El chico que se escabulle por la ventana de mi habitación +18

Autor: elizabet_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 12/08/2013
Fecha Actualización: 29/10/2013
Finalizado: NO
Votos: 21
Comentarios: 99
Visitas: 71936
Capítulos: 38

Bella Swan y su hermano mayor, Emmet tienen un padre abusivo. Una noche, el mejor amigo de su hermano, Edward, la ve llorando y trepa por su ventana para confortarla. Aquella acción desata una relación de amor/odio que se extiende por los próximos ocho años.

Su relación siempre ah sido incierta, pero ¿Qué sucede cuando Bella empieza a ver al mejor amigo de su hermano un poco diferente? ¿Y cómo su hermano, que siempre ha sido un poco sobreprotector, reaccionara cuando se dé cuenta que el par se está acercando más?

 

Hola, este es mi primer fic NO es mio solo es una adaptacion de un libro, espero lo disfruten como yo pues ami me encanta jeje ok 

REPITO:la historia NO es mia solo una adaptacion

Los personajes son propiedad de S.M

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 29: te amo

—En serio, Rebeca, si me tocas una vez más voy a ir a hablar con alguien acerca de ello. Esto está al borde de acoso sexual —gruñó Edward, mirándola y quitando su mano fuera de su muslo. Se veía muy ofendida cuando se puso de pie y salió fuera.

El resto de las chicas estaban sonriendo a sus espaldas. Prácticamente se podía leer sus pensamientos en sus caras: Una chica menos para la competencia. Reprimí una risita y me senté en la mesa. Emmet no estaba allí, así que decidí sacar el máximo provecho de eso y realmente empujarlo hoy.

—Hola, Edward —ronroneé, sonriéndole seductoramente.

Su rostro se iluminó cuando me vio.

—Hola. ¿Tuviste una buena mañana? —preguntó alegremente. Puse mala cara y negué con la cabeza. Su rostro se cayó y puso su brazo sobre mi hombro, me miró preocupado—. ¿Qué está mal, Ángel?

Me puse de pie y me senté en la mesa frente a él, apoyando un pie en el banco entre sus piernas, así mi pie estaba casi tocando su entrepierna. Él no pareció darse cuenta, sin embargo; seguía mirando mi cara, preocupado.

—Me lastimé la pierna en clase de gimnasia. Es muy doloroso. ¿Tengo un moretón? —pregunté, abriendo las piernas ligeramente y apuntando a mi cara interna del muslo. Sus ojos de inmediato cayeron a mis piernas.

Estoy apostando a que tenía una visión clara de mi ropa interior, porque una expresión de dolor y hambre cruzó su rostro. Me sentí un poco P… por hacer esto, pero al menos nadie más podía ver lo que estaba viendo, de lo contrario no lo habría hecho. Puso su mano en el músculo de mi pantorrilla y la deslizó poco a poco todo el camino hasta mi pierna, a mi cara interna del muslo, gimiendo en voz baja al hacerlo.

—No, no hay moretones —dijo con su voz sensual, haciéndome arder en necesidad mientras masajeaba mi muslo.

—Hmm, ¿de verdad? Duele tanto —mentí, sonriéndole. Él estaba sonriendo hacia mí; su expresión me dijo que sabía que me estaba volviendo loca—. ¿Qué tal si mejor lo besas para mí? —sugerí, alzando las cejas, tratando de parecer sexy.

Escuché algunos de los chicos gemir, ya que obviamente estaban viendo el intercambio. La lujuria cruzó la cara de Edward mientras asentía con una sonrisa sexy e inclinó la cabeza hacia mi pierna. Justo antes de que sus labios tocaran mi piel, alejé mi pierna—. En realidad, es mejor que no. Pensé que tenías una novia — bromeé.

Se rió y negó con la cabeza hacia mí, entrecerrando los ojos, obviamente decepcionado de que no llegó a besar mi pierna delante de toda la escuela.

