Capitulo 10: Ellas estarán bien
Pov Edward
—¡Que ni se le ocurra ¡–dijo de repente una voz. ¿Cuánto tiempo llevaría despierta esta dichosa mujer?, pensé mientras Bella y yo nos levantábamos de un salto del sillón, he de reconocer que un pelín asustados. Caray, volví a sentirme como cuando tenía quince años, pero me gustó la sensación. Bella como siempre se había sonrojado. ¡Cuánto había echado de menos esos sonrojos tan adorables!
—Mamá –dijo mi Bella.
—He oído lo que hablabais. Bella en cuanto pueda subir a un avión me voy a mi casa –dijo tajantemente, pero luego suavizó su tono—, hija estoy muy a gusto aquí, pero son muchos meses. Meses en los que tú misma tienes que preparar tu traslado a Forks y yo tendré que acondicionar las habitaciones para ti y para la niña —explicó muy rápidamente y yo me pregunté desde que momento esta mujer había podido escuchar nuestra conversación. No solía sonrojarme, eso se lo dejaba a Bella, pero… se supone que estaba dormida.
—Mamá ni de coña te vas a poner a acondicionar habitaciones en tu estado —dijo mi Bella, disimulando el hecho de que René podía haber escuchado lo que hablábamos
—¿Y quién te ha dicho que yo lo voy a hacer? Rose, Edward y Emmett serán los que lo hagan, yo solo daré las ordenes —dijo satisfecha con su respuesta.
¡Que el cielo nos ayude! pensé para mí.
—Y déjame adivinar, ¿no nos las puedes dar desde aquí?—pregunté con sorna—además, ¿no te has parado a pensar que quizás yo me quiera llevar a Bella y a Gabriela a mi casa? Bueno, perdón –le pedí mirándola—, a nuestra casa—. Vi la mirada que me echaba Bella, de alegría, felicidad, pero también de algo más que no supe descifrar.
—Pues verás hijo, sí me lo había planteado pero como no parecías muy decidido a…, parece que la noche ha sido muy fructífera ¿no?—contestó mi madre levantando las cejas y provocando un nuevo sonrojo de Bella. Lo dicho, esta mujer sabía demasiado—, y además cuando vuelva Bella si todavía sigues con la bruja, ¿dónde piensas que se alojen mientras tanto? —dijo rodando los ojos como hacía Bella. No en vano mi mujer había heredado ese gesto de ella y según había podido comprobar Gabriela también.
—¿Ves?, te lo dije –dijo mi Bella un tanto triste por lo que acababa de decir Renée. Le iba a contestar que eso no pasaría cuando un zumbido insistente se oyó por toda la habitación. Era el móvil de Bella que vibraba anunciando una llamada.
—¿Si?—contestó.
—Hola cariño, sí la abuelita está mejor, luego de las clases de natación la veis ¿ok? –por la manera de hablar y la expresión de su cara seguro que era Gabriela.
—Pues sí algo hemos dormido, ¿lo preguntas por…?—definitivamente y por la cara de Bella, algo se traía entre manos ese pequeño diablillo que tengo por hija.
—Toma, dice que te pongas –me dijo Bella tendiéndome el teléfono—, no tengo ni idea de que quiere –contestó ante mi mirada interrogante—, pero que algo se trae entre manos eso tenlo por seguro.
—Dime princesa –contesté con una sonrisa impresa en mi cara producto de la felicidad que me producía el saber que Gabriela tramaba algo y que ese algo tenía que ver conmigo.
—Papá —me dijeron al otro lado del teléfono. Cada vez que me llamaba papá, un ramalazo de alegría inundaba mi interior—. ¿Podrías llevarme tú a mis clases de natación? Si no estás muy cansando claro. Me gustaría que me vieras como nado —preguntó con una voz muy melosa que me recordó a Bella al instante.
–Claro que te llevaré cielo, voy por ti a casa. Tengo que ducharme y cambiarme —le dije con una gran alegría en mi cara.
—Gracias papá —contestó mi niña.
—¿Qué quería? –preguntó Bella muy intrigada una vez que hube colgado el teléfono.
— Me ha pedido que la acompañe a las clases de natación. Dice que quiere que vea como nada –le informé muy orgulloso.
