NO ME MIRES ASÍ

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 16/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 106
Visitas: 67733
Capítulos: 27

No se puede tener de todo en esta vida y cuanto antes se asuma, mejor. Esta extraña filosofía es la que Bella lleva a la práctica en su día a día. Centrada en su trabajo, medio enamorada de su compañero y evitando a toda costa ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.

Las relaciones de pareja son casi inexistentes y empieza a creer que son una leyenda urbana, pues hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto. Sabe que nunca habrá una fila de hombres esperando a su puerta como les pasa a otras.

Por eso ha decidido ser pragmática y olvidarse de que los hombres existen pero no va a ser posible.

Durante una convalecencia en el hospital conocerá a Edward, un médico que va a estar muy pendiente de su recuperación. Éste tendrá que armarse de paciencia, y no sólo para que ella siga sus consejos médicos, sino para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que sí se puede tener de casi todo en la vida.


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Capítulo 15: CAPÍTULO 15

CAPÍTULO 15

—No sé si felicitarte o darte el pésame.

— ¿Por qué?

—Mírate querida, tienes unas ojeras… pero al mismo tiempo tu piel está brillante y no hay cosmético en el mundo que logre esos efectos. Sexo. Sexo. Sexo.

—Alice, ¡Por favor! —Bella se ruborizó, y miró a su alrededor, cualquiera que estuviera en la cafetería podía oírlas—. Bueno sí —admitió en voz baja.

—Conmigo no te hagas la interesante. ¿Estamos? Puedes contarme, todos, quiero todos los detalles.

Bella sonrió antes de contestar.

—He hecho cosas… —bajó la voz mirando a su alrededor de nuevo, por si acaso— que nunca hubiera imaginado —Y se echó a reír como una colegiala a la que regalan el primer piropo.

—Detalles, quiero los detalles—. Insistió Alice.

—No seas morbosa.

— ¿Morbosa? Perdona querida, YO únicamente quiero hacer un estudio comparativo, para ver si es algo genético —dijo con seriedad.

—Tú tienes al exótico ¿No? bueno pues yo tengo al profesional —. Las dos estallaron en carcajadas.

— ¿Tan bueno es?

—Créeme, jamás, y óyeme bien, jamás, he disfrutado así del sexo. Nunca pensé que yo era capaz de… —Volvió a bajar la voz a casi un susurro— Chuparle la polla a un tío. No te digo más —Y se puso como un tomate.

— ¿Qué has hecho qué? —Chilló su amiga, falsamente indignada poniendo aún más colorada a su amiga— ¡No puedo creerlo! ¡Qué vergüenza! —Dio un sorbo a su café y abandonó ese tono de institutriz— ¿Y?

—Baste decir que los resultados fueron óptimos.

 

 

Bella le contó, más o menos, pues se atragantaba con la tostada, la intimidad que había alcanzado con Edward, por suerte Alice aprobaba toda y cada una de sus acciones, pero únicamente se mostró en desacuerdo respecto a su silencio.

—Yo no soy quien para darte consejos —Empezó Alice seria— Pero si te planteas una relación seria con él, deberías hablarle de tu pasado.

—No estoy preparada para eso. Además… creo que podía llegar a rechazarme.

— ¿Te estás oyendo? No digas gilipolleces, por favor, tú no tienes que avergonzarte de que unos sinvergüenzas hijos de puta se aprovecharan de ti y después…

—No sigas —Estaba a punto de llorar.

—Está bien, lo siento, sé que es duro, pero si te sinceras con él, te sentirás mejor. Si la relación avanza quizás él te plantee tener hijos ¿Qué le dirás entonces?

—No creo que la relación llegue tan lejos —dijo abatida.

— ¿Por qué?

— ¿Cómo que por qué? ¿Le has visto? Pertenece a una clase social distinta a la mía, tiene éxito —Alice puso los ojos en blanco— Es educado —Alice bufó— tiene una carrera —Alice le hizo una pedorreta— Y… y… bueno, pues supongo que su familia será parecida. Y una pobretona como yo no es el ideal de mujer.

