RECUPERANDO TU AMOR (+18)SUMMARY:

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/07/2011
Fecha Actualización: 25/05/2012
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 103
Visitas: 100789
Capítulos: 40

 Disclaimer: Los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen, pertenecen a la amravillosa SM, yo solo juego con ellos.


SUMMARY:

Edward Cullen no tuvo mas remedio que separarse de su esposa Isabella Swan, obligado por las circunstancias. Cinco años después un acciente fortuito hace que se reencuentren. Edward se enteta de que Bella vuelve al pueblo y ésperando verse pronto libre de esas circunstancias y de momento enfrentándose a ellas, decide hacer lo que debería haber hecho hace tiempo:luchar por ella y recuperar su amor.

 

 

 

 

PROLOGO

No sabía en qué momento exacto me había enamorado de Bella Swan. Solo sabía que la había amado toda mi vida. Yo creo que ya estaba enamorado de ella cuando a la edad de diez años mis padres, Edward y Elizabeth junto con los de Rose, William y Rosalie,  morían en aquel horrible accidente de tráfico,  y los Swan me acogieron en su casa como a un hijo mas.

Pero  los celos enfermizos de una persona sin escrúpulos, mala y despiadada y el ansia de venganza de otra no menos despiadada, nos habían separado de la manera más cruel.

Emmet, se había quedado dormido a mi lado. Eche hacia atrás el respaldo del asiento del avión que me llevaba cada vez más cerca de ella, en un intento por dormirme. En cuanto cerré los ojos mi mente evoco cada uno de los momentos vividos a su lado. Me abstraje del tal manera, que casi podía sentir sus manos acariciándome, sus labios besándome, su olor… hasta que la voz de la azafata anunciando la llegada del vuelo me saco de mi sueño.

Mientras caminaba por el largo pasillo, mi corazón latía furiosamente, los nervios se me  habían acumulado en el estomago nada más cruzar la puerta del hospital. Hoy la vería después de cinco interminables años, en los que no he dejado de adorarla, amarla y recordarla ni un solo instante. Cinco largos años en los que no he dejado de odiarme a mí mismo por lo que la hice. ¿Cómo pude ser capaz? ¡Dios, me siento tan miserable! ¿Cómo va poder ella perdonarme algún día si yo mismo no puedo?

Mi madre adoptiva, René Swan, aun  estaba en la UCI y allí solo podía estar una persona. Rose dijo que se quedaba con ella mientras Emmet y yo nos fuimos a buscar a Bella. Cuando mi hermano y yo llegamos al mostrador, Emmet se dirigió a la enfermera para preguntar por mi amor.

__ Hola buenos días ¿La Doctora Swan, por favor?

__ Estoy aquí hermano, __  dijo una hermosa voz detrás de mí y al instante todos mis sentidos se pusieron en alerta. Me volví como en cámara lenta y allí estaba ella, tan preciosa,  tan dulce, tan real después de años de recordarla. Recuerdos, que no la habían hecho ninguna justicia. Estaba mucho más guapa que en mis sueños, mas mujer,  el embarazo y el haber tenido una hija le habían sentado genial. La ropa que traía puesta, el típico pijama y bata verde con el que solía vestirse un médico,  me intimidaba, nunca la había visto vestida así. Nos quedamos mirando durante un largo rato, cada uno sumergido en la mirada del otro, como antes, como siempre hacíamos, de repente todo el dolor y el sufrimiento parecían haberse borrado, solo estábamos ella y yo. No había nadie más. Mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho,  mi piel estaba erizada y mi cuerpo, bueno mi cuerpo era un caso aparte

__ ¿no me vas a saludar? , __ dije adelantándome hacia ella con intención de darle un beso en la mejilla

__ Hola Edward, __  dijo echándose para atrás totalmente impactada de verme ahí, estaba claro que no me esperaba. __ ¿Qué tal?

__  Bien, __   Conteste  con el corazón encogido por el dolor del rechazo, __ tú estás muy guapa. _  Dije mirándola con amor, con ese amor que sentía por ella, con adoración con ternura.

__  Gracias, __  dijo sonrojándose y devolviéndome la mirada con esa expresión que ponía siempre que estaba preguntándose algo

__ ¿De verdad está todo bien? , __   la volví a preguntar

__  Bueno ahora mejor, ya paso el susto. __  Y volvimos a perdernos el uno en la mirada del otro. ¡Dios, Como amaba a esa mujer! Que ganas de estrecharla en mis brazos y besarla hasta dejarla sin aliento. Y como si mi cuerpo obedeciera una orden de mi subconsciente, me acerque a ella y la abrace.  Que maravilloso era volver a sentir en mis brazos ese delicado cuerpo que tan bien encajaba en el mío, volver a disfrutar de ese olor que no había cambiado con el tiempo, volver  a rozar su piel. Pero ella después de devolverme el gesto durante un maravilloso momento,  rompió el abrazo.

