El chico que se escabulle por la ventana de mi habitación +18

Autor: elizabet_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 12/08/2013
Fecha Actualización: 29/10/2013
Finalizado: NO
Votos: 21
Comentarios: 99
Visitas: 71932
Capítulos: 38

Bella Swan y su hermano mayor, Emmet tienen un padre abusivo. Una noche, el mejor amigo de su hermano, Edward, la ve llorando y trepa por su ventana para confortarla. Aquella acción desata una relación de amor/odio que se extiende por los próximos ocho años.

Su relación siempre ah sido incierta, pero ¿Qué sucede cuando Bella empieza a ver al mejor amigo de su hermano un poco diferente? ¿Y cómo su hermano, que siempre ha sido un poco sobreprotector, reaccionara cuando se dé cuenta que el par se está acercando más?

 

Hola, este es mi primer fic NO es mio solo es una adaptacion de un libro, espero lo disfruten como yo pues ami me encanta jeje ok 

REPITO:la historia NO es mia solo una adaptacion

Los personajes son propiedad de S.M

 

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Capítulo 9: Capitulo 9

Su voz se quebró un poco, sonaba como si tuviera dolor. Miró directamente a mis ojos; pude ver la honestidad en sus profundos ojos esmeralda. Me dio un abrazo y puso sus labios en mi cuello, justo donde se unía con mis hombros y respiró profundamente por su nariz, enviando a su aliento caliente a bajar por mi cuello. Esto es lo que siempre hacía para calmarme, cuando lloraba en su hombro; esta era la única cosa que parecía funcionar. Podía sentir su corazón latiendo rápidamente contra mi pecho, así que me concentré en hacer juego con mi respiración y la suya. Respiré su olor hasta que me había calmado. Me moví hacia atrás y él sólo me estaba mirando, arrepentimiento en su rostro.

—Lo siento. No debería haber hecho eso, Ángel, no pensé —dijo en tono de disculpa.

Asentí con la cabeza y bufé, limpiándome la cara con la manga.

—Yo también lo siento. ¿Te duele? —le pregunté, haciendo una mueca ante la idea de cuán fuerte le había dado un rodillazo.

Se encogió de hombros.

—Estoy bien, fue mi culpa —respondió, inclinándose para mirarme a los ojos de nuevo. Aparté la vista rápidamente, sintiéndome incómoda. Tenía la sensación de que cuando Edward me miraba a los ojos, podía ver el verdadero yo, el que trataba de esconderse de todo el mundo, la niña asustada a la que no le gusta que la gente la toque, porque me traía recuerdos de aquellos domingos y mi padre llevándome al sofá, guiándome a sentarme en su regazo.

Cuando la gente me tocaba, incluso las chicas, mi corazón se iba a toda marcha y siempre comenzaba a sentirme enferma. Las únicas excepciones a esto son mi madre, Emmet y Edward. Esta era la razón exacta por la que no tenía citas. La idea de que alguien me tocara o besara, hacía que mi piel se pusiera de gallina.

Aparté la vista de él y me di cuenta que tenía una gran mancha húmeda en el hombro en el que había estado llorando. La limpié, frunciendo el ceño.

—He arruinado tu camisa.

—Tengo otras, Ángel, no te preocupes —contestó con una sonrisa fácil, que no era la sonrisa de satisfacción que le ha dado a otras personas, era una sonrisa sincera,

los que por lo general sólo se consigue en la noche o cuando no había nadie alrededor. Miré a mi alrededor y me di cuenta que estábamos solos en el pasillo, me quedé sin aliento en estado de shock.

—¿Dónde? —murmuré, mirando arriba y abajo del pasillo desesperadamente.

—Ellos fueron a clase —respondió—. Vamos, no hay razón para ir al final, así que vamos a ir por un trago o algo así. —Me tomó de la mano hacia el estacionamiento, hacia su coche

—Edward, ¿qué? ¡No puedo faltar a clase! —grité, mirando a mi alrededor rápidamente para ver si alguien veía a dos estudiantes escapando fuera de la escuela.