— ¿Eres retrasada y no me había dado cuenta hasta ahora? Su familia… ¿Y eso te preocupa? Sólo conoces a un miembro de su familia y no creo que sea precisamente un snob estirado. ¿Verdad?

—Bueno, Emmett… es… Emmett.

—Exacto. Y Edward es Edward. ¿Tú en qué siglo vives? Está claro —Sacó un cigarrillo ofreciéndole uno a Bella que aceptó— que él, desde el primer momento —Subrayó estas palabras— Se ha mostrado interesado en ti ¡Si hasta me rechazó! —Exclamó como si estuviera dolida— No voy a ser yo quien acuda a los tópicos, pero es evidente que está coladito por ti, se le nota cuando te mira.

—Hummm, es posible —aceptó, sin estar convencida del todo, mientras sacudía la ceniza— Pero ese encaprichamiento es pasajero, estoy segura.

— ¿Se lo has preguntado?

— ¿Yo?

—No, tu tía, no te jode, pues claro que tú. O si prefieres me presento en su consulta y le digo: Hola, buenos días Edward , ¿Tienes intenciones serias con miamiga? o… ¿Tengo que partirte las piernas cuando me entere que sólo estás jugando con ella?

—No seas ridícula.

—Pues entonces haz algo inteligente, para variar.

Hacer algo inteligente para variar, muy bien. ¿Y qué se supone que es eso exactamente? Hablar de sexo con Edward no era difícil y eso teniendo en cuenta que él la animaba pero hablar de sentimientos era harina de otro costal, ninguno de los dos había abierto la boca al respecto.

Si bien, en algunos momentos de intimidad, ambos en silencio, se habían dicho mucho más que probablemente otras parejas. Silencios seguidos de miradas significativas, caricias reconfortantes a la par que excitantes. Besos tiernos de comprensión, abrazos cargados de cariño. Pero ni una sola palabra.

¿Cuándo es el momento indicado para hablar?

¿Cuándo se sabe que se ha pasado de la fase: quiero follar contigo a la fase necesito estar contigo y follar?

Bella sabía que algo existía, pero aun podía ser prematuro y más que nada imprudente poner nombre a eso.

Alice podía ser muy lanzada, hablar sin pelos en la lengua, pero ella jamás se había atrevido (que ella supiera) a declararse a un hombre ¿Por qué entonces daba consejos?

—Diga —Contestó al teléfono que la sacó de sus reflexiones.

—Hola guapetona ¿Estás ocupada?

—Hola Jacob, perdona —recogió en cambio de la cafetería, el camarero esperaba propina pero se iba a quedar con las ganas— Dime. ¿En qué puedo ayudarte?

—Me alegra comprobar que sigues viva —Se rio— Bueno al grano, tengo cosas que mostrarte. ¿Comemos?

—Sí —Contentó rápidamente— ¡No! mierda, lo olvide he quedado con Edward para comer —No le dijo que iba a llevarla al club de golf y que estaba horrorosamente asustada— Lo siento.

—No te preocupes ¿mañana?

—Mañana, mañana… Sí ¿A qué hora?

—Creo que te regalaré una PDA, si tienes que organizar tus citas con antelación.

—No seas bobo, simplemente… — ¿Hoy he quedado con mi amante y… novio? Para comer— Simplemente hoy ya había quedado no creo que eso sea algo tan extraordinario.

—Me parece que Bella está coladita por Edward —Canturreó con voz infantil, pero al oír el improperio de Bella dejó de decir tonterías— ¿Pero vas en serio con él no?

—Define en serio.

Su compañero silbó la marcha nupcial.

—Si sigues por ese camino te cuelgo.

—Vale, vale. Quedamos mañana al mediodía, en el restaurante chino de tu barrio.

—Como quieras, pero invitas tú.

Ambas salieron de la cafetería y Alice se subió a un taxi. Así que Bella, miró su reloj, las once de la mañana y nada que hacer hasta la una en que había quedado con Edward, en el parking del hospital para ir a comer juntos.

De pronto se dio cuenta de algo ¿Cómo iba la gente vestida a un club de golf?

Se miró a sí misma, los pantalones piratas negros, los zapatos planos y la camiseta de publicidad de una cerveza. Cojonudo.

Miró en su cartera, no disponía de mucho en efectivo, pero seguro que podía encontrar alguna tienda económica dónde comprarse un vestidito mono, sencillo, discreto pero elegante para no desentonar.

Por desgracia los vestiditos para no desentonar, y que al mismo tiempo fueran monos, es decir que no parecieras una jubilada, costaban algo más de lo previsto.

Qué se le va hacer, suspiró. Cargó la mitad del importe a su visa y la otra mitad en efectivo. Cosa que la valió una mirada asesina de la dependienta. A la mierda con la dependienta.

Comprobó la hora, joder, más de las doce y media.

Iba a tomar un taxi, pero en el último segundo cambió de idea, ya que se había sobrepasado con los gastos debía economizar así que ni corta ni perezosa tomó un autobús.

Vale, resultaba poco elegante, llegar a tu cita con un vestido recto, sin mangas, con cuello cerrado y de elegante corte, con su toque chic y su sobrio color marrón chocolate bajándote de un autobús urbano.

 

Pero si era un poco espabilada podía hacerlo.

¿Por qué me molesto? A estas alturas Edward ya debe saber perfectamente cuál es mi situación económica, ¡Qué más da!

No da igual, una cosa es suponerlo y otra muy distinta decirlo abiertamente. Además no quería avergonzarle, no deseaba bajo ningún concepto que él se sintiese molesto por llegar a su lado a una mujer como ella, porque una cosa era la intimidad del dormitorio y otra bien distinta dejarse ver en público.

Bajó del autobús, mirando a uno y otro lado, llegaba tarde, mierda, si hubiera sido un poco más previsora podía estar esperándole tranquilamente junto a su coche, pero no.

Le vio apoyado en el capó de su todoterreno, mirándola, podía intuir que se la estaba comiendo con los ojos, a pesar de no vérselos a través de las gafas de sol.

Le sonrió, pero en vez de acelerar el paso fue andando tranquilamente hacia él, haciendo un terrible esfuerzo, Edward, allí sentado, tranquilo, con los brazos cruzados sobre el pecho, algo despeinado (lo suficiente) por el suave viento ,¡Es divino! ¿Cómo he podido tener tanta suerte?

—Hola, siento llegar tarde.

Edward, bajando las gafas de sol hizo un repaso visual. O una radiografía, que queda más profesional.

— ¿De qué te has disfrazado?

— ¿Disfrazado? —Ella no esperaba eso— ¿Disfrazado? —Repitió— Vete a la mierda —Soltó de repente tirando por la borda todos los esfuerzos por mantener una buena educación.

—Ven aquí, fiera —La agarró de la cintura— Disfrazado, sí, ¿Y qué? Me gustas de todos modos.

—Pues… —No sabía que decir ahora, Edward mantenía la calma y hasta cierto punto tenía razón—. No me he disfrazado, simplemente pensé que… bueno no pretenderás que me presente de cualquier manera en un sitio pijo.

—Vamos a ver — ¿Bella no iba a dejar de sorprenderle? Al parecer no— Estás preciosa pero… aunque sea así te prefiero al natural.

— ¿Y eso qué coño significa?

Edward puso cara inocente.

—Bueno… digamos que sin nada —Ella le dio un golpe en el hombro— Pero como no quiero tener un altercado en el restaurante…

— ¿Y eso que tiene que ver con mi vestido?

—Nada, nada en absoluto —se apresuró a decir por si las moscas— Simplemente me gustas más cuanto te muestras tal cual eres. Vamos —Pulsó el mando a distancia de coche— llegaremos tarde.

Bella se subió al todoterreno, refunfuñando, tuvo que subirse la falda hasta medio muslo para poder salvar el escalón. Cuando por fin esquivó una mano de Edward que iba dirigida a sus piernas. Él se rio con ganas.

