestros cuerpos descansaban como uno, una de mis manos acaricio su rostro apartando parte del cabello que cubría su frente una sonrisa se dibujo en su rostro y con una elegancia sin igual sus ojos se abrieron enfocándose en los míos.

-¡buenos días!- su voz era el sonido perfecto para comenzar el día

-buenos días…-respondo con una sonrisa, nos observamos unos minutos en silencio, volví a colocar mi cabeza en su pecho. Quizás mis dudas eran tontas y no debía concentrarme en recordar algo que era evidente; nos lo habíamos demostrado, quizás mi mente no lo recordara  pero mi cuerpo sin duda lo reconocía, cada caricia, cada beso era un detonante para mi cuerpo; sonreí par mi misma y de un beso en su pecho. Su mano acariciaba mi espalda de arriba a bajo. El momento era perfecto hasta que  ambos estómagos reclamaron atención.

-¿Por qué nana no te acompaño en este viaje?

-crees que no puedo valerme en mi propio hogar.- nos preparábamos para el desayuno, ambos nos habíamos aseado, ahora nos disponíamos a recuperar nuestra ropa esparcidos por diferentes lugares del estudio y la habitación

-jamás diría eso…-respondió mientras tomaba su camisa de debajo del piano- 

-¡Esta mal visto que una mujer viaje sola!- Edward me miro con una sonrisa, había adivinado sus palabras exactas.- ciertamente me parece una regla tonta.- recogí sus guantes del suelo y se lo entregue.

-se trata de seguridad hacia una dama- tomo los guantes y me atrajo hacia el, sonreí ante el movimiento inesperado.

-creo señor que vive usted en el siglo pasado- sonrío con delicadeza antes de unirnos en un delicado beso, este hubiera llegado a mas si no, nos hubiera interrumpido alguien tocando la puerta.- ¡debo ver quien es!- dije sobre sus labios, sintiendo sus manos apretarme con fuerza por la cintura.

-si es importante, volverá luego - me rogó en el oído, para luego besar mi cuello con esmero-

-y si es una emergencia…-suspire al sentir sus manos, acariciar mi espalda baja

-no lo es- susurro con la voz ronca

-¡como lo sabes!- mi voz apenas si se escucho

-así el mundo se este destrozando….no te dejare ir- comenzó a besar el nacimiento de mis senos. Comencé a quitar su camisa, pero el llamado insistente en la puerta hizo que volviera.

-¡¡y si es emmett o Rosalíe!!

- pueden esperar…-sus manos ágiles comenzaron a desabotonar mi vestido

-¡debo ir!- dejo de besarme y me miro con ojos de suplica.- ¡volveré!.- le asegure, suspiro  y se alejo un paso dejándome espacio, acaricie su rostro sonriendo antes de salir, en el pasillo camino a la entrada  acomode mi ropa  y mi cabello dando una apariencia aceptable.

-buenos días miladi- saludo un hombre cuando abrí la puerta

-buenos días- salude amable.

-el coronel envía esto.- coloco frente a mi una maleta.- es el equipaje del conde.- mire el equipaje por unos minutos, sonreí internamente tan obvios éramos.- donde las dejo miladi.

-pase por aquí por favor yo le guío- acompañe al hombre hasta mi habitación donde dejo el equipaje, hizo una reverencia y salio, le acompañe hasta la puerta y luego volví a la habitación, busque a Edward en el estudio pero no estaba, en la habitación segundaria tampoco se encontraba estaba empezando a preguntarme donde estaba hasta que escuche ruido en el cuarto de baño.- ¿todo bien por aquí?-dije mirando a Edward, sin camisa de frente al espejo.

- si, solo estaba pensando que esto debe irse- volteo hacia mi pasando su mano por la barba que cubría su  perfecto rostro

-si realmente debe marcharse….no pareces un conde

-¿a veces tu franqueza es hiriente lo sabias?- me encojo de hombros ante sus palabras, camine hacia el sonriendo.

- lo siento cariño, pero es la verdad.- paso mi mano por la espuma de afeitar y comienzo a pasarla por su barba, luego  de terminar tome la hojilla y comencé a desaparecer ese bello facial que hacia deslucir  las perfectas facciones de la persona frente ami.

- me dirás quien nos interrumpió.- Edward miraba el espejo frente a el  mientras yo pasaba la hojilla por su rostro con cuidado de no cortarlo.

