NO ME MIRES ASÍ

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 16/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 106
Visitas: 67730
Capítulos: 27

No se puede tener de todo en esta vida y cuanto antes se asuma, mejor. Esta extraña filosofía es la que Bella lleva a la práctica en su día a día. Centrada en su trabajo, medio enamorada de su compañero y evitando a toda costa ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.

Las relaciones de pareja son casi inexistentes y empieza a creer que son una leyenda urbana, pues hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto. Sabe que nunca habrá una fila de hombres esperando a su puerta como les pasa a otras.

Por eso ha decidido ser pragmática y olvidarse de que los hombres existen pero no va a ser posible.

Durante una convalecencia en el hospital conocerá a Edward, un médico que va a estar muy pendiente de su recuperación. Éste tendrá que armarse de paciencia, y no sólo para que ella siga sus consejos médicos, sino para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que sí se puede tener de casi todo en la vida.


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Capítulo 5: CAPÍTULO 5

CAPÍTULO 5

— ¿Estás dormida? —Susurró Jacob entrando en la habitación.

—Pasa —respondió bostezando— Aquí las horas carecen de sentido, duermo por la tarde, veo la televisión de madrugada, en fin… —Se encogió de hombros— Lo normal.

—Te veo más sarcástica de lo habitual.

— ¿Y cómo estarías tú en mi lugar?

—Subiéndome por las paredes.

Ambos se echaron a reír.

—Toma —Le entregó un espléndido ramo de flores.

—Con estos sobornos tan cutres no se me va a pasar el cabreo ¿Sabes? Llevo más de tres días intentando contactar contigo ¿Se puede saber dónde coño te has metido?

—Trabajo, ahora tengo a Patts a mi cargo.

— ¿Patts? Eso sí es trabajo duro.

—Pues ahora entenderás por qué he estado tan ocupado.

—Lo siento —Ocultó su risa tras la mano— Siempre te endilgan a los novatos—. Bella recordó cuando le dijeron que debía trabajar con Jacob Black.

—Dejémoslo ahí. Y tú, ¿Cómo sigues?

—Tirando, que no es poco, con unas ganas locas de volver al trabajo. Por cierto, ¿Cómo sigue todo?

—Imagínatelo, Orson me ha apartado del caso Vulturi, temporalmente, según dice.

— ¿Cómo?

—Según su teoría es demasiado estúpido y arriesgado que yo siguiera en él, así que el tocapelotas de Baxter está ahora con ello.

— ¡Mierda!

—Exacto.

Ambos estuvieron unos minutos comentando diferentes impresiones de trabajo, Jacob poniéndola al día, más o menos, de los chismes de la oficina, haciéndola reír con las meteduras de pata de Patts y tomándole el pelo descaradamente. Pero sin entrar en los detalles, prefería hablar de cosas superficiales.

—Podía haber sido peor ¿No crees? —Concluyó Bella intentando bromear.

—No puedo ni imaginármelo. ¿Cuándo te echan de aquí? —Bella hizo un gesto de desagrado— Déjame ver tus piernas.

— ¡No!

—Bella, no seas ridícula —Apartó la sábana— Prácticamente está curada, pero la otra —negó con la cabeza mientras miraba la pierna sana— Está imposible.

— ¿Pero qué dices? Ahí no sufrí ningún daño.

—Pero tienes unos pelos como los míos —Y se echó a reír.

Bella enfadada se tapó rápidamente, dándole un puñetazo en el hombro.

—Muy gracioso.

—No te enfades, era broma—. Dejó de reírse— ¿Qué estás leyendo? —Cogió el libro que descansaba en la mesita intentando cambiar de tema.

—Me lo trajo el médico Ni te lo imaginas. Va de agentes secretos —Le informó.

Jacob abrió el libro por donde Bella había dejado el marca páginas.

— ¡Joder! —Miró a Bella— Ahora entiendo por qué os gusta tanto ir de compras—. Ambos se rieron a carcajadas. Interrumpidos cuando, Mary la enfermera entró para realizar las curas.

