SAGA DINASTIA CULLEN II: EMBAUCANDO AL AMOR (+18)

Autor: Danisabel
Género: + 18
Fecha Creación: 13/12/2010
Fecha Actualización: 24/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 87
Visitas: 85439
Capítulos: 32

En una carrera desesperada por conseguir marido, la adinerada y hermosa Isabella Swan busca a cualquier tipo de hombre dispuesto para contraer matrimonio, salvo uno… un libertino. ¿Qué sucederá cuando el mayor libertino y cabezota de Londres la ponga entre ceja y ceja? ¿Sucumbirá a sus encantos o buscara a ese marido aceptable que la salvara de las peligrosas maquinaciones de su primo?.

Esta historia es una adaptación del libro Tierna y Rebelde de Johanna Lindsey

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Link de la primera historia ... Saga dinastia Cullen I: El estigma del Amor


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Capítulo 16: Tratando de tomar una decisión ya tomada

Bella despertó a causa del roce de los pétalos de rosa contra su mejilla. Abrió los ojos y los fijó sobre la rosa rosada, frunciendo el ceño; luego vio al hombre que le sonreía.

-Buenos días, querida. Y lo es realmente. El sol ha decidido brillar para nuestra boda.

Bella gruñó y se volvió para enterrar el rostro en la almohada; no deseaba enfrentarse al día ni a las consecuencias de sus propias acciones. Demonios, ¿qué había hecho? Angela estaría en Silverley sumamente preocupada, pensando que la artimaña había fracasado y que James había apresado de nuevo a Bella. Y el cochero. ¿Cómo pudo olvidarlo? Le había dado una buena propina, pero no tan grande como para hacerlo aguardar durante toda la noche. Probablemente se había marchado, llevándose su maleta, que no sólo contenía ropa, sino también la mayor parte de sus alhajas y papeles importantes, tales como su contrato matrimonial. Al diablo con esas tres copas de coñac.

A las consecuencias indeseadas de su proceder se sumaba ahora la mano de Edward que recorría su espalda mientras reía. -Si deseas permanecer en la cama...

-Vete -dijo ella, furiosa consigo misma porque, a pesar de su desasosiego, experimentaba un estremecimiento al sentir su caricia; y furiosa con él porque parecía tan alegre.

-¿Cuál es el problema? -dijo él razonablemente- Te he liberado de la preocupación de tomar decisiones. Estás realmente comprometida, cariño.

Ella se volvió. -Al diablo contigo. No experimenté ningún dolor, sólo...

Él rió al verla ruborizarse y callar súbitamente. -Sé que soy sutil, pero no sabía que era tan hábil. Percibí la pérdida de tu virginidad, querida niña. -Arqueó una ceja y le sonrió seductoramente. -¿No lo notaste tú?

-Calla y déjame pensar.

-¿En qué debes pensar? Mientras tú dormías profundamente, obtuve una licencia especial que nos permitirá casarnos de inmediato. Nunca me había dado cuenta de cuán útil es conocer a hombres influyentes.

Parecía tan orgulloso de sí mismo que ella hubiera deseado golpearlo. -No dije que me casaría contigo.

-No. Pero lo harás. -Él fue hacia la puerta, la abrió y dejó pasar al mayordomo. -Lady

Swan desea que traiga su ropa y el desayuno, Dobson. Tienes apetito, ¿verdad, cariño?

Siempre estoy famélico después de una noche de...

 

La almohada dio en su rostro y Edward debió reprimir la risa al ver la expresión incrédula de su mayordomo. -Eso es todo, Dobson.

-Sí, sí, por supuesto, señor. Muy bien señor.

El pobre hombre, confundido, salió apresuradamente de la habitación. Bella dijo, hecha una furia: -Eres una bestia, un mal nacido. ¿Por qué le dijiste mi nombre?

Él se encogió de hombros, inmutable ante la reacción de ella por su treta deliberada.

- Sólo traté de asegurarme, cariño. Dobson jamás difundiría habladurías sobre la futura Lady Cullen. Por otra parte... -No completó la frase, pero era innecesario aclarar cuáles podrían ser las nuevas consecuencias.

-Olvidas que no me importa arruinar mi reputación aquí.

-Eso no es exacto -dijo él suavemente, de forma reservada- Te importa. En este momento no tienes una noción clara de cuáles son tus prioridades.

