NO ME MIRES ASÍ

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 16/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 106
Visitas: 67734
Capítulos: 27

No se puede tener de todo en esta vida y cuanto antes se asuma, mejor. Esta extraña filosofía es la que Bella lleva a la práctica en su día a día. Centrada en su trabajo, medio enamorada de su compañero y evitando a toda costa ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.

Las relaciones de pareja son casi inexistentes y empieza a creer que son una leyenda urbana, pues hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto. Sabe que nunca habrá una fila de hombres esperando a su puerta como les pasa a otras.

Por eso ha decidido ser pragmática y olvidarse de que los hombres existen pero no va a ser posible.

Durante una convalecencia en el hospital conocerá a Edward, un médico que va a estar muy pendiente de su recuperación. Éste tendrá que armarse de paciencia, y no sólo para que ella siga sus consejos médicos, sino para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que sí se puede tener de casi todo en la vida.


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Capítulo 9: CAPÍTULO 9

CAPÍTULO 9

—No, no creo que pueda soportarlo más —Se quejó ella tras alcanzar un explosivo orgasmo y desplomándose encima de Edward. Él había tardado tan sólo unos segundos más en correrse.

—No me vengas con esas —rodó con ella hasta colocarse de lado. Cualquier cosa con tal de no perder su calor.

—Sí, créeme, lo digo en serio —Se separó de él y empezó a buscar algo en la mesita de noche.

— ¿Qué buscas? —Preguntó Edward sin mirarla oyendo los ruidos.

—Nada—. Respondió intentando evitar más preguntas.

Bella lo necesitaba, por más que él se opusiera protestara o lo que fuese ella iba a disfrutar del cigarrillo post coital más intenso de su vida. Así que le dio la espalda, encendió el cigarro y suspiró, sí, desde luego que sí. Perfecto.

—Dame eso —Se lo quitó de los dedos.

Ella se giró rápidamente para recuperar su cigarrillo, decidida a pelear por él, Edward no iba a arruinar ese momento.

Pero al darse la vuelta se encontró a Edward sonriendo, exhalando el humo. ¡Él también se había rendido! Dio otra calada antes de devolvérselo.

—Es el mejor —afirmó ella.

—No lo dudes.

Compartieron el cigarro en silencio, abrazados y sin moverse, el instante era demasiado intenso, como para cambiarlo, allí los dos tumbados, estirados el uno junto al otro, desnudos y en silencio.

¿Se puede pedir más?

Apagó el cigarrillo y volvió a acurrucarse junto a él, él todo un caballero, como siempre levantó el edredón para arroparlos, esta vez sí iban a dormir juntos, sí, iban a compartir la cama sin pasar la noche en vela.

— ¿Bella? —Susurró junto a su cuello. Estaba inquieto, esa mujer que ahora se mostraba relajada era en otros momentos demasiado quisquillosa y peleona.

— ¿Mmmm? —ronroneó enroscándose aún más.

—Nada. Duerme—. Y depositó un suave beso en su cuello. Ahora no era el momento de profundizar en eso.

Quería preguntar cuanto tiempo hacía que no había tenido sexo, ya que la reacción al llegar al orgasmo le había parecido tan exagerada… ¿Era de esas mujeres chillonas? ¿O estaba fingiendo? Eso le irritaba sobremanera, lo odiaba, prefería la cruda realidad, pero ella parecía mostrarse natural, no tenía por qué mentir en eso, además ella misma lo había expresado con palabras elocuentes y con gestos evidentes. Aun así, le extrañaba esa reacción, hasta ahora en sus otras relaciones sexuales las mujeres con las que se había acostado sí manifestaban su clímax pero ninguna como ella ¿Por qué? Merecía la pena averiguarlo, pero no era el momento, ella se enfadaría.

 

Una sensación agradable despertó a Bella; movió la nariz, sin abrir los ojos. ¡Café de verdad! Por muy pronto que fuera, se levantaría. Le importaba un carajo madrugar, el olor a café recién hecho era adictivo.

— ¿Qué haces levantada tan temprano?

—Lo quiero, ya, dame una taza de ese café —habló casi como una drogadicta con síndrome de abstinencia.

—Podrías habérmelo dicho y te la hubiera llevado a la cama.

— ¿De verdad? —Preguntó entusiasmada con la idea.

—Sí —Sonrió— No hacía falta que te levantaras.

—Qué amable.

