NO ME MIRES ASÍ

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 16/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 106
Visitas: 67735
Capítulos: 27

No se puede tener de todo en esta vida y cuanto antes se asuma, mejor. Esta extraña filosofía es la que Bella lleva a la práctica en su día a día. Centrada en su trabajo, medio enamorada de su compañero y evitando a toda costa ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.

Las relaciones de pareja son casi inexistentes y empieza a creer que son una leyenda urbana, pues hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto. Sabe que nunca habrá una fila de hombres esperando a su puerta como les pasa a otras.

Por eso ha decidido ser pragmática y olvidarse de que los hombres existen pero no va a ser posible.

Durante una convalecencia en el hospital conocerá a Edward, un médico que va a estar muy pendiente de su recuperación. Éste tendrá que armarse de paciencia, y no sólo para que ella siga sus consejos médicos, sino para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que sí se puede tener de casi todo en la vida.


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Capítulo 17: CAPÍTULO 17

CAPÍTULO 17

— ¿Cómo te encuentras? —Preguntó sentándose en la cama y tocando su frente.

— ¿Edward? —murmuró algo desorientada, casi sin fuerzas.

—Sí, tranquila —respondió al ver como ella se inquietaba.

—Necesito levantarme.

—No, debes permanecer en cama.

—Edward —advirtió— Necesito levantarme. Ahora —. Dijo apretando los dientes.

— ¿Qué necesitas? —Habló de forma suave, tal y como lo había hecho desde que entró en la habitación— Yo te lo traeré.

—Tengo que ir al baño.

— ¡Ah! De acuerdo, vamos —Él tendió la mano como si le hubiera pedido que la acompañara al coche.

— ¡No!

—No seas cría.

Pese a las protestas de ella, la llevó al cuarto de baño, para la eterna vergüenza de ella, insistió y la trató como a una inválida.

Vale, una cosa era preocuparse por ella y otra muy distinta pasarse de la raya. Todo el mundo sabía lo mal que se pasa tras excederse con el alcohol pero la sobreprotección de Edward resultaba un fastidio.

Tras su obligada parada en el aseo, él la condujo de nuevo al dormitorio, obligándola a acostarse, Bella no quería, de verdad que no, a pesar de tener la cabeza dolorida, prefería despejarse, pero tampoco quería entablar una pelea con él, a pesar de su comportamiento estaba allí, cuidándola, de modo excesivo según su opinión, pero allí seguía, eso era lo realmente importante.

Quería decirle cuanto lamentaba su reacción en el club de golf, decirle que él no se merecía pagar los platos rotos y su mal humor, pero no encontraba las palabras. Además él se estaba mostrando tan cariñoso, protector y atento queera difícil; en el fondo a todas nos gusta que nos mimen de vez en cuando, reflexionó.

—Edward… —Ella rompió el silencio.

—Dime.

— ¿Por qué estás aquí? —Él la miró medio sonriendo— quiero decir, no es que me importe que estés, bueno, mierda —farfulló, así no, joder— Verás, pensé que… bueno, em…

—Todavía creo que estás borracha —dijo con una pizca de humor— descansa, ya hablaremos.

— ¡No! —Tranquila Bella— Esto…, no —, se sentó en la cama, él seguía sentado a un costado —Lo que quiero decir es…

Quieres decirle tantas cosas, pero… ¿cómo reaccionará él? Oh Dios, oh Dios, que pedazo de gilipollas estoy hecha.

Pero encontrar las palabras justas no era su fuerte, había empezado mal, él la estaba mirando, a la espera, sin saber que reacción qué salida tomar. Bella, debes pasar a la acción; oyó esa voz en su interior. Era lo mejor.

Se acercó a él, lentamente, como para darle tiempo a escabullirse colocó una mano sobre su muslo e inclinó la cabeza para rozarle los labios, Edward suspiró, no de desagrado, sino de incomprensión.

—Bella —recibió otro beso que le cortó— debes descansar, no te preocupes, me quedaré, no estás en dispos… —Ella de nuevo se pegó a él y movió lentamente su mano subiendo por el muslo hasta llegar a su miembro, acariciándolo por encima del pantalón y sintiendo como se endurecía bajo sus atentos cuidados.

—Ahora no quiero que me cuides —alegó ella abrazándole— quiero otra cosa.

—No me lo puedo creer —la tenía encima, excitándole, provocándole; joder, claro que él quería exactamente lo mismo pero le parecía tan inapropiado…— Está bien, me rindo.

