SAGA DINASTIA CULLEN II: EMBAUCANDO AL AMOR (+18)

Autor: Danisabel
Género: + 18
Fecha Creación: 13/12/2010
Fecha Actualización: 24/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 87
Visitas: 85421
Capítulos: 32

En una carrera desesperada por conseguir marido, la adinerada y hermosa Isabella Swan busca a cualquier tipo de hombre dispuesto para contraer matrimonio, salvo uno… un libertino. ¿Qué sucederá cuando el mayor libertino y cabezota de Londres la ponga entre ceja y ceja? ¿Sucumbirá a sus encantos o buscara a ese marido aceptable que la salvara de las peligrosas maquinaciones de su primo?.

Esta historia es una adaptación del libro Tierna y Rebelde de Johanna Lindsey

LINK EN FANFICTION PARA LAS QUE NO LO PUEDEN VER PASEN POR AQUÍII DISCULPEN LAS MOLESTIAS :(

Link de la primera historia ... Saga dinastia Cullen I: El estigma del Amor


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Capítulo 1: HUYENDO DEL DEMONIO

RAPIDO VERDAD??... T_T LA HISTORIA DE JAKE Y NESSIE ESTUVO HERMOSA, AHORA LE TOCA A ED ENCONTRAR A SU AMOR, ESPERO QUE ESTA AVENTURA LES GUSTE TANTO O MAS QUE LA OTRA...

 

Inglaterra, 1818.

 -¿Estás atemorizada?

Bella Swan dejó de mirar por la ventanilla del carruaje, por la que había estado contemplando el paisaje durante una hora sin verlo realmente. ¿Atemorizada? Estaba sola en el mundo, sin tutor ni familiares. Iba camino de un futuro incierto, dejando detrás suyo todo cuanto conocía. ¿Atemorizada? Estaba aterrorizada.

 Pero Bella trataría de evitar que Angela Weber lo supiera. Angela ya estaba bastante inquieta; lo había estado desde que cruzaran la frontera inglesa la mañana anterior, si bien trataba de ocultarlo tornándose quejosa, según su costumbre. Hasta entonces, Angela había estado alegre y despreocupada, incluso cuando cruzaron las tierras bajas de Escocia, a las que despreciaba.

Bella se esforzó por sonreír para complacer a su doncella y para tranquilizar a Angela.

 

-Oh, Angela, ¿por qué habría de estar atemorizada? ¿Acaso no logramos salir subrepticiamente en medio de la noche? James nos buscará durante semanas y jamás adivinará que nos hemos fugado a Londres.

-Seguramente -dijo Angela, complacida por el éxito que habían tenido hasta ese momento y olvidándose momentáneamente de que experimentaba temor y disgusto hacia los ingleses. Mucho más profunda era su aversión hacia James Cameron- Y espero que ese maldito se asfixie con su propio malhumor cuando compruebe que lograste burlar sus detestables planes. Tu abuelo no me agradaba, pero sabía qué era lo mejor para ti. Fue él quien contrató ese excelente tutor para que no olvidaras tu verdadero idioma, especialmente ahora que estamos entre estos endemoniados ingleses.

 

Bella sonrió y decidió gastarle una broma. -Cuando vea a un inglés, recordaré de inmediato mi verdadero idioma. No me negarás estos últimos momentos en que puedo hablar sin necesidad de pensar en cada palabra que pronuncio, ¿verdad?

-Bah. Sólo lo olvidas cuando estás alterada.

 

Angela lo sabía. En ocasiones, Angela conocía a Bella mejor que ella misma. Si bien

Bella no estaba malhumorada, que era cuando comenzaba a hablar con el acento escocés que había aprendido de Angela y de su abuelo, lo cierto era que estaba alterada, y con razón. Pero no lo suficiente para olvidar el auténtico inglés que la había enseñado su tutor. Bella suspiró.

 

-Espero que lleguen los baúles o nos quedaremos sin nada- Ambas habían partido con una sola muda de ropa para desorientar aún más a su primo James, por si alguien las veía y lo informaba.

-Ése es el menos grave de tus problemas. Fue un acierto traer a esa modista londinense al castillo para que te hiciera todos esos bonitos vestidos. El bendito de tu abuelo pensó en todos los detalles; incluso hizo enviar los baúles con anticipación, uno por uno, para que James no sospechara.