- era uno de los sirvientes de emmett.- limpie la hojilla  con un paño húmedo y volví a mi labor – envío tu equipaje aquí, imagino que pensó que lo necesitarías para esta noche. – Edward no dijo nada, solo sonrío.- no te muevas- le ordene mientras terminaba, limpie la hojilla y luego su rostro, deje divagar mis ojos por todo su rostro  con delicadeza acaricie sus mejillas, sus ojos buscaban los míos, mientras que estos solo podían concentrarse en esos rojos y carnosos labios lo bese como si el mundo dependiera de ello, tal acción fue respondida de igual manera, nos reclamábamos uno al otro. Ambos estómagos reclamaron atención como si estuviesen coordinados.

-creo que ahora si debemos desayunar –hablo Edward en tono simpático, regalándome esa sonrisa tan encantadora que  solo el puede dar. En el día las conversaciones fueron triviales Edward me comento acerca  de cómo llego el a mi vida…una forma muy peculiar debía admitir, también acerca de sus padres y como había conocido a emmett y Garrett, incluso  me hablo acerca de mi pasado romántico eso si me sorprendió existía mucha confianza entre ambos a pesar de ello, no fue censillo asimilar que había llevado en mi vientre un bebe, fruto de nuestro amor sentí tanto odio y tristeza en ese momento por toda la situación que había pasado, Edward me explico que no me había contado nada de esto por miedo a mi reacción, y miedo a lo que pudiera pasar recordando lo que había sucedido con su antigua esposa, ahora entendía su reacción Edward sentía que esto que el y yo compartíamos, este amor era verdadero y no quería por nada del mundo que desapareciera. Fue tanta la ternura de sus palabras que no pude evitar entregarme a el en cuerpo y alma, que supiera que jamás me alejaría de el.

En el  transcurso del baile jamás nos separamos el uno del otro comenzaba a sentir  en mi una  sensación conocida...una sensación de pertenencia existía entre ambos un magnetismo que todos sin excepción sentían.

El fin de semana pasó extremadamente rápido, al volver a la ciudad  Edward retomo asuntos que había pospuesto en Londres y yo volví al periódico retomando todos  mis asuntos de trabajo tanto en el periódico como los diplomáticos, durante mi ausencia hubieron ciertos asuntos con los negocios en el campo, necesite la ayuda de Jasper para resolver aquello, al parecer los  pagos de los peones en el campo no habían llegado y como hacerlo si no podía recordarlo, fue difícil calmar a la multitud pero se logro hacer.

Las cosas volvieron a la normalidad, mi mente poco a poco fue restaurando todos esos recuerdos perdidos  dos meses ya había pasado y todos mis recuerdos y memorias estaban intactas, tanto las tristes, penosas, deprimentes, alegres y reconfortantes estaban en su lugar ¡ya! Una vez mas sabia quien era, podía cualquier persona preguntar quien es Isabella Swann y no dudaría un instante en responderle.

-miladi a llegado esto- entro nana en mi estudio mientras yo revelaba unas pocas fotos de mi cámara

-¡nana! Ciérrala, ¡cierra! ¡Dañaras las fotos!- hable rápidamente tratando de cubrir con mi sombra las fotos para que no se estropearan

- lo lamento, miladi discúlpeme…

-¡nana! ¡Entra ya y cierra esa puerta!- la puerta por fin se cerro dejando el lugar de un color púrpura oscuro.- ¿que sucede?- pregunte sin despegar la vista de las fotos que se revelaban ante mi

-le ha llegado esta nota miladi…

-puedes dejarla sobre mi escritorio nana- la interrumpí completamente concentrada en mis fotos

- yo pensé que desearía verla cuanto antes, como al envía el conde Cullen- me levante rápidamente de mi lugar y tome la nota de las manos de mi nana

-¡Edward ya volvió!- la mire esperanzada, nana solo respondió encogiéndose de hombros, en los últimos meses Edward había estando viajando de Londres a Paris y viceversa no duraba mucho en la ciudad solo pocas semanas, destape la nota en tiempo record…la leí igual mente- ¡NANA! ¡¡Edward volvió!! Esta aquí…quiere que nos veamos...Nana ha vuelto- estaba completamente feliz por que hubiese vuelto definitivamente.

-me alegro por usted miladi- dijo nana pasando por un lado para salir de mi estudio, yo sonreía como tonta mientras abrazaba la nota en mi pecho.

-¡nana! la puerta...-dije al ver que dejo la puerta semiabierta, escuche la risa de nana antes de cerrar la puerta y dejarme de nuevo a solas en mi estudio.

