El chico que se escabulle por la ventana de mi habitación +18

Autor: elizabet_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 12/08/2013
Fecha Actualización: 29/10/2013
Finalizado: NO
Votos: 21
Comentarios: 99
Visitas: 71903
Capítulos: 38

Bella Swan y su hermano mayor, Emmet tienen un padre abusivo. Una noche, el mejor amigo de su hermano, Edward, la ve llorando y trepa por su ventana para confortarla. Aquella acción desata una relación de amor/odio que se extiende por los próximos ocho años.

Su relación siempre ah sido incierta, pero ¿Qué sucede cuando Bella empieza a ver al mejor amigo de su hermano un poco diferente? ¿Y cómo su hermano, que siempre ha sido un poco sobreprotector, reaccionara cuando se dé cuenta que el par se está acercando más?

 

Hola, este es mi primer fic NO es mio solo es una adaptacion de un libro, espero lo disfruten como yo pues ami me encanta jeje ok 

REPITO:la historia NO es mia solo una adaptacion

Los personajes son propiedad de S.M

 

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Capítulo 28: 28

―Claro que sí. Ahí estaré ―respondió y colgó. Corrí a mi habitación para comprobar rápidamente mi cabello. Me reí de mí misma cuando me di cuenta que me había convertido en una de esas chicas que pensaban que tenían que verse perfectas para él. Volví a la sala de estar, al mismo tiempo en que él entró por la puerta delantera.

―Hola. ―Sonreí.

Él me arrastró en sus brazos y me besó con pasión, haciendo que mi corazón se acelere y mi estómago aletee. Después de un rato se apartó.

―Hola ―suspiró, haciéndome temblar de felicidad―. Así que, ¿dónde estabas? Te extrañé ―murmuró, poniendo su rostro entre mi cabello y respirando profundamente.

Me reí y me aparté.

―Vaya, ¿qué? ¿Eres una especie de espeluznante hombre que huele el cabello? ―bromeé, tomando su mano y arrastrándolo hacia el sofá y empujándolo hacia abajo.

Él se rió y se apoderó de mi cintura, y me atrajo a su regazo de modo que estaba a horcajas sobre él.

―Te he echado mucho de menos hoy. Odiaba verte y no ser capaz de tocarte. Además, ¿qué diablos fue eso en el almuerzo? ¿Te gustó burlarte de mí? ―preguntó, frunciendo el ceño.

Pasé mis manos por su cabello castaño y sedoso, y me reí con aire de culpabilidad.

―Tengo que preparar el terreno para mi victoria. No puedo aparecerme frente a Jessica y ser toda: “sí, he ganado la apuesta, ¿cierto?” ―le pregunté inocentemente.

Negó con la cabeza, todavía con el ceño fruncido.

―Pero eso fue exagerado. Quiero decir, ¿sabes lo difícil que fue para mí no saltarte encima? ―bromeó.
Asentí con la cabeza y me mordí el labio para no reírme.

―Oh sí, me di cuenta de que fue difícil para ti ―me burlé, alzando las cejas a sabiendas, haciéndole reír.

―Mmm, lo que sea. ¿A dónde fuiste de todos modos? Tenía la esperanza de pasar un poco de tiempo contigo esta noche. ―Me atrajo más hacia él y me besó en la nuca, haciéndome morderme el labio cuando mi piel se desató en piel de gallina.

Me aparté y me puse de pie, caminando hacia mi bolso de la escuela para sacar la bolsa marrón de la clínica. Me senté en su regazo y sostuve la bolsa en alto para que él tomara. Me miró, confuso, y luego miró a la bolsa. Su cara se transformó desde la confusión, a la comprensión, a la felicidad, a estar molesto. Espera, ¿molesto? ¿Por qué demonios iba a estar molesto conmigo?

―¿Fuiste a hacer esto por tu cuenta? ―preguntó, frunciéndome el ceño con enojo.

Negué con la cabeza, un poco confundida por su reacción.

―No fui por mi cuenta, Angela fue conmigo ―modifiqué, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello.

―¿Por qué no me lo dijiste? Habría ido contigo ―dijo, empujándome más cerca de él, la expresión molesta todavía en su rostro.

―Edward, pensé que, ya sabes... en realidad no es un lugar donde llevar a su novio.-Quería ir por la píldora; Angela se ofreció a venir conmigo. ―Me encogí de hombros; realmente no veo por qué estaba tan enojado por eso.

―Ángel, te amo, habría ido contigo. Me gustaría que me hubieras dicho ―dijo, mirándome con tristeza.