— Tengo una novia. La amo más que cualquier otra cosa —dijo, su voz llena de honestidad.

Sonreí mientras mi corazón se derritió.

—Bueno, no deberías estar haciendo esto, entonces, ¿eh? —me burlé, sonriéndole y bajando de la mesa. Agarré a mi bandeja del almuerzo—. Me parece que está bien ahora, de todos modos. Tal vez si comienza a doler de nuevo más tarde, te llamaré —coqueteé.

Él gimió cuando le guiñé y me fui a la mesa de amigos. Podía oír a los chicos, todos haciendo comentarios calientes detrás de mí acerca de cuán caliente era eso, y cómo definitivamente “aprovecharían eso”, y las chicas diciendo lo ramera que era. Me reí y me dejé caer en nuestra mesa. Angela  me sonrió a sabiendas, y Rose y Jasper me estaban mirando con la boca bien abiertas.

—¡Estabas tan ahí! ¡Realmente creo que podrías ganar la apuesta! —dijo Rose, mirándome con asombro.

No podía dejar de reírme de ella; me miraba como si fuera una especie de diosa o algo así.

—Podrían servirme cuatro mil dólares —admití, riendo. Sólo esperaba que Jessica realmente pagara una vez se diera cuenta de que yo fui su novia todo el tiempo.

***
Cuando terminamos de comer, estaba caminando junto con mi grupo de amigos, cuando alguien me agarró la mano y me tiró a una parada. Chillé, un poco sorprendida, y me giré para ver a Edward sonriéndome mientras me arrastraba al salón de clases vacío más cercano. Me reí cuando vi a mis amigos caminar sin mí, ni siquiera dándose cuenta de que no estaba detrás de ellos más. Cerró la puerta y me miró, tratando de fingir que estaba molesto conmigo, pero no había manera de que cayera por eso, él se divertía, me di cuenta.

—Ángel, eso fue demasiado —afirmó mientras daba un paso más cerca de mí.

Di un paso atrás y choque con la pared.

—¿Demasiado? Pensé que era bastante perfecto —respondí en broma.

Él se rió y apretó su cuerpo al mío.

—Eres bastante perfecta. —Apartó mi pelo de mi cara suavemente, mirándome con ternura. Puse mis brazos alrededor de él y lo acerqué más, luego moví mis manos para agarrar su trasero. Él sonrió con esa sonrisa sexy y presionó sus labios contra los míos con suavidad; gemía ligeramente y lo acerqué más, con ganas de más.
Se apartó para besar mi cuello, sus manos vagando por mi cuerpo, a través de mis piernas. Una de sus manos se deslizó debajo de mi falda, haciendo cosquillas con sus dedos en mi trasero provocando. Sentí chupar suavemente en mi cuello.

— Edward, ¿me estás dando un chupón? —pregunté, riendo.

Dejó de chupar por un segundo y alejó su boca de mi piel.

—Mmm-hmm te estoy marcando —murmuró, antes de chupar en el mismo lugar otra vez. Después de unos segundos, se apartó para mirarlo, inspeccionando su obra. Parecía muy orgulloso de sí mismo y estaba sonriendo de oreja a oreja.

—Sí, ¿y yo puedo marcarte? —bromeé.

—Claro, si quieres. —Él estuvo de acuerdo, encogiéndose de hombros, pero en realidad luciendo un poco esperanzado. ¿Realmente quería que lo marcara? Apretó los labios a los míos una vez más, pareciendo poner mi cuerpo en llamas. Por Dios, ¿cómo diablos me hacía esto? Él era el único chico que había besado, por amor de Dios. Sin embargo, aquí estoy, ¡dejándolo poner su mano en mi trasero! Sonreí cuando inclinó la cabeza hacia un lado, dándome acceso a su cuello. Justo cuando mis labios rozaron su piel, sonó la campana.
Él gimió y se alejó, mirándome con una cara de cachorro de nuevo.