Se echó a reír.

—Vamos, Ángel, una clase no te hará daño. Ya estás diez minutos tarde de todos modos. —Abrió la puerta del pasajero y me hizo señas para entrar.

Suspiré y de mala gana me subí dentro. Realmente no me importaba pasar tiempo con Edward, pero eso sólo dependía de cual Edward estaría aquí conmigo, el de la noche o el del día. El Edward de la noche era considerado, cariñoso y atento. El Edward del día era un coqueto, un estúpido y un pelmazo. Sin embargo, el Edward del día y de la noche me hacía sentir segura y protegida. Me volví a mirarlo mientras conducía, tenía una pequeña sonrisa en su rostro.

—¿Qué te pasa? —le pregunté, un poco preocupada de que esto fuera a convertirse en una especie de broma que iba a acabar mal para mí o avergonzarme.

—¿Qué quieres decir? ¿No puedo estar contento de que estamos pasando un tiempo juntos? —me preguntó, y me dio un guiño coqueto. Puse los ojos y gemí.

Genial, una hora con el Edward  del día es mi peor pesadilla.

No estaba prestando atención a dónde íbamos, así que me sorprendí cuando nos detuvimos en el estacionamiento de la pista de hielo. Él sonrió y se levantó, y yo le seguí con el ceño fruncido.


—¿Qué estamos haciendo aquí? —le pregunté mientras me agarraba la mano y me llevaba dentro. Tal vez tenían un buen café en el interior o algo, que era la única razón que se me ocurrió para que me trajera aquí.

Hizo caso omiso de mi pregunta.

—Hola, por favor, dos —dijo a la señora detrás del mostrador, entregándole el dinero. Di un grito ahogado, ¿en realidad íbamos a patinar? Había estado patinando un par de veces en mi vida, pero era completamente terrible en ello.
—¿Necesitas alquilar patines? —preguntó la señora con una sonrisa amigable, mientras sus ojos discretamente recorrían el cuerpo de Edward.

—Sí, un once y un cinco por favor —respondió, guiñándome un ojo.

Fruncí el ceño mientras hablaba, preguntándome cómo demonios conocía mi talla de zapatos. Le pasó dos juegos de patines y él sonrió de nuevo, tomó mi mano y me arrastró a los bancos. Me di cuenta que la señora no dejaba de ver a Edward mientras se alejó, y ella se relamía los labios en su trasero. Me reí y puse los ojos en ella, lo cual la hizo ruborizarse y mirar hacia otro lado.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Edward, mirándome extrañamente.

—Tienes otra admiradora —declaré, asintiendo con la cabeza hacia la mujer—. Simplemente no puedes evitar ser tú mismo, ¿puedes? —bromeé con una pequeña sonrisa.

—No te preocupes, no estoy interesado en ella —respondió, mirándome como si quisiera decirme algo.- ¿preocupada?.

-¿QUE?, yo no estaba preocupada Cullen. —Me burlé de eso, mientras ponía los ojos.

Nos cambiamos a nuestros patines y nos dirigimos hacia el hielo. No había nadie más allí, probablemente debido a que era sólo justo después de las nueve de la mañana.

—¿Por qué estamos haciendo esto? Sabes que no puedo patinar. —Hice una mueca, mirando el hielo, comenzando a entrar en pánico.
Él se rió y tiró de mí hacia el hielo.

—Lo sé, lo recuerdo. No te preocupes, te ayudaré. —Edward y mi hermano jugaban hockey sobre hielo para la escuela; Emmet era el portero y Edward el delantero. Ambos habían estado patinando desde hace años, pero yo nunca había sido capaz de hacerlo. Me encantaba ver a la gente patinando y siempre deseé poder aprender, pero literalmente no podía ponerme de pie. Tomó mis dos manos mientras resbalaba y me deslizaba por todo el lugar. Él estaba patinando hacia atrás, frente a mí.