Edward se soltó del abrazo de ella, dejándose caer hacia atrás, de espaldas, con los pies colgando en un lado de la cama, con los ojos cerrados y los brazos abiertos en cruz.

—Me rindo —repitió— haz lo que quieras conmigo.

— ¡Edward! —Se sentó sobre sus piernas desnudas y le dio un empujoncito.

—No puedo más —Se quejó él— Me replicas, no me escuchas, haces lo que te viene en gana, pero aun así no pienso en otra cosa que en volver a verte,hagas lo que hagas me tienes aquí. Necesito tocarte, follarte con cierta regularidad, sino soy incapaz de terminar una frase. Así que… aquí me tienes.

—No seas bobo —Y le pellizcó.

—A, más brutalidad policial no, por favor.

—No podías evitarlo ¿verdad?

—Me lo has puesto a huevo —dijo mirándola de reojo.

Estaba allí sentada frente a él, con una sencilla camiseta de publicidad y en bragas, bastante despeinada pero con unos ojillos picarones que le estaban haciendo estragos.

— ¿No tienes el uniforme? —Preguntó él.

—Hace siglos que no lo uso —Parecía ofendida— desde que ascendí no he vuelto a utilizarlo ¿Por qué?

— ¿Ni las esposas, ni la porra ni nada de nada?

—No.

— ¡Qué pena! sabes… —Se giró colocándose de costado y la acarició una pierna— Si te soy sincero… —Se inclinó y depositó un beso sobre su rodilla— Pensar en eso me excita.

— ¡Por favor! A ti te excita todo —dijo riéndose y él se encogió de hombros.

—Pues… sí, todo lo que tenga que ver contigo me pone cachondo —. Tiró de la camiseta— ¿Llevas algo debajo?

—Deja eso —. Le apartó la mano— Edward —dijo al cabo de unos segundos— ¿Puedo hacerte una pregunta profesional?

Eso le pilló fuera de juego ¿Profesional? Bueno no era el momento pero tampoco era peligroso.

—Es cierto que cuando, em, bueno, los tíos, em, os, eso —Respiró— os empalmáis —Edward puso una cara inexplicable— Y no… Bueno no os aliviáis —Ella empezaba a ponerse como un tomate, pero la curiosidad la pudo— Pues ya sabes, si eso que dicen es cierto, si podéis sufrir una congestión o algo así en… —Señaló la entrepierna de Edward con la mano.

Las carcajadas de Edward la hicieron sentir una estúpida olímpica ¿Por qué se reía así? Joder, hasta cierto punto es lógico preguntarlo ¿No? Él era médico y hombre, pues quien mejor para resolver esa duda.

—Contesta —Le instó pinchándole con un dedo— Contesta —repitió.

— ¡Ay, ay, ay! Vale —Se quejó exageradamente— un momento —Y volvió a estallar en carcajadas.

 —No tiene tanta gracia. —gruñó cruzando los brazos sobre el pecho.

—Bella —dijo intentando controlar la risa— No responderé a eso, podrías utilizarlo en mi contra—. Y de nuevo comenzó a reírse.

—No tiene ni puta gracia —Y le pegó con la almohada— Se supone que tú sabes de esas cosas más que yo.

—Pero mira que eres ácida, cariño. ¿Quieres comprobar que me pasa? Adelante, experimenta conmigo.

Le miró suspicaz ¿Qué se proponía ahora? Desde su primer polvo, Edward jamás se había mostrado tan sumiso, tan pasivo, si bien no la importaba, él siempre aportaba algo, ideas, sugerencias que Bella al principio aceptaba con recelo pero que después asumía entusiasmada.

Decidida a llevar esta vez ella las riendas completamente se subió sobre él a horcajadas.

—Vamos a ver… —adoptó una pose pensativa.

—Me das miedo —bromeó mirándola desde abajo.

—Cállate y déjame pensar —Se movió encima de él, provocándole con sus caderas y haciéndole sufrir— Creo, y corrígeme si estoy equivocada, que llevas demasiada ropa encima.

—Tú misma.

Se inclinó dándole y provocándole con otro bamboleo de caderas sobre su entrepierna, ella notaba perfectamente su erección, pero ella mandaba y por tanto decidía cuándo y cómo.

Era genial sentirse así, por primera vez lo suficientemente perversa y atrevida para hacer todo cuando se la pasase por la cabeza.

