Confiar, Sentir y Amar (+18)

Autor: PrincessCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 08/08/2011
Fecha Actualización: 30/09/2012
Finalizado: SI
Votos: 21
Comentarios: 230
Visitas: 112118
Capítulos: 44
(Finalizado)
Como dicen por ahí, después de la tormenta, viene la calma. Así paso en mi vida, luego de sufrir incontables veces, la vida me había sonreído. Ahora era plenamente feliz al lado de mi familia y amigos. Pero sobre todo, al lado de mi Edward.
PrincessCullen.
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Capítulo 41:

Bella POV 

Nota: Recuerden que aquí ya han pasado 5 años. :D

Mi vida no podía ser más perfecta, tenía a mi Edward conmigo, mi hermoso esposo que cada día me enamoraba mas y mas, tenía a mi Dereck, mi rayito de sol en los momentos de tristeza, si es que los había, tenía a mis amigas, a mis padres, la familia de Edward, mis amigos, y ahora a mis dos mellizas, porque si, la semana pasada nos habían confirmado que eran hembras las dos criaturas que crecían en mi interior, y esta vez si me había crecido la panza jajá irónico ¿no? Los días habían pasado volando, todos habíamos tomado caminos diferentes, yo había dejado por completo las pistas, ahora más que tenía una familia a la cual cuidar, pero ya me había inscrito en la Universidad como le había prometido a mi padre, y solo esperaba dar a luz para comenzar con mis estudios, lo único que sentía de todo esto es que no estaría con mis princesas como lo había hecho con mi hijo mayor, pero por suerte se quedarían con sus abuelos, los padres de Edward, que gustosos se ofrecieron a cuidarlos. 

 

Me acosté sobre la gran cama de la enorme habitación, de mi casa, hace 4 años que Edward me había dado la mejor de las sorpresas, y vaya que era la sorpresa... 

 

Flashback

 Estaba re nerviosa, Edward me había llamado diciéndome que pasaría por mí en 20 minutos, que hoy por fin me daría la gran sorpresa que me había prometido. Suspire sentándome frente al tocador, comenzando a maquillarme. 

Mientras veía mi reflejo en el espejo, sonreía como boba al recordar que en la habitación continua estaba mi pequeño bebé. Mi hermoso Dereck, que con sus hermosos ojos marrones, más claros que los míos, hacia que todo fuera mucho mejor. Mientras aplicaba brillo a mis labios, mi celular comenzó a sonar. Estire la mano tomándolo, me lo lleve al oído.

-¿Si?

-Mi amor, ya estoy afuera... -Hablo mi Edward rápidamente. 

-Ok mi cielo. -Sonreí, colgando, me vi por última vez en el espejo, salí hacia la habitación de mi hijo, lo tome en brazos, junto con su pañalera. Una vez fuera de la casa, Edward como siempre de caballeroso, me ayudo a subir a mi asiento, me coloque el cinturón y con mis brazos rodee a mi hijo, Edward guardo la pañalera en la maleta, se subió a su puesto y arranco. 

-¿Me dirás por fin cual es la sorpresa que me tienes preparada? -Lo miré. Mientras jugaba con las manitas de mi bebe, que reía en mi regazo.

-No Bella, no lograras sacarme ni una sola palabra -Sentencio con su tono de voz serio.

-Oh vamos, amor, por favor, sabes que no me gustan las sorpresas. -Hice un puchero de esos que sabía que él no podía resistir.

-Ah no, esos pucheros no, Bella amor por favor, déjame darte la sorpresa, ¿si? -Me miro un momento con esos ojos verdes que me derretían el corazón, bufe resignada. -Ok - 

Sonrio victorioso, me abrace a mi bebe, como si mi vida dependiera de ello, cerré los ojos durante un momento, momento del cual, desperté cuando ya estábamos en el aeropuerto. Un momento ¿el aeropuerto? - Edward ¿que hacemos en el aeropuerto?

