NO ME MIRES ASÍ

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 16/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 106
Visitas: 67723
Capítulos: 27

No se puede tener de todo en esta vida y cuanto antes se asuma, mejor. Esta extraña filosofía es la que Bella lleva a la práctica en su día a día. Centrada en su trabajo, medio enamorada de su compañero y evitando a toda costa ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.

Las relaciones de pareja son casi inexistentes y empieza a creer que son una leyenda urbana, pues hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto. Sabe que nunca habrá una fila de hombres esperando a su puerta como les pasa a otras.

Por eso ha decidido ser pragmática y olvidarse de que los hombres existen pero no va a ser posible.

Durante una convalecencia en el hospital conocerá a Edward, un médico que va a estar muy pendiente de su recuperación. Éste tendrá que armarse de paciencia, y no sólo para que ella siga sus consejos médicos, sino para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que sí se puede tener de casi todo en la vida.


ADAPTACIÓN DE NO ME MIRES ASÍ DE CASADO

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Sálvame

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El juego de Edward

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Capítulo 6: CAPÍTULO 6

CAPÍTULO 6

— ¡Por fin en casa! —Exclamó al abrir la puerta de su apartamento, Alice y Jacob la siguieron al interior.

— ¿Necesitas algo? —Preguntó su amiga.

—Un baño, una sesión en el salón de belleza, una noche de sueño seguido…

—Vale, eso mañana. ¿Quieres que nos quedemos contigo?

—No, también necesito soledad, lo entendéis ¿Verdad?

—Pero Edward insistió en que debías tener cuidado, sobre todo al moverte.

Edward, esa era la palabra tabú.

—No creo que tumbada en la cama sufra mucho ¿No te parece?

—Vaaaaale, pues entonces me voy —dijo Jacob— hoy me temo que va a ser un día de perros.

—No te preocupes —Se acercó a él para despedirse con un beso en la mejilla— Gracias por todo.

—Te he dejado varias cosas en el frigorífico y en los armarios.

—Gracias Alice —Se abrazó a su amiga.

— ¿Vas a contármelo? —Alice sabía que algo la pasaba, Bella había estado su última semana en el hospital callada y sin ganas de nada. Y al recibir el alta no se había puesto a gritar de emoción como amenazaba continuamente mientras seguía hospitalizada.

—No tengo nada que contar.

—Por hoy te libras, no es momento de emborracharnos y hacer confidencias, pero averiguaré que te pasó con Edward —. Por supuesto no dijo que llegado el caso preguntaría al médico.

Edward, otra vez la palabra maldita.

—Ahora me gustaría darme ese baño, gracias de verdad, te llamaré mañana. ¿De acuerdo?

—No, vendré yo al salir del trabajo. Ahora descansa, debes recupérate para ir a esa súper-mega fiesta —dijo Alice hablando en plan pijo.

—O sea, sí, vale, como no, querida —. Contestó ella imitándola en un triste intento de bromear.

Una vez sola en su pequeño apartamento de cuarenta metros cuadrados se dirigió a su mini cocina y al abrir la nevera dio gracias al cielo por tener unos amigos como Jacob y Alice.

Se preparó un café con leche antes de darse un buen baño para relajarse. Quería pensar en su trabajo, en el millón de cosas que tenía pendiente, en la fiesta de Alice, bueno… en cualquier cosa menos en el desgraciado de Edward. El muy cerdo, la había evitado descaradamente la última semana en el hospital ¡Cobarde! Siempre aparecía acompañado de una enfermera, realizaba la visita más rápida inimaginable, se limitaba a ser frío y distante. Ella le odiaba por eso pero no podía olvidar la sensación de abrazarla, de tocarle y ser tocada. “si no follamos voy a explotar“esa era la frase que la atormentaba. ¿Por qué había hablado así? ¿Un momento de calentón? Odiaba sentirse utilizada, pero si por lo menos hubieran echado un buen polvo compensaría, lo que no podía soportar es su comportamiento ¿Un amigo? ¡Una mierda! , se había comportado con ella de forma amable, bromista, divertida, atento, para después ¿Qué? Follársela y tratarla con frialdad, pero el muy cínico tuvo los cojones de arrepentirse en el último momento.

