SAGA DINASTIA CULLEN II: EMBAUCANDO AL AMOR (+18)

Autor: Danisabel
Género: + 18
Fecha Creación: 13/12/2010
Fecha Actualización: 24/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 87
Visitas: 85423
Capítulos: 32

En una carrera desesperada por conseguir marido, la adinerada y hermosa Isabella Swan busca a cualquier tipo de hombre dispuesto para contraer matrimonio, salvo uno… un libertino. ¿Qué sucederá cuando el mayor libertino y cabezota de Londres la ponga entre ceja y ceja? ¿Sucumbirá a sus encantos o buscara a ese marido aceptable que la salvara de las peligrosas maquinaciones de su primo?.

Esta historia es una adaptación del libro Tierna y Rebelde de Johanna Lindsey

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Link de la primera historia ... Saga dinastia Cullen I: El estigma del Amor


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Capítulo 22: Siempre existe una razón para beber, el enojo o la abstinencia

Una estocada. Otra estocada. Un gancho izquierdo y luego un golpe cruzado. Un hombre en el suelo, inconsciente. Edward retrocedió, maldiciendo porque todo había concluido tan rápidamente.

Knighton arrojó una toalla a su rostro. También maldijo al subir al cuadrilátero para examinar al contrincante de Edward.

-Dios, Cullen. No me extraña que Billy tratara de excusarse después de verte entrar. Siempre afirmo que el ring es un buen lugar para descargar frustraciones, pero no cuando se trata de ti.

-Calla, Knighton -dijo Edward, quitándose los guantes de boxeo.

-De ninguna manera -dijo el hombre mayor, enfadado-. Quisiera saber dónde voy a hallar a un estúpido que desee subir al cuadrilátero contigo. Pero te diré una cosa: no me molestaré en hacerlo hasta que te acuestes con esa ramera y te tranquilices. Aléjate de aquí hasta que lo hagas.

Edward hubiera golpeado a otro hombre por mucho menos que eso, pero Knighton era su amigo. Pero estuvo a punto de hacerlo por haber estado tan cerca de la verdad. Permaneció allí, inmóvil, conteniendo la ira. La voz de Emmett lo hizo reaccionar.

-¿Otra vez tienes problemas para hallar un contrincante, Eddie?

-No si estás dispuesto a aceptar el desafío.

-¿Tengo aspecto de tonto? -Emmett miró su propio atuendo con fingida sorpresa. –Y pensar que creí que me había vestido muy bien hoy.

Edward rió y su tensión cedió un poco.

-Como si no pensaras que puedes dejarme tendido en la lona en pocos instantes.

-Por supuesto que podría. No me cabe duda alguna. Pero no deseo hacerlo.

 

Edward resopló y estuvo a punto de recordarle la zurra que le había dado Black, aunque Emmett saliera vencedor, pero cambió de idea. No tenía motivos para discutir con su hermano.

-Tengo la impresión de que me sigues. ¿Es por alguna razón en especial?

-La verdad es que deseo aclarar una cuestión contigo... fuera del ring, por supuesto.

Edward bajó y tomó su chaqueta.

-Salgamos de aquí, ¿quieres?

-Ven, te invito a beber una copa.

-Bien, pero que sea más de una.

La atmósfera de White's era tranquila por la tarde. Era un sitio ideal para descansar, leer el periódico, hablar de negocios, de política, intercambiar habladurías o embriagarse, que era lo que Edward pensaba hacer, sin la presencia destructiva de las mujeres, a las que se les prohibía la entrada. Los que solían almorzar allí ya se habían marchado y sólo quedaban los concurrentes habituales, que vivían más en el club que en su casa. Los que cenaban en el lugar y los jugadores aún no habían llegado, aunque ya algunos habían comenzado a jugar partidas.

-¿Quién se encargó de mantener mi asociación al club durante todos estos años? - preguntó Emmett cuando se sentaron lejos de la ventana, donde solía reunirse el grupo elegante.

-¿Quieres decir que aún eres socio? Pensé que entrabas en calidad de invitado mío.

-Muy gracioso, muchacho. Pero sé que Carlisle no se hubiera preocupado por ello.

Edward, acorralado, frunció el ceño.

-Pues soy un estúpido sentimental. Por Dios, son tan sólo unas pocas guineas por año. No deseaba que tu nombre fuera eliminado de la lista de socios.