―¿Qué diferencia hace? No pensé que te gustaría ir ―dije, confundida. ¿Por qué diablos se sentía tan lastimado y molesto? ¡Simplemente fui por la píldora para que pudiera tener sexo con él! ¿No debería estar feliz por ese hecho?

―¿No pensaste que me gustaría ir? Ángel, se trata de mí también, quiero que hagamos cosas juntos. Somos una pareja, un equipo. Me siento un poco dolido de que pensaras que no querría ir ―explicó, besándome en la frente.

― Edward, lo siento, de verdad. Realmente no pienso así. Simplemente pensé en que la mayoría de los chicos no estaría interesado. Pensé que estarías contento de tomara un poco de iniciativa ―le dije, mirándolo en tono de disculpa, rogándole con mis ojos que entendiera que no tenía intención de hacerle daño.

―Estoy contento de que hayas tomado la iniciativa, pero no soy como la mayoría de los chicos. Te amo. La mayoría de los chicos no están enamorados de sus novias, como yo. Esta fue una gran cosa de tu parte por hacer, y yo debería haber estado allí para ti ―explicó, besándome tiernamente.

Tomé una respiración profunda sintiendo la culpa instalarse en la boca de mi estómago. No pensé en ello de esa manera.

―Lamento no haberte dicho o pedido que vinieras conmigo. Tengo que volver en tres meses para un chequeo, ¿quieres venir conmigo entonces? ―pregunté, sonriendo y poniendo mi frente en la suya.

Se echó a reír.

―No, en realidad no es lo mío ―bromeó, levantando su nariz y encogiéndose de hombros.

Me reí y le di una palmada en el hombro juguetonamente.

―Idiota ―dije en tono de broma, haciéndolo reír más fuerte. Lo empujé hacia abajo sobre el sofá y me puse encima de él, besándolo. En el momento en que me alejé, los dos estábamos respirando pesadamente. Me miraba con lujuria y podía sentir que ya había despertado―. Edward, sólo porque me voy a tomar la píldora, no significa que estoy lista para algo más. Ya lo sabes, ¿verdad? ―pregunté, respingando, esperando no haber conseguido elevar sus esperanzas y ahora estuviera esperando sexo.

Él sonrió y me metió el pelo detrás de la oreja.

―Ángel, ya lo sé. Está bien. Vamos a ir tan lento como quieras. Mientras que pueda hacer esto. ―Empujó mi rostro hacia abajo al suyo de nuevo. Sonreí contra sus labios y me sentí más feliz de lo que había estado en años, él era demasiado dulce.

Sólo rezaba que estuviera lista pronto, antes de que se aburriera o desesperara y se fuera corriendo tras esa cualquiera Jessica. Después de besarnos y abrazarnos alrededor de una hora escuchamos un coche en la calle.

―Maldita sea, debe ser al auto de Emmet ―susurré, tratando de alejarme de Edward.

Me senté, alisando mi cabello, con la esperanza de que no se viera como si hubiéramos estado ligando durante la última hora. Edward se rió y tiró de mí hacia abajo en el sofá con él.

―Emmet puede manejar esto. Vamos, tiene que acostumbrarse a esto con el tiempo. Él va a vernos besándonos de vez en cuando ―dijo, riendo entre dientes en mi cuello. Sonreí mientras entretejí mis dedos en su cabello, oí la puerta abrirse y Edward levantó la cabeza para mirar, con una pequeña sonrisa en el borde de sus labios. De hecho, creo que él estaba disfrutando molestar a Emmet.

―¡Oh, vamos, chicos! En serio, ¿qué he dicho esta mañana sobre las muestras de afecto públicas? ―Se quejó Emmet, arrojando las llaves sobre la mesa.

Edward gimió y puso los ojos en blanco mientras se incorporaba, empujándome a sentarme junto a él.

―¿Mejor? ―preguntó, sonriendo con malicia.

Emmet suspiró y puso los ojos en blanco también.

―Voy a acostumbrarse a esto, supongo ―se quejó. Edward me sonrió y no pude evitar sonreírle de vuelta. Él echó su brazo sobre mi hombro y me tomó de la mano con su otro brazo, jugando con mis dedos.

Emmet entró y se dejó caer en el sofá de enfrente, mirándonos con mal humor. Me reí de su expresión de contrariedad y me levanté.