—Ya veo que hoy estamos de buen humor —dijo al ver a los dos partiéndose de risa.

—Mary, este es mi compañero, Jacob.

Bella les presentó.

—Encantada —Miró a Jacob y vio que tenía entre las manos— Creo —dijo sentándose frente a Bella y acercando el carrito donde llevaba los útiles para realizar las curas— Que debería alquilar ese libro.

—No lo dudes —dijo Bella— Parece que está causando sensación.

—Voy a tener que pedir el ingreso en esta organización —Comentó Jacob devolviendo el libro—. ¡Joder! Esto sí es investigación de campo.

— ¿En qué capítulo estás? —Preguntó Mary mientras limpiaba la piel.

—Probador de señoras —dijo crípticamente y ambas se rieron con ganas.

— ¿Esto es alguna fiesta? —Interrumpió Edward entrando en la habitación, su tono era algo irritado esperaba ver a Bella a solas.

—Buenas tardes doctor —Jacob le tendió la mano y ambos se saludaron—. ¿Bella saldrá pronto de aquí?

—Sí, si todo sigue así lo más probable es que en una semana reciba el alta —dijo sin mirarla.

— ¿De verdad? —Preguntó ella entusiasmada con la idea.

Edward asintió.

—Eso está bien. Muy bien. Bueno querida —Se inclinó y le dio un beso en la mejilla— Te dejo en buenas manos —dijo Jacob recogiendo su chaqueta, sonriendo a la enfermera y saliendo de la habitación.

— ¿Cómo lo ves, Edward? —Mary señaló la pierna de Bella.

—Bastante bien —respondió mientras anotaba algo en el expediente—. ¿Has pasado ya por la habitación del señor Quinn?

—Sí, y te lo advierto un gruñido más y mandaré a Henderson.

—Entiendo —dijo sofocando una risa.

Bella miraba a los dos como intercambiaban comentarios, eso significaba entre dos una gran complicidad en el trabajo fruto de años juntos o… fruto de una relación extra laboral. ¿Y a ti qué te importa? Se dijo a sí misma.

—Bueno, esto ya está —dijo Mary— Por hoy he acabado mi turno ¿A ti te toca doblar otra vez? —Preguntó a Edward.

—Sí —respondió escuetamente.

—Vaya, lo siento, me tomaré una copa en tu honor.

— ¿Vas a salir?

—He conocido a alguien.

—Pues diviértete por mí.

Mary recogió todos sus útiles en su carrito y se despidió de Edward dándole un rápido beso en los labios. ¿Es producto de sobredosis de antibióticos? Se preguntó Bella.

Cuando ambos se quedaron a solas en la habitación tras la marcha de la enfermera, Edward siguió anotando en sus papeles.

— ¿Qué tal has pasado el día? —Preguntó al fin.

—Como siempre, sin grandes novedades—. Le respondió sin muchas ganas. ¿Qué cosas emocionantes ocurrían en un hospital y por qué ella no era partícipe?

—Bien.

Volvieron a quedarse en silencio, Bella estaba incómoda, se movió en la cama ¿Qué coño estaba haciendo? ¿No podía rellenar los malditos informes en otro lado?

—Edward, quiero darte las gracias por esto.

Cogió la pitillera de Alice que había encontrado al despertarse junto a sus cosas. Se había llevado primero una alegría enorme pensando que tal vez Edward la comprendía y le había dado un pequeño capricho, pero no, dentro no había tabaco. Enfurruñada como una niña pequeña había estado a punto de estampar la condenada pitillera contra la pared pero al moverla se dio cuenta de que eso era demasiado infantil y sonrió al comprobar que dentro había unos cigarrillos de chocolate.

—De nada.

—Pero no creo que sustituir nicotina por calorías —Ahí está de nuevo la Bella guerrera y me encanta, pensó él— sea lo apropiado, teniendo en cuenta mi estado actual de inactividad total, mi culo va a pasar de tener un tamaño grande a extra-grande.

—A tu culo no le pasa nada —La miró por encima de los papeles— Si quieres mi sincera opinión creo que está en su punto —Sonrió.

