SAGA DINASTIA CULLEN II: EMBAUCANDO AL AMOR (+18)

Autor: Danisabel
Género: + 18
Fecha Creación: 13/12/2010
Fecha Actualización: 24/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 87
Visitas: 85440
Capítulos: 32

En una carrera desesperada por conseguir marido, la adinerada y hermosa Isabella Swan busca a cualquier tipo de hombre dispuesto para contraer matrimonio, salvo uno… un libertino. ¿Qué sucederá cuando el mayor libertino y cabezota de Londres la ponga entre ceja y ceja? ¿Sucumbirá a sus encantos o buscara a ese marido aceptable que la salvara de las peligrosas maquinaciones de su primo?.

Esta historia es una adaptación del libro Tierna y Rebelde de Johanna Lindsey

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Link de la primera historia ... Saga dinastia Cullen I: El estigma del Amor


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Capítulo 6: DANDOLE UN SENDERO AL DESTINO

-Has estado observando a un maestro en acción, Embry.

-Diría que se asemejó más a una comedia de equivocaciones -respondió-. Cuando se pierde una oportunidad, se la pierde, no importa cómo se la mire.

Edward rió cuando ambos se reunieron debajo del árbol.

-¿Me has estado espiando, hermano?

Emmett se inclinó para apoyar los antebrazos sobre el respaldo del banco y sonrió.

–La verdad es que no pude resistir la tentación. Pero temí que la situación se tornara embarazosa.

-De ninguna manera. Acabo de conocerla.

-Y de perderla. -Embry lo dijo incisivamente.

Edward le lanzó una mirada penetrante, mientras apoyaba un pie sobre el banco, pero la mirada se perdió entre las sombras.

-Vamos, Embry, no puedes culparlo -dijo Emmett- Ella fue muy astuta al pedir su buen corazón con ese primoroso acento escocés. Pensé que el arrastre de este joven se había ultrajado para siempre.

-Una joven como ella podría hacer brillar el fulgor de cualquiera -dijo Embry.

-Sí, es muy atractiva, ¿verdad?

Edward ya había escuchado demasiado.

-Pero no está disponible.

Emmett rió.

-¿Te arriesgaste, verdad? Ten cuidado puede que lo tome como un desafío.

 

A Edward se le heló la sangre. Cuando eran muy jóvenes había resultado divertido competir por la misma mujer, en aquellos días en que merodeaban juntos por la ciudad de Londres. Y la cuestión había sido cuál de los hermanos conseguía ser el primero en conquistar a la dama. Pero los años y los excesos habían atemperado la libido de Edward. Ya no era una cuestión de vida o muerte. O no lo había sido, hasta esta noche.

Pero Emmett, bueno, ya no conocía a Emmett. Durante la mayor parte de sus vidas habían sido grandes compinches. Siempre hacían causa común frente a su otro hermano, que era diez años mayor. Pero eso había sido antes de que Emmett hubiera decidido convertirse en pirata de alta mar.

Durante diez años sólo había visto a Emmett en contadas ocasiones. La última vez se había producido un desacuerdo que había determinado que los tres hermanos lo repudiaran, después de darle una zurra por haber llevado a Nessie ese verano para que compartiera sus piraterías. Pero ahora Emmett era de nuevo aceptado. Había renunciado a la piratería. Incluso pensaba regresar definitivamente a Inglaterra. Y, en ese preciso momento, Edward no sabía si hablaba en serio o no cuando lo desafió respecto a Bella Swan.

En ese momento volvió a verla a través de la ventana y notó que Emmett también la había visto.

-Demonios, Emmett, ¿qué estás haciendo aquí de todos modos?

El hermano que le llevaba un año se irguió.

-Si hubieras sido un poco más explícito en esa nota que me dejaste, no me hubiera estropeado la noche viniendo aquí -dijo Emmett-. Y ahora que me lo recuerdas, debemos aclarar una cuestión. ¿En qué demonios pensabas cuando permitiste que el bribón de mi hijo acompañara a Nissan?