—Falta a clases conmigo —declaró él, haciendo un mohín ligeramente.

¿Faltar a clases con él? ¡Oh, odiaba faltar a la escuela, eso no era yo en absoluto!

—Um, Edward, no puedo. —Estaba debatiéndome, tenía muchas ganas de pasar tiempo con él, pero simplemente no podía soportar la idea de que mis maestros supieran que falté a clase sin necesidad.

—¿Por favor? —rogó, doblando sus rodillas para que así estuviéramos a la misma altura.

Sus ojos mieles me estaban matando. No podía decirle que no. Suspiré profundamente.

—Si me atrapan, entonces tú estarás en serios problemas —le advertí. Si obtenía detención, me aseguraría de que él también.

Él se rió, una hermosa sonrisa se extendía por su cara mientras sacaba su celular y llamó a Emmet para decirle que no me sentía bien y que me llevaba a casa.

—Sí, ella está bien. No, dice que se siente un poco mareada, eso es todo. No, no, lo tengo. Muy bien. Nos vemos —dijo en el teléfono, sonriendo y lanzándome un guiño. Deslizó su teléfono en el bolsillo y me agarró la mano, tirando de mí desde el aula hasta el coche—. Emmet va a conseguir un aventón al trabajo. Así que, siempre y cuando te lleve a casa a las nueve, ni siquiera sabrá que faltamos a clases —dijo alegremente.

Rodé mis ojos hacia él.

—¡Como si Emmet realmente creyera que estaba enferma! Él sabe que estamos faltando. —Sacudí la cabeza, riendo. Emmet no era tonto, él simplemente no quería decir nada.

—Pues bien, Ángel, ¿qué haremos? —preguntó Edward, saliendo del estacionamiento
con rapidez antes de que alguien nos viera salir.

Me encogí de hombros con facilidad.

—No me importa. Lo que tú quieras. —Mientras involucrara pasar más tiempo con él, haría cualquier cosa.

Él sonrió. —¿Quieres que te lleve a patinar otra vez? —ofreció.


—Claro, ¿por qué no? sin embargo  Tengo que cambiarme primero; o me congelaré el trasero de otra forma. —Me reí mientras sus ojos inmediatamente se dirigían a mis piernas de nuevo.

Le envié un texto a Angela para decirle que iba a faltar y le pedí que recogiera cualquier trabajo que me perdiera. Cuando nos detuvimos frente a mi casa, Edward  se fue a la suya a buscar algo que dijo que necesitaba, y yo corrí y me puse unos vaqueros. Pasé un cepillo por mi pelo y añadí una capa rápida de máscara de pestañas. Cuando salí de mi habitación, tomé un suéter, así no me daría frio. Corrí hacia el auto, emocionada por algún tiempo a solas con él. Él sonrió mientras subía.

—Oye, te traje esto —dijo, dándome una de sus sudaderas.

Fruncí ante ella, sabiendo que tenía una de las mías. ¿Por qué traería esto?

—Eh.... ¿gracias?

—Es para tu pequeño trasero. Te dije traería una para que no te mojaras y te diera frío como la última vez. Aunque, tengo plena confianza en que patinarás por tu cuenta al final de esta lección —se jactó, sonriendo.

—Bueno, no estoy segura de querer patinar si no me vas a tocar —ronroneó sugestivamente.

Él sonrió.

—Mmm, nunca había pensado en eso. Esperemos que no aprendas muy rápido entonces. —Movió las cejas hacia mí, haciéndome reír.

El patinaje fue muy divertido. Tenía razón, era mucho mejor esta vez. Fue probablemente debido al hecho de que él era un maestro tan bueno, y porque nos pasamos casi todo el día aquí la última vez. Fue muy divertido estar con él. Él patinó hacia atrás al igual que lo hizo antes, sosteniendo mis manos, haciendo bromas y charlando. Solo me caí un par de veces y cada vez que interrumpía mi caída, o me atrapaba o me levantaba. Lo miré mientras patinamos, estaba sonriendo ampliamente y mi corazón dio un vuelco. Era tan guapo, amable y paciente. Podía sentirme enamorándome de él. Sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que estuviera loca por él.