Y todo sin dejar de hacer anotaciones.

¿Eso era coqueteo o simple tomadura de pelo?

Bella observó cómo cerraba la carpeta y se quitaba las gafas. ¡Por fin!

—Tengo buenas noticias —dijo acercándose a la cama— Tus últimas pruebas demuestran tu mejoría, así que ya no tendrás que estar por aquí mucho tiempo. La rehabilitación puedes seguirla desde tu casa.

—Es una gran noticia.

—Eso me figuraba —. Edward podía decir que era la primera vez en su carrera que no se alegraba de la mejora de un paciente.

— ¿Qué tal con el libro? —Preguntó cambiando tan rápidamente de tema que Bella se desconcertó, tan pronto hablaba como un profesional como cambiaba a un tema más personal.

—Interesante, Mary está pensando en alquilarlo.

—No me extrañaría —Abrió el libro y se colocó de nuevo las gafas.

A Bella la incomodaba ese silencio, bueno y también que él estuviera allí, concentrado en otra cosa, sabía perfectamente qué estaba leyendo y sólo esperaba con curiosidad su reacción, la de Jacob había sido buena.

— ¡Joder! —Exclamó él.

Bella se rio a carcajadas, exactamente igual que su compañero. Le observó, ¿Se estaría excitando como le había sucedido a ella? Eso… estaría bien.

Él seguía leyendo y ella observándole, hasta que recordó la conversación médico-enfermera.

— ¿Has estado liado con Mary? —Era una pregunta de lo más impertinente, pero que demonios, ella era curiosa ¿No?

—No —respondió sin levantar la vista del libro.

—Pues parece que os entendéis muy bien.

—Sí.

Joder eso sí que era un diálogo de besugos, las contestaciones con monosílabos la enfurecían. Pero tampoco iba a seguir insistiendo.

—Es lesbiana —murmuró Edward al cabo de unos minutos mientras seguía leyendo.

— ¿Qué? —Bella estaba perdida en sus propios pensamientos. — Mary.

— ¡Ah!

—Y mi mejor amiga.

—Comprendo —dijo de forma diplomática, lo cierto es que se sentía mejor.

Edward cerró el libro y por primera vez la miraba directamente a los ojos, sin informes de por medio, ni lecturas atrevidas. Bella recordó su nota mental y le dijo mentalmente: acércate más.

Él dejó de nuevo el libro en su sitio sin decir nada, estaba encantado con la expresión de ella, ¡Joder! Me está mirando, me está pidiendo a gritos que la bese, miró la hora y eso molestó a ella, ¿Medía su tiempo con ella?

—Bella… —Comenzó sentándose frente a ella en el borde de la cama.

Ella se quedó rígida, inmóvil, derretida…

— ¿Qué? —Consiguió decir, hablar más era tener más posibilidades de joder el momento.

—Nada.

¡Qué desilusión! Se sintió como una gilipollas pero… ¡Oh Dios! ¡Qué cabrón!

—Van a expedientarme por esto —Farfulló él antes de atraerla hacia sí y besarla.

Si hubiera llevado las bragas puestas se le hubieran caído, sin duda alguna. Esta vez el contacto era mayor, no sólo la besaba sino que también la abrazaba, ella sentía el cuerpo de Edward, sus manos en la cintura, sujetándola, inmovilizándola… ¡Oh sí! Por favor.

—Por fin —Susurró Bella en un suspiro.

— ¿Perdón?

—Nada. Sigue.

Tal y como había pensado unas cuantas veces, y tal y como había ensayado mentalmente el proceso por si se volvía a repetir—Es lo que tiene tantas horas muertas sin nada mejor qué hacer—, Bella se enroscó en su cuello, pudo acariciarle la nuca mientras él abandonaba su boca para recorrer su mejilla con pequeños besos hasta lamerla la oreja. ¡Sííííi!

—Mmmm —ronroneó ella, sintiéndose por primera vez a gusto en esa cama.

Edward estaba como loco. ¿Por qué se había resistido? Había soñado las dos noches anteriores con un momento así, ella le correspondía, sentía como se apretaba contra él buscando el máximo contacto. Se inclinó sobre ella permitiéndole que descansara su espalda contra la cama y permitiéndole colocarse más cómodamente. Sabía que debajo del camisón sólo encontraría una piel suave y femenina, pero aun sabiéndolo necesitaba comprobarlo, metió la mano por debajo del camisón agradeciendo que Bella siempre lo llevara arrebujado en sus muslos, se había percatado de ello.

—Dios, Bella. Si no follamos voy a explotar.

—No hables.

¿Edward utilizaba esas expresiones? Siempre tan correcto, tan educado… No puede ser, no puede ser, repetía la mente de Bella mientras sentía el calor de la mano de Edward en su muslo, un calor que iba ascendiendo por la cintura, cuando él rozó el pecho, gimió con fuerza, arqueándose y aferrándose a él. Admitiendo que él tenía unas manos exquisitas y esperando con ganas sus avances, ella no opondría ninguna resistencia. Excitada como nunca, se atrevió a soltarse de su cuello para poner una mano sobre su muslo de forma que pudiera acariciarle, no podía desperdiciar esta oportunidad.

Eso sería del género tonto.

Jugueteó con un pezón encantado con la vibrante respuesta de ella, pero cuando lo apretó por segunda vez sintió como una mano femenina se posaba sobre su erección. Estaba perdido, lo sabía, y se dejó llevar, bajó la cabeza,

lamiendo el cuello para ir descendiendo. Ese precioso pezón erecto tenía que estar en su boca.

—Déjame quitarte esto —Suplicó Edward con voz ronca, la quería desnuda ya.

Bella le ayudó encantada quedándose desnuda para él, pero le parecía tan injusto… sin pensarlo dos veces dejó por unos instantes de acariciar su polla por encima del pantalón vaquero y empezó a pelearse con la hebilla del cinturón, Edward se apartó lo suficiente como para dejarla acceso.

—Te ayudaré —Susurró él contra su pecho, estableciendo contacto con sus manos, se estaba poniendo nervioso, quería que ella liberase su enorme erección y sentir allí sus manos.

—Ya lo tengo —dijo ella excitada al máximo y empezó con los botones del pantalón, eso fue más fácil.

Bella le acarició primero por encima de sus boxers, pero la parecía ridículo e insuficiente por lo que metió la mano para encontrarse algo tan, tan caliente a su disposición.

—Todo para ti —dijo Edward al momento de sentirse libre de la opresión de sus vaqueros.

—Gracias —Le contestó divertida. ¡Joder con el médico formal!

—No tan deprisa, cariño —rogó él, si ella mantenía esa presión acabaría muy pronto y no quería correrse sin antes ver como ella lo hacía.

—Mmmm, qué tierno —murmuró ella tan bajito que él ni se percató.

Edward abandonó sus pechos para ir bajando, el olor a sexo, a deseo y excitación era evidente, los gemidos de ella eran toda una delicia, sobre todo teniendo en cuenta de que se estaba conteniendo, si alguien pasaba por el pasillo y entrase…

Él también estaba sufriendo un tormento teniendo que controlarse para no tumbarse de una vez encima de ella, separarla las piernas y solucionar su calentón de una vez por todas, pero no podía ser así la primera vez con ella, la deseaba demasiado como para no proporcionarle un orgasmo de manual. Aunque tampoco debían entretenerse demasiado, cualquier ruido, cualquier indicio podría atraer a visitantes inesperados.

— ¿Qué cojones está vibrando ahí? —Preguntó Edward interrumpiendo sus avances.

—Es… es… —titubeó intentando pensar con algo de claridad— Mi móvil—. Respondió enfadada. ¿Quién la tenía tanta manía como para llamarla ahora e interrumpir?— No te preocupes, no voy a contestar.

—Pero… —Se calló al ver que ella apretaba su polla atrayéndola hacia sí.

—Olvídalo ¿Quieres?

