NO ME MIRES ASÍ

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 16/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 106
Visitas: 67736
Capítulos: 27

No se puede tener de todo en esta vida y cuanto antes se asuma, mejor. Esta extraña filosofía es la que Bella lleva a la práctica en su día a día. Centrada en su trabajo, medio enamorada de su compañero y evitando a toda costa ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.

Las relaciones de pareja son casi inexistentes y empieza a creer que son una leyenda urbana, pues hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto. Sabe que nunca habrá una fila de hombres esperando a su puerta como les pasa a otras.

Por eso ha decidido ser pragmática y olvidarse de que los hombres existen pero no va a ser posible.

Durante una convalecencia en el hospital conocerá a Edward, un médico que va a estar muy pendiente de su recuperación. Éste tendrá que armarse de paciencia, y no sólo para que ella siga sus consejos médicos, sino para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que sí se puede tener de casi todo en la vida.


ADAPTACIÓN DE NO ME MIRES ASÍ DE CASADO

MIS OTRAS HISTORIAS

El Heredero

El escritor de sueños

El escriba

BDSM

Indiscreción

El Inglés

Sálvame

El Affaire Cullen

El juego de Edward

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 10: CAPÍTULO 10

CAPÍTULO 10

—Te invito a comer.

—Menos mal, una actividad de riesgo —. Contestó Bella con ironía.

—Ya sé que he estado ocupada, pero ni te imaginas la cantidad de llamadas que he atendido tras la fiesta, fue todo un bombazo.

— ¿Podría ser tu ayudante? —Preguntó con cara de pena.

— ¿Hablas en serio? —Inquirió Alice al llegar junto al restaurante— No, no te va, lo siento, no estropearía una bonita amistad por trabajo —. Negó con la cabeza.

Ambas entraron en el restaurante favorito de Alice, Chez Noir, un coqueto restaurante francés, aunque la comida no lo era, aun así se comía bien.

Seth, el encargado las acompañó a la mesa, donde esperaba Jasper.

— ¿No íbamos a comer solas? —Preguntó Bella entre dientes a su amiga a medida que se acercaban a la mesa.

—No seas tonta, Jasper en un encanto, te lo pasarás bien.

—Hola, hola —saludó primero a Alice con un beso en los labios y después sin ningún tipo de vacilación hizo lo mismo con Bella—. Me alegro de verte Bella, estás preciosa.

—Gracias —dijo sin convicción— Cuando me pongo estos vaqueros desgastados y los combino con mis sucias deportivas todos me dicen lo mismo.

—Bella… —advirtió Alice.

—No importa —alegó Jasper divertido— ¿Nos sentamos?

Bella tenía que haber sido primero más educada, contestar con un simple gracias y no añadir nada más y después más valiente, buscar una excusa y salir de allí. Pero no, la curiosidad mató al gato, allí estaba, sentada junto a Jasper, con su amiga enfrente, en un restaurante y sufriendo, miraba a uno y otro alternativamente y de pronto lo comprendió.

Estaba en una encerrona, ¿Cómo podía ser tan gilipollas? ¡Pues claro! Alice sabía perfectamente que hacía más de una semana que no sabía nada de Edward y teniendo ella como tenía la oportunidad de organizar la vida a los demás (cosa que ella odiaba y que a Alice le encantaba) echar mano de su nuevo rollete (casualidades de la vida hermano mayor de Edward) para hacerlo era el desenlace más evidente.

—Lo siento chicos, pero me voy.

— ¿Por qué? —Preguntó amablemente Jasper.

—Porque no soy tonta.

—A veces yo tengo serias dudas al respecto —apuntó Alice.

—Pasadlo bien.

—Eh, espera un segundo —Jasper la agarró de la mano, deteniéndola— .¿He hecho algo para molestarte? —Está vez habló seriamente.

—No, simplemente preferiría estar en mi casa.

—Y un cuerno, esta mañana me has dado la lata con lo aburrida que estabas.

Gracias, Alice.

—Ya lo entiendo, Alice, os dejo solas.

—No —Protestó Alice— Bella, no sé de qué vas, pero espero que tengas una explicación.

—No me gustan las encerronas.