 

Y Angela pensó que había sido divertido huir un medio de la noche, con las faldas recogidas y usando viejos pantalones de montar para que, a la luz de la luna, las confundieran con hombres. Lo mismo opinaba Bella. De hecho, era el único aspecto de toda esa locura del cual había disfrutado. Habían cabalgado hasta el pueblo más próximo, donde aguardaban el carruaje y su conductor, y habían debido aguardar varias horas para asegurarse de que no las seguían, antes de emprender el viaje. Pero habían sido necesarios todos esos inconvenientes y ocultamientos para burlar a James Cameron. Por lo menos, así había opinado el abuelo.

Y Bella le creyó, sobre todo al ver la expresión de James cuando se leyó el testamento del abuelo. Después de todo, James era el sobrino nieto del abuelo, el nieto menor de su hermano y el único pariente masculino que aún vivía. James había estado en todo su derecho al suponer que parte de la inmensa fortuna sería para él, aunque sólo fuera una pequeña parte. Pero el abuelo le había dejado todo su patrimonio a Bella, su única nieta: La enorme hacienda llamada Cameron Hall, los molinos, todo. Y James había realizado grandes esfuerzos para no dar rienda suelta a su indignación.

 

-No debió sorprenderse tanto -dijo Angela al día siguiente de la lectura del testamento-Sabía que tu abuelo le odiaba; que le culpaba de la muerte de tu querida madre. Por eso te cortejaba tan diligentemente durante todos estos años, James siempre sospecho que te lo dejarían todo. Y por eso, ahora que tu abuelo no está, es por lo que hemos tenido que marcharnos tan deprisa.

 

No había tiempo que perder. Bella lo supo cuando James volvió a pedirle que se casara con él, después de la lectura del testamento, y ella volvió a rechazarlo. Esa misma noche, ella y Angela se habían marchado. No era el momento de apenarse ni de arrepentirse de la promesa que le había hecho a su abuelo. Ya había sufrido bastante cuando dos meses antes, se enteraron de que él moriría. Y, en realidad, su muerte había sido un alivio, pues durante los últimos siete años se había estado debilitando y soportando dolores; sólo su obstinación escocés había logrado mantenerlo vivo durante tanto tiempo. No, no podía lamentar que su abuelo hubiera dejado de sufrir. Pero, cómo extrañaría al querido anciano, que había desempeñado el rol de padre y madre para ella durante todos esos años.

 

-No llores por mí, niña -le había dicho unas semanas antes de morir- Te lo prohíbo. Me has dedicado demasiados años y, cuando muera, no quiero que desperdicies ni un solo día más. Debes prometérmelo.

 

Una promesa más al anciano que amaba, que la había criado, reprendido y protegido desde que su hija regresara a su hogar con una niña de seis años llamada Isabella. ¿Qué importaba una promesa más, cuando ya le había hecho esa promesa fatal que ahora le provocaba tanta ansiedad? De todos modos, no había tenido mucho tiempo para apesadumbrarse; por lo menos la había cumplido.

Angela frunció el ceño cuando vio que Bella miraba nuevamente por la ventanilla, pues sabía que estaba otra vez pensando en su abuelo. Desde que Bella llegara a tierras escocesas, había disfrutado provocando al viejo feroz escocés, que lo aceptaba complacido. Ambas lo extrañarían, pero ahora debían pensar en muchas otras cosas.

-Nos estamos acercando a la posada -anunció Angela, sentada en el asiento que daba hacia el frente del carruaje.

Bella se inclinó hacia delante y hacia el costado para mirar por la ventana. El sol del atardecer iluminó su rostro y sus cabellos. Eran cabellos hermosos, de color marrón con reflejos rojizos como los de René, su madre. Los cabellos de Angela eran renegridos y sus ojos eran de color verde apagado, como el de un lago sombreado por altos robles. Los ojos de Bella eran grandes de un color marrón chocolate. Todos sus rasgos se asemejaban a los de Charlie Swan su padre de origen inglés muerto en un trágico accidente, convirtiendo a René como una sombra de sí misma. René ya nunca fue la misma y, un año después, ella también murió. Gracias a Dios, Bella había contado con el apoyo de su abuelo. La niña huérfana de siete años se adaptó perfectamente al anciano escocés, que satisfacía todos sus caprichos.

