El chico que se escabulle por la ventana de mi habitación +18

Autor: elizabet_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 12/08/2013
Fecha Actualización: 29/10/2013
Finalizado: NO
Votos: 21
Comentarios: 99
Visitas: 71925
Capítulos: 38

Bella Swan y su hermano mayor, Emmet tienen un padre abusivo. Una noche, el mejor amigo de su hermano, Edward, la ve llorando y trepa por su ventana para confortarla. Aquella acción desata una relación de amor/odio que se extiende por los próximos ocho años.

Su relación siempre ah sido incierta, pero ¿Qué sucede cuando Bella empieza a ver al mejor amigo de su hermano un poco diferente? ¿Y cómo su hermano, que siempre ha sido un poco sobreprotector, reaccionara cuando se dé cuenta que el par se está acercando más?

 

Hola, este es mi primer fic NO es mio solo es una adaptacion de un libro, espero lo disfruten como yo pues ami me encanta jeje ok 

REPITO:la historia NO es mia solo una adaptacion

Los personajes son propiedad de S.M

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 38: No, esto es un error.

Me eché a reír. Maldita sea, eso fue divertido, casi me tuvo allí. Negué con la cabeza, sin dejar de reír.

—En serio, ¿qué es?

Miró de mí a Edward.

—Estás embarazada —repitió.

Dejé de reír inmediatamente. No podía estar embarazada. No, esto era un error.

—No puede ser, estoy tomando la píldora. La he tomado todos los días, no me perdí ni una sola. Las tomo exactamente a las ocho de la mañana —protesté, sacudiendo mi cabeza, tenía que ser otra cosa. Miré a Edward, que estaba mirando al doctor, con la boca abierta.

—Bueno, ¿cuándo fue tu último período? —preguntó el doctor.

Miré a Edward de nuevo.

—Hace dos semanas. Estoy tomando la píldora desde que tenía que dejarla por una semana, así que definitivamente hace dos semanas. Estoy por tener la siguiente consulta después de la próxima —le dije de manera positiva.

—¿Y, tu período, cómo era? ¿Tan pesado como lo normal? —preguntó él médico, garabateando en su libreta de nuevo. ¿Tan pesado como lo normal? Pensé en ello. En realidad, era muy ligero, pero eso era porque estaba tomando la píldora, Angela dijo que hacía sus periodos más ligeros.

—Era ligero pero sin duda lo tuve, hace dos semanas. No puedo estar embarazada —le dije con severidad.

—A veces, puedes tener periodos ligeros a través del embarazo. Se llama manchado. ¿Cuánto tiempo has estado tomando la píldora? —preguntó con curiosidad.

—Seis semanas —le contesté, en voz baja.

Esto no podía ser cierto. Por favor, díganme que esto es una especie de inmenso error, o incluso uno de esos programas de cámara oculta y la gente saltará y gritará “caíste” en cualquier momento.

—Y cuando empezaste a tomarla, ¿la tomaste el primer día de tu periodo? — preguntó.

Negué con la cabeza.

—Fue un par de semanas después de mi periodo. ¿Qué diferencia hace eso? — cuestioné, empezando a ponerme nerviosa.

—Bien, bien, cuando empezaste a tomar la píldora necesitabas comenzar el primer día de tu periodo y luego se haría efectiva de inmediato. Si la tomas dentro de cinco días, será efectiva después de dos semanas, pero si comienzas cualquier otro día, entonces necesitas usar tu segundo paquete antes de que haga efecto —
explicó en voz baja. Así que eso significa que ni siquiera empezó a funcionar hasta hace dos semanas cuando comencé mi segundo paquete y ¡había estado teniendo relaciones sexuales sin protección todo el tiempo! Edward seguía mirándolo fijamente. No había dicho nada en absoluto, ni siquiera estaba segura de que estuviera respirando. Estaba sentado tan quieto que era como una estatua.
 
—Voy a traer una máquina portátil de ultrasonido y echaremos un vistazo, ¿sí? — sugirió el doctor, sonriendo amablemente mientras desaparecía por la cortina.
 
—¿ Edward? —susurré. Estaba sinceramente asustándome, nunca había visto a nadie estar tan quieto en mi vida, no era natural. Él no respondió. El doctor volvió y observé cómo esparcía un poco de gel en mi estómago y apretaba lo que parecía un pequeño micrófono en mi estómago, rodando a su alrededor.

Oh, mierda, por favor, que esto sea un error. Se detuvo, sosteniéndolo todavía, y asintió.

—Sí, definitivamente embarazada. Diría que tenemos uno de los grandes aquí, estás a punto de las cuatro, quizá cinco semanas. ¿Quieres ver? —ofreció, sosteniendo el pequeño micrófono hacia mí.

—No —me negué, empujándolo lejos rápidamente.