―Voy a ir a hacer mi tarea. Ustedes, chicos, pueden entretenerse a sí mismos por un tiempo, ¿verdad? ―Les sonreí a los dos a la vez. Tenía la sensación de que necesitaban un poco de tiempo de “vinculación masculina” después de las revelaciones de anoche. Emmet y Edward eran los mejores amigos después de todo.

―Sí. ¿Quieres jugar a Halo, Emmet? ―preguntó Edward con entusiasmo. Emmet se levantó para configurarlo y me sonreí secretamente feliz. Sí, volvieron a la normalidad.

Agarré la bolsa de papel marrón y me dirigí a mi dormitorio, riendo cuando Edward golpeó mi trasero y me silbó.

 Ya había hecho mis deberes, así que decidí que un largo y agradable baño de espuma en la bañera sería bueno. Preparé un baño y añadí una gran cantidad de burbujas, antes de agarrar un libro y meterme en la bañera. Me perdí en la historia. Estaba tan absorta en la historia que no oí la puerta abrirse.

―Bueno, eso sí que es sexy ―ronroneó Edward desde la derecha junto a mí.

Grité y casi dejo caer el libro en el agua.

―¡Mierda! ¡Casi me das un infarto, Edward! ―grité, tratando de calmar mi corazón que estaba tratando de romper mis costillas. Llevé mis rodillas hasta mi pecho y traté de ocultarme de modo que pudiera ver nada inapropiado. Por suerte para mí, todavía había bastantes burbujas que ayudaron.

Se echó a reír.

―Lo siento. Oye, ¿puedo entrar? ―bromeó mientras se arrodillaba junto a mí y puso sus dedos en la bañera. Los sacó de forma rápida y meneó la cabeza―. Olvídalo. ¡Eso está jodidamente helado! ―Frunció el ceño y se secó la mano en la toalla.

― Edward, ¿podrías salir de aquí? ¡Esto no es divertido! ―grité, sonrojándome.

Puso su sonrisa un poco engreída y se inclinó para besar mis labios sólo por una fracción de segundo antes de que se volviera y regresara a la puerta.

―Estaba bromeando. En realidad no me di cuenta de que estabas aquí. Aunque, deberías salir, esa agua está muy fría. ¿Has estado ahí todo este tiempo? ―preguntó, sacudiendo la cabeza.

―Está un poco fría ―admití. Ahora que estaba fuera de la historia ni siquiera me di cuenta que la bañera estaba como piedra fría y tenía piel de gallina por todas partes. Edward sonrió y se volvió de nuevo a mi habitación, cerrando la puerta para darme un poco de intimidad. Saqué el tapón y lancé mi libro a un lado mientras me ponía de pie. Agarré la toalla del borde y la envolví alrededor de mí con fuerza. Me di cuenta al salir de la bañera que no había traído nada de ropa aquí para cambiarme. En realidad estaba muy frío, y mis dientes castañeteaban. No podía quedarme aquí toda la noche, simplemente tendría que ir a buscar un pijama. No era gran cosa; Edward me había visto en una toalla antes. Cuando entré en mi habitación me di cuenta de que estaba descansando en mi cama.

―Hola ―dije, sintiéndome un poco incómoda, a medida que me ponía un par de pantalones cortos debajo de la toalla.

―Por Dios, Ángel, podría haberte dado hipotermia o algo así ―me regañó, mirándome con preocupación. Me agarró de la mano y me llevó a la cama, sentándome en el borde cuando él entró en el cuarto de baño, volviendo con otra toalla. Frotó mis brazos y hombros, secándome rápido.

Estaba contenta que decidí no lavarme el cabello, en cambio, poniéndolo en un moño desordenado, de lo contrario eso me habría hecho tener aún más frío. Envolvió su brazo alrededor de mí, poniendo cada uno de mis dedos arrugados como ciruelas en su boca, calentándolos de uno en uno a la vez. ¡Oh, Dios mío, eso es sexy! Incliné mi cabeza y lo besé, al parecer atrapándolo por sorpresa. Después de uno o dos segundos, respondió, besándome de vuelta. Mordí su labio suavemente y él abrió la boca, permitiéndome deslizar mi lengua en ella. Gimió desde la parte posterior de su garganta y envolví mis brazos alrededor de su cuello, sujetando su cabello rudamente, tirando ligeramente de él. Me llevó más cerca, profundizando el beso. Después de lo que pareció una eternidad, pero aun así no fue lo suficientemente largo, se alejó respirando pesadamente. Sus labios no dejando mi piel, sin embargo, en cambio, besó mi cuello, succionando la piel cerca de mi clavícula, haciéndome jadear y retorcerme. Todavía estaba helándome y mis dientes empezaron a castañetear de nuevo, arruinando el momento. Se retiró entre risas.

