El chico que se escabulle por la ventana de mi habitación +18

Autor: elizabet_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 12/08/2013
Fecha Actualización: 29/10/2013
Finalizado: NO
Votos: 21
Comentarios: 99
Visitas: 71937
Capítulos: 38

Bella Swan y su hermano mayor, Emmet tienen un padre abusivo. Una noche, el mejor amigo de su hermano, Edward, la ve llorando y trepa por su ventana para confortarla. Aquella acción desata una relación de amor/odio que se extiende por los próximos ocho años.

Su relación siempre ah sido incierta, pero ¿Qué sucede cuando Bella empieza a ver al mejor amigo de su hermano un poco diferente? ¿Y cómo su hermano, que siempre ha sido un poco sobreprotector, reaccionara cuando se dé cuenta que el par se está acercando más?

 

Hola, este es mi primer fic NO es mio solo es una adaptacion de un libro, espero lo disfruten como yo pues ami me encanta jeje ok 

REPITO:la historia NO es mia solo una adaptacion

Los personajes son propiedad de S.M

 

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Capítulo 25: Nueva revelación

Tomó un profundo respiro.

—Le hablé a mamá esta noche. —dijo.
—¿Sí? ¿Está bien? ¿Viene a casa? —

—Me dijo algo, pero no quiero que enloquezcas por eso. No hay nada por qué preocuparse. Lo prometo. —Tomó mi mano y me miró, sonriendo tristemente. Oh demonios, ¡esto va a ser malo!

—¿Qué es? —pregunté imaginándome lo peor.

 Cientos de cosas pasaron por mi mente, pero la última cosa que esperaba fue lo que Emmet dijo:

—Nuestro padre se contactó con ella. Aparentemente quiere vernos, recompensarnos por lo que hizo —escupió a través de sus dientes, su tristeza transformándose en rabia ciega.

No podía respirar. Mis pulmones se rehusaban a trabajar. Mi corazón latía demasiado rápido, mientras mi cuerpo comenzaba a temblar. Él estaba volviendo. Quería vernos. La última vez que vi al hombre, me había arrancado mi camisa del colegio y me había empujado al suelo, mientras se sacaba los pantalones. Estaba apunto de violarme cuando Emmet y Edward entraron y lo comenzaron a golpear. Oh Dios, estaba de vuelta. Reproduje todos los golpes que nos dio a mí y a Emmet, todos los toques que habían sucedido cuando estaba a solas con él, las palabras susurradas, y las sonrisas secretas. Mi visión comenzó a tener puntos negros, mientras hiperventilaba. Me iba a morir, podía sentirlo; mi cuerpo se estaba apagando incapaz de lidiar con losrecuerdos y el dolor.

Era vagamente consiente de los gritos.

—Sólo déjala, ¡puedo ayudarla! —gritó una voz que reconocía.

—Llama al 911 por el amor de Dios. ¡No puede respirar! —gritó Emmet.

—Emmet, ¡déjala! Yo me encargo, lo prometo —dijo urgentemente la voz de nuevo.

Fui ligeramente empujada y entonces sentí dos fuertes brazos rodeándome, y presionándome hacia un duro pecho; había un hermoso aroma que reconocí como el de Edward.

Oh, gracias a Dios, ¡ Edward está aquí!. La carrera de mi corazón comenzó a ralentizarse mientras sentía que presionaba sus labios en mi cuello y respiraba lento y calmadamente por mi espalda. Intenté igualar mi respiración con la suya. Me concentré en sentir el constante latido de su corazón contra mi pecho, y los puntos negros comenzaron a desaparecer. Después de unos minutos, recuperé el control de mis brazos, y los enredé apretadamente alrededor de su cintura, aferrándome a él como si fuera la única cosa que evitaba que me cayera del borde del mundo. Mi padre estaba regresando, pero yo estaba con Edward, y él no dejaría que nada me lastimara, lo sabía. Así que comencé a sentirme a salvo en sus brazos. Después de lo que pareció una eternidad, fui capaz de hacerme hacia atrás y mirarlo.

—¿ Estás bien ahora? —preguntó, poniendo sus manos a ambos lados de mi rostro y presionando su frente contra la mía.