Edward rechinó los dientes al escuchar el nombre Nissan.

-¿Por eso has venido?

-Eso fue cuanto me dijiste. Hubieras podido explicar un poco más, diciéndome que también tú estarías aquí.

Edward miró hacia el jardín.

-Si consideras que estar oculto entre las sombras es estar aquí, supongo que lo estoy.

-No seas odioso, cachorro -intervino Embry- Hasta que no tengas uno propio, no sabrás cuánto se preocupa uno sobre lo que están haciendo.

-¿Y qué podría estar haciendo el pobre muchacho con dos padres diligentes que lo vigilan? Y además, aunque hubiera deseado ignorarlo, fue Seth quien señaló que quizá no estuviera en condiciones de protegerla. Por eso me arrastró a mí hasta aquí.

-Me has interpretado mal, Eddie. No me preocupaba quién protegería a Nissan de las masas, sino quién la protegería de su acompañante.

Transcurrieron cinco segundos, durante los cuales Edward se preguntó cuánta animosidad provocaría su risa.

-Es su prima, por el amor de Dios.

-¿Y crees que a él le importa?

-¿Hablas en serio? -preguntó Edward.

-Está enamorado de ella -dijo Emmett.

-Pero no la tienes en cuenta a ella. Ella le haría implorar misericordia en menos de un minuto se la mirase intencionadamente. Creí que conocías mejor a nuestra sobrina, hermano mío.

-Sí, ya sé que ella sabe defenderse. Pero también conozco a mi hijo y no se desanima fácilmente.

-¿Necesito recordarte que estás hablando de un joven de diecisiete años?

-¿Y necesito recordarte cómo eras tú cuando tenías diecisiete años? -replicó Emmett. Finalmente, Edward sonrió.

-Tienes razón. Muy bien, no sólo la vigilaré a ella, sino también a él.

-Siempre que pueda dejar de mirar a la escocesa -dijo Embry.

-Entonces, por favor quédate -dijo Edward secamente-. Los tres podemos vigilarlos. Después de todo, es una manera muy placentera de pasar la velada.

Emmett sonrió.

-Creo que nos está diciendo que nos marchemos, Embry. Ven, dejemos que el pobre muchacho decaiga a solas. Nunca se sabe. Puede que ella vuelva a la carga y su tarea sea más llevadera. -Rió. -Si ella no viene hacia él, no tendrá el coraje de enfrentarse con esas aves de rapiña. Yo tampoco lo tendría.

 

 

-Y bien, ¿Qué está haciendo aquí? Es cuanto deseo saber. Lady Crandal no ve con buenos ojos a esa clase de personas. Ella nunca lo hubiera invitado.

-Sir Edward no necesita invitación, querida. Hace cuanto le place.

-Pero siempre ha tenido la discreción de no asistir a nuestras fiestas.

-¿Discreción? -Rió. -No se trata de discreción. No soporta estas reuniones. Y no me sorprende. Es probable que todas las damas que se encuentran aquí deseen reformar a ese libertino.

-No es gracioso, Lenore. Cuando aparece, la mitad de las mujeres que hay en la habitación se enamora de él. He comprobado que es así. Por eso ninguna anfitriona lo invita a sus fiestas si no desea problemas. Provoca demasiados disturbios.

-Pero nos brinda tema de conversación durante meses. Admítelo. Es un tópico muy interesante, ¿verdad?

-Eso se dice fácilmente, Lenore -dijo otra dama, obviamente desolada-. No tienes una hija a quien vigilar. Dios mío, mira a Jane. No puede dejar de mirarlo. Con seguridad ya no aceptará a Quil. Es una joven tan difícil.

-Mirar no hace daño, Alicia. Sólo cuenta a tu hija algunas historias acerca de él y no sólo se horrorizará sino que se alegrará de que él no haya demostrado interés en ella.

-Pero ¿qué está haciendo aquí? Desearía saberlo. -La pregunta fue repetida con severidad.