Pero Edward se desconcentró, al oír el insistente sonido pareció volver a la realidad y darse cuenta de la situación en la que estaban, era una locura, una insensatez.

¡Estaba tirándose a una de sus pacientes!

Se separó de ella, obligándola a soltarle.

Como era lógico ella protestó.

—Contesta, por favor —Pidió levantándose y colocándose bien los pantalones.

—Pero Edward… ahora…

—Contesta —Insistió mostrándose autoritario.

Bella no discutió y cogió el jodido móvil, fuera quien fuera iba a oírla.

— ¿Diga? —Preguntó mientras veía a Edward, pasarse la mano por el pelo y ponerse las gafas que había dejado sobre la mesita, definitivamente le había perdido.

—Hola cariño.

— ¿Alice?

— ¿Quién sino? —Hubo un silencio— ¿Sigues ahí?

—Sí —dijo en un gruñido.

—Estamos de mal humor ¿Eh? Bueno no importa.

— ¿Para qué me llamas ahora, a estas horas? —Preguntó mirando a Edward que le daba la espalda mientras miraba por la ventana.

—Bueno, verás ha surgido algo y mañana me voy de viaje, no contaba con ello, pero no puedo escaquearme, todo lo referente a cosméticos Green es importante, así que estaré tres días fuera y no podré ir a verte.

— ¿Y para eso me llamas? —Se dio cuenta de que seguía desnuda y se tapó con la sábana, no era de extrañar que Edward evitase mirarla.

— ¡Bella! —Contestó Alice sorprendida por la actitud de su amiga— No sé qué está pasando, pero…

—Pero nada ¿Algo más? —No estaba de humor, estaba excitada, caliente, desnuda y posiblemente, dentro de unos minutos, frustrada.

—Sí, sólo una cosa más. ¿Has visto hoy a Edward?

— ¿A Edward? —Éste se dio la vuelta a oír su nombre—. Sí… ¿Por qué?

— ¿Podrías pedirle un favor?

— ¿A él? —Entonces la miró fijamente.

—Mira, necesito el teléfono de su hermano, Es… bueno, ya me entiendes —hablaba emocionada— Si Edward está buenísimo, por mucho que niegues la evidencia, ¡Ay Dios mío! Su hermano está… divino.

— ¿Su hermano? — ¿Pero cuando demonios había conocido Alice al hermano de Edward? ¿Y dónde?

Edward la contemplaba atónito, ya había adivinado por el tono quien había llamado.

—Le he conocido, Bella, tienes que hacerme este favor, pídele a Edward su número de teléfono, por favor, por favor, por favor.

—No creo que estemos en nuestro mejor momento—. Refunfuño Bella.

— ¿Eso qué significa?

—Ahora no tengo ganas de hablar, voy a colgar, ya hablaremos.

Sin dar opción a su amiga apagó el móvil para impedir que ésta insistiera, ahora en silencio frente a Edward se sentía como una idiota integral, el momento había pasado, y ahora llegaba el remordimiento, no por lo que acababa de hacer, sino por lo que no habían hecho. Maldita Alice.

Pero lo que más la inquietaba ahora no era estar desnuda frente al hombre que la había excitado con sus labios, con sus manos, al que había acariciado con tintes posesivos, era el silencio.

—Lo siento —dijo ella al fin— Debí desconectar el móvil —Sabía que eso no era una explicación como también sabía que Edward no iba a retomar lo que estaban haciendo. ¡Mierda!

—No te disculpes, no debí ir tan lejos, estamos en un hospital. Debo irme. Buenas noches.

Edward abrió la puerta y se perdió en el pasillo dejándola al borde de un ataque de nervios. Quería gritarle, insultarle… ¡Dejarla así! ¡Cabrón! Fue lo primero que la vino a la cabeza, ¡Hijo de puta! Lo segundo ¡Desgraciado! lo tercero.

Y podría haber seguido así hasta el amanecer.

 

 

Capítulo 4: CAPÍTULO 4 Capítulo 6: CAPÍTULO 6

 
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