Eso le sorprendió, lo dijo sinceramente, sin pizca de sarcasmo. ¿A qué tipo de hombres estaba acostumbrada Bella? A él le parecía de lo más normal llevar un desayuno a la cama a su compañera de sexo, si había sido amable por la noche para llevársela al huerto ¿Por qué no iba a ser amable por la mañana en la despedida?

¿Quería despedirse de ella?

No.

—Eres demasiado educado para mí —dijo tras tomar un sorbo de café— Y te lo agradezco —Miró el reloj— Supongo que tienes que irte.

—Por desgracia así es, esta semana estoy de mañana —acercó su taza al fregadero.

—Déjalo, ya lo recogeré más tarde.

Se quedaron mirándose fijamente. ¿Quién de los dos daría el primer paso?

Edward estaba seguro que quería volver a verla, una noche no había sido suficiente ¡Por favor! Tenía tantas cosas en la cabeza, había desarrollado tantas fantasías con Bella como protagonista, pero ella parecía ahora como algo tímida o quizás arrepentida, no lo sabía; de todos modos podía tantear el terreno, sin sentirse después un gilipollas con título acreditativo cuando ella declinase la invitación.

Pero sin saber muy bien por qué, llámalo presentimiento, llámalo sensación, Bella no tenía la pinta de querer rechazarlo. Pero estaba demasiado callada, saboreando el café recién hecho, bueno eso no era de extrañar, después de tomar el brebaje al que debía estar acostumbrada éste debía saber a gloria.

—Bueno. —Murmuró sin saber bien qué decir; miró la hora y se ajustó las gafas.

—Tranquilo ¿vale? estoy acostumbrada.

Esas palabras le dejaron helado, cierto que una mujer como ella ha tenido relaciones con más hombres, pero dicho así, hasta le sonaba cruel. ¿Cómo la habían tratado? ¿O simplemente quería parecer que no la afectaba?

La situación no le gustaba nada, ni un pelo. Durante unos cuantos días había deseado a esa mujer. ¡Joder! Sí la había deseado, pero qué demonios, si hasta ahora mismo la deseaba, tenía que haber tenido un poco de sexo matinal con ella, sin embargo al sonar la alarma de su reloj se había levantado haciendo el menor ruido posible con intención de no molestarla. Bella dormida parecía otra cosa, más serena y relajada, no tan arisca y mordaz. Desde luego esa actitud tenía que ser una especie de defensa.

Recordó entonces las palabras de Jacob ¿Cuantos la habían utilizado para acercarse a su mejor amiga? Eso tiene que doler, y mucho además.

Irse de su casa, así, como si tal cosa le hacía sentirse fatal. Se acercó a ella y la besó. Simplemente en los labios, una ligera presión.

Sintiéndose aun peor salió por la puerta.

Bella se quedó unos instantes, apoyada en la encimera de la cocina, con la taza de café en las manos. Sola otra vez.

Qué poco cambiaban las cosas, a pesar de su educación, sus buenas formas y su estupendo café Edward se había ido.

La única diferencia había sido un sexo de primera calidad y dos orgasmos sensacionales.

Confórmate con lo que tienes, otras veces ni siquiera llegabas al orgasmo y por supuesto no te preparaban café. Claro, que pensándolo bien rara vez dormía con hombres después de. Simplemente se agarraba a cualquier excusa para dormir sola. ¿Por qué había cedido con Edward?

Eso ahora hacía más duro volver a empezar, compartir un desayuno, aun siendo un simple café (aunque de excelente calidad) resultaba demasiado íntimo y también demasiado cruel, en este caso para ambos.

Había observado cómo Edward también se sentía incómodo, como si quisiera buscar las palabras políticamente correctas para poder marcharse con su orgullo intacto. Bella se lo había puesto relativamente fácil. Claro que hubiese sido más fácil aun si hubiera permanecido en la cama calladita. ¡A la mierda! Ese café olía fenomenal, y además estoy en mi casa ¿No? ¿Y ahora qué? No son ni las nueve de la mañana y no tengo nada en perspectiva para pasar el día. Bueno siempre se puede llamar a un amigo y compañero de trabajo para darle un poco la lata y charlar de esto y de aquello.

Como últimamente parecía ser normal Jacob no contestaba al teléfono, vale, estaría ocupado, vale, nervioso con su nuevo compañero, pero… ¿No podía hacer una excepción con ella?

Decidida a no dejar que el día se fuera consumiendo de forma inútil, se tomó otra taza de café, no olvidó su medicación y se arregló para ir a la oficina en busca de Jacob. Si no le encontraba al menos pasaría el rato charlando con sus compañeros.