Era verdad, pero no venía al caso. Ella trató de revertir la situación.-Me pregunto por qué un hombre como tú podría desear casarse tan rápidamente. ¿Es mi fortuna lo que te interesa?

-Dios mío, ¿de dónde has sacado esa idea?

Pareció tan sorprendido, que ella se avergonzó de haberlo dicho, pero señaló: -Eres el cuarto hijo.

-Así es. Pero olvidas que estoy enterado de tu insólito contrato matrimonial que, por otra parte, estoy dispuesto a firmar. También olvidas el hecho de que anoche hicimos el amor, Bella. En este momento podrías estar encinta.

 

Ella desvió la mirada y se mordió el labio inferior. Lo habían hecho y ella podría estarlo. Trató de reprimir el placer que esa idea le produjo.

-Entonces, ¿qué ventaja tiene para ti este matrimonio? -le preguntó.

Él se acercó a la cama. Quitó una brizna de paja de sus cabellos y la observó con esmero, sonriendo. -Tú -respondió sencillamente.

El corazón de Bella se aceleró. Sonaba demasiado bien; tanto que no pudo recordar cuáles eran sus objeciones. No resultaría.

Suspiró con exasperación. -No puedo pensar cuando me acabo de despertar. Anoche tampoco me diste tiempo para pensar -dijo con tono acusador.

-Eres tú la que lleva prisa, cariño. Sólo trato de adecuarme a ti.

¿Por qué le señalaba esas cosas? -Necesito tiempo para meditar.

-¿Cuánto tiempo?

-Me dirigía a Silverley. Mi criada ya está allá, de modo que debo ir. Si aguardas hasta esta tarde, te daré una respuesta. Pero debo decirte, Edward, que no me imagino casada contigo.

De repente, Edward la levantó por el aire y la besó. -¿Ah, no?

Ella se alejó de él y cayó sobre la cama. -Eso demuestra que no puedo pensar cuando estoy a tu lado. Ahora, si traes mi ropa, me marcharé. Y ¿por qué diablos la cogiste?

-Para asegurarme de que estarías aquí cuando regresara de obtener la licencia.

-¿Dormiste conmigo?

Él sonrió ante su tono vacilante. -Querida, te hice el amor. Que haya dormido contigo o no carece de importancia después de eso, ¿no lo crees?

Ella decidió no decir nada y lamentó haber tocado el tema. Él podría envolverla con sus argumentos de todos modos.

-Mi ropa, Edward.

-Dobson la traerá. Y la maleta que dejaste en el carruaje está en mi cuarto de vestir, si es que la necesitas.

Bella arqueó las cejas. -¿La recuperaste? Gracias a Dios.

-Por Dios, no es posible que hayas sido tan descuidada como para dejar algo de valor en un coche alquilado.

Ella se molestó ante la crítica. -Cuando vine estaba muy alterada -dijo ella agriamente, defendiéndose-. Y, si mal no recuerdas, lo estuve mucho más cuando llegué a esta habitación.

-En efecto -dijo él-. Pero deberías verificar si están todas tus pertenencias.

-Sólo me preocupaba el contrato matrimonial. Llevaría mucho tiempo hacer redactar otro.

-Ah -dijo Edward sonriendo-. El contrato infame. Puedes dejarlo aquí para que yo lo lea.

-¿Y para que lo extravíes intencionalmente? No.

-Querida niña, deberías confiar un poco en mí. Nuestra relación sería más agradable, ¿no crees? -Como ella se negara a responder, él suspiró. -Muy bien, hazlo a tu manera. -Pero, para que ella percibiera que el también desconfiaba, añadió: -Estarás en Silverly cuando vaya por ti. ¿Verdad?

Bella se ruborizó. -Sí. Fuiste muy amable al hacerme tu proposición. Te debo una respuesta. Pero no admitiré discusiones al respecto. Deberás aceptar mi decisión, sea cual fuere.

Edward salió de la habitación sonriendo. Respecto a eso, confiaba tan poco en ella como ella en él. Debía hacerla seguir para asegurarse que no se marcharía a Escocia. También necesitaba que alguien mantuviera a Warton lejos de Silverley mientras ella permaneciera allí. No podía arriesgarse a que se encontraran después de haber desprestigiado al hombre con una mentira infamante.

