NO ME MIRES ASÍ

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 16/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 106
Visitas: 67741
Capítulos: 27

No se puede tener de todo en esta vida y cuanto antes se asuma, mejor. Esta extraña filosofía es la que Bella lleva a la práctica en su día a día. Centrada en su trabajo, medio enamorada de su compañero y evitando a toda costa ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.

Las relaciones de pareja son casi inexistentes y empieza a creer que son una leyenda urbana, pues hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto. Sabe que nunca habrá una fila de hombres esperando a su puerta como les pasa a otras.

Por eso ha decidido ser pragmática y olvidarse de que los hombres existen pero no va a ser posible.

Durante una convalecencia en el hospital conocerá a Edward, un médico que va a estar muy pendiente de su recuperación. Éste tendrá que armarse de paciencia, y no sólo para que ella siga sus consejos médicos, sino para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que sí se puede tener de casi todo en la vida.


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Capítulo 21: CAPÍTULO 21

CAPÍTULO 21

Edward  aguantaba como podía, con resignación sobre todo, a algunos de sus invitados. Intentaba mantener la calma, ya estaba bastante molesto, por decirlo de alguna forma, por culpa de Alice no había podido terminar de arreglarse a tiempo y para colmo su madre había insistido en tener unas palabras con él, a fin de que todo saliera perfecto.

Eso, perfecto, ¡Y una mierda! Se supone que Jazz podía ayudar un poco pero el muy cabrón se había escaqueado.

Claro, que eso tampoco constituía ninguna novedad.

Asentía como un autómata a las palabras de un ex compañero de su padre, pensando en que ahora mismo tenía que estar con Bella, disfrutando con ella y toqueteándola de forma ocasional y disimulada delante de todas aquellas personas.

Ya había sido bastante malo el ir a buscarla a su cuarto, desde luego su padre tenía razón, debían compartir habitación, a la porra con la opinión de su madre, esta noche la pasarían juntos, y no encontrarla. Así que mientras intentaba quitarse de encima a ese pelmazo buscó con la vista a Bella. Sonrió, allí estaba, junto a su hermano, con una copa en la mano y divirtiéndose, Jazz podía ser muchas cosas pero aburrido no.

Se disculpó con su interlocutor y avanzó en su dirección. Estaba loco por llegar junto a ella. La gente le tapaba el campo de visión y sólo distinguía su cabeza y sus hombros. Ese rojo era prometedor. Mmmm.

— ¡Enhorabuena, Edward!

— ¿Cómo? —Preguntó el aludido, alguien le había parado, prestó atención. El señor Newman.

—Bueno, quizás debería felicitar primero a tu hermano. No sabía nada. Estaréis encantados. Es una preciosidad —Señaló con la copa en dirección a Jazz y Bella.

— ¿Cómo? —repitió sintiéndose un estúpido.

—No hace falta que guardes ya el secreto. Tu hermano lo ha confirmado.

 — ¿Me disculpa?

Eso si que era bueno, ¿Qué jodida idea se le había ocurrido a su querido hermano? Sabía perfectamente cual era la verdad pero aun así no le hacía ni puta gracia. Miró a su hermano y éste le hizo una mueca burlona.

Otra invitada, una vieja amiga de su madre a la que había evitado, la madre de Tanya, le informó de la gran noticia.

— ¡Por fin apareces! —. Comentó Jazz— Nos tenías preocupados.

—Sí claro, ya veo como te has preocupado.

—Hola Edward —dijo ella suavemente.

Él pareció calmarse en ese mismo instante y la contempló, de arriba a abajo, con gran satisfacción, ¡Cielos Santo! Estaba impresionante. La noche se le iba a hacer cuesta arriba. En ese momento un millón de pensamientos eróticos atravesaron su mente, se olvidó de todo, únicamente estaba ella. Allí, la tentación de cogerla de la mano, sacarla de allí y hacérselo con ella en el cuarto de la limpieza era irresistible.

—Bueno, creo que os dejo.