—Puedes resistirte lo que quieras —dijo arrancando el motor— Pero sé que sólo estás intentando provocarme.

— ¿Provocarte? ¿Yo? ¿Para qué? —Protestó ella—. ¿Ya estamos otra vez con esas acusaciones infundadas?

—Para que… —Se acercó a ella—…me lance sobre ti —Pasó una mano por su pecho— Para que…

Los pitidos de otro vehículo rompieron el momento, el otro conductor quería la maldita plaza de aparcamiento.

Edward se enderezó y maniobró para dejar libre la plaza, después se incorporó tranquilamente al tráfico.

Bella le observaba, ¿Cómo era posible pasar de la excitación a la tranquilidad en apenas treinta segundos? Ella desde luego no podía, una mirada, un roce, un susurro, la dejaban húmeda y deseosa de que él cumpliera sus promesas.

— ¿Para qué hora has reservado?

—La una y media, llegaremos por los pelos.

—Ah —que desilusión—. Dijo acercándose a él y colocando una mano en la parte superior de su muslo, muy cerca de su centro neurálgico. Él desvió unos instantes la vista de la carretera y miró hacia abajo, hacia esa mano peligrosamente situada y que no podía hacer nada para evitarlo— ¿De verdad te estoy provocando? —Insinuó juguetona.

—Sabes que sí —Contestó intentando mantener la calma mientras Bella movía estratégicamente su mano, pero con cuidado de no llegar al centro.

—Bien —Y se apartó de él satisfecha.

—Bruja.

Al oír el apelativo se quedó más a gusto incluso.

Llegaron al club de Golf donde una vez que Edward enseñó su identificación les acompañaron al restaurante. Bella miraba a su alrededor intentandomantenerse calmada y no tropezar con nada. Vale, es real, se dijo a sí misma, estos sitios existen y yo estoy aquí.

Les acomodaron en una mesa, junto a la terraza, desde el que se veía el campo de golf, el camarero retiró la silla para que se sentara ella primero, bella estaba encantada, a los restaurantes a los que ella acudía no trababan así a los clientes.

— ¿Te apetece un aperitivo?

—Edward… —dijo susurrando y dejando la carta a un lado, casi la da un telele al mirar los precios— Esto es… un poco caro ¿No?

—Hummm  Edward estaba concentrado en su carta—. ¿Cómo dices?

—Que esto —Señaló los precios—, es un poco caro —dijo lo más bajito que pudo.

—Bella, haz el favor de elegir qué quieres y no te preocupes por eso —. Le dio un apretón reconfortante de manos.

—No sé… —Suspiró resignada, aunque molesta, Edward no estaba haciendo nada que la incomodase, todo lo contrario, pero no podía evitar mirar a su alrededor y sentirse inferior.

— ¿Te decides?

Bella, sin decir nada eligió lo más barato del menú, era estúpida y lo sabía ¿A cuántas mujeres invitaban a comer diariamente? A muchas ¿A cuántas las importaba el precio? A pocas. Pero ella era de ese mínimo porcentaje. Aun así decidió que Edward no se lo merecía y que le debía al menos una buena compañía.

— ¿Qué ocurre? —Inquirió cuándo los camareros retiraron los platos, Bella había estado inusualmente callada, y demasiado encorsetada y rígida.

—Nada —Contestó esquivando la mirada.

— ¿Algo estaba mal?

—No, no. Todo perfecto —aunque me temo que terminaré indigesta de tanto contenerme.

— ¿Entonces?

— ¿Edward? ¿Edward Cullen? —Interrumpió un hombre— ¡Qué sorpresa, chaval!

Edward se levantó y estrechó la mano.

—Hola Rob.

—Hacía tiempo que no venías por aquí —. Edward no dijo nada, era cierto— Ah, te presento a Miranda West.

—Encantada —respondió ésta y Edward hizo lo propio.

—Os presento aBella Swan —Pero inexplicablemente Bella se levantó bruscamente.

