NO ME MIRES ASÍ

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 16/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 106
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Capítulos: 27

No se puede tener de todo en esta vida y cuanto antes se asuma, mejor. Esta extraña filosofía es la que Bella lleva a la práctica en su día a día. Centrada en su trabajo, medio enamorada de su compañero y evitando a toda costa ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.

Las relaciones de pareja son casi inexistentes y empieza a creer que son una leyenda urbana, pues hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto. Sabe que nunca habrá una fila de hombres esperando a su puerta como les pasa a otras.

Por eso ha decidido ser pragmática y olvidarse de que los hombres existen pero no va a ser posible.

Durante una convalecencia en el hospital conocerá a Edward, un médico que va a estar muy pendiente de su recuperación. Éste tendrá que armarse de paciencia, y no sólo para que ella siga sus consejos médicos, sino para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que sí se puede tener de casi todo en la vida.


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Capítulo 2: CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 2

—Quiero la verdad y la quiero ya. Alice, estoy horrible ¿No?

—Cariño, llevas dos semanas en el hospital, esto no es un salón de belleza ni un balneario con tratamientos de belleza, no te preocupes ahora por tu aspecto, preocúpate por tu salud.

— ¿Y me lo dice la que cuando se torció un tobillo y guardó ¡DOS DÍAS! de reposo me dio por el saco unas cuantas veces para que la ayudara?

—No seas rencorosa, Bella, eso fue distinto —dijo Alice como si no se acordara de aquel episodio— Además, no te preocupes, estás bien.

—Mientes muy mal —continuó Bella enfurruñada.

—Vale, mañana traeré mi kit completo de señorita Pepis para arreglarte, pero ahora relájate.

—No puedo, de verdad que no puedo ¡Joder! Me aburro terriblemente, cada dos o tres horas viene el médico con alguna enfermera a controlarme, la comida es bueno… no es comida… ¡QUIERO IRME A MI CASA!

—No te quejes, tienes un médico que está buenísimo, yo no protestaría en tu lugar.

— ¿Crees que puedo pensar en eso estando aquí como un vegetal?

—Algo es algo ¿No? Edward es un gran incentivo ¿No crees?

— ¡¿Edward?!

—El doctor Cullen.

— ¿Y esas confianzas Alice? —La interpelada miró a otro lado inocentemente— No me digas que tú y el doctor Cullen habéis…

— ¡Qué más quisiera yo! —Suspiró Alice— Pero no ha habido manera.

—Eso no es posible —Contestó la enferma riéndose— A ti no se te escapan así como así.

—Bueno, pues éste parece que sí —se encogió de hombros— quizás estoy perdiendo facultades.

—No seas ridícula.

—O quizás… se haya fijado en otra.

—O quizás sea gay.

—Tú sí que estás siendo ridícula, y sobre todo obtusa, se ha fijado en ti.

— ¡Oooh claro! Con mi dulce aspecto, mi suave y sedoso cabello, mi vestido que acentúa mi voluptuoso cuerpo, mi maquillaje perfecto, ¡Claro cómo no!

Alice puso los ojos en blanco, Bella era lista pero a veces se comportaba como una gilipollas, siempre que se tratara de hombres, claro. Alice sabía que había estado bastante interesada en su compañero, pero éste siempre la había tratado como un hermano mayor, como un compañero de trabajo, Bella se enfadaba porque Jacob apenas la veía como a una mujer, pero él jamás mostró ningún interés en ella, al principio le dolió, sobretodo sabiendo como perseguía a Alice, pero se fue acostumbrando y aunque nunca le confesó cuales eran sus sentimientos reales siempre confiaba en él para hablarle de sus escasas relaciones con el sexo masculino, venía bien contar con la opinión de uno de sus representantes más favorecidos, porque la opinión de Alice nunca era objetiva.

—A veces creo que tú eres de otro planeta. Y no hace falta que seas tan boba; vale no estás en tu mejor momento, pero ahora no me vas a convencer tratando de hacer tragar la historia de que te preocupas por tu aspecto físico. ¡Si siempre tengo que arrastrarte a la peluquería!

—Exageras.

— ¿Cuándo fue la última vez que te hiciste una limpieza facial?

—Hummm…

— ¿Cuándo hace que no renuevas tu vestuario?

—Hummm…

—Así que no me jodas, Bella. Vale no estás precisamente para un concurso de belleza, pero tampoco hay que exagerar; además créeme si te digo que tu doctor Cullen se ha fijado en ti, dejando claro que no sólo como paciente, que conste, es que se ha fijado en ti.

—Sí, claro, con este modelito —Agarró su fino camisón de hospital— Estoy arrebatadora —bufó.

—No seas cría, me he fijado en cómo te mira, ha estado demasiado pendiente de ti.

—Es su trabajo.

— ¿Visitarte más de seis veces al día?

—Estaba grave ¿No?

—Sí, como el resto de los enfermos de esta planta, a los que dedicaba una visita diaria.

Bella la miró con el ceño fruncido ¿Qué demonios pretendía ahora Alice? Siempre igual, vale, su vida social era escasa (las personas con las que se relacionaba por trabajo no cuentan como vida social) y su vida sexual… bueno, realmente no necesitaba ser tan dura consigo misma.

Alice era aficionada, por decirlo de forma suave y no utilizar términos como metomentodo, a buscarle parejas. Sencillamente deprimente, no es que algunos de los especímenes masculinos no fueran interesantes pero era verdaderamente desilusionante pensar que salían con la amiga menos agraciada para conseguir puntos y lograra acostarse con la amiga irresistible.

Y ahora esto… vale, para ser sincera se había fijado en el doctor Cullen, pero tampoco le había dado mayor importancia, claro que tampoco estaría pensado en él, ahora, en ese momento, y de esa forma si la metomentodo de Alice no hubiera comentado nada.

De acuerdo, el doctor en cuestión era amable, pero se supone que así debía ser un buen profesional de la medicina.

Era atractivo, bueno ese no es un requisito fundamental para ser un buen médico, pero si es agradable para los pacientes, especialmente para las pacientes femeninas que te visite un médico que no sea difícil de mirar, mejor.

—Vamos a dejarlo ¿Quieres? Ahora estoy demasiado inquieta para dedicarme a pensar en tonterías, además necesito…

—Necesitas un buen polvo con alguien como… ¿Tú médico? ¿Por ejemplo?

— ¡Poooooor favoooooor! , necesito nicotina tengo un mono de no te menees, Jacob ha estado esta mañana y el muy cabrón se ha negado a traerme cigarrillos ¿Tú podrías…?

— ¡Qué triste! Preferir la nicotina al sexo.

—Pues sí, pero es la pura verdad. Elijo nicotina, seguro que no me decepciona.

—Bella, estamos en un hospital.

— ¿Desde cuándo sigues las reglas? —Contraatacó Bella.

— ¿Y si te pillan?

—Por la noche no viene nadie.

— ¿Segura? A lo mejor tu querido doctor vigila tus sueños.

—No —Contestó categóricamente— Después de la cena —hizo un gesto de asco— nos dejan descansar hasta primera hora de la mañana, que viene la enfermera a tomarnos la temperatura y a colocarme el primer antibiótico. Además seré cuidadosa, nadie tiene por qué saberlo… Alice… sé buena amiga…

—No sé cómo me dejo convencer, toma —abrió su bolso y sacó su pitillera— ¡Joder! Me siento como cuando estaba en el instituto.

—Gracias te debo una, no, miento, te debo la vida.

—Ya te lo recordaré en otro momento, pero ten cuidado ¿vale? Escóndelo bien y por lo que más quieras, no digas nada, si te pillan…

—No lo harán, soy policía, ¿Recuerdas? Sé muy bien como ocultar las cosas —Interrumpió Bella con aire de superioridad.

—… Si te pillan no me delates. Por favor.

—No seas melodramática —dijo Bella riéndose de la actuación de Alice.

—Siento interrumpirlas pero es la hora de…

Bella guardó la pitillera lo más rápido que pudo y Alice la cubrió colocándose frente al doctor.

—No pasa nada, Edward —dijo amablemente Alice— Es tu trabajo, haz lo que tengas que hacer —Bella puso los ojos en blanco, ante el coqueteo descarado de su amiga—. Además, Bella colaborará en todo lo que digas ¿No es cierto?

—Lo intentaré —refunfuñó la enferma.

¿Desde cuándo trataba al médico con esa confianza? Seguramente han pasado más cosas mientras estaba en coma de las que me han contado. Pensó Bella. Ya lo averiguaré más tarde.

Edward  miró a ambas mujeres, no se sentía muy seguro sobre todo con la “amiga” morena de la enferma, no era tonto, sabía perfectamente que coqueteaba con él, no es que le disgustase pero si era cierto, que aun no siendo la primera vez que le ocurría, sí le resultaba incómodo pues esta mujer iba a por él con toda su artillería.

Al principio pensó que, lógicamente, como amiga íntima de Bella, se preocupaba por ella y quizás intentaba ser más que razonablemente amable con el médico que atendía a su amiga, pero, la verdad, le resultaba un poco cargante.

No era tan tonto como para pasar por alto el cuerpazo de esa mujer y sin duda las incontables horas de placer que puede proporcionar a un hombre, pero luego qué, un buen polvo y adiós, eso era todo, además una mujer como aquella resultaba demasiado pesada para su gusto, nadie puede estar tan perfectamente arreglado veinticuatro horas al día. No era cuestión de desperdiciar un bombón así, y estaba claro que esa mujer no tenía pelos en la lengua y no ocultaba sus intenciones, no le asustaba por eso, quizás lo que más le molestaba es que siguiera intentándolo cuando desde un principio había dicho que no, eso sí, no de forma directa sino más bien evitando sus provocaciones y haciéndose el sueco.

Claro que en la vida de un hombre a punto de cumplir los treinta y cuatro años, sin una pareja estable y sin ninguna relación sexual desde hacía por lo menos dos meses, todo era cuestión de perspectiva.

¿Estoy trabajando o qué? Se dijo al cabo de un instante al ver cómo le miraban la señorita atrevida y la enferma, debía parecer un estúpido, allí callado, mirando el historial pero sin leerlo.

—Bueno, por lo que aquí veo, señorita Swan, los últimos anal…

—Llámala Bella, por favor Edward, señorita Swan suena tan formal e impersonal. —Interrumpió Alice, dejando perplejos a médico y paciente.

— ¡Alice! —Protestó Bella, mirando a su amiga, pero ésta la devolvió una inocente sonrisa.

—Es lo lógico ¿No? —Se defendió Alice— ¿No os parece?

Se hizo un profundo silencio, Bella miró fijamente al médico quedándose muda al ver como éste la miraba fijamente a ella ¿Estaría Alice en lo cierto? ¡Jodeeer!

—Sí… bueno… me parece bien, llámame Bella, es mi nombre ¿No? —dijo Bella, algo dubitativa, interrumpiendo el silencio y el contacto visual.

—Está bien, como quieras, Bella —Edward se sintió como un adolescente cachondo al escuchar su propia voz pronunciar el nombre de ella en voz alta.

—Los resultados Edward —Alice echó un cubo de agua helada a ambos.

—Sí, como iba diciendo los últimos análisis muestran que el coágulo que nos preocupaba se está disolviendo sin dejar secuelas.

— ¡GENIAL! ¿Cuándo me dan el alta?

— ¿Cómo? —Preguntó Edward.

—El alta —repitió Bella sentándose en la cama y dibujando en su cara la sonrisa más genuina que Edward había visto—. Supongo que hoy mismo puedo marcharme. Gracias por todo doctor.

—No he hablado de ningún alta —No sabía bien cómo reaccionar a esa sonrisa.

—Bueno… si todo marcha bien, supongo que con unos días de reposo en casa yo…

— ¿Estás loca? —Edward no pudo aguantarse ese comentario.

—Estoy de acuerdo con el doctor —Alice estaba encantada con la escena, su presentimiento era real, ambos se miraban de una forma especial. Aunque Bella fuese tan burra como para no verlo.

—Has estado en coma  durante tres días, no es tan sencillo, además tienes una pierna… —Preciosa pensó— dañada —dijo— Y deberás comenzar con la rehabilitación.

— ¡YO QUIERO IRME A MI CASA! —Protestó Bella sentada en la cama y cruzando los brazos como una mocosa.

Preciosa, definitivamente preciosa, pensó Edward.

—Mira, no tengo tiempo para rabietas infantiles, no soy pediatra —ambas mujeres le miraron, Alice divertida, Bella aún más indignada— Debes entender que lo que te ha ocurrido es lo suficientemente serio como para que te comportes.

—De eso ya me había dado cuenta —Intervino Bella manteniendo su enfado, pues vaya con el doctor.

—En cuanto considere apropiado darte el alta yo mismo me encargaré de traerlo en persona si es necesario pero…

—Eso la encantará —dijo Alice ganándose una mirada de ambos bastante elocuente—. Nada, no he dicho nada.

—… pero hasta entonces seguirás el tratamiento y acudirás a rehabilitación.

— ¿Y si me niego?

—Te obligaré — ¿Estaba manteniendo una conversación médico-paciente?

—Inténtalo.

—Esto me encanta —Alice no se calló.

—Puedo atarte a la cama —Se arrepintió en cuando lo dijo sobre todo al ver la cara de Alice.

— ¿Lo prometes? —Bella preguntó sin pensar.

Edward sabía que no debería haber iniciado esa conversación, no al menos con dos mujeres delante que podían hacerle perder los papeles en un segundo, la una demasiado atrevida y la otra, aparentemente inofensiva, pero que al parecer tenía su genio y sabía provocarle.

Agradeció en silencio que la bata blanca sirviera de escudo para tapar su evidente erección, sólo pensar en tener Bella atada a la cama, lo había dicho como forma de intimidar a una paciente revoltosa, pero pronto había adquirido un tinte evidentemente sexual. Vale, no volvería intentar intimidar a ningún paciente amenazándolo con atarle a la cama, no después de comprobar el efecto causado en su entrepierna.

Claro que, pensándolo bien, normalmente se mantenía a cierta distancia de sus enfermos, no se implicaba demasiado pero esta vez no sabía cómo explicarlo. Desde que la atendió en el quirófano de urgencias se había preocupado en exceso por ella. ¿Celo profesional?

Respiró profundamente antes de comenzar a hablar, tenía que calmarse o de lo contrario…

—Mira, Bella, sé que es duro estar ingresada en el hospital…

— ¿Tú has estado alguna vez en esta situación?

—No, pero…

—Ya claro, ahora crees que utilizando ese tono pseudopaternal conmigo voy a tranquilizarme y ser la paciente del mes, no te jode, Doctor: cúrate a ti mismo.

— ¡Bella! No seas maleducada—, Alice no salía de su asombro, conocía el mal carácter de Bella pero se estaba pasando tres pueblos— debes comprender que es por tu bien y basta de ñoñerías.

— ¿Ñoñerías? ¿Desde cuándo utilizas tú palabras tan cursis? —Esa era Bella en todo su esplendor, la acidez de sus palabras al máximo.

Edward observaba la discusión entre las dos mujeres, era evidente que se conocían muy bien, si bien visto desde fuera parecían decirse cosas demasiado fuertes lo cierto es que ambas parecían encajar perfectamente los ataques verbales de la otra. Extrañamente divertido decidió intervenir, llevaba demasiado tiempo en esa habitación y estaba descuidando a otros pacientes, bueno para ser sinceros desde el ingreso de Bella se entretenía demasiado.

—Bueno vale ya —dijo suavemente, interrumpiendo a las dos mujeres— Creo que sois lo suficientemente adultas como para…

— ¿Para qué? —Cortó Alice.

Edward estaba empezando a enfadarse de veras con las interrupciones de esa mujer y sobre todo con los comentarios cargados de doble sentido.

— ¿Puedes dejarnos a solas? —Inquirió mirando a Alice seriamente.

—Huy, huy, me parece que has sido mala y el doctor te va a castigar —Comentó Alice mirando a Bella.

—Puedes hablar tranquilamente delante de ella—. Dijo Bella defendiendo a su cada vez más impertinente amiga, luego hablaría con ella.

—No quiero interrupciones—. Miró de nuevo a Alice.

—Vale, vale —dijo la aludida— Entiendo que queráis intimidad—. Se acercó a Bella— Bueno, os dejo a solas, sed buenos—. Dicho  esto se marchó.

Edward  no se lo podía creer, ¿Por qué le resultaba tan difícil mantener el control de la situación? No era la primera vez que se encontraba con pacientes protestones y contestones, pero claro que dos mujeres le tomaran el pelo de esa manera tan descarada… ¡Joder! Esto no es ni de lejos normal.

Una vez a solas con Bella en la habitación decidió que era mejor mantener un tono neutro ¿Tono neutro? Vaya pedazo de gilipollez, un médico no tiene por qué estar nervioso y menos aun cuando se trata de mantener a raya a una díscola paciente. Claro que cuando la díscola paciente te sonríe te caes con todo el equipo.

—Quiero que entiendas de una vez que tu caso es un caso grave, no puedes tomártelo a broma y si quieres acelerar tu recuperación lo mejor que puedes hacer es seguir mis consejos.

Bella no dijo nada y eso le puso aún más nervioso, simplemente le miraba, su cara decía que estaba sopesando sus palabras pero que se resistía a aceptarlas así como así, sin presentar antes batalla. Increíble.

—La rehabilitación —Prosiguió Edward— Es parte fundamental —Se sentía un poco pedante hablando así pero siguió— Para que recuperes la movilidad al cien por cien en tu pierna —No pudo evitar mirar esa parte de su anatomía— Sé que puede resultar algo cansado y molesto pero supongo que quieres retomar tu vida normal.

Ella mantenía la boca cerrada ¿Qué es esto? ¿Otra táctica de desconcierto? No me gusta ni un pelo, pensó él.

—Así que procura involucrarte en tu propia recuperación, yo no puedo hacer milagros, únicamente puedo establecer un tratamiento para que te recuperes, pero como es lógico, y no eres ninguna niña pequeña para no entenderlo, sin tu colaboración eso no es posible.

Edward dejó de hablar ya que se sentía un completo estúpido, ella le miraba, sin decir una palabra, manteniendo la seriedad en su cara. Seguro que en su cabeza estaba procesando la información pero…

— ¿Has acabado el discursito? ¿Tienes un plus en tu nómina por soltar esas chorradas?

Ahí estaba la desagradable contestación que se esperaba, lo sabía, lo sabía. La había hablado como a una persona estúpida y la respuesta no podía ser de otro modo. Se lo tenía merecido, aun así no podía ceder ante ella, sino vaya clase de médico que era, achicarse ante cualquier paciente con lengua afilada.

—No soy tonta, aunque te cueste creer lo contrario, simplemente no comparto tu opinión respecto al tratamiento a seguir, por muy médico que seas —Se sentó bien en la cama para dar más credibilidad a sus palabras, ya que no podía enfrentarse a él de pie como hubiera querido— Yo no he dicho en ningún momento que vaya a irme de aquí para hacer puenting o algo similar, simplemente creo tener derecho a elegir cómo quiero recuperarme y pienso que mi sofá y mi casa son perfectamente adecuados para ello.

—Mira…

—No me interrumpas ¿vale? yo te he dejado hablar de un tirón —Volvió a enderezarse en la cama— Entiendo que te preocupes por tus pacientes, hasta ahí todo normal pero creo que… ¿cómo decirlo? —Le miró fijamente— ¿Te excedes?

—Yo no me exc…

—Pues yo creo que sí, me encuentro bien y me encontraría mejor si pudiera salir de aquí, y sobretodo quitarme este horrible camisón —Se lo agarró con brusquedad para dar más énfasis a sus palabras, haciendo que se movieran sus pechos desnudos bajo la tela— llevo varios días sin dormir ya que resulta imposible en esta cama tan estrecha, no puedo ducharme como es debido, tengo la piel áspera como un lagarto, mi pelo parece una escoba y… —Se calló al ver que él se sentaba en la cama y la miraba con una expresión amable.

—Te entiendo perfectamente —dijo con voz suave, muy diferente a la que había empleado hasta ahora— Pero debes confiar en mí.

Vaya, la frase que toda mujer odia oír de labios de un hombre, por muy médico que éste sea y por muy apetecibles labios que tenga.

—Yo…sé que es tu trabajo —Ella ahora habló más serena— Pero ¡ES HORRIBLE! —Él sonrió— No te lo puedes ni imaginar—. Edward miró su reloj.

—Bueno, siento tener que irme, sobre todo ahora que parece que empezamos a entendernos. Haré lo que pueda para que tu estancia aquí sea lo más corta posible, y lo más entretenida posible —Se levantó para dirigirse a la puerta— ahora creo, y acepta mi humilde consejo de médico, que deberías descansar.

Por una vez en la vida Bella se calló una réplica, la verdad es que el doctor Cullen estaba siendo amable, y probablemente tenía razón, probablemente no, seguro tenía razón. Así que, a descansar.

Pero lo cierto es que no podía dormir ahora, él había estado sumamente cerca y había podido oler su colonia, el aroma la resultaba muy familiar… Buscó su móvil en la mesita auxiliar y llamó a Alice.

—Necesito tus conocimientos en lo que a perfumería masculina se refiere ahora mismo.

— ¿Cómo? —Contestó Alice divertida— ¿Tienes que hacer un regalo?

—No seas boba, ¿Te acuerdas del último regalo que hice a Jacob?

— ¿Al hombre primitivo que rehusó amablemente echarse perfume porque cree que disminuye su masculinidad?

—Sí, ese —dijo riéndose.

— ¿Por qué?

— ¿Te acuerdas o no?

—Sí, le compraste XS de Rabanne ¿Por?

—Nada, gracias —Y colgó.

Alice miró su teléfono con cara de idiota, ¿A qué demonios venias esa pregunta…? ¡Joder claro! Ella mismo había comprobado que cierto doctor no era un Neartdental.

Bella pasó la tarde, en apariencia tranquila, recibió un par de visitas de compañeros de trabajo, pero extrañamente no de Jacob eso sí le sorprendió, ahora que poco a poco iba recuperándose según el doctor Cullen no, según ella sí, quería empezar a involucrarse de nuevo en el caso que estaban trabajando.

No se la había pasado por algo el montón de incógnitas que había en todo lo sucedido. El caso Cayo Vulturi era de vital importancia y, probablemente un error de alguien del departamento, todo se había ido a la mierda.

Decidida a empezar a volver a la normalidad, aparentemente claro, ya que realizar su trabajo desde la cama de un hospital la hacía sentirse como esos estúpidos ricos que no soltaban ni su móvil ni su ordenador portátil aunque les diera un infarto. Bueno pero ahora en su situación podía mostrarse algo más comprensiva.

Tomó su móvil, arrugó el morro cuando vio que le quedaba poca batería, pero aun así marcó el número de su compañero.

Mierda, ¡Joder! El buzón de voz.

Era raro, se supone que Jacob ya había vuelto a su trabajo, eso sí, con otro compañero, pero… bueno, podría estar en alguna zona de escasa o nula cobertura.

Se revolvió en la cama ¿Dónde estaba el doctor y su promesa de hacerla más agradable la convalecencia?

La tele, que puta ironía, nunca tenía el tiempo suficiente para verla en casa y ahora sosteniendo el mando a distancia con gesto aburrido cambiaba de canal de forma autómata, sin decidirse por nada.

Bueno, lo cierto es que no había nada por lo que decidirse.

Se alegró, sólo un poco, cuando una enfermera vino a colocarle una nueva dosis de antibiótico ¡genial! ¡De puta madre! , debo estar como una regadera cuando la interrupción de una enfermera me levanta el ánimo.

Lo cierto es que Mary resultaba amable y habladora, muy de agradecer ya que temía cuando el turno cambiaba y aparecía la sargento Henderson. Ella pinchaba con la aguja como si no fuera humana. Según había oído nadie en toda la planta donde estaba ingresada criticaba sus tácticas. ¡Cómo para atreverse!

Vaya mierda de rutina, si tener un empleo con horario fijo se parecía en algo a la rutina del hospital… todo a su hora; hacía apuestas consigo misma para ver si hoy se retrasaban en algo, pues no, la cena ya la estaban repartiendo, podía oír los sonidos metálicos de las bandejas con la cena.

Me estoy volviendo realmente gilipollas.

Bella cenó poco, como siempre, aunque poco a poco se estaba acostumbrando a la pseudocomida del hospital, claro que en peores plazas había toreado, tanto Jacob como ella, días en los que tener la oportunidad de comer cualquier cosa, deprisa, en el coche era todo un lujo.

Miró de reojo la mesilla, allí tenía escondida la pitillera de Alice, se moría por fumarse ese cigarrito… bueno por fumarse unos cuantos, pero tendría que esperar a medianoche, cuando la pusieran la última dosis del día y ya no la interrumpieran más hasta las seis de la mañana.

Paciencia. Iba a disfrutarlo. Paciencia.

— ¿Estás dormida?

—No —Contestó demasiado seca. — ¿Cómo podría estarlo?

Edward pasó por alto su respuesta.

—Ten, te he traído un libro, Mary me ha dicho que es entretenido.

— ¿Y esa es tu forma de hacerme más grata mi estancia?

Joder, mira que es desagradable. Paciencia Edward.

—Es un comienzo ¿No? Además —Miró la cubierta— Es de agentes secretos —La miró a ella esperando su ácida respuesta— Bad Attitude, de Sherrilyn Kenyon —Miró de nuevo la contraportada— No conozco a esta autora, pero si Mary dice que está bien…

—No me disgustan los libros… —dijo ahora más tranquila, había sido una estúpida integral— Pero aquí me aburro demasiado, no sé si leer será lo mejor para entretenerme.

—Pruébalo —dijo Edward despreocupadamente, hablándola más como un amigo que como su médico— Yo tengo una teoría si en el segundo capítulo no me he enganchado al libro abandono.

—Bueno, no me parece mala idea… Bad Attitude… No sé, quizás no tenga la cabeza para intrigas en este momento.

—Te dejo, debo acabar mi ronda.

Edward se dirigió a la puerta pero antes de abrirla Bella le llamó.

— ¿Cómo es que aun estás trabajando? Pensé que nosotros éramos los únicos gilipollas que hacíamos horas extras —Se rio dejándole impresionado— ahora ya no me podré quejar a Orson.

—Hoy he tenido que doblar turno —dijo quitándose las gafas y pellizcándose el puente de la nariz, Bella ya se había quedado con ese detalle pero ahora parecía fijarse mucho más—. Un compañero se ha casado y está de luna de miel, así que…

—En vez de contratar más personal abusan del que tienen.

—Más o menos.

—Si te sirve de consuelo en la policía pasa más o menos lo mismo.

—Sí —dijo animado parecía que sí era posible mantener una conversación con ella en términos aceptables.

—Con la única diferencia que a nosotros no hace falta que se nos case nadie del departamento, siempre andamos escasos de personal.

Ambos se echaron a reír.

—Pero en el fondo te gusta ¿eh? —dijo en un tono juguetón. Bella se quedó callada, nunca hasta ahora la había hablado de ese modo.

—Bueno… —Se encogió de hombros— Supongo que todos somos un poco masoquistas ¿No te parece?

Edward disimuló una sonrisa de complicidad, no era el momento, pero sobretodo no era el lugar para coquetear. Una verdadera pena.

—Supongo —dijo con su tono habitual y abrió la puerta— Buenas noches.

—Buenas noches —repitió ella como una niña buena, a la espera de su golosina.

Su premio estaba en el cajón de la mesita auxiliar, esperando, llamándola. Ahora que ya no recibiría más visitas era su oportunidad. Levantó la cabeza, intentando oír voces procedentes del pasillo, nada, ligeros murmullos, seguramente las enfermeras comentando cosas.

— ¡Bien! Diez minutos más y disfrutaré del cigarro más deseado de toda mi vida—. Murmuró al cuarto vacío.

Sonrió como una gata golosa.

 

 

Capítulo 1: CAPÍTULO 1 Capítulo 3: CAPÍTULO 3

 
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