-¿O tenías la certeza de que finalmente regresaría?

Edward se encogió de hombros.

-En parte. Además había una extensa lista de espera para los que deseaban asociarse. No quería que nos abandonaras y te fueras a Brook's.

 

-Cullen. -Un rubicundo conocido de Edward se acercó a saludarlo. -Ayer pasé por tu casa, pero Dobson dijo que habías salido. Deseaba aclarar algo a raíz de una pequeña apuesta que hice a Hilary. Vio la noticia en el periódico. Decía que te habías casado, imagínate. Naturalmente pensé que se trataba de otra persona. Debía ser otra, con el mismo apellido. Es así, ¿no? Dime que es una estúpida coincidencia.

Edward oprimió su copa con fuerza, pero, fuera de eso, no demostró estar molesto ante la pregunta.

-Es una estúpida coincidencia -respondió.

-Lo sabía -exclamó el individuo-. Estoy ansioso por ver la expresión de Hilary. Es la primera vez en mucho tiempo que le gano tanto dinero.

-¿Crees que fue la respuesta acertada? -preguntó Emmett cuando el rubicundo se alejó- Imagina las discusiones que causará cuando él afirme que tú mismo le has dicho que no te has casado. Luego discutirán con terceros mejor informados.

-¿Qué diablos me importa? -dijo Edward-. Cuando me sienta casado admitiré que lo estoy.

Emmett se echó hacia atrás y sonrió.

-¿De modo que ha comenzado el arrepentimiento?

-Oh, cállate. -Edward bebió su copa y se marchó en busca de otra. Regresó con una botella. -Dijiste que deseabas aclarar un asunto conmigo. Hazlo. En apariencia, se está convirtiendo en una costumbre.

Emmett pasó por alto el descubrimiento.

-Muy bien. Seth me ha dicho que la idea de ir a Vauxhall fue tuya, no de él. Si deseabas deshacerte de nosotros por una noche, ¿por qué hacerlo a través del muchacho?

-¿No se divirtieron?

-Eso no hace al caso. No me agrada ser manipulado, Eddie.

-Por eso mismo te envié el mensaje a través de Seth. -Edward sonrió. –Has reconocido que te resulta difícil negarle nada, ahora que te has convertido en un padre cariñoso.

-Vete a la mierda. Pudiste pedírmelo. ¿Soy tan insensible como para no poder comprender que desees pasar una noche a solas con tu mujer?

-Basta, Emmett. Eres tan sensible como un árbol muerto. Si anoche te hubiera pedido que te marcharas, hubieras permanecido en casa sólo para saber por qué te lo pedía.

-¿Sí? -Emmett sonrió con desgana-. Sí, supongo que sí. Los hubiera imaginado a ti y a la pequeña ruborosa corriendo desnudos por la casa y no hubierais podido deshaceros de mí. No me lo hubiera perdido por nada del mundo. Pero, ¿para qué necesitabais tanta intimidad?

 

Edward se sirvió otra copa.

-Ya no importa. La velada no concluyó como yo esperaba.

-¿De modo que hay problemas en el paraíso?

Edward apoyó ruidosamente la botella sobre la pequeña mesa junto a su silla y estalló.

-Ni imaginas de qué me acusó. De hacer el amor con esa pequeña camarera que conocimos la otra noche.

-Ten cuidado. Guardo gratos recuerdos de Margie.

-¿De modo que te reuniste con ella después?

-¿Creías que no lo haría, tratándose de una joven tan bonita? Aunque la pequeña zorra hubiera sido capaz de... no importa. -Emmett se sirvió otra copa, perturbado por haberla perdido. -¿Por qué no dijiste a tú mujer que la había escogido para mí? Hemos compartido mujeres en muchas ocasiones, pero resulta desagradable compartirlas el mismo día, ¿no lo crees?

-Así es, pero mi querida esposa piensa que soy capaz de hacer toda clase de cosas desagradables. Y me disgusta tener que explicar que no he hecho nada malo. No debería tener que hacerlo. Un poco de confianza no estaría de más.

Emmett suspiró.

-Eddie, muchacho, aún debes aprender muchas cosas relativas a las recién casadas.

-¿Acaso has tenido una esposa y crees ser un experto en la materia? -dijo Edward despectivamente.