— ¿Qué encerronas ni que bobadas? —Alice no sabía de qué iba Bella.

—No pienso ayudar a mi hermano en nada —declaró él con seguridad— Es bastante mayorcito, e idiota, para saber lo que hace, siéntate, por favor.

Eso pareció tranquilizarla, de todos modos aun no las tenía todas consigo, podría tratarse de un simple despiste. Edward aparecería en los postres. ¡Bella! Déjalo ya por favor, se reprendió, es tu amiga, sabe todo de ti, confía un poco, por el amor de dios.

—Está bien, siento haber sido una grosera con mayúsculas—. Se sentó de nuevo.

Inexplicablemente Jasper parecía hacer las cosas más fáciles pues enseguida empezó a comentarles cosas de sus viajes, anécdotas y curiosidades. Ni una sola mención a Edward.

Podría haber hablado de cosas de la infancia y aprovechar el tema para hablar de su hermano menor, pero no, Jasper simplemente hablaba como un buen conversador y contador de historias.

Bella se relajó, no era ninguna encerrona, pero si había un punto negativo, (sin contar claro, la incomodidad de estar en medio de una pareja con evidentes deseos de privacidad) no podía hablar con Alice con total libertad, no estaría bien visto hablar de intimidades sobre un hombre delante de otro y más aun cuando ese otro resulta ser el hermano mayor. ¡Joder!

Jasper se disculpó, y las dejó un momento a solas.

—Te has pasado —Fue lo primero que dijo Alice tras quedarse solas.

—Lo siento, pero me parecía todo tan… elaborado, tan elocuente.

—Mira, me importa una mierda si tú y tu médico hacéis manitas o no, eso es cosa tuya.

—Jasper me cae bien —dijo para intentar apaciguar a su amiga.

—A mí también —Y se echaron a reír.

Cuando por fin controlaron las risas Alice observó a su amiga, era evidente, quería hablar de algo.

—Suéltalo, Jasper es diplomático, pero creo que no tiene problemas de próstata, así que volverá rápido.

—Es evidente ¿No?

—Mira, da igual lo que te diga, porque harás lo que te venga en gana, como siempre y aun no me explico cómo me sigo molestando, pero no sé a qué esperas.

—Eso dice Erika.

—Pues tiene razón esa tal Erika.

—Se te ve muy animada con Jasper.

— ¿Animada? Estoy encantada. Es un cielo y no te digo todo lo que ha aprendido en Oriente porque te caerías de culo.

— ¡No!

—Sí, créeme.

—Bueno, ya estoy aquí —Jasper se sentó de nuevo con ellas— ¿Postre?

—Faltaría más —. Contestaron ambas riéndose.

—Menos mal, Bella, por fin veo una sonrisa tuya —dijo Jasper amablemente—. Aunque no sé, creí que tendrías que seguir terapia, después de conocer al muermo de mi hermano, pero ya veo que eres fuerte.

Ahí estaba, la alusión que esperaba.

— ¿Muermo? —No pudo evitar preguntar, Edward no era precisamente eso.

 —Aburre al más santo.

—A mí me gusta —aseveró Alice— Le tiré incluso los tejos.

Esta conversación no debería oírla, pensó Bella.

— ¿Tú? —Jasper no se lo creía— Joder con el chico bueno.

—Cambiemos de tema, por favor —Propuso Bella.

—Vale —aceptó Jasper y miró a Alice— Pero luego me lo explicas con más detalle.

Después de la agradable comida, por qué no decirlo, Jasper las dejó solas, tenía asuntos que resolver, no especificó de qué tipo.

Alice no disponía de mucho tiempo pero aun así comprendía la necesidad de Bella de poder desahogarse con una amiga.

Inexplicablemente para Bella, Jacob parecía desaparecido en combate, ya le ajustaría las cuentas más tarde.

Tras dos capuccinos, medio paquete de tabaco, y la promesa de lo dejo hoy mismo, Alice regresó a su oficina y Bella de nuevo se planteó qué hacer, no en referencia a un tema en concreto, sino más bien en general, era la pregunta más odiada de los últimos días. Podría cogerse unas mini vacaciones, pero lo cierto es que ir sola no era agradable y tampoco disponía ahora de dinero extra.

