NO ME MIRES ASÍ

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 16/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 106
Visitas: 67729
Capítulos: 27

No se puede tener de todo en esta vida y cuanto antes se asuma, mejor. Esta extraña filosofía es la que Bella lleva a la práctica en su día a día. Centrada en su trabajo, medio enamorada de su compañero y evitando a toda costa ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.

Las relaciones de pareja son casi inexistentes y empieza a creer que son una leyenda urbana, pues hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto. Sabe que nunca habrá una fila de hombres esperando a su puerta como les pasa a otras.

Por eso ha decidido ser pragmática y olvidarse de que los hombres existen pero no va a ser posible.

Durante una convalecencia en el hospital conocerá a Edward, un médico que va a estar muy pendiente de su recuperación. Éste tendrá que armarse de paciencia, y no sólo para que ella siga sus consejos médicos, sino para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que sí se puede tener de casi todo en la vida.


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Capítulo 23: CAPÍTULO 23

CAPÍTULO 23

Bella oyó ruidos, seguramente la casa empezaba a moverse y a ella la pillarían en la cama haciéndose la remolona. Se incorporó bruscamente y se tuvo que llevar la mano a la cabeza, se sintió algo mareada.

Demasiada excitación, demasiado champán y demasiado sexo. Borra eso, nunca es demasiado sexo.

Miró la hora, las diez de la mañana, vio como el sol se colaba por la ventana. Un bonito día de domingo. Genial.

Pese a todos sus temores iniciales este fin de semana estaba resultando de lo más especial.

Se puso en pie y sintió de nuevo ese malestar.

Y para empeorarlo más, sintió náuseas.

— ¡Joder! —Dijo entre dientes— No vuelvo a beber.

Entró en el cuarto de baño, dejándose caer frente al retrete y vomitó.

Cuando echó todo lo que pudo pensó que ya estaba. Normalmente era así. Pero su cuerpo seguía incitándola a vomitar, las arcadas eran dolorosas y se sentía cada vez peor.

—Tranquila —Se dijo— antes de volver a vomitar.

Cuando por fin pareció calmarse estiró la mano y agarró una toalla, estaba sudando.

Se recostó, sentada en el suelo y apoyó la espalda en la pared, intentando serenarse.

Pero era imposible. Su cabeza empezó a darle vueltas, en los dos sentidos, intentaba reconstruir la noche anterior. Desde su salida de la habitación, su bajada a la fiesta de la mano de Jasper. No había bebido tanto.

Estaba tan nerviosa, tan pendiente de no meter la pata… tan preocupada por no ofender a la familia de Edward…

No, apenas bebió.

 Otra ola de náuseas. ¡Pero si ya no tenía nada que echar! aun así su cuerpo parecía ir por otro camino. Resignada intentó controlar los espasmos de su estómago. Pero entonces un escalofrío recorrió toda su columna vertebral.

¡NO!

¡No podía ser!

Bella se echó a llorar, eso no podía estar pasando.

Los recuerdos del pasado volvieron de repente.

Ese no era el baño de la habitación de invitados de los Cullen, era el cuarto de baño de un pequeño apartamento, de un barrio obrero.

Tenía de nuevo dieciocho años y una sensación de ser la más estúpida, la más inconsciente. Pero lo peor era sentir de nuevo en su interior que de nuevo habían abusado de ella.

Eso no es cierto, se decía a sí misma, pero es difícil, casi imposible, borrar de un plumazo viejas ideas, por mucho tiempo que haya pasado.

Se levantó como pudo, ahora mejor físicamente, pero hecha polvo anímicamente. Esto era la peor de las pesadillas que podía tener. Entró en la ducha, tenía que tomar una decisión. Sabía, por experiencia, que esto no se puede dejar así como así, tenía que hablar con alguien de confianza. Tenía que localizar a Alice y explicar la situación.

Por estúpida, por confiada se había quedado embarazada. ¿Por qué los médicos no la advirtieron que tenía una mínima posibilidad?

¿Porque estaba hecha polvo y quizás no prestó atención?

Pero entonces… todos estos años.

El champú se le metió en un ojo y soltó una palabrota.

Durante todos estos años siempre hubo látex de por medio. No por miedo al embarazo, era simple y llanamente porque el sexo seguro era cuanto la preocupaba. Nunca sabía una con quien estaba.