__  ¿Dónde está Tanya?,-__ dijo preguntándome por la mujer que yo más odiaba en este mundo y rompiendo la magia del  encuentro.

__ Ella no ha venido Bella, hemos venido solos Emmet y yo

__ Bella ¿Cómo estás?, __ dijo Emmet rompiendo la tensión.

___Bien, bastante bien… dentro de lo que cabe, __  contesto ella. Yo era incapaz de apartar la mirada de su rostro, era tan hermosa  __ ¿Habéis visto ya a mama?__  Pregunto.

__ Si Rose nos fue a recoger al aeropuerto. Vinimos directamente para acá. No hemos podido hablar mucho con ella, ya sabes que en la UCI no puede estar más de una persona, así que hemos tenido que entrar de uno en uno. Rose se ha quedado con ella y nosotros hemos venido a buscarte, queríamos verte.

__ ¡Mama, mama! , __  dijo de repente una voz detrás de nosotros__, ¡Tía! dijeron otras dos. _  Bella se volvió en el acto y los miro a los tres críos con una cara de muy pocos amigos y ellos captaron el mensaje.

__  Vale, vale, ya lo pillamos, en un hospital no se chilla, dijo Gabriela. Al tiempo que el móvil de Bella vibraba en su bolsillo.

__ ¿Sí? _  contesto ella a la vez que mis sobrinos se tiraban encima mío y de mi hermano para saludarnos. Note como Gabriela se quedaba atrás retraída, yo quería acercarme, tomarla en mis brazos y darla un beso pero…no sabía si era prudente. La niña me miraba  fijamente y de repente una sonrisa ilumino su cara.

_ En un hospital no se chilla  _  dijo Bella encarando a las tres figuras que ahora la miraban un poco temerosos _  y tampoco se deja por ahí abandonadas a las niñeras. No veo a Emily por ningún sitio ¿Sabéis donde está?

_  Yo creía que venía detrás de nosotros _  dijo mi sobrino Peter con cara de inocencia.

_  ¿Eso creíais? Pues mira que acaba de llamarme por teléfono para preguntarme si estáis conmigo, porque se ha parado a hablar con  una amiga y de repente habéis desaparecido de su vista.

__  Pues eso __  dijo Gabriela que seguía mirándome de reojo – se ha parado a hablar con Charlotte y nosotros teníamos prisa por saber cómo estaba abu René.

__ A abu René todavía no la han puesto en una habitación con una camita y donde está los niños no pueden pasar. Así que ahora nos vamos a ir a la cafetería a tomar algo mientras esperamos que la trasladen y luego os vais a ir a la guardería del centro porque Emily se ha tenido que marchar  ¿Ok?

Bella en ese momento se dio cuenta que mi hija no hacía más que mirarnos, sobre todo a mí que me estaba poniendo más nervioso aun de lo que estaba. Aunque tengo que reconocer que estaba disfrutando viéndola ejercer su papel de madre ¡Se le daba tan bien! Parecía que hasta incluso los dos diablos que tengo por sobrinos la tenían un respeto.

__ Gaby hija, mira, estos son tu tío Emmet, el padre de Tony y Peter

__ Hola tío Emmet. __ dijo Gabriela dándole un beso y un abrazo.

__ Y este es __ continúo  Bella y yo me prepare para recibir una bofetada emocional, pues sabía que me iba a presentar como su tío. ¡Dios bendito! Hasta eso me había negado esa zorra que tenia por esposa. Pero no estaba preparado para esto, juro, que no lo estaba.

__ ¡Papa!__ dijo Gabriela, tirándose a mis brazos.__ Tú eres mi papa ¿Verdad? Si, si lo eres,  eres igualito a la foto que mi mama me dio.

__No podía dar crédito a mis oídos. No puedo describir la emoción y la alegría que me embargo en ese momento. MI niña sabía quien era yo. Bella la había hablado de mí.

 Me quede mirando incrédulo a mi hermosa Bella, a mi niña, a la que consideraba mi mujer,  mi verdadera  esposa, aunque un montón de papeles sin sentido dijeran otra cosa. Ella me sostuvo la mirada, esa mirada de ojos chocolate en la que solía perderme.

__ Tú, ¿La has hablado de mí?

__Tenía derecho a saber

 

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Capítulo 31: Juramento de Hipócrates

 

 

DISCLAIMER: Ninguno de los pesonajes que aparecen en este fic, me pertenecen. Son propiedad exclusiva de S. Meyer. Yo solo he jugado con ellos.