—El problema es que estás sin dormir, pero entiendo lo que pasa, quiere que sus amigos te vean. Para la niña ha sido muy duro ver como a los otros niños los recogen y llevan sus padres y que a ella sólo lo hacia su madre, Emily, sus tíos, sus abuelos, pero nunca su padre —me explicó Bella con un deje de tristeza.
—Lo sé —dije poniendo cara de disgusto –, Bella por eso quiero ir, te prometo que luego me echo una siesta, pero déjame ir.
—Esta noche que se quede Emmet por ejemplo y tú duermes como es debido en casa —dijo mi Bella. Y de repente me vi durmiendo con ella en su casa y… ¿en una sola cama?
—Bueno, eso depende –rebatí mirándola sugestivamente y sentándola en mi regazo, dispuesto a conseguir hacer realidad mi visión.
—¿De qué depende?—preguntó Bella. Pero yo no le iba a decir eso delante de Renée.
— Hola, ¿se puede? –dijeron Rose y mi padre entrando por la puerta. Salvado por la campana.
—Adelante —contestamos los tres a la vez.
— Hola chicos —saludó Charlie–, ya veo que habéis arreglado las cosas— nos dijo al ver que Bella estaba sentada sobre mis piernas. La tenia justo donde la quería tener, como siempre la tuve en el pasado. Recuerdo que Emmett solía bromear con que había suficientes sillas en la casa, o que papá y mamá ganaban lo suficiente como para tener sillas de sobra y no hacía falta que nos sacrificáramos….
—Pues sí –dije yo muy ilusionado y feliz–todo más o menos solucionado. Bella me va a dar una segunda oportunidad.
— Eso está bien hijo –dijo mi padre visiblemente contento.
—Ahora cuando vuelvas a Forks no la vuelvas a fastidiar –dijo Rose en plan regañina—, haga lo que haga la arpía esa o diga lo que diga no te dejes vencer. Piensa antes de decidir o hacer algo.
—Y sobre todo llámame por teléfono cuando haya que tomar alguna decisión—agregó Bella.
—Eso será si me das el número –dije yo en tono de broma, pero decidido a hacer exactamente lo que me decían.
—Si te portas bien, luego te lo doy –contestó Bella siguiéndome la broma.
—Descuida –le dije en tono zalamero—, que me voy a portar perfectamente.
—Antes de irnos a casa –dijo de repente poniéndose seria —tengo que ir a cambiarme el uniforme y ver a un paciente, bueno técnicamente ya no es mi paciente, pero quiero ir a ver como está. Ahora vuelvo ¿vale?
—Aquí te espero mi amor—. ¿Quién sería ese paciente que la tenía tan deprimida? ¿Qué enfermedad tendría?
—No sé explicarte exactamente los términos médicos pues su ética profesional les impide contar nada, sólo hablo por lo que he escuchado– me dijo Rose dándose cuenta de mi expresión—, pero se trata de un niño de dieciséis años, hermano de un compañero de Gaby del colegio cuyos padres tienen bastante relación con Bella. El niño ingresaba malito cada dos por tres no sé con qué síntomas, hasta que a Bella el otro día se le ocurrió hacerle unas pruebas. Carlisle decía que no creía que tuviera lo que fuera, creo que se trata de leucemia, el caso es que al final y como sabes Bella tenía razón.
—Conociendo a mi mujer no me extraña que esté así, pobre chaval, que vida más injusta ¿no? –lancé la pregunta al aire.
—Vaya, pues si que ha debido de cundiros la noche, ¿tu mujer? ¿Y la zorra que tienes en Forks?—dijo Rose mordazmente.
—Rose de verdad que no hay quien te entienda –dije divertido –, si me arreglo con ella porque me arreglo y si no lo hago porque no lo hago. Aclárate mujer. Además ya sabes de sobra que a lo que tengo en Forks yo no la considero mi mujer, ni mi nada, mi mujer es esa persona que acaba de salir por la puerta preocupada por un niño que está enfermo. Esa es mi mujer. La que amo –le contesté de forma tajante mientras algo que no conseguía saber que era rondaba por mi cabeza…
—Amén a eso –exclamó Renée muy seria.
—Charlie, Rose, Renée, ¿vosotros sabíais lo de los atentados? –pregunté cambiando de tema y pasándome la mano por el pelo… otra vez los nervios.
—Sí —contestó Rose muy seria—, lo sabíamos pero no te lo dijimos para no empeorar la situación. Si te enteras hubieras querido matar a Tanya y hubiera sido peor. Además, no te enfades con Bella, porque primero la decisión de no decírtelo fue mía, y segundo tú hiciste lo mismo y…
—Para, para —le pedí—, solo era una pregunta no una acusación. Solo es que estoy preocupado. Vamos a comer con ese tal Jacob, luego a ver si me tranquilizo.
—Estoy segura de que sí –dijo mi madre–, Jacob y Sam saben lo que se hacen.
—Bueno —dijo Bella que entraba con un semblante triste. Cuanto adoraba esa preocupación tan humana por los demás. Se había cambiado el pijama que habitualmente llevaba en el hospital por su propia ropa y estaba que quitaba el aliento—, ya he vuelto. Será mejor que nos vayamos a casa. Yo tendría que haber empezado ya mi turno, pero necesito una ducha y ponerme ropa limpia. Espero que Alice me cubra.
—Perdona hija se me olvidaba. Alice dice que vayas tranquila que entre ella y Carlisle te cubrirán –dijo mi padre.
—Pero será mejor que vayáis pronto a casa –dijo Rose un tanto preocupada—. Emmett mas los tres niños puede ser igual a siniestro total, menos mal que también está Emily, pero me parece que la vuelve un poco loca.
—Bueno —contesté divertido –pues marchémonos a salvar a los niños de Emmett o a Emmett de los niños, depende de por donde se miré.
—Vámonos ya que tampoco quiero volver muy tarde – dijo Bella riéndose también —además tengo que hablar con cierta personita para que se porte bien.
—Emmett también irá con ellos. A Peter y Tony también les hace gracia que su padre les vea nadar y bueno con estos niños todos los refuerzos son pocos–anunció Rose—. Aunque… – añadió un tanto dubitativa mirándome a mí directamente– no sé si tranquilizarme por eso o desearte suerte. Y otra cosa Edward, Emmett ha dicho que esta noche se queda él y así tú podrás descansar.
—Estupendo –dijo mi Bella mirándome desafiante, supongo que por lo que había dicho antes.
—Eso depende –volví a decirle al oído mientras salíamos de la habitación.
—¿El que depende de qué?—preguntó un poco perdida.
—Pues que sea estupendo o no que esta noche me quede a dormir en tu casa, depende de la habitación que me des para dormir –dije rodeándola el hombro con mis brazos. Pero me di cuenta de que alguien podía vernos y quité la mano enseguida, no fuera a ser que…
—En la casa hay muchas habitaciones –contestó mi Bella siguiéndome el juego—, podrás elegir.
—Bueno a mí las demás habitaciones no me interesan –dije preguntándome como seria esa casa—, sólo me interesa una y es la que ocupa la dueña.
—Bueno, esa casa tiene dos dueñas, así que tendrás que ser más claro—contestó desafiante.
—A me interesa la que tengo a mi lado, la que es al tiempo que dueña de la casa, dueña de mi corazón —le dije con voz ronca y muy bajito.
—Edward Massen –exclamó Bella fingiendo asombro—. Te prometí darte una oportunidad, no que me iba a meter en tu cama inmediatamente.
—Es que no te vas a meter en mi cama, Bella, más bien pretendo meterme yo en la tuya. Por favor —le dije tomándola de la cintura y aprisionándola contra la puerta del coche al cual habíamos llegado— además, si no me dejas demostrarte lo mucho que te quiero, ¿cómo diablos voy a poder aprovechar esa oportunidad?
—Ya sabes que es otra cosa lo que quiero que me demuestres Edward, esto ya lo tengo claro –contestó no muy convencida del todo
—Y eso también te lo demostraré, no te quepa la menor duda Bella, pero por favor, déjame que me instale en tu habitación, por favor— le dije rozándola los labios con los míos. Notaba como su cuerpo y toda ella reaccionaba a mis caricias. Estaba empezando a ceder, lo sabía.
—Edward, será mejor que nos metamos en el coche, James o quien sea que me vigile en nombre de tu esposa, que te recuerdo que tienes, nos verá aquí y nos puede buscar un problemilla—dijo sacándome de la burbuja particular en donde me había sumergido.
— Es verdad –admití separándome de ella—, me había olvidado. Pero esto no va a quedar así —dije abriendo la puerta del coche para que entrara y rodeándolo para llegar a la puerta del copiloto.
—Edward tú estás casado y yo no me acuesto con hombres casados –contestó insistente y he de reconocer que eso me dolió un poco.
—Bella que sepas que para mí, mi autentica esposa eres tú, la otra es sólo una que lleva mi apellido porque así lo dice un contrato –le contesté francamente molesto por el comentario. Cada vez que decía algo así algo así, una sensación rara se apoderaba de mí era como si…
—Perdona Edward –dijo Bella arrepentida—, todavía estoy enfadada contigo y no puedo evitar que se me escapen este tipo de comentarios.
—Pues si quieres que te perdone, ya sabes lo que tienes que hacer –dije atacando de nuevo. No pensaba ceder, la necesitaba, simplemente la necesitaba.
— Edward… —dijo y por su forma de mirarme adiviné que ya casi la tenía en el bote.
—Bueno, si no me colocas en tu habitación directamente, espero que tengas pestillo porque pienso colarme en ella por la noche —informé como quien no quiere la cosa—, y si echas el pestillo entraré por la ventana. Y si no hay ventana, me pondré a dar gritos por toda la casa como Pedro llamando a Vilma. Así que tú verás —la amenacé metiéndome con ella. Siempre hacía eso cuando quería conseguir algo y esas artimañas solían darme resultado. He de reconocer que tenía un cierto sentimiento de nostalgia, al darme cuenta de cuánto había echado de menos estos momentos.
—¿Sabes que eres un manipulador nato y que tu hija ha heredado eso de ti?—gruñó mirándome directamente y puede ver en su cara que estaba sintiendo lo mismo que yo.
—Sí a lo primero, no a lo segundo, pero me agrada enterarme—contesté siguiendo con el juego.
—Claro cuando seas tú el objeto de sus manipulaciones veremos si te hace tanta gracia –agregó divertida.
—Vamos Bella, no se puede manipular a un manipulador –dije riéndome a carcajada limpia. Me lo estaba pasando en grande.
—Edward Masen, Gaby, ya te ha manipulado esta mañana haciendo que la lleves a las clases en vez de quedarte a dormir —me informó muy complacida. ¡Cómo si no me hubiera dado cuenta!
—Bella no he podido decirle que no, son cinco años. Me he dado cuenta desde el principio pero es que en este caso quería ser manipulado –le dije sinceramente—, además estoy seguro que esta noche voy a dormir muy bien…abrazado a mí esposa –y de nuevo ese sentimiento extraño rondándome la cabeza…
Al mirar de nuevo por el retrovisor, vi como un coche negro giraba hacia la izquierda como nosotros, ya no había duda, nos estaba siguiendo. Llevaba observándole desde hacía rato, pero no quería alarmar a Bella hasta no estar seguro
—Edward, ¿qué pasa? –preguntó notando como me tensaba. Tenía que decírselo, le había hecho una promesa y no pensaba defraudarla otra vez.
—Bella, llevo desde hace un rato notando como un coche nos sigue –le informé con cuidado de no asustarla.
—Posiblemente sean los agentes que están protegiéndome. Espera –dijo Bella conectando el manos libres de forma que yo pudiera escuchar la conversación, y marcando un número—, a ver si así te quedas tranquilo. ¿Cómo es el coche?
—Bueno es un… —empecé a decir. Pero no veía bien la marca solo el color y el tamaño.
—Es un coche pequeño y negro, parece un Citroën AX, pero no estoy seguro – le dije.
— ¿Diga?— contestó una voz.
—Hola Jacob —dijo Bella—, nada sólo decirte que he visto un coche pequeñito y negro que me chifla para Vanessa, creo que era un Citroën AX. Si quieres podemos comer juntos y luego te lo enseño.
—Si a ti te gusta, ya es mío Bella. A la hora de comer nos vemos –contestó el perrito ese que tenía por amigo
—¿Qué ha significado todo ese galimatías? –pregunté reconociendo esa manera de hablar, solo que en Bella me extrañaba. Esta mujer era toda una caja de sorpresas.
—Edward ya te dije que Jacob no es un simple agente de policía, que él y Sam son agentes especiales del FBI puestos por Marco para mi protección. ¿Te acuerdas que te dije que le conocí en una situación complicada?
—¿Me dirás que te pasó? –pregunté seguro de que no iba a querer oírlo.
— Edward, alguien manipuló los frenos del coche y Gaby, Jasper y yo casi nos estrellamos. Ese día Jasper y yo teníamos libre y llevábamos a Gaby al acuario que hay cerca de aquí... Jasper conducía. En las autopistas hay unas zonas habilitadas especialmente para estas situaciones. Jasper supo controlar el coche hasta que vimos una de esas zonas, se metió por allí y lo frenó. Al principio pensamos que había sido accidental, pero Marco al enterarse ordenó una investigación y envió a Jacob y a Sam. Así los conocí. Se descubrió que el coche había sido manipulado. Hubo otras dos intentonas de acabar con mi vida, un intento de atropello del que me salvé porque literalmente Quil, otro de los agentes, lo vio venir y se lanzó contra mí. Aunque eso no evitó que al caer al suelo me hiciera daño en una muñeca—dijo resignada.
—Días después, alguien intentó secuestrarme en el parking del hospital por la noche cuando salía de mi turno. Sam y Jacob vinieron en mi ayuda y evitaron el secuestro, redujeron al secuestrador y lo detuvieron. Cuando le interrogaron confesó abiertamente que alguien le había mandado ir a por mí pero no supo decir su nombre ni dar una descripción porque el individuo llevaba una especie de careta. Solo supo decir que le dio parte del dinero en mano y le prometió otro tanto cuando me llevara a un lugar que habían acordado. Lógicamente cuando llegaron a ese lugar no había nadie. Todo esto sucedió tras proponerme el traslado a Forks. A partir de ahí, Marco dejó en la oficina que el FBI tiene aquí a Jacob y Sam de forma permanente y estos a su vez tienen un equipo para hacer este trabajo. En el coche que nos sigue seguramente van dos personas de ese equipo a juzgar por la reacción de Jacob. Posiblemente sean Jared y Paul.
—Lo sabía, sabía que algo malo podía pasaros –dije histérico pasándome distraídamente la mano por el pelo.
—Tranquilo Edward, no te pongas nervioso—me pidió intentando tranquilizarme—, recuerda que me hiciste la promesa. Tengo vigilancia las 24 horas del día, cuando no son Jared y Paul, son Quil y Embry, pero siempre hay alguien. Y Emily no es una niñera normal y corriente. Es otra agente del FBI especializada en niños y tiene de apoyo a Leah que siempre las sigue a una distancia prudencial. Además, esto te demuestra una cosa. Mi vida estará en peligro le sigas el juego o no a Tanya ¿no lo ves? En cuanto vio que no podía evitar que volviera por las “buenas”, lo ha intentado por las malas. Así que en vez de ponerte nervioso espero que esto te sirva para demostrarte que puedo con ello y que no debes preocuparte.
—Es muy fácil que me digas eso Bella, pero no sé si podre hacerlo de verdad —estaba aterrorizado por lo que acababa de contarme pero reconociendo que tenía razón en lo que decía. Le había estado siguiendo el juego a esa zorra para nada. Eso se había terminado cuando volviera a Forks esa mujer se iba a enterar.
—Espero que la conversación con Jacob te sirva de algo hoy—a ver si te tranquilizas.
—Y ese galimatías con el que hablabais—pregunté por distraerme un poco pues sabía la respuesta.
—¿Y un policía me pregunta eso?—dijo Bella volviendo al tono de broma anterior.
—Pues precisamente por eso, porque tú no eres policía mi amor—contesté siguiendo la broma.
—Jacob me ha dado algunas clases sobre cómo hablar por teléfono de ciertas cosas o en público. Dice que no nos podemos fiar cuando se habla por teléfono aunque sea el del coche o el de casa. En casa tengo una línea segura que han hecho para mí, pero fuera hay que tener precaución. También tengo una cuenta de correo electrónico segura. Edward… hay otra cosa —dijo mirándome dubitativa –Jacob me está enseñando algo más.
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No pensais que estos chicos han sido un pelín descuidados.
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