-No, por supuesto -dijo Emmett-. Pero el sentido común indica que es un momento muy especial para una mujer. Está adaptándose. Se siente insegura, nerviosa. ¿Confianza? Bah. Las primeras impresiones suelen ser las más duraderas. Tienes sentido, ¿o no?

-Tiene sentido que no sabes de qué hablas. ¿Cuánto tiempo hace que no tratas a una verdadera dama? Los gustos del capitán Hawke se inclinan hacia mujeres completamente distintas.

-No completamente, muchacho. Encabezar una banda de forajidos tienes sus desventajas, sobre todo en establecimientos de la clase baja que uno debe frecuentar. Y es difícil desprenderse de los hábitos adquiridos. Pero mis gustos no son diferentes de los tuyos.

Duquesa o ramera, siempre que sea atractiva y está bien predispuesta, lo mismo da. Y no han pasado tantos años como para que no recuerde la peculiaridad de las duquesas. Además, en una cosa, todas son iguales. Los celos las convierten en arpías.

-¿Los celos? -dijo Edward inexpresivamente.

-Bueno, hombre, por Dios, ¿acaso no es ése el problema?

-No pensé que... bueno, ahora que lo mencionas, podría ser por eso que se comporta de una manera tan irracional. Está tan furiosa que ni siquiera quieres hablar de ello.

-Así que Knighton estaba en lo cierto. -Emmett estalló en carcajadas. -¿Qué ha sucedido con tu sutileza, querido muchacho? Has tenido bastante experiencia en la materia como para saber desenvolverte...

-Mira quién habla -sentenció Edward, irritado-. El mismo hombre al que dieron un puntapié en la pierna la otra noche. ¿Qué ocurrió con la sutileza de Hawke?

-Demonios, Eddie -gruñó Emmett-. Si continúas empleando ese nombre, acabaré con una soga al cuello. Hawke ha muerto. Por favor, recuérdalo.

Ahora que su hermano estaba de mal humor, Edward mejoró su estado de ánimo.

-Cálmate, viejo. Estos individuos no te reconocerían. Ya que te has tomado el trabajo de matarlo, dejaremos que descanse en paz. Pero nunca me lo había dicho. ¿Qué fue del resto de tus bandidos?

-Algunos siguieron su propio camino. Otros se unieron al Maiden Anne, aunque éste cambió de bandera. Viven en el mar hasta que zarpemos nuevamente.

-¿Y cuándo ocurrirá eso?

-Tranquilízate, viejo -parafraseó Emmett-. Me estoy divirtiendo mucho al ver cómo arruinas tu vida y por ahora no deseo partir.

 

 

Eran las cinco de la tarde cuando Garrett Amherst ayudó a los dos hermanos Cullen a descender del carruaje que se había detenido frente a su casa. En realidad, necesitaban ayuda. Garrett sonreía. Lo había hecho desde el momento en que halló a ambos en White's y procuró apaciguar el disturbio que habían provocado. No podía evitarlo. Nunca había visto a Edward tan ebrio. Y en cuanto a Emmett, era muy cómico verlo reír a carcajadas ante la condición en que se hallaba su hermano, cuando la suya era muy similar.

-A ella no le agradará esto -dijo Emmett, rodeando los hombros de Edward con el brazo, con lo cual estuvieron a punto de caer ambos al suelo.

-¿Quién? -preguntó Edward con tono belicoso.

-Tu mujer.

-¿Mujer?

Cuando Edward comenzó a tambalearse, Garrett lo sostuvo y lo condujo hacia la puerta.

-Espléndido. -Rió. -Casi logras que te arrojen del club por golpear a Billings, cuando lo único que hizo fue felicitarte por tu casamiento y ahora no recuerdas que tienes esposa.

 

Garrett también estaba tratando de habituarse a la idea. Había quedado atónito cuando

Edward había ido el día anterior para decírselo personalmente, antes de que lo leyera en los periódicos.

-Si ríes Garrett... si te atreves a hacerlo... te golpearé en la nariz -le había dicho

Edward con gran sinceridad-. Estaba obstinado. Es la única explicación posible. De modo que no me felicites, por favor. Tus condolencias serían más adecuadas.