 

Capitulo 31: Juramento de Hipócrates


Pov Bella


—Tienes que vivir, ni se te ocurra dejarme sola otra vez con un nuevo hijo al que cuidar ¿me escuchas…?— le decía desesperada mientras buscaba una herida que maldita sea ¿dónde estaba?,  y le practicaba las tareas de reanimación mientras Alice,  que se me había unido,  me decía algo que no escuchaba. De repente sentí que él me cogía la mano y de nuevo mi corazón que se había quedado parado comenzó a latir.
—Tranquila mi amor, estoy bien  —me contestó mientras se recuperaba del estado de inconsciencia   acariciándome la cara—. Te  lo hubiera dicho antes si me hubieras dejado hablar corazón. No estoy herido, por lo menos no me duele nada, solo me golpeé la cabeza y quedé un momento inconsciente —cuando le escuche decir esto le abrace llorando amargamente mientras él me besaba el pelo y me tranquilizaba.
—¿Recuerdas cómo te llamas?,   ¿sabes quién soy yo?,   ¿cuántos dedos hay aquí?  —iba haciéndole las preguntas que normalmente se hacían después de sufrir un golpe con pérdida de conocimiento, todas a la vez, presa de los nervios que había pasado.
—Por supuesto que sé quién eres mi amor— respondió  incorporándose un poco—. Y por supuesto que sé cómo me llamo y ahí hay cuatro dedos, pero…—Lo miré aterrada,  ¿cuál era el problema?—  ¿qué me decías de dejarte sola  otra vez con un nuevo hijo al que cuidar? —me preguntó muy bajito, solo para mí, mientras se incorporaba del todo  y me miraba con los ojos vidriosos.
—Bueno de eso ya hablaremos en otro momento ¿te parece?—contesté compungida y en el mismo tono de voz, lo que menos quería era que Emmett, Rose  Kate Garrett y Jacob lo supiesen de esa manera. No era así como había planeado que se enterara ninguno. Aunque no había de que preocuparse ya que Emmett estaba abrazando a una temblorosa Rose e intentando calmarse al mismo tiempo y lo mismo hacia Garrett con Kate. Lo cierto es que en la sala se respiraba tensión.
—Si es lo que pienso,  es la mejor noticia que podrías darme  mi hermosa y dulce Bonnie —me dijo muy bajito en mi oído para que nadie pudiera escuchar y abrazándome fuertemente con lágrimas en los ojos.
—¿Cómo que Bonnie?—pregunté desconcertada.
La esposa de Clyde, los bandoleros… —me aclaró— Bella por Dios ¿te puedes hacer una idea de cómo lo he pasado viéndote apuntar a Tanya con esa pistola y ella a  ti?,  temí por tu vida. No me lo vuelvas a hacer ¿de dónde sacaste tanto valor?
—No sé, supongo que la rabia acumulada de tantos años contra ella, que me salió entera —le dije.
—Espero que tenga licencia de armas Doctora Masen — dijo el Juez, interrumpiendo nuestro pequeño momento privado—, no me gustaría tener que arrestarla.
—Sí la tiene —salió Jacob en mi defensa—. Yo mismo le di el arma y le proporcioné la documentación necesaria, el permiso y la licencia especial para que la pudiese llevar en cualquier momento, lugar y situación, solo para que la utilizara  en defensa propia claro está. A la vista está el motivo…
—Y usted señora Swan –preguntó dirigiéndose a Rosalie.
—Yo mismo le di el arma a mi esposa  e igualmente le saqué la licencia especial   y me atengo a lo dicho por el agente Black, a la vista está la necesidad de que la tuviera –dijo mi hermano.
—Bella —me dijo Jacob que estaba sujetando a Tanya pues todavía se revolvía contra mí  como un león encadenado—es Tanya la que acabó malherida,  cuando la bala se disparó iba hacia ella. Alice ha vuelto a ayudar a atender al policía que está bastante mal. Lo digo por si quieres echarle un vistazo o esperamos a la ambulancia.
Y  no me lo tuve que pensar,  odiaba a Tanya con todas mis fuerzas pero había hecho un juramento hipocrático y debía cumplirlo. En ese momento llegó a mi memoria aquel profesor de cirugía de color que tuve. Un día ingresó en el hospital un chico joven con  un tatuaje en la espalda en el que preconizaba la muerte de los negros. Mi profesor se quedó mirando al muchacho medio muerto en la camilla y  escudándose bajo ese juramento y argumentando que ante todo era médico empezó a atenderle. Pues si ese profesor había podido hacerlo,  yo también. Era médico ante todo y había jurado salvar la vida humana. Me acerqué a Tanya que  herida  y desangrándose como estaba,  tenía que seguir siendo inmovilizada por Jacob  y otro oficial.
