El chico que se escabulle por la ventana de mi habitación +18

Autor: elizabet_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 12/08/2013
Fecha Actualización: 29/10/2013
Finalizado: NO
Votos: 21
Comentarios: 99
Visitas: 71919
Capítulos: 38

Bella Swan y su hermano mayor, Emmet tienen un padre abusivo. Una noche, el mejor amigo de su hermano, Edward, la ve llorando y trepa por su ventana para confortarla. Aquella acción desata una relación de amor/odio que se extiende por los próximos ocho años.

Su relación siempre ah sido incierta, pero ¿Qué sucede cuando Bella empieza a ver al mejor amigo de su hermano un poco diferente? ¿Y cómo su hermano, que siempre ha sido un poco sobreprotector, reaccionara cuando se dé cuenta que el par se está acercando más?

 

Hola, este es mi primer fic NO es mio solo es una adaptacion de un libro, espero lo disfruten como yo pues ami me encanta jeje ok 

REPITO:la historia NO es mia solo una adaptacion

Los personajes son propiedad de S.M

 

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Capítulo 27: Capitulo 27

―Está bien, las demostraciones terminaron. Sólo creo que deberíamos mantener esto en secreto por un tiempo. ¿Por qué no conseguir algo de dinero por hacer algo que eventualmente sucedería, de todas maneras? Así es como yo lo veo ―dije, encogiéndome de hombros.

Edward y Emmet se miraron uno al otro.

―Supongo. Pero, ¿podrás ganar? Quiero decir, ¿la apuesta tenía algo que ver con hacerme terminar con mi novia o algo así? ―preguntó Edward, frunciendo el ceño.

Me reí tontamente y sacudí la cabeza.

―Nop, me aseguré de eso. Definitivamente sólo se trata de la siguiente que te coja, como tan elocuentemente lo dijeron.-

Edward sacudió la cabeza, luciendo un poco disgustado.

―No puedo creer que las chicas hagan ese tipo de cosas.-

Emmet rió.

―¿Saben qué? Creo que puede que sea el siguiente en anunciar que tengo una novia. Entonces puedo sólo escoger a alguien y podemos dividir el dinero ―dijo brillantemente, como si hablara en serio.

Edward tomó mi mano y me empujó hacia la puerta.

―Vamos, lleguemos a la escuela antes de que tu hermano tenga otra idea brillante. ―Rió, sacudiendo su cabeza hacia Emmet.

Edward me guiñó un ojo por el espejo mientras entrabábamos al estacionamiento. Había más chicas de lo normal esperándolos. Todas fueron directamente a él tan pronto como su puerta fue abierta. Jessica, como de costumbre, estaba al frente. Me reí.

―Buena suerte, novio ―me burlé, guiñándole mientras me alejaba, balanceando mi trasero a propósito. Sabía que estaba observándome. Cuando llegué a la puerta miré atrás sobre mi hombro para verlo empujar los brazos de una chica lejos de él, una expresión de mal gusto en su cara. Debió haber tenido a veinte cinco chicas rodeándole, lucía verdaderamente enojado. Me reí y fui a encontrar a mis amigos; como de costumbre, estaban por los casilleros.

―Hola, chicos ―dije alegremente, cuando los alcancé.

―¡Guau , alguien está de buen humor hoy! ¿Alguna razón en particular? ―preguntó Jasper, luciendo confundido por mi rostro feliz.-algo nuevo? No se conquista, novio, etc, etc, etc.- pregunto

―Nop, ninguna razón en particular. Sólo vi a Edward ser acosado por cerca de veinte cinco chicas. Se ve verdaderamente irritado por eso, fue muy gracioso ―expliqué, sonriendo salvajemente. Justo entonces, él caminó más allá de mí con Emmet. Tenía a una chica coqueteándole a cada lado, y aproximadamente otras diez caminando detrás de él. Rompí en carcajadas y me lanzó una oscura mirada, haciéndome reír más fuerte.

―No me sorprende que tenga a todas esas chicas detrás de él. ¿Sabes en cuanto está la apuesta ahora? ―preguntó Angela, sonriéndome con suficiencia.

Asentí.

