SAGA DINASTIA CULLEN II: EMBAUCANDO AL AMOR (+18)

Autor: Danisabel
Género: + 18
Fecha Creación: 13/12/2010
Fecha Actualización: 24/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 87
Visitas: 85424
Capítulos: 32

En una carrera desesperada por conseguir marido, la adinerada y hermosa Isabella Swan busca a cualquier tipo de hombre dispuesto para contraer matrimonio, salvo uno… un libertino. ¿Qué sucederá cuando el mayor libertino y cabezota de Londres la ponga entre ceja y ceja? ¿Sucumbirá a sus encantos o buscara a ese marido aceptable que la salvara de las peligrosas maquinaciones de su primo?.

Esta historia es una adaptación del libro Tierna y Rebelde de Johanna Lindsey

LINK EN FANFICTION PARA LAS QUE NO LO PUEDEN VER PASEN POR AQUÍII DISCULPEN LAS MOLESTIAS :(

Link de la primera historia ... Saga dinastia Cullen I: El estigma del Amor


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Capítulo 20: JUGANDO CON FUEGO!!!

Bella estaba en el recibidor junto a la ventana, con la mejilla apoyada contra el cristal y aferrando con sus manos el cortinaje azul junto a ella. Hacía treinta minutos que estaba allí; desde que saliera del comedor, después de una cena incómoda con Seth y su primo Benjamin, que había venido a buscarlo para salir. Por lo menos, la llegada de Benjamin Cullen la había distraído durante un rato. El heredero del marqués Carlisle era un joven apuesto,  rubio y de ojos pardos con reflejos verdosos. Vestido de etiqueta, lucía una estampa muy atractiva y Bella adivinó de inmediato que seguía los pasos de su tío; otro libertino en una familia que ya tenía demasiados. Pero Benjamin Cullen todavía tenía un aire juvenil que le daba un aspecto inofensivo y encantador.

Al enterarse del casamiento de su tío, reaccionó tal como lo había hecho Seth; al principio con incredulidad y luego con alegría. Además, fue el primero que la llamó tía Bella; y no bromeaba, lo cual la sobresaltó un poco. Era en realidad una tía ahora y de pronto tenía numerosos sobrinos y sobrinas. Una familia instantánea, gracias a su casamiento con Edward. Una familia cálida y acogedora, según Seth.

 

Pero Seth y Benjamin ya se habían marchado y Bella se había tornado melancólica, sin percibir que había estado de pie en el mismo sitio durante media hora. Además, estaba enferma de preocupación. Algo le había sucedido a Edward. Seguramente estaba herido y no podía comunicarse con ella. Por eso había transcurrido todo el día sin noticias acerca de él. Por otra parte, lo que había comenzado siendo una leve irritación por sentirse abandonada, se había convertido, con el transcurso de las horas, en una cólera reprimida, sobre todo cuando llegó Benjamin y ella no supo cómo explicar la ausencia de Edward.

 

Durante todo el día se había ocupado de sus asuntos, sin pensar que ahora tenía una esposa que podía estar preocupada por él. Esos sentimientos conflictivos le habían quitado el apetito, a pesar de que había organizado una cena especial, que demoró durante más de una hora, esperando que Edward llegara a tiempo. No lo había hecho y la ansiedad de Bella era cada vez mayor; superando su enojo y provocándole un malestar físico.

Demonios, ¿dónde estaba? Era tan sólo su segundo día de matrimonio. ¿Lo había olvidado? Debieron pasar el día juntos, tratando de conocerse mejor. Finalmente, un coche se detuvo frente a la puerta y Bella salió corriendo de la habitación, haciendo una señal a Dobson para que no abriera la puerta de entrada. Ella misma la abrió, antes de que Edward llamara. Lo miró de arriba abajo, buscando heridas, pero no las había. Estaba bien. Hubiera deseado abrazarlo y golpearlo al mismo tiempo, pero se mantuvo inmóvil, con las manos entrelazadas, para no hacer ninguna de las dos cosas.

Cuando Edward la miró y la vio tan hermosa con su vestido color verde pálido y encaje blanco, su rostro se iluminó con una sonrisa.

-Dios, pareces una visión, cariño. No imaginas el día horrible que he pasado.

 

Bella se mantuvo inmóvil en el centro del umbral.

-¿Por qué no me lo dijiste? -El acento la delató. Él retrocedió para mirarla mejor y notó su gesto hosco y sus labios apretados.

-¿Sucede algo, amor?