—Ni me toques zorra de mierda —me escupió.
—Mira Tanya —le dije poniéndome en modo profesional— tienes dos opciones o dejar que te atienda,  o morir desangrada, yo que tu elegiría la primera, no te voy a matar, ante todo soy médico y valoro la vida humana sea de quien sea. Ya  te castigará la ley si lo ve oportuno. La herida es en un lugar que no es mortal de necesidad pero en donde se pierde mucha sangre,   la bala tiene trayectoria de entrada y salida, puedo hacerte un torniquete  hasta que llegue la ambulancia y dejes de sangrar, o esperar que  llegue con el riesgo de seguir perdiendo sangre y bueno… ya te he dicho antes ¿qué decides?
—¡No…se…te…ocurra…tocarme, prefiero morir antes de que me toque una zorra como tú!—dijo con veneno y rabia en la voz, parecía que el simple hecho de ver que podría morir no surgía efecto sobre ella.
—Oficial sujétenla todo lo que puedan —les pedí a Jacob y al policía que la estaban intentado sujetar—. Mira Tanya no has querido hacer esto por las buenas, así que lo vas a hacer por las malas.  Mi ética profesional me impide dejarte morir. Luego el jurado popular y el juez mismo decidirá tu futuro, mi deber es curarte por mucho odio que sienta hacia ti y créeme que lo siento —le dije todo de seguido mientras estabilizaba la herida todo lo que podía haciéndole un fuerte torniquete. Alice y  los médicos del juzgado estaban todavía más desesperados con el policía herido pues no parecía recuperarse.
Aro, que no dejaba de soltar insultos contra Tanya cubriéndose él solito más de porquería, pues el mismo juez le había reprochado que la que estaba ahí era su hija, había sido llevado a una habitación aparte.
Tardaron todavía varios minutos en llegar las ambulancias, pero una vez que lo hicieron me desentendí de Tanya. Cuando los camilleros se marcharon con los heridos, no sin antes alabar nuestro trabajo, el Juez ordenó que nos sentáramos.
—En vista de los acontecimientos ocurridos, este juicio se suspende hasta mañana a la misma hora.
Salimos todos de allí un poco desquiciados y defraudados pues ya pensábamos que hoy acabaría todo y por fin podríamos vivir tranquilos. Pero bueno, ¿qué era un día más en toda una vida?
Edward , después de darme un abrazo y un beso en que me dejaba ver la desesperación  e impotencia que había sentido al verme enfrentada así con Tanya, me llevaba ahora tomada de la mano y tenía un brillo especial en los ojos, aunque en ellos todavía se reflejaba el susto y el mal rato que le hice pasar. Cuando entramos al coche me dio otro  beso de los de película que me dejó  sin aliento. Pero Emmet no pudo evitar hacer uno de sus comentarios graciosos así que nos separamos mientras Rose le daba un coscorrón. Pero hay que decir en su favor que ese comentario contribuyó a relajar un ambiente que estaba un poco cargado debido a los acontecimientos. Emmett realmente estaba igual que Edward de asustado y combatía, como siempre había hecho,  su estado emocional de esa forma.
Regresamos al hotel a pagar la cuenta y recoger nuestras cosas. Habíamos valorado la posibilidad de quedarnos una noche más allí,  pero al final decidimos volver al pueblo a ver a nuestros niños ya que el juicio había terminado antes de lo previsto y teníamos tiempo de sobra pues todavía no era ni la hora de comer. Alice invitó a Kate y a Garrett a dormir en su casa, así que nos siguieron con su coche.
Por otro lado, yo quería que revisasen a Edward en el hospital.  Mi  marido se cambió de camisa, dejamos la habitación y pusimos rumbo  al vestíbulo donde los demás nos estaban esperando. Cancelamos la cuenta,   salimos del hotel y nos dirigimos hacia Forks. Edward me llevaba tomada de la mano y de vez en cuando nos mirábamos y nos sonreíamos.  Cuando llegamos al pueblo le  dije a Emmett que  nos llevara hacia el hospital  con la consiguiente protesta de Edward, fiel a su animadversión a ser sometido a ningún tipo de prueba o análisis. Me dijo que no hacía falta, que se encontraba bien, pero yo no estaba dispuesta a dejarlo así pues se había pegado un fuerte golpe en la cabeza y había  estado sin conocimiento un rato, le haría un scanner sí o sí. A lo mejor estaba siendo exagerada pero era una característica de los médicos ser el paciente más hipocondriaco de todos.