A la mierda. Que le den.

 

—Bella ¿Qué demonios haces aquí? —Preguntó su jefe— Estás de baja.

—Sí, lo sé, pero me aburría sólo es una visita, no me propongo desmantelar una banda internacional de terroristas ni nada parecido.

—Muy graciosa.

Bella deambuló por su oficina y vio con desagrado que en su mesa de trabajo estaban las cosas de otra persona. Pues sí que la habían echado de menos. Bueno, supuso que como siempre andaban cortos de espacio y de personal alguien ocupaba su asiento temporalmente, pero… ¿Por qué Jacob no la había contado nada?

Eso iba a resolverlo ahora mismo.

Le vio hablando en el pasillo con Rings, de informática, su compañero de faenas estaba guapo, la verdad, llevaba sus vaqueros ajustados combinados con

una de esas camisas de seda italiana tan ligeras, pero por extraño que pareciera ya no sentía esa especie de cosquilleo que la había resultado tan difícil disimular durante el tiempo que habían trabajado juntos. Mierda, Edward. Otro motivo más para tenerle asco. Ya no se excitaba pensando en Jacob.

Olvídate de él, olvídate de ese cabrón.

Piensa en la fiesta de Alice, allí conocerás a tipos atractivos, masculinos, sexualmente activos… es decir, todos los tipos que babean por una mujer como Alice pero que seguramente evitarían mezclarse con ella, a no ser que a altas horas de la noche y tras varios “embellecedores” fuera la única disponible.

—Hola guapa —Jacob se acercó a ella.

— ¿Quién ocupa mi mesa?

—Patts, lo siento, Orson fue inflexible.

— ¿Y por qué no me lo contaste?

—No quería preocuparte—. Fue su escueta respuesta— ¿Un café?

Ella asintió.

Disfrutaron charlando mientras tomaban café, siempre y cuando lo que aquella máquina daba era café. Jacob advirtió por la forma de hablar de Bella que algo la rondaba por la cabeza. Llevaban cinco años juntos trabajando, se conocían bien.

—Algo te pasa ¿me equivoco?

— ¿Tú también vas a empezar con esa canción? Por lo visto el number one de las listas de éxitos ¿Algo pasa con Bella? —Miró a Jacob y este se dio cuenta de que tenía razón— Ya tengo bastante con Alice acosándome —Se encogió de hombros— Supongo que la vuelta a mi rutina me está costando más de lo que yo pensaba —Y era parte de la verdad pero no toda la verdad.

—Anímate —Le dio una palmadita cariñosa en la pierna— Además, tengo una sorpresa para ti.

— ¿Sí?

—Iré contigo a la fiesta de esos potingues que dice Alice.

— ¿Tú? —Se echó a reír— Jacob, eres un encanto, pero no te imagino en un evento así.

— ¿Por qué no? Puedo ser el más encantador de todos. Cuando me lo propongo, por supuesto.

Y todo el mundo que lo conocía sabía que eso no ocurría muy a menudo.

—Es por Alice ¿verdad? —Bella habló más seria.

—No —Ella no le creyó— Es por ti, necesitas un acompañante ¿No?

Eso sonaba como un caso de caridad pero era su amigo y podía aceptarlo de él.

—Jacob, Alice es mi mejor amiga, y sé que te gusta.

Él tiró el vaso de papel a una papelera encestando perfectamente.

—Ya hemos hablado de eso—. Contestó él evasivo y se quedaron en silencio unos minutos, pero donde las dan las toman y Jaco preguntó— Y Tú… ¿Qué tienes con ese médico?

—Nada —Contestó rápidamente.

—Bella… —Bajó el tono— Te conozco, deberías confiar en mí.

Bella sentía la necesidad de hablar con alguien, Alice no era la indicada pues sus críticas podían ser insufribles, en otras ocasiones había acudido a Jacob, él la daba su opinión desde el punto de vista masculino, lo cual siempre resultaba interesante, pero esta vez… no se sentía con fuerza para hacer confidencias. No era la misma situación en otras relaciones, bueno simples coqueteos, Jacob no conocía a los interfectos, como mucho de pasada, únicamente oía hablar de ellos pero ahora se sentía más cohibida ya que Jacob y Edward se conocían y pese a todo pronóstico parecían caerse bien.