Respecto a la respuesta de ella no estaba preocupado. El primo de Bella no era el único que podía lograr que se casaran, de una manera u otra.

 

 

 

 

-No puedo creerlo. ¿Eddie te ha pedido que te cases con él? ¿Mi tío Eddie?

-Sé a qué te refieres -dijo Bella, divertida ante la expresión azorada de Renesme.- A mí también me cuesta creerlo.

-Pero, es tan repentino... bueno, él conoce tu situación. Debe ser repentino si desea que lo aceptes. Oh, esto es grandioso. Tío Carlisle no cabrá en sí del asombro. Toda la familia se sorprenderá. Nunca pensamos que lo haría. Oh, es maravilloso.

 

Que fuera maravilloso o no era discutible, pero Bella sonrió para no decepcionar a Renesme, que obviamente estaba encantada. Ella había tomado una decisión durante el largo viaje a Silverley. Afortunadamente, pues, desde que llegara, no había tenido un instante de respiro. Primero había debido atender las reprimendas justificadas de Angela. Luego Renesme quiso saber todo lo relativo al secuestro y a la huida de Bella de manos de su captor. Angela lo había mencionado para explicar el motivo de su inesperada visita.

Ahora Bella pensaba que pronto llegaría Edward para obtener una respuesta. Era notable que Renesme no le hubiera preguntado cuál sería esa respuesta. Naturalmente, ella era parcial. No podría concebir que una mujer dudara ante la posibilidad de casarse con un hombre tan apuesto y encantador como Edward, aunque tuviera un pasado dudoso.

 

-Habrá que avisar a todos -dijo Renesme con entusiasmo-. Si deseas me encargaré de ello. Y estoy segura de que querrás que se celebre la boda en cuanto las amonestaciones...

-Nada de amonestaciones, gatita - dijo Edward, entrando en la habitación sin previo aviso-. Puedes informar a la familia, pero ya ha notificado al sacerdote y lo ha invitado a cenar. Después celebraremos la pequeña ceremonia. ¿Es eso lo suficientemente rápido para ti, Bella?

Ella no había imaginado que debería comunicarle su decisión en cuanto llegara. Pero él la estaba mirando a los ojos, aguardando su confirmación o su negativa y ella hubiera jurado que había en él algo diferente. ¿Nervios, quizás? ¿Sería en realidad su respuesta tan importante para él?

-Sí, así estará bien... pero antes debemos hablar de ciertas cosas.

Edward exhaló el aire con lentitud y sonrió. -Por supuesto. ¿Nos disculpas, gatita?

Renesme se puso de pie y le echó los brazos al cuello. -¿Disculparte? Te aporrearía. No nos habías dicho nada.

-¿Y estropear la sorpresa?

-Oh, Eddie, es maravilloso -dijo, feliz-. Estoy impaciente por decírselo a mi Jacob, de modo que me marchare. -Rió. -Antes de que me echen.

 

Edward sonrió al contemplarla mientras salía de la habitación, dilatando el momento en que debería afrontar las consecuencias. Pensó que no debió apremiar a Bella de esa manera. Y cuando ella dijo que debían hablar de ciertas cosas él notó que el tono de su voz era muy serio.

-Espero que no serás siempre tan despótico.

La voz de Bella era cortante. Edward se volvió y la miró con una sonrisa forzada.

-No. Puedo ser muy maleable en manos de la mujer adecuada.

A ella no le causó gracia. Su expresión se tornó más fría.

-Siéntate, Edward. Antes de que acceda a casarme contigo deberás aceptar ciertas cosas.

-¿Será doloroso? -Ella entrecerró los ojos y él suspiró. -Bien, dime lo peor.

-Deseo tener un hijo.

-¿Sólo uno?

Demonios, ella hubiera deseado arrojarle algo a la cabeza. ¿Es que nunca podía hablar seriamente?

-En realidad, me agradaría tener por lo menos tres, pero uno será suficiente por ahora - dijo ella secamente.

-Bien, esto justifica que me siente, ¿verdad? -dijo él y se sentó junto a ella en el sofá-. ¿También tienes preferencias respecto al sexo? quiero decir que, si deseas niñas y sólo tenemos niños, estoy dispuesto a seguir intentándolo, siempre que tú lo quieras.