—Estás doblando los tobillos ligeramente, Ángel. Trata de mantenerlos de forma recta, por eso no tienes ningún control —dijo mirando mis pies.

Me quedé más recta y sentí que mis pies se deslizaban hacia afuera por debajo de mí, al instante, me agarró por la cintura y se inclinó hacia atrás de manera que ambos caímos y caí encima de él, su cuerpo rompiendo mi caída. Se rió debajo de mí, me empujó hasta las rodillas, así que yo estaba a caballo, luego me senté a su lado. Yo no podía ponerme de pie así que esperé a que se levantara primero.

—Está bien, intentemos el número dos. —Sonrió, tirando de mí a mis pies con facilidad—. Párate derecha y mantén los pies quietos, te voy a tirar de todo hasta que puedas conseguir el equilibrio. —Le dio una patada en mis patines con suavidad, empujándolos para juntarlos a medida que se apoderaba de mis manos con fuerza.

Me las arreglé para mantenerme en pie durante un tiempo antes de perder el equilibrio. Una vez más, me agarró por la cintura y se inclinó hacia atrás para que cayera encima de él.

Me las arreglé para mantenerme en pie durante un tiempo antes de perder el equilibrio. Una vez más, me agarró por la cintura y se inclinó hacia atrás para que cayera encima de él.

—¿Por qué sigues haciendo eso? —le pregunté, empujándome a mí misma en una posición sentada de nuevo. Podía sentir el hielo comenzar a mojar la parte de atrás de mis jeans, haciéndome temblar.

—¿Haciendo qué? —preguntó, mirándome con una expresión confusa.

—Cada vez que comienzo a resbalarme, te dejas caer haciéndome aterrizar encima de ti. Te vas a lastimar —expliqué frunciendo el ceño.

Se encogió de hombros.

—Mejor que sea yo que tú —murmuró en voz baja, levantándome a mis pies otra vez. Me le quedé mirando, sorprendida. ¿Acababa de decir eso? Tal vez le oí mal—.Estás mejorando, duraste por lo menos un minuto más que la última vez —bromeó con su sonrisa patentada.

OK, eso se parece más al Edward que conozco, debí haberlo escuchado mal después de todo.

—Ja, ja. Bueno, un minuto está bien para mí. Sabes que no puedo hacer esto —me quejé, cayendo de nuevo al instante. Se las arregló para sostenerme sólo agarrando mis caderas, presionando nuestros cuerpos y levantándome del hielo de manera de que pudiera colocar mis pies de nuevo desde el principio. Sentí a mi corazón
empezar a latir más rápido, pero no era por el temor habitual de que alguien me estuviese tocando, era algo más que no podía entender. Me sonrojé y miré hacia otro lado mientras él me puso de nuevo sobre mis pies.

—¿Por qué te sonrojas? —preguntó, frunciendo el ceño, pero mirando divertido a la vez.

—No me sonrojo. Hace frío, eso es todo. Mi trasero está congelado, creo. —Me di la vuelta para mostrarle mis pantalones mojados, frotando mi trasero para tratar de alejar un poco el frío. Le oí tomar una respiración profunda y dejar escapar un suspiro. Miré hacia atrás para ver que estaba frunciendo el ceño con los ojos cerrados, lucía como si estuviera herido o algo.

—¿Estás bien? —le pregunté, todavía frotándome el trasero. Él asintió con la cabeza y se quitó la camisa, allí parado en sus jeans de corte bajo y su camiseta apretada que dejaba ver los músculos que tenía debajo. Colocó su camisa bajo mi cintura y la ató con un nudo en el frente.

—¿Qué estás haciendo?, te vas a resfriar —lo regañé mientras trataba de desatar el nudo que había hecho.