Había abandonado, sin decírselo a nadie, la rehabilitación, odiaba parecer una estúpida y que Edward creyera que iba tras él. ¿Qué decir o hacer si llego a encontrarme, por casualidad? ¿Hola?

La única alternativa para pasar la tarde era dar una tranquilo paseo, sus deportivas cómodas eran ideales y después volver a casa, vegetar en el sofá y así hasta que un puto tribunal médico dijese que ya era apta para reincorporarse al servicio. ¡Estupendo!

 — ¿Estás libre?

—Para ti no —Contestó Edward recogiendo los expedientes de su escritorio.

—Esta noche estamos de buen humor ¿Me equivoco?

— ¿Quieres algo?

—Invitarte a tomar una copa, como hermano mayor, me preocupas, sinceramente.

 —Tu preocupación no me conmueve ni lo más mínimo. Busca otra excusa —. Dijo sin mucha convicción.

—Acompáñame, necesitas… liberar presión, distraerte, salir, yo que sé, algo habrá que te quite esa cara tan mustia.

—Hablas como mamá.

—Lo sé, y no me gusta.

—Mira Jasper, entiendo que tengas tiempo libre, quieras entretenerte y esas cosas pero hoy he tenido un día de lo más duro —Él mismo se lo había buscado— y mi aspiración es volver a casa cuanto antes y olvidarme de todo hasta dentro de tres días.

— ¡Genial! Si tienes unos días libres mejor que mejor, podemos divertirnos.

—Ya no tengo veinte años ni estoy en la universidad.

—No seas aguafiestas, eres don muermo —Edward puso los ojos en blanco, Jasper era así— Ah, no, espera, hay alguien que no piensa lo mismo de ti.

— ¿Quién? —Preguntó por preguntar.

—Una amiga —A eso le prestó mayor interés—. No diré nada más sin una copa delante.

—Está bien, pero no quiero llegar a casa inconsciente y pasarme la mayor parte del día de mañana odiándote y con resaca.

—Vale, yo tampoco, tengo una edad, prefiero pasarme las noches en vela con otras actividades.

Edward no hizo ningún comentario a esa última frase de Jasper ¿Para qué? Sabía perfectamente a qué actividad lúdica, exenta de dolores de cabeza matinales, se dedicaba su hermano mayor y con quien practicaba. Bien por él.

 Bella estaba tumbada en el sofá, como un auténtico parásito, fumándose un cigarrillo, cosa que tendría que vigilar, sin ganas de nada, más de las nueve de la noche y si ningún plan. Una gratificante vida social, pensó con ironía.

Pero ¿A quién trataba de engañar? ¿A ella misma? Durante los últimos cinco años su agenda diaria consistía básicamente en trabajo, alguna copa con Alice, trabajo, alguna copa con Jacob, trabajo, un par de polvos (al año) y trabajo.

Y ahora ¿Qué pretendía? ¿Qué todo su grupo de alocados fans vinieran en tropel a animarla? Una estúpida ilusa eso es lo que eres dijo apagando su cigarrillo.

—Quién cojones llamará ahora —Bella protestó en voz alta mientras se levantaba a abrir la puerta.

—No me gusta la cara que has puesto al verme. Espera un recibimiento mejor.

— ¿Y qué esperabas? —Jacob no dijo nada— Anda pasa. Ya que te vendes tan caro, me aprovecharé de ti, y te daré la lata hasta que me duerma.

—Para eso he venido —dijo sonriente— Pero primero, ya que voy a ser tu paño de lágrimas, supongo que tendrás que hacer algo de cena.

—Voy a sorprenderte, pero no te emociones, estas son cosas que solamente pasan una vez en la vida. A tu izquierda, observa el frigorífico mejor surtido que hayas visto jamás en esta casa.

— ¿Has ido al supermercado?

—Pues sí, ¿Te lo puedes creer? Yo haciendo la compra.

—Creo que la medicación tiene unos efectos secundarios muy raros.

—No, es producto del aburrimiento.