—Oye, ¿Qué tal si presumes un poco? Me encanta verte patinar —sugerí, agarrándome en el costado por mi vida para que pudiera soltarme.

Él me dio un beso antes de irse patinando al revés, se volvió bruscamente y patinó hacia delante tan rápido que realmente me asustó. Mi corazón estaba golpeando en mi pecho a la vista de eso. Si se caía, mientras patinaba de esa manera, iba a resultar gravemente herido. El pensamiento de él herido me aterraba. Hizo un par de vueltas, y me mostró sus habilidades, como saltar y patinar sobre un pie. Siempre me encantaba verlo patinar. Se veía tan hermoso y grácil, pero nunca lo había deseado por eso, hasta ahora. Se veía tan sexy cuando estaba patinando, tan poderoso y dominante.

Edward quería jugar hockey profesionalmente, que ya había sido buscado por un equipo realmente bueno pero necesitaba estar en la universidad antes de que pudieran firmar. Le habían ofrecido una beca deportiva completa en una escuela muy buena en Boston, lo que significaría que tendría que mudarse cuando la escuela terminara en pocos meses. El tiempo de separación iba a matarme. Yo iba a tener pesadillas todas las noches cuando él no estuviera allí, sin mencionar la angustia que sentiría al verlo irse. Odiaba el hecho de que él estaría tan lejos y que las chicas estarían cayendo sobre él. Suspiré, negándome a pensar en ello. Tenía que confiar en él. Y lo hacía, confiaba plenamente en él, creía que me amaba y que no quería hacerme daño. Cuando regresó a mí, patinó hasta detenerse, enviando un spray de hielo sobre un lado.

—¿Es eso suficiente exhibición para ti? —preguntó, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura y besándome tiernamente.

—Oh, sí. Mi hombre puede patinar bien —confirmé, con una sonrisa hacia él.

—Mmm, di eso de nuevo. Me gusta eso —gruñó, en una ronca sexy voz que hizo temblar mis entrañas.
Envolví mis brazos con fuerza alrededor de su cuello y lo atraje más cerca.

—Mi hombre puede patinar —ronroneé seductoramente, mirándolo a los ojos.

Pude sentir la ardiente pasión chisporroteando entre nosotros. Él dobló sus rodillas así estábamos al mismo nivel, me abrazó fuertemente y luego me sostuvo, levantándome de mis pies. Empezó a patinar suavemente alrededor de la pista. Envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras patinaba ocasionalmente haciendo pequeños giros y cambiando a patinar hacia atrás. Sus ojos no dejaron los míos. Fue la cosa más erótica y sexy que me hubiera sucedido, y todo mi cuerpo estaba anhelando por él.

—Te amo tanto, Ángel —susurró.

Sonreí. Mis entrañas estaban rebosando de felicidad y pasión. Él me estaba volviendo loca; yo lo quería y lo necesitaba. Al mirar dentro de sus hermosos ojos verdes, podía ver todo su amor por mí brillando a través y eso hizo a mi corazón latir muy rápido. De repente, me golpeó como un camión, yo también lo amaba. Tal vez siempre lo había amado, no estaba segura. Él tenía una manera de deslizarse detrás de mis defensas y se abría paso dentro de mi corazón, pero siempre me había negado a verlo de esa manera. Me hacía sentir segura, querida, necesitada y especial; yo no quería volver a dejarlo ir. Lo amaba como loca, más que a nada, él era lo único que necesitaba en la vida. Abrí mi boca para decirle que yo también lo amaba, pero habló primero, cortándome.