―Sí, lo sé. Roselie me dijo que está como en ochocientos dólares o algo así. No lo puedo creer. ―Sacudí la cabeza desaprobadoramente, e intenté no imaginar lo que se sentiría ganar esa cantidad de dinero.

Angela, Rosalie y Jasper intercambiaron una mirada, antes de romper en risas.

―No, ese era el total de ayer. Hoy está a cerca de cuatro mil doscientos ―dijo Angela. Sentí el color drenarse de mi cara mientras mi corazón se hundía. ¡Santo cielo! Eso es como, ¡oh, Dios, ni siquiera puedo definirlo! ¡Son como doscientas chicas, todas queriendo acostarse con mi novio!

—¡Oh Dios mío! ¿En serio? —pregunté mientras tragaba el nudo que rápidamente estaba formándose en mi garganta. La idea de todas esas chicas lanzándose a sí mismas hacia mi chico, literalmente me hizo sentir un poco enferma. Angela asintió y parecía un poco comprensiva; como si supiera lo que yo estaba pensando.

Rose y Jasper sólo parecían emocionados porque obviamente no tenían ni idea de que yo estaba con Edward. Afortunadamente, la campana sonó, así que todos no dirigimos a clases.

A la hora de comer comenzaría a hacer mi jugada por Edward. La gente necesitaba ver que al menos lo estaba intentando. No podía sólo anunciar que había dormido con él, así que necesitaba que la gente me viera haciendo el esfuerzo. No lo había hablado con Edward, pero un pequeño coqueteo inofensivo en el almuerzo no debería ser tan difícil. Mientras llevaba mi bandeja de comida a través de la cafetería a nuestra mesa habitual, me volteé hacia mis amigos.

—Chicos, voy a hacer mí jugada por Edward para la apuesta. Sentémonos con mi hermano hoy, ¿sí?

Angela me dio una mirada de complicidad y me guiñó el ojo y nos dirigimos hacia la mesa de los atletas. La mesa de los atletas estaba casi llena de chicas, todas ellas coqueteando desvergonzadamente con Edward. Sonreí ante su expresión; parecía incluso más enfadado ahora que antes. Miré a la chica sentada al lado de Edward; ella había terminado su almuerzo y estaba mirándolo fijamente, con una expresión coqueta en su rostro.

—Oye, Victoria. Escuché que alguien golpeó tu auto en el estacionamiento, ¿fue mucho el daño? —pregunté inocentemente.

Ella jadeó y se puso de pie de un salto.

—¡Mierda! ¡Es el auto de mi mamá! —gritó, mientras se volteaba y echaba a correr.

Escuché a mis amigos echarse a reír detrás de mí mientras se sentaban en la parte más alejada de la mesa.

—Hola, Edward. —Le sonreí mientras me dejaba caer en la silla al lado de él.

—Hola, Ángel —respondió, sonriéndome. Miré alrededor para ver si estaba recibiendo miradas mortales de todas las chicas cerca, obviamente porque ya me había ganado una sonrisa—. ¿Alguien golpeó el auto de Victoria? —preguntó, comiéndose su sándwich de atún.

Me encogí de hombros y sacudí la cabeza.

—Nah. Sólo lo dije porque quería sentarme aquí.

Se echó a reír.

—Sabía que me deseabas —bromeó, guiñándome un ojo.

—Bueno, quién no lo hace —respondí, sonriendo y mirando alrededor de la mesa a las chicas que estaban tratando de matarme con los ojos. Agarré mi botella de agua y fingí tratar de abrirla—. Edward, ¿puedes abrirla por mí? —pregunté, haciendo pucheros ligeramente.

—Ángel, si sigues haciendo pucheros, el viento cambiará y te quedarás atorada así —bromeó, sonriendo y quitándome la botella. La abrió fácilmente y me la pasó de nuevo.

—Gracias. —Sonreí, haciendo caso omiso de su comentario—. Vaya, nunca me di cuenta lo fuerte que eres. Debes ejercitarte un montón, ¿eh? —ronroneé, deslizando mi dedo hacia abajo por sus bíceps, mordiéndome el labio seductoramente. Me miró con lujuria, con los ojos fijos en mi boca. Sólo a partir de la expresión de dolor en su rostro, podía decir que quería darme un beso. Él no respondió—. ¿Entonces? ¿Te ejercitas mucho? Porque debes hacerlo, quiero decir, tu cuerpo es, mmm… —Mi voz se desvaneció, y lo examiné lentamente. Tragó.