―Vamos a ponerte debajo de las sábanas y así puedas entrar en calor. ―Se quitó la camiseta en un solo movimiento y no pude dejar de mirar a su pecho esculpido.

Sentí movimiento y mi visión se volvió negra por unos segundos, interrumpiendo el comérmelo con los ojos. Sonreí cuando me di cuenta que había puesto su camiseta por encima de mi cabeza.

― Edward, si quieres que me caliente, todo lo que necesitas hacer es quitarte la ropa ―ronroneé, mordiéndome los labios y mirando por encima su pecho y abdomen, con ganas de pasar mi lengua sobre ellos.

Se rió y rodeó sus brazos alrededor de mí.

―Ángel, no podrías estar más caliente, confía en mí. Eso sería ilegal ―respondió, besándome otra vez. Me quité la toalla húmeda y la arrojé en el piso mientras él me levantaba. Envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras me cargaba hasta el final de la almohada y sacaba la colcha, subiéndose en la cama conmigo todavía unida a su frente. Empujó la colcha por completo a lo largo de nuestras cabezas y se apartó de nuevo para hablar conmigo en la penumbra―. Te he echado de menos esta noche. ¿Por qué no te quedaste a jugar con nosotros? ―preguntó de mala gana.

―Pensé que tú y Emmet necesitaban un poco de tiempo juntos. Realmente no has hablado con él por tu cuenta desde que se enteró de nosotros. Él sigue siendo tu mejor amigo, así que sólo vamos a tener que encontrar un equilibrio. No puedes pasar todo tu tiempo tratando de meterte en mis pantalones, sabes ―bromeé.

―Pero me encanta intentar meterme en tus pantalones ―se quejó en broma, dándome la cara cachorrito, haciéndome reír. Estaba calentándome ahora. Su calor corporal palpitante en mí y nuestro aliento caliente entremezclándose bajo el edredón, lo hacía todo parecer casi humeante al debajo. Por otra parte, podría haber sido sólo la pasión que sentía ardiendo dentro de mí―. Supongo que tienes razón. Emmet estuvo bien esta noche, en realidad dijo que era agradable verte feliz, por lo cual me llevó todo el crédito por supuesto ―dijo engreídamente.

―¿Todo el crédito? ¡Vaya, ese es un ego desmesurado el que tienes allí! ―bromeé con una sonrisa ante el doble sentido, sobre el bulto en sus pantalones vaqueros que estaba presionando sobre mí. Se rió y acarició el costado de mi rostro con el dorso de sus dedos.

―¡Es mejor que no estés desnudo con mi hermana pequeña, Cullen ! ―gruñó Emmet de advertencia desde la cercanía de la puerta. Edward empujó la colcha fuera de nuestras cabezas, sonriendo con aire de culpabilidad.

―Emmet, amigo, un poco de advertencia más estaría bien.

―Oh,Emmet, ¡contrólate! ¿Qué quieres? ¿Y alguna vez has oído hablar de tocar? ―pregunté, empujando la colcha más atrás para que pudiera ver que tenía una camiseta puesta.

―Toqué. Simplemente no escucharon a través de todo el coqueteo ―respondió, sonriendo. Todos nos reímos y Emmet negó con la cabeza―. De todos modos, sólo quería decirte, Bella, que mamá regresa a casa el domingo.

Sonreí; no había visto a mi madre en tres semanas.

―¿Sí? ¡Impresionante! ―exclamé con mucho gusto.

Emmet asintió con la cabeza, su sonrisa a juego con la mía.

―Sí. Bueno, está bien, voy a la cama. Mantengan el ruido bajo por aquí; no quiero saber nada.

Me eché a reír y no pude resistir burlarme de él un poco más.

―Emmet, tal vez quieras tomar prestado mi iPod, estamos calentando para la apuesta ―bromeé, guiñándole un ojo.

Edward se echó a reír y Emmet simplemente me miró fijamente, sacudiendo la cabeza con desaprobación, cerrando la puerta detrás de él.

―Ángel, eres demasiado divertida ―dijo Edward, besando mi cuello.

―Cállate, Cullen ―contesté, imitando el tono bromista de Emmet.

Desperté en la mañana con una enorme sonrisa en mi cara. El sol brillaba, las aves cantaban, y había despertado junto al chico más sexy del mundo, que por casualidad estaba enamorado de mí. Sonreí contra el brazo en el que estaba acostada y presioné mi espalda contra él, sintiendo su duro pecho presionado en mi espalda donde me estaba abrazando.