Jazz se escabulló, librándose así de una charla fraternal.

—Me he enterado que estás comprometida —dijo poniéndose a su lado y tomándola de la cintura.

—Eso parece —replicó ella con desdén.

Su contestación desdeñosa la valió un pellizco en el culo que la sobresaltó. A punto estuvo de dejar caer el líquido de su copa.

—Compórtate —Siseó ella.

—No puedo —Y atormentó de nuevo su trasero pero esta vez de forma más calculada.

— ¡Edward!

—Necesito salir de aquí, deja eso —agarró la copa que sostenía ella dejándola a un lado— Ven.

— ¿A dónde?

—Al cuarto de la limpieza, debajo de la escalera.

— ¿Cómo dices? —Bella no podía creerlo, pero el tono sugerente de Edward no era una broma.

—No puedes negarte —Insinuó él. Lo cierto es que podía morir allí mismo si ella seguía objetando sus argumentos—. Es una de mis fantasías —Bella se estremeció— follarte en ese pequeño y oscuro cuarto, sabiendo que cualquiera al pasar delante de la escalera puede oír tus gritos y los míos, y tú no podrás hacer nada si nos descubren. Serás la comidilla de la fiesta, todos creerán que engañas a mi hermano. Mmm. ¿No me digas que eso no te excita? —Ella miró a uno y otro lado por si alguien oía su conversación— Estoy seguro de que ya has mojado las bragas al oírme.

—No llevo —Se la escapó en un medio gemido, Edward la miró sonriendo— quiero decir, estooo… llevo bueno… ¿A ti qué te importa? —No quería revelar nada de su ropa interior eso era una sorpresa.

—Mucho y voy a descubrirlo ahora mismo.

—Cuanto tiempo sin verte Edwar —una voz de mujer, bien modulada, hizo que se detuviera en la entrada.

Edward se detuvo, sin soltar a Bella de la mano, miró a la mujer e intentó disimular, no era precisamente con quien más le apetecía hablar en ese preciso instante, bueno, lo cierto es que no le apetecía hablar con nadie en ese preciso instante. Su plan de arrastrar a Bella y cumplir una de sus fantasías se venía abajo.

— ¿No vas a saludar a una vieja amiga?

Bella notó que Edward se ponía tenso, hacía más presión con la mano y la expresión de la cara lo decía todo.

—Hola Tanya. Te veo muy bien.

—Gracias —miró a Bella— ¿No vas a presentarnos?

—Disculpa – Edward  estaba visiblemente incómodo.

Saludó a la mujer tranquila, afortunadamente Jazz la había puesto al corriente de la historia. Pero mirando a Tanya pensó que ambos hermanos habían sido tremendamente injustos. La mujer se comportaba con amabilidad y la había saludado efusivamente. Bella no creía que esa mujer fuera tan seca y aburrida como los hermanos habían mencionado.

—Hijo —interrumpió Esme— Necesito que me acompañes —Tanya, estás estupenda.

—Gracias señora Cullen, es muy amable.

—Mamá, ¿No puede encargarse Jazz? No quiero dejar a Bella sola.

—Si supiera dónde se encuentra —. Suspiró su madre dejando claro que no podía negarse.

—No te preocupes Edward —dijo Tanya— Yo me quedo con ella.

 

 Edward arqueó una ceja, Tanya estaba siendo amable, toda una novedad. Curioso.

Cuando madre e hijo se fueron Bella se sintió un poco incómoda no sólo por estar delante de una completa desconocida, sino porque además el muy cabrón de Edward la había excitado y provocado, dejándola terriblemente insatisfecha.

— ¿Sabes? —Tanya interrumpió sus pensamientos— Creo que necesito un cigarrillo.

Bella la miró como si no creyera lo que acababa de oír ¡Por fin una buena noticia!

—No creo que aquí… bueno… —Bella intentó ser correcta.

—Sígueme, conozco bien la casa, he pasado aquí demasiados veranos con esos dos gamberros.