Además nunca antes tuvo una relación, si se podía llamar así, con un hombre, máximo había repetido, nunca pensó en nada más serio.

Pero ahora tenía algo más serio.

¿Ahora tenía algo más serio?

Sí, Edward era serio, pero no quería estropearlo. ¿Cómo podía? Si él se daba cuenta se lo echaría en cara, eso sin lugar a dudas, ya que él, en su primer encuentro, había preguntado y Bella le había mentido descaradamente.

 Salió de la ducha, algo más tranquila, ya su cuerpo se había relajado y ella también. Quería vestirse rápidamente, no debía parecer una maleducada apareciendo la última. Cerró los ojos y se sentó en la cama. Demasiados sentimientos encontrados en su interior. Todo lo ocurrido la noche anterior, el cuerpo de Edward junto al suyo, proporcionándose placer mutuo, conectándose, hablándose sin palabras.

Demasiado para recordarlo sin sentirse mal por su culpa. Ella lo había estropeado.

Unos golpes en la puerta sobresaltaron sus pensamientos y reaccionó.

— ¿Sí?

—Señorita Swan, ¿Puedo pasar?

¡Mierda, la madre de Edward!

—Sí —Indicó Bella al fin.

Esme entró en la habitación, tranquilamente, bueno al fin y al cabo era su casa, no tenía que pedir permiso. Durante unos segundos, los cuales a Bella le parecieron eternos, observó la habitación y la observó a ella.

Ese examen no le gustaba ni un pelo, pero permaneció callada, sintiéndose en desventaja, Esme iba perfecta, vestida con una falta recta a la medida exacta y una blusa sin mangas, y ella envuelta en una toalla de baño, que ni tan siquiera era suya, el pelo mojado y revuelto y la cara enrojecida.

—Si lo prefiere la dejaré arreglarse. Puedo hablar con usted más tarde.

¿Cómo cojones respondo yo a eso? Pensó Bella. ¿De qué quería hablar?

—No, no importa —Contestó visiblemente incómoda.

—Bien, no le robaré mucho tiempo —. Esme se sentó en el borde de la cama y la miró fijamente— Es evidente que mantiene una relación con mi hijo.

—Yo…

—No se moleste, es más que evidente, pero esa no es la cuestión.

— ¿Ah no? —Preguntó intrigada ¿De qué iba esa mujer?

—La cuestión es —Esme hablaba sin hacer caso al comentario de Bella— Si esa relación es temporal —Esperó a que contestara, no lo hizo— Lo cual es comprensible, puedo tolerarla.

No podía creer lo que estaba oyendo. ¿Se la había metido agua en los oídos?

—No me interrumpa —dijo Esme al ver como Bella abría la boca— Prefiero pensar que mi hijo y usted simplemente se están divirtiendo, es asumible —. Esme cerró los ojos un instante antes de proseguir— Mi hijo esmayor de edad y sabe perfectamente lo que hace pero no por eso siempre actúa como debiera.

¿Era una broma? Edward tenía treinta y cuatro años. ¿A esas alturas su madre debía advertirle sobre las mujeres con quien salía? Increíble, pero cierto.

—Edward es, ante todo, un hombre, sé que tiene sus necesidades…

Observó como Esme se sonrojaba ligeramente pero también como recuperaba en seguida la compostura.

—…Por eso puedo tolerar que salga con usted, aunque sea del todo inapropiada —Bella agarró la toalla con fuerza y no porque fuera a caerse— Pero puedo hacer la vista gorda tratándose de algo temporal —. Esme esperó a que Bella dijera algo, la miró fijamente y tras unos instantes se levantó, ya había dicho todo cuanto tenía que decir.

Bella la vio acercarse a la puerta, sin ni tan siquiera haber dicho nada, la madre de Edward iba a marcharse de allí, creyéndose sus propias palabras, y de paso dejándola a la altura del betún.

— ¿Temporal? —dijo Bella al ver como Esme abría la puerta.

—Sí, eso he dicho. Buenos días, señorita Swan.

— ¿Y si no fuera temporal?

—Entonces me sentiría tremendamente decepcionada. Siempre he querido lo mejor para mis hijos.