Oh, estoy cometiendo el mismo error que ella, al pensar en los muertos, cuando debería preocuparme por el futuro, tan incierto, pensó Bella…

 

-Esperemos que las camas sean más mullidas que las de anoche -dijo Bella cuando el carruaje se detuvo frente a la posada- Es lo único que me entusiasma de Londres. Sé que Kate tendrá camas cómodas para nosotras.

-¿No te alegra volver a ver a tu mejor amiga después de tantos años?

Bella miró a Angela, sorprendida.

- Por supuesto. Estoy ansiosa por verla. Pero las circunstancias no son las más propicias para un encuentro agradable, ¿no? Quiero decir que no tendré tiempo para visitas. Oh, ese James-dijo, frunciendo el entrecejo- Si no fuera por él...

-Si no hubieras hecho promesas no estaríamos aquí, pero de nada vale quejarse ahora, ¿verdad? -replicó Angela.

Bella sonrió. -¿Quién se quejaba anoche de la cama dura?

Angela emitió un bufido, negándose a responder y apurando a Bella para que descendiera del coche cuando el conductor abrió la puerta y le extendió la mano para ayudarla a bajar. Bella rió y Angela volvió a bufar, esta vez para sí misma.

No eres tan anciana como para no poder soportar un poco de incomodidad, Angela, pensó, contemplando el andar ágil de Bella que la hizo sentir mucho más vieja en ese momento. Aunque la cama sea de piedra, esta noche no dirás una palabra. Así no te hará bromas.

Pero luego Angela sonrió, meneando la cabeza. Bella necesitaba bromear un poco para dejar de preocuparse por el futuro. Aunque la cama sea muy blanda, será mejor que digas que es una roca. Hace mucho que no la oyes reír ni ves una expresión traviesa en sus ojos. Necesita hacer bromas.

Cuando Bella se acercó a la posada, no advirtió la presencia de un joven de dieciséis años, que estaba de pie sobre una banqueta encendiendo la lámpara que se hallaba sobre la puerta, pero lamentablemente él percibió la de ella. Al oír la risa de Bella, tan diferente de las que solía oír, miró por encima de su hombro y estuvo a punto de caer de la banqueta, azorado ante su aspecto, pues el sol del atardecer hacía brillar los tonos rojizos achocolatados de sus cabellos. A medida que se acercó, pudo distinguir los finos rasgos de su rostro redondo y tierno en forma de corazón, de pómulos altos y marcados, nariz pequeña y labios carnosos. Cuando pasó por la puerta, el joven estiró el cuello para continuar mirándola, hasta que un sonido de desaprobación le hizo volver la cabeza y vio a la criada de expresión severa que lo miraba. El joven se sonrojó.

Pero Angela se compadeció de él y nada dijo. Sucedía dondequiera que fuesen, pues Lady Bella Swan ejercía ese efecto sobre el sexo opuesto y ni los jóvenes ni los viejos parecían inmunes a su belleza. Y ésta era la joven que andaría sola por Londres.

 

Diosapagana: otra vez nos volvemos a encontrar con el segundo libro de la saga, si señoritas después de una demasiado breve espera (agradézcanle a Lebasi), estamos de nuevo juntas para leer (y en nuestro caso también adaptar) esta historia. Nuestra querida Bella esta en problemas huyendo una vez mas de James, pero esta vez no correrá hacia Phoenix (como en Crepúsculo), sino a la mismísima Inglaterra del siglo XIX.

Así que mí querida lectora si estas allí, y recién nos descubres te recomiendo que leas nuestra primera adaptación “El estigma del amor”(para que te diviertas mas con este libro y vayas descubriendo a estos maravillosos personajes de Johanna Lindsey), pero si ya eres de las chicas inteligentes y bellas que ya viene con nosotras, sabes que tienes que dejar ese pequeño review, esa hermosa señal de vida, para no sentirnos culpables, en este caso de robarle tiempo al estudio, trabajo y próximamente vacaciones.

Besos deliciosamente perversos Priscila. <-->

Capítulo 2: UN DIVINO ADVERSARIO

 


 


 
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