SAGA DINASTIA CULLEN II: EMBAUCANDO AL AMOR (+18)

Autor: Danisabel
Género: + 18
Fecha Creación: 13/12/2010
Fecha Actualización: 24/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 87
Visitas: 85429
Capítulos: 32

En una carrera desesperada por conseguir marido, la adinerada y hermosa Isabella Swan busca a cualquier tipo de hombre dispuesto para contraer matrimonio, salvo uno… un libertino. ¿Qué sucederá cuando el mayor libertino y cabezota de Londres la ponga entre ceja y ceja? ¿Sucumbirá a sus encantos o buscara a ese marido aceptable que la salvara de las peligrosas maquinaciones de su primo?.

Esta historia es una adaptación del libro Tierna y Rebelde de Johanna Lindsey

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Link de la primera historia ... Saga dinastia Cullen I: El estigma del Amor


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Capítulo 3: Se BUSCA ESPOSO

-Pero, no comprendo, Bella -dijo Lady Kate, inclinándose hacia adelante-. ¿Por qué habrías de atarte a un hombre si no deseas hacerlo? Si estuvieras enamorada de él sería diferente. Pero hablas de casarte con alguien a quien aún no conoces.

-Kate, si no lo hubiera prometido, ¿crees que lo haría? -preguntó Bella.

-Quiero suponer que no; pero ¿quién podrá enterarse si no cumples la promesa? Tu abuelo está muerto y... -Kate se interrumpió al ver la expresión de su amiga -Olvida lo que acabo de decir.

-Lo haré.

-Oh, pero creo que es lamentable -dijo Kate, suspirando enfáticamente.

Lady Kate Grenfell era una mujer notable desde cualquier punto de vista. Era menuda y no exactamente hermosa, pero muy atractiva, con sus cabellos rubios y sus oscuros ojos pardos. En un tiempo había sido la joven más alegre y efervescente que Bella jamás conociera, pero eso había sido antes de que contrajera matrimonio con Henry Grenfell, siete años atrás. Ahora era formal, una matrona, pero aún había momentos en que parecía la joven feliz de otras épocas.

-Ahora eres tan independiente -continuó diciendo Kate- Posees muchísimo dinero y no debes dar cuenta de tus actos a nadie. Me llevó siete años de convivencia con un hombre al que no amaba para hallarme en tu misma situación, y aún tengo una madre que me regaña cuando hago la menor cosa que ella desaprueba. Aunque soy viuda y vivo sola con mi hijo, debo dar cuentas a alguien de mis actos. Pero tú, Bella, no debes preocuparte por nadie y sin embargo te ves obligada a entregarte a un hombre que se complacerá en restringir tu libertad, como lo hizo Lord Henry conmigo. Y sé que no deseas hacerlo. Lo sé muy bien.

-Lo que deseo no importa, Kate. Importa lo que debo hacer.

-Pero, ¿por qué? -exclamó Kate, exasperada- Eso es lo que deseo saber. Y no vuelvas a decirme que es porque se lo prometiste a tu abuelo. Si él lo consideraba tan importante, tuvo mucho tiempo para casarte.

-En cuanto a eso -respondió Bella- no había nadie con quien yo deseara casarme. Y el abuelo no me hubiera obligado a aceptar a quien no quisiera.

-¿En todos estos años no hubo nadie?

-Oh, detesto la forma en que dices “en todos estos años”, Kate. No me recuerdes lo difícil que será para mí.

Kate la miró con asombro.

-¿Difícil? -Estuvo a punto de echarse a reír -Bah, casarte a ti será lo más fácil del mundo. Tendrás tantos pretendientes que no sabrás qué hacer con ellos. Y nadie tendrá en cuenta tu edad. Dios mío, ¿no sabes lo increíblemente bella que eres? Y, como si eso no fuera suficiente, posees una fortuna digna de un banquero.

-Tengo veinticinco años, Kate -enfatizó Bella, como si hubiera dicho cien. Kate sonrió.

-También yo y no me considero una anciana, gracias.

-Es diferente porque eres viuda. Has estado casada. A nadie le sorprendería que volvieras a casarte.

-No, a nadie, porque jamás lo haré.

Bella frunció el ceño ante la interrupción.

-Pero cuando me vean junto a todas esas jóvenes casaderas se reirán de mí.

Kate sonrió.

-Sinceramente, Bella...

-Es verdad. Yo misma reiría de una solterona de veinticinco años que hiciera ese papel de tonta -dijo Bella con un bufido.

-Basta ya. Te aseguro; te juro, que tu edad no será un problema.

Bella no podía creerlo, a pesar de que lo deseaba. Lo disimuló, pero estaba al borde del llanto. Ésa era la razón por la que le aterrorizaba la idea de buscar marido. Iba a ponerse en ridículo y no soportaba la idea.