—Vamos a ir a cenar —sugirió, patinando fuera de la pista de hielo y sentándome en el banquillo. Él se puso de rodillas y me quitó mis patines. Sólo lo miré mientras lo hacía, incapaz de mantener la sonrisa fuera de mi cara. ¿Era este chico realmente mío? ¿Cómo conseguí ser tan afortunada? Después de que conseguimos de nuevo nuestros zapatos, nos fuimos a un pequeño restaurante italiano que dijo él que hacía la segunda mejor lasaña en el mundo.

—¿La segunda mejor? —pregunté riendo.

—Sí. Tu lasaña es genial —afirmó, sosteniendo mi mano con fuerza mientras seguíamos al camarero a la mesa.

—Sabes que me tienes ahora, puedes parar con los elogios —me burlé, riendo. Él sonrió y sacudió su cabeza, rodando sus ojos como si estuviera siendo estúpida.

***

La comida era buena y el restaurante era realmente bonito, tenía velas en cada mesa y era realmente muy romántico, era tan divertido estar cerca de él que no había un silencio incómodo. No podía dejar de preguntarme cómo no sabía nada de él antes de que estuviéramos juntos. Supongo que fue porque la única personalidad que alguna vez me mostró fue el lado idiota que, en realidad, no parecía ser una parte de su carácter en absoluto.

— Edward, ¿puedo preguntarte algo? —pregunté, demasiado curiosa para no preguntar.

—Por supuesto. Lo que tú quieras. —Se encogió de hombros, tomando un sorbo de su bebida, mirándome con curiosidad.

—¿Por qué siempre fuiste tan imbécil conmigo? Si te he gustado todo este tiempo, ¿por qué siempre me enloquecías cuando éramos niños y siendo como un idiota conmigo? Sabes que solía odiarte, ¿cierto? —pregunté, alzando mis cejas, mirándolo en tono de disculpa.

Él se rió.

—Ya sabes, hay una delgada línea entre el amor y el odio. Tal vez me amabas y no te diste cuenta —sugirió, sonriendo. Sonreí porque eso era exactamente lo que estaba pensando antes.

—No, Edward . Eras un imbécil completo para mí. Pero la mayoría de eso era un acto, ¿no? Entonces, ¿por qué lo hiciste? —pregunté, necesitando la respuesta, me estaba matando porque simplemente no lo entendía.

—Emmet. —Se encogió de hombros.

—¿Emmet? no lo entiendo. —Le di mi mejor cara de “qué demonios”.

Él sonrió con tristeza.

—Emmet realmente no me quería cerca de ti. Me golpeó bastante un par de veces cuando éramos niños por ello. Él es realmente protector contigo. Era más fácil para mí mantenerme alejado de ti si en realidad no querías estar conmigo. Pensé que si te hacía querer estar lejos de mí, entonces yo no tendría que intentar tan duro —dijo, frunciendo el ceño. Espera, ¿él fingió ser un idiota así yo no querría estar con él debido a Emmet? ¡Maldito sea ese chico!

—Todos estos años, Edward, simplemente me parece una pérdida. —Suspiré y sacudí la cabeza; si me lo hubiera dicho entonces, tal vez podríamos haber estado juntos durante más tiempo-. Sabes, yo siempre pensé que tenías una doble personalidad —le dije, riendo.

Él también se rió.

—¿En serio? ¿Por qué?

—Bueno, siempre pensé en ti como el Edward de día, que era un idiota, imbécil, y un hombre prostituto, ligón. Luego estaba el Edward de noche, que era adorable, dulce y cariñoso. Siempre me ha gustado el Harry de noche —le dije con sinceridad.

Él sonrió feliz.

—Bueno, la noche era cuando me detenía de tratar de alejarte. Decidí que ya que Emmet no sabía nada, podía ser yo mismo y disfrutar de mi tiempo contigo. Para que lo sepas, sin embargo, ambas de mis personalidades te han amado por siempre — dijo, encogiéndose de hombros y sonriendo hacia mí.