Luego se había negado a añadir nada más. No había querido decir quién era ella ni por qué se había casado, ni tampoco dejó entrever por qué estaba arrepentido. Pero Garrett no estaba muy seguro de que fuera así; sobre todo porque lo había arrastrado a la búsqueda del primo de su mujer, que representaba un peligro para ella. Era evidente que deseaba protegerla.

También era evidente su deseo de no hablar de Bella. Y lo más evidente era la ira subyacente de Edward. Garrett se alegró mucho al saber que no habían hallado al individuo que Edward buscaba. El resultado hubiera sido desastroso.

 

Pero un comentario casual que hizo Emmett cuando Garrett los sacaba de White's, aclaró un tanto la situación.

-Acabas de hallar un carácter tan colérico como el tuyo, Eddie. No se puede decir que sea negativo en una esposa. Te mantendrá entretenido. -Luego había reído mientras Edward refunfuñaba.

-Cuando tengas tu propia mujer, hermano, espero que sea tan dulce como esa pequeña arpía que te dio un puntapié en lugar de agradecer la ayuda que le diste la otra noche.

 

Garrett estaba a punto de llamar a la puerta, cuando ésta se abrió. Dobson apareció con expresión imperturbable, pero experimentó una desagradable sorpresa cuando Emmett le entregó a Edward para que lo sostuviera.

-¿Dónde está Willis? Creo que necesitaré que me quite los zapatos.

No era la única ayuda que necesitaba, pensó Garrett, sonriendo, mientras el escuálido Dobson, en silencio, trató de llevar a Edward hacia la escalera. Garrett también tenía problemas para sostener a Edward.

-Dobson, será mejor que llame a los palafreneros -sugirió Garrett.

-Me temo que están haciendo diligencias para la señora, señor -dijo Dobson, sin mirar hacia atrás.

-Maldición -dijo Edward al oír esas palabras-. ¿Por qué ha enviado...?

Garrett le dio un codazo para hacerlo callar. La dama en cuestión había salido de la sala de recibo y estaba con las manos apoyadas en las caderas, mirándolos con cara de pocos amigos. Garrett tragó saliva. ¿Esa era la mujer de Edward? Por Dios, era hermosísima; y estaba furiosa.

 

-Disculpe, lady Cullen -dijo Garrett con vacilación-. Hallé a estos dos un tanto ebrios. Pensé que lo prudente era traerlos a su casa para que durmieran.

-¿Y quién es usted, señor? -preguntó Bella secamente.

Garrett no tuvo tiempo para responder. Edward, mirando a su mujer, dijo despectivamente: -Vamos, querida, sin duda conoces al viejo Garrett. Es el responsable de tu desconfianza hacia el sexo masculino.

Ella miró a Garrett entrecerrando los ojos y él se sonrojó al máximo.

- Maldición, Cullen -murmuró, apartando a Edward de sí-. Te dejaré en los tiernos brazos de tu mujer. Te lo mereces después de semejante observación. -No la había comprendido, pero no era la manera adecuada de presentar a una esposa a su mejor amigo.

Garrett se dirigió a Bella y la saludó inclinando la cabeza.

-Será hasta otro momento, Lady Cullen y espero que en mejores circunstancias. -Enfadado, se marchó, sin molestarse en cerrar la puerta.

Edward lo contempló, confundido, y tratando sin éxito de mantener el equilibrio en medio del vestíbulo.

-¿Dijo algo inconveniente, Garrett?

Emmett rió con tal fuerza, que él y Dobson retrocedieron dos escalones.

–Eres asombroso, Eddie. O no recuerdas nada o recuerdas más de lo que debieras.

Edward giró sobre sí mismo para mirar a Emmett, que ya estaba en la mitad de la escalera.

-¿Qué demonios quiere decir eso? -preguntó y Emmett volvió a reír de forma estrepitosa.

 

Cuando Edward pareció a punto de caer de bruces al suelo, Bella corrió hacia él, tomó su brazo y lo colocó alrededor de su cuello y luego rodeó la cintura de Edward con su propio brazo.

 -No puedo creer que hayas hecho esto, hombre -gruñó, mientras lo conducía a través del vestíbulo-. ¿Cómo llegas a esta hora del día en este estado?

-Cualquier hora que sea -respondió él, indignado-, ¿adónde podría ir sino a mi casa? Tropezó con el escalón inferior y arrastró a Bella en su caída.

-Maldición. Debería dejarte aquí.