Su tono era de juego, pero ella tuvo la sensación de que hablaba en serio. -¿No tienes inconveniente en tener hijos?

-Mi querida niña, ¿de dónde has sacado esa idea? Después de todo, la manera de engendrarlos siempre ha sido mi actividad favorita.

Ella se ruborizó intensamente. Miró sus manos, entrelazadas con fuerza sobre su regazo. Percibió que él la contemplaba, divertido ante su vergüenza. Pero todavía había más.

Sin mirarlo a los ojos, ella dijo: -Me alegra que seas tan razonable, pero hay otra condición poco ortodoxa. Tu amante, o amantes...

Él la interrumpió tomándole el mentón y obligándola a mirarlo. -Esto no es necesario - dijo suavemente- Un caballero siempre renuncia a sus amantes cuando se casa.

-No siempre.

-Puede ser, pero en mi caso...

-Debiste permitirme concluir, Edward. -Su voz era nuevamente dura. Inclinando tozudamente el mentón, dijo: -No te pido que renuncies a nada. Por el contrario, insisto en que continúes frecuentando a tus amantes.

Él se apoyó contra el respaldo del sofá y meneó la cabeza. -He sabido que hay esposas complacientes, pero ¿no crees que exageras un poco?

-Hablo en serio.

-Lo sé. -Frunció el ceño, furioso; no sólo porque ella parecía hablar realmente en serio, sino por la sugerencia en sí misma. -Si crees que accederé a un matrimonio puramente nominal...

-No, no; me interpretas mal. -Ella estaba sorprendida ante esa explosión de ira. Había pensado que él estaría fascinado con su sugerencia. -¿Cómo podría tener un hijo si nuestro matrimonio fuera puramente nominal?

-Exacto -dijo él, cortante.

-Edward. -Ella suspiró, comprendiendo que había herido su orgullo. Era obvio que él esperaba tener una mujer celosa y que ella lo decepcionaba.

-Tengo la intención de ser tu esposa en todo sentido. Es lo menos que puedo hacer, después de comprobar que me has salvado. Sólo deseo que me escuches.

-Estoy atónito.

Ella volvió a suspirar. ¿Por qué discutía él ese punto? En apariencia, era la solución ideal. Ella no se casaría con él si no se ponían de acuerdo sobre el tema. Lo volvió a intentar.

-No comprendo por qué te exaltas. No me amas. Lo dijiste. Y tampoco están en juego mis sentimientos; al menos, no todavía. Pero me gustas y nos... por lo menos yo me siento atraída hacia ti.

-Sabes muy bien que la atracción es mutua.

Ella ignoró la airada interrupción. -Ese fue uno de mis requisitos previos, que el marido que escogiera fuese físicamente agradable, para que no me importara tanto...

Ella se interrumpió ante el bufido de él, sabiendo que él estaba pensando en la noche anterior y en cómo ella la había disfrutado. No, no era necesario aclarar que con él, ciertas obligaciones maritales le resultarían muy placenteras.

-Eres bien parecido -continuó diciendo ella- y encantador. Eso es innegable. Y estoy segura de que podemos llevarnos bien. Pero como nuestra relación no está basada en el amor, no tienes por qué asumir ese compromiso. Tampoco yo, si bien soy la que necesita desesperadamente un marido. Pero en tu caso, no sería realista de mi parte esperar que fueras fiel a tus promesas. ¿No lo comprendes? De modo que no te pido que lo seas. Nuestro matrimonio será un convenio comercial, un matrimonio por conveniencia. La fidelidad no es indispensable.

Él la miraba como si ella hubiera enloquecido. Bella pensó que quizá estaba exagerando, pero ¿de qué otra manera podía expresar civilizadamente que ella no confiaba en él y que probablemente jamás confiaría? Demonio, él admitía ser un libertino. Y un libertino no se reforma a menos que se enamore; eso había dicho su abuelo y ella lo creía porque era sensato. Edward no tenía por qué enfadarse con ella. Debía ser ella quien se enfadara por verse en la necesidad de formular esa estipulación.

-Quizás deberíamos olvidar todo este asunto -dijo ella con sequedad.

-Por fin una buena idea -dijo él lentamente.

Ella se alegró de que por lo menos coincidieran en eso. -Yo no deseaba casarme contigo. Te lo dije.