Jacob preparó la cena tranquilamente, mientras Bella le ayudaba e intentaba sonsacarle algo del trabajo, cualquier cosa con tal de volver a ser ella misma en el mundo real. Él se enfadó y la advirtió seriamente de que esa noche era una noche de amigos y no de trabajo, y que por lo tanto podían hablar de todo menos de trabajo. ¡Pero a los amigos se les cuenta cómo te va en el trabajo! —había protestado ella—. Jacob señaló la puerta y su intención de irse sino se respetaban las normas.

—Chantajista —dijo entre dientes Bella mientras probaba la pasta.

Tras una cena equilibrada, nada de precocinados, Jacob los odiaba, Bella recogió la cocina y preparó café, ahora realmente empezaba la sesión de amigos, sentados en el sofá con un café y tabaco de sobra.

— ¡Joder! —Exclamó su compañero de fatigas—.Este café está realmente bueno.

—Gracias.

—No quería herir tus sentimientos, pero… las cosas como son.

—Sí, ya lo sé —Concordó ella— El otro café era una mierda —Él asintió—. ¿Podemos cambiar de tema?

 Jacob no dijo más, pero no entendía como un simple comentario acerca del café podía haberla irritado tanto. ¡Joder! Sólo era un puto café. Eso sí, de calidad superior.

— ¿Por dónde quieres empezar? —Preguntó cuándo ella por fin terminó de dar vueltas y se sentó en el sofá.

—Estoy harta, pero que muy harta. No te puedes hacer una idea.

—Entiendo.

—No, no lo entiendes.

—Pues explícamelo.

—Tú eres un tío comprensible —Jacob no dijo nada— o por lo menos pareces entenderme.

—Cada vez me cuesta más, pero no dejo de intentarlo.

—Pues bien, como me explicas que un capullo integral me hable de cosas que… por muy amigos que seamos no voy a repetir, y después ¡Pum! Desaparece. ¡Joder, es la historia de mi vida!

— ¿El médico te ha dejado plantada? —resumió él toda su preocupación.

— ¿Cómo sabes tú que…? —Jacob sonrió— Vale olvídalo, lo sabes y punto. Vayamos al meollo de la cuestión, ¿Cómo lo explicas?

— ¿Estás segura de querer oír mi explicación? —Ella asintió— Está bien, mi primera teoría fue pensar que él te rondaba para llegar a ya sabes quién.

—Oh, ¡Por favor! Soy mayorcita para saber por dónde vienen los tiros.

—La última vez no te diste ni cuenta, te embaucó totalmente y luego lloraste sobre mi hombro.

—Eso fue diferente —Bella gruñó al acordarse de Rob, el corredor de bolsa— Vale, lo admito, sigue.

—Pero en esta ocasión no puedo estar muy seguro de si ese médico va o no va a por ya sabes quién—. Encendió un cigarrillo— A mí me pareció que estaba interesado en ti —. Dijo con cautela.

—Hasta ahí ya había llegado yo solita, genio.

—Deja tu mala leche en el armario ¿Vale? —Se quedaron en silencio unos minutos antes de que Jacob continuara— Estoy seguro que se comportó como un caballero.

—Más o menos —. No parecía muy contenta al admitirlo.

—Y también estoy seguro de que tú… —La apuntó con el dedo— fuiste una majadera.

— ¿Yo? , esa sí que es buena.

—Sí, tú, puedes ser de lo más ácida y corrosiva cuando te lo propones. Ese médico no parece del tipo aquí te pillo aquí te mato.

—Claro, claro, habló don experto. ¿Y en qué te basas?

—En la conversación que tuve con él.

— ¿Cómo? ¿Cuándo? —Él se mantuvo en silencio, que ella sacara sus propias conclusiones— No me lo puedo creer, hablando de mí a mis espaldas. Gracias compañero.

— ¿Ves a lo que me refiero? En vez de dar el beneficio de la duda disparas sin mirar.

—Grrr, cuando utilizas la psicología esa de mercadillo te odio.

—Pero es la verdad, ¿Hablaste acaso con él? —Bella con su silencio confirmó su teoría— Pues entonces señorita te jodes. No pretendas ir de superwoman y luego quejarte porque no te gusta el traje.

— ¿Y eso qué quiere decir exactamente?

—Que vas de dura, que seguramente te mostraste indiferente y créeme los tíos no somos tan insensibles como parecemos. También tenemos nuestro corazoncito.

—Oh, ¡Qué tierno! —Se burló.

—Ríete si quieres; pero piénsalo, puede que ese médico sea un estúpido integral, casos más raros se han visto, pero seguramente tú no te mostraste amable.

—Bueno… —Jacob podía tener razón— ¿Pero qué se supone que tengo que hacer?

— ¿Morderte la lengua? —Eso le valió un puñetazo en el hombro—. ¿Intentar dar el beneficio de la duda?

—Mira quién habla.

—No estamos hablando de mí. —Contestó él, evidentemente a la defensiva.

—No, y eso me mosquea ¿Por qué no?

—Porque se supone que eres tú la deprimida.

—Visto así…

Bella entendió perfectamente lo que Jacob quería decir, hasta cierto punto tenía razón, ella no había dado ningún indicio ni lanzado ninguna señal de querer volver a verle, aunque también Edward podía haber sido un poquito más claro.

Aun así no había llamado, no se había acercado. Cierto que ella misma había eludido su rehabilitación por miedo a encontrarse con él.

—Cuando pones esa expresión me das miedo.

—No seas tonto, estoy analizando la situación.

—Entonces me das pánico.

—Deja de meterte conmigo ¿quieres? Yo también podría hacer sangre contigo.

—Vale, vas a pagar con tu mejor amigo todo lo que los tíos te hacen, por tonta añadiría yo, así que venga, empieza, son todos unos hijos de…

—No, no me apetece insultar a nadie —Se encogió de hombros— Ya ves, en otras ocasiones me hubiera servido pero ahora…

—Te gusta de verdad ¿Eh?

—No.

—Lo que tú digas.

Bella no iba a admitir ante Jacob más de lo que ni tan siquiera había admitido ante sí misma. Así que decidió seguir amistosamente charlando con él, total, hoy estaba más relajado y parecía no tener la hora pegada al culo como en otras ocasiones.

Hizo más café, pensó en Edward, nunca ningún tipo la había hecho un regalo de estas características. Pero desde luego había sido todo un detallazo por su parte.

Mientras esperaba que terminase la cafetera, Jacob siguió allí hablando con ella, era un cielo, lástima que nunca se hubiera interesado por ella, a pesar de sus insinuaciones, o a pesar del tiempo que pasaban juntos. El roce hace el cariño ¿No? Pues bien, un paso más y Jacob hubiera representado algo más.

—Bueno, ¿Ahora te sientes mejor? —Preguntó él.

—No —aseveró con absoluta franqueza—, pero gracias.

—Es tarde —Se levantó del sofá.

—No puedes conducir así —Protestó ella.

Lo cierto es que tras dos estupendas tazas del refinado café —Bella no mencionó cómo lo había conseguido— dieron paso a las copas.

No era ninguna insinuación, en otro tiempo podría haberlo sido, pero estaba realmente preocupada por el estado de Jacob, si se le ocurría coger el coche en ese estado tenía todas las posibilidades de no llegar sano y salvo a su casa.

—No te preocupes —dijo estirándose— He conducido en circunstancias peores. De todas formas, para que estés más tranquila te llamaré al llegar a casa.

—No puedes conducir —repitió ella— al menos toma un taxi.

—Ni lo sueñes, mañana he quedado a primera hora y no voy a perder el tiempo.

—Pues duerme aquí —Jacob la miró con la ceja levantada—. Bah, no me mires así, sabes lo que quiero decir, puedes quedarte en el sofá.

—Demasiado rebuscado, me voy.

— ¡No! —Bella se colocó frente a él impidiendo que avanzara— Jacob, sé razonable, has bebido, duerme tranquilo aquí.

—Mira Bella, la que tienes que ser razonable eres tú, somos amigos, de acuerdo, pero hay límites, es mejor mantener ciertas normas.

—Si lo que insinúas es que voy a acosarte vas listo, eso se me pasó hace tiempo —El alcohol hacía que la verdad saliera a la superficie.