Edward, obnubilado por el alcohol, comprendió mal. La rodeó con su brazo y la abrazó con tal fuerza que ella casi no podía respirar.

-No me dejarás, Bella. No lo permitiré.

Ella lo miró con incredulidad.

-Tú... oh, Dios, líbrame de los ebrios y de los imbéciles -dijo, exasperada, alejándose de él-. Vamos, tonto. Ponte de pie.

Al fin, logró llevarlo hasta la planta alta y meterlo en la cama. Cuando Dobson apareció en la puerta un minuto después, ella hizo un gesto para alejarlo, aunque no supo muy bien por qué. Le hubiera sido útil su ayuda. Pero se trataba de una situación excepcional; Edward estaba indefenso y era incapaz de arreglarse por sí mismo. Bella la disfrutó. También la satisfizo pensar que era a causa de ella que estaba en ese estado. ¿Lo sería en realidad?

-¿Puedes decirme por qué llegas a casa ebrio a mediodía? -preguntó ella, quitando una de las botas a Edward.

-¿Ebrio? Dios mío, mujer, qué palabra tan desagradable. Los caballeros no se embriagan.

-Ah. ¿Y qué les ocurre en estas circunstancias?

Él empujó con el pie contra las nalgas de ella hasta que la bota cayó al suelo.

–La palabra es... es... ¿cuál es?

-Ebrio -repitió ella afectadamente.

Él gruñó y, cuando ella se dispuso a quitarle la segunda bota, él empujó con más fuerza, haciéndola trastabillar. Ella se volvió con los ojos entrecerrados y vio que él sonreía inocentemente.

Bella arrojó la bota al suelo y regresó a la cama para quitarle la chaqueta.

–No respondiste a mi pregunta, Edward.

-¿Cuál fue?

-¿Por qué te hallas en este estado lamentable?

Esta vez, él no se ofendió.

-Vamos, querida. ¿Por qué habría un hombre de beber una copa de más? O porque ha perdido su fortuna, se ha muerto un pariente o su cama está vacía.

Fue ella entonces quien adoptó un aire inocente.

-¿Ha muerto alguien?

Él apoyó las manos sobre las caderas y la atrajo hacia sí con las piernas. Sonreía, pero su sonrisa carecía de humor.

-Si juegas con fuego, cariño, te quemarás -le advirtió severamente.

Bella tiró de la corbata de Edward y luego lo empujó sobre la cama.

-Ve a dormir, cariño-Y giró sobre sus talones.

-Eres una mujer cruel, Bella Cullen -dijo él.

Ella se marchó dando un portazo.

 

ALGO PEOR QUE EMMETT Y EDWARD JUNTOS… ES EMMETT Y EDWARD JUNTOS Y BORRACHOS JAJAJAJJAJA… ESTE PAR DE HERMANOS ESTÁN LOCOS MUY MUY LOCOS.. EDWARD ESTÁ PERDIDO POR BELLA… PERO ESTÁ AHÍ LA INTERROGANTE ¿ACASO A EMMETT NO LE LLEGARA SU HORA?.... DICEN QUE EL DESTINO DA MUCHAS VUELTAS Y ES UN DICHO MUY VERDADERO ASÍ QUE VEREMOS EN EL PROXIMO CAPÍTULOS QUE PASARÁ CON BELLA Y EDDIE… CREO QUE DEBERIAMOS ORAR PARA QUE A EMMETT LE LLEGUÉ SU ALMA GEMELA RÁPIDO PARA QUE DEJE DE ESTAR MOLESTANDO A REIMUNDO Y TODO EL MUNDO…

 

Diosapagana: levanto mi copa y brindo por todos los libertinos en abstinencia,  ajajjaja,  pobre Eddie,  se le oxidara por la falta de uso...  los puños.  No lo sé tal vez deberíamos invitar a Jacob,  nuestro querido Vizconde de Montieth para que descargue su frustración. Ajajaaaja

Mi querida lectora pequeña viciosa y adicta a los fics que estas esperando con ansias la próxima actualización,  te dijo que cuanto más hallan,  más rápido la Señorita Lebasi actualizara,  así que sobórnanos con un lindo Review,  para así acortar la espera.

Besos perversos.

Priscila

Capítulo 21: LOBO CON PIEL DE CORDERO Capítulo 23: DEMASIADO CERCA, DEMASIADO LEJOS

 


 


 
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