No quería ver, porque entonces no sería capaz de hacer lo que necesitaba hacer. No podía tener un bebé, éramos demasiado jóvenes, arruinaría todo. Apenas habíamos empezado a salir; no era mucho. Edward se iría a la universidad pronto, no podíamos tener un bebé. No arruinaría los sueños de Edward, él siempre había querido jugar al hockey y no le quitaría eso. No podía mirar la terminal tampoco, no podía ver al bebé allí porque necesitaba estar fuerte. 

—¿No quieres ver? —preguntó el doctor, viéndose confundido.

Negué.

—No, quiero un aborto —dije con severidad.

Edward se movió. Oh, gracias a Dios, ¡por fin!

—¿Un aborto? ¿Qué? ¿Por qué?! —exclamó, sorprendido.

Lo miré, me estaba mirando, horrorizado, como si acabara de sugerirle un sello o algo así.

—Debido a que hay que hacerlo —le dije, mirando a otro lado en vez de a su intensa mirara. Me volví hacia el doctor—. ¿Puedo hacerlo hoy? ¿Qué debo hacer? —le pregunté con nerviosismo.

—Bueno, hay dos maneras: un aborto médico, que es una píldora hoy y mañana, que básicamente traería un periodo. O una cirugía que tendrías que hacerte bajo anestesia general, y que, básicamente, eliminaría todo —explicó en un tono de negocios.

Me encogí. Odiaba cómo sonaba eso, pero tenía que hacer esto. No podía pensar en él como un bebé, un pequeño Edward, porque de lo contrario no sería capaz de deshacerme de él.
 
—¿Puede darnos un minuto? —pidió Edward. El médico asintió y salió rápidamente—. Ángel, ¿Qué diablos estás haciendo? —preguntó Edward una vez que estábamos solos. Tomó mis manos, mi miró como si me hubiera vuelto loca o algo así.

—¡ Edward, no podemos tener un bebé! Tengo dieciséis años. Irás a la universidad. No podemos —expliqué, sacudiendo la cabeza.
 
Negó con la cabeza.

—Ángel, piensa esto, ¿por favor? Te amo, me amas. Quiero tener niños contigo algún día. Quiero decir, mierda, esto es mucho más pronto de lo que pensaba. — Sopló una bocanada, pasándose una mano por el pelo, nerviosamente.

— Edward, no podemos. Vas a ir a una universidad en Boston, por el amor de Dios; no puedo criar a un bebé por mi cuenta. ¡No seas ridículo! —grité, sacudiendo la cabeza. Él no estaba pensando correctamente. 

Se subió a la cama, acostándose a mi lado.

—Ángel, escúchame, ¿está bien? —rogó. Asentí y lo miré, incapaz de ver qué podría decir para hacer esto correcto. No había nada que él pudiera sugerir, no había otra manera—. Te amo más que a nada en este mundo. Antes de que esto sucediera iba a rechazar mi beca e ir a una universidad aquí en cambio —comenzó.
Abrí la boca para decirle que estaba siendo estúpido, pero me tapó la boca, mirándome suplicante—. Quería pedirte que vinieras conmigo a Boston. Pero no podía pedirte que te alejaras de tu casa, de Emme t y de tus amigos, así que decidí quedarme aquí contigo, en su lugar —dijo, encogiéndose de hombros.

Cristo, es tan adorable, dulce y considerado. Pero, ¿cómo demonios algo de esto relacionado con nosotros teniendo un bebé, significa que él probablemente no iría a la universidad de todos modos ya que tendría que abandonar y conseguir un trabajo? Yo tendría que abandonar la escuela sin siquiera graduarme.

Él sonrió mientras continuaba tratando de convencerme.

—Podemos hacer que esto funcione; sé que mi mamá nos ayudará. Iré a la universidad y conseguiré un empleo en las noches y los fines de semana para ganar algo de dinero. Tú podrías terminar la escuela por correspondencia, o podríamos tener una niñera para que pudieras ir a la escuela. O tal vez incluso mi mamá lo haría —sugirió, mirándome esperanzadamente—. Este de aquí es nuestro primer bebé, Ángel. Es un bebé que hicimos juntos. ¿Puedes pensar en ello, por favor? Será difícil por cierto tiempo, pero una vez que firme un contrato con un equipo, seré capaz de darte cualquier cosa que quieras. A ustedes dos —arrulló, frotando ligeramente su mano sobre mi estómago.

— Edward, no quiero arruinar tu futuro —susurré.

Él sonrió y me besó suavemente.

—Ángel, tú eres mi futuro —contrarrestó él, deslizando la mano bajo mi top, y ubicándola en mi estómago.

Miré su apuesto rostro; sus ojos verdes estaban centelleando con amor mientras acariciaba mi estómago con la mano.

—No hice esto para atraparte —dije nerviosamente.