Asentí y me lamí mis labios, los cuales por algún motivo estaban salados, y me di cuenta de que estaba llorando. Me limpié el rostro y esnifé. Lentamente me volví consciente de lo que me rodeaba. Aún estaba en el salón. Levanté la vista para ver a Emmet sentado ahí, conmocionado observándonos a mí y a Edward. Su boca colgaba abierta, y sus ojos muy abiertos. Pensé en hacerme hacia atrás, pero no podía. No me podía alejar de Edward, era mi seguro; era al que necesitaba, el que me mantendría a salvo de todo esto.

Emmet caminó hacia mí, y me sacó de los brazos de Edward, haciéndome lloriquear. Me rodeo en un fuerte abrazo.

—Demonios, Bella. ¡Nunca me hagas eso de nuevo! ¡Creí que te ibas a morir! Mierda, que me asustaste —despotricó Emmet mientras me mecía gentilmente.

—Estoy bien —dije débilmente. Mire hacia a Edward, por tranquilidad y vi que no estaba ahí, el pánico comenzó a levantarse en mi pecho mientras mi respiración comenzaba a acortase.

—¿Dónde está Edward? —grité, las lágrimas fluyendo por mi rostro de nuevo. ¡Oh Dios, me dejó!

Emmet me abrazó más fuerte.

—Shh está bien. Sólo respira, shh —murmuró, pero no podía, mis pulmones estaban demasiados apretados.

— ¡Mierda! —jadeó Emmet al mirarme como me hiperventilaba —. ¡Edward, vuelve aquí rápido! —casi gritó.

Edward corrió de regreso al cuarto, sosteniendo un vaso de agua que dejó en la mesa bruscamente, tirando la mitad de ésta, antes de envolver sus brazos a mi alrededor.

—Está bien, Ángel —susurró, poniendo sus labios en mi cuello otra vez.

Después de un par de minutos, cuando pude recuperarme, le sonreí a Edward gratamente.          Emmet se veía mordazmente enojado.

— ¿Qué demonios? Ustedes dos están juntos, ¿no? —rugió.

Edward levantó una mano para detener su arranque.

—Mira Emmet, tú y yo hablaremos de esto, pero justo ahora no es el momento después de lo que ha pasado. Necesito asegurarme de que ella esté bien —dijo con severidad poniéndole fin a la conversación.

Emmet, me miró arrepentido y asintió.

—Lo siento, Bella, pero tenía que decírtelo, asegurarme que lo supieras, pero te prometo que nunca dejaré que te lastime. No tienes que preocuparte por nada. Lo mataré antes de que te toque —dijo Emmet tomando mi mano.

Sonreí, pero tengo la sensación de que se vio más como una mueca.

—Lo sé, Emmet. Siento haberme vuelto loca y asustarte. —Levanté una temblorosa mano y limpié mis lágrimas de nuevo.

—Está bien. Sólo, no lo hagas de nuevo —dijo sonriéndome. Reí débilmente y asentí.

Edward  me dio el vaso de agua y la bebí. Noté que Emmet observaba cada movimiento de Edward, mirándolo enojado.

—Deja de mirarlo así Emmet, él no ha hecho nada malo —dije frunciendo el ceño.

Sacudió la cabeza y tensó su mandíbula, tomando un profundo aliento, obviamente intentando calmarse a si mismo antes de hablar.

—Ustedes dos están juntos —dijo simplemente, mirándonos de uno al otro para confirmación. Me moví incómoda en mi asiento. De acuerdo, demasiado para un par de semanas.

—Sí —respondió Edward asintiendo. Su brazo envuelto apretadamente a mí alrededor. Me encogí hacia él, esperando que esto fuera un sueño. No sólo mi padre abusivo estaba regresando sino que mi hermano iba comenzar a golpear a mi novio.

— ¿Desde hace cuánto? —preguntó Emmet, su mandíbula aún tensa, pero parecía estar haciéndolo bien con su autocontrol.

—Desde el viernes —respondió Edward en voz baja. Se veía realmente culpable, y sabía que era mi culpa, porque le había pedido que mintiera sobre esto.

—Él te lo quiso decir de inmediato Emmet, pero yo quería esperar. No quiero que ustedes dos peleen. ¿Por favor? —rogué mirando a mi hermano, poniendo carita de cachorro.