-Vamos a donde está tu sorpresa amor  -Sonrio, estacionando el auto, lo apago, y se bajo cerrando la puerta tras de sí, lo oí abrir la maleta y sacar la pañalera, luego se abrió la puerta a mi lado, me tendió la mano la cual tome gustosa, bajándome con cuidado, Dereck se removió entre mis brazos, supe de inmediato lo que quería.

-Tu hijo te solicita amor -Le sonreí dándoselo el lo recibió con los brazos abiertos, Dereck aplaudió, al ver que se hacia lo que el quería, le pedí a Edward la pañalera el se negó alegando de que él era el hombre y que podía tanto con la pañalera como con su hijo, yo rodé los ojos. 

Entramos por las grandes puertas del lugar, Edward me guio hasta la zona de embarque donde ya nos estaban esperando, un equipo y un jet. -¿Es tu jet privado? -Cuestione, el simplemente asintió.

Nos acomodamos en el interior del jet, incluso había un pequeño moisés para mi bebe, sonreí ante ese gesto, durante el camino, le pregunte miles de veces a Edward que a donde me llevaba su respuesta siempre era la misma. “Bella, mi amor, te va a gustar deja la impaciencia". Un ahora después nos encontrábamos saliendo del aeropuerto de New York. 

-Edward ¿que hacemos aquí? -cuestione, mientras nos subíamos a la gran camioneta negra que nos esperaba afuera.

-Bella, amor, deja la impaciencia, por el amor de Dios, ¿cuando te he dado una sorpresa que no te haya gustado? -Reí ante eso, la verdad nunca. Me quede callada el resto del camino, hasta que Edward saco una venda de seda negra de su bolsillo. 

-¿Y eso para qué? -Lo mire.

-Confía en mi amor, por favor… -Sonrió, vendando mis ojos, suspire, no me agradaba mucho la idea de tener los ojos vendados pero al fin y al cabo, por fin se terminaría mi espera de la gran sorpresa de Edward.

Sentí el auto detenerse, me removí incomoda en el asiento, las puertas se abrieron y se cerraron- ¿Edward? –No hubo respuesta, afuera se oían un par de voces, unas familiares otras no tanto.

-Listo, a ver dame la mano –Busque la mano de Edward la cual tomo la mía, y me ayudo a bajar del auto, rodeo mi cintura mientras me hacia caminar, el guiándome por supuesto.

-¿Ya me puedo quitar esto? –Tome el borde de la venda entre mis dedos, de inmediato la mano de Edward retiro la mía- No, no puedes, espera amor.

Oí una puerta abrirse y pronto mis tacones ya no pisaban piedra, era una superficie plana, fruncí el ceño, olía muy bien, a limpio, había algo en el ambiente, creo que era vainilla, suspire.

-Ok amor, te voy a quitar la venda y podrás ver ¿si? –Asentí, las manos de Edward con cuidado retiraron la venda, parpadee un par de veces antes de acostumbrarme a la luz, cuando pude ver bien, me quede sin palabras.

Mi mandíbula seguro estaba en el piso, esto no podía ser cierto, tanta belleza era imposible, una hermosa estancia se desplegaba delante de mí, en frente había una chimenea muy moderna, de gas, las paredes estaban pintadas de in beige hermoso, los detalles en las paredes eran marrón claro, perfectos con el fondo de ese color.

Las ventanas todas abiertas, con cortinas de seda traslucida en color miel, las enmarcaban, y debajo de estas, en una perfecta caída, una del mismo material pero blanca, estaba hermoso, gire mi rostro de nuevo a la chimenea, que era el punto focal aquí, lo flanqueaban dos sillones individuales y delante de estos una mesita de metal, con vidrio, preciosa. Suspire.

La sala estaba dividida por un gran sillón que apartaba el área de la chimenea de otra donde había un mueble rotable, en color pastel, todos y cada uno de los detalles estaba divinamente colocado, sobre una de las paredes descansaban fotos mías, de Edward, de los chicos, habían fotos de todos. Toda mi familia estaba reflejada en esas fotos.