-¿Sabes qué hora es?

-Ah, es eso. -Él rió. -¿Me extrañaste, cariño?

-¿Extrañarte? -dijo ella exasperada- Engreído. Si no deseas venir a casa durante varios días no me importa. Pero creo que la más elemental educación indica que es necesario avisar cuando uno no piensa regresar durante todo el día.

-Sí, supongo que así es -dijo él, sorprendiéndola- Y la recordaré la próxima vez que emplee todo el día tratando de hallar a ese huidizo primo tuyo.

-¿James? Pero... ¿por qué?

-¿Por qué habría de ser? Para darle la buena noticia. ¿O no has comprendido que hasta que no se entere de tu nueva condición, sigue siendo un peligro para ti?

Bella enrojeció de furia. Él se había demorado por ella y ella lo recibía encolerizada.

-Lo lamento, Eddie.

Su mirada contrita era irresistible. Él la acercó a su cuerpo y ella apoyó la cabeza sobre su hombro.

-Niña tonta -dijo él bromeando- no tienes por qué lamentar nada. Me agrada que alguien se preocupe por mí. Estabas preocupada, ¿verdad? ¿Por eso te enfadaste?

 

Ella asintió, pero no estaba muy convencida de cuanto él decía. Su nariz percibió un aroma dulzón y provocativo que provenía del abrigo de Edward; parecía... perfume y perfume barato además. Ella se echó hacia atrás, frunciendo el ceño y vio una hebra roja sobre el hombro de él... pero no era una hebra, era un cabello rojizo de fuego. Ella lo tomó entre sus dedos y tiró, paro continuaba saliendo; era un cabello muy largo. Pudo pensar que era suyo, sus cabellos tenían un propio tinte rojizo dependiendo de la luz a pesar de que esté era rojo vivo y  no era fino sino grueso.

-Lo sabía -dijo ella, mirándola enfurecida.

-¿Sabías qué? ¿Qué te ocurre ahora?

-Esto. -Le mostró el cabello. -No es mío y decididamente tampoco es tuyo, ¿verdad?

Edward frunció el ceño, tomando el cabello.

-No es lo que crees, Bella.

Ella cruzó los brazos sobre el pecho.

-¿Ah, no? Supongo que una ramera atrevida se dejó caer inesperadamente sobre tu regazo y te impregnó de olor a perfume barato antes de que pudieras evitarlo.

“Dios mío”, gruñó él para sí mismo, ¿cómo lo adivinó? -En realidad...

-Demonios, ni siquiera sabes inventar tus propias excusas -gritó ella.

Era muy ridículo; muy cómico, pero Edward no intentó reír al ver la expresión asesina de

Bella. Muy serenamente dijo: -En realidad, fue una camarera. Y no me hubiera hallado en condiciones de que se instalara en mi regazo si no hubiera estado en una de las numerosas tabernas a las que fui en busca de tu primo.

-Así que me culpas por tu infidelidad. Muy típicamente masculino, ¿no? Pero te diré de qué soy culpable: de haber creído en tus palabras anoche. Ya no volveré a cometer ese error.

-Bella...

Cuando él trató de tocarla, ella retrocedió bruscamente y, antes de que pudiera detenerla, le cerró la puerta en el rostro. Edward maldijo profusamente; había perdido la paciencia, pero no tenía cómo descargar su malhumor.

Se volvió, vio la calle vacía y rechinó los dientes. Al menos Emmett había seguido su camino en el coche, rumbo a White's, para matar el tiempo antes de su cita con la susodicha camarera. No hubiera podido soportar que su hermano fuera testigo de semejante absurdo, ni verlo reír a carcajadas, mientras le recordaba las delicias de la vida conyugal.

Mierda. Lo habían echado de su propia casa. Una buena culminación de un día que había ido de mal en peor.

Edward reaccionó. Era su casa. ¿Qué derecho tenía ella de echarlo de su propia casa?

Se volvió y comenzó a dar puntapiés a la puerta. Pero luego pensó que era mejor accionar el pasador. Como no estaba cerrada con llave, abrió la puerta violentamente. El ruido que hizo le produjo una gran satisfacción, pero no atemperó su ira. Sorprendió a su mujer, que en ese momento subía las escaleras.

-Baja de inmediato, Lady Cullen. Nuestra discusión no ha concluido.

Edward se sorprendió al ver que ella le obedecía al instante. Cuando estuvo junto a él, lo miró desdeñosamente.