— ¿Bella? —Preguntó Rob— ¿Bella la amiga de Alice Brandon? —Bella tenía ganas de matarle— ¡Esto sí es una sorpresa! No pensaba que tú frecuentaras estos sitios —Exclamó Rob pedante.

—Ya ves —. Respondió Bella.

—Bueno, supongo que todos tienen derecho ¿No? —Y miró a Edward esperando una especie de explicación o algo así.

Estaba a punto de estallar, hay que joderse, encontrarse con el estúpido y pedante de Rob allí precisamente, pero visto con cierta lógica ¿Dónde iban a comer los idiotas con corbata? Respuesta: al club de Golf.

Edward mantuvo una breve conversación con él, hablando de ciertos conocidos en común, nada importante.

—En fin —dijo Rob— Me alegro de haberte visto Edward —agarró a la tal Miranda de la cintura con intención de marcharse— Ah, Bella, saluda a Alice de mi parte —Eso fue la gota que colmó el vaso.

—Sí, lo haré, Por cierto ¿sigues con tus problemas?

Rob la miró sorprendido.

— ¿Qué problemas? —Preguntó intentando hacerse el gracioso.

—Si no recuerdo mal… —Se dirigió a Miranda— Espero que tengas paciencia, y te muestres comprensiva con su pequeño problema —Hizo un movimiento rápido de ojos dirigiéndose a su entrepierna— Lo superará —Y le dio unas palmaditas.

Rob se puso rojo, hecho una furia, ¿Qué coño la pasaba a esta gilipollas?

—Mira guapa, puede que tú intentes colarnos un gol comiendo aquí, como si hubieses pertenecido toda tu vida a un club de este calibre…

—Cállate —Interrumpió Edward.

—Déjale, si es un jodido eunuco —Contratacó Bella.

—Y tú una calientap…

Edward le agarró del brazo.

—Rob, lárgate —Intervino Edward.

Les dejaron solos de nuevo, Bella se avergonzó de lo que había dicho. No sólo se había comportado como una estúpida sino que además había atraído laatención de los comensales que estaban a su alrededor. ¿Pero qué quería que hiciese? ¿Qué le restregase por la cara su origen? El muy hijo de puta.

—Siéntate, por favor —dijo Edward sin perder la calma.

— ¡No! , me largo de aquí —Cogió su bolso con intención de salir corriendo.

—Espera un momento —Edward habló tenso— ¿Vas a explicármelo? O… ¿Cómo siempre tendré que figurarme cualquier cosa porque no confías lo suficientemente en mí?

Eso era un golpe bajo, no podía seguir allí, tenía que irse. Volver a su casa, esconderse y hacer la solemne promesa de no volver a pisar un club de golf.

—No, esta vez no, Bella —La siguió, firmó rápidamente la cuenta y salió tras ella—. Haz el favor de detenerte y hablarme.

—Necesito un taxi —Pidió a la recepcionista—. ¿Sería usted tan amable de mandarme uno?

—No —Interrumpió Edward— No lo haga, yo me encargo de ella.

— ¿Cómo? —Eso era el colmo, Edward estaba comportándose como un cretino ¿Qué derecho tenía sobre ella? Bella abrió su bolso— Mire esto —Enseñó su identificación policial a la recepcionista— ahora si es tan amable…

—Enseguida… —titubeó la recepcionista.

—No lo hagas, Bella —. Imploró.

—Me voy.

Él la sujetó por la muñeca.

Y ella reaccionó en consecuencia.

— ¡Ay! Joder ¿Qué haces?

—Dejarte bien claro… —Ella le agarró a él del brazo y como si de un vulgar delincuente se tratase le inmovilizó contra el mostrador—… que aunque no sea de la liga superior de los pijos, sé defenderme —Le soltó tan bruscamente como le había agarrado y salió disparada, el taxi la estaba esperando.

Él dejó que se marchara, si en ese instante se atrevía a detenerla las cosas sólo podrían empeorar.

 

 

Capítulo 14: CAPÍTULO 14 Capítulo 16: CAPÍTULO 16

 
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