Él se echó a reír y puso los ojos en blanco.

—Me atrapaste cuando tenías cuatro años de edad. Estabas usando un vestido azul oscuro con un lazo en la espalda, y pequeñas medias blancas. La primera vez que te vi estuve atrapado. Esto, —Dibujó un pequeño patrón en mi estómago con un dedo—, esto es una bendición. Seguro, no estaba esperando esto hasta dentro de unos cinco o seis años, pero aun así… es una bendición —dijo, sonriendo.

¿Podíamos realmente hacerlo? ¿Él se quedaría aquí conmigo?

—¿En realidad te quedarías aquí conmigo y renunciarías tu beca? —pregunté un poco conmocionada. Trabajó tan malditamente duro por esa beca, era una oportunidad tan increíble, ¿y renunciaría a eso por mí y un bebé?
Él sonrió.

—Ángel, si quieres deshacerte del bebé porque no lo quieres, entonces podría entender, pero no hagas esto por mí. Quiero quedarme aquí contigo. Si no estuvieses embarazada todavía estaría rechazando esa oferta —prometió, acercándose a mí en la cama, envolviendo sus brazos alrededor de mí.

Enterré mi rostro en su pecho y cerré los ojos; también quería tener hijos con él un día. Podía verme a mí misma sujetando a un pequeño bebé que tuviese los ojos verdes y el cabello desordenado de Edward. Garantizado, cuando me lo imaginaba yo era mucho más mayor que ahora, pero todavía podía verlo, y me gustaba. Quizá podíamos hacer que esto funcionara. Al bebé no le faltaría amor, y una vez que las personas superaran la impresión de esto, entenderían. En mi mente no tenía dudas de que la mamá de Edward ayudaría también. Y Emmet, una vez que superara la ira inicial de todo, sería un tío genial.

Edward se alejó un poco de mí.

—Te juro que seré el mejor papá del mundo —prometió.

Sonreí; no dudé eso ni por un segundo. Besé sus labios, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, acercándolo. Lo amaba demasiado, más que nada. Sabía que podíamos hacerlo funcionar, una pequeña familia. Se alejó del beso y me miró con una expresión de esperanza en su rostro.

—Está bien —acepté.

Sonrió y me besó de nuevo, moviéndose de modo que tenía medio cuerpo sobre mí. Noté que no puso nada de su peso sobre mi estómago, estaba siendo súper tierno. Me besó hacia abajo por mi cuello, bajando más y más. Levantó mi top y besó todo mi estómago antes de levantarse para sonreírme.

—Te amo —susurró.

Lo halé más cerca de mí.

—También te amo— Envolvió sus brazos alrededor de mí, acostándose cerca de mi lado. Apoyé la cabeza en su pecho y escuché el latido de su corazón volando mientras deslizaba
una mano bajando por mi cuerpo, apoyándola en mi barriguita, frotando la punta de mis dedos ligeramente sobre ella.

Besé el pecho de Edward. ¿Cómo demonios un chico tan adorable, apuesto, dulce, bondadoso, divertido, talentoso y responsable podía quererme? ¿Cómo podía amarme tanto como puedo ver que lo hace? No pude evitarlo, pero sonreí. Yaciendo en los brazos de Edward, en realidad me sentía como la chica más afortunada del mundo. Voy a tener un bebé con el hombre que amo.

Después de un par de horas, me dieron de alta. Aparentemente, Edward iba a despertarme cada hora para asegurarse de que no tenía una contusión o algo. Acordamos no decirle a nadie sobre el bebé todavía. Era tan pronto y nosotros apenas si estábamos acostumbrándonos a la idea… que no necesitábamos ninguna interferencia de nadie más.
 
—¿Deberíamos llamar un taxi o algo? —pregunté mientras Edward me sacaba caminando del hospital, sosteniéndome apretadamente a su lado .

Él sonrió. Había estado haciendo eso un montón el último par de horas; en realidad creo que estaba verdaderamente emocionado acerca de ser papá, lo cual nunca antes había visto en un chico de dieciocho años.

—No. Emmet nos dejó su auto. Él fue a casa con Jacob y me dio sus llaves —explicó, guiándome hacia el estacionamiento. Me ayudó a entrar al auto, incluso poniéndome el cinturón de seguridad por mí. Su mano permaneció encima de mi estómago a medida que se alejaba.

Mi cabeza latía con fuerza; los analgésicos que me dieron estaban comenzando a desaparecer. Apoyé la cabeza hacia atrás contra el reposacabezas y cerré los ojos. Iba a ser difícil mentirle a Emmet. Yo odiaba mentir y en realidad era terrible en eso, pero necesitaba ser hecho por unas cuantas semanas. Simplemente necesitábamos dejar que todo el asunto del padre abusivo se calmara primero, eso nos daría la oportunidad de resolver todo en nuestras propias cabezas. Yo aún tenía el dinero de la apuesta, no había gastado nada de eso todavía así que eso ayudaría con todas las cosas que necesitábamos comprar para tener al bebé.