-Si no te marchas, lo haré yo -dijo ella, dirigiéndose hacia la puerta de entrada, que aún estaba abierta.

Edward tomó su muñeca y la obligó a girar sobre sí misma.

-Ni lo sueñes. No dejarás esta casa, ni yo tampoco. Estamos casados, ¿lo recuerdas? Y tengo entendido que las personas casadas viven juntas.

-No puedes obligarme a permanecer aquí.

-¿Ah, no?

Podía y Bella se enfureció aun más al recordar que le había otorgado ese derecho. Quitó violentamente su mano y se frotó la muñeca que con toda probabilidad estaría amoratada a la mañana siguiente.

-Muy bien, pero me instalaré en otra habitación y si tienes algo que decir al respecto, puedes postergarlo para otro momento.

 

Se volvió para dirigirse hacia las escaleras, pero Edward tomó su hombro y la obligó a volverse.

-Prefiero hacerlo ahora, querida mía -dijo él ásperamente- Me condenas sin escucharme.

-Has traído la prueba contigo. Habla por sí misma.

Él cerró los ojos, exasperado.

-Aunque fuera así, que no lo es, no me permites defenderme. Es injusto, desde todo punto de vista.

-¿Injusto? -dijo ella, con ojos brillantes de cólera- Sólo te ahorro la molestia, pues digas cuanto digas, no lo creería.

Trató otra vez de alejarse, pero él la acercó otra vez a sí.

-Maldición, mujer, estaba buscando a James.

-Puede ser, pero también hiciste un pequeño desvío. Y bien, yo te lo había permitido.

Furioso, él dijo: -Entonces, ¿por qué haces este escándalo?

-Me mentiste. Trataste de hacerme creer que sería de otra manera; por eso, no te perdono.

Ella se volvió, pero la voz de él la detuvo.

-Si te marchas, te zurraré.

-No te atreverías.

Él entrecerró los ojos.

-Te aseguro cariño, que en este momento sería un placer. Bien, te lo advertiré tan sólo una vez. Aunque no lo creas, ya no me importa. La pequeña ramera que se me sentó encima sólo estaba haciendo su trabajo. Hizo su oferta y yo la rehusé. Eso fue todo.

Fríamente, Bella preguntó: -¿Has concluido?

Pero fue Edward quien se volvió y se marchó.

Bella lloró hasta quedar dormida; era la primera vez que le sucedía desde que era niña. El hecho de que Edward no intentara acercarse a ella en su nueva habitación fue un alivio, pero la hizo llorar más amargamente. Le odiaba; no deseaba volver a verle, pero estaba atada a él. Si no fuera una ingenua tonta. Pero había permitido que él la convenciera de que podían tener un matrimonio normal y ahora estaba pagando el precio de su credulidad, con un resentimiento que no podía evitar y una amargura que nunca había experimentado. Esa mañana había sido inmensamente feliz durante unas horas y por eso, el hecho de volver a la realidad era tanto más difícil de soportar. No podría perdonarle que hubiera estropeado su oportunidad de ser feliz.

¿Por qué no dejó las cosas tal como estaban? ¿Por qué la ilusionó, para luego destrozar sus ilusiones?

Angela no necesitó que le contaran lo sucedido, pues todos los habitantes de la casa oyeron la airada discusión, pero no abrió la boca mientras ayudó a Bella a cambiar de habitación. A la mañana siguiente le aplicó compresas frías sobre los ojos inflamados, nuevamente sin comentarios. El canalla estaba incluso arruinando su aspecto físico.

Pero la solución de hierbas preparada por Angela borró todas las huellas de la triste noche que había pasado su ama. Lástima que no tuviera una poción mágica para aliviar el sufrimiento interior de Bella. Sin embargo, cuando bajó, ataviada con un alegre vestido de color amarillo que contrastaba con su humor, nadie hubiera dicho que los sentimientos negativos aún bullían dentro de ella. Afortunadamente, porque se encontró con numerosos Cullen en la sala de recibo, pero gracias a Dios, ninguno de ellos era su marido.

 

Había comenzado. Y precisamente cuando no sabía si toleraría la presencia de Edward ese día. Además, no tenía la menor idea de cuál sería su humor cuando bajara. Quizá demostraría su estado de ánimo, pero ella no intentaba hacerlo. Sonrió cálidamente. Que no se llevara bien con su esposo, no significaba que debía enemistarse con el resto de la familia.

Emmett fue el primero en verla y de inmediato se puso de pie para hacer las presentaciones del caso.

-Buenos días, querida niña. Como ves, el mayor ha venido a inspeccionarte; te presento a  mi hermano Carlisle..... Carlisle te presento a  la casada ruborosa.

 

La expresión empleada por Emmett hizo fruncir el ceño a Carlisle. El mayor de los Cullen era corpulento, rubio y de ojos verdes. Más tarde ella comprobó que tenía buen carácter, buen humor, era alegre, pero formal y serio en cuestiones de negocios y del cuidado de su familia.

Todos se pusieron de pie. Carlisle abrazó cariñosamente a Bella. Seth, que no necesitaba ser presentado, le guiñó un ojo. Por suerte, ni él ni Emmett habían estado en la casa la noche anterior y, por ende, no habían escuchado la embarazosa escena que había tenido lugar en el vestíbulo.

-No imaginas cuánto placer me produce esto, mi querida -dijo Carlisle, sonriendo, mientras la conducía hasta el sofá para sentarse junto a ella- Creí que Edward jamás se casaría. No creí que el muchacho pensara sentar cabeza -añadió más jovialmente-. Me alegra haberme equivocado. Me alegra mucho.

Dadas las circunstancias, Bella no supo qué responder, ya que era evidente que Edward no pensaba hacerlo. Pero ellos deseaban creer que era así, de modo que no los contradiría. Pero tampoco les haría creer que se trataba de una unión basada en el amor. Pues no lo era de ningún modo.

Comenzó a hablar con vacilación.

-Hubo motivos para nuestro casamiento y creo que deberían conocerlos...

-Ya lo sabemos, querida -interrumpió Carlisle- Nessie nos ha hablado de tu primo. En realidad no importa. Si Edward no hubiera estado dispuesto, no hubiera tomado esa decisión.

-Lo hizo para ayudarme -dijo Bella. Todos sonrieron dubitativamente y ella insistió: -En realidad fue así.

-Tonterías -dijo Carlisle

Emmett dijo: -Basta mirarte, querida niña, para saber cuál fue el motivo. No lo culpo en lo más mínimo.

Carlisle interceptó la sonrisa libertina de Emmett, que hizo ruborizar a Bella.

-Nada de eso ahora -dijo a Emmett, frunciendo el ceño.

-Oh, vamos Carlisle. El matrimonio la salvó de mí.

-¿Desde cuándo ha sido un impedimento para ti? -preguntó Carlisle con brusquedad.

-Verdad. -Emmett se encogió de hombros. -Pero no seduzco a mis cuñadas.

 

Bella no sabía que se trataba de una broma. Tampoco sabía que esos hermanos eran felices cuando discutían, aunque fuese en broma.

-Señores, por favor -dijo-, estoy segura de que Emmett no quiso ofenderme.

-Ya ves -dijo Emmett con gesto presumido-. Ella sabía que no debía tomar mis palabras en serio. De todos modos, ¿qué hay de malo en mirar?

-Por lo general las miradas expresan los sentimientos -dijo Carlisle ceñudamente.

-Ah, pero no los míos. Me resulta más divertido no ser tan obvio... como tú, hermano.

Seth rió.

-Te atrapó, Tío. En este momento tu expresión es un tanto feroz.

-Sí -dijo Emmett- Tu gesto es tan seco que seguramente la nueva integrante de la familia creerá que eres serio.

La expresión de Carlisle se suavizó cuando miró a Bella.

-Lo lamento, querida. Qué pensarás de...

-Que eres un tirano y no está desacertada -dijo Emmett, sin poder contenerse, aunque con ello logró que Carlisle lo mirase de nuevo con gesto severo.

-De ninguna manera -dijo Bella-. Soy hija única; es tan... interesante ver cómo se relacionan entre sí los miembros de una familia numerosa. Díganme, ¿quién es el árbitro de la familia?

Su pregunta provocó una carcajada general. Transformó a Emmett, tornándolo aún más apuesto. También suavizó los rasgos de Carlisle, demostrando que, a los cuarenta y seis años, todavía era endiabladamente atractivo y que su aspecto no era tan intimidatorio como le había parecido al principio. Dios, esos Cullen ponían en peligro el equilibrio de una joven. Y ella se había casado con uno de ellos.

-Les dije que era una joya -dijo Emmett a sus hermanos-. Es la pareja perfecta para

Edward, ¿no creen?

-Así parece -dijo Carlisle, secando sus lágrimas-. Pero creí que habías dicho que era escocesa. No he percibido su acento.

Una voz serena respondió desde la puerta, antes de que pudiera hacerlo Emmett.

- Aparece cuando se enfada, en el momento más inesperado.

Emmett no pudo evitar un comentario malicioso.

 -Sin duda, lo sabes por experiencia.

-Sin duda -dijo Edward, mirando hacia su mujer.

 

Bella cerró los puños al verlo tan informalmente apoyado sobre el marco de la puerta, los brazos cruzados y una rodilla flexionada para cruzar los pies a la altura de los tobillos. ¿Cómo se atrevía? De modo que deseaba hacer juegos de palabras. Sonrió dulzonamente a Edward, aceptando el desafío.

-No alardees. Sólo guardo rencor cuando las personas se lo merecen.

Emmett echó leña al fuego.

-Pues entonces, Edward, no tienes por qué preocuparte. ¿No es así?

-¿Cuánto zarpa tu barco, hermano? -replicó Edward y Emmett rió.

 

Carlisle  se acerco para felicitarle y palmearle cariñosamente. Bella contempló la feliz escena, iracunda. De modo que fingiría que nada malo ocurría. Y bien, ella también podía hacerlo en tanto estuviera allí la familia y en tanto él se mantuviera a distancia. Pero no fue así. Se sentó junto a ella en el sofá, tomando el lugar de Carlisle y rodeó sus hombros con su brazo, actitud demasiado marital.

-¿Pasaste bien la noche, cariño?

-Vete al diablo -murmuró ella aunque sonrió al decirlo.

Edward rió, si bien el esfuerzo le provocó dolor de cabeza. Gracias a la tozudez de su mujer, la noche anterior se había embriagado y estaba sufriendo las consecuencias. Hubiera preferido permanecer en la cama, pero no pudo hacerlo cuando Willis le informó que Carlisle había llegado. Maldito inconveniente. No podría discutir con Bella en presencia de todos ellos.

En realidad, debió concluir la discusión la noche anterior. Pero ingenuamente creyó que después de dormir toda la noche, ella se hallaría más receptiva y razonable. Por eso no había derribado su puerta. Debió haberlo hecho. Ella aún estaba resentida, de modo que no hubiera podido enfadarla más todavía. Mierda. Querría matar al que alguna vez dijo que las mujeres eran seres maleables.

Momentáneamente, decidió ignorar a su mujer, pero no quitó su brazo de los hombros de Bella.

-Carlisle, ¿dónde está el resto de la familia?

-Vendrán cuando Esme logre reunirlos. Alice se fue unos días con los Denalí, y Benjamín anda desaparecido aquí en la ciudad. A propósito, desea organizar una fiesta en honor de ustedes, ya que no pudimos asistir a la boda. No será una gran recepción; sólo la familia y los amigos.

-¿Por qué no? -dijo Edward-. Será agradable compartir nuestra felicidad con los demás.

Sonrió en su interior cuando oyó que Bella se atragantaba.

¿CREYERON QUE SE CASABAN Y VIVIAN FELICES PARA SIEMPRE?.... PS NO, ESTA HISTORIA NO LLEGA A SU FIN, BELLA ES UNA TONTA Y HASTA QUE NO DEJE DE SERLO NO VIVIRAN FELICES PARA SIEMPRE… SI ES QUE ALGUN DÍA EMMETT LOS DEJE TRANQUILOS… AHORA QUE PASARA ENTRE ESTOS DOS ¿Cómo SE ARREGLARÁ TODO?... SOLO LES DIGO QUE DE LA PEOR FORMA .. SIEMPRE ALGUIEN TIENE QUE SUFRIR MUCHO Y PUEDE QUE HASTA MORIR PARA QUE TODO SE SOLUCIONE :D

 

Diosapagana: Las pruebas son irrefutables, no hay manera de no darse cuenta que Edward es un libertino… enamorado, ajjajajajajaja. Por dios que loca que esta Bella, porque no le dejo explicarse y su porto tan bien nuestro Eddie buscando a James, y encima se va de su habitación. Tonta, tonta Bella.

MI querida Lectora si tu quieres que a Eddie no se le enfríe la espalda en la cama, lo siento pero ese lugar esta ocupado por mi. Pero tal vez haya espacio para alguna más si dejan suficientes Reviews, para convencerme.

Besos, lamidas y mordidas.

Priscila.

Capítulo 19: COMENZANDO LA CACERIA DEL ZORRO Capítulo 21: LOBO CON PIEL DE CORDERO

 


 


 
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