—Te gusta, ¿Bella? —preguntó Emmet, cerrando los ojos, pareciendo triste y decepcionado.

—Sí —admití, aun rogándole con mis ojos que lo aceptara y no fuera a culpar a Edward por esto. Odiaría esto si ellos caen sobre mí.

Él asintió pero no abrió sus ojos.

—¿Qué fue lo que hiciste, Edward ? ¿Cómo hiciste eso? ¿Calmarla de esa forma? — preguntó abriendo los ojos y mirándolo con gratitud.

—No lo sé. Es sólo algo que la calma, eso es todo. Siempre lo ha hecho —dijo Edward  con un encogimiento de hombros.

— ¿Qué siempre lo ha hecho? ¿Cuándo lo hiciste antes? —preguntó Emmet a Edward, pareciendo confundido.

—Sí, he tenido que tranquilizarla un par de veces —respondió Edward  tristemente.

Pensé a lo que se refería, todas las veces que me había visto llorar, probablemente cada noche, hasta los 14 años.

—¿Qué? ¿Cuándo? Nunca te había visto hacer eso —protestó Emmet, negando con su cabeza, pareciendo confundido.

Saqué un inestable suspiro. Ahora va a descubrir que Edward duerme en mi cuarto.

Crucé mis dedos y recé porque esto saliera bien, que Emmet estuviera de acuerdo, y no muy enojado con su mejor amigo. Edward  me miró pidiéndome permiso para decirle, y asentí mordiéndome el labio, sabiendo que esto se iba a saber tarde o temprano.

—Emmet, por favor no enloquezcas —rogué, moviendo mi cuerpo hasta que estuvo ligeramente enfrente de Edward, en caso de que Emmet se lanzara hacia él o algo. Mi pequeño movimiento, podría detenerlo de atacar a mi novio.

—Emmet, chico, nada nunca ha pasado, lo juro —prometió Edward y Emmet lo miró, con su expresión aún más confundida—. Cuando tenía diez, la vi a través de mi ventana llorando en su cama. Así que me acerqué para asegurarme de que estaba bien, y terminé durmiendo en su cama —Emmet lo miraba como si estuviera a punto de asesinarlo en ese momento—. Sucedió de nuevo a la noche siguiente y la siguiente. Ella lloraba y yo entraba a hurtadillas por su ventana. Después de un tiempo, se convirtió en un hábito —dijo Edward  frunciendo un poco.

Emmet saltó con su puño en alto. Sus ojos estrechos miraban a Edward. Tan rápido como un rayo, Edward  me agarró del brazo y me puso detrás de él, protectoramente.

Los ojos de Emmet, llamearon antes de que su rostro se calmara.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó Emmet, jadeando y mirando a Edward intensamente.

—¿Hacer qué? —preguntó Edward, aun sosteniéndome detrás de él.

—Poner a mi hermana detrás de ti de esa forma —dijo Emmet, completamente calmado ahora.

Edward sacudió su cabeza, como si no terminara de entender la pregunta.

—Es sólo que no quiero que salga lastimada, eso es todo.

Emmet volvió a sentarse, pasando sus manos a través de su negro cabello.

— ¿De verdad te gusta mi hermana? —preguntó mirando el piso.

—Emmet, estoy enamorado de tu hermana, lo sabes — Edward se sentó en el sofá y me hizo sentar junto a él.
Emmet solo asintió.

—Y has dormido en su cama antes, cuando éramos niños —declaró Emmet, como si estuviera asegurándose que había entendido bien las cosas.

—No sólo cuando éramos niños, eso es lo que estaba intentando decirte. Ella solía llorar, así que me metía a escondidas para confortarla cada noche. Es sólo que se volvió una costumbre, y ahora ninguno de los dos puede dormir bien, sin el otro ahí —admitió Edward, frunciendo el ceño.

El rostro de Emmet se endureció.

—¿Aún duermes en su cuarto? ¿Cada noche desde que tenías diez? Maldición, Edward. ¡Mierda!, ¡hijo de puta, idiota, estúpido! —rugió Emmet, no realmente capaz de dejar salir las palabras, dando un paso al frente, con sus puños cerrados otra vez.

Capítulo 24: Angel Capítulo 26: Capitulo 26

 
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