Cuando estacionamos en mi casa, ni siquiera había salido del auto antes de que Emmet me atacara con un abrazo.

—¡Mierda, asustaste endemoniadamente a todo el mundo, Bella! —reclamó.

Sonreí y le devolví el abrazo.

—Lo siento, Emmet. No planeé exactamente desmayarme enfrente de todo el mundo y golpearme la cabeza, ¿o sí? —respondí sarcásticamente mientras ponía los ojos en blanco. ¿Por qué demonios está furioso conmigo por enfermarme?

Él suspiró y se apartó.

—Así que, ¿qué dijeron? ¿Por qué te desmayaste en primer lugar? —preguntó, luciendo preocupado.

Oh, mierda, ¿qué dijo?

—Estrés aparentemente. Eso, y que no había comido en todo el día —intervino Edward, viniendo a mi lado.

Silenciosamente le agradecí a Dios que Edward fuese mejor mentiroso que yo. Emmet me miró, claramente molesto de nuevo.
 
—¿Por qué diablos no comiste en todo el día? —preguntó acusadoramente.

Sonreí y dejé que Emmet me llevara a la casa.

—Simplemente vamos adentro y déjala sentarse, Emmet, luego puedes gritarle todo lo quieras —sugirió Edward, sacudiendo la cabeza con una ligera sonrisa.

Emmet nos siguió adentro y se sentó a mi lado en el sofá, Jacob y Sue vinieron y se sentaron también. Todo el mundo estaba mirándome preocupadamente.

—Dejen de preocuparse, chicos. Aparentemente era falta de comida. Azúcar baja o algo. Estoy bien ahora, honestamente —les aseguré, asintiendo, tratando de no lucir demasiado culpable. Sólo esperaba que Emmet no enloqueciera cuando se enterar. Tal vez se lo diría por mi cuenta, calmándolo un poco antes de que viese a Edward.

—El golpe en su cabeza necesitó suturas. Tengo que despertarla cada hora para asegurarme de que está bien, así que me quedaré esta noche —declaró Edward, más para el beneficio de Sue que de alguien más, Emmet ya sabía que él estaría ahí de todas formas.
 
Bostecé. Ya eran casi las nueve y sólo quería irme a la cama, había sido un largo día estresante.

—Me voy a la cama, chicos. Oh, y Sue, es realmente un placer verte de nuevo. Lamento que no tuve oportunidad de conversar contigo apropiadamente más temprano —dije, sonriendo a modo de disculpa.
Ella se rió un poco entre dientes.

—Hablaremos mañana, cariño, no te preocupes. Si necesitas cualquier cosa en la noche entonces házmelo saber. Emmet dijo que podíamos dormir en la habitación de tu mamá, sólo para que sepas dónde estoy, ¿está bien? —preguntó amablemente.

¡Vaya, ella en realidad es agradable!

—Está bien. Buenas noches, chicos. Y tú, Cullen, ve a conseguir tus cosas si te vas a quedar aquí —ordené, sonriéndole a Edward.

Él se levantó rápidamente.

—Está bien. Volveré en un rato entonces. —Besó mi frente suavemente antes de dirigirse hacia la puerta principal para decirle a sus padres que iba “oficialmente” a quedarse aquí.

Fui a mi dormitorio y me miré en el espejo. Mi cabello era un desastre, tenía algo como un esparadrapo pegado detrás de la oreja sobre las suturas, me veía cansada pero no pude evitar sonreír. No me molesté en ponerme pijamas mientras me deslizaba en la cama; quería sentir la piel de Edward contra la mía. Él llegó aproximadamente después de quince minutos, viéndose tan apuesto que me hacía querer

llorar. Me froté ligeramente el estómago con la mano bajo las sábanas. Esperaba tener un pequeño niño ahí dentro, y él sería justo como su papi.

Edward se quitó la ropa hasta quedar en calzoncillos y se metió en la cama conmigo. Jadeó repentinamente y se echó hacia atrás para mirarme.

—¿Estás desnuda? —preguntó, un poco sorprendido.

Sonreí.

—Sip. Pensé que deberías aprovecharme al máximo antes de que me ponga toda gorda y fea —me burlé.

Él sonrió y rodó encima de mí, suspendido, apenas tocándome.

—Ángel, nunca serás fea —susurró, mirándome con adoración—. Y cuanto más grande te pongas, eso sólo significa que tengo más de ti para amar —agregó, deslizando su mano hacia abajo por mi estómago. mientras halaba su boca hacia la mía.

Capítulo 37: ¡¿QUE?!

 
14445654 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios