NO ME MIRES ASÍ

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 16/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 106
Visitas: 67725
Capítulos: 27

No se puede tener de todo en esta vida y cuanto antes se asuma, mejor. Esta extraña filosofía es la que Bella lleva a la práctica en su día a día. Centrada en su trabajo, medio enamorada de su compañero y evitando a toda costa ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.

Las relaciones de pareja son casi inexistentes y empieza a creer que son una leyenda urbana, pues hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto. Sabe que nunca habrá una fila de hombres esperando a su puerta como les pasa a otras.

Por eso ha decidido ser pragmática y olvidarse de que los hombres existen pero no va a ser posible.

Durante una convalecencia en el hospital conocerá a Edward, un médico que va a estar muy pendiente de su recuperación. Éste tendrá que armarse de paciencia, y no sólo para que ella siga sus consejos médicos, sino para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que sí se puede tener de casi todo en la vida.


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Capítulo 20: CAPÍTULO 20

CAPÍTULO 20

Llegaron a la casa familiar sobre las cinco, se habían entretenido demasiado; ella protestó ya que debía arreglarse, pero él no le hizo ni caso. El trayecto de vuelta en el coche fue mucho más relajado, ambos lo estaban, su charla y posterior sexo campestre, como Edward lo había denominado, contribuyó a que las cosas, más o menos, estuvieran algo mejor.

— ¿Dónde estabais? —Preguntó Carlisle al verles bajar del coche.

— Hemos ido a ver el pueblo.

—Y los alrededores, imagino —. Les miró a los dos y no dijo más sobre el tema— Tu hermano ha llegado hace una hora —Bajó la voz para que sólo le oyera su hijo—. Y acompañado; entre tú e Jasper habéis conseguido que no concilie el sueño.

Edward le miró confundido.

— ¿Le ocurre algo? —Preguntó amablemente Bella.

—No —dijo de forma poco clara.

—Ah. Bueno.

—Ve, si quieres, a tu habitación —Contestó Edward  amablemente con una sonrisa.

—Tu hermano viene acompañado de una mujer espectacular y tú traes otra ¿Es alguna competición? —Preguntó a su hijo cuando se quedaron a solas.

— ¡Papa! —Edward no se lo podía creer.

—No importa, por lo menos debo admitir que ambos tenéis buen gusto. Ah, Mira, ahí está tu hermano con su acompañante.

—Buenas tardes Alice —Saludó Edward tranquilamente.

—Hola Edward ¿Y Bella?

—En su habitación.

—Os dejo, tengo que hablar urgentemente con ella —Alice dejó a los tres hombres solos.

—Exijo una explicación —dijo mirando alternativamente a sus dos hijos.

—Yo no he hecho nada —Se quejó Jazz.

—Yo tampoco —dijo Edward.

—Vaya par…

— ¿Qué tal estás, papá? —Preguntó Jazz.

—No cambies de tema. Perfectamente, ya que lo preguntas —. Dijo el aludido.

—Tiene problemas de sueño —. Informó a su hermano y los tres se echaron a reír.

Alice se acercó a la habitación que Sally la había indicado, tenía que hablar con Bella. Al final había accedido a pasar el fin de semana con Jazz para no soportarle, el muy cabrón se había presentado en su casa a primera hora de la mañana con un súper desayuno pero sus intenciones eran otras muy distintas. El muy cerdo sabía que Alice había llegado a casa al amanecer tras una fiesta y tuvo la paciencia para dar guerra durante toda la jodida mañana, preguntándola una y otra vez ¿vendrás conmigo? Alice tuvo que rendirse a media mañana.

— ¿De verdad te hizo eso? —Bella se partía de risa.

—Pues sí, pero claro, esto tendrá consecuencias. Bueno ¿Y tú? ¿Cómo lo llevas?

—Más o menos… ¿Sabes? Tenías razón la familia de Edward es increíble, bueno salvo por…

—Ya, como no, la madre. Me lo imagino. A mí no es que me importe. Jazz y yo sólo pasamos el tiempo juntos, pero lo vuestro es bien diferente. Tú necesitas una especie de aprobación ¿Me equivoco? —dijo pinchándola.

—No voy a caer en tu juego, puedes provocarme lo que quieras. Al fin y al cabo ¿Qué diferencia hay entre tu relación con Jazz y la mía con Edward?

— ¡Por FAVOR! ¿Y tú me lo preguntas? Mira, es evidente, lo vuestro va en serio, aun no habéis elegido una vajilla ni un menú —Bella la hizo un feo gesto con su dedo corazón— Pero vais por buen camino.

—No tengo a hora tiempo para estupideces. Así que concentrémonos.

—Lo que tú digas.

—Ayúdame con este vestido.

— ¿Te vas a poner el vestido rojo putón? —dijo intentado parecer escandalizada, aunque no lo estaba ni lo más mínimo.

— ¿Por qué? —Bella dudaba— Crees que no es apropiado ¿Verdad?

—Mírame y escucha atentamente —Alice pidió paciencia en silencio— . Con ese vestido todos caerán de espaldas al verte…

—Pues eso no me tranquiliza mucho.

—… Y —Alice pasó por alto su comentario—, alguien especial caerá a tus pies —movió las cejas de forma picarona—. Que es de lo que se trata. Por si no lo sabías.

—No estoy tan segura yo de eso, ¿Qué quieres que te diga? Aquí las cosas no son como en la ciudad.

—Ven aquí, tonta del bote, déjame ayudarte y no pienses más —. Alice la ayudó a ajustarse bien el vestido—. ¿Debajo llevas lo que creo que deberías llevar?

—Sí —. Contestó de una forma inusualmente tímida.

—Excelente —. Sentenció su amiga, evidentemente aliviada—. Por lo menos has pensado una vez en tu vida.

Alice dejó a Bella perfecta para la velada y rezando en silencio para que esta no hiciese ninguna tontería, como por ejemplo quitarse ese magnífico vestido rojo. ¿Qué tenía que hacer con ella para que se sintiese más segura?

Solución: hablar con Edward.

 

Bella miró el reloj, casi las siete, se supone que los primeros invitados, a los cuales no conocía ni de casualidad, estarían llegando. Permanecía sentada en su cuarto, sintiéndose gilipollas, eso sí perfectamente arreglada.

Edward había promedio no dejarla a solas y mira como estaba cumpliendo su promesa. Hizo una mueca. Los nervios la estaban traicionando y de no dominarlos pronto podía cometer alguna tontería.

Respiró hondo. Se repitió mentalmente una y otra vez: “soy gilipollas” ¿Cómo puedo asustarme de una simple reunión? ¡Por favor! He vivido situaciones mucho más peligrosas. En toda la extensión de la palabra. ¿Qué puede pasar? ¿Qué me pise el vestido y tropiece? ¿Qué no salude correctamentea algún invitado? ¿Qué su tacón se clave “accidentalmente” en el pie de Edward? Bufó y refunfuñó.

Qué más daba.

Abrió la puerta de su dormitorio y salió al pasillo, esperando tener la suerte de encontrarse con Edward y así ser guiada. Pero no, mierda, ¿Dónde estaba ese traidor?

Llegó al borde de las escaleras y como buena chica levantó el bajo del vestido para bajar sin dificultad. Es decir, para no pegarse una buena leche, acabar cayendo de culo y ser la comidilla de la fiesta.

— ¿Necesitas ayuda?

Bella se sobresaltó al oír esa voz tan suave; era tal su estado de nerviosismo que la pregunta más inocente la ponía en el disparador, lo que es su actual estado de nervios no era nada recomendable.

— ¡Jazz! ¡Qué susto me has dado!

— ¿Qué haces aun aquí? —Le ofreció un brazo—. Ven, te acompañaré.

Jazz era un encanto, lo cierto es que la tranquilizaba, sonrió, algo más relajada y aceptó el brazo que éste le ofrecía.

—Respira —murmuró él.

—Estoy tranquila —mintió ella entre dientes, mientras intentaba componer una gran sonrisa falsa.

—Pues no lo parece, estás interrumpiendo la circulación sanguínea de mi brazo.

— ¡Oh! ¡Lo siento!

Nada más llegar a la planta baja, divisaron a varios de los invitados. Jazz le susurró los nombres junto con alguna otra pequeña observación. Bella tenía que disimular la risa pues esas observaciones no eran siempre de lo más correcto.

— ¡Jasper Cullen! ¡Cuánto tiempo!

Bella se fijó en la cara de Jazz, no parecía hacerle mucha gracia encontrarse con aquella mujer.

—Buenas noches señora Newman —. Contestó con perfecta educación— ¿Y su marido?

Ella le observaba comportarse como el perfecto caballero, con educación, manteniendo el tono al hablar, haciendo las preguntas de cortesía indicadas. ¡Quién lo hubiese pensado! Estaba sorprendida. Jasper aguantaba tranquilamenteel chaparrón de la señora Newman, debía tener casi los setenta y por lo poco que escuchó el matrimonio Newman debían ser viejos conocidos de la familia.

— ¿No nos presentas? —Señaló la señora Newman mirando a Bella—. ¿Es tu prometida?

—Sí —Contestó Jazz con tranquilidad.

Bella se sorprendió y advirtió la chispa de diversión en los ojos de él.

—Tengo que hablar con tu madre, ¿Cómo ha podido Esme mantenerme desinformada?

—No la culpe —, Jazz agarró a Bella dela mano indicándola con el gesto que mantuviera la boca cerrada—. Yo se lo pedí expresamente, queremos anunciarlo hoy, como regalo especial para mi padre—. Jazz sabía que la señora Newman no iba a guardarse ese chisme, lo cual era de lo más conveniente—. Y ahora, me gustaría tomar una copa, con mi prometida —miró a Bella y sonrió— ¿Nos disculpa?

La llevó hacia la sala, tranquilamente cogida de la mano como si tal cosa, saludó a algunos invitados más, los cuales miraron las manos entrelazadas, comprendiendo en silencio. Jazz se moría de risa pero se contuvo muy bien.

—Toma —ofreció a Bella una copa de champán.

—Explícame, y te advierto que no me hace ni pu… —Él tosió—… gracia que vayas por ahí diciendo que estamos… —Casi se atraganta antes de decirlo—… prometidos. ¿Estás loco?

— ¿Por qué? —Él se reía educadamente— ¿No soy un buen partido? —Bella le golpeó en el brazo. Relájate —dijo inclinándose hacia ella— Siempre intento divertirme en estas reuniones —Se encogió de hombros—. Pero no te preocupes, no pienso hacerte ningún proposición indecente… —sonrió— ni tampoco decente.

 

 

Capítulo 19: CAPÍTULO 19 Capítulo 21: CAPÍTULO 21

 
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