Sonrió, la mujer, Tanya, no era ni de lejos como la habían dicho. La siguió, no estaba del todo convencida, ¿Y si era una broma pesada para dejarla en ridículo?

Era una vieja amiga de la familia, Esme estaba encantada con ella, así que si metía la pata confiando en Tanya pues… pues nada, total ya no tenía arreglo y un cigarrito era toda una tentación.

— ¿No te fías de mí verdad? —Tanya parecía leer sus pensamientos.

—Yo… bueno, si te digo la verdad, no te conozco —. Fue sincera.

Tanya la llevó a la parte trasera, tras la cocina, había un pequeño invernadero acristalado, Bella lo había visto cuando Carlisle le mostró la finca, pero no hubiera imaginado que ahora serviría de fumadero clandestino.

—Mira, sé que piensas que al ser una vieja —Hizo una mueca— Conocida de los Cullen puedo jugártela, pero no es mi estilo —. Sacó un paquete de cigarrillos ofreciéndole uno, Bella lo cogió aun sin confiar del todo— Pero no te preocupes —Encendió su pitillo.

—Gracias —respondió Bella al dar su primera calada— No sabes lo perseguida que me encuentro últimamente.

—Puede hacerme una ligera idea —. Tanya sonrió cómplice.

Las dos permanecieron en silencio, un buen rato, hasta que Tanya acabó su cigarrillo y lo apagó en uno de las macetas del invernadero. Guardando la colilla para no dejar rastro.

—He oído que te has comprometido con Jazz.

Sí que vuelan rápido las noticias, sí. Pensó Bella.

 —Pero me da la impresión de que te gusta más el hermano pequeño.

¿Había oído algo de la sugerente conversación con Edward?

—Tranquila —Hizo un gesto con la mano quitando importancia— Conozco bien a esos dos.

— ¿Dónde…? —Bella quería esconder también las pruebas de haber fumado—. Gracias —dijo al ver como Tanya se ocupaba de todo—. Bueno… todo ha sido una broma de Jazz.

—Me lo imaginaba. ¿Sabes? Tuve que salir primero con Jazz y después con Edward porque mi madre, Y la suya —hizo una mueca que evidenciaba su disgusto— Se empeñaron. No te imaginas cuánto me pude aburrir —Bella se rio— No, en serio, para mí fue horrible.

— ¿Puedo preguntarte por qué? —Ambos hermanos eran atractivos, despertaban los instintos sexuales de cualquier mujer y además de educados y correctos, y cuando querían eran divertidos.

— ¿No te lo imaginas?

Tanya se acercó a ella, y le acarició la mejilla, eso la sorprendió. Pero no se apartó. Lo cierto es que sintió un pequeño escalofrío, al fin y al cabo una caricia es una caricia y Bella en ese instante estaba muy sensible.

—No me gustan los hombres —. Confesó con una media sonrisa.

— ¡Oh! —Es cuanto pudo decir.

—Mi madre se ha empeñado durante años. Además, incluso si no fuera lesbiana tampoco podría ponerme cachonda con ellos ¡Por favor! Nos conocemos desde críos —. Eso la hizo reír a Bella.

—Entonces… —Bella hablaba más para sí misma, esos dos súper machos eran unos imbéciles. Sonrió.

— ¿Qué te hace tanta gracia?

—Estooo… bueno… no sé como plantearlo —Bella quería ser diplomática—. ¿Por qué me lo has dicho? Apenas me conoces.

—Tú has confiado en mí, y me gustas. Te he visto nada más entrar, estabas con Jazz, no pude quitarte los ojos de encima.

—Vaya… gracias… creo. Pero…

—Lo sé, eres hetero al cien por cien.

— ¿Lo sabe tu familia?

—No —dijo negando con la cabeza y sacó de nuevo un cigarrillo invitándola— aquí, en este entorno sería muy difícil.

 Estuvieron charlando un buen rato, allí a solas en el invernadero, Tanya a pesar de sentirse atraída hacia Bella respetó que ella no jugase en su liga, pero desde luego acababa de hacer una buena amiga. Por lo menos no se había mostrado ofendida ni nada parecido cuando dijo sin rodeos que la gustaba.

—Creo que deberíamos volver —Sugirió Tanya— Pero no te preocupes, si nos ven volver juntas nadie imaginaría lo que hemos hecho —Bella arqueó una ceja— No seas tonta, todos pensarán que nos hemos ido a retocar, no a fumar como chimeneas.

—Ya, bueno, no sé, Edward tiene un radar para esto del tabaco.

—Bájate ese escote y su radar quedará sin alcance. O al menos su radar no se preocupará de si has fumado o no.

—Puedo… ¿puedo decirle a Edward que tú…?

—Haz lo que quieras, si te divierte…

Bella en un arranque de sinceridad había contado a Tanya la impresión que tenían los dos hermanos de ella, y ambas se habían reído con ganas.

—Claro que me voy a divertir. No lo dudes —. Aseveró Bella. A esos dos, de vez en cuando, había que plantarles cara.

Volvieron a la fiesta de inmediato, allí Tanya la dejó junto a Edward, y sonrió a éste dejándole estupefacto. Bella disimuló. Además su madre estaba junto a ellos, parece que la hubieran dado un disgusto cuando Tanya se alejó.

Esme fingió querer saludar a una amiga, Edward y Bella se percataron de su pobre actuación, y les dejó a solas.

— ¿Y?

— ¿Y? —Respondió ella en el mismo tono interrogativo.

—Sabes perfectamente a lo que me refiero.

Bella no entró al trapo y fingió que se colocaba bien el vestido mostrando el borde de su sujetador rojo. Funcionó.

—Deja eso, joder —Siseó él.

— ¿El qué? —dijo ella como si nada.

—Mi querida Bella —Carlisle les interrumpió— ¿Te apetece bailar?

—Papá, mamá te anda buscando —Era mentira, por supuesto, había sido tan imbécil que su padre se había adelantado.

—Acabo de estar con ella, Edward —. Cazador cazado.

 —Encantada —Bella aceptó el ofrecimiento dándose la vuelta y moviendo el trasero.

Edward sonrió, ella aprendía bien; no despegó el ojo del trasero de ese tentador culo, hasta que su querido hermano mayor se acercó de nuevo.

—Mamá te anda buscando —Le dijo a Jazz. Joder parecía un disco rayado.

—Ya lo sé, pero… —Detrás apareció Alice, Edward supo al instante que su hermano había sido más rápido.

—Buenas noches, Alice.

— ¡Hola Edward! —Respondió ella alegremente.

—Veo que te diviertes —miró a ambos y dio un sorbo.

Esme se acercó a ellos, por supuesto estaba encantada con la señorita Brandon, no había dejado de alabar el buen gusto de su hijo mayor.

Como buena anfitriona esperó a poder tener a sus dos hijos a solas para recriminarles lo que ella consideraba un comportamiento impropio.

—Venid aquí los dos —dijo enfadada— ¿De qué demonios habla la gente?

— ¡Mamá! —Exclamaron los dos.

Alice se echó a reír disimuladamente. Se había alejado, pero no lo suficiente.

—No sé a qué jugáis, pero ahora mismo tú —Señaló a Jazz— Vas a desmentir la noticia de tu compromiso. Y tú —Señaló a Edward— Te comportarás ¿Estamos?

— ¿Qué tiene de malo que la gente crea que Bella y yo…? —Se detuvo en cuanto miró a su madre y a Edward—. Vale.

—Vaya genio —murmuró Alice cuando Esme les dejó solos y se acercó de nuevo a ellos con la clara intención de chincharles en la medida de lo posible.

 —Ya me enterado de la gran noticia —Comentó Carlisle mientras baila con Bella—. Pensé que te gustaba mi hijo menor.

—Ha sido una broma de Jazz. Ya sabe como es —Se disculpó riéndose.

—Ya.