—Er, supongo, sí un poco —murmuró, todavía mirándome un poco sorprendido y desconcertado.

No quería que esto llegara demasiado lejos, por el momento sólo estaba estableciendo el escenario para mi victoria. Rompí el contacto visual y comencé a comerme mi comida, lentamente, dejando que el tenedor se quedara en mi boca más tiempo del necesario.

—Oh Dios —gemí, cerrando los ojos mientras masticaba lentamente—. Esto está tan bueno —jadeé. Lo escuché gemir en voz baja a mi lado y supe que mis ruidos sexuales estaban llegándole. Lo miré—. Edward, deberías probar esto —ronroneé

seductoramente. Él tenía una expresión adolorida en su rostro mientras me miraba fijamente con la boca ligeramente abierta. Sacudió la cabeza un poco, como si estuviera tratando de alejar un pensamiento y yo me tragué una risita. Oh mierda, iba a hacerme pagar por esto más tarde.

—Er, OK sí —dijo. Sonreí y agarré un tenedor lleno de mi pasta y lo guie hacia su boca para alimentarlo.

Un pedacito de pasta cayó del tenedor a sus pantalones vaqueros.

—¡Oops, lo siento tanto! —Hice una mueca, mirándolo a modo de disculpa.

—No te preocupes por eso, Ángel. —Me sonrió y lo sacudió con su mano.

OK, ¡podía hacer que esto funcionara a mi favor! Agarré una servilleta y le limpié los pantalones vaqueros con ella. Era a medio muslo así que me aseguré de limpiar sólo un poco más arriba, mientras lo miraba a través de mis pestañas. Lo escuché tragar audiblemente mientras un ligero bulto comenzó a aparecer en sus pantalones el cual rápidamente cubrió con su brazo.

—Ahí. Listo —coqueteé.

—Er… Gracias —murmuró, cerrando los ojos y suspirando. Sonreí triunfalmente. ¡Ja! ¡Tomen eso, chicas! Miré alrededor de la mesa para ver si todas estaban mirándome. Ya sean expresiones sorprendidas o enojadas estaban pegadas a cada rostro femenino. Solté una risita, y le guiñé el ojo a Jessica quien se había vuelto roja por el enfado.

—Mejor me voy. Tengo que hablar con la Sra. Francis acerca de mi proyecto científico —dije, levantándome y sonriendo de oreja a oreja.

Edward agarró mi mano y me jaló de nuevo hacia el asiento.

—¿Qué fue eso? —preguntó, luciendo ligeramente confundido.
Me encogí de hombros y le sonreí.

—¿No tengo permitido ser amigable contigo, Edward? Quiero decir, eres el mejor amigo de mi hermano después de todo. Siempre estás pasando el rato en mi casa así que sólo pensé que debería ser cortés.-

—Cortés, claro —contestó, sonriéndome.

Le lancé un guiño y me levanté para ir con mis amigos. Cuando pasaba junto a Jessica y las porristas me incliné hacia abajo y le susurré al oído.

—Supera eso —me burlé, partiéndome el culo de la risa.

Agarré la mano de Angela, haciéndola caminar un poco por delante de Rosalie y Jasper quienes estaban conversando algo sobre una galería de arte a la que Rose quería ir el fin de semana. Rosalie estaba un poco chiflada por el arte.

—Angela, creo que necesito tomar la píldora. ¿Todavía está abierta al público la clínica de planificación familiar en la calle Rose después de la escuela? —pregunté.

Asintió en confirmación. Sabía que ella sabría, había tenido un pequeño accidente hace aproximadamente un mes con un condón roto y había ido ahí por la píldora del día siguiente.

—Sí, desde las cuatro hasta las ocho —respondió, mirando por encima del hombro para asegurarse de que nadie pudiera oírnos—. Así que, vas a dar el paso, ¿eh? Creo que es genial. Definitivamente deberías tomar la píldora. ¿Quieres que vaya contigo? —preguntó de forma casual. Sabía que lo decía en serio; era la mejor amiga que una chica podía pedir.

—Todavía no estoy lista, pero no quiero quedarme corta o algo, quiero decir, debe tomar un tiempo que entre en tu sistema o algo. ¿Entonces no te importa venir conmigo? Realmente lo apreciaría —admití, mirándola con agradecimiento. Estaba muy nerviosa acerca ir por mi cuenta, y no se sentía bien pedirle a Edward que viniera. No era exactamente el tipo de cosas que un chico hace.

—¡Por supuesto que no! Tú has estado ahí conmigo un montón de veces. —Ella entrelazó su brazo a través del mío—. Y también hoy tengo mi auto, así que ni siquiera necesitamos caminar.

Sonreí.

—Gracias, Angie. —Suspiré felizmente y nos dirigimos hacia los casilleros. Agarré todos los libros que necesitaba para la tarde, metiéndolos en mi bolso—. Sólo necesito decirle a Emmet que lo veré en casa. Te veré en clases —expliqué, volteando en dirección al casillero de Emmet. Divisé a Emmet y a Edward conversando con algunos de sus otros amigos del equipo—. Hola, chicos —canturreé a medida que me acercaba a ellos. Todos me miraron, sabía que le gustaba a algunos de los chicos del equipo; era obvio por la forma en que me miraban fijamente. Sin embargo nunca ninguno hacía un movimiento… eso probablemente era obra de Emmet.

—Hola, Bella. ¿Cómo estás? —preguntó Damon, examinándome lentamente.

—Bien gracias, ¿y tú? —pregunté educadamente.

—Mucho mejor por verte —respondió, sonriéndome.

Emmet le dio un coñazo en el brazo, haciéndome reír.

—Amigo, ¡hermana menor! —chilló furiosamente.

—Emmet, sólo quería decirte que no iré a casa contigo esta noche. Angela necesita que vaya con ella a hacer algo después de la escuela. Simplemente te veré en casa más tarde —dije, sonriendo. Pude ver a Edward frunciendo el ceño luciendo un poco decepcionado.

—Bueno, tengo trabajo esta noche, así que habría sido Edward quien te llevara a casa de todas formas —respondió Emmet, encogiéndose de hombros casualmente.

Miré a Edward y sonreí.

—Cierto, sí, lo olvidé. Bueno, lamento perderme eso. —Él me regresó la sonrisa y mi corazón casi se detuvo porque era tan apuesto. Me giré para irme caminando antes de detenerme de nuevo, con una idea formándose en mi cabeza. Volteé de nuevo hacia él y lo miré, burlonamente—. Oh, por cierto, Edward, el bote va por más de cuatro mil dólares ahora. Eso son más de doscientas chicas.

Sus ojos se ensancharon.

—No me jodas, ¿en serio? —preguntó, luciendo sorprendido, y francamente, un poco asustado. Emmet estaba partiéndose de la risa, y los otros chicos a nuestro alrededor estaban mirándonos como si nos hubiésemos vuelto locos.

—En serio —confirmé, guiñándole un ojo a Edward y alejándome, riéndome de su cara de disgusto.

***

Después de la escuela, Angela me llevó a la clínica de planificación familiar. Tomé un número y porque no había estado allí antes, tuve que llenar un montón de formas sobre mis datos personales, vida sexual actual y mi historial médico. Después de aproximadamente una hora de espera, me llamaron a través de una sala blanca y estéril, donde una señora estaba esperando allí por mí.

―Hola, Isabela. Adelante ―dijo, sonrió y señaló una silla.

―Solo Bela, Hola ―dije con voz ronca, nerviosa, sentándome frente a ella.

―Bueno Bella, No tienes que estar nerviosa. ¡No voy a morder! ―se rió. Le sonreí nerviosamente―. Así que, ¿qué puedo hacer por ti hoy? ―preguntó ella, hojeando las formas que había llenado.

―Bueno, mi novio y yo nos estamos volviendo muy serios y estamos hablando de tener relaciones sexuales, por lo que quería ir a la píldora. ¿Eso es algo que puedo hacer aquí, o tengo que ir a mi propio médico? ―pregunté, jugando con mis manos, sonrojándome.

Ella sonrió amablemente.

―Por supuesto que puedes hacerlo aquí. Aquí dice que eres virgen ―dijo, ojeando a través de mis formas de nuevo.

―Er, sí lo soy. ―Me ruboricé aún más, deseando que la tierra se abriera y me trague.

―No tienes que estar avergonzada, Bella. Creo que es fantástico que estés aquí. Veo tantas chicas jóvenes que no piensan en ir tomando la píldora hasta que es demasiado tarde. Es refrescante tener a una jovencita siendo tan responsable―dijo, acariciando mi mano. Di un suspiro de alivio y sonreí. Pensé que iba a tener una conferencia de por qué no debería tener relaciones sexuales a mi edad y cómo debería estar esperando―. Está bien, sólo tengo que conseguir cierta información, como tu presión arterial, peso y esas cosas. Luego podemos hablar de cuál te sentará mejor, ¿de acuerdo?

Después de que terminé con mi presión arterial, peso y mi índice de masa corporal ambas fuimos a sentarnos de nuevo cerca de su escritorio.

―Bien, bueno te recomiendo que vayas por la píldora combinada. La vas a tomar todos los días, a la misma hora cada día durante tres semanas, luego no la vas tomar por una semana que será cuando tengas tu período. Es muy eficaz y es lo que la mayoría de las jovencitas buscan ―explicó, sonriendo.

Asentí y sonreí, porque todo parecía estar cayendo en su lugar.

―Eso suena bien.

Tomó su libreta y escribió una receta.

―Puedes retirar esto lleno justo al lado. Te he dado un suministro de tres meses para que pueda ver cómo te va. La próxima vez, si todo está bien, entonces vamos a ir a por seis meses ―explicó.

―Sí, gracias. ―Sonreí con gratitud porque había hecho esto mucho más fácil para mí de lo que pensé que sería.

―Así que, te voy a dar un folleto para leer, pero las cosas importantes a tener en cuenta son: hay que tomarlo a la misma hora cada día, y tienes que tomarla todos los días aparte de tu semana de descanso. ―Sonrió y me dio la receta―. Asegúrate de leer el folleto sobre lo que hay que hacer si te olvidas de una, o si vomitas después de tomarla, ya que eso pueden dejar de hacerlo funcionar. Te voy a dar algunos de estos para mantenerte a salvo hasta que estés al ritmo de tu píldora, está bien. ―Agarró un puñado de condones y los puso en una bolsa de papel para mí.

―Oh, gracias ―murmuré, tomándolos con agradecimiento.

―Bueno, gracias por venir, Bella. Te veré en tres meses. ―Se levantó y tendió su mano hacia mí, marcando el final de la cita.

Se la estreché, sonriendo.

―Gracias. ―Caminé hacia la puerta, sonriendo de oreja a oreja. ¡Vaya, eso fue más fácil de lo que pensaba!

―Oye, ¿cómo te fue? ―preguntó Angela, levantándose de su asiento.

―Sí, muy bien. Tengo que ir a llenar mi receta, y entonces estoy lista. ―Enganché mi brazo a través del suyo, tirando de ella hacia la puerta.

―¡Vaya, no puedo creer que vayas a tirarte  a Edward Cullen! ―chilló ella, emocionada.

―Todavía no lo hago. Necesito saber que puede esperar por mí. No estoy lista para eso aún ―le dije con sinceridad.

―Él va a esperar por ti. Se ve que está loco por ti. ―Kate sonrió feliz y suspiré.

Realmente esperaba que eso fuera cierto. Llené mi receta y Angela me dejó en casa. Emmet aún estaba en el trabajo, así que me hice un sándwich y me senté a la mesa para hacer mi tarea. Una vez que hube terminado, miré el reloj. No era sino las ocho; tenía una hora más hasta que Emmet volviera a casa. Sonreí y agarré mi teléfono, marcando a Harry, apenas capaz de contener mi emoción.

―Hola, ángel ―respondió él, sonando ridículamente feliz.

―Hola. ¿Quieres venir? ―le pregunté, mordiendo mi labio de entusiasmo.

-claro voy para allá- 

Capítulo 26: Capitulo 26 Capítulo 28: 28

 
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