-Probablemente está vigilando a su hijo -dijo Lenore con afectación.

-¿Su qué?

-Mira al joven que está bailando con Sarah Lordes. Es la viva imagen de Sir Edward.

-Dios mío, un Cullen ilegítimo. Esa familia debería ser más prudente.

-Me pregunto si Sir Edward lo reconocerá como suyo.

-Esto es increíble. ¿Cómo habrán hecho para guardar el secreto durante tanto tiempo?

-Seguramente lo ocultaron en algún sitio hasta ahora. Pero, aparentemente, los Cullen darán muchas sorpresas esta temporada. Tengo entendido que el segundo hermano ha regresado.

-¿El segundo hermano? -dijo otra dama- Pero si sólo hay dos.

-¿Dónde has estado, Lidia? -dijo Lenore, maliciosa-. Son tres y el del medio es la oveja negra.

-Pero creí que Sir Edward era esa oveja.

-Como es el más joven, es la segunda. Oh, podría contarte muchas historias acerca del otro. Ha estado ausente durante muchos años, pero nadie sabe dónde ni por qué.

-Entonces no es sorprendente que yo no supiera de su existencia -dijo Lidia, defensivamente rígida.

 

-Hola, otra vez.

Bella se disgustó ante la inoportuna interrupción, pero al menos no se trataba de uno de sus jóvenes admiradores. Por fortuna, la mayor parte de ellos se habían encerrado en la sala de juegos, dejándola en libertad para conocer mejor a los caballeros de su nueva lista.

Pero, en lugar de ir en busca de uno de ellos, se había distraído con una de las numerosas conversaciones que se iniciaron cuando Edward Cullen entró en el salón de baile.

Bella se había instalado con discreción detrás de un grupo de señoras mayores y se había dedicado a escuchar su conversación. No podía negarlo. El tema que se discutía le resultaba sumamente fascinante y escuchó cada palabra con avidez. Pero ahora alguien deseaba conversar con ella y no podría evitarlo.

Miró a Lady Black, pero trató de mantener un oído alerta a lo que decían las damas sentadas frente a ella.

-¿Ya te has cansado de bailar?

La joven, divertida, advirtió la distracción de Bella. La divirtió más aún escuchar ciertos comentarios que se hacían en ese momento cerca de ella y comprendió el motivo de la distracción de Bella.

-Todos saben que pocas veces bailo si no es con mi marido, pero esta noche no pudo acompañarme.

-Qué bien.

Renesme Black puso los ojos en blanco, sonrió y tomó a Bella del brazo.

-Ven conmigo. Hace demasiado calor aquí. Vayamos a otro sitio, ¿quieres?

Bella suspiró al ser sacada del grupo. Lady Black era sin duda muy agresiva para ser tan joven. De hecho, Bella se había asombrado al enterarse de que estaba casada y ya tenía un hijo, pues su aspecto era el de una colegiala. Era la dama que había estado antes con

Kate y a la que Bella no había sido presentada porque se había alejado del grupo. Pero

Kate se había encargado de presentarlas cuando Bella regresó del jardín. En ese momento, aún estaba conmocionada por su encuentro con Cullen. En realidad, no podía recordar la conversación que había tenido entonces con Lady Black, en el caso de que la hubiera tenido.

Lady Black se detuvo frente a la mesa donde se hallaba el refrigerio. Lamentablemente,

Bella tenía ahora una visión clara del tema abordado por todos. Él no había entrado realmente en el salón. Con aire indiferente, se mantuvo de pie junto a la puerta que daba al jardín; un hombro recostado contra el marco, los brazos cruzados sobre el pecho, contemplando el interior de la habitación... hasta que la vio. Entonces su mirada se detuvo y sonrió con esa sonrisa que la llenaba de calidez.

Al verlo de lleno en la luz, sus sentidos se estremecieron. Tenía un cuerpo tan simétrico que era imposible dejar de admirarlo. Hombros anchos, cintura estrecha, caderas delgadas y piernas largas. Y era alto. No lo había notado en el jardín. Y rezumaba sensualidad. Eso sí lo había notado.

El corte de su conjunto de etiqueta era impecable, aunque vestido de negro aparentaba un aspecto siniestro. Pero el negro lo complementaba. No pudo imaginarlo usando los colores claros de un gomoso. Atraerían aún más la atención sobre él, pero lo cierto era que la atraía de todos modos, por el sólo hecho de aparecer.

-Es endiabladamente apuesto, ¿no?

Bella se sobresaltó, percibiendo que la habían descubierto mientras lo observaba atentamente. Pero hubiera sido extraño que no lo hiciera, pues todos los observaban. Miró a Lady Black encogiéndose de hombros.

-¿Te parece?

-Decididamente. Sus hermanos también son muy atractivos, pero siempre pensé que Eddie era el más apuesto de todos.

A Bella no le agradó mucho ese Eddie pronunciado por esa mujer joven y hermosa, de cabellos renegridos y vivaces ojos azules llenos de humor. ¿Qué le había dicho él? Eddie para los íntimos.

-Deduzco que lo conoces bien.

Renesme sonrió encantadoramente.

-Conozco muy bien a toda la familia.

Bella se ruborizó, cosa que usualmente vez le ocurría. La respuesta la tranquilizó pero estaba irritada consigo misma por la ansiedad con que formulara la pregunta. Si la vizcondesa conocía bien a los Cullen, era la última persona que Bella deseaba que percibiera su interés por Sir Edward. No debería estar interesada en absoluto. Debía cambiar de tema. Pero no pudo.

-Es muy mayor, ¿verdad?

-Bueno, si crees que tener treinta y cinco años es ser mayor...

-¿Sólo treinta y cinco?

Renesme debió reprimir sus deseos de reír. La mujer estaba dispuesta a hallar algo malo en Eddie, pero era difícil saber qué podría ser. Era obvio que había hecho otra conquista sin ni siquiera proponérselo. ¿O se lo proponía? Era perverso de su parte mirarla de esa manera.

Si ella no estuviera junto a Lady Bella, la pobre sería destrozada por las murmuraciones que generaría su interés hacia ella. Sí, era realmente perverso, porque nada resultaría de todo ello. Nunca resultaba nada. Y a ella le agradaba Lady Bella. No hubiera deseado que la hiriera.

-Es un soltero empedernido -le advirtió Renesme- Como tiene dos hermanos mayores, nunca se ha visto obligado a casarse.

-No tienes por qué suavizar la realidad. Sé que es un libertino.

-Él prefiere decir que es un experto en mujeres.

-Entonces también él disfraza la realidad.

Renesme rió. Realmente esta mujer le agradaba. Quizá Bella fingía indiferencia hacia

Eddie, pero en otros aspectos era muy sincera y espontánea. Bella miró fugazmente a Sir Edward. Se sentía tonta por haberlo llamado señor Cullen, pero ¿cómo podía saber que tenía la dignidad de par? El hermano mayor era marqués de Haverston, el segundo era la oveja negra de la familia y Edward era la segunda oveja negra. Se había enterado de muchas cosas esa noche. ¿Por qué no podía enterarse de las que se referían a sus posibles potenciales?

-¿No baila? -preguntó Bella, diciéndose a sí misma que debía abandonar el tema.

-Oh, maravillosamente, pero no se atreve a invitar a nadie aquí. Si lo hiciera, debería bailar también con varias docenas de mujeres, para despistar a las aves de rapiña. Pero Eddie no se tomaría tantas molestias para bailar con la dama que le interese. Por eso no soporta estas reuniones. Lo obligan a ser discreto, cuando la palabra ni siquiera figura en su vocabulario.

 

-¿Es realmente tan mala su fama que el simple hecho de bailar con él arruinaría la reputación de una joven?

-Ha ocurrido y es una pena, porque no es tan mujeriego. No es que le falte compañía femenina. Pero tampoco se ha propuesto seducir a todas las mujeres de Londres.