—No lo entiendes, tú sólo tienes un dormitorio.

—Pues sé un caballero y duerme en el sofá —Eso le hizo reír—. No hay más que hablar.

—Está bien —admitió, pues ella llevaba razón— Pero si te pesco merodeando alrededor de mí te retuerzo el pescuezo.

— ¿Y si quiero ir al baño?

Él bufó.

—La puerta de tu dormitorio está junto a la del baño, por si no te habías dado cuenta.

— ¿Y si quiero algo de comer?

—Me voy.

—Vale, vale, qué susceptible eres.

—Ve a dormir —Le dio un beso en la mejilla y un cachete en el culo, totalmente asexual— Y pórtate bien.

— ¿Qué decías? —dijo sonriéndole y marchándose a su dormitorio.

Bella empezó a desvestirse, pues lo cierto es que se caía de sueño, pero se acordó de algo.

— ¿Es que no me he explicado con claridad?

—No seas estúpido, toma —Le tendió ropa de cama y una almohada— Es mi sofá y conozco los desbastadores efectos de dormir en él, no quiero que por la mañana me dejes de hablar cuando te duela el cuello, coloca la almohada así —. Bella le hizo una demostración práctica— Y podrás descansar.

Sin más se dio la vuelta y se volvió a su dormitorio. Nada más caer en la cama pensó en la situación. Jacob ahí, a sólo unos metros, casi a su alcance, aunque él hubiera dejado muy claro cuales no eran sus intenciones. Pero cuando consiguió coger la postura para dormir y cerró los ojos no vio al hasta hace no mucho el objeto de sus fantasías, sino al médico con el que podría llevarlas a la práctica, deseaba a Edward.

De imposible a imposible y tiro porque me toca.

Edward había estado en esa cama con ella, se estaba excitando de sólo pensarlo, Edward diciéndole cosas de lo más indecentes (pero excitantes) al oído, Edward recorriendo su cuerpo con las manos, Edward sujetándola para que ambos llegaran junto a un orgasmo increíble. Edward acunándola para dormir, Edward… ¡Déjalo!

Lo peor después de una noche de alcohol es que alguien, al que por supuesto no has invitado, llame a tu puerta a las… joder, las diez.

—Ya voy, ya voy —refunfuñó mientras se colocaba un chándal para abrir.

—Mátalo —gruñó su invitado desde el sofá.

—Buenos días querida —Alice entró como un elefante en una cacharrería moviendo una bolsa aceitosa.

—Pasa —dijo con voz pastosa agradeciendo en silencio tener a la puerta como soporte.

—Uy, uy, ¿Una noche loca?

En ese momento Jacob se levantó del sofá, gruñendo, con los pantalones desabrochados, mostrando la goma de sus boxers, la camisa abierta y cara de pocos amigos.

— ¡Bella!

— ¿Qué?

—No me lo puedo creer.

—Yo tampoco —refunfuñó Jacob dirigiéndose al baño.

— ¿Cómo has podido? , creía que ya habías superado esa etapa.

— ¿De qué coño me estás hablando? , aparta, necesito un café —dijo más para sí misma.

 —De Jacob ¿Ha pasado aquí la noche no?

—Eres un genio, sí, anoche bebimos hasta tarde —dijo con voz cansada por tener que explicarse— Y no estaba en condiciones de conducir —Se acercó a la cafetera y preparó el filtro— Así que ha dormido en el sofá. ¿Contenta?

—Bueno… nunca le había visto así.

— ¿Así cómo? —Encendió la cafetera sin abandonar el ceño fruncido.

—Está bastante bien… sin camisa, quiero decir.

— ¿Me lo dices o me lo cuentas? —A Bella empezaba a cansarle el tema— Mira, le conoces hace tiempo, no me vengas ahora con esas.

—Te repito —Bajó la voz— que es la primera vez que le veo así, con la camisa abierta.

Bella bufó.

—No me digas… —habló también bajito y burlona—… que ahora estás interesada en él.

—Ya sabes que nunca descarto nada.

— ¿Las señoras pueden dejar de cuchichear como dos viejas?

—Buenos días, chico malo, de apellido sin modales.