-Pensarán que me pasa algo malo porque no me casé antes, Kate. Sabes que será así.

Es propio de la naturaleza humana.

-Lo comprenderán perfectamente cuando sepan que has pasado los últimos seis años cuidando de tu abuelo y te alabarán por ello. Además, la edad es el menor de tus problemas. Y has evitado responder a mi pregunta, ¿no es así?

 

Bella rió al ver la expresión severa de su amiga, con esa risa cálida y ronca, tan propia de ella. Ella y Angela habían llegado a la casa de la calle South Audley la noche anterior, muy tarde y las dos amigas no habían tenido oportunidad de conversar hasta esa mañana. Era una vieja amistad que había sobrevivido doce años, con una sola visita en los últimos diez, cuando Kate llevó a su hijo Timmy a las tierras altas de Escocia, cuatro años atrás.

Bella tenía otras amigas en Escocia, pero ninguna tan íntima como Kate ni a la que pudiera confiar todos sus secretos. Se habían conocido cuando tenían trece años, cuando el abuelo la había enviado a la escuela para convertirla en una dama, pues decía que se estaba convirtiendo en una joven salvaje, sin noción alguna de su condición social; lo cual era verdad aunque ella no siempre lo considerase así.

 

Bella había durado dos años en la escuela y luego había sido expulsada y enviada de regreso a su hacienda en Escocia por su “comportamiento incorregible”. El abuelo no la reprendió. En realidad, la había extrañado mucho y se alegró de tenerla nuevamente a su lado. Pero contrató a una excelente maestra para que continuara la educación de Bella y ninguna de las travesuras de la niña logró ahuyentar a la señorita Beechham; el abuelo le pagaba demasiado.

Pero durante esos dos años que pasó en Inglaterra, Kate y Bella habían sido inseparables. Y si no se hubiera enamorado a los dieciocho años, hubiera compartido el amor de Kate a través de sus cartas. Por intermedio de Kate, supo cómo era estar enamorada. Por intermedio de Kate, también supo cómo era tener un marido al que no se amaba. Y aunque no había tenido niños, sabía todo lo relativo a ellos, por lo menos lo relativo a un hijo, porque Kate había compartido con ella todas las fases de le evolución de Timmy.

Bella también había compartido con su amiga todas sus experiencias a través de sus cartas, si bien la vida en las tierras altas no había sido muy emocionante. Pero los últimos meses, no había querido preocupar a Kate con los temores del abuelo, de modo que no le había hablado de James. ¿Y cómo decírselo ahora? ¿Cómo hacerle comprender que no se trataba de la manifestación senil de un anciano, sino de una situación realmente peligrosa?

Bella decidió comenzar por el principio.

-Kate, ¿recuerdas que te dije que mi madre se ahogó en ese lago cuando yo tenía siete años?

-Sí; fue un año después de la muerte de tu padre, ¿verdad? -dijo Kate, dando una suave palmada sobre su mano.

Bella asintió, tratando de no recordar su desolación a causa de ambas muertes.

-El abuelo siempre culpó a su sobrino nieto James por la muerte de mi madre. James era un niño perverso, que siempre maltrataba a los animales y provocaba accidentes que le divertían. En esa época tenía sólo once años, pero ya había sido la causa de que uno de nuestros cocheros se quebrara una pierna, que la cocinera sufriese una quemadura grave y que hubiese que sacrificar un caballo, sin contar las cosas que había hecho en su propia casa y de las cuales no nos enteramos. Su padre era primo de mi madre y, cuando nos visitaba, siempre traía a James. El día en que se ahogó mi madre, hacía una semana que estaban de visita.

-Pero, ¿cómo pudo provocar la muerte de tu madre?

-Nunca hubo pruebas, Kate. Aparentemente, el barco que tomó naufragó y, como era invierno y ella estaba muy abrigada, no pudo nadar hasta la costa.

-¿Qué estaba haciendo en el lago en invierno?

-Había crecido junto al lago. Era natural para ella estar en el agua. Le encantaba; en verano nadaba diariamente y recorría las orillas de ambas márgenes. Prefería remar a viajar en coche o cabalgar, por hostil que fuera el clima. Y poseía su propio bote de remos, fácilmente maniobrable. Yo también, pero nunca me permitían salir sola en él. Pero, de todos modos, a pesar de ser una excelente nadadora, ese día no llegó a la orilla.

-¿Nadie la ayudó?

-Nadie vio lo ocurrido. Ese día ella había planeado cruzar el lago, de manera que es probable que el bote se haya hundido en el medio. Varios días después, uno de los granjeros dijo al abuelo que, a comienzos de esa semana, había visto a James en el sitio donde se guardaban los botes. Si James no hubiera sido tan afecto a causar accidentes, el abuelo no lo hubiera dado importancia. Pero James pareció tan afectado como yo por la muerte de mi madre, lo cual era muy sorprendente, pues ni mi madre ni yo le agradábamos.

-¿De modo que tu abuelo creyó que James había dañado el bote?

Bella asintió.

-Quizás hizo algo para provocar una lenta inundación en el barco. Era la clase de cosa que divertía a James: provocar la mojadura de alguien y hacerle perder un buen bote. Si lo hizo, creo que fue una travesura de mal gusto. No creo que tuviera la intención de matar a nadie; sólo deseaba que se mojase y se enfadase. No pudo saber que mi madre se alejaría tanto de la orilla. No cruzaba el lago con frecuencia.

-Aun así...

-Sí; aun así... -dijo Bella, suspirando-. Pero el abuelo nunca pudo probarlo de modo que nada pudo hacer. El bote jamás apareció y no pudo saberse si había sido dañado. Después de eso, el abuelo nunca confió en James; cuando venía a la casa, lo hacía vigilar por alguno de los criados. Lo odiaba, Kate. No podía decir al padre de James cuáles eran sus sospechas, ni negarle la entrada a la casa. Pero juró que James jamás recibiría nada de él.

>Cuando murió el padre de James le dejó una pequeña herencia. El abuelo sabía que James envidiaba su fortuna, pero el abuelo lo recibió porque era el hijo mayor y heredó la fortuna de los Cameron. Y, cuando James pidió al abuelo mi mano, supo que lo hacía por interés.

-Te desvalorizas al decir eso, Bella. No sólo tienes dinero.

Bella hizo un gesto, como restando importancia a sus palabras.

-El hecho es que a James nunca le había agradado, Kate, ni siguiera cuando nos hicimos adultos. Y el sentimiento era mutuo. Él me envidiaba porque yo era la parienta más cercana del abuelo. Pero cuando murió su padre y supo que su herencia sería muy poca, se tornó súbitamente encantador conmigo.

-Pero lo rechazaste -dijo Kate.

-Naturalmente. No soy una tonta y percibí claramente que sus lisonjas eran falsas. Pero no desistió. Continuó fingiendo que me amaba, aunque yo veía el odio en sus ojos.

-Bien, aunque me haya enterado de todo ello, no comprendo por qué debes casarte de prisa.

-Al morir el abuelo, he quedado sin protección. No la necesitaría si no fuera por James. Me ha pedido que me case con él en muchas ocasiones. Es evidente que desea la fortuna de los Cameron y que hará cualquier cosa para obtenerla.

-Pero, ¿qué puede hacer?

Bella hizo un gesto de fastidio.

-Creí que nada. Pero el abuelo sabía más que yo.

Kate, inquieta, dijo: -El dinero no caería en manos de James se algo te ocurriera, ¿verdad?

-No; el abuelo tomó los recaudos necesarios para que eso no suceda. Pero James puede obligarme a casarme con él si me atrapa. Existen modos, por medio de drogas o golpes e incluso con la intervención de un cura inescrupuloso y no se firmaría el contrato matrimonial que el abuelo redactó para mí. James controlaría todo si pudiera y, como dije antes, ya no tendría interés en mí. Es más; no se atrevería a tenerme a su lado por temor a que yo dijera qué había hecho.

 

Kate se estremeció, a pesar de que era una tibia noche de verano.

-No estás inventando todo esto, ¿no?

-Desearía que fuese así, Kate. El abuelo siempre esperó que James se casara, pero no lo hizo. El abuelo sabía que aguardaba que yo me quedara sola, para que nadie protestara si me obligaba a casarme con él. Y es demasiado grande para que yo pueda luchar contra él, aunque soy hábil en el manejo del puñal y llevo uno dentro de mi bota.

-No lo dices seriamente.

-Oh, sí. El abuelo se aseguró de que supiera usarlo. Pero, ¿de qué me serviría un pequeño puñal si James contratara a alguien para secuestrarme? Ahora sabes por qué debí abandonar Escocia tan de prisa y por qué estoy aquí.

-Y por qué deseas un marido.

-Sí, también eso. Una vez que me haya casado, James nada podrá hacer. El abuelo me obligó a prometerle que me casaría lo antes posible. Lo planeó todo, incluso mi huida. Antes de buscarme aquí, James recorrerá Escocia, de modo que tengo tiempo para escoger marido, pero no mucho.

-Demonios, no es justo -dijo Kate, apenada-. ¿Cómo puedes enamorarte tan de prisa?

Bella sonrió, recordando la seria advertencia de su abuelo: -Primero protégete, niña, con una alianza en tu dedo. Más tarde, podrás hallar el amor.