Empezó a desabotonarle la camisa, mirándole con picardía, Edward se mostraba aparentemente tranquilo pero ella sabía que no era así, al estar subida encima de él notaba su tensión y como su respiración no era la normal.

—Colabora un poquito —Le dijo en tono picante para que él se levantara y pudiera quitarle la camisa.

Una vez que le tuvo desnudo de cintura para arriba le manoseó a su antojo, Edward seguía callado, apretando los dientes eso sí, ¿Qué loco le dice a una mujer que haga cuanto quiera? él, sin duda, estaba loco, loco perdido, por ella y por eso iba a consentirle todo y mucho más.

Decidió que ya era hora de quitarle los pantalones, se bajó de la cama, colocándose frente a él, Edward hizo una mueca ¿Iba a dejarle así? ¿De verdad iba a comprobar que le pasaba si le dejaban con una erección como esa?

 Pero no, ella levantó primero una pierna para descalzarle, cuando vio sus pies desnudos tuvo un arranque un poco infantil y le hizo cosquillas en los pies.

Las protestas de Edward no sirvieron para nada, pues ella en cuando él se despistó y creyó que volvía a ser una Bella seductora le hizo cosquillas de nuevo.

—Veamos que tenemos por aquí —dijo ella apoyando una rodilla en la cama con el fin de inclinarse y soltar el cinto y los botones del vaquero.

—Esa rodilla… —advirtió Edward cuando vio como ella se colocaba entre sus piernas, la advertencia fue respondida con una presión aún mayor en su entrepierna la muy bruja subió su rodilla— Con eso no se juega.

—No seas miedica, sé perfectamente… —abrió los vaqueros y empezó a deslizarles por sus caderas—… el valor de las cosas.

—No quiero verlo —Edward se tapó la cara con las manos —Pero al sentir como ella pasaba la mano con encima de sus boxers negros separó los dedos— Bueno sí quiero verlo.

—Estamos graciosillos hoy ¿No?

Ella se puso de nuevo de pie para arrastrar los vaqueros, le hizo un gesto para que levantara el trasero y poder quitárselos con más facilidad, tiró los pantalones al suelo sin muchos miramientos, éstos hicieron bastante ruido, entre las llaves, la hebilla del cinturón y las monedas.

Una vez que lo tuvo tan sólo con sus ajustados boxers, negros, cómo no, empezó a provocarle. Primero metiendo la mano, sin llegar a desnudarle por completo, cogiendo su polla con una mano y realizando pequeños apretones observaba con deleite como él tensaba los músculos.

— ¿Vas a decidirte ya? —La apremió impaciente.

—No sé ¿Tú que me sugieres? —Se mordió el labio aparentando indecisión.

—Que seas un poquito más rápida. Si no es mucha molestia.

Bella le quitó la ropa interior, dejándole por fin gloriosamente desnudo, ella aun llevaba puesta su camiseta de publicidad y las bragas, sentada encima de él, se deshizo de la camiseta.

— ¿Y esto? —Señaló sus bragas.

—De momento, dejémoslas ahí, simple protección —Edward arrugó el morro. Pero al ver como ella empezaba a recorrer la longitud de su erección, la muy zorra tan sólo con la yema de los dedos, decidió no luchar más contra ella, ni apremiarla, total, iba a hacer, como siempre, cuanto le viniera en gana.

 Estaba encantada, pues a pesar de que le observaba de reojo y él permanecía callado sabía lo excitado y expectante que estada, no sabía qué esperar de ella y Bella le iba a dar una sorpresa.

— ¿Qué haces ahora? —Preguntó él reticente al notar como algo le ejercía presión en la base de su polla.

—Estoy… —Bella formó otro anillo con sus dedos índice y pulgar alrededor de su pene, con ambas manos, realizando presión en la parte inferior y en la superior.

— ¡Qué bueno! —Jadeó cuando ella empezó a mover los anillos formados con sus dedos hacia arriba y hacia abajo y presionando al mismo tiempo.

— ¿Te gusta? —Edward  emitió un sonido ronco— Eso es un sí.

— ¿Dónde has aprendido eso? —Bella se mordió un labio— ¡Pero no te pares!

—El otro día estaba aburrida y…

— ¿Y…? —Preguntó ansioso, por dos motivos para que continuara y para que se lo contara.

—Me fui al videoclub…

— ¡Ay dios mío!

—Alquilé-una-peli-porno —dijo a la velocidad de un rayo.

— ¿Cómo?

—Lo que has oído —No quería repetirlo.

—Bella —Estaba a punto de explotar— No todo lo que ves ahí es real —dijo haciendo un gran esfuerzo, las manos de Bella le estaban proporcionando un inminente orgasmo—. ¡Joooooder! ¡No pares! —gritó.

Bella notó como él eyaculaba entre sus manos, se empapó de su semen y debido a la fuerza la salpicó en la cara. Miró a Edward que yacía inerte sobre la cama, con las piernas aun colgando y con ambas manos sobre los ojos frotándoselos.

Se levantó con cuidado de no tocar nada y se fue al baño.

Se quedó tal y como ella le había dejado, no movió ningún músculo, era incapaz de hacerlo. Su mente intentaba asimilar lo ocurrido, confiaba plenamente en las capacidades de ella tal y como poco a poco había descubierto pero la forma en que acababa de masturbarle había sido no sólo un acontecimiento, era algo tan inesperado que ni en sus mejores sueños lo hubiera imaginado.

 Conclusión: era la mejor paja que le habían hecho en la vida.

Notó como el colchón se hundía a su lado cuando ella regresó del baño, estaba sentada junto a él, con las tetas al aire mirándole con una sonrisa de satisfacción única. Se incorporó hasta sentase frente a ella y rozó sus labios.

—Ha sido la mejor paja de mi vida —dijo contra sus labios antes de volver a besarla, esta vez con más fuerza.

—Eso sólo lo dices por quedar bien —. Insinuó ella para provocarle.

—Me parece que no me he explicado bien. Ha sido la… —Bella le tapó la boca con la mano.

—No es necesario que te repitas.

—Así me gusta, las cosas claras —Sonrió— Y ahora…

Se acercó de nuevo a ella instándola a dejarse no sólo besar sino a rendirse ante él, la fue acostando lentamente hasta tenerla tal y como quería, mientras mordisqueaba su cuello, pasó una mano por su entrepierna, comprobando cómo aun con las bragas puestas, estaba húmeda, prueba inequívoca de su excitación.

Se acomodó encima de ella, presionando con su cuerpo.

—No te muevas —Susurró— Ya has tenido tu momento de poder, ahora me toca a mí.

— ¿Ah sí? —Él asintió fervientemente con la cabeza— ¿Y si no quisiera ceder?

—Ponme a prueba —Ella abrió los ojos como platos ante el tono autoritario de Edward— Ponme a prueba —repitió en tono amenazante pero seductor— Y te follo con las bragas puestas.

—Eso es imposible —Le dio un golpe en el hombro.

— ¿Lo comprobamos?

Edward se rio al ver la expresión de ella, estaba excitada pero desafiante, eso le agradaba, nunca le habían atraído las mujeres excesivamente sumisas, las quería con iniciativa propia, que supieran dominar y ser dominadas, en definitiva, jugar. Y Bella resultaba perfecta, pues a su cada vez mayor iniciativa se sumaba ese aun ligero toque de ingenuidad o de factor sorpresa. Por no hablar de sus ácidos comentarios.

No lo dudó ni un segundo, levantó las caderas para que Edward, que ya tenía las manos en el elástico de su ropa interior, pudiera deslizarle las bragas por sus caderas.

 Sin más preámbulos la penetró, con fuerza, haciéndola saber quien mandaba, por ahora, allí; sujetándola con ambas manos, Bella gritó emocionada. Edward sabía perfectamente como colocarla en su sitio.

Se aferró a él, dejándose llevar, cediéndole, como él había solicitado, el dominio de la situación, era estupendo.

Él colocó los brazos de ella por encima de la cabeza, haciendo que inmediatamente sus tetas rebotaran hacia arriba, sonrió como un sádico antes de propinarla un buen mordisco en el pezón, haciéndola gritar.

—Eso es, grita, grita para mí. ¡Me encanta hacerte gritar!

— ¡Dioooos! No pares.

—No lo haré.

Siguió embistiéndola, con fuerza, sujetando sus brazos en clara demostración de quien llevaba la batuta, tironeando de sus pezones, una y otra vez, sin darle tiempo a pensar, ahora no, ahora era el momento de que ella se rindiera.

—Bella —Jadeó él— Córrete conmigo.

—No sé si…

—Podemos hacerlo —Ella asintió— dímelo cuando estés a punto, quiero sentirlo quiero explotar contigo quiero…

—Ahora Edward, no hables. ¡Ahora!