—Buenos días doña peripuesta, de apellido metomentodo —Se abrochó la camisa y entró tras la barra junto a Bella— ¿Has hecho ya café? —Preguntó en tono amable.

— ¡Qué bonito y qué doméstico! —Se guaseó Alice.

—Cállate —Cortó Bella.

Mientras se hacía el café Alice parloteó sobre sus compromisos, sin dejar de mirar a Jacob, extraño, pensó Bella, sólo falta que al final estos dos terminasen liados. Por parte de él nunca existieron objeciones…

Cuando por fin Bella sirvió el café, suspiró aliviado, tomándoselo rápidamente.

—Llego tarde —Cogió su chaqueta de piel— os dejo cotillear a gusto —besó a Bella en la mejilla como siempre.

— ¿De mí no te despides? —Soltó Alice.

—Mira que eres mala —Intervino Bella cuando cerró la puerta tras él— Sabes lo que siente por ti, no deberías torturarle.

—Pero si le gusta. Si dejara de atormentarle se aburriría —. Dio un sorbo— Cambiemos de tema. Hoy tengo la mañana libre, voy a espabilarte. A sacarte y que te dé el aire ¿A qué hora tienes que ir a rehabilitación?

—Hoy no tengo que ir —mintió— La fisioterapeuta me dijo que descansara. ¿Qué es eso de espabilarme?

—Una necesidad. Urgente, añadiría yo. Mira llevas una racha muy mala, primero el accidente, luego el hospital, luego… bueno ya sabes —Se encogió de hombros—, necesitas aire nuevo. Nos vamos de compras.

—No estoy bien de dinero.

— ¿Ni siquiera para unas bragas nuevas? ¡Por favor! Mira cómo vas —. Expresó Alice con disgusto tras mirarla de nuevo.

— ¿Qué?

Alice podía ser ofensiva pero prefirió no hacerlo.

—No voy a explicar la evidencia nos vamos y punto.

Para qué discutir, pensó Bella mientras se cambiaba de ropa, se puso unos vaqueros amplios y cómodos con una sudadera de la policía y las deportivas roñosas. Total, eran cómodas.

— ¿Dónde vas así? —Fue lo primero que preguntó Alice al verla salir del dormitorio—. ¿A infiltrarte en una banda callejera?

—Déjalo, sabes perfectamente que me ponga lo que me ponga no cambian las cosas.

—Ah ¿No? , pues déjame decirte que en la fiesta de Green ibas preciosa, Jasper me lo dijo.

—Es demasiado amable, aunque… no sé por qué, no necesitaba hacerme la pelota para salir contigo.

— ¡Bella!

—Es la puta verdad y no sería la primera vez. ¿Te acuerdas de Rob?

—Rob, Rob, Rob… —Alice pensaba en voz alta.

—El gilipollas corredor de bolsa. —añadió la policía para que cayera en la cuenta.

—Ah sí, ¿Qué pasa con él?

—Que se lo hizo conmigo para que le diera tu número de teléfono.

— ¡¿Qué?! —Exclamó—. No lo sabía —Parecía sinceramente sorprendida

—Pero que sepas que no me acosté con él.

—Un disgusto que te ahorraste —farfulló Bella.

— ¡Venga! Anímate, no todos los tíos son tan gilipollas.

—Pues yo me los encuentro a todos, claro, así las demás tenéis el campo despejado.

—No te hagas la víctima, ¿Qué hay de Edward?

— ¿Qué pasa con él? —Contestó a la defensiva.

—Nada —Prefirió seguir sin tocar ese tema—. Ahora, hazme un favor: cámbiate.

—Seamos realistas y prácticas, es una cuestión simple, tú podrías vestirte así —Señaló su propia ropa— y tener a unos cuantos persiguiéndote, yo, en cambio, aunque saliera vestida como una reina sólo conseguiría que me dieran la lata y me pidieran tu teléfono.

—Hoy no es tu día, y diga lo que diga no vas a cambiar de opinión, pues venga, vámonos, aunque parezcas una pandillera juvenil.

 

 

Capítulo 9: CAPÍTULO 9 Capítulo 11: CAPÍTULO 11

 
14442500 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10759 usuarios