El chico que se escabulle por la ventana de mi habitación +18

Autor: elizabet_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 12/08/2013
Fecha Actualización: 29/10/2013
Finalizado: NO
Votos: 21
Comentarios: 99
Visitas: 71907
Capítulos: 38

Bella Swan y su hermano mayor, Emmet tienen un padre abusivo. Una noche, el mejor amigo de su hermano, Edward, la ve llorando y trepa por su ventana para confortarla. Aquella acción desata una relación de amor/odio que se extiende por los próximos ocho años.

Su relación siempre ah sido incierta, pero ¿Qué sucede cuando Bella empieza a ver al mejor amigo de su hermano un poco diferente? ¿Y cómo su hermano, que siempre ha sido un poco sobreprotector, reaccionara cuando se dé cuenta que el par se está acercando más?

 

Hola, este es mi primer fic NO es mio solo es una adaptacion de un libro, espero lo disfruten como yo pues ami me encanta jeje ok 

REPITO:la historia NO es mia solo una adaptacion

Los personajes son propiedad de S.M

 

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Capítulo 36: A ellos también

Bella —dijo en voz baja. Sonrió y sentí aumentar la bilis en mi garganta.

—¿Bella? —repitió la señora, mirando entre él y yo—. ¿Tu hija, Isabela? —preguntó, con una sonrisa tirando de sus labios. Mi padre asintió con la cabeza, sin separar sus ojos de los míos. Me sentí como un venado atrapado en los faros de un coche que se aproxima y lo único que puede hacer es prepararse para el impacto.

—Bueno, es grandioso al fin conocerte. He oído a Charlie y Jacob hablar tanto de ti que ya siento como si te conociera —dijo la señora, sonriéndome con gusto.

Traté de devolverle la sonrisa y fingir que todo estaba bien, que no estaba a punto de desmayarme en cualquier segundo, que no estaba a unos cinco segundos de tumbar la casa a gritos.

—Igualmente, Sue—contesté en voz baja, arrastrando mis ojos de él.

—¿Qué estás haciendo aquí,Isabela? —preguntó mi padre, levantando las cejas y sonriendo con una media sonrisa. El sonido de su voz envió escalofríos por mi columna mientras trataba desesperadamente de no recordar mi infancia. Tenía pesadillas con su voz, sus ojos, la forma en que se paraba tan derecho y cómo sus puños siempre estaban cerrados, igual que ahora.

—Yo... yo vine con Jacob. Él está... él esta se está cambiando —tartamudeé.

Inmediatamente me regañé mentalmente por mi tartamudez. Sus viejas reglas volvieron, enderézate, habla claro, no murmures. Sue sonrió.

—Bueno, es genial que estés aquí. ¿Te gustaría quedarte a cenar? Creo que vamos a pedir comida, porque no tenemos muchos alimentos aquí. No pensábamos volver hasta tarde esta noche, pero Seth ha estado enfermo toda la semana, así que volvimos temprano —explicó Sue mientras besaba la cabeza del bebé con suavidad.

Ella parecía muy agradable, demasiado buena para este imbécil abusador.

Negué con la cabeza, incapaz de hablar de nuevo. Me temblaban las manos, así que las apreté juntas con fuerza, tratando de mantener el control y no lanzarme al suelo a llorar.

—¿Estás segura? No es molestia. Nos encantaría que te quedaras para la cena, ¿no es así, Charlie? —continuó, sonriéndole, completamente ajena a lo que yo estaba viviendo mi peor pesadilla en estos momentos.

Él asintió con la cabeza, su mirada viajó a lo largo de mi cuerpo, haciéndome sentir escalofrío.

—Estoy segura, gracias —dije en voz baja, quebrándome un poco al final.

El niño empezó a llorar de nuevo. Los ojos de Sue se agrandaron mientras miraba a Charlie.

—Voy a darle un poco de medicina y a dormirlo —dijo, levantando la cabeza hacia la despensa, de la que sacó una botella de medicina y una cuchara.

Mi padre anduvo un par de pasos hacia mí y yo retrocedí contra la puerta, mi respiración salió entrecortada. Le eché un vistazo a mi teléfono abierto y marqué el numero de Jacob, era la persona más cercana, si tan sólo pudiera llamarlo y decirle de alguna manera que bajara, podríamos irnos.

—¿Cómo has estado, Isabela? He estado tratando de verte por años, pero tu hermano no me dejó —afirmó con sorna en la palabra hermano.

¿Había estado tratando de verme y Emmet no me dijo? ¿Por qué diablos no iba a decirme algo así? Conociendo a Emmet, probablemente pensó que me estaba protegiendo. Miré a la madre de Jacob en busca de ayuda, ella estaba regresando la botella de medicina.

—He estado muy bien, gracias —contesté. Miré mi teléfono, que todavía estaba tratando de conectar, Jacob no respondía. ¡Maldita sea!

—Voy a llevar a Seth a la cama y vuelvo para hacer un poco de café o algo. — Sugirió Sue, sonriéndome amablemente.

—Está bien, amor —respondió mi padre, sin apartar sus ojos de los míos.

Tragué saliva, ¡no podía estar allí sola con él!

—¿Puedo ir contigo? —pregunté con desesperación. Sue me miró un poco sorprendida—. Me gustaría ver el cuarto de Seth, si eso está bien —mentí con rapidez. De ninguna forma me quedaría aquí con él.

—No creo que eso sea una buena idea, Isabela, Seth no está bien. Puedes ver su habitación en otro momento —interrumpió mi padre antes de que Sue pudiera contestar.

Sue sonrió.

—Ya vuelvo. —Se dirigió fuera de la habitación con el niño aferrado a su cuello.

Di un paso a un lado y casi salgo corriendo de la habitación después de ella. Tan pronto lo pasé, agarró mi muñeca, halándome para que me detuviera, lo que casi me hace caer. Sentí el grito tratar de salir de mi garganta, pero me lo tragué, no podía demostrarle cuanto poder tenía sobre mí.

—Te ves hermosa, Isabela. Igual a tu madre cuando tenía tu edad. Siempre has sido un jodido durazno —ronroneó, lamiéndose los labios mientras pasaba su mano por mi mejilla.

Levanté mi rodilla y le di un rodillazo tan fuerte como pude en la ingle, tirando mi brazo de su agarre y corriendo por el pasillo tan rápido como mis piernas pudieron llevarme. Aunque no tenía ni idea de a dónde debía ir. Había venido en el coche de Jacob, así que no quería simplemente salir corriendo de la casa sin un lugar al que ir. En vez de eso, corrí hacia las escaleras, pasando el pasillo hasta que me detuve en una puerta con un anuncio de “Entre bajo su propio riesgo” colgando. Tenía que ser la habitación de Jacob. No me molesté en tocar, sino que entré azotando la puerta detrás de mí y estallando en sollozos histéricos mientras me inclinaba contra ella.

—¡Bella! ¿Qué demonios? —exclamó Jacob. Alcé la vista y allí estaba, de pie envuelto en tan sólo una toalla, con el cuerpo mojado acabando de salir de la ducha. Me retiré de la puerta y me lancé hacia él, abrazándolo con fuerza, ignorando el agua que goteaba de su pelo sobre mí mientras sollozaba en su cuello.

—¿Qué pasa? ¡Bella, por amor de Dios! ¿Qué pasó? —preguntó desesperadamente mientras frotaba las manos por mi espalda tratando de calmarme.

—Necesito ir a casa. ¡Necesito irme, ahora mismo! —grité. Mis piernas apenas me sostenían, él estaba soportando a la mayor parte de mi peso. Probablemente lo estaba lastimando dada la fuerza con que me aferraba a él, pero no se quejaba.

—¿Qué pasa? —preguntó, separándome para mirarme.

—¿Jacob, por favor? —Me atraganté.

Él asintió con la cabeza y me arrastró hasta la cama para que me sentara.

—Tengo que vestirme —dijo, ruborizándose.

Asentí con la cabeza y cerré los ojos, tratando de imaginar a Edward, lo necesitaba para calmarme, no podía entrar en crisis aquí. Lo escuché moverse vistiéndose. Menos de un minuto más tarde, tomó mi mano.

 

Envolvió su brazo a mi alrededor, acercándome a su lado, mientras abría la puerta que nos llevaba rápidamente por las escaleras. Me puse rígida cuando su madre salió de la sala de estar.

—¡Mierda! ¿Qué están haciendo en casa? —preguntó, sorprendido.

Ella sonrió con cierta tristeza.

—Seth no está bien. Se puso enfermo ayer por la noche y ha estado incómodo durante todo el día, así que vinimos antes —explicó, abriendo los brazos para abrazarlo.

Se apartó de mí y sentí mi aliento entrecortado en mi garganta por estar por mi cuenta. Él le dio un rápido abrazo.

—Te extrañé —susurró ella, dándole palmaditas en la espalda.

Él sonrió y la besó en la mejilla.

—Yo también. Mira, mamá, tengo que llevar a Bella a su casa, su hermano la necesita —mintió, pasando de nuevo su brazo sobre mí rápidamente.

Ella sonrió con tristeza.

—¿Segura de que no puedes quedarte a cenar, Bella? A Charlie le gustaría pasar algún tiempo contigo.

¿Pasar tiempo conmigo? ¿Es una maldita broma? Negué con la cabeza.

—No puedo —susurré.

Mi padre caminaba por la esquina, así que me encogí al lado de Jacob, apretándome contra él con tanta fuerza que dolía. Su brazo se apretó a mi alrededor, aunque no sabía por qué estaba actuando de esa manera.

Realmente era un gran hermanastro.

—Hola, Charlie —saludó Jacob, con rigidez.

—Hola, Jacob. ¿Siendo acogedor con mi hija? —preguntó, su voz dura me hizo estremecer.

—Me tengo que ir —susurré desesperadamente, enterrando mis dedos en su costado.

—Los veré más tarde —dijo Jacob volteándose y empujándome delante de él para colocarse entre mi padre y yo mientras caminábamos hacia la puerta.

Prácticamente corrí hasta su auto, mirando hacia la puerta todo el tiempo en caso de que viniera a buscarme. Aunque sabía que no lo haría. Necesitaba mantener su papel frente a su esposa y Jacob, pero eso no impedía que el pánico se elevara en mi pecho. Jacob me miró preocupado mientras aceleraba por las calles.

—¿Estás bien, Bella? Te ves muy pálida y estás temblando —dijo, tomando mi mano.

Asentí con la cabeza. —Quiero ir a casa —escupí.

—Está bien, shh. Te llevaré a casa. —Frotó su pulgar sobre la palma de mi mano mientras se dirigía a mi casa. Apreté los ojos cerrados. Realmente no había cambiado nada, la forma en que me miró me revolvió el estómago. ¡Oh Dios, necesitaba a Edward!

Después de unos diez minutos de estar tratando de pensar en otra cosa que no fuera mi padre, nos detuvimos en mi entrada. Me lancé del auto y corrí hacia la casa, rezando porque Edward todavía estuviera allí. Abrí la puerta y lo vi sentado en el sofá jugando PlayStation con Emmet. Ambos levantaron la mirada cuando entré. Edward me sonrió con alegría antes de que su rostro se ensombreciera. Se levantó del sofá mientras corría hacia él.

—¿Qué demonios? —gritó furioso, mirando a Jacob que venía detrás de mí.

Me lancé hacia él, sollozando. Vaya, lo necesitaba, era lo único que me mantenía cuerda cuando mi mundo comenzaba a desmoronarse. Me envolvió en sus brazos con fuerza, volteándome lejos de Jacob, con todo el cuerpo y estresado.

—¿Qué diablos está pasando? —gritó Emmet, dando un paso hacia Jacob, luciendo muy enojado.

—No lo sé. Me estaba cambiando cuando ella simplemente se volvió como loca y comenzó a llorar. ¡Emmet, yo no le hice nada! —exclamó Jacob sonando un poco asustado.

Emmet me agarró del brazo, tirando de mí lejos de Edward.
 
—¿Bella, él te lastimó? —me preguntó con fiereza, señalando acusadoramente a Jacob.

Negué con la cabeza, tratando de hablar. ¿Pensaban que Jacob me había hecho daño?

—Fui a su casa. Se suponía que no estaría ahí. —Lloré, mis piernas no soportaron mi peso. Edward me agarró de la cintura antes de que cayera al suelo y me levantó rápidamente, se sentó, tirando de mí en su regazo, retirando el pelo de mi cara y besándome en la mejilla.

—Shh está bien, Ángel. Todo está bien —susurró.

—¿Quién no se suponía que iba a estar allí? Alguien tiene que decirme qué demonios pasó. ¡AHORA MISMO! —gritó Emmet cada vez más enojado y furioso.

—Charlie —dije con voz ronca.

Los ojos de Emmet se ampliaron, sus manos se cerraron en puños, su mandíbula se mantuvo apretada. Sentí los brazos de Edward apretarse más a mi alrededor.

—¿Lo viste? —preguntó Emmet, su voz sonaba realmente amenazadora.

Asentí con la cabeza y lo vi mirar a Jacob de nuevo, como si de alguna manera fuera su culpa.

—¿La llevaste a tu casa y dejaste que ese imbécil se le acercara? —gruñó Emmet, haciendo que Jacob se estremeciera.

—¡Yo no sabía que estaba allí! No se suponía que estuviera allí. Llegaron temprano a casa, mientras yo estaba en la ducha —protestó, manteniendo sus manos en alto inocentemente mientras Emmet lo miraba como si quisiera matarlo. Si las miradas mataran, Jacob estaría muerto ahora mismo.

—¿Qué hizo, Ángel? —susurró Edward, empujando mi cara para que pudiera verlo.

Negué con la cabeza. ¿Podría decirles? Si lo descubrían, no tenía duda de que irían hasta allá en un futuro muy, muy cercano y se meterían en problema.

—Dime —ordenó Edward.

Lo abracé con fuerza, no podía mentirle.

—Él.... me agarró del brazo. Me dijo... que me veía hermosa, como mi mamá a mi edad, y que yo era un ma... maldito du... durazno —susurré, apenas capaz de articular palabra, mi voz subiendo y bajando entre sollozos.

Los brazos de Edward se apretaron a mi alrededor, tan fuerte que en realidad empezaban a dolerme las costillas.

— Edward, me haces daño. —Me quejé, apretando mis manos en su pelo. Sus brazos me soltaron al instante, pero su cuerpo estaba tan tenso que probablemente estaba dándole una úlcera.

Emmet agarró las llaves.

—Voy a ir. ¿Vienes Edward? —preguntó Emmet, caminando hacia la puerta. ¡Oh, diablos, no! ¡No podía permitir que se metieran en problemas!

Edward me levantó de su regazo y me sentó en el sofá.

—Vigílala —le dijo a Jacob con severidad, mientras se puso de pie para irse.

—¡No! —grité, agarrando la mano de Edward —. ¡Emmet no! —supliqué.

—No voy a dejar que te haga daño otra vez —gruñó Emmet.

—No lo hará. No se acercará a mí. Ha sido mi culpa, no debí ir a casa de Jacob. No debía tomar ese riesgo. Por favor, por favor no lo hagas. No puedo ver que se metan en problemas. Te necesito. Los necesito a los dos. Por favor no me dejes sola —le supliqué mientras apretaba la mano de Edward

—Por favor —rogué halándolo cerca de mí de nuevo.

Él suspiró y miró a Emmet.

—Ella tiene razón, Emmet. No podemos ir si él no hace nada primero. Se saldría con la suya y seríamos nosotros los que nos meteríamos en problemas —razonó Edward. Me relajé. Edward estaba siendo sensato; él siempre pensaba bien las cosas, no como Emmet.
 
—¿Qué quieres decir con “hacerle daño de nuevo”? —preguntó Jacob en voz baja.

Los tres lo miramos. Emmet habló primero.

—Nada. Creo que deberías irte, Jacob. —Él asintió con la cabeza mirando hacia la puerta, señalándole que se fuera.

Jacob negó con la cabeza.

—No. Bella, me prometió que me diría qué era todo esto —dijo, mirándome suplicante.

Tiene razón, le dije eso. Emmet me miró, dejándome tomar la decisión.

—Yo le dije eso —confirmé, asintiendo con la cabeza y cerrando los ojos, presionándome contra Edward de nuevo. ¡Vaya, esto iba a ser tan duro!

 

POVEDWARD

La halé de nuevo a mi regazo, deseando que se acercara a mí. Mi corazón no había vuelto todavía a la normalidad después de haberla visto sollozar así. Estaba tan molesto que mis dientes se apretaban con tanta fuerza que mi mandíbula dolía, tratando de mantener el control. Quería ir ahí y golpearlo hasta que no quedara nada de él, pero ella tenía razón, seríamos nosotros los que nos meteríamos en problemas y ella no necesitaba más estrés en este momento.

Emmet le hizo un gesto a Jacob para que se sentara en el sofá frente a nosotros y se sentó a su lado. Ambos se veían estresados. Bella se acurrucó en una bola en mi regazo, halando sus rodillas y enterrando la cara a un lado de mi cuello. La balanceé gentilmente mientras escuchaba a Emmet contándole a Jacob sobre los abusos de cuando eran niños, cómo su padre había tratado de atacar a Bella y la forma en que lo había echado de la casa hace tres años. Dejó salir lo del abuso sexual del que nadie sabía mucho porque ella se negaba a hablar de eso. Todo el tiempo Jacob simplemente se sentó allí, jugando con sus manos. ¿Por qué no lucía como en shock con todo esto? Si alguien se sentara allí y me dijera que su padre lo había abusado por años, creo que por lo menos estaría un poco en shock, ¿no es así? Después de más o menos diez minutos bajé la mirada hacia Bella para ver que estaba dormida en mis brazos. Se veía tan triste y vulnerable; su cara estaba todavía roja de llorar. No dejaría que algo la volviera a herir nunca. Agité la mano hacia Emmet para llamar su atención.

—La voy a poner en su cama —susurré, incorporándome y tratando de mantenerla inmóvil mientras la cargó hacia su cuarto, recostándola en su cama. Gimoteó y se acurrucó más cerca de mí, así que me recosté con ella por un par de minutos hasta estuviera de nuevo en un sueño profundo. Besé su frente y volví a la sala. Jacob tenía la cabeza entre sus manos.

Emmet se veía realmente enojado otra vez.

—¿Qué está mal? —pregunté, mirando entre ellos dos.

Emmet me miró, parecía en serio estresado y preocupado. No veía a Emmet así muy seguido, siempre era muy fuerte y de hecho me hacía sentir un poco enfermo verlo así ahora.

—Lo está haciendo de nuevo. Ha golpeado a Jacob y su mamá algunas veces — gruñó Emmet, viéndose disgustado.

¡Maldición! Le dije a Emmet que debimos haber llamado a la policía en vez de sólo patearlo fuera, pero insistió en que no quería que Bella pasara por eso. ¡Y ahora él se lo estaba haciendo a alguien más!

—Mi mamá estaba hablando sobre dejarlo el año pasado. Entonces en su lugar nos mudamos aquí. Ella dijo que era un inicio fresco y que todos deberíamos empezar de nuevo, pero no ayudó —dijo Jacob tristemente. Me arrodillé a su lado y puse mi mano sobre su hombro. Realmente no lo conocía tan bien, era más el amigo de Ángel que el mío, pero sabía que era un buen chico.

—Jacob, ¿tu mamá aún quiere dejarlo? —pregunté, mirando a Emmet, quien parecía listo para explotar en cualquier minuto. Tendría que vigilarlo de cerca. Si el momento llegaba entonces estaría ahí a su lado, pero no podíamos precipitarnos a nada, tenía que verse como autodefensa.

Jacob se encogió de hombros.

—No he hablado con ella acerca de ello desde que nos mudamos aquí, así que no sé. Sé que esta asustada por Seth. Él no lo ha golpeado todavía, pero tiene sólo un año —replicó, su voz quebrándose.

Apreté su hombro solidariamente. Ese idiota era una pieza realmente enfermiza.

Emmet se sentó a su lado y palmeó su espalda torpemente. Como chicos, no éramos muy buenos en reconfortar. Ángel sería perfecta para esto; era tan malditamente cariñosa y amable.

—Jacob, necesitas decirle a tu madre que él ha hecho esto antes. Podría ser el empujón que necesita para dejarlo antes de que le haga algo a Seth —dijo Emmet amablemente.

Jacob asintió, levantándose.

—Iré a casa y hablaré con ella cuando pueda.

—Jacob, si alguna vez necesitas ayuda llámame. Día o noche, ¿entiendes? Y si necesitan un lugar para quedarse algunos días, tu madre y tu hermano también, se pueden quedar aquí —dijo Emmet intensamente. Lo dice en serio, Emmet era un gran chico y nunca dejaría que alguien hiriera a su familia o amigos, supongo que técnicamente Jacob era su familia también.

—Gracias. Esperaré hasta que él no esté allí, y entonces hablaré con ella. —Asintió, viéndose muy triste, y un poco asustado.

—Llámame y déjame saber como va. Y digo en serio acerca de un lugar donde quedarse, a mi mamá no le importará, y ella no estará siquiera en casa por otras dos semanas —declaró Emmet, guiando a Jacob a la puerta. Puso su brazo alrededor de su hombro—. Todo va a estar bien —le aseguró. Jacob parecía como un pequeño niño perdido, no se veía preparado para esto para nada, pero supongo que había necesitado crecer rápido como Emmet lo hizo cuando era más joven.

—No creo que debas decirle a Bella nada de esto. Realmente no necesita nada más sobre que preocuparse, y ni siquiera sé que es lo que va a decir mi mamá acerca de todo esto —murmuró Jacob, frunciendo el ceño.

Asentí. Esa probablemente era una buena idea. Si Ángel supiera de esto estaría poniéndose toda preocupada, preocupándose acerca de Jacob y Seth, y por todo lo que sabíamos quizás su mamá no quería dejarlo en primer lugar. Podíamos decirle cuando el momento llegara.

—Sí, buena idea —estuve de acuerdo, asintiendo.

—Está bien, gracias. Nos vemos. —Sonrió tristemente y se dirigió fuera de la casa.
Emmet cerró la puerta y presionó su frente contra ella.

— Edward, necesitas darme una buena razón de por qué no debería ir allí y cortar su garganta —gruñó, todo su cuerpo rígido.

—Porque entonces tú estarías en la cárcel, y Ángel no tendría a su hermano mayor aquí para protegerla —dije rápidamente, sabiendo que Bella era la única cosa que lo mantendría calmado y contenido.

Emmet se giró hacia mi e hizo algo que nunca lo había visto hacer en su vida; se dejó caer contra la puerta, tiró sus rodillas hacia su pecho, y lloró. Sentí mis entrañas retorcerse ante la vista de eso. Estaba tan enojado de nuevo que necesitaba recordarme a mi mismo exactamente la misma razón de por qué no podía ir allí y cortar su garganta. Me senté a un lado de Emmet y puse mi brazo alrededor de su hombro mientras lloraba. No creo que jamás haya tenido una liberación adecuada antes.

Esto era tan mmm nuevo. 

Capítulo 35: Encuentro con Charlie Capítulo 37: ¡¿QUE?!

 
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