Salió de la habitación sin añadir nada más y sin dar tiempo a réplica. Cerró la puerta elegantemente, sin portazos, con suavidad como si acabara de invitarla a tomar el té.

Bella quería romper algo. Pero no estaba en su territorio.

Pero podía estar muy pronto. Tiró con rabia la toalla que la cubría al suelo y buscó algo que ponerse.

Una vez vestida con sus mejores vaqueros y una camiseta negra recogió a toda prisa las cosas, sin importarle un pimiento que el vestido se arrugara, tenía que largarse de allí. Quería estar de nuevo en su pequeño apartamento, un pensamiento cruzó su mente, le gustaría ver la cara de Esme al ver dónde y cómo vivía.

Se recogió el pelo sin cepillárselo siquiera, daba igual, cuando preparas una fuga no miras tu aspecto. Sólo piensas en largarte.

Bajó rápidamente a la cocina, esperando no encontrarse con nadie, llegar a un teléfono, pedir un taxi y largarse. En ese orden.

 — ¡Buenos días! —La voz de Sally la sobresaltó.

—Buenos días —respondió por cortesía.

— ¿Mala noche? —Sally se rio— No, yo creo que no, siéntate, te prepararé algo para desayunar.

—No, gracias —dijo algo brusca— ¿Puede pedirme un taxi? —No debía perder el tiempo.

— ¿Un taxi? —Sally se acercó a ella abandonando su preparativo del desayuno— ¿Para qué, criatura?

—Sally, deprisa, un café —Carlisle entró en la cocina como un fugitivo— Hola querida —besó a Bella en la mejilla como si nada— Veo que a ti también se te han pegado las sábanas —Se rio— Bueno debo decir que esta noche nadie ha pegado ojo en esta casa —. Volvió a reírse— Sally, ese café.

—Luego no se queja cuando le riñen.

—Bueno, ¿Qué planes tienes para hoy? —Preguntó Carlisle amablemente a Bella.

—Ha pedido un taxi —Sally respondió por ella.

— ¿Ah sí? ¿Cómo es eso?

—Ha surgido un imprevisto —respondió Bella— debo regresar a casa rápidamente.

Carlisle se dio cuenta que ella estaba a punto de llorar y no le pasó por alto la maleta que había junto a ella. ¿Habría discutido con Edward? Pero aun así… Carlisle les había observado la noche anterior, su hijo no le quitaba los ojos de encima, bueno él tampoco lo hubiera hecho, era evidente que entre los dos existía una fuerte atracción, algo más incluso, ya que su hijo menor era poco dado a demostraciones afectuosas en público, y hacía mucho tiempo que no les presentaba a ninguna mujer.

—No te preocupes —animó— Puedo castigar a Edward para que corte el césped, limpie el invernadero… si ha sido malo contigo le castigaré.

— ¡No! —Bella no quería hablar así— Simplemente debo irme. Por favor —miró a Sally— ¿podría pedir un taxi?

—Como quieras —Contestó Sally.

—Bella, ¿Qué ocurre? —Preguntó un Carlisle ya más serio.

Ella sólo quería salir de allí, era imperativo largarse, en cualquier momento podía aparecer Edward y la huida era imposible, él no la dejaría irse, además de intentar sonsacarle la verdad, allí delante de toda la familia.

 Lo cierto es que sentía pena por Carlisle, era todo un señor, picarón a veces, pero encantador.

Ahora no era el momento de dejarse llevar, si tenía que pedir perdón por ser grosera ya lo haría más adelante.

—En cinco minutos llegará un taxi, ha habido suerte, acababa de llevar a unos visitantes y volvía de regreso —. Anunció Sally.

—Gracias —Bella se levantó, tiró de su maleta con intención de salir.

— ¿No vas a despedirte? —Inquirió un Carlisle preocupado—. Ven aquí —abrió los brazos y Bella no se negó— No sé que ha ocurrido —dijo en voz baja— Pero lo averiguaré.

Bella no sabía que decir en ese momento, así que no dijo nada, limitándose a no pensar en ello, salir de allí cuanto antes era su único objetivo.

El pitido de un coche la hizo separarse, sin tiempo para más agarró su maleta y salió para subirse rápidamente en el taxi.

 

 

Capítulo 22: CAPÍTULO 22 Capítulo 24: CAPÍTULO 24

 
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