-¿Sólo a una parte?

Renesme notó la sonrisa y percibió que Bella estaba más divertida que escandalizada por la reputación de Edward. Quizás no estuviese interesada en él. O quizás percibía sabiamente que no había posibilidades de conquistarlo.

-Las habladurías pueden ser muy crueles, querida -murmuró Renesme a su oído-. Lo cierto es que no me atrevo a dejarte sola. Él se está comportando indebidamente al mirarte de esa manera.

Bella evitó mirar a Renesme a los ojos.

-Tal vez te mira a ti.

-Por supuesto que no. Pero mientras los demás no sepan a cuál de las dos mira tan atrevidamente, estás a salvo.

-Ah, aquí estás, Bells -dijo Kate, uniéndose a ellas-, Lord Grahame preguntaba por ti. Dice que le prometiste un vals.

-Así es. -Bella suspiró. Era hora de olvidar a Edward Cullen y de volver al trabajo. -Sólo espero que el individuo se relaje un poco y sea un poco más comunicativo esta vez.

 

Comprendió demasiado tarde cómo habría sonado eso a los oídos de Lady Black, pero

Renesme se limitó a sonreír.

-Está bien, querida. Kate me ha comentado algo acerca de tu situación. Tal vez te consuele saber que tuve exactamente el mismo problema que tú cuando buscaba marido. Pero la diferencia estribaba en que mi elección debía ser aprobada por mi familia, lo que lo hacía sumamente dificultoso; para ellos, nadie era suficientemente bueno para mí. Gracias a Dios, mi querido Jacob hizo un arreglo conmigo. De lo contrario, aún estaría buscando marido.

Fue Kate quien pareció escandalizarse.

-Pero creí que te habían comprometido con él.

-Esa fue la opinión general cuando se hizo el anuncio, pero lo cierto es que me secuestró creyendo que yo era su amante. Ese pequeño error me salvó. Naturalmente, me llevó de regreso a mi casa de inmediato, pero el daño ya estaba hecho. Y, como soltero empedernido que era, fue al altar protestando. Pero se ha adaptado muy bien al matrimonio. Ello demuestra que los que parecen menos aptos suelen ser los mejores maridos. Nunca se sabe.

Sus últimas palabras habían estado especialmente dirigidas a Bella, pero ésta trató de no tomarlas en cuenta. Su labor ya era bastante ardua para añadir en su lista a los indeseables. No deseaba terminar casándose con un libertino con la esperanza de reformarlo. No le gustaba apostar. Decidida, fue en busca de Lord Grahame.


ES QUE NINGUNO DE LOS HOMBRES DE ESTAS HISTORIAS VA A SER ALGUIEN SERIO?... creo que no chicas :/… pero lo divertido de esto es ver como lo reforman como paso con la historia de Nessie y Jake,.. ¿Creen ustedes que Bella lo logrará?.. claro que primero se tendrá que convencer ella que él es el indicado, o será la situación al revés?... que pasara que pasara?... sigan leyendo los cap y lo sabrán


Diosapagana: mí amada Ness salvo a Bella sobre las peligrosas murmuraciones, y Eddie, maldito zorro, mirarla de esa manera enfrente de un grupo lleno de viejas chismosas, sí, estoy con Bella, ella no necesita más problemas, necesita a un esposo y rápido.

Mi querida lectora si aun no estás enamorada de Eddie, es porque eres de Team Jacob, o se te ha muerto la ultima neurona, jajajajja, pero si tus bellas neuronas aun dan señales de vida dejamos un pequeño review, una brillante y letrada señal de vida para no sentirnos culpables de robarle tiempo al estudio, al trabajo y próximamente a las vacaciones.

Besos robados de pernicioso Eddie. Priscila

Capítulo 5: LAS PALABRAS QUE SELLARON MI DESTINO Capítulo 7: Y LA GATA SACÓ SUS GARRAS!!!

 


 


 
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