—Estoy bien, simplemente que algo cansada. Y tengo que estar perfecta para no perderme ni uno de tus movimientos en una fiesta de postín, creo que hasta haré una tesis.

—Deberías tener cuidado con lo que dices.

— ¡Black! —gritó alguien.

—Creo que un tal Orson está furioso, te dejo —La besó como siempre en la mejilla.

 —Te veo espectacular.

—Eso es que me ves con buenos ojos, Jacob.

—No, de verdad.

—Pues tú tampoco estás nada mal. No te reconozco.

Jacob se removió en el asiento mientras conducía.

—Esta jodida pajarita…

— ¡Eh! Ese vocabulario —Le interrumpió Bella riendo.

—Mira quién habla, te he visto soltar peores pestes.

—Pero te aseguro que hoy no.

—Ya veremos.

Durante el trayecto desde casa de Bella al hotel donde se celebraba la recepción estuvieron bromeando, Jacob le tomó el pelo diciéndole que debía haber escondido una pistola entre sus muslos, como buen agente secreto, ella respondió que si seguía así advertiría a cualquier tía buena del evento que se acercara a él le diera calabazas. Le estropearía, gustosa, cualquier posible, recalcó bien esa palabra, plan.

Llegaron y un aparcacoches apareció, a él no le hacía gracia dejar conducir su Ranger a nadie, sólo ella había tenido ese privilegio, y porque Jacob iba demasiado borracho y no sabía ni cómo se llamaba.

Le llamó la atención descontándole un punto por esa impertinencia. Durante el recorrido habían establecido una especie de apuesta, ambos partían con un crédito de diez puntos, por cada metedura de pata se descontaba uno, quien antes perdiera los puntos pagaba la cena del sábado siguiente.

Jacob no consideraba su protesta como una metedura de pata, al fin y al cabo era su todo terreno. Ella le ignoró mientras entraban en el hotel.

La fiesta estaba en su máximo apogeo, gente guapa por todos lados, Jacob pensó que no iba a poder decidirse entre tantas tías buenas, Bella le advirtió que debía referirse a ellas en otros términos pues así sólo conseguiría espantarlas.

Ambos tomaron una copa de champán y se dedicaron a observar a los allí congregados, con ojos escrutadores como dos buenos policías, hasta que apareció Alice.

—Esto no es un nido de espías, relajaros los dos.

—No estábamos… —dijo Bella.

—Se os nota demasiado, esto… —Señaló con una mano— es una fiesta —así que a divertirse.

—Está bien, está bien —admitió ella— ¿Alguien a quien conozca? —Preguntó mirando a los presentes.

—No creo. De momento sólo han llegado los famosillos, la gente importante se hace esperar. Os dejo, tengo que atender a un invitado.

Se quedaron solos, como dos polizontes en un barco, estaba claro que desentonaban, pero bueno ambos apoyaban a Alice y Bella necesitaba distraerse después de su estancia en el hospital.

Bella vio cómo Alice besaba, sin disimulo y efusivamente a… ¿Edward? Entornó los ojos ¡Qué hija de puta! , menos mal que sólo lo pensó y no habló en voz alta sino Jacob…

Pero cuando ambos dejaron de comerse los morros se dio cuenta. ¡No era Edward! Qué alivio, no sabía bien por qué pero se sintió bastante mejor.

Así que ese era el famoso hermano de Edward… eran bastante parecidos, aunque éste no llevara gafas, pero indudablemente tenía la misma expresión en general, aunque sonreía mucho más a menudo, en los tres minutos que llevaba junto a Alice no se le había borrado la sonrisa de la cara.

De repente sintió un pequeño aguijonazo ¡Jacob! Él también les estaba viendo. Se giró y se dio cuenta de que intentaba mirar a otro lado. Se le notaba dolido, pero ella ahora no iba a decir nada, las palabras no arreglarían nada, y el tema estaba lo suficientemente hablando como para añadir nada más.

— ¿Qué te pasa? —Preguntó Jacob al ver que Bella se movía como si un millar de hormigas subieran por su espalda.

— ¡Joder!

—Vaya, vaya, me parece que tú tampoco has podido resistirte.