-¿Qué? -Él se irguió bruscamente. -Aguarda un momento, Bella. No quise decir que no casarnos fuese una buena idea. Pensé que tú...

-Pues no -exclamó ella, perdiendo la paciencia-. Y si no accedes a mantener a tus amantes, no queda nada por discutir, ¿verdad? No estoy renunciando a lo que corresponde físicamente. Pero sé lo que eres; cuando la novedad se gaste, comenzarás de nuevo a buscar amoríos. No puedes evitarlo. Está en tu naturaleza.

-Mierda.

Ella prosiguió, como si no hubiese oído su palabrota. -Soy tan tonta, que estaba dispuesta a compartirte. Hubiéramos tenido hermosos niños. Me habrías salvado de James. Era suficiente. No pensaba pedir más.

-Quizás yo esté dispuesto a darte más. ¿O es que jamás pensaste en ello cuando tuviste este gesto tan magnánimo?

El tono despectivo de él la tornó rígida, pero logró controlar otra vez la situación.

-Todo se reduce a una cosa, Edward. Jamás podría confiar en ti respecto a otras mujeres. Si llegara a... si llegara a amarte alguna vez tu traición me haría sufrir demasiado. Prefiero saber desde el principio que no me serás fiel. De ese modo nuestra relación no se modificará. Seríamos amigos y...

-¿Amantes?

-Bueno, sí. Pero como no accedes a mi pedido, no hay más que decir, ¿verdad?

-¿Acaso dije que no accedería? -La voz de Edward había recuperado la serenidad, pero era una serenidad forzada. Su expresión dura, su postura rígida, indicaban que aún estaba furioso. -Veamos si estamos de acuerdo, querida. Deseas tener un hijo conmigo, pero, al mismo tiempo, no deseas que te sea fiel. Tú serás mi esposa en todo sentido, pero yo continuaré con mi vida habitual y frecuentaré a todas las mujeres que desee.

-Con discreción, Edward.

-Oh, sí, con discreción. Comprendo que no desees que se sepa, sobre todo porque me arrojas de tu lado antes de que transponga el umbral de la puesta. De modo que si no regreso a casa dos o tres noches por semana, tú serás feliz, ¿no es así?

No se dignó responder a esa pregunta. -¿Estás de acuerdo?

-Claro que sí. -Sonrió fríamente, pero Bella no lo notó. -¿Qué hombre podría rehusar semejante propuesta?

A Bella no le agradó el comentario. Tampoco estaba segura de que le agradara la aceptación de él, ahora que la había logrado. Él no había discutido mucho. Había resistido un poco y luego había aceptado de mal grado. Ah, hombre despreciable. Seguramente estaba encantado con las condiciones que ella le había impuesto. Ahora, ella debería sobrellevarlas.

 

PERO QUE PAR DE TONTOSSS….. BELLA NO SABE LO QUE QUIERE Y NO QUIERE QUE LO SABE, QUE CONDICIONES MAS ABSURDAS LE PUSO PARA QUE SE CASEN, SI YO FUERA A CASARME CON UN HOMBRE ASÍ LE PONGO UN LETRERO EN LA FRENTE QUE DIGA “PROPIEDAD PRIVADA” O ALGO ASI COMO “SOLO DE USO EXCLUSIVO”, Y ELLA LO ESTÁ EMPUJANDO A QUE TENGA MAS MUJERES, TONTA TONTAAA Y MIL VECES TONTA…. ¿Qué OPINAN D ESO?

 

Diosapagana: No hay más tonto del que no quiere ver, y la indignación de Edward dice más que sus palabras, tonta de Bella en creer en las palabras de un libertino, aunque esas palabras le juren que le será infiel hasta el final de sus días. Ahora sentémonos a ver como la niña Swan, futura de Cullen se querrá tirar a un posillo bien hondirijillo por la promesa que le ha arrancado.

Lectora mía, si estas allí, déjanos un review, para olvidarme por un tiempo que mis vacaciones hace tiempo terminaron y que lo único que quiero es volver a la playa a ver a chicos lindo tomando sol y jugando a la pelota.

Besos deliciosos.

Priscila

Capítulo 15: UN ADIOS PLACENTERO A MI SENTIDO COMÚN!!! Capítulo 17: Sr y Sra Cullen!!

 


 


 
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