Él la siguió dejándose arrastrar por el cuerpo caliente de ella, por sus piernas que le rodeaban la cintura, por como ejercía presión con los músculos internos atrapándolo.

Cuando por fin ambos recobraron una respiración medianamente normal, Edward levantó la cabeza y la miró risueño. Ella le acunó el rostro.

—Cada vez se nos da mejor ¿No crees?

Ella asintió sonriendo, era algo demasiado especial lo que Edward la hacía sentir.

Se quedaron mirando unos minutos, sin nada que decir, él aun enterrado en el cuerpo de ella, ella aun sosteniéndole, pero ambos inmóviles y mudos. Edward rompió ese silencio.

—Bella… estoy enamorado de ti —. Susurró.

Ella sin responder únicamente pudo levantar la cabeza lo suficiente para besarle, suave, apenas rozándole. Era tan emocionante ese momento, no sólo por como ambos llegaban a compenetrarse en la cama, tal y como él habíadescrito con gran acierto: cada vez lo hacían mejor; lo más alucinante era esa intimidad que se creaba después, no sólo era follar por follar, era algo más.

Bella por primera vez escuchó esas palabras, que si bien muchas chicas habían escuchado a lo largo de su vida creyéndoselas, aun sabiendo que eran mentira o fruto simplemente del momento, ella jamás, las había oído. Nadie, nunca la había hablado con esa ternura.

¿Cuantas veces se había reído de eso? Bella pensaba que eran sólo simples y tristes palabras, pero cuando tú eres la receptora la cosa cambia y mucho.

Cuando finalizaron el beso Edward rodó a un lado de la cama, rompiendo el contacto de los cuerpos pero ella no quiso permitirlo y rodó con él, no sólo era cuestión de piel con piel, era más, y el momento así lo exigía.

Colocándose encima de él le miró fijamente.

Tenía dudas ¿Quién no iba a tenerlas? Y más dada la naturaleza desconfiada de ella, pero le creía, no sólo por la forma extremadamente suave y emotiva en que las había pronunciado, día a día había demostrado que su atracción iba más allá de un mero polvo (por muy bueno que este fuese), Edward se había arriesgado.

—Edward…

—Dime…

—Creo, creo… —La costaba arrancar, ella no había utilizado esas palabras nunca— Si te dijera que yo también creo que estoy enamorada de ti ¿Qué dirías?

—Hummm. Déjame pensar —tras unos minutos en silencio en los que tan solo las manos de ambos hablaban él habló—: ¿Solamente lo crees? —La miró sin querer transmitir nada en su expresión, cualquier mínima chispa podía desencadenar el encierro de Bella. Había logrado, sin proponérselo, crear un momento sumamente íntimo (no sólo porque estaban desnudos, saciados y solos) y él había pronunciado en voz alta algo que hacía mucho no decía a ninguna mujer y que pensó que jamás, iba a hacer de nuevo. ¡Qué carajo! ¿Cuándo había conseguido llegar a este punto sin retorno con una mujer?— Esto es más que sexo. ¿No crees? —dijo él finalmente.

—Yo… en fin, no lo sé, si te soy sincera es la primera vez que me siento de esta forma —. Dijo profundamente sincera.

—Te entiendo, ¿Y si te dijera que a mí me pasa lo mismo?

—Edward… tú tienes más experiencia que yo… tú…

 —Bella —Se sentó para mirarla— una cosa son las experiencias sexuales, cosa de la que ya hablaremos en otro momento, y otra muy distinta lo que ocurre entre nosotros. Hay una grandísima diferencia.

—Supongo.

—La hay —afirmó él tajante— Si te soy sincero —Se pasó la mano por el pelo, extrañamente estaba nervioso— Yo soy tanto o más novato que tú es esto.

— ¿De verdad? —Sonrió encantada.

Edward la besó del mismo modo que ella lo había hecho unos instantes antes, tiernamente, sin exigencias. Ella sintió como las palabras que él había pronunciado eran tan ciertas como lo que ella sentía.

—Edward —Suspiró—. Si lo pienso bien… yo no creo que esté enamorada de ti —Él se quedó momentáneamente sin respiración— Estoy segura, lo sé —. Dijo antes de volver a besarle.

 

 

Capítulo 16: CAPÍTULO 16 Capítulo 18: CAPÍTULO 18

 
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