Ella se había sonrojado al comprender el significado de sus palabras. Pero también le había dicho

 -Naturalmente, si encuentras el amor, no lo rehúyas. Aférrate a él, pues podría resultar bien y no tendrás necesidad de buscarlo después.

El abuelo también le había dado consejos respecto al hombre que debía escoger.

-Dicen que los libertinos son buenos maridos, siempre que una joven bonita conquiste su corazón… no sus ojos; su corazón. Ya han tenido muchas aventuras de modo que están dispuestos a tener un matrimonio estable.

Pero Bella le había dicho que se decía que los libertinos nunca dejan de serlo. Ese consejo de su abuelo no la había convencido.

-¿Quién ha dicho eso? Si es así, será porque no se ha enamorado. Enamóralo, niña y no te arrepentirás. Pero no me refiero a los jóvenes. Deberás hallar a un hombre que tenga la edad suficiente como para que ya no desee vivir más aventuras amorosas. Pero tampoco querrás un hombre fatigado, cuidado con eso.

-¿Y cómo distinguiré la diferencia entre uno y otro?

-Por sus sentimientos. Si puedes excitarlo… y deja de sonrojarte, niña. Excitarás a muchos hombres jóvenes y también a muchos libertinos. Tendrás muchos entre los cuales podrás escoger.

-Pero no deseo un libertino -había insistido ella.

-Lo querrás -dijo su abuelo- Son irresistibles. Pero asegúrate de que te ponga el anillo antes de...

-¡Abuelo!

Él bufó ante su exclamación.

-Si no te lo digo yo, ¿quién lo hará? Debes saber cómo manejar a un hombre así.

-Con el dorso de la mano.

Él rió.

-Vamos niña, no eres razonable respecto a esto -se burló-. Si el hombre te atrae y conquista tu corazón, ¿lo ignorarás sólo porque es un libertino?

-Sí.

-¡Pero acabo de decirte que son los mejores maridos! -había gritado al verla tan obstinada-. Y deseo lo mejor para ti, aunque no tendrás mucho tiempo para hallarlo.

-¿Cómo diablos lo sabes, abuelo? Dímelo, por favor. -No estaba enfadada; sólo confundida. El abuelo no sabía que ella ya tenía información acerca de los libertinos a través de Kate y según su criterio, debía huir de ellos como de la peste.

-Yo lo fui y no te sorprendas tanto. Había conquistado mujeres durante dieciséis años cuando me casé con tu abuela y le fui fiel hasta el día de su muerte.

Una excepción. No era suficiente para que Bella cambiara de idea respecto de esa clase de caballeros. Pero se abstuvo de decírselo. Dejó que creyera que la había convencido. Pero era un consejo que no pensaba seguir y sobre el que no había hecho promesa alguna. Respecto de la pregunta que Kate le hiciera acerca del amor, Bella se encogió de hombros

-Si no sucede de inmediato, no sucede. Se sobrevive a ello.

Kate frunció el entrecejo.

-Yo no tuve alternativa.

-Lo lamento. No debí recordártelo. Pero, en lo que a mí respecta, preséntame un individuo atractivo que no sea muy mujeriego y lo aceptaré. Si considero que puede agradarme, será suficiente. -Luego sonrió -Después de todo, cuento con el permiso de mi abuelo, incluso con la sugerencia, de que puedo buscar el amor más adelante si no lo hallo en mi matrimonio.

-El... ¿Lo harías?

Bella se echó a reír al ver la expresión escandalizada de su amiga.

-Déjame hallar un marido antes de pensar en un amante. Ruega que ambos sean la misma persona…


 

Ohh pobre Bells…. Sola triste y abandonada, aterrorizada por James y con una enorme fortuna y sin poderla disfrutar T_T…. chicas apuesto a que están igual de ansiosas que yo para poder leer por fin el capítulo donde Ed y Bella se encuentren… espero sus comentarios y opiniones sobre esta historia

Diosapagana: amo al abuelo de Bella, recomendarle que se case con un libertino, jajajajja, realmente un verdadero genio!!! Pero la obstinada Bells se negara hasta el cansancio, aunque me pregunto si le servirá de algo?

Querida lectora, rayo de sol que ilumina mis días, hazte presente, grita un fuerte aquí estoy!!! Para sentir que no me he vuelto loca y estoy hablando al vacio. Deja un review, una hermosa señal de vida, para no sentirnos culpables, en este caso de robarle tiempo al estudio, trabajo y próximamente vacaciones.

Besos libertinos Priscila.

Capítulo 2: UN DIVINO ADVERSARIO Capítulo 4: Un HEROE ENTRE LOS ARBUSTOS

 


 


 
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