—No te preocupes, estaré bien. La próxima vez traeré un suéter de repuesto para tu muy delicado trasero —respondió, agarrando mis manos y empezando a tirar de mí otra vez.

¿La próxima vez? ¿Qué quiere decir con la próxima vez? No es que no esté pasando un buen rato, pero estar aquí con Edward, era extraño, se sentía raro. Bueno, eso no era estrictamente cierto ya que en realidad se sentía bien, por lo que se sentía raro.                  

—¡Eso es! Lo estás logrando —susurró —lo que por supuesto me hizo perder el equilibrio de nuevo. Me presioné contra él por tercera vez, riendo histéricamente.

OK, esto era realmente divertido y no hacía daño. Usualmente, cuando venía a patinar con Emmet se cansaba de atraparme, simplemente me dejaba caer sobre mi trasero todo el tiempo. En unos treinta minutos estaba por lo general tan magullada y adolorida que me daba por vencida.

                                                                                                                          
—Ves, ahora te estás divirtiendo. —Edward se rió, sacudiendo los cristales de hielo de su espalda y sosteniéndome otra vez. Nos las arreglamos para patinar tres vueltas enteras a la pista antes de volverme a caer. Realmente estaba mejorando.

Después de lo que pareció una eternidad, la pista estaba empezando a estar más llena y mi estómago comenzó a gruñir. Ya me estaba cayendo cada vez menos, pero seguía agarrando sus manos con un apretón mortal.

—¿Qué hora es? —pregunté casualmente cuando nos detuvimos al lado de la pista. El primer período sin duda debía estar casi terminado.

Sacó su móvil del bolsillo y aspiró el aire a través de sus dientes blancos nacarados, produciendo un sonido sibilante. OK, eso no sonó bien, tal vez nos perdimos también el segundo período…

—Eh, ángel, la escuela terminará en más o menos una hora —dijo haciendo una mueca.

—¿QUÉ? —dije casi gritando, lo que le hizo dar un respingo que a la vez me hizo perder el equilibrio. El me agarró y me deslizó a la baranda plástica de la pista para mantenerme de pie, su cuerpo presionado contra el mío, su cara a centímetros de la mía. Mi corazón comenzó a acelerarse de nuevo. Él no se movió. Simplemente se quedó allí mirándome, fijo en mis ojos hasta que comencé a sentirme un poco mareada. De repente me di cuenta de que no estaba respirando, así que tomé aire en un respiro irregular, el cual parecía sacarlo de allí.

Se retiró, pero dejó sus manos en mi cintura, sosteniéndome.

—Será mejor que nos vayamos. Si tu hermano se entera de que he estado contigo durante todo el día, me cortara las pelotas —dijo con fingido horror, haciéndome reír.

En lugar de sostener mis manos para ayudarme a llegar al lado, continuó sosteniéndome por la cintura, patinando en reversa mientras me arrastraba. En realidad no sabía qué hacer con mis manos, así que las coloqué sobre sus hombros. Cuando comencé a caerme de nuevo, se agachó y me recogió en sus brazos, manteniendo uno de sus firmes antebrazos bajo mi trasero y forzando mis muslos alrededor de su cintura con la otra mano como si yo no pesara absolutamente nada. Se volteó en el lugar y patinó hacia delante, rápido. En realidad, daba un poco de miedo. Sostuve mi aliento y lancé mis brazos alrededor de su cuello, presionando mi cuerpo contra el suyo tan fuerte como pude, probablemente ahogándolo y sacándole la vida de golpe, pero no se quejó. En lugar de salir por la puerta como esperaba que hiciera, patinó alrededor de toda la pista de nuevo, para luego caminar fuera del hielo y bajarme en una banca.

¿Qué demonios fue eso?

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holizzz aqui esta el cap la ora promedio de actualizar sera de dos a dos y media gracias x los nuevos comentarios las aMO

 

Capítulo 8: capitulo 8 Capítulo 10: Capitulo 10

 
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