— ¿No me cree? —Bella no sabía como interpretar ese “ya” seco de Carlisle, ¿Creía que estaba coqueteando con los dos?

—De verdad, fue una broma.

 —Tranquila. Lo sé.

—Nunca me atrevería a hacer una cosa así —dijo con voz apagada— A… bueno… no creerá que yo… estoooo… ¿De qué se ríe?

—Mira muchacha, os he visto a ti y a mi hijo. No necesitas darme explicaciones. Espero que Edward sepa lo mucho que vales.

— ¿Me está piropeando?

—Sí —dijo Carlisle rápidamente.

—Bueno… pues… ¡Gracias!

—Ya te vale —. Reprochó a su hermano mayor.

—No te pongas en plan madre, no lo soporto.

—Bueno, niños —Intervino Alice— hora de irse a la cama.

— ¿Me acompañas? Por si viene el hombre del saco —. Sugirió Jazz y Edward puso los ojos en blanco.

—Sé bueno —Alice dio unos toquecitos a Jazz en el brazo— Y yo seré mala.

— ¿Podéis parar?

— ¿Envidia? —Preguntó Jazz riéndose.

—Edward —Carlisle interrumpió a los dos— Esta mujer es un encanto, cuídala. Me voy a ver que quiere tu madre, creo que me reclama.

Bella sorprendió a todos, incluido Carlisle, al besarle en la mejilla, un gesto espontáneo y afectuoso. Éste la sonrió y le dio unas palmaditas.

—Bueno, ¿Te diviertes, cariño? —Inquirió Jazz a Bella en tono divertido— Todos me preguntan por ti. Por mi futura…

—Déjalo ya ¿vale? , ven —Edward agarró a Bella con signo posesivo— Ahora me toca a mí.

Edward la llevó a bailar, es lo primero que tenía que haber hecho nada más verla y olvidarse de todo y todos los demás. Estaba encantadora, mientras la agarraba de la cintura aprovechó para tocarla a conciencia, ya que no había cumplido su propuesta de llevarla al cuarto de limpieza debía compensar ese descuido con una noche inolvidable.

Bella le advirtió en un par de ocasiones que no la toqueteara tanto, pero Edward aprovechaba cada giro, cada oportunidad en que sus manos quedaban ocultas del resto de los asistentes para pellizcarla, entre otras cosas. Ella estaba preocupada, si alguien, en esa reunión, sabía leer los labios, se escandalizaría por cada una de las palabras que Edward susurraba. El verbo follar, conjugado en casi todos los tiempos parecía ser el preferido. El resto de la velada fue más o menos la típica reunión, afortunadamente Edward no se separó de Bella ni un instante, provocando los comentarios de algunos de los asistentes, ya que el muy traidor de Jazz no se molestó en aclarar la situación.

Bella era consciente de las frías miradas de desaprobación de Esme, era imposible pasarlas por alto, pero con Edward todo el tiempo a su lado era, al menos, más llevadero. No la sorprendió su actitud, totalmente distinta, hacia Alice, era todo el tiempo señorita Brandon por aquí, señorita Brandon por allá… y hasta cierto punto lógico; su amiga era perfecta en ese tipo de reuniones, no sólo la habían educado para eso sino que además en su profesión era una de las mejores. El saber estar y comportarse sin duda constituían un fuerte valor en su trabajo.

Cuando los invitados empezaron a abandonar la fiesta, Edward, sin mucho tacto, la verdad, fue sacando a Bella del salón para subir con ella a su habitación. Iba a atrincherarse allí hasta al amanecer, no recordaba si esa habitación en particular disponía de cerradura pero daba igual.

—Edward —Susurró Bella— ¿Estás seguro? —Preguntó ella junto a la puerta de su habitación— Quiero decir, bueno ya me entiendes.

—Punto uno, esto no son imaginaciones tuyas —Señaló su entrepierna— Dos, estoy loco por ver que llevas debajo de ese vestido —, ella le provocó bajándose un tirante y volviéndoselo a subir rápidamente— No hagas eso —gruñó— tercero, me importa un pimiento si se hunde la casa, hoy no duermes sola… bueno hoy no duermes y punto. ¿Entendido?