-Edward… esto es… -No sabía ni como describirlo, su mano tomo la mía, sacándome de ahí, llevándome a un área completamente diferente, es esta el piso no era de cerámica fina, sino madera, reglones de madera color miel, en el centro se alzaba una gran barra de ballet, mis ojos se humedecieron.

Edward susurro en mi oído “para cuando tengamos una hermosa bailarina” Las paredes estaban cubiertas de espejos, me podía reflejar en cada uno de ellos, al final, sobre una tarima, estaba un hermoso piano de cola negro, sentí los brazos de mi Edward rodear mi cintura, todo estaba hermoso.

-Esta es nuestra casa amor… Esta es mi sorpresa… Estuve mucho tiempo planeando esto, para que cuando fuera el momento, fue perfecta… -Me gire en sus brazos, rodeándolo con los míos, y uniendo nuestros labios en un tierno beso.

Las lágrimas corrían por mis mejillas, pero eran lágrimas de felicidad, estaba muy feliz, amaba a mi Edward y cada uno de sus detalles.

-Quiero ver más… -Susurre, me miro con sus hermosas esmeraldas, asintió, tomo mi mano, guiándome a las escaleras, una vez en el piso superior, me conto que la casa tenía siete habitaciones, seis arriba para nosotros, y una abajo, para la señora que ayudaría con la casa.

Me guio habitación por  habitación, el piso superior contaba con tres baños, sin incluir el que se encontraba en la habitación principal, que era la nuestra, todas las habitaciones estaban divinamente decoradas,  en todas habían un toque característico.

Al final del recorrido, estábamos parados frente a la puerta de nuestra habitación,  Edward sonrio  y señalo la perilla dorada, con nerviosismo y emoción la gire, empuje la puerta suavemente, delante de mí, lo que había era el paraíso.

El punto central aquí era la cama, una muy grande y bullida cama que se alzaba en el centro de la habitación, haciendo de apoyo justo en la pared frente a la puerta, estaba cubierta con un gran cobertor, color blanco, había un conjunto de seis almohadas, una más grande que la otra, en diferentes tonos de dorado. A cada lado una mesa de noche, las dos con una lámpara sobre ellas, y muchas  fotos de nosotros. Y sobre todo esto, una hermosa lámpara araña, con delicados brillantes colgando de cada una de las ramificaciones.

Me adentre en la habitación, a mi lado derecho, estaba la cómoda, o tocador como quieran decirle, muy grande por cierto, sobre él, estaban mis cosas y las de Edward, me pregunte como era eso posible.

Al otro lado, habían cuatros puertas, consecutivas, eran corredizas, me acerque, empuje la de uno de los extremos, y esta fue rodando, hasta llevarse consigo a las demás dejando a la vista el montón de ropa perfectamente ordenada en ganchos y gavetas.

Recuerdo que me dejaron disfrutar de mi sorpresa a mis anchas, salte sobre la cama como niña pequeña, y como una hora después me acorde que tenía un hijo, Edward me dijo que estaba bien, que estaba con sus tíos en la piscina.

Ese día había sido único, Edward me había dado la mayor de las sorpresas y lo mejor es que lo tenía todo arreglado, ya tenía mi auto nuevo, la señora que ayudaría en la casa, e incluso, una niñera, esa idea no me gusto mucho, pero bueno.

Al final del día, Edward y yo estrenamos nuestra nueva cama. Nuestros gemidos y jadeos se oían por toda la casa, por suerte Alice había dicho de que ella y Jasper cuidarían a mi bebe solo por esa noche. Mientras mi Edward y yo éramos felices, inmensamente felices.

Fin del Flashback.

Suspire, al recordar ese momento de nuestras vidas, acaricie mi abultado vientre, cerrando los ojos, todo estaba bien ahora, todo estaba perfecto.

-Que hermosa… -Oí la voz de mi esposo desde la puerta, abrí los ojos, girando mi rostro, sonreí.

-Ven aquí… -Palmee el espacio a mi lado. El se acerco y se acostó a mi lado, rodeándome con sus brazos.

-¿Qué hacías mi Bella? –acaricio mi mejilla con su mano libre.

-Recordaba… El día en que me diste la sorpresa que cambio mi vida para siempre… -El sonrio, al saber de lo que hablaba, beso mi frente y cerré los ojos.

-¿Quieres que vaya por Dereck? –Susurro, ya que me vio tan cómoda, la verdad estaba un poco cansada.

-No… Debes ir a la reunión con el padre de Vanessa, es un gran proyecto. Yo estaré bien, Alice irá conmigo… -Le sonreí, asintió. Nos levantamos de la cama.

Media hora después ya estaba en el parque con Dereck y Alice, lo habíamos ido a buscar al preescolar, muy lejos de la casa, en el centro de New York.

-Bella, Bellita, debemos ir de compras, las bebes necesitan ropa –Me decía Alice, dando saltos a mi lado.

La mire como si estuviese loca.

-¿Mas ropa Alice? ¡Los armarios están que explotan! –La oí reír, y me uní a sus risas, luego suspire, mi amiga, había llenado los armarios de mis hijas, y mensual me hacia salir de casa para comprar ropa para mi, para Edward y para Dereck, era una locura.

-Pero Bella… -Hizo un puchero, ya iba a replicar pero me salvo el timbre de su teléfono. Lo saco de su bolso y se lo llevo al oído, escucho por unos instantes, y luego cerro el celular muy molesta, estaba roja. Me preocupe.

-¿Alice? ¿Qué tienes? ¿Qué paso? –Pose mis manos sobre sus hombros, Dereck nos miraba desde su pequeña altura.

-¡Lo arruinaron! ¡Lo echaron a perder! ¡Es que los voy a matar! –Alzo los brazos exasperada.

-Alice, ¿de qué estás hablando? –La mire sin entender.

-¡¡¡Mi vestido!!! El que estoy confeccionando ahorita, para la pasarela, Dios mío, un estúpido, entro a mi estudio y lo daño, ¡esta hecho pedazos! –En sus ojos se notaba su furia y desilusión.

-¿Y ahora? –Tome a Dereck en brazos.

-Tengo que ir allá a ver qué se puede hacer y ver si encontramos al mal nacido que hizo esto.

-Alice, las palabras por favor –Rodé los ojos, ella se disculpo.

-Debo irme Bella, lo siento ¿estarás bien sin mi? –Beso mi mejilla. Asentí.

-Si, solo le comprare un helado, y nos iremos a casa, anda ve, estaré bien. –Sonreí, y se fue.

-Bueno hijo vamos, a por ese helado, y nos vamos ¿vale? –Aplaudió feliz, sonreí, lo deje en el suelo de nuevo, ya que no podía tenerlo cargado mucho tiempo, tome su mano, caminando a un puesto de helado que había visto con anterioridad.

Estábamos llegando cuando, estuche pasos detrás de nosotros, los ignore, aunque a esta hora no era muy transitada esta zona, eso no quería decir que no pueda ser otro neoyorkino, escuche los pasos acercarse, un estremecimiento me recorrió de pies a cabeza, apreté la mano de mi hijo atrayéndolo más a mí.

Escuche unas voces femeninas acercase cada vez mas y mas, venían acompañadas de una voz de hombre, suspire, cuando una figura femenina paso delante de mí, siguiendo el camino, llevaba un abrigo negro de capucha.

Unos pasos más a delante, la mujer se giro y camino en mi dirección, hasta que estuvo frente a ti, cortándome el paso, mi hijo, se abrazo a mis piernas con temor. Retiro la capucha y pude ver su rostro. Era Tanya.

-¿Qué quieres? –Cuestione, tomando a Dereck en brazos, esto pintaba mal.

-Que te alejes de Edward… -Su voz estaba cargada de odio, hasta yo misma me estremecí al oírla.

-Tanya… yo –Ni siquiera me dejo continuar, su mano derecha se estampo contra mi mejilla. Cerré los ojos, llevando mi mano a la zona afectada.

-Eres una zorra Isabella. Me quitaste lo que es mío. ¿Oíste? Edward es mío, siempre lo fue y siempre lo será. Tu solo eres un estorbo. Al igual que tu bastardo –Hizo ademan de tocar a mi hijo, pero mi aleje, y fue ahí cuando unas grandes manos, me tomaron de los brazos, trate de zafarme pero no pude.

-Déjanos en paz Tanya, ¿no entiendes? Edward no te quiere. Nunca lo hizo –Mis ojos estaban húmedos, mi hijo ya gimoteaba en mis brazos. Mi corazón latía desbocado, imaginándome lo que pudiese suceder, lleve una de mis manos a mi vientre, estaba asustada, no solo por mí, sino por mis hijos.

-Sí me quiere, pero no lo sabe estúpida –Otra bofetada, el llanto de mi hijo se hizo escuchar, mientras se aferraba a mi cuello, y yo lo abrazaba con fuerza, aunque con algo de dificultad puesto al sujeto que me sujetaba por detrás.

-No serás feliz Bella… Nunca serás feliz… -La vi acercarse a mí, estirando sus brazos en dirección a mi hijo. Ahí fue cuando todo se me vino encima.

-¡No, mi hijo no! ¡No lo toques! –Me removí inquieta entre los brazos de mi atacante, pero era inútil, mi hijo lloraba cada vez más fuerte, empecé a forcejear con Tanya, mi hijo, que con desesperación, solo decía “mami no dejes que me lleve” de mis ojos no brotaban más que lagrimas, en mi vientre bajo ya se empezaba a alojar un incomodo dolor, pensé en mi hijas, Dios.

-Ya dame a ese mocoso… -sentencio, arrebatándomelo de los brazos, grite, patalee, hice todo lo posible, hasta que la persona que me sujetaba por detrás me empujo a un lado, y caí de llano en el suelo, cubriendo mi vientre, el dolor se hacía cada vez más fuerte, sentí mis muslos humedecerse, pensé lo peor. Pero ni siquiera eso me importo, alce la vista buscando a mi hijo, pero ya no estaba, podía oír aun su llande alejándose cada vez más.

-Idiota mira lo que hiciste… -Otra voz femenina hablo, nunca la había escuchado, así que no pude identificarla.

-Lo siento Nessa, me deje llevar por el momento, se me fue la mano –Esa voz, se me hacia familiar, pero ¿de dónde? Ya el dolor abarcaba casi todo mi cuerpo aturdiéndome, me hice un ovillo en el piso.

-Serás bestia, queremos hacerla sufrir no matarla, ¡llama a una ambulancia imbécil! ¡Está sangrando! –Ya nos oía en la lejanía, no supe si llamaron a una ambulancia, no oí mas el llanto de mi hijo, solo podía oír mis gritos de dolor y desesperación, al saber que me habían quitado a mi hijo, que me habían arrebatado a mi bebe a mi Dereck. Pero no podía seguir así, tenía que pensar tambien en mis hijas, las que llevaba en mi vientre, tenía que calmarme, pero no podía, ya no oía nada mas, estaba sola, me habían dejado sola, acaricie mi vientre, tarareando entre sollozos mi nana, hasta que no supe nada mas de mi y la negrura me cubrió por completo.

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Hola mis niñas. Perdón, sé que no tengo ni siquiera el perdón de Dios, por tenerlas tan abandonadas, pero es que después de un tiempo sin actualizar, ya no sabía cómo seguir la historia, pero aquí está. Espero sea de su agrado.

Quiero informar que ya solo faltan 2 o 3 capítulos para el final, y aun no sé si habrá epílogo, así que bueno eso, y no estén tristes que nos seguiremos viendo, en mi nuevo fic. MI HIJA (+18) Ya van 4 capítulos, espero verlas por allá. Las quiero mucho. Besos.

PrincessCullen. 

Capítulo 40: Capítulo 42:

 
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