-buenas tardes Garrett- salude a Garrett quien me esperaba con la puerta del carruaje abierta

-buenas tardes miladi- respondió amable con una reverencia.

- ¿a donde iremos hoy Garrett?-no pude contenerme la pregunta estaba impaciente y ansiosa

-lo lamento miladi pero no puedo decirle eso…

- ¡Ho! ¡Garrett no es justo! Por favor dime- intente persuadirlo, realmente la curiosidad me ganaba

- lo lamento miladi…solo lo sabrá cuando estemos allá- intente hablar pero Garrett continuo.- y mientras mas pronto partamos mas rápido podrá saber!- lo mire por unos segundos y luego derrotada entre al carruaje. El viaje se volvió el mas largo de mi vida es como si quisieran torturarme. De repente el carruaje se detuvo se escucharon ruidos extraños afuera.

-¡Garrett que sucede!-hable nerviosa intentando abrir la puerta del carruaje pero esta no cedía

- no se preocupe miladi, yo la protegeré…no le harán daño.- dijo Garrett y luego comenzaron a escucharse ruidos como de pelea, continúe intentando abrir la puerta pero esta no abría

-¡¡¡por dios que es lo que pasa!!! – grite desesperada esperando lo peor…de repente todo se calmo no se escuchaba ningún ruido, ni el cantar de un pájaro. Trague en seco sin saber que hacer…a la final me decidí que tenia que salir y ver que había sucedido, intente una vez mas abrir la puerta y esta ves si abrió sin ningún inconveniente, mi pulso estaba completamente acelerado las manos me temblaban..Al salir del carruaje intente ver que sucedía pero me fue imposible, algo o alguien me tapo los ojos con una especia de tela.

-que esta sucediendo…que es esto...Exijo que me suelten de inmediato

-haga silencio…o si no las cosas se pondrán feas señora.

-¡señorita! Imbecil…y tráteme con respeto soy de la nobleza- grite tajante

-claro miladi…ahora ¡cállese! O la amordazare- intente forcejear pero fue inútil me sujetaba con demasiada fuerza...comenzamos a caminar y luego a subir escaleras esto fue algo difícil teniendo los ojos vendados, las escaleras se me hicieron infinitas al cabo de un rato ya estaba completamente cansada y mi respiración agitada…

-cuente hasta 10 mentalmente antes de quitarse la venda de los ojos…si no lo hace las cosas se pondrán peor-  dijo el hombre que me traía cautiva cuando nos detuvimos, hacia mucha brisa...el aire golpeada en diferentes direcciones. Una vez que conté hasta diez sintiéndome tonta lleve mis manos al nudo de la venda para descubrir mis ojos y lo que vi a continuación mi mente no lo proceso. Frente ami estaba Edward de espaldas, sujeto de una barandilla mirando hacia algún lugar, intente reconocer el lugar y estábamos en la cumbre de la torre Eiffel –con razón tantas escaleras-

-¿que…que...Que sucede aquí?-pregunte aun sin entender nada

-hola bella- Edward se volvió hacia mí con una sonrisa encantadora

-¿que es todo esto?- volví a preguntar

-es una sorpresa…disculpa si emmett te asusto pero fue la única forma que se me ocurrió para traerte sin que vieras antes lo que preparaba.- Edward se acerco ami, acaricio mi mejilla con su mano y luego dejo un casto beso sobre mis labios  

-¡¡tu no puedes ser normal!!- dije sobre sus labios recibiendo una risa como respuesta.

-quizás esto, valla mas a lo normal- mire a Edward sin entender, se alejo de mi y luego se arrodillo, de un bolsillo de su chaqueta saco una cajita negra la extendió hacia mi y la abrió- ¿te casarías conmigo? – en la cajita había un hermoso anillo con una esmeralda incrustada en el, Edward me miraba con una sonrisa enorme aguardando mi respuesta, mire el anillo y luego a el...no hizo falta mas palabras que un simple monosílabo “si”. Edward se levanto y coloco el anillo en mi dedo me abrazo con suma fuerza y luego me beso, con pasión y amor, pero sobre todo ¡amor! Allí en aquel lugar tan alto, teniendo frente a nosotros la hermosa ciudad de Paris y de aquella manera tan peculiar fue como ¡yo!  Isabella Swann duquesa y reportera del periódico el parisién acepto en matrimonio al un hombre maravilloso que una vez la conquisto con las mas hermosas melodías en un teatro.