—¿ Edward? —susurré, girando mi cabeza en su dirección.

Sus brazos se tensionaron alrededor de mí mientras lentamente abría sus ojos.

—Hola —murmuró, levantando su cabeza para que pudiera besarme—. Wow, amo despertarme sabiendo que finalmente eres mía. —Puso la cabeza hacia atrás y suspiró con satisfacción—. Entonces, ¿podemos decirle a la gente hoy que estamos saliendo? —preguntó felizmente, sonriendo de oreja a oreja.

—Um… no. No hoy. Aún necesito hacer un poco más de trabajo de preparación en eso —respondí, recorriendo mi mano por su pecho, trazando sus músculos. Gruñó.

—Por “trabajo de preparación”, no querrás decir que vas a coquetear conmigo y ponerme caliente como el infierno de nuevo como ayer, ¿cierto? —preguntó, luciendo suplicante.

—Tendrás que esperar y ver, ¿no crees? Oh, y te doy mi permiso para tocarme un poco hoy, si quieres —ofrecí casualmente. Me giré para enfrentarlo, sosteniendo mi cabeza en mi codo para que pudiera verlo mejor.

—Mmm… tocarte, ¿así? —ronroneó. Arrastrando sus dedos a través de mi cuerpo lentamente, desde mi cara, abajo por mi cuello, a través de mis senos y estómago, estableciéndose finalmente justo en el interior de mi muslo. Su mano estaba tan cerca de mi centro que no pude evitar el pequeño gemido que escapó de mis labios.

Trazó sus dedos a través de mi pierna, haciéndome gemir. Maldita sea, lo quería tanto pero simplemente no podía, no aún.

—No, Edward —supliqué. Dije las palabras, pero moví mis caderas inconscientemente, tratando de acercarme más a su mano.

Se rió, poniendo sus labios de forma que están casi tocando los míos.

—Prométeme que no me provocarás mucho hoy en la escuela —murmuró contra mis labios mientras movía su mano a la parte exterior del muslo.

—No te molestaré demasiado. No puedo prometer que no te pondrás duro — bromeé, torciendo sus palabras.
Estrelló sus labios contra los míos y pude sentir que estaba sonriendo.

—¡Eres una maldita provocadora! Ni siquiera te das cuenta de lo que me haces — gruñó, besando mi cuello suavemente. Vaya, sabía exactamente lo que le estaba haciendo, ¡lo podía sentir! Le devolví el beso con pasión y se alejó después de un par de minutos, justo cuando estaba poniendo en ello.

—Mejor me voy. —Él me besó otra vez mientras salía de la cama.

—Está bien. Te veo en un rato —contesté, viendo cómo se ponía la ropa. Me guiñó un ojo mientras subía por la ventana, de regreso a su casa. A pesar de que Emmt sabía, Edward seguía necesitando mantener la pretensión para sus padres. Él no podía exactamente ser visto salir por la puerta principal, cuando se suponía que debía estar en su cama.

Me levanté de la cama y salté al cuarto de baño para una ducha. Cuando estaba seca, me quedé mirando a través de mi armario por mucho tiempo. Necesitaba algo diferente para usar hoy. Quería que Edward me viera como si realmente me quisiera enfrente de todos, porque no quería seguir mintiendo acerca de nuestra relación. Saqué una mini-falda vaquera y una blusa negra lisa con cuello en V, de manga corta. Sonreí mientras miraba mi atuendo. Esto sin duda iba a funcionar. Me vestí y me examiné en el espejo, la falda era corta, pero no demasiado corta para que pareciera una de las zorras, y la blusa era ajustada pero no demasiado, sólo lo suficiente para dar una pista de lo que estaba debajo. Sonreí y me puse un par de zapatillas de ballet, completando el atuendo.

Agarré la bolsa pequeña que me dieron en la clínica de planificación familiar y saqué mi caja de pastillas. Echándole un vistazo al paquete, encontré la primera y me la trague rápidamente, sonriendo para mis adentros. Salté a la cocina. Edward estaba hablando con Emmet, de espaldas a mí, y ya había un plato de cereal en el mostrador esperando por mí. Sentí mi corazón derretirse un poco por su consideración.