—No seas idiota es una emergencia —Contestó mientras se movía de forma extraña.

— ¿Pero quieres parar quieta? No sé qué cojon…, no sé qué te pasa, pero me estás empezando a poner nervioso.

—Cúbreme.

— ¿Qué?

—Necesito llegar al baño disimuladamente—. Dijo susurrando.

—Esto me pasa por venir. ¿Vas a explicármelo?

—Se me está cayendo una media —Le dijo al oído.

— ¿Cómo?

—Verás… —Se mordió el labio— ¡Oh! No puedo hablar de esto contigo —Jacob la miró con severidad— Está bien, llevo medías sin liguero.

— ¿Cómo? —Volvió a pregunta. Curioso, extrañado— ¿Medias sin liguero?

—Ya veo que no sabes todo sobre lencería femenina como me haces creer —Jacob no dijo nada esperando una explicación, estaba intrigado— Sí, se supone que la jodida banda de silicona evita que se deslicen las medias, pero me parece que está banda ha caducado—. Bella había renunciado ya a hablar sin soltar tacos.

— ¿Sin ligas? —Preguntó más curioso aun.

—Sí.

— ¡Vaya!

— ¿Me vas a ayudar? ¿O te vas a quedar ahí pasmado? Luego si quieres te hago un plano, pero ayúdame —le pidió con los dientes apretados.

Edward cogió una copa de champán de la bandeja del primer camarero que pasó a su lado, su hermano había insistido en que asistiera, que era una oportunidad única, que la fiesta estaría llena de mujeres increíbles (Edward no lo dudaba, sabía que Bella estaba allí) Al final había elegido un traje negro clásico y allí estaba. Miró alrededor para localizarla, se encontraba solo ya que el traidor de su hermano le había abandonado en cuanto vio a Alice.

Estaba acostumbrado a este tipo de eventos, son el tipo de fiesta que su madre adoraba y que intentaba organizar, todo en su sitio, invitados impecablemente vestidos, música suave de fondo, manjares para picotear y buen champán.

Entonces la vio, iba con un sencillo vestido gris, corpiño con escote palabra de honor y falda recta, hasta debajo de la rodilla, se fijó en los impresionantes tacones, ¿Ocho o diez centímetros? — Mmmm —Parpadeó— ¿Estaba loca? No debía llevar esos tacones. Abandonó cualquier fantasía erótica que incluyera a Bella con tacones para pasar al lado práctico.

Pero lo que más le intrigó es como se movía entre los invitados, con Jacob pegado a ella, intentado disimular algo ¿Pero qué? Andaba de forma extraña, lógico, con esos tacones después de las heridas su pierna estaría dolorida. Insensata.

Pero divina. ¡Dios qué tacones! Ahora que la veía vestida no podía dejar de recordar su cuerpo, ataviado tan sólo con el camisón del hospital, así la había conocido.

Vio como desparecían del salón, se giró para verles entrar en el aseo de señoras.

¿El aseo de señoras? ¡¿Los dos?!

Suspiró cuando Jacob salió a los dos segundos y se paró junto a la puerta, como si fuera su guardaespaldas.

¿Qué estaba pasando?

Por lo poco que les había observado durante la estancia de Bella en el hospital ambos parecían tener una fuerte amistad, pero jamás vio indicios de otra cosa, incluso creía que Jacob la trataba como un hermano mayor y se sorprendía que el genio de Bella, la acidez que a veces él había probado, no lo demostrase con su compañero.

La vio salir, sonriendo. “Sonríe para mí” con la cara más relajada. Se extrañó cuando Jacob tocó la parte superior del muslo y se echó a reír. Extraño.

Muy extraño.

Pero Bella era extraña, ahora tenía la cara despejada, no llevaba el pelo recogido en una coleta y con el flequillo despeinado, ahora no, ahora su pelo estaba recogido con un moño bajo, y el flequillo peinado a un lado, su maquillaje era suave.

“Gracias mamá” pensó esbozando una sonrisa, tantos años asistiendo a las fiestas de su madre le hacían conocedor de ciertos detalles.

Quería cogerla de la cintura y decirle hola, directamente contra su oreja y así poder olerla.

¡Para! No es el momento de empalmarte. Ella lo notaría. Ya habrá tiempo más tarde.

“Si no follamos, exploto” le vinieron esas palabras a la mente, y eran bien ciertas.

Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para distanciarse de ella durante la última semana, le había resultado demasiado duro, sobre todo al observarla, al ver la cara de ella.

Durante esos últimos siete días Bella tampoco dijo nada, nunca le llamó, no bromeó con él. Edward notó su frialdad, era de esperar esa respuesta, después de cómo él había huido a la desesperada después de darse cuenta de la situación a la que habían llegado ambos.

Mary se dio cuenta en el acto, la atmósfera entre ambos había dado un giro de ciento ochenta grados, y su amiga normalmente, por no decir nunca, se callaba lo que pensaba en lo que a Edward se refería.

Desde luego no tenía tanta confianza con Bella como para insinuar algo o preguntarla indirectamente, pero hasta para el más despistado era evidente la frialdad entre ambos.

Claro que tenerla desnuda y entregada bajo él no era desagradable ¡Por favor! Era más de lo que podía desear, y Bella tan excitada… Ninguno de los dos era inmune a la atracción, pero sí uno de los dos debía poner freno mientras ella se encontrara en el hospital ingresada. Si por ello era el malo de la película, pues que así fuera, ya tendría tiempo más adelante de solucionar las cosas, siempre y cuando ella aceptara esas explicaciones.

La había notado tan desesperada como él, tan ansiosa por entregarse como él mismo estaba, pero ¿Por qué?

Durante los últimos días esa cuestión no había abandonado sus pensamientos, cuando por fin Bella abandonó el hospital fue a la habitación que ella había ocupado, por desgracia no estaba vacía como él hubiese deseado, allí estaban los encargados de limpieza preparando la estancia para un nuevo paciente.

Sabía que si quería verla sólo tenía dos opciones (la tercera, presentarse en su casa no era factible) opción A) bajar a la sala de rehabilitación, para él, como médico, ni tan siquiera era necesaria una excusa, o B) hablar con Alice.

Pero si resultaba bastante complicado hablar con ella estando rodeado de enfermeras y fisioterapeutas, más difícil veía comunicarse con Bella por medio de su amiga, con una intérprete así podía suceder cualquier cosa.

También podía aprovechar el temporal encaprichamiento de Jasper con Alice, pero lidiar con su hermano no era una perspectiva viable.

Y por eso allí estaba, su madre desde luego estaría orgulloso de él, y de Jasper también, educados para comportarse como auténticos caballeros en reuniones sociales a Edward no le resultaba difícil estar allí, lo difícil resultaba no atropellar a unos cuantos invitados para llegar a ella.

¡Numeritos de macho en público no!

— ¡Qué bien! Estáis los dos aquí, os presento a Jasper Cullen —Éste tendió la mano primero a Jacob, quien la aceptó sin evitar su disgusto y después se acercó a Bella para darla dos sonoros besos.

—Encantada —Pudo decir Bella cuando Jacob volvió a enderezarse, ¡Era divino! ¿Tendrían algún hermano más?

Jasper ocupado, Edward imposible…

—Yo sí soy afortunado —. Revisó a Bella de arriba a abajo, no era tan reservado como Edward.

—Ahora vuelvo —dijo Jacob visiblemente disgustado y las dejó a solas con Jasper.

—Jasper, encanto, ¿Puedes acompañar a Bella?

—No… No es necesario —. Dijo la aludida.

— ¿Cómo qué no? —Protestó él— Ya que el cobarde de mi her… —Alice le dio un toque y se calló— Ya que estoy aquí puedo invitarte a bailar —Acompañó su petición con una sonrisa deslumbrante.

Madre del amor hermoso, santo dios, santo cielo ¡Qué hombre! No la extrañaba que Alice se derritiera, desprendía sexo por los cuatros costados, era un imán de estrógenos, ¡Por favor! Yo quiero uno así para mí.

Idiota, gilipollas —Se recriminó a sí misma— Podías haberlo tenido si no hubieras sido una orgullosa de mierda.

—No sé sí… bueno, después del accidente.

—No te preocupes, no te dejaré caer —dijo con otra sonrisa.

—Estupendo, yo tengo que ocuparme de unas cosillas—. Alice les abandonó.

— ¿Vamos? —Preguntó él.

Bella asintió. ¿Qué más podía hacer? Disfruta del momento no seas mojigata.

Edward buscó con la mirada a Bella ¿Dónde coño estaba? , Se había topado con un conocido y este la había entretenido y distraído lo suficiente como para perderla de vista.

Divisó a Alice, ocupada con unos invitados y no quiso interrumpir. Lo cierto es que le daba un poco de pavor tratar con esa mujer, no entendía como Jasper podía manejarla, o a lo mejor es que a Jasper le encantaba ser manejado por una mujer así. Misterios sin resolver.

Recorrió la sala principal donde se servía el buffett sin encontrarla, sí vio a Jacob, solo, en una de las terrazas, fumando, Bella no podía andar muy lejos, ahora sin su supervisión habría vuelto a su vicio. Bueno, con vicio y todo quiero encontrarla, se dijo.

—Hola, señor Black.

— ¿Qué, se aburre? —Contestó Jacob con injusto resentimiento hacia Edward, era Jasper y no Edward quien estaba con Alice. Lo sabía pero aun así…

—Un poco, sí —Pasó por alto la acidez de su respuesta.

No tenían mucho más que decirse, pero Edward permaneció ahí, sabía bien cuál era el motivo de la incomodidad de Jasper.

—Si buscas a Bella —Interrumpió Jacob el silencio al apagar su cigarrillo— Está bailando con tu hermano.

— ¡Ah! — ¿Pero es que Jasper no para? ¡Joder! Debía mantenerse aparentemente sereno—. Entiendo.

La breve conversación sirvió para que Edward constatara la hostilidad, hasta cierto punto comprendía la actitud de Jacob, su hermano Jasper podía ser ciertamente inoportuno y rara vez miraba a su alrededor, atacaba y punto.

Vio como encendía otro cigarrillo.

— ¿Estás interesado en Bella? —Preguntó Jacob sin mirarle.

—Sí —respondió de forma sincera, pero tampoco deseaba dar más explicaciones.

Jacob sonrió de forma enigmática desconcertándole ¿Qué era tan gracioso?

— ¿Sabes? —Le informó ahora mirándole— No eres el primero que intenta ligarse a Bella para conseguir a Alice.

— ¿Cómo? —Fue lo único que acertó a decir. Esa revelación no la esperaba. ¿Qué clase de chorrada era esa? ¿Quién era tan estúpido como para eso?

—Ya veo —dijo manteniendo la mirada observadora.

—No sé qué quieres decir —Empezaba a cabrearse— Pero te aseguro que si me hubiera querido follar a Alice no hubiera necesitado acercarme a Bella —. La sinceridad en casos así era imprescindible.

—No te pongas medallas.

—No me hacen falta, a los dos días me tiró los tejos, por supuesto la rechacé.

— ¿Por qué? —Preguntó sorprendido, nadie rechazaba a Alice.

— ¿Cómo que por qué? —Se encogió de hombros— No me atrae —Observó la reacción de Jacob y empezó a comprender— ¿Eso te resulta difícil de creer?

—Ajá.

—Reconozco que tiene un cuerpo de escándalo, y seguramente hará muy feliz a un hombre en la cama, pero… —Volvió a encogerse de hombros— Alice no me atrae, lo siento.

Jacob se sintió bastante mejor al oír eso, por dos motivos, el interés del doctor por Bella era por ella misma y además había rechazado a Alice. Increíble pero cierto. Y lo más increíble aun es que Alice parecía habérselo tomado bien, ya que durante la convalecencia de Bella ambos hablaban con fluidez.

—Discúlpame, sé que me meto donde no me llaman, pero es mi mejor amiga —Mi única amiga, se dijo mentalmente— Y ya ha pasado por eso en otras ocasiones. Es increíble, no, no me mires así, nunca me he acostado con ella.

—No lo he preguntado.

—Tu cara lo decía todo.

—No es asunto mío.

—De todos modos no me importa decírtelo, es la verdad —Se rio— Durante un tiempo creía que Alice y Bella eran amantes —Edward puso cara de incredulidad. — ¿Te lo puedes creer?