 —Creo que me aburro más de lo que pensaba —Confesó Bella a Erika, la secretaria de Orson.

—Me lo imagino, pero bueno, tú piensa en recuperarte para que puedas trabajar cuanto antes.

—Eso me dicen todos —rio sin ganas— ¿Crees que si le hago un poco la pelota me dará algo con lo que mantenerme ocupada?

—Yo no apostaría por eso, además sabes mejor que yo como es. ¿Por qué no aprovechas el tiempo para otras cosas?

— ¿Cómo por ejemplo?

 —No sé, decorar de nuevo tu apartamento, salir de compras, buscar un buen tío que te anime… ya sabes, lo normal. Siempre os quejáis de la falta de tiempo.

—No tengo ni pajolera idea de decoración, ando escasa de fondos y… —Se acordó de Edward— No es fácil encontrar un tío que te anime y alborote los biorritmos así como así.

—Yo puedo presentarte algunos.

—No serviría de mucho, pero te lo agradezco —Edward seguía ahí—. Además últimamente creo que me he vuelto muy exigente.

—Creo que no me cuentas toda la verdad.

—Erika, dime, ¿Si hubieras conocido a alguien que es una especie de graduado cum laude en la cama saldrías con otro cualquiera?

Erika pareció meditarlo antes de contestar.

—No, pero creo que si no voy probando no puedo encontrar al sustituto ideal.

—Para ti es fácil decirlo, Jonathan es un cielo.

—Y un maestro —ambas se echaron a reír.

—En serio, me cuesta pensar en otro —Se encogió de hombros— Sé que se acabará pasando.

—Una pregunta, quizás te resulte estúpida ¿Has pensado en llamar a ese dios?

—Sí, claro que sí, pero… No quedamos en nada.

—Nena, espabila, como te descuides te lo levantan en menos que canta un gallo. Además estamos en el siglo veintiuno, puedes tomar la iniciativa.

— ¿Tú lo has hecho alguna vez?

— ¡Por supuesto! ¿Cómo crees que me casé? ¿Esperando sentada?

—Ah —. Bella lo estaba reconsiderando, Alice dijo exactamente lo mismo y surtió efecto—. Pero aun así…

—Mira, si lo que te preocupa es que te diga que no, cuanto antes lo sepas mejor ¿No crees? Lo que no tiene sentido es quedarse ahí como un pasmarote esperando, y, por si fuera poco, con tanto tiempo libre, llámale inmediat…

— ¡Señorita St. Paul! —Interrumpió Orson— ¿Ha llegado Amstrong?

—No, aun no.

—Y tú ¿qué haces por aquí? —Miró a Bella.

—Tenía que hablar con usted.

— ¿Sobre qué? —Preguntó en el mismo tono ácido—. Está bien, pasa —miró de nuevo a Erika— Dile a ese estúpido de Amstrong que pase en cuanto llegue —. Erika asintió.

Bella siguió a su jefe al despacho, Orson era un vocinglero, pero aun así podía camelárselo, o por lo menos intentarlo.

—Rapidito, ¿de qué se trata? —Su tono no había variado ni un ápice.

—En pocas palabras: quiero trabajar en algo senc…

—Imposible —. Su jefe ni dejó que acabara la frase.

—Puedo encargarme de algo simple como llevar archi…

—No.

— ¿Por qué?

—Porque no.

—Eso no es una razón válida —. Así no se debía contestar al jefe.

—Para mí sí lo es. ¿Alguna cosa más?

—Una explicación por lo menos.

—Estás de baja por accidente señorita Swan, hasta que el médico no considere que estás recuperada al cien por cien no quiero verte por aquí.

—Pero podría llevar asuntos de papeleo y esas cosas, siempre estamos escasos de personal, le he oído quejarse mil veces, no me puede pasar nada por estar sentada en una silla delante de un ordenador.

— ¿Tú? No me hagas reír. Eres incapaz de permanecer quieta durante diez minutos. No quiero hablar más del tema.

Bella salió igual que cuando había entrado, no peor, en menos de cinco minutos su jefe había echado por tierra todas sus esperanzas de encontrar una ocupación.

 

 Hola queridas lectoras. Gracias por acompañarme en esta narración. Si les gusta comentenme y cuentenselo a sus amigas. Si les apetece votenme. Besos a todas las lectoras silenciosas y a las que comentan.

Capítulo 8: CAPÍTULO 8 Capítulo 10: CAPÍTULO 10

 
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