—Buenos días —dije alegremente. Edward estaba bebiendo un vaso de agua y cuando se dio la vuelta, casi se ahogó. Emmet le dio una palmada en la espalda bruscamente y se echó a reír. ¡Sip, ese era el efecto que quería! Sus ojos estaban muy abiertos y con hambre al mirarme lentamente, haciéndome sonrojar al imaginarme los pensamientos que estaba teniendo sobre mi cuerpo. Él todavía no había hablado—. Edward, ¿quieres tomar una foto? Va a durar más tiempo —bromeé, comiendo mi cereal.

Eso pareció sacarlo de la fantasía privada que estaba teniendo.

—¿No vas a usar eso hoy cierto? —preguntó, frunciendo el ceño ligeramente. Me miré a mí misma preguntándome qué quería decir con eso. No me veía tan guarra.

—Sí, ¿por qué? —pregunté, confundida. Pensé que le gustaba la ropa; ¡desde luego parecía que le gustaba!
Él se acercó y rodeó sus brazos alrededor de mí por la espalda.

—Ángel, ¿cómo diablos se supone que me voy a concentrar todo el día, sabiendo que mi hermosa novia se ve como una maldita diosa del sexo? ¿Estás torturándome a propósito? —se quejó, besando el lado de mi cuello y pasando sus manos por mis muslos expuestos.

Me reí y le dio un codazo en el estómago.

—Bueno, entonces sólo tendrás que ejercer algo de control, ¿no crees? —me burlé, alejándome después de moverme contra su erección discretamente.

Él gimió y se movió de modo que estaba detrás del mostrador, probablemente para que Emmet no pudiera ver que estaba tan excitado.

—No estás jugando nada limpio —se quejó.

Me reí y agarré mi bolsa.

—¿Listo para irnos, Emmet? —pregunté, sonriendo a mi hermano, que parecía que estaba tratando de hacer caso omiso de nuestro intercambio pero estaba fallando miserablemente.

—Sí. Creo que Edward necesita otro minuto para calmarse, sin embargo —dijo él, riendo, haciendo rodar los ojos a Edward. Me reí de su expresión de advertencia. Emmet me agarró por los hombros y me empujó fuera de la puerta. Todavía estaba riéndome de Edward.

La mañana pasó volando y finalmente, la hora del almuerzo estaba aquí. Estaba tan emocionada de ver a Edward que no podía dejar de sonreír.

—¿Qué demonios te pasa? —preguntó Jasper, mirándome como si me hubiera vuelto loca.

—Nada, sólo estoy teniendo un buen día. Además, tengo hambre y ahora vamos a comer —mentí sin problemas.

—¿Vas a hacer otro movimiento a Edward? —preguntó Angela, sonriéndome a sabiendas.

Me eché a reír.

—Oh, diablos, sí. Sólo observa la cara de Jessica. Voy a hacer que me desee hoy. — Sonreí feliz. Esto iba a ser grande y Jessica iba a odiar cada segundo de ello.

—No hay duda al respecto —estuvo de acuerdo Angela, riendo.

—¡Oh! ¡Así que por eso es la falda! —dijo Jasper. Una mirada de comprensión cruzó su rostro.

Me eché a reír y asentí.

—¿Crees que va a funcionar? —pregunté, en realidad quería su opinión.

Él asintió con la cabeza.

—Oh, sí que va a funcionar. Todos los chicos en la escuela han estado hablando acerca de tus piernas asesinas hoy. Debo decir que hasta yo, que estoy totalmente enamorado de mi novia, te he comprobado —admitió, encogiéndose de hombros. Le di una palmada en el hombro juguetonamente.

—¡Ew! Eso es asqueroso, Jasper. ¡Tú eres uno de mis mejores amigos! ¡Los mejores amigos no pervierten el uno del otro! —declaré, fingiendo un estremecimiento.

—En realidad, he estado mirándote también —bromeó Angela.

—Yo también —agregó Rose, haciéndonos reír a todos más fuerte.

Al entrar en el comedor, riendo, pude sentir algunos de los chicos mirándome. Ahora que Sean había dicho acerca de eso, me di cuenta que tenía mucha más atención masculina de lo normal. Compramos nuestra comida.

—Ya vuelvo, muchachos —dije, sonriendo, mientras me dirigía a la mesa donde los atletas se sentaban. Todos mis amigos se fueron a sentar en la mesa de costumbre, me miraban con ojos curiosos. Vi a Edward mientras me acercaba. Como de costumbre, había una decena de chicas colgando a su alrededor, coqueteando descaradamente. Parecía que estaba realmente enojado.

Capítulo 27: Capitulo 27 Capítulo 29: te amo

 
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