Aww, ¡es tan malditamente dulce! Me estiré y sostuve su mano con fuerza.

—Me gustaría que me lo hubieras dicho antes, realmente te odié a veces —admití tímidamente, haciéndolo reír.

—¿Sí? ¿Cómo la vez que corté la cabeza a tu osito de peluche y la lancé a la basura? —preguntó, riendo. Di un grito ahogado a la memoria de ello, ¡me había olvidado de eso! Emmet había sacado mi oso de la basura y lo puso de nuevo en mi cama para mí y arregló su cabeza.

—Sí, ¡idiota! —lo regañé, luchando contra una sonrisa.

—Sabes que nunca hice eso, ¿verdad? Fingí cortarle la cabeza y lo escondí en mi suéter y lo puse de nuevo en tu cama un par de horas después —dijo, sin dejar de reír.

—¡De ninguna manera! ¡Emmet me dijo que él lo recuperó para mí! —Me reí.

Él sacudió su cabeza.

—No. Esa fue una de las veces que pateó mi culo. Me agarró a escondidas en tu habitación ese día. Yo le dije que iba al baño —dijo, riendo y sacudiendo la cabeza.

—No puedo creer que mi hermano pateó tu culo. Eso es muy gracioso.

—Me alegro de que no me mate por salir contigo. Puedo mantenerme por mi cuenta en una pelea, pero Emmet es un maldito psicópata cuando se trata de ti. — Edward frunció el ceño, moviendo ligeramente su cabeza, una sonrisa tirando en las esquinas de su boca. 

—Sí, bueno, es mejor asegurarte de que no me hagas daño, ¿eh? —bromeé.

Él asintió con la cabeza.

—Nunca te haría daño, nunca. —Apretó suavemente mi mano, mirando directamente a mis ojos, todo su comportamiento mostrándome la verdad de sus palabras.

Le creí, no creía que alguna vez me lastimaría a propósito, pero sabía que rompería mi corazón tarde o temprano. Cuando fuera a la universidad y estuviéramos separados, aunque no me engañara, eso iba a doler mucho. Incluso si no estuviéramos saliendo sería terrible estar sin él, pero ahora sería como una tortura. Aparté los pensamientos de mi mente. Yo no podía pensar en ello, no hasta que sucediera y aun así pudiéramos pasar a través de ello. Lo amaba lo suficiente para esperar por él. Sólo esperaba que él sintiera lo mismo dentro de cuatro meses cuando todas las zorras de la universidad se arrojaran sobre él y estuviera a un viaje de tres horas de distancia.

—Correcto, entonces, ¿estás lista para irnos? —preguntó Edward  después de haberme comido un pedazo enorme de pastel de chocolate yo sola. Asentí con la cabeza y arrojó algo de dinero sobre la mesa, extendiendo una mano para ayudarme a levantarme.

Sonreí.

—Sabes que te estás perfilando como el mejor novio del mundo —dije felizmente.

—Me encanta cuando me llamas así. —Sonrió y envolvió su suéter alrededor de mis hombros mientras caminábamos hacia fuera en el frío.

Me agarré fuertemente de su mano, no queriéndolo dejar ir. Cuando llegamos al auto incluso abrió mi puerta para mí.

—Tal caballero, Edward —bromeé.

Lo vi dar la vuelta hacia el lado del conductor. Era tan guapo, y era mío, yo no podía dejar de sonreír a ese conocimiento. Nunca había soñado que alguna vez tendría algo como esto con un chico. Cuando solía pensar acerca de las citas eso me asustaba enormemente porque no podía dejar que la gente me tocara, y todo el tiempo tuve al chico perfecto, quién estaba enamorado de mí, quien me abrazó y me mantuvo a salvo cada noche, y yo ni siquiera sabía. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida?