Ella no podía negarse a eso, así que entraron en la habitación y Edward se olvidó de todo menos de agarrarla y abrazarla con fuerza. Pasando las manos por todo su cuerpo, una y otra vez, memorizando cada curva.

—No sé si podré resistir mucho —Suspiró él—. Llevo toda la noche empalmado. Tendrás suerte si aguanto diez minutos.

—No exageres —Se colgó de su cuello, acariciándole la nuca— Tú puedes hacerlo.

Edward empezó a bajar la cremallera, más despacio de lo habitual, si no lo hacía así podía estropear todo. Sentía las manos de Bella en su cuello, jugando con su oreja, despeinándole, presionando en su espalda, apretando su trasero, recorriendo su columna vertebral, revolviéndole el pelo… ¡Un momento! Bella sólo tiene dos manos.

 — ¿Qué…? —Edward se separó de Bella y se giró.

—Pensé que un trío podría ser divertido —alegó Alice alegremente.

— ¿Qué cojones haces aquí? —Preguntó enfadado. Esto era el colmo. Y no solamente por la interrupción, así como así Alice le estaba manoseando.

—Tengo que hablar con Bella —Le dio un azote en el culo a Edward—. No te sulfures, machote.

—Alice, no seas mala —. Advirtió a su amiga y ambas se rieron.

—No quiero interrumpir, pero… es necesario… necesito una cosa.

— ¿Ahora? —Preguntó Edward enfadado— Y por favor deja de tocarme el culo.

—Mmmm, no está mal —dijo Alice divertida— El caso es…

— ¿Ya se los has pedido? —Jazz asomó la cabeza—. ¿Qué estáis haciendo ahí los tres? —Gruñó.

Edward estaba en el medio de dos estupendas mujeres. Ese tenía que haber sido él.

—Un trío —dijo alegremente Edward, la situación empezaba a divertirle, y atormentar a su hermano aun más.

— ¿Y por qué nadie me ha avisado? —dijo Jazz.

—Por que un trío son tres —le explicó Bella.

—No sufras, luego estaremos contigo —le prometió sugerentemente Alice sin perder el buen humor.

—Bueno —dijo Jazz. Parecía conformarse con la respuesta.

— ¿Qué necesitas? —Preguntó Bella a Alice intentando poner un poco de orden a la situación.

—Condones —. Respondió la aludida.

— ¡Parece mentira! —Dijo Edward— Ya eres mayorcito para ocuparte de esas cosas, Jazz.

—Yo vine preparado, lo juro, pero…

—En resumidas cuentas, se nos han acabado —Alice miró a Jazz— No sé como, pero así ha sido. No hay por qué negarlo —. Miró a Bella— ¿Tienes?

—No, lo siento, yo…

—Jazz , ve a mi cuarto —Intervino Edward— En la mesilla de la derecha.

—Gracias, te debo una.

 —Hoy va a ser imposible pegar ojo —. Protestó Carlisle dando vueltas en la cama.

—Cálmate —. Respondió su mujer.

— ¿Ves? Tu política de cada mochuelo en su olivo ha fracasado —gruñó— La mía era mejor.

— ¿La tuya?

—Sí, cada oveja con su pareja.

—Ya, como no. Desde luego… tus hijos tienen un gran maestro —. Protestó Esme.

—Y… ya que estamos… despiertos —Se pegó a su esposa— Puesto que hoy nadie en esta casa va a pegar ojo…

— ¡Carlisle!

— ¿Qué?

— ¡Para quieto!

—Es mi cumpleaños, querida.

—Estás loco —dijo aguantando la risa.

—Loco por ti, lo sabes y ahora —La pellizcó en el trasero— ¿Me das mi regalo?

Esme se rio con ganas.

Buena señal.

 

 

 

Capítulo 20: CAPÍTULO 20 Capítulo 22: CAPÍTULO 22

 
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