Llegamos al servicio de radiología y llamé al especialista. Una vez puesto en antecedentes  no puso  ninguna objeción. Nos costó dios y ayuda convencer a Edward de que debía meter la cabeza dentro de la campana. No podríamos hacerle la prueba si no ¡Dios!, ¡era peor que un niño pequeño! Si casi me estaban entrando ganas de atarle a la cama, por favor…
—Si te estás quieto será un minuto, te lo prometo —le dije como quien se dirige a un niño— ves ya está.  Empecé a fijarme en la pantalla pero fue mi compañero quién me explicó que no había de que preocuparse,  que no obstante procurase vigilarlo.
—Ya sabes lo de siempre,  vigila que no tenga dolores de cabeza fuertes, vómitos o mareos y cuando se duerma despiértale cada hora—, me dijo mi compañero.
—¿Queréis dejar de hablar y sacarme ya de aquí por favor? —nos pidió desde el otro lado del cristal.
—Edward — le contesté armándome de paciencia y yendo hacia él— te he dicho hace un rato que ya podías salir cielo.
—¿Y cómo quieres que te oiga metido dentro de esa cosa…? —preguntó alzando una ceja.
—Anda sal de ahí —le contesté mirándole divertida— que quiero enseñarte algo.
—¿Qué es?
—Ahora lo verás —le dije cogiéndole de la mano y llevándole a la zona de las ecografías. Entramos a una de las salas y cerré la puerta…
—Umm,  ¿no pretenderás que tengamos sexo en el hospital? —me dijo acercándose de esa manera seductora que hacía que me olvidase hasta de quién era—, ¿es una fantasía?,  porque si es así ven aquí que tu maridito te la hará realidad —y sin casi darme cuenta me cogió y empezó a besarme con locura y desesperación, la desesperación que había sentido en la sala del tribunal, su lengua recorría mi boca sin dejar un centímetro de ella sin explorar y luchaba con la mía de una manera exquisita, erótica, cuando ya casi no podía respirar dejó mis labios y comenzó a trazar un camino de besos que empezaron en el lóbulo de mi oreja mordisqueándola y siguieron por mi cuello, mientras con su cuerpo me empujaba hacia la camilla…
—Espera, espera —le dije con muy pocos ánimos porque me había encendido  de verdad y además tenía una bronca monumental con mis hormonas que me recriminaban el haberme alejado de él. Pero necesitaba enseñarle algo. Me dirigí hacia la camilla con él de la mano y acerqué a nosotros el ecógrafo. Él me miraba desconcertado. Me subí un poco el jersey que llevaba y desabroché  los vaqueros, dejando al descubierto mi tripa. A estas alturas me miraba con una cara que estaba a caballo entre la confusión y el entendimiento. Me apliqué el frío gel y encendí la máquina. Pronto el monitor empezó a revelar lo que quería enseñarle. 
—Te presento a tu futuro hijo —le dije señalándole un punto en el monitor— y eso que oyes es su corazón. Él enfocó mejor su mirada al  monitor buscando lo que yo le señalaba, sus ojos brillaban, su mirada destilaba felicidad en estado puro  y a mí con tan solo eso me bastaba.
—Que pequeñito es, pero que bonito y ¿por qué se escucha así su corazón?,  ¿está bien? —me preguntó alarmado.
—Sí,  tranquilo —le contesté intentando calmarle—. El latido del corazón de un feto va más deprisa que el nuestro. Está todo correcto y normal. Por lo que pone aquí, estoy como de unas cinco semanas, así que el parto será dentro de unos ocho meses.
—Enhorabuena mamá —me dijo con los ojos vidriosos mientras me atraía hacia él en un fuerte abrazo—, me has vuelto a hacer el hombre más feliz del mundo y esta vez voy a poder estar contigo, cuidarte, mimarte como te mereces, ver nacer a nuestro hijo o hija, cuidarlo, ver cómo crece…  esta vez podré estar presente en todo y eso me hace más feliz todavía. Aunque claro no tenemos que descuidar a Gaby por nada del mundo, eso es lo más importante ahora. Por cierto amor ¿cómo se lo diremos?
—Sin tapujos, es una niña pero no es tonta,  solo reuniéndonos los dos con ella y diciéndoselo, eso sí dejándola ver que ella seguirá siendo tan importante para nosotros como siempre y que la querremos igual…
—Pues mañana cuando quiera Dios que por fin acabe todo esto,   nos la llevamos por ahí,  no sé  a un zoológico o a un parque de atracciones, a comer, donde sea y se lo decimos…—me propuso.
Apagué el monitor y el ecógrafo. Me limpié el gel, me bajé el jersey y salimos del cuarto tomados de la mano y con una sonrisa tonta en las caras. Nos encontramos con Nessie y le explicamos lo que había sucedido en el juicio. Comimos con ella y con Kim,  que se había unido al grupo, en la misma cafetería del hospital. Cuando terminamos nos cogimos de nuevo de la mano,  salimos al exterior y me despedí de Edward. Ya que había regresado antes y mañana tendría que volver, trabajaría lo que me quedaba de día. Edward se fue derecho a la oficina con la fotografía de su niño o niña en la mano dispuesto a enseñársela a todo el que la quisiera ver. Le hacía mucha ilusión decírselo él mismo a papá y a Emmett,   por lo que le dije que podía hacerlo cuando quisiera. Por mi parte Alice ya lo sabía,  a Rose y a mi madre se lo queríamos decir los dos juntos, eso si el bocazas de mi hermano no se me adelantaba.
—¿Sabes?— dije mirando fijamente a Alice cuando nos estábamos vistiendo una vez terminado el turno— todos pensarán que ahora quiero que venga un niño, pero ojalá  fuera otra niña,  pues tengo el nombre perfecto para ella.
—Qué curioso,  a mí me pasa lo mismo. Cuando me quede embarazada me gustaría que fuera una niña por el mismo motivo –aunque su voz sonaba como siempre, había una expresión un poco nostálgica en su rostro, pues ellos llevaban intentado tener un bebé desde que regresamos a Forks al igual que Edward y yo. La herida que había sufrido y el hecho de estar al borde de la muerte hicieron que su reloj biológico despertara y ahora estaba poniendo todo su empeño en tener un hijo. Por esta razón me costó un poco decírselo, pero era mi amiga y además nunca puedes ocultarle algo a Alice, ella siempre lo adivina.
Salimos del hospital las dos juntas. Edward y Jasper nos esperaban. Mi marido seguía con esa maravillosa sonrisa tonta en su cara…
—Buenas noches mamá —me dijo dándome un beso que me dejó sin aliento.
—¿Mamá? —interrogó Jasper confundido
—Estoy embarazada otra vez Jasper —le informé.
—Eso es maravilloso Bella —nos dijo encantado pero con un cierto deje de envidia —enhorabuena a los dos.
—¿Sabes? —le dije  cuando ya estábamos solos en el coche—, quería que fuéramos a cenar después de que pasara todo esto y decírtelo en ese momento, darte la noticia, no sé,  de otro modo.
—Me da igual el modo en que me lo digas, me ha hecho igual de feliz. Pero lo de la cena no es mala idea… tu y yo solos… hace mucho tiempo amor me gustaría.
—De acuerdo —le dije feliz— ¿Se lo has dicho ya a papá y a Emmett?
—Sí y a los otros dos compañeros de la comisaria. Le he dicho a Emmett que a Rose y a mamá se lo queremos decir nosotros, a ver cuanto dura con la boca cerrada, por eso propongo que se lo digamos ahora.
—Estoy de acuerdo  —dije riéndome—, oye si te parece lo publicamos en el periódico de Forks—le dije con sarcasmo.
—No estaría mal— me contestó  igual de divertido.
Llegamos a la casa y fuimos recibidos por un Emmett que si bien verbalmente no había dicho nada, con los gestos lo decía todo. Me abrazaba, me daba la enhorabuena, me tocaba la tripa, obvio ¿no? Mi madre y Rose me miraban de forma sospechosa y no pude siquiera empezar a decir la típica frase de os tenemos que dar una noticia,   cuando las dos se abalanzaron sobre mí felicitándome por mi próxima maternidad. Yo las hice un gesto de que se contuvieran pues Gaby nos miraba curiosa y yo no se lo quería decir así. Parece que hasta el mismo Emmett lo entendió, así que cogimos la niña nos despedimos de todos y nos fuimos a casa.
La mañana nos sorprendió fuertemente abrazados el uno al otro después de una intensa noche en la que había habido de todo. En una primera parte de ella nos entregamos a la lujuria y pasión más desesperada. Edward se desquitaba con eso del momento tan malo que le había hecho pasar al tiempo que me agradecía por el nuevo embarazo. Cuando ya satisfechos nos disponíamos a dormir, un grito de la niña rompió el silencio de la noche. Fuimos a la habitación corriendo y efectivamente había sido víctima de una nueva pesadilla, así que la llevamos a nuestra cama. El amanecer nos sorprendió a los tres…
Fuimos despertándonos por turnos. La primera fue Gaby que se puso sobre mí y empezó a abrirme los ojos con sus manitas
—¿Es que nadie piensa darme de desayunar?,  desde luego no se puede tratar así a una niña pequeña  —dijo con guasa rememorando lo que hacía los fines de semana cuando siendo más pequeña se levantaba antes que yo. Se lo había contado tantas veces que se lo sabía de memoria. Hacía mucho tiempo que no me salía con esas. Edward fue el último en irse despertando pero lejos de aflojar el agarre para que pudiéramos salir de la cama, nos apretó aun más contra  él.
—Me da igual lo que pase hoy. Como si estalla la tercera guerra mundial. Me quiero quedar aquí.
—Edward —le dije riéndome—, no podemos,  tenemos que ir al juzgado y después acuérdate de que planeábamos llevar a Gaby a comer y al zoo.
—Voy a ir al zoo, voy a ir al zoo —dijo saltando en la cama de tal manera que  parecía que íbamos en un tren de los antiguos. Lo malo es que yo estaba tan pegada a Edward que el más mínimo movimiento rozaba nuestra intimidad y bueno a Edward se le estaba poniendo la cosa un poco seria.
—Esto hija —le dijo con la voz ronca—, vete a tu cuarto, te duchas, te vistes para ir con Esme y Jasper, después ves abajo  y nos esperas allí ¿ok?,  luego ellos mismos y Claire te llevaran a Seattle con nosotros.
—Vale —dijo la niña saltando de la cama y con ese nuevo movimiento mi culo volvió a rozar el miembro de Edward.  Cuando la niña se fue,  me atrapó fuerte con sus brazos sin dejar que me moviera y en la misma postura que estábamos me empezó a tocar y a acariciar suavemente mi clítoris.
—Estás más que dispuesta —me dijo bajándome el pantalón del pijama y de un solo empellón entró en mí  y yo acepté gustosa  la intromisión.  Empezó a moverse con movimientos lentos, tortuosos, atrapándome de tal  manera que no me dejaba moverme. Me daba besos en el cuello, en el pelo. Llevó sus manos a mis pezones masajeándolos y acariciándolos suavemente. Yo  no podía más de placer, salió de mí el tiempo necesario para tumbarme sobre él y me volvió a penetrar aprisionándome con sus manos y no dejando que me moviera mientras él llevaba un ritmo, tortuoso, exquisito, enloquecedor. Estaba tan fuera de mí que ya no pude más y empecé a empujar mi cuerpo hacia atrás para deshacerme de la jaula de sus brazos y poder moverme a gusto. Dándose cuenta de mis intenciones,  me soltó por fin y  comencé  a cabalgarle más deprisa. Hasta que un gemido y un grito,  que Edward ahogó con un beso, me hizo caer en éxtasis, en un éxtasis, bestial, exquisito… a él le había pasado lo mismo y cuando se derramó entero dentro de mí me tumbó de lado sin salir todavía  de mí.
—No sabes cuánto te adoro futura mamá, y a este pequeñín también y a Gaby, os quiero a los tres., a mi familia. Ojalá que hoy acabe todo esto.
—Sí, ojalá,  estoy deseando cerrar página y empezar una nueva etapa de nuestras vidas.
Dicho esto nos duchamos, nos vestimos y bajamos abajo donde Gaby nos esperaba tomándose su cacao. Cuando estuvimos listos, dejamos a Gaby en casa de  Esme con Claire y el resto de los agentes que protegían a los niños, pidiéndoles por favor que un poco más tarde nos la acercaran. Gaby les dijo a sus primos que iba a ir al zoo  y nos pidieron ir con nosotros, así que decidimos darle la noticia en otro momento y acceder a los deseos de los niños por lo que la excursión al zoo se convirtió en una expedición Swan, Cullen y Whitlock en toda regla.
Llegamos a los juzgados y empezó de nuevo la sesión, esta vez solo con la presencia de Aro y Cayo, además de Athenodora y Renata,  que nos miraron con ira y odio y yo les sostuve la mirada, no les tenía miedo. Tanya estaba en la enfermería recuperándose de su herida.
El Ministerio Fiscal llamó a declarar de nuevo a Edward y este empezó a contar por cuarta vez la tortuosa historia. Cuando terminó,  el fiscal le hizo las mismas preguntas que la vez anterior antes de que nos interrumpiera Tanya y esta vez sí pudo contestar…
—Es correcto…
Llegó el turno del abogado defensor de preguntarle a Edward. Intentó por todos los medios echar por tierra su declaración, pero no lo consiguió. Edward era un policía y como policía se sabía todas las artimañas de un abogado en los juicios, además lo había ensayado hasta la saciedad con Quil y el resto de los agentes, incluso con sus compañeros de trabajo quienes le habían ayudado gustosos.
Cuando Edward bajó del estrado vino a sentarse a mi lado y juntos escuchamos el resto del juicio.
Después de terminar con las declaraciones de los testigos de cargo,  le tocó el turno a la defensa, pero  pocos testigos pudieron presentar ya que poco a poco todo el que se consideraba un poco listo se fue apartando de la familia Vulturi, en pocas palabras, se habían  quedado solos. Cuando todos los turnos habían acabado, los abogados hicieron las alegaciones finales. Entonces, el juez dio por terminado el juicio y el jurado se retiró a deliberar…
Habíamos pensado en ir  a  tomar algo, pero el jurado no tardó ni cinco minutos en llegar a un acuerdo. Volvimos todos a la sala y el juez empezó a preguntar…
—Señor presidente del Jurado,  ¿cómo declaran al acusado Cayo Vulturi aquí presente de los cargos que se le imputan…?
—Culpable…
—¿Cómo declaran  al acusado Aro Vulturi, aquí presente, de los cargos que se le imputan?
—Culpable…
—Señor presidente del Jurado, ¿cómo declaran ustedes a la señorita Tanya Denali, ausente de la sala por motivos de salud, de los cargos que se le imputan…?
—Culpable…
—Señor Presidente de Jurado, ¿cómo declaran ustedes  a la señora Athenodora Vulturi de los cargos que se le imputan?
—Culpable…
—Señor Presidente del Jurado, ¿cómo declaran a la señorita Renata Vulturi de los cargos que se le imputan?
—Culpable
Ante cada declaración de culpabilidad nosotros soltábamos el aire que conteníamos mientras el juez hacia las preguntas.  Ya la suerte estaba echada, el Ministerio fiscal y la acusación particular pedían la pena capital para Tanya, su padre y tío ya que los delitos de sangre que tenían en su haber no dejaba lugar a dudas. Y cadena perpetua para Renata y Athenodora pues el delito de secuestro  con peligro de muerte, sobre todo contra niños era uno de los más duramente penados en el estado de Washington.
Ninguno de nosotros estaba a favor de la pena de muerte, solo nos conformábamos con que la familia Vulturi nos dejara vivir en paz de una vez por todas. El problema es que no se puede asesinar, secuestrar, amenazar la vida de las personas y sobre todo  de unos niños inocentes sin recibir el correspondiente castigo y el Estado de Washington era uno de los más duros en este aspecto. Por otro lado, si les condenaban a cadena perpetua siempre viviríamos con miedo ya que habían demostrado que sus tentáculos eran tan grandes que ni siquiera unos barrotes podían con ellos. La ventaja es que estaba claro que  se habían quedado solos aunque ¿sería cuestión de tiempo para que volvieran a las andadas?... también teníamos que tener en cuenta las posibles reducciones de condena por buen comportamiento entre otras razones… Por todo esto teníamos una verdadera confusión mental no estamos de acuerdo con la pena de muerte pero…
Por su parte la defensa, solicitaba que Tanya fuera ingresada en el Sanatorio Mental de la Cárcel del Estado por su evidente estado de locura. Después del numerito que había montado el día anterior , además de todo lo ocurrido en estos cinco años, yo  tenía claro que estaba mentalmente enferma con un grado de locura muy alto, pero no por eso la justificaba, no señor. Para el resto de  sus defendidos, la defensa pedía Cadena perpetua. Había intentado hacer un trato con la fiscalía pero esta se había negado rotundamente, así que no le quedaban  más  ases en la manga.
Ya la suerte estaba echada…
Solo quedaba que el juez dictara sentencia…





Capítulo 30: El Juicio Capítulo 32: La soledad de la muerte

 


Capítulos

Capitulo 1: Capitulo 1: Accidente, noticia y reencuentro Capitulo 2: Capitulo 2: Jacksonville Capitulo 3: Recuperando tu amor. Capítulo 3 : Jacksonville, segunda parte Capitulo 4: Recuperando tu amor. Capítulo 4 : Recuerdos Capitulo 5: Recuperando tu amor. Capitulo 5 : Recuerdos, segunda parte Capitulo 6: Capitulo 6: Marco Capitulo 7: Capitulo 7 : Enfrentando la verdad Capitulo 8: ¿Reconciliándonos? Capitulo 9: Empezando de nuevo Capitulo 10: Ellas estarán bien Capitulo 11: Limpiando mi alma Capitulo 12: Amenazadas Capitulo 13: Angustia Capitulo 14: Luz en la oscuridad Capitulo 15: Pesadillas Capitulo 16: Despedida y regreso Capitulo 17: El principio del fin Capitulo 18: El final Capitulo 19: Las noticias más esperadas Capitulo 20: La historia de Carmen y un giro inesperado Capitulo 21: Volviendo a la vida Capitulo 22: Redención Capitulo 23: Tarde de compras al estilo Alice Capitulo 24: El Perdón Capitulo 25: Nochebuena de amor, Navidad maravillosa Capitulo 26: Baile de la Policía, condecoración y algo más. Capitulo 27: Mi heroe Capitulo 28: Horas de angustia e incertidumbre Capitulo 29: Inauguración Capitulo 30: El Juicio Capitulo 31: Juramento de Hipócrates Capitulo 32: La soledad de la muerte Capitulo 33: En los montes de Olympic Capitulo 34: Despedidas de solteros Capitulo 35: Sí quiero, otra vez Capitulo 36: Alice e Isabella Capitulo 37: Epílogo: Parte 1: Golpe del destino; Parte dos: Asignatura pendiente. Capitulo 38: Outakke 1: El hombre de hielo y su pequeño gran monstruo Capitulo 39: Outakke 2: Isabella Marie Masen swan, marca la diferencia Capitulo 40: Outakke 3: Padres, hijos y otras cuestiones

 


 
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