RECUPERANDO TU AMOR (+18)SUMMARY:

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/07/2011
Fecha Actualización: 25/05/2012
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 103
Visitas: 100801
Capítulos: 40

 Disclaimer: Los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen, pertenecen a la amravillosa SM, yo solo juego con ellos.


SUMMARY:

Edward Cullen no tuvo mas remedio que separarse de su esposa Isabella Swan, obligado por las circunstancias. Cinco años después un acciente fortuito hace que se reencuentren. Edward se enteta de que Bella vuelve al pueblo y ésperando verse pronto libre de esas circunstancias y de momento enfrentándose a ellas, decide hacer lo que debería haber hecho hace tiempo:luchar por ella y recuperar su amor.

 

 

 

 

PROLOGO

No sabía en qué momento exacto me había enamorado de Bella Swan. Solo sabía que la había amado toda mi vida. Yo creo que ya estaba enamorado de ella cuando a la edad de diez años mis padres, Edward y Elizabeth junto con los de Rose, William y Rosalie,  morían en aquel horrible accidente de tráfico,  y los Swan me acogieron en su casa como a un hijo mas.

Pero  los celos enfermizos de una persona sin escrúpulos, mala y despiadada y el ansia de venganza de otra no menos despiadada, nos habían separado de la manera más cruel.

Emmet, se había quedado dormido a mi lado. Eche hacia atrás el respaldo del asiento del avión que me llevaba cada vez más cerca de ella, en un intento por dormirme. En cuanto cerré los ojos mi mente evoco cada uno de los momentos vividos a su lado. Me abstraje del tal manera, que casi podía sentir sus manos acariciándome, sus labios besándome, su olor… hasta que la voz de la azafata anunciando la llegada del vuelo me saco de mi sueño.

Mientras caminaba por el largo pasillo, mi corazón latía furiosamente, los nervios se me  habían acumulado en el estomago nada más cruzar la puerta del hospital. Hoy la vería después de cinco interminables años, en los que no he dejado de adorarla, amarla y recordarla ni un solo instante. Cinco largos años en los que no he dejado de odiarme a mí mismo por lo que la hice. ¿Cómo pude ser capaz? ¡Dios, me siento tan miserable! ¿Cómo va poder ella perdonarme algún día si yo mismo no puedo?

Mi madre adoptiva, René Swan, aun  estaba en la UCI y allí solo podía estar una persona. Rose dijo que se quedaba con ella mientras Emmet y yo nos fuimos a buscar a Bella. Cuando mi hermano y yo llegamos al mostrador, Emmet se dirigió a la enfermera para preguntar por mi amor.

__ Hola buenos días ¿La Doctora Swan, por favor?

__ Estoy aquí hermano, __  dijo una hermosa voz detrás de mí y al instante todos mis sentidos se pusieron en alerta. Me volví como en cámara lenta y allí estaba ella, tan preciosa,  tan dulce, tan real después de años de recordarla. Recuerdos, que no la habían hecho ninguna justicia. Estaba mucho más guapa que en mis sueños, mas mujer,  el embarazo y el haber tenido una hija le habían sentado genial. La ropa que traía puesta, el típico pijama y bata verde con el que solía vestirse un médico,  me intimidaba, nunca la había visto vestida así. Nos quedamos mirando durante un largo rato, cada uno sumergido en la mirada del otro, como antes, como siempre hacíamos, de repente todo el dolor y el sufrimiento parecían haberse borrado, solo estábamos ella y yo. No había nadie más. Mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho,  mi piel estaba erizada y mi cuerpo, bueno mi cuerpo era un caso aparte

__ ¿no me vas a saludar? , __ dije adelantándome hacia ella con intención de darle un beso en la mejilla

__ Hola Edward, __  dijo echándose para atrás totalmente impactada de verme ahí, estaba claro que no me esperaba. __ ¿Qué tal?

__  Bien, __   Conteste  con el corazón encogido por el dolor del rechazo, __ tú estás muy guapa. _  Dije mirándola con amor, con ese amor que sentía por ella, con adoración con ternura.

__  Gracias, __  dijo sonrojándose y devolviéndome la mirada con esa expresión que ponía siempre que estaba preguntándose algo

__ ¿De verdad está todo bien? , __   la volví a preguntar

__  Bueno ahora mejor, ya paso el susto. __  Y volvimos a perdernos el uno en la mirada del otro. ¡Dios, Como amaba a esa mujer! Que ganas de estrecharla en mis brazos y besarla hasta dejarla sin aliento. Y como si mi cuerpo obedeciera una orden de mi subconsciente, me acerque a ella y la abrace.  Que maravilloso era volver a sentir en mis brazos ese delicado cuerpo que tan bien encajaba en el mío, volver a disfrutar de ese olor que no había cambiado con el tiempo, volver  a rozar su piel. Pero ella después de devolverme el gesto durante un maravilloso momento,  rompió el abrazo.

__  ¿Dónde está Tanya?,-__ dijo preguntándome por la mujer que yo más odiaba en este mundo y rompiendo la magia del  encuentro.

__ Ella no ha venido Bella, hemos venido solos Emmet y yo

__ Bella ¿Cómo estás?, __ dijo Emmet rompiendo la tensión.

___Bien, bastante bien… dentro de lo que cabe, __  contesto ella. Yo era incapaz de apartar la mirada de su rostro, era tan hermosa  __ ¿Habéis visto ya a mama?__  Pregunto.

__ Si Rose nos fue a recoger al aeropuerto. Vinimos directamente para acá. No hemos podido hablar mucho con ella, ya sabes que en la UCI no puede estar más de una persona, así que hemos tenido que entrar de uno en uno. Rose se ha quedado con ella y nosotros hemos venido a buscarte, queríamos verte.

__ ¡Mama, mama! , __  dijo de repente una voz detrás de nosotros__, ¡Tía! dijeron otras dos. _  Bella se volvió en el acto y los miro a los tres críos con una cara de muy pocos amigos y ellos captaron el mensaje.

__  Vale, vale, ya lo pillamos, en un hospital no se chilla, dijo Gabriela. Al tiempo que el móvil de Bella vibraba en su bolsillo.

__ ¿Sí? _  contesto ella a la vez que mis sobrinos se tiraban encima mío y de mi hermano para saludarnos. Note como Gabriela se quedaba atrás retraída, yo quería acercarme, tomarla en mis brazos y darla un beso pero…no sabía si era prudente. La niña me miraba  fijamente y de repente una sonrisa ilumino su cara.

_ En un hospital no se chilla  _  dijo Bella encarando a las tres figuras que ahora la miraban un poco temerosos _  y tampoco se deja por ahí abandonadas a las niñeras. No veo a Emily por ningún sitio ¿Sabéis donde está?

_  Yo creía que venía detrás de nosotros _  dijo mi sobrino Peter con cara de inocencia.

_  ¿Eso creíais? Pues mira que acaba de llamarme por teléfono para preguntarme si estáis conmigo, porque se ha parado a hablar con  una amiga y de repente habéis desaparecido de su vista.

__  Pues eso __  dijo Gabriela que seguía mirándome de reojo – se ha parado a hablar con Charlotte y nosotros teníamos prisa por saber cómo estaba abu René.

__ A abu René todavía no la han puesto en una habitación con una camita y donde está los niños no pueden pasar. Así que ahora nos vamos a ir a la cafetería a tomar algo mientras esperamos que la trasladen y luego os vais a ir a la guardería del centro porque Emily se ha tenido que marchar  ¿Ok?

Bella en ese momento se dio cuenta que mi hija no hacía más que mirarnos, sobre todo a mí que me estaba poniendo más nervioso aun de lo que estaba. Aunque tengo que reconocer que estaba disfrutando viéndola ejercer su papel de madre ¡Se le daba tan bien! Parecía que hasta incluso los dos diablos que tengo por sobrinos la tenían un respeto.

__ Gaby hija, mira, estos son tu tío Emmet, el padre de Tony y Peter

__ Hola tío Emmet. __ dijo Gabriela dándole un beso y un abrazo.

__ Y este es __ continúo  Bella y yo me prepare para recibir una bofetada emocional, pues sabía que me iba a presentar como su tío. ¡Dios bendito! Hasta eso me había negado esa zorra que tenia por esposa. Pero no estaba preparado para esto, juro, que no lo estaba.

__ ¡Papa!__ dijo Gabriela, tirándose a mis brazos.__ Tú eres mi papa ¿Verdad? Si, si lo eres,  eres igualito a la foto que mi mama me dio.

__No podía dar crédito a mis oídos. No puedo describir la emoción y la alegría que me embargo en ese momento. MI niña sabía quien era yo. Bella la había hablado de mí.

 Me quede mirando incrédulo a mi hermosa Bella, a mi niña, a la que consideraba mi mujer,  mi verdadera  esposa, aunque un montón de papeles sin sentido dijeran otra cosa. Ella me sostuvo la mirada, esa mirada de ojos chocolate en la que solía perderme.

__ Tú, ¿La has hablado de mí?

__Tenía derecho a saber

 

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Capítulo 35: Sí quiero, otra vez

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propìedad exlcusiva de S. Meyer.

Este fic "Recuperando tu amor" ha ganado el primer premio al mejor fic de drama en los FFTH Awards

 

Capitulo 35: Si quiero, otra vez.


Pov Edward


No llevaba ni veinticuatro horas separado de ellas y ya las echaba muchísimo de menos, a las dos. La casa estaba triste, silenciosa, sombría... De pronto una ola de pánico me invadió,  ¿no serian los acontecimientos de los últimos meses solo un sueño y yo seguiría encarcelado en mi matrimonio con Tanya?,  ¿no sería uno de esos días interminables de nostalgia en los que acababa refugiado en mi casa?, pero no, todo era real. Puede que la casa estuviera silenciosa y triste, pero no se notaba vacía…como antes. La huella de que en ella vivíamos tres personas estaba por todos los sitios.
Alice había venido en su forma de tormenta huracanada la noche anterior a robar a  Bella de mi lado, argumentando que la noche antes de la boda la novia no podía ver al novio. ¡Pero  yo ya estaba casado con ella, solo íbamos a renovar los votos! ¿Qué parte no había entendido Alice?   Rose, Nessie, Ángela y hasta la propia  Kate que había venido de Washington con su marido y sus padres a la boda y a la supuesta despedida de solteros, se habían sumado al club. Y no contentas con eso Esme, Dydime y Renée, me habían robado a mi niña a primeras horas de la mañana diciéndome que la tenían que vestir pues la niña que llevaba los anillos tenía que ir perfecta,  y ordenándome  de paso que me fuera vistiendo yo. El sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos.
—Hola hermano –saludó Emmett, el padrino viene a ver si el novio ya está listo y menos mal que he venido, ¿qué haces todavía así?
—Así ¿cómo?
—Con una toalla anudada a la cintura y chorreando agua por todos lados. Vamos que si en vez de ser yo fuera Bella hoy no llegabais a la boda.
—Créeme que hubiéramos llegado –le contesté riéndome –tengo muchas ganas de hacer esto Emmett.
—Pues venga no hagas esperar a la novia.
Rápidamente me sequé el resto del cuerpo y me vestí. Bella que, según mi modo de ver,  tenía una especie de fantasía  sexual con mi uniforme de gala y mi condecoración, me había pedido que lo llevara puesto ese día en lugar de smoking o frac. Yo, por supuesto, acepté encantado. Intenté sin existo domar mi pelo, pero al ver que era misión imposible lo dejé como estaba. Una vez que estuve listo bajé al salón para encontrarme con mi hermano.
—No sé que le ven nuestras mujeres a ese uniforme –dijo Emmett–, yo lo odio. Pero Rose en cuanto me ve con él….
—Lo mismo le pasa a Bella –le contesté divertido.
Salimos al garaje a por el Aston Martín, mi pequeño capricho en este día. Cada vez me gustaba más este coche y, tanto es así que Bella lo había puesto a mi nombre.
—Mucho cuidado –le dije a Emmett tirándole las llaves –después de mis tres niñas este es mi otro tesoro.
—Que poca confianza tienes en mí hermanito—contestó Emmett dolido –y que seguro estás de que va a ser una niña.
Pasamos  a recoger a Rose puesto que era mi madrina, al igual que Emmett entregaría a Bella en lugar de mi padre. Era nuestro especial tributo a su entrega y valentía todos estos años. Tengo que reconocer que tenía la esperanza de ver a mi niña o escuchar a Bella, pero no estaba, solo estaba Rose.  Llegamos a la iglesia donde ya todo el  mundo nos estaba esperando. Habíamos invitado a todo el pueblo, incluidas Jessica, Lauren y sus respectivos maridos. Rose  me dio su brazo y los dos juntos entramos al recinto sonriendo encantados, mientras Emmett se quedaba a esperar a Bella.  Yo estaba ansioso, mucho más que la primera vez, o eso me parecía. De repente el Ave María empezó a sonar y yo me coloqué en mi sitio, dispuesto a recibir a mi amor.
La primera en entrar fue mi niña. Estaba sencillamente preciosa con un vestidito azul pálido muy bonito. En su mano llevaba una bandejita con los anillos. Detrás de ella iba Maggie que iba tirando flores por el sitio en el que esperaba que pronto apareciera mi Bella. Después, fue el turno de las damas de honor. Mi madre encabezaba la procesión, seguida de Esme, Dydime,  Alice,   Ángela, Kate y Nessie todas del brazo de sus respectivos maridos. Y por fin, apareció… iba preciosa con ese vestido palabra de honor que se entallaba a  su cuerpo destacando sus bonitos pechos, aquellos que me volvían loco. El vestido dejaba de ser entallado justo a la altura donde debería estar su cintura que poco a poco iba desapareciendo.  Cuando nuestros ojos se cruzaron la conexión se hizo entre  nosotros y todo lo que había alrededor desapareció. No me di cuenta que había alcanzado mi altura hasta que Emmet puso su mano sobre  la mía y juntos nos dimos la vuelta para escuchar las palabras del sacerdote. Cuando éste preguntó si acudíamos libre y voluntariamente yo le contesté con el sí, mas alto y rotundo que jamás pude haber dado. El sacerdote sonrió para sus adentros y continuó con la ceremonia.
—Isabella Marie Masen Swan ¿aceptas a Edward Anthony  Masen como tú legitimo esposo para amarlo, cuidarlo y respetarlo hasta que la muerte os separe?
—Sí, acepto.
—Edward Anthony Masen  ¿aceptas a Isabella Marie Masen Swan como tu legítima esposa para amarla cuidarla y respetarla hasta que la muerte os separe?
—Sí,  por supuesto que sí.
—Los anillos por favor –dijo el cura mirando a mi hija que observaba embelesada toda la escena. Gaby se acercó con cuidadito de no resbalar y me tendió la bandeja para que yo cogiera el anillo que Bella se había quitado de nuevo la noche anterior y  que nunca debió de salir de su dedo.
—Isabella Marie Masen Swan —dije arrodillándome delante de ella levantando murmullos de admiración  entre los invitados —, me has devuelto la vida, no se me ocurre que más decirte. Solo que estaba sumido en un pozo negro del que no veía momento de salir y llegasteis Gaby y tú con vuestra  luz y lo iluminasteis  todo. Cuando yo esperaba por tu parte solo rechazo y con razón, solo fui encontrando amor, un amor que calentó de nuevo mi corazón, que me hizo darme cuenta de lo iluso y cobarde que había sido, que me incitó a luchar para recuperar aquello que había perdido. Veros de nuevo a mi hija y a ti fue como un detonante, algo que me incitó a luchar por vosotras. Hemos pasado momentos malos mi amor, pero los hemos enfrentado juntos como deberíamos haberlo hecho desde el principio si hubiera escuchado a los demás, pero por fin hemos llegado hasta aquí. Quiero renovar mi amor por ti delante de todo el pueblo, que todo el  mundo sepa que tú eres la mujer a la que siempre he querido, quiero y querré. Así que te entrego de nuevo este anillo en señal de mi amor por ti, para que no tengas que quitártelo nunca, nunca más mi amor.
—Edward Anthony Masen –empezó mi Bella una vez que yo me puse de pie — nunca deje de amarte, aún en mis noches más oscuras, incluso cuando no quería escuchar lo que me decían los demás. Muy en el fondo de mi alma sabía que tú me querías tanto como yo a ti y eso me ayudo a seguir. Decidí darte una nueva oportunidad porque era eso lo que me pedía mi corazón y supiste aprovecharla.  Me demostraste minuto a minuto cuanto me querías. Te perdoné porque desde siempre merecías mi perdón. Tú llevaste la peor parte en toda esta historia.  Acepto de nuevo unirme a ti para el resto de nuestras vidas –me dijo deslizando el anillo en mi mano con los ojos llenos de lágrimas, claro que los míos no estaban mejor.
 Miré de soslayo a mi niña y vi que ella también lloraba al igual que nuestra familia y amigos. Aquellos que estuvieron al lado de mi Bella y del mío propio en los momentos más difíciles,  algo que nunca dejaré de agradecerles.
Después de decir nuestros votos el juez nos declaró de nuevo marido y mujer y cuando me dio el permiso para besar a mi preciosa y embarazada esposa la cogí entre mis brazos en un beso que fue demasiado corto para mi gusto y creo que para el de ella también. Cuando nos separamos y el cura dio por finalizada la ceremonia todo el  mundo se lanzó a felicitarnos,  tanto es así que hubo un momento en el que perdí la ubicación de mi esposa. Cuando por fin logré encontrarla fui hacia ella para hacernos las fotos de rigor y salir de la iglesia para encaminarnos a la mansión de Carlisle y Esme, donde celebraríamos la recepción. El matrimonio nos había cedido amablemente su casa y nosotros lo aceptamos gustosos.
—¿Así que os vais a pasar una semanita  por ahí  en un viaje de amor los dos solitos?  –preguntó Jasper en tono socarrón mientras estábamos sentados hablando  con él. Hacía como cosa de cinco minutos que había conseguido  por fin sentarse en paz, ya que su hiperactiva esposa había convencido a Marco de bailar con ella.
—Sí –contestó mi Bella–, me cuesta dejar a la niña pero me apetece mucho tener estos días  a solas con Edward.
—No te preocupes. Ya todo pasó, ya no tienes que preocuparte de nada. Además creo que está muy ilusionada con eso de quedarse con sus primos en nuestra casa con mi madrina y con Kate.
—Sí, además Dydime y Kate, antes de volver de nuevo a Washington,  les han prometido llevarles al  teatro a ver una obra que echan para niños y está entusiasmada.
—No sabes cuánto me alegro de verte así Bella. ¿Quién te hubiera dicho cuando te conocí  que tiempo después  íbamos a estar en Forks asistiendo a tu segunda boda con Edward?
—Lo que he dicho en mis votos es verdad ¿sabes?, en el fondo siempre supe que él me quería, que había un motivo por el cual me dejó,  pero también fui una cobarde. Sí lo fui, por hundirme en mi depresión y no escuchar lo que me decíais e investigar el asunto. No hubiéramos podido hacer mucho más de lo que ya se estaba haciendo, pero nos habríamos evitado años de dolor. Aunque…por otro lado pienso que me enteré en el momento adecuado…si lo hubiera hecho antes no hubiera soportado pensar que estaba con esa mujer por obligación, hubiera sido demasiado. En mi ignorancia me consolaba pensando que él era feliz, aunque me llevaba los mil demonios y me dolía pensar que estaba con otra. No te puedes imaginar la rabia y el dolor que sentí cuando me enteré de la verdad y a estas alturas de la historia no sé qué es lo que más me dolía, si el hecho de que me hubiera ocultado la verdad, que no hubiera contado conmigo o que estuviera acostándose con esa zorra.
Yo no podía creer lo que oía y como pude tener tanta suerte de encontrar a esta mujer, ella se conformaba pensando que yo era feliz, lo dicho cuando pensaba que no podía amarla más siempre hacia o decía algo que confirmaba lo contrario.
—Bueno tranquila, ya todo pasó –le contesté besándola en los labios— ahora solo tienes que disfrutar de la vida, te lo mereces, los dos lo merecemos.
Nos quedamos mirando unos instantes pero no mucho porque el duende hiperactivo vino a reclamarme porque era el único hombre de Forks con el que todavía no había bailado. Jasper por su parte sacó a bailar a Bella.
Por el rabillo de ojo veía a Jacob divertirse como un loco junto a Emmett, menuda pareja formaban. Mis padres, Marco, Dydime,  Carlisle y Esme miraban divertidos como bailábamos y sonreíamos.  Los niños estaban todos juntos bailando en un complicadísimo circulo que solo ellos eran capaces de crear. Todo era armonía, felicidad, yo me sentía completo, dichoso, feliz. Mi familia era feliz y yo también lo era.
El momento de irnos había llegado. A primeras horas de la mañana tendríamos que salir hacia Seattle para coger un avión que nos llevaría a pasar una semana maravillosa en las islas Seychelles. Siempre quise viajar allí y ahora, gracias al dinero de Bella, que había pasado por voluntad suya a ser de los dos, podíamos permitírnoslo.  El viaje lo había organizado ella como regalo de cumpleaños para mí y no me había enterado de nuestro destino hasta hacia escasos segundos.
 Nos despedimos de todos y nos encaminamos a casa a dejar mi preciada posesión, más preciada aún porque era un regalo de mi amor, y pasar la noche de bodas en casa.  Emmett vendría por la mañana   para llevarnos al aeropuerto.
—Bella,  ¿eres feliz? –le pregunté depositando un beso en sus labios mientras ella me desabrochaba uno a uno los botones de mi chaqueta al tiempo que me daba besos en el pecho  por encima de la camisa.
—Más que nunca —me respondió entre beso y beso. Llevé mis manos a su espalda y bajé muy lentamente la cremallera de su vestido dejándome ver lo que llevaba debajo y lo que llevaba me dejó sin habla.
—Cariño, me vas a matar.
—Pues espérate a ver lo que tengo preparado para la primera noche en las islas.
Y no tuvo que decirme nada más, pues mi entrepierna respondió por mí. Ella ya me había quitado, con bastante prisa todo hay que decirlo, la chaqueta y la camisa y me daba besos en el pecho mientras  desabrochaba mi pantalón e introducía sus manos debajo de mi bóxer, acariciando  mi miembro como solo ella sabía hacerlo al tiempo que  nuestros labios se juntaban en un beso  apasionado, voraz, lujurioso.  Mientras ella seguía tocando mi muy necesitada y abultada erección yo le  desabroché el sujetador tirándolo a un lugar inespecífico del suelo, acariciando con delicadeza sus pezones que debido a su embarazo estaban más sensibles a mis caricias. Rompimos el beso porque nos faltaba el aire y yo aproveché para lamer, mordisquear  y succionar uno de ellos mientras seguía masajeando el otro. Los gemidos y gritos de Bella se oían por toda la habitación. Nuestra niña se había quedado con Dydime y Kate en casa de Alice, así que no teníamos que cortarnos ni un poquito. Dejé su pezón que ya estaba demasiado duro y firme y me puse a trabajar con el otro mientras que empecé a empujarla hacia la cama. Cuando logré mi objetivo la tumbé en ella y me senté en sus piernas, llevando mi boca hacia las braguitas y lamiendo su sexo por encima de ellas.
—Edward…por Dios…, no pares por favor.
—Tus deseos son ordenes  —cogí la cinturilla de sus braguitas con mis dientes y de un tirón se las arranqué. Con mi lengua empecé a lamerla de abajo arriba hasta llegar a sus labios, los cuales besé con pasión. Bajé de nuevo lamiendo con mi lengua todo lo que encontraba a mi paso, saboreándola, degustándola, mientras ella gemía y gritaba de placer, algo que me excitaba todavía más. Cuando llegué a su centro se lo lamí  como si fuera el más exquisito manjar que hubiera probado nunca y cuando noté que su orgasmo estaba próximo, me aparté no sin ganarme un gruñido y la puse de lado mientras yo me posicionaba a su espalda y entonces la penetré,  lenta y cuidadosamente, cuando me sentí lleno de ella espere un poco y empecé a moverme, lenta, lentamente, sabía que era una tortura para ella que lo hiciera tan despacio pero me excitaba mucho oír cómo me suplicaba. Ella se  movía a mi lado incitándome a ir más deprisa y al final no puede resistirlo, la puse encima de mí y la embestí más rápido, pero con cuidado, no en vano llevaba a nuestro hijo en su vientre.
—Ya no puedo resistirlo más, Edward.
—Pues córrete mi amor –le contesté al tiempo que yo también me vaciaba dentro de ella.
—¿Vamos al Jacuzzi? –me preguntó una vez que nos hubimos recuperado. Me la quedé mirando con pasión.
—Tus hormonas de embarazada son maravillosas –le dije mientras me levantaba con prisas hacia el cuarto de baño. Preparé el Jacuzzi y cuando estuvo todo listo fui a por Bella. La cogí entre mis brazos y la llevé al estilo novia hasta el cuarto de baño, la deposité suavemente dentro de la bañera y me metí detrás de ella. Comencé un camino de besos por su cuello hasta su mandíbula volviendo de nuevo al cuello, seguí por el omóplato, mientras mis manos se iban automáticamente a sus pechos. Bella abrió un poco sus piernas y tomó mi miembro ente sus manos masajeándolo suavemente. De repente se volvió y se sentó encima de él, frotándose sensualmente contra él, haciendo que todo mi cuerpo,  desde la uñas de los pies hasta el último pelo de la cabeza, entrara en ebullición. La besé con fiereza, reclamándola como mía, porque eso es lo que era, mía en todos los sentidos de la palabra. Se levantó  de mí y se sentó a horcajadas,  tomó mi miembro entre sus manos y se fue sentando sobre él de forma muy lenta, tortuosa.
—¿Es esa tu pequeña venganza, mi amor?
—Sí –me contestó mientras terminaba de introducirme dentro de ella y comenzaba a moverse de una manera que me estaba volviendo loco. Ella levantaba un poco su cuerpo y se salía de mí al tiempo que yo la embestía para volver a entrar dentro de ella. Solo se oían nuestros gemidos cada vez más altos y desacompasados. Bella echó su cuerpo hacia atrás para obtener un ángulo más placentero para los dos y lo consiguió, doy fe que lo consiguió. Nuestros cuerpos empezaron  a convulsionar mientras sentía mi miembro totalmente apretado y aprisionado dentro de ella y cuando noté  que ella llegaba al orgasmo la acompañé derramándome totalmente dentro de ella. La cogí entre mis brazos y le di la vuelta de forma que la senté en mi regazo y estuvimos así mucho rato hasta que conseguimos calmar nuestros agitados cuerpos y respiraciones.
Y así pasamos la noche, amándonos. Las primeras luces de la mañana nos sorprendieron sin haber pegado ojo más que un poco entre encuentro y encuentro. Nos levantamos rápidamente, nos duchamos, desayunamos junto a un Emmett soñoliento. Por lo visto, aprovechando que sus hijos también estaban en casa de Alice, Rose y él también habían tenido una noche movidita. Fuimos  a despedirnos de nuestra hija y salimos hacia el aeropuerto. Llegamos con tiempo de sobra para abordar el avión. No sé cuantas horas duró el viaje pues en cuanto nos dejaron desabrocharnos los cinturones y nos acomodamos, caímos dormidos uno en brazos del otro. Nos despertamos cuando la azafata avisaba de que  habíamos llegado.
Tomamos un taxi para llegar hasta el hotel que como todo en esas islas era sencillamente espectacular. Nos registramos y subimos a nuestra habitación. La habitación o Suite Nupcial era sencillamente espectacular. Nada más entrar lo primero que se apreciaba era un inmenso salón con dos cómodos sillones que estaban dispuestos alrededor de una pantalla de plasma. Y en el centro una gran mesa con un bonito ramo de flores y un enorme cesto de frutas nos daban la bienvenida. Un original mueble con bar incluido cubría por entero una de las paredes mientras que la otra estaba adornada con diversas pinturas de varias zonas de las Islas. Una gran chimenea decorativa, hecha con conchas  de mar, destacaba en toda la estancia. Y todo ello iluminado por una enorme ventana con unas vistas preciosas de la inmensa playa.  La habitación no se quedaba atrás la  cama matrimonial estaba adornada de pétalos de rosas de todos los colores imaginados. Lo más destacable era otra chimenea decorativa similar, a la del salón solo que  más pequeña, en donde había un montón de velas aromáticas encendidas, dando a la habitación un ambiente muy romántico.  Una enorme terraza,  nos dejaba apreciar las vistas de la otra parte de la Isla, así como la inmensa piscina que tenía el hotel. A cada lado de la cama había unas bonitas mesillas sobre las que había unas lamparitas muy curiosas hechas con  conchas de mar haciendo juego con la espectacular lámpara del techo y la cómoda situada a la izquierda. A la derecha  se podían  apreciar unos enormes armarios para colgar la ropa y un vestidor. El cuarto de baño era bastante grande y la decoración de las paredes daba la sensación de estar metido debajo del agua con todas esas conchas incrustadas en ellas. Un enorme Jacuzzi, hecho también de conchas,  presidia la estancia.
 Bella desapareció en el acto en el cuarto de baño, cerrando la puerta tras ella y no dejándome pasar. Aunque era de noche no teníamos nada de sueño, no en vano habíamos pasado todo el viaje hasta aquí durmiendo. Además yo tenía una conversación pendiente con mi Bella y ese conjunto que me había dicho que tenía para nuestra primera noche aquí. Como si me hubiera leído el pensamiento, la puerta se abrió y lo que salió por ella me dejó totalmente sin aliento. Definitivamente esta mujer me iba a matar lenta y tortuosamente pero yo moriría feliz. Lo que llevaba puesto era muy difícil de describir. Una especia de corsé que le llegaba hasta la cintura enmarcaba perfectamente esos deliciosos pechos que eran mi debilidad. Completaba el conjunto unas braguitas, y nunca mejor dicho lo de braguitas y una especie de liguero sujetando unas medias que no podían ser más eróticas y sensuales.  Siempre me había gustado verla de azul, pero he de reconocer que el color rojo sangre la sentaba muy bien.
Me acerqué despacio a ella, como un león apunto de atacar a su presa. La cogí por su cintura, la acerqué  a mi cuerpo y la besé, la besé como nunca la había besado, con una pasión y necesidad desconocidas en mi pero es que ese conjunto unido al hecho de que hacia menos de un día  nos habíamos vuelto a casar,  me habían puesto muy, muy alterado. La cogí en brazos como se coge a una tierna y delicada flor y la llevé  a la enorme cama que decorada con pétalos de rosas, estaba esperando a sus ocupantes. La tumbé y me puse a su lado besándola el cuello, bajando por su pecho, su vientre, sus mulsos, sus piernas hasta llegar a sus pies. Los tomé entre mis manos y besé  uno a uno sus dedos lamiéndolos a la vez. Comencé a subir de nuevo por sus piernas dejando un camino de besos húmedos allá por donde pasaba mientras sus gemidos y los míos se mezclaban llenando la habitación. Cuando llegué al  lugar donde el liguero sujetaba sus medias, abrí uno de los broches con la boca y  fui quitando una de ellas poco a poco, con suavidad, mirándola directamente a los ojos. Ella se mordía el labio y me miraba con necesidad y lujuria. Cuando esa molestosa prenda estuvo fuera me entretuve un buen rato mordiendo y lamiendo sus pies de nuevo, subí para deshacerme de la siguiente media dejando un camino de besos allá por donde pasaba  e hice el mismo ritual para quitársela. Subí de nuevo por todo su cuerpo entreteniéndome esta vez entre  sus muslos los cuales bese con adoración aspirando por encima de las braguitas que aun llevaba puestas, el olor a sexo y a mujer que se desprendía de ella y seguí mi camino por su vientre, pechos,  hasta llegar a su boca de la que me apoderé sin piedad mientras sus gemidos y gritos llenaban todo la habitación haciendo un dúo de amor con los míos. El corsé poco a poco fue dejando libres esos dos pechos que tanto me gustaban los cuales besé, lamí, mordí y degusté como un sediento que acaba de ser rescatado del desierto. Solo quedaban sus braguitas las cuales eran  tan pequeñas que no me costó mucho retirar, ya la tenía, desnuda y expuesta, retorciéndose de placer debajo de mi cuerpo y yo muriendo de lo mismo entre sus brazos. Ella por supuesto no se había quedado quieta ya que mientras tanto se las había arreglado para quitarme mi camisa y desabrocharme el pantalón, dejando libre una erección que no dejaba de acariciar.
—No sé si pueda aguantar mucho más amor ¿estás preparada? –le dije mientras me terminaba de quitar el pantalón y me quedaba libre y expuesto ante ella.
—Siempre lo estoy para ti.
Y solo con escuchar estas palabras me bastó, de un sola embestida entre en  ella y los dos empezamos a bailar ese baile que tan bien conocíamos, mirándonos a la cara mientras el orgasmo nos invadía a la vez dejándonos totalmente devastados. Pero la noche no había hecho más que empezar y ese fue el primero de muchos ya que ese maravilloso jacuzzi regado también con más pétalos de rosas nos estaba llamando. No sé si consciente o inconscientemente pero al incorporarse un poco,  su mano rozó  mi miembro y no hizo falta más, éste, tan esclavo de su cuerpo como yo de su belleza,  renació cuan ave fénix de sus cenizas. Ella lo notó al instante y se subió a caballo encima de mí restregándose contra él. Empezó a subir y bajar frotándose contra mí con movimientos lentos y tortuosos, se incorporó un poco, dejando al descubierto sus pechos. Bajó su cuerpo de manera que mi boca podía rozarlos, pero no me dejaba besarlos, lamerlos  y mimarlos, cada vez que lo intentaba se echaba para atrás  y su mano me lo impedía, me estaba volviendo loco. Cuando ya no pude más con ese jueguecito,   la giré dejándola boca abajo contra la cama, mientras yo me posicionaba sobre ella como podía debido a su  embarazo,  lamiéndola, chupándola, mi lengua iba dejando un rastro por todo su cuerpo, desde su precioso culo hasta su nunca, ella gemía y jadeaba.
—Hoy no tenemos niña que nos pueda oír…
—Pues grita todo lo que quieras mi amor –le contesté metiendo mis dedos entre sus piernas para alcanzar su clítoris el cual empecé a pellizcar ganándome un movimiento que enardeció del todo mí ya muy dispuesto miembro.  Con una mano busqué su abertura y con la otra cogí mi miembro para introducirme dentro de ella. La giré y la puse  encima de mí   para que no soportara mi peso.  Empezó  a moverse dentro de mí, buscando ese ángulo que a los dos nos volvía a los dos totalmente locos, se movía, salía de mí y volvía a entrar ganándose un gemido que tenía que acallar con su boca, mientras mis manos se habían pegado totalmente a sus pechos.
—Eso es mi amor, córrete conmigo –le dije cuando noté que mi miembro empezaba a ser aprisionado. Y dicho y hecho, ella empezó a descargar sobre mí, provocando que yo me derramara en su interior al mismo tiempo.
—Parece que nunca tengamos bastante –me dijo con una sonrisa una vez que nos hubimos recuperado.
—De ti, nunca mi amor, nunca tendré bastante, me sacias, me vuelves a saciar y enseguida quiero más.
—Espero seguir excitándote así el resto de mi vida
—Será un placer –y de nuevo volvimos a amarnos.
 El amanecer nos sorprendió a los dos abrazados, satisfechos, exhaustos y felices.
Las Islas eran maravillosas. No quedó un solo lugar que no exploráramos, nos apuntamos a todas las excursiones que pudimos,  por las noches hicimos el amor bajo la luz de las estrellas, no descansamos mucho pero ya habría tiempo de hacerlo en Forks. Ahora ese tiempo nos pertenecía y estábamos dispuestos a aprovecharlo lo mejor que sabíamos en un lugar de ensueño. Todo era maravilloso. Yo me sentía inmensamente feliz. Había conseguido recuperar el amor de mi vida, a mi amiga, mi compañera, mi esposa, mi amante, la madre de mis hijos. Aceptaría con gusto todo lo que el futuro me deparase con tal de que no me volviese a separar de ellas y, por supuesto, yo no le pedía más a la vida, me sentía completo y feliz.
La semana pasó rápidamente y antes de que pudiéramos darnos cuenta estábamos de nuevo sentados a bordo del avión que nos llevaría de nuevo a Seattle, con nuestra hija, a nuestra nueva vida a la que pronto se incorporaría un miembro más.
Mirándola dormir se la veía tan bonita que no podía reprimir las ganas de cogerla en mis brazos, encerrarla en el baño y pasar a formar parte del club de las alturas, pero tenía que reprimirme ya que  a pesar de que el ginecólogo no nos había puesto ninguna pega para realizar el viaje pues no tenía ningún tipo de problema, no sabía cuan peligroso podía resultar, pero me juré a mi mismo que algún día…alguno.
Llegamos a Seattle con las primeras luces del alba. Contábamos con que Emmett nos viniera a buscar, pero cuál fue nuestra sorpresa  al encontrarnos  a toda la panda, niños incluidos.
—Mami, papi –gritó mi niña tirándose en nuestros brazos. Bella la cogió y la abrazo fuerte contra su pecho. A pesar de que habían sido unos días maravillosos la habíamos echado mucho de menos. Yo las envolví a las dos con mis brazos y así permanecimos unos segundos en los que me permití disfrutar de la sensación.
—¿Qué tal te lo has pasado? –preguntó Bella.
—Muy bien Dydime y Kate nos llevaron a ver una obra de teatro del Rey León y me gustó mucho mami, muchísimo y luego fuimos a un restaurante italiano y comimos unas pizzas buenísimas y al otro día nos llevaron en su avión a un parque de atracciones muy bonito. 
He de aclarar que toda esta información no solo nos la daba mi hija sino que había entrado de nuevo en acción el terceto. Al principio mi trabajo me costaba seguirle, pero poco a poco fui adquiriendo práctica. Los tres estaban cada vez mejor, ya dormían todas las noches de un tirón sin tener pesadillas como unos niños normales. Ángela nos dijo que les iba a ir quitando poco a poco de la terapia a ver como respondían y lo estaban haciendo muy bien, parecía que esa etapa de nuestras vidas, estaba quedando también atrás.
Habíamos pasado un verano tranquilo y feliz. Llevamos a Gaby a que conociera nuestro prado, aquel que un día Bella y yo en una de nuestras excursiones habíamos descubierto en lo alto del todo de la montaña. Gaby se quedó maravillada al verlo, tan bonito, tan soleado. Al estar tan alto le daba totalmente el sol y era delicioso tumbarse entre las flores y disfrutar del ambiente. Habíamos llevado una cesta con comida para pasar allí el día los tres en familia. Hacíamos, a instancias mías,  muchas excursiones de estas pues yo sentía la necesidad de hacerlo, era como si con ello recuperara esa parte de la convivencia familiar que me habían quitado.
Agosto pasó y llegó septiembre y el principio de las clases, cosa que no gustó a unos muy enfurruñados niños que preguntaban porque tenían que volver tan pronto ¿tan pronto?,  madre mía, ojala tuviera yo vacaciones tan largas.
Septiembre pasó y por fin llegó octubre, que dio paso a noviembre. En una nueva ecografía por fin pudimos saber el sexo de nuestro bebé. Mi esposa llevaba dentro de ella a otra niña. Yo no podía estar más feliz por ello, al igual que Bella que así cumpliría su propósito, pero la más feliz de todos paradójicamente parecía ser Gaby. ¿Qué se pensaba que la niña nada más nacer se iba a poner a jugar a las muñecas con ella?
Alice y Bella cada día estaban más hermosas y redonditas. La natural torpeza de Bella se había incrementado con el embarazo, así que me pasaba el día detrás de ella impidiendo que bajara o subiera sin mi supervisión  ni un solo escalón. Ella muchas veces se quejaba, pero a  mí me encantaba hacerlo. Era una etapa del embarazo que no había podido pasar a su lado cuando Gaby y con estas pequeñas acciones la quería compensar. Pronto se hizo también necesario el que fuera a buscarla todos los días al hospital, pues su tripita le impedía llegar en condiciones al volante y no quería que le pasase nada bajo ningún concepto, para eso me tenía a mí. A pesar de que ella se las había ingeniado para que sus guardias y las mías coincidieran y así pasar el mayor tiempo posible juntos, si alguna vez   yo tenía guardia y ella  no, me encargaba de que Jasper o Jacob o cualquiera la llevase a casa.
 Alice estaba también preparada para recibir a su propia hija. Las dos seguían trabajando en el hospital, a pesar de nuestras suplicas, aunque Bella había delegado funciones en sus compañeros de más confianza y solo se dedicaba a asesorar. Jasper y yo nos enfadábamos por su actitud tan terca, pero ellas decían que ahora sus niñas no las necesitaban y que después si iban a hacerlo. El caso es que cada vez estaban más gorditas y torpes, sobre todo Bella, y era cómico a veces ver como una tropezaba, se sujetaba a la otra y perdían las dos el equilibrio, menos mal que siempre estábamos alguno  al quite.
 Jasper por fin se había examinado y había conseguido una plaza de psiquiatra y ahora era un miembro más del servicio de urgencias, ayudando además a los demás médicos cuando faltaban manos.  Y yo lo agradecía y me sentía mucho más tranquilo al saber que mientras estaban en el hospital eran constantemente vigiladas por Nessie, Kim  y Jasper, además de por sus demás compañeros que las tenían mucho respeto y cariño. Respetaban a Bella como su jefa y consideraban que era muy buena organizando las cosas y muy humana a la hora de poner las guardias teniendo en cuenta los sentimientos y necesidades de los demás anteponiéndolos a los suyos como ya era habitual en ella. Pero  todos la respetaban sobre todo como médico pues era una de las mejores y su fama había salido de las fronteras de Forks, lloviéndole ofertas de muchas partes del país, pero ella siempre las rechazaba diciendo que estaba muy feliz en su pueblo al que le había costado regresar y del que nunca se movería.  Muchas veces me preguntaba qué hubiera pasado si ella al aceptar esa plaza yo hubiera pedido un traslado a esa ciudad ¿me lo habrían concedido? La respuesta era obvia, me dijo Jacob una vez que se lo confesé durante una cena solo de chicos.
Jacob y Jared  por fin habían conseguido una plaza en Port  Ángeles.  Jacob y Nessie  estaban preparando su boda. 
Todo era paz, armonía y felicidad en esa gran familia que estábamos formando unida no solo por lazos de sangre, sino por otros que al fin y al cabo son mucho más fuertes y poderosos, tan letales que son capaces de destruir al más mortífero de todos los ejércitos. Nosotros ya lo habíamos demostrado.

Capítulo 34: Despedidas de solteros Capítulo 36: Alice e Isabella

 


Capítulos

Capitulo 1: Capitulo 1: Accidente, noticia y reencuentro Capitulo 2: Capitulo 2: Jacksonville Capitulo 3: Recuperando tu amor. Capítulo 3 : Jacksonville, segunda parte Capitulo 4: Recuperando tu amor. Capítulo 4 : Recuerdos Capitulo 5: Recuperando tu amor. Capitulo 5 : Recuerdos, segunda parte Capitulo 6: Capitulo 6: Marco Capitulo 7: Capitulo 7 : Enfrentando la verdad Capitulo 8: ¿Reconciliándonos? Capitulo 9: Empezando de nuevo Capitulo 10: Ellas estarán bien Capitulo 11: Limpiando mi alma Capitulo 12: Amenazadas Capitulo 13: Angustia Capitulo 14: Luz en la oscuridad Capitulo 15: Pesadillas Capitulo 16: Despedida y regreso Capitulo 17: El principio del fin Capitulo 18: El final Capitulo 19: Las noticias más esperadas Capitulo 20: La historia de Carmen y un giro inesperado Capitulo 21: Volviendo a la vida Capitulo 22: Redención Capitulo 23: Tarde de compras al estilo Alice Capitulo 24: El Perdón Capitulo 25: Nochebuena de amor, Navidad maravillosa Capitulo 26: Baile de la Policía, condecoración y algo más. Capitulo 27: Mi heroe Capitulo 28: Horas de angustia e incertidumbre Capitulo 29: Inauguración Capitulo 30: El Juicio Capitulo 31: Juramento de Hipócrates Capitulo 32: La soledad de la muerte Capitulo 33: En los montes de Olympic Capitulo 34: Despedidas de solteros Capitulo 35: Sí quiero, otra vez Capitulo 36: Alice e Isabella Capitulo 37: Epílogo: Parte 1: Golpe del destino; Parte dos: Asignatura pendiente. Capitulo 38: Outakke 1: El hombre de hielo y su pequeño gran monstruo Capitulo 39: Outakke 2: Isabella Marie Masen swan, marca la diferencia Capitulo 40: Outakke 3: Padres, hijos y otras cuestiones

 


 
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