—No —. Eso era imposible. Jacob estaba desvariando.

—Pero no, nunca lo han sido, tranquilízate, simplemente son amigas, eso sí, cuidado, se lo cuentan todo.

—Me lo imagino —. Edward acabó su copa, deseaba volver dentro y encontrarla, pero lo cierto es que la conversación con Jacob era reveladora. Explicaba muchas cosas.

Ambos se callaron, cada uno intentando digerir la información que le afectaba personalmente.

—Llevamos cinco años trabajando juntos —habló Jacob— ¡Cinco! Nunca pensé que ella aguantara.

—Es buena profesional —Intervino Edward.

—Desde luego, pero tenías que haberla visto, soportó carros y carretas, yo fui quien más la puteó. No me hacía ni puta gracia que me endilgaran a una novata. Pero ella no dijo ni mu, ¿Sabes? Incluso me agradecía las lecciones que ella creía que yo le estaba dando con tanto desaire —Se rio— ¡Me traía café ¿Te lo puedes creer? Yo tratándola mal y ella trayéndome café.

—Pero al final supongo que apreciaste su valía —Edward quería partirle la cara y recordó la frase de su madre: “numeritos machistas no”.

—Sí, por supuesto, empecé a darme cuenta, y lo más curioso es que ella nunca me lo ha reprochado, nunca me ha preguntado ni cuestionado por qué la traté así de mal. ¡Joder! Cualquier otro novato no hubiera aguantado ni tres meses.

Edward no sabía que decir, ¿Para qué le contaba esto ahora?

—Creo que por hoy he tenido bastante fiesta, dile a Bella que me voy, y… que ha ganado ella.

— ¿Qué ha ganado? —Preguntó Edward.

—Ella lo sabe—. Antes de dejarle sólo le deseó suerte.

¿Suerte? ¿Suerte para qué?

Edward volvió a la sala principal, cruzó una elocuente miranda con Alice, ésta le sonrió pero siguió atenta a la conversación en la que estaba inmersa.

Dejó la copa en una bandeja y tomó otra, a punto estuvo de tirarlas todas debido a su impaciencia.

Cuando entró en la sala donde las parejas bailaban miró a uno y otro lado hasta que distinguió la figura alta de Jasper, y agarrado a él estaba Bella.

 —No estaré abusando de ti ¿Verdad? —Preguntó Jasper sonriendo.

—No, tranquilo, además sabes llevarme bien, no te preocupes, no creo que esto tenga efectos secundarios.

— ¿No? —Jasper se rio en un giro había visto a Edward.

— ¡Mierda! —Dijo ella entre dientes—. Otra vez no, ¡Por favor!

— ¿Qué ocurre? —Preguntó a amablemente, dejando de bailar.

—Problemas femeninos.

Él arqueó las cejas.

— ¿Y por eso te frotas la pierna? —Debía realizar una consulta urgente con el médico de la familia.

— ¡Grrrr! —Gruñó ella— Necesito salir de aquí —dijo manteniendo una sonrisa falsa.

—Déjame que te ayude.

— ¡No!

—Mira, podemos ir allí —Señaló con la mano un apartado donde estaban unas grandes plantas.

—Bueno —Aceptó resignada. Jasper era magnífico manejando la situación, en un abrir y cerrar de ojos él estaba delante tapándola.

— ¿Ya está?

—Más o menos.

—Creo que deberías recurrir a los clásicos, el liguero siempre está de moda.

—No, recurriré a unos buenos pantalones.

Jasper se echó a reír.

—No, por favor a Ed… —Se calló— …A mí me encantan tus piernas. Bella le miró. ¿Le estaba tomando el pelo?

Ambos se mezclaron de nuevo entre los invitados, pero a Bella no le apetecía más baile, así que él le ofreció el brazo y fueron a buscar algo de beber.

 

A Edward no le pasó inadvertido que ambos, ¡Joder! Se escabulleran hacía un rincón, ya era hora de salvar al mundo, vale, a su madre la daría un disgusto, pero no quedaba alternativa.

Hizo un rápido repaso mental, en su todo terreno tenía el maletín de emergencias, sí, serviría, quedando él en la familia para legar el apellido Cullen bastaba, Jasper, ¡Qué triste! Un pobre eunuco.

Avanzó hacia ellos.

—Buenas noches.

— ¡Por fin! —Canturreó Jasper. — ¿Te ha costado mucho cambiar el turno? —Preguntó a su hermano, manteniendo a Bella de su brazo, a propósito, claro. Si no molestaba un poco al estirado de Edward no tenía gracia.

—No—. Respondió mirándola.

Bella y Edward se mantuvieron la mirada, Jasper los observó y también notó como ella se agarraba a su brazo con más fuerza. Ella no pudo dejar de mirarle, de reojo, estudiándole. Joder, joder, joder. Estaba guapísimo, siempre le había visto vestido de manera informal y con la bata abierta, eso sí no era tonta, había memorizado su cuerpo y durante el breve interludio entre ambos lo había tocado y sentido. Había que estar muerta para ser inmune a eso. Joder, joder, joder.

—Os dejo, tengo que hablar con Alice —Se soltó del brazo de Jasper, le dio un beso en la mejilla que este aceptó y correspondió y se alejó. Ambos la miraron marcharse.

—Uy, uy, uy —dijo Jasper.

— ¿Me lo puedes explicar?

— ¿El qué?

—Lo sabes muy bien.

—Tranquilo ¿Quieres? Sólo estaba siendo amable con la mejor amiga de la tía con la que estoy.

Edward puso los ojos en blanco. ¿Cuántas veces había oído esa frase? — ¿Estaba dolorida o algo? —Intentó de nuevo.

—Problemas femeninos —Fue la críptica respuesta de Jasper.

— ¿Cómo?

—Eso mismo pensé yo —No iba a darle la satisfacción a su hermano de contarle el incidente, que se joda, pensó— Pero me alegra comunicarte que han sido debidamente solucionados.

—Vete a la mierda.

Jasper se echó a reír, pero qué pedazo de idiota tenía por hermano. Edward avanzó en dirección a Bella, la había visto y la siguió.

Bella encontró a Alice charlando, riéndose con unos invitados y esperó pacientemente a que quedara libre para decirle que se iba, que estaba cansada, que Edward andaba por allí, que Jasper era un regalo de los dioses para cualquier mujer, que lo disfrutase, pero que ella se iba y que necesitaba que le pidiera un taxi.

Sintió a alguien pegado a su espalda, se giró levemente y comprobó quien era, eso la decidió a interrumpir a Alice, ella sabría disculparla.

—Necesito que me llames a un taxi —dijo en voz baja.

— ¿Y Jacob? ¿No has venido con él?

—No le veo por ninguna parte.

—Se ha marchado —Intervino Edward.

—Por favor, Alice, no me encuentro bien.

— ¿Segura, cariño? —Alice la cogió de la mano y vio su cara, y a Edward detrás.

—Tranquila, enseguida te consigo un coche de la organización. Espera un minuto.

—Yo la llevo —anunció Edward.

—No —dijo Bella.

— ¿Lo harías? —Inquirió Alice— Sería genial, los coches están esperando para los invitados, me costaría un poco… arreglarlo—. Era una oportunidad de oro pensó Alice.

—Llamaré a un taxi.

—No —Edward habló tajante.

—Cariño, él tiene razón, a estas horas te resultará difícil, a Edward no le cuesta nada ¿Verdad? —dijo mirando al aludido. Poniendo, por supuesto, la mejor de sus inocentes sonrisas.

Zorra, quiso gritar Bella.

—Está bien —aceptó de forma áspera— recojo mi abrigo y nos vamos. La acompañó hasta el guardarropa, los dos en silencio.

Así se mantuvieron en el ascensor mientras bajaban al segundo sótano del aparcamiento del hotel. Ella no preguntó cuál era su coche, él pulsó el mando a distancia y el parpadeo de los intermitentes la indicó cual era. Quiso adelantarse y abrir la puerta, ella se subió sin miramientos, siseó ante la temperatura fría de la tapicería de cuero, y de forma mecánica se colocó el cinturón de seguridad.

Mantuvo la boca cerrada, hizo todo de forma más suave, y arrancó.

 

Capítulo 5: CAPÍTULO 5 Capítulo 7: CAPÍTULO 7

 
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