Cuando llegamos a mi casa, eran sólo las ocho. Emmet no estaría en casa durante otra hora, así que teníamos la casa para nosotros.

—Ven aquí, quiero hablar contigo —le dije, tirando de él hacia el sofá. Parecía un poco preocupado y nervioso. Lo atraje a mi lado, sentándome cerca de él. Pude sentir la pasión construyéndose y sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que estuviera dispuesta a llevar las cosas más allá. Nunca me había sentido así antes, y aunque sólo habíamos estado juntos por cinco días, lo había conocido siempre.

Confiaba en él como nadie y sabía que no me haría daño. No estaba preocupada porque no fuera capaz de esperar por mí, podía ver en sus ojos que iba a esperar tanto tiempo como yo quisiera, y ese conocimiento me estaba empujando hacia delante. Si dudaba de que me esperara, entonces no habría manera de que me sintiera así. Agarré su mano con fuerza mientras me limitaba a mirarlo, tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresar mis sentimientos por él.

—¿Qué está mal, Ángel?—preguntó en voz baja, con el ceño fruncido, frotando círculos en el dorso de mi mano.

Oh, mierda, ¿puedo decirlo? Estaba tan avergonzada, nunca había dicho algo como esto a nadie antes.
Tomé una respiración profunda y quería que mi voz no mostrara los nervios que sentía en mi interior.

—Te amo, Edward —le dije con sinceridad. Me miró, shock claro en su rostro. Su boca estaba abierta, sus ojos muy abiertos mientras asimilaba lo que dije. No podía dejar de reír—. Está bien, no es así como me imaginé tu reacción. —Hice una mueca, esperando que dijera algo.

Me empujó hacia abajo sobre mi espalda, rodando por encima de mí.

— ¿Me amas? ¿En serio? —preguntó, el shock dejando su rostro para ser reemplazado por excitación.

Asentí con la cabeza, sintiendo mis mejillas calentarse un poco.

—Sí, Te amo.

Se rió y me besó apasionadamente. Cuando se apartó sus ojos brillaban de felicidad.

—¡Gracias a Dios! Pensé que ibas a terminarme o algo así. Te veías tan seria que pensé que no querías estar conmigo —dijo, sacudiendo su cabeza, sonriendo.

Me eché a reír.

—¿En serio? ¿Es por eso que parecías nervioso? —pregunté, riendo.

—Dilo otra vez —susurró.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello y tiré de él más cerca de mí, su boca aproximadamente a dos centímetros de la mía.

—Te amo, Edward  Cullen—susurré.

—Te amo también, Isabela Swan . —Me besó, duro, y no podía dejar de devolverle el beso con la misma intensidad. Pasé mis manos por su espalda y agarré la parte inferior de su camiseta, tirándola hacia arriba sobre su cabeza, arrastrando mis dedos por su pecho, simplemente asombrada de cuán perfecto era. Sus manos vagaban por todo mi cuerpo ávidamente, él se apoderó la parte inferior de mi blusa y comenzó a tirarla hacia arriba lentamente, como si estuviera esperando algún tipo de reacción. Sentí mi amor por él incrementar a otra velocidad por la forma reflexiva y paciente de cómo era conmigo. Sonreí contra sus labios y él se apartó, mirándome con curiosidad.

—¿Está bien? —preguntó, preocupación coloreando su voz. Asentí con la cabeza y lo empujé fuera de mí para poder sentarme. Agarré mi blusa y la saqué por encima de mi cabeza, tirándola al suelo. Me estaba mirando en estado de shock. Tiré de él de nuevo hacia mí, besándolo profundamente. Sus manos estaban en todas partes mientras nos enrollábamos pero no hizo nada que no quería que hiciera. Fue perfecto y dulce. Un final increíble para una cita increíble. Después de un rato se retiró y yació a mi lado, hablamos felizmente por un rato.

Capítulo 28: 28 Capítulo 30: lista

 
14445849 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios