RECUPERANDO TU AMOR (+18)SUMMARY:

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/07/2011
Fecha Actualización: 25/05/2012
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 103
Visitas: 100796
Capítulos: 40

 Disclaimer: Los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen, pertenecen a la amravillosa SM, yo solo juego con ellos.


SUMMARY:

Edward Cullen no tuvo mas remedio que separarse de su esposa Isabella Swan, obligado por las circunstancias. Cinco años después un acciente fortuito hace que se reencuentren. Edward se enteta de que Bella vuelve al pueblo y ésperando verse pronto libre de esas circunstancias y de momento enfrentándose a ellas, decide hacer lo que debería haber hecho hace tiempo:luchar por ella y recuperar su amor.

 

 

 

 

PROLOGO

No sabía en qué momento exacto me había enamorado de Bella Swan. Solo sabía que la había amado toda mi vida. Yo creo que ya estaba enamorado de ella cuando a la edad de diez años mis padres, Edward y Elizabeth junto con los de Rose, William y Rosalie,  morían en aquel horrible accidente de tráfico,  y los Swan me acogieron en su casa como a un hijo mas.

Pero  los celos enfermizos de una persona sin escrúpulos, mala y despiadada y el ansia de venganza de otra no menos despiadada, nos habían separado de la manera más cruel.

Emmet, se había quedado dormido a mi lado. Eche hacia atrás el respaldo del asiento del avión que me llevaba cada vez más cerca de ella, en un intento por dormirme. En cuanto cerré los ojos mi mente evoco cada uno de los momentos vividos a su lado. Me abstraje del tal manera, que casi podía sentir sus manos acariciándome, sus labios besándome, su olor… hasta que la voz de la azafata anunciando la llegada del vuelo me saco de mi sueño.

Mientras caminaba por el largo pasillo, mi corazón latía furiosamente, los nervios se me  habían acumulado en el estomago nada más cruzar la puerta del hospital. Hoy la vería después de cinco interminables años, en los que no he dejado de adorarla, amarla y recordarla ni un solo instante. Cinco largos años en los que no he dejado de odiarme a mí mismo por lo que la hice. ¿Cómo pude ser capaz? ¡Dios, me siento tan miserable! ¿Cómo va poder ella perdonarme algún día si yo mismo no puedo?

Mi madre adoptiva, René Swan, aun  estaba en la UCI y allí solo podía estar una persona. Rose dijo que se quedaba con ella mientras Emmet y yo nos fuimos a buscar a Bella. Cuando mi hermano y yo llegamos al mostrador, Emmet se dirigió a la enfermera para preguntar por mi amor.

__ Hola buenos días ¿La Doctora Swan, por favor?

__ Estoy aquí hermano, __  dijo una hermosa voz detrás de mí y al instante todos mis sentidos se pusieron en alerta. Me volví como en cámara lenta y allí estaba ella, tan preciosa,  tan dulce, tan real después de años de recordarla. Recuerdos, que no la habían hecho ninguna justicia. Estaba mucho más guapa que en mis sueños, mas mujer,  el embarazo y el haber tenido una hija le habían sentado genial. La ropa que traía puesta, el típico pijama y bata verde con el que solía vestirse un médico,  me intimidaba, nunca la había visto vestida así. Nos quedamos mirando durante un largo rato, cada uno sumergido en la mirada del otro, como antes, como siempre hacíamos, de repente todo el dolor y el sufrimiento parecían haberse borrado, solo estábamos ella y yo. No había nadie más. Mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho,  mi piel estaba erizada y mi cuerpo, bueno mi cuerpo era un caso aparte

__ ¿no me vas a saludar? , __ dije adelantándome hacia ella con intención de darle un beso en la mejilla

__ Hola Edward, __  dijo echándose para atrás totalmente impactada de verme ahí, estaba claro que no me esperaba. __ ¿Qué tal?

__  Bien, __   Conteste  con el corazón encogido por el dolor del rechazo, __ tú estás muy guapa. _  Dije mirándola con amor, con ese amor que sentía por ella, con adoración con ternura.

__  Gracias, __  dijo sonrojándose y devolviéndome la mirada con esa expresión que ponía siempre que estaba preguntándose algo

__ ¿De verdad está todo bien? , __   la volví a preguntar

__  Bueno ahora mejor, ya paso el susto. __  Y volvimos a perdernos el uno en la mirada del otro. ¡Dios, Como amaba a esa mujer! Que ganas de estrecharla en mis brazos y besarla hasta dejarla sin aliento. Y como si mi cuerpo obedeciera una orden de mi subconsciente, me acerque a ella y la abrace.  Que maravilloso era volver a sentir en mis brazos ese delicado cuerpo que tan bien encajaba en el mío, volver a disfrutar de ese olor que no había cambiado con el tiempo, volver  a rozar su piel. Pero ella después de devolverme el gesto durante un maravilloso momento,  rompió el abrazo.

__  ¿Dónde está Tanya?,-__ dijo preguntándome por la mujer que yo más odiaba en este mundo y rompiendo la magia del  encuentro.

__ Ella no ha venido Bella, hemos venido solos Emmet y yo

__ Bella ¿Cómo estás?, __ dijo Emmet rompiendo la tensión.

___Bien, bastante bien… dentro de lo que cabe, __  contesto ella. Yo era incapaz de apartar la mirada de su rostro, era tan hermosa  __ ¿Habéis visto ya a mama?__  Pregunto.

__ Si Rose nos fue a recoger al aeropuerto. Vinimos directamente para acá. No hemos podido hablar mucho con ella, ya sabes que en la UCI no puede estar más de una persona, así que hemos tenido que entrar de uno en uno. Rose se ha quedado con ella y nosotros hemos venido a buscarte, queríamos verte.

__ ¡Mama, mama! , __  dijo de repente una voz detrás de nosotros__, ¡Tía! dijeron otras dos. _  Bella se volvió en el acto y los miro a los tres críos con una cara de muy pocos amigos y ellos captaron el mensaje.

__  Vale, vale, ya lo pillamos, en un hospital no se chilla, dijo Gabriela. Al tiempo que el móvil de Bella vibraba en su bolsillo.

__ ¿Sí? _  contesto ella a la vez que mis sobrinos se tiraban encima mío y de mi hermano para saludarnos. Note como Gabriela se quedaba atrás retraída, yo quería acercarme, tomarla en mis brazos y darla un beso pero…no sabía si era prudente. La niña me miraba  fijamente y de repente una sonrisa ilumino su cara.

_ En un hospital no se chilla  _  dijo Bella encarando a las tres figuras que ahora la miraban un poco temerosos _  y tampoco se deja por ahí abandonadas a las niñeras. No veo a Emily por ningún sitio ¿Sabéis donde está?

_  Yo creía que venía detrás de nosotros _  dijo mi sobrino Peter con cara de inocencia.

_  ¿Eso creíais? Pues mira que acaba de llamarme por teléfono para preguntarme si estáis conmigo, porque se ha parado a hablar con  una amiga y de repente habéis desaparecido de su vista.

__  Pues eso __  dijo Gabriela que seguía mirándome de reojo – se ha parado a hablar con Charlotte y nosotros teníamos prisa por saber cómo estaba abu René.

__ A abu René todavía no la han puesto en una habitación con una camita y donde está los niños no pueden pasar. Así que ahora nos vamos a ir a la cafetería a tomar algo mientras esperamos que la trasladen y luego os vais a ir a la guardería del centro porque Emily se ha tenido que marchar  ¿Ok?

Bella en ese momento se dio cuenta que mi hija no hacía más que mirarnos, sobre todo a mí que me estaba poniendo más nervioso aun de lo que estaba. Aunque tengo que reconocer que estaba disfrutando viéndola ejercer su papel de madre ¡Se le daba tan bien! Parecía que hasta incluso los dos diablos que tengo por sobrinos la tenían un respeto.

__ Gaby hija, mira, estos son tu tío Emmet, el padre de Tony y Peter

__ Hola tío Emmet. __ dijo Gabriela dándole un beso y un abrazo.

__ Y este es __ continúo  Bella y yo me prepare para recibir una bofetada emocional, pues sabía que me iba a presentar como su tío. ¡Dios bendito! Hasta eso me había negado esa zorra que tenia por esposa. Pero no estaba preparado para esto, juro, que no lo estaba.

__ ¡Papa!__ dijo Gabriela, tirándose a mis brazos.__ Tú eres mi papa ¿Verdad? Si, si lo eres,  eres igualito a la foto que mi mama me dio.

__No podía dar crédito a mis oídos. No puedo describir la emoción y la alegría que me embargo en ese momento. MI niña sabía quien era yo. Bella la había hablado de mí.

 Me quede mirando incrédulo a mi hermosa Bella, a mi niña, a la que consideraba mi mujer,  mi verdadera  esposa, aunque un montón de papeles sin sentido dijeran otra cosa. Ella me sostuvo la mirada, esa mirada de ojos chocolate en la que solía perderme.

__ Tú, ¿La has hablado de mí?

__Tenía derecho a saber

 

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Capítulo 21: Volviendo a la vida

 

DISCLAIMER: Ninguno de los pesonajes que aparecen en este fic me pertenecen. Son propiedad exclusiva de S, Meyer, yo solo he jugado con ellos para crear esta mi primera historia.

 

Capitulo 21: volviendo a la vida

Pov Edward

 

Bella  pronto volvería de nuevo a  Forks, como mucho solo tendría que esperar hasta después de Navidades. Pero yo no me podía aguantar, así que en pocos días  cogería un avión a Jacksonville y pasaría las fiestas  con ella y el resto de la familia se nos uniría para fin de año.

Marco me había llamado para felicitarme por la feliz resolución de mi caso y para pedirnos a mis padres, a Emmett y a mí  que declaráramos  en el juicio contra Tanya,  Aro y Cayo pues nuestra declaración era crucial al ser  víctimas directas de su chantaje, especialmente era importante mi testimonio.  En realidad  yo había hecho un trato para testificar a cambio de que mi matrimonio con Bella se declarara legal y válido, después de solucionarse el embrollo en el que me había metido. Lo cierto es que esto no era más que una salida legal que el juez  había adoptado para concederme mi petición, pues todo el mundo sabía de sobra que yo estaba más que dispuesto a declarar. Mis padres y Emmett, aceptaron  gustosos así que de la noche a la mañana nos convertimos en los principales Testigos de Cargo   y  Paul  y Jared se habían convertido en nuestra sombra. El peligro aún  no había pasado a pesar de que Aro, Cayo y Tanya estaban entre rejas,  y Marco había mandado  a  Forks para reforzar esa vigilancia a Quil y Colin. Embry, Brady, Jacob y Sam quedaban en Jacksonville para seguir vigilando a Bella. Yo me puse nervioso ante este hecho pues prefería mil veces estar yo desprotegido a que lo estuviera Bella y además, como policías que éramos podíamos protegernos a nosotros mismos, pero Marco con muy buen criterio me había dicho que en Forks había más gente a la que cuidar y eso incluía a mi hija, así que ante semejante realidad decidí dejarlo como estaba.  Ninguno  quería  que la historia se repitiese y a pesar de que Emmett, mi padre  y yo como policías colaborábamos en la protección de los demás,  al mismo tiempo éramos testigos principales en el juicio contra Aro así que no me quedaba otra más que aceptar, pues era imprescindible la protección del FBI.

Rose  no podía declarar debido a su parentesco directo   con los Vulturi y eso la hacía sentirse mal porque quería enfrentar cara a cara a Aro y a Tanya por todo el daño que  habían  hecho, empezando por el accidente donde murieron los padres de Rose y los míos y terminando por el atentado donde su propio hijo había terminado malherido. Marco le dijo que estaba  en su derecho pero que la ley era muy clara en ese sentido.

 Hoy mi madre se estaba comportando de manera muy extraña  y me  preocupaba  que estuviera  enojada conmigo por irme en unas fechas tan señaladas. Pero mi mujer estaba sola y era su hija ¿no podía comprenderlo? Primero nos llamó  a Rose a Emmett y  a mí  para  invitarnos a cenar a su casa ¿invitarnos?,   si mi madre nunca invitaba a cenar ni a comer, simplemente aparecíamos y ya está. Después cuando me pasé a visitarla junto a Emmett  como todos los días para ver como andaba,  la encontré cocinando, de pie, atención al dato,  el plato favorito de Bella y la tarta de chocolate que tanto le gustaba.

—Mamá,  ¿qué haces de pie?,  ¿cómo es que estás cocinando eso, no dijiste que…?— le pregunté confuso.

  —Hombre pues que yo sepa la comida no se hace sentada y ya sé lo que dije hijo pero Bella pronto regresará a casa y esto es un ensayo, quiero ofrecerle ese plato el día que ella vuelva – me dijo muy resuelta.

—¿Y no puedes hacerlo el día que vuelva para celebrarlo  y te ahorras trabajo?,  mira que con la pierna —dije preocupado.

—El día que regrese lo volveré a hacer. Esto es un ensayo. Hace cinco años que no lo hago Edward –me dijo rodando los ojos como si fuera obvio.

Me hubiera quedado satisfecho con esa explicación sino hubiera sido porque mi madre no me había mirado a la cara en ningún momento mientras me hablaba y eso solo significaba una cosa: estaba mintiendo. El comportamiento de Rose y mi padre no eran muy distintos. Mi padre no hacía más que dar vueltas por toda la comisaria ladrando órdenes a todo el que se ponía en su camino y Rose, Rose bueno, Rose sin comentarios. Se había dedicado en cuerpo y alma a limpiar una casa que se suponía no iban a utilizar hasta pasadas las fiestas ¿a qué tanta prisa? Ni que decir tiene que mi hija y sobrinos si no estaban en el colegio o con Emmett y conmigo, estaban con ella en la casa vigilados muy estrechamente por Rachel.

 Emily se había marchado a pasar las navidades con su marido y habíamos quedado en que, una vez estuviéramos allí, se volvería a hacer cargo de la niña. Rachel la había sustituido y se había convertido en nuestra  sombra con la excusa de haberse hecho muy amiga de Rose en el colegio, Paul  Jared, Quil y Embry seguían de cerca todos nuestros pasos.  Pero aún así, se necesitaba alguien que temporalmente ocupara el puesto de Emily como “niñera” hasta que ésta volviera y en eso estábamos. Jacob y Sam tenían varias candidatas pero estaban siendo investigadas al milímetro.

Me fui a buscar a Rose a la casa que ocuparían Alice y Jasper a ver si podía ayudar en algo o en todo caso a ver si podía rescatar a mi hija y sobrinos. Cuando llegué estaban todos enfrascados en la limpieza de las habitaciones.  Ángela y sus hijos  también estaban allí.

—Edward, por fin llegas. Mira ayúdanos a mover esto que no podemos— me dijo una Rose bastante sofocada por el esfuerzo.

—Encantado señoras –dije entusiasmado de haber podido volver al grupo, a mi vida anterior,  a lo que yo tenía—, de verdad que sigo sin comprender como es que corre tanta prisa.

Ángela y Rose se miraron, definitivamente aquí pasaba algo y Ángela también lo sabía ¿qué podría ser?, le preguntaría a Emmett.

—Ángela –dije cambiando de tema a otro que me  interesaba mucho— ¿qué tal Gaby?,  ¿progresa?

—Es una niña encantadora Edward y sus progresos son excelentes —me dijo muy orgullosa.

—Ya duerme en su cama toda la noche y sin pesadillas. De vez en cuando se despierta y me llama por el walkie pero en cuanto  le  digo que ahí estoy se vuelve a dormir.

—Yo no las tenía todas conmigo con eso del walkie,   he de reconocer que no es un método muy ortodoxo —me confesó—  pero una vez más me inclino ante la sabiduría de un padre, aunque sea novato como tú. Yo creo que más que poder hablar contigo, ella siente tu presencia a través del aparato. Sabe que estas ahí para ella. Es más una cuestión de confianza en ti que otra cosa. No sé, de alguna forma le has dejado claro que siempre podrá contar contigo —me dijo.

—Pues no sabes cuánto me alegra oír eso,  aunque a veces me pega cada susto —dije contento con las noticias—. Me pongo el aparato debajo de la oreja para oírlo cuando estoy dormido y no tardar mucho en contestarle y pego cada respingo en la cama.

—Sí, se algo de eso ja, jaaaaaaa. Bueno lo importante Edward es que está mejorando y mucho.

—¿Y tus hijos?— le pregunté a Rose.

—Lo mismo, ya sabes que hemos empleado el mismo truco y mano de santo. La diferencia es que nosotros tenemos a dos hablando a la vez por el aparatito.

—Ya veréis como poco a poco se arregla todo. Por cierto ¿qué hora es?, tenemos que arreglarnos para esta noche —dijo Ángela.

—¿Vosotros también venís?—pregunté confuso. Aquí había gato encerrado y era todo muy sospechoso.

—Sí, tu madre nos ha invitado —y de nuevo se miraron, ¿qué pasaría? De pronto se me ocurrió que quisieran celebrar el hecho de que me había librado de Tanya pues de lo otro aun no sabían nada,  pero ¿por qué no decírmelo?

Me llevé a Gaby para vestirla e intenté  sonsacarle algo. Verdaderamente no sabía nada. Cuando llegamos a la casa, Emmett nos abrió la puerta y mi padre y Ben nos saludaron desde el salón. Las mujeres salieron de la cocina y nos saludaban pero de repente vi que mi madre, Ángela y mi cuñada se iban a la cocina a cuchichear algo. Y me quedé pensando. Primero mi madre y su actitud, luego Rose y Ángela limpiando a toda prisa una casa que iba a ser ocupada dentro de un larguísimo mes.  Miré a Emmett que estaba tan alucinado como yo, definitivamente traman algo. Pero, ¿qué tramarían estas tres?  Miedo me daba pensarlo, pues cada vez que estas tres se juntaban a tramar algo eran temibles y letales y eso que mi Bella no estaba, porque antes cuando vivía aquí, cuando se juntaban las cuatro…un momento, ¿cuándo se juntaban las cuatro? “Bella seguro que no está de guardia/… Tengo una corazonada —,  recordé las palabras de Rose de esa tarde. Mi  madre cocinando la comida favorita de Bella, precisamente hoy, su comportamiento extraño,  la mesa puesta para ¿más gente de la que somos ahora?… una sonrisa tonta se me puso en la cara y me dirigí a la cocina. Al llegar las tres estaban  hablando muy entretenidas y no me oyeron llegar. Me apoyé en el marco de la puerta sonriendo abiertamente

—¿No crees que están tardando un poco?—oí que decía Rose—. Esta chica es capaz de perderse, ya lo verás —le comentaba a las otras dos.

—¿Quién está tardando? —pregunté haciéndoles  dar un respingo, y provocando que a Rose le cayeran todos los cubiertos al suelo, que Ángela se pegara un buen porrazo en la cabeza con una puerta que estaba abierta y que mi madre que mi madre pegase un grito arrojando dentro de la cazuela la cuchara con al que removía la salsa. Efectivamente iba por buen camino—.  ¿Esperamos a alguien más a cenar? – pregunte inocentemente—. Supongo que es mujer y que no conoce el pueblo o es muy despistada, a juzgar por lo que hablabais —dije con una cara de inocencia tal,   que si hubiera sido actor me habrían dado el Oscar

—Bueno… sí… no… bueno, verás  –empezó mi madre. Nos quedamos mirando los cuatro, ellas sin saber que decirme y azoradas, y yo esperando a que me dieran la única respuesta que quería oír. Después de aguantarnos un rato la mirada, ya no tenía duda de lo que me decían sus expresiones y una enorme sonrisa se puso en mi cara, y ellas al verla se echaron a reír nerviosamente mientras se miraban entre ellas.

—Desde luego, sois las cuatro unos diablillos aterradores —les dije en broma. 

—¿Cuatro? —contestaron ellas, poniendo esa cara de inocencia que ponían cuando se veían pilladas en algo.

—Sí cuatro, aunque a lo mejor habría que añadir algún diablo mas a la ecuación —dije pensando en  Alice, esa sí que era un buen diablo.

—No sé a qué te refieres —dijo mi madre fingiendo sorpresa.

—Vamos mamá, ¿a quién esperamos? —pero no pudieron contestar, porque el teléfono de Rose sonó.

—¿No me irás a decir que te has perdido y no sabes cómo llegar?— preguntó  Rose a quien llamaba por teléfono,  un tanto enfadada y rodando los ojos al mismo tiempo.

Reí para mis adentros,  esa frase me confirmaba todo, había dado en el clavo,  solo Bella era capaz de perderse en el pueblo que la vio nacer. Debo reconocer que el pueblo había cambiado y crecido en estos años, pero es que mi Bella es tan despistada que se perdería en una plaza si tuviera la oportunidad.

—Bella hija —dijo Rosalie—, de verdad que por mil años que pasen tú serás siempre igual ¿verdad mi niña?, sí, si ya sé que el pueblo ha cambiado pero amiga ¡es tu pueblo, por Dios! –yo seguía apoyado en el marco de la puerta con la sonrisa en la cara y escuchando la conversación. De repente Rose volteó y se me quedó  con cara de ups, he metido la pata, y por el rabillo del ojo vi como mi madre se entretenía en remover una ensalada inexistente y Ángela encontraba las baldosas del suelo muy interesantes. Ya no me pude aguantar más la carcajada y comencé a reír con todas mis ganas, yéndome hacia el salón a por las llaves del volvo.  Emmett me miraba confundido.

—No te muevas de ahí que ahora os voy a buscar —oí que decía Rose.

—¿Dónde vas Rose?—preguntó mi padre.

—Se ha perdido —contestó Rose desesperada. Confirmado,  mi padre también estaba en el ajo.

 —Vale, espera que ya sé dónde estáis, ahora mismo voy a recogeros — dijo Rosalie.

—¿Quién se ha perdido?—preguntó Emmet—,  ¿a quién van a buscar?

—¿De verdad hermanito que no te has dado cuenta de que tu mujer y tu madre llevan todo el día muy extrañas?

— Bueno sí pero, como cada vez que traman algo se ponen así, pensé que… ¡Dios! —exclamó cayendo en la cuenta de repente.

—No es necesario que vayas Rose. Mi dama está en peligro y me corresponde ir a mí a rescatarla —le dije de forma muy teatral.  Rose se me quedó mirando a la cara y rompió en risas.

—Menuda sorpresita ¿no?, están en la entrada del pueblo en el  McDonald’s.

—Voy por mi mujer —dije mientras salía corriendo por la puerta con mi niña en brazos.

—¿Qué pasa papi?,  ¿a dónde vamos?—preguntó Gaby.

—Ahora lo verás.

Conduje lo más rápido que pude teniendo en cuenta que llevaba conmigo a una niña de cinco años.  Justo en la puerta del McDonald’s divisé  un coche rojo. Aparque enfrente de ellos y al salir vi a Bella. Los dos nos quedamos mirando un momento y sin pensarlo echamos a correr el uno hacia el  otro. Nos encontramos a mitad de camino y nos fundimos en el abrazo más fuerte que yo recordara jamás. Era un abrazo de alegría, de vida recobrada. Bella se separó un poco de mí,  se acercó al coche, desató el cinturón  de seguridad de la sillita de mi niña,  cogió  a Gaby en brazos y los tres nos volvimos a fundir en un abrazo. Yo le daba besos por todos los lados que buenamente podía,  la cara, los labios, la frente, el pelo, pero sobre todo los labios. Mi cuerpo reaccionó del mismo modo que lo había hecho en Jacksonville y de repente notaba mis pantalones un poco más estrechos de lo habitual. En un momento determinado, Alice  cogió a la niña para saludarla y yo aproveché para estrecharla más contra mi cuerpo y profundizar un  beso que había empezado. Ella enrolló sus manos en mi cuello alzándose un poco para besarme mejor,  cosa que aproveché y sin romper el beso la cogí por las nalgas y la alcé más arriba  obligándola a rodear mi cuerpo con sus piernas. Estuvimos así un buen rato, besándonos, nuestras lenguas danzaban en un baile rítmico, exquisito, se peleaban por ganar,  no me quedó ni un solo recoveco de su boca por recorrer, el aire nos faltaba pero eso no parecía importarnos, hasta que unas manitas nos tocaron mientras Gaby se reía divertida.

—Tía Alice dice que como sigáis así, os vais a ahogar –dijo mi niña riéndose.

—Vamos a casa mi amor —le dije aun con ella en mis brazos. Bella se bajó de mi cuerpo  y cogió a Gaby  y empezó también a besarla por todos los sitios, besos a los que la niña respondía gustosa, era precioso ver este reencuentro madre e hija. Yo aproveché para saludar a Alice y Jasper.

—Gracias por salvar a mi hija –le dije a Alice de nuevo, mientras  le daba un gran abrazo. Ya se lo había agradecido en Jacksonville pero estaba aun muy aturdida y me pareció  correcto volver a hacerlo ahora.

—Todo fue un placer —respondió —. Considero a Gaby como de mi familia, ya lo sabes. Para mis sois mis hermanos y ella mi sobrina.

—Gracias por incluirme en la ecuación  –dije agradecido de verdad.

—Me parece que te lo has ganado a pulso –añadió ella sonriendo de forma abierta.

—Te seguimos con el coche —dijo Jasper–, por fin alguien que sabe cómo llegar —dijo con un teatral suspiro  mirando a Bella con coña. Bella, que tenía aún  cogida a mi hija en sus brazos  le sacó la lengua,   me volví riéndome como un tonto  y rodeé el cuerpo de mi esposa con los míos  y las encaminé al coche.

—Que sorpresa y que alegría me has dado —dije cogiéndola de nuevo en mis brazos, una vez hubo puesto a Gaby en su silla,  y besándola otra vez.

—Esa era la idea. Y ahora,  ¿me llevas a mi casa?

—Será un placer  –le contesté con esa sonrisa torcida que sabía que tanto le  gustaba.

—Espera mis maletas.

—Aquí están —dijo Jasper—, y ahora sí, te seguimos que será la única forma de llegar –agregó mirando a Bella con guasa.

—De verdad que cuando no es Jacob eres tú —dijo Bella resignada entrando en mi volvo.

—Jasper, la voy a llevar primero a nuestra casa. Pero cuando pare no hay perdida, la casa de mis padres es justo la de al lado, la que tiene la verja pintada de  amarillo. Mi madre dice que el amarillo le recuerda al calor que en Forks no hace —dije rodando los ojos y entrando a mi vez al coche—.  Cuando paremos quedaros con Gaby, mientras yo llevo a Bella a casa ¿ok?—tenía una sorpresa que darle y quería dársela a ella sola. De repente observé que Bella estaba muy callada.

—¿Qué pasa?

—Todavía lo tienes —me dijo emocionada.

—Bueno, este es otro modelo más moderno, el otro simplemente dijo adiós. Pero por nostalgia cogí el mismo color y la misma marca. Pasamos muchas cosas en aquel coche ¿recuerdas?—ella asintió con la cabeza—.  De todas formas cuando te llegue el Aston Martin me lo tienes que dejar—dije guasón y ella volvió a decirme que sí con la cabeza—vamos primero a casa mi amor. Estoy deseando enseñártela y tengo una sorpresa para ti —le dije con una sonrisa en mi cara tan grande como todo el mapa estadounidense enterito.

—Y yo deseando verla.

—Es tan bonita mamá, seguro que te encanta —dijo mi niña

—Teniendo en cuenta el amor con que se ha hecho, seguro que me encanta –contestó mirándome a los ojos con esa mirada que tanto había echado de menos.

—Edward que pasa con…ya sabes…Kate no ha querido decirme nada.

—Eso forma parte de la sorpresa, mi amor.

Arranqué el coche y con mi mano derecha cogiendo la suya me encaminé a lo que desde ahora mismo sería nuestro hogar. No podía evitar mirarla, estaba tan feliz y a ella se le veía igual. Llegamos a la casa. Le indiqué a Jasper con la mano cual era la de mis padres y dejé a Gaby con ellos no sin antes explicarle  que necesitaba un momento a solas con su madre. Abrí  con el mando la verja de acceso al garaje y una vez aparcados  nos dirigimos dentro de la casa.

—¿Qué te parece? –le pregunté ansioso mientras veía como inspeccionaba toda la cocina—, si hay algo que no te gusta… a lo mejor acostumbrada a esa tan enorme que tenias en Jacksonville

—Es perfecta – me cortó—, me encanta y está decorada maravillosamente. ¿Renée te ayudó o lo hiciste tú?

—Bueno, no quería que nadie entrara antes  que  tú pero ya sabes que a mí la decoración…,  Renée y Rose me echaron una manita…—confesé.

—Pues es maravillosa Edward. Ya veo que me prestabas atención cuando te describía mi cocina perfecta –me dijo haciendo que las lágrimas salieran a mis ojos. Por supuesto que  había escuchado todas y cada una de las palabras y eso se reflejaba en cada rincón de la casa.

—Y no solo me escuchaste con la cocina mi amor, también es mi salón perfecto, mi despacho y biblioteca perfectas  y mi sala de juegos perfecta —me dijo una vez hubo visto esas tres partes de la casa. Ahora estábamos yendo  hacia las habitaciones y yo cada vez estaba más nervioso porque viera nuestra habitación. La verdad es que me había esmerado muchísimo,  era en donde había puesto más amor y más dedicación. Pero primero fuimos a que viera la habitación de Gaby.

—Vaya —exclamó mi Bella—,  ya veo que ha conseguido que su padre le compre la famosa cama de la Bella Durmiente  —dijo admirando la enorme cama que le había comprado—. Me gusta mucho, es preciosa, ¿ya duerme sin pesadillas?

—Ya consigue dormir sola la mayor parte de la noche  y cuando se despierta y tiene miedo, coge esto – dije enseñándola el Walki— llama a su papá y hablamos un rato y luego se vuelve a dormir —Bella me miró enarcando las cejas.

—Fue idea mía pero Ángela dice que le ha ido bien —expliqué orgulloso—. ¿Vamos a que te enseñe nuestra habitación?—le pregunté deseando mostrársela

—Por supuesto— dijo cogiéndome de la cintura.

Y de esta manera nos encaminamos hasta nuestra habitación. Cuando entró en ella, sus ojos se abrieron como platos y literalmente se quedo muda de la impresión. Pasaron unos largos segundos, o quizás fueron minutos, viendo y observando toda la estancia. La enorme cama King Size, con su cobertor dorado. El tocador con sus mesillas de noche  a juego con la cama  que entre mi madre y yo habíamos escogido, el enorme espejo, el reproductor de música,  el vestidor…las fotos enmarcadas que había en la repisa de la enorme chimenea, los cuadros de la pared que no eran más que fotos ampliadas de nuestra boda, del nacimiento de Gaby… y uno muy especial que alguien había pintado para nosotros.

—Edward es…es…—se la veía que casi no podía hablar, tenía un nudo en la garganta. Me acerqué a ella intentado tranquilizarla— ¿te gusta? –  le pregunté besándola en el cuello y subiendo hasta el lóbulo de la oreja—, la cama está esperando a que esta noche la estrenemos —le dije de forma muy seductora al oído. De repente se volvió me echó los brazos al cuello y comenzó a sollozar en mi hombro.

—Es maravillosa, Edward, no tengo palabras, es… es todo lo que había soñado. Y yo que pensé que te aburría cuando te hablaba de estas cosas. Nunca pude haber imaginado… gracias —dijo besándome castamente en los labios.

—Espera que aún  no has visto el baño —le dije empujándola hacia el enorme cuarto de baño donde había hecho instalar un jacuzzi con todas sus comodidades. Al lado una enorme y cómoda ducha, no había que olvidar que allí protagonizaríamos algunos momentos…

—Edward —chilló Bella— es maravilloso. No… no tengo palabras, gracias, mil veces gracias. Gracias por quererme, gracias por todo Edward.  ¿Has hecho todo esto estando con la bruja?

 —Venía aquí cada vez que quería estar un rato a solas, era mi refugio, mi sitio especial donde solo existíamos tú y yo  —le dije con la verdad en la mirada.

—Pues ahora será nuestro hogar, nuestro sitio especial, para los tres.

—¿Y para lo que pueda venir no?–  pregunté inocentemente—. Yo  ya tengo mi princesa pero tú querías un Edward en miniatura ¿recuerdas?— le dije como quien no quiere la cosa.

—Y aún lo sigo queriendo, sobre todo si es tuyo y se parece a ti —me dijo dándome otro beso—. Si quieres empezamos a intentarlo desde ya.

—Estaré encantado mi amor—dije radiante de alegría—. Nada me haría más feliz que otro hijo contigo y mil más si vinieran así no se hable más. ¿Amor?—pregunté—,  ¿te gustaría cambiarte de ropa y refrescarte un poco?

—Pues la verdad es que sí. No tardaré mucho.

—Te ayudaría, pero tenemos que acudir a una cena. Pero esta noche no te escapas —añadí en su oído mientras dejaba caer mi aliento en él. Ella se estremeció y mi cuerpo parecía que tenía fuegos artificiales dentro.

Mientras se duchaba bajé a por las maletas que habíamos dejado en el coche y antes de subir, cogí aquel CD donde estaba grabada la nana que en su día compuse para ella. Subí de nuevo a la habitación, metí el Cd en el reproductor y esperé…Al cabo de unos segundos, apareció envuelta en mi albornoz, tal y como esperaba. Encendí el reproductor y la música comenzó a sonar.

—Bella antes que nada— dije un con una mezcla de duda y ansiedad—, quisiera volver a darte una cosa—dije dirigiéndome al ya más que famoso cajón  y cogiendo el cofre del que saqué una caja forrada de terciopelo negro. Lo abrí delante de ella, allí descansaba, junto con las alianzas,  el anillo de mi madre, el que yo le regalé  el día de la graduación y que luego me devolvió.

—Bella,  el juez ha anulado mi matrimonio con Tanya, ha admitido la alegación de Enajenación Mental Transitoria por lo que he quedado libre del delito de bigamia y ha declarado el nuestro totalmente legal a cambio de que testifique contra los Vulturi en el juicio. Los documentos definitivos todavía no los tengo, se los van a enviar a Kate pero  soy libre, estamos legalmente casados y esto te pertenece –le dije con el corazón encogido por la angustia–. Siempre fue tuyo ¿quieres por favor volvértelo a poner?

—Será  un placer –me contestó y mi corazón se hinchó de alegría.

—¿Me lo quieres poner tú?—me pidió con una sonrisa de oreja a oreja. Cogí  su alianza y me arrodillé ante ella.

—Isabella Marie Swan, ¿quieres volver a casarte conmigo para poder amarte y respetarte como  te mereces  toda la vida hasta que la muerte nos separé e incluso más allá de ésta y para, en la medida de mis posibilidades,  reparar  con mi amor el daño que te hice y subsanar todos los errores que cometí?

—Sí quiero –me dijo mientras deslizaba de nuevo el anillo por su dedo. Ella  tomó el otro anillo, el que me correspondía a mí,  me miró con una expresión cargada  de amor, hizo que me pusiera en pie  y repitió mis palabras…

—Edward Anthony Masen, ¿quieres volver a casarte conmigo para poder amarte y respetarte tal y como tú te mereces hasta que la muerte nos separé e incluso más allá de ésta y poder así dejar que repares con tu amor todo el daño que me hiciste y los errores que cometiste y, por supuesto, poder hacer yo lo mismo?

—Claro que quiero, lo estoy deseando –le dije mientras ella deslizaba de nuevo la alianza por mis manos. La  acerqué más a mi cuerpo para  poder besarla. Luego tomé  el anillo  y antes de ponérselo en el dedo correspondiente me puse de rodillas de nuevo  ante ella. Bella me miraba con lágrimas en los ojos, mientras la música seguía sonando.

 — Bella,  me gustaría volver a renovar nuestros votos matrimoniales en una iglesia, delante de un sacerdote, de la familia y de todo vecino del pueblo que quiera venir. Quiero proclamar de nuevo a los cuatro vientos que eres mía y que yo soy tuyo, y  esta vez para  siempre.

—Mi respuesta es sí, yo también quiero renovar los votos delante de todo el mundo y proclamar que te quiero.

Le deslicé el anillo en su dedo, me levanté del suelo, la tomé en mis brazos y la besé. La besé como si esa fuera la última noche que íbamos a pasar juntos, la besé con una desesperación que jamás pensé que pudiera llegar a sentir, con un amor infinito, la cogí entre mis brazos y la llevé a la cama, me deshice del molesto albornoz y   como dos locos enamorados consumamos de nuevo nuestro amor.

 Me  separé a regañadientes de ella, pero teníamos que acudir a una cena y  Bella tenía que cambiarse. La esperé en la sala de juegos entretenido con un videojuego al que llevábamos unos días jugando Gaby y yo. Pasados unos minutos apareció por la puerta preciosa, totalmente preciosa. Se había puesto una blusa roja que resaltaba más esos hermosos senos que eran mi perdición. La blusa era muy sencilla pero tenía un montón de botones que instintivamente deseé desabrochar en ese mismo instante. Llevaba también una falda negra muy estrecha   por encima de la rodilla que  resaltaba sus maravillosas piernas.  Le puse el abrigo antes que mis primitivos y por demasiado tiempo dormidos instintos siguieran haciendo estragos en mi entrepierna, y salimos de la casa tras haber cerrado la puerta.

Nos encaminamos hacia la casa de Renée y Charlie  por un camino interior que conectaba las dos  y  que se había construido dada la enorme amistad existente entre los Masen y los Swan. De ahí que fueran mis tutores legales y por eso pudieran adoptarme sin problemas. Cuando llegamos a la casa,   una alegre Rose  seguida de una no menos alegre Ángela,  rodearon a Bella entre sus brazos. Mientras los demás esperaban para saludarla.

— ¿Qué tal estás hermanita? –dijo un Emmet que no salía aún de la sorpresa.

—Muy biencontestó Bella—.  Ya ves que he traído refuerzos –dijo irónicamente mirando a Alice y Jasper.

—Ya sabes que yo siempre detrás de ti, como hermanas siamesas tal y como afirma mi padre —contestó Alice siguiendo  la broma.

—Lo que pasa Alice,  es que si te quedas sola en Jacksonville,  ¿a quién vas a enredar para una de tus interminables tardes de compras?—preguntó Bella alzando una ceja —además, tus padres también se vienen para acá ¿no?

—Bueno, aquí tampoco escaparás hermana —dijo Rosalie—, en Port Ángeles ya hay varios centros comerciales y si no  está Seattle.

Bella gimió y  Rosalie y Alice  se echaron a reír, junto con mi madre y Ángela.

—Hola Bella —dijo Ben saludándola–, no sabes cuánto me alegra verte por aquí y verte con este de nuevo –dijo refiriéndose  a mí—.  Parecía un ánima del purgatorio que se hubiera perdido en Forks  —y todos reímos de nuevo.

—¿Y Jacob?,  ¿no decíais que venía también con vosotras?—preguntó mi madre.

—Le esperamos después de las navidades con Nessie.

—¿Nessie? —dijeron mi madre, mi padre y Rose a la vez.

—Sí — dijo Bella resignada—, ha pasado igual que con Gaby ya nos lo pegó.

Con la excusa de que le quería enseñar a Alice su antigua habitación  las cuatro mujeres subieron escaleras arriba mientras mi madre daba, con nuestra ayuda, los últimos retoques a la cena. Rose, Ángela  y Alice bajaron solas y yo supuse que Bella necesitaría un rato a solas en esa habitación llena de recuerdos. Pero ante una señal de Rose, subí para compartir ese momento con ella. Cuando llegué estaba sentada en la cama mirando al vacío. Me senté detrás de ella y la rodeé con mis brazos dándole un beso en la mejilla, mientras en silencio recordábamos el pasado. Nuestras guerras de almohadas, mis escapadas nocturnas para meterme en su cama, las huidas  por la ventana para ir a nadar a la piscina a altas horas de la noche, las horas interminables estudiando o escuchando música, las bromas que Emmett le gastaba debido a su manía  de no guardar nunca los CDs en la caja que les correspondía cosa que nos volvía locos a todos, la noche en que estuvimos mirando las joyas de mi madre después de que Renée me dio ese joyero al cumplir los dieciocho…

Al cabo de un rato bajamos con nuestras manos entrelazadas y todos nos pusimos a cenar. La cena transcurrió como todas las cenas en casa de los Swan, con bromas, risas y chistes a los que contribuían Ángela y Ben además de  Jasper y Alice que parecían muy a gusto con nosotros. Yo,  en lo único que pensaba, es que esa cena acabara cuanto antes para poder tenerla en nuestra cama debajo de mí. Volviendo a recuperar mi vida, nuestra vida…su amor.

Habíamos decidido por el camino que les daríamos las nuevas noticias a  los postres pero mi madre, nada más entrar reparó en la alianza que Bella volvía a llevar en su mano. Ante su mirada interrogante  le dije que tuviera paciencia que a los postres se enteraría

—Pero yo soy la madre  —se quejó – tengo derecho a saberlo antes.

—Pues en este caso lo sabrás con todos los demás, créeme mamá,  espera y te gustará  más la noticia –le dije intentando persuadirla.

Y  puedo  decir que funcionó, no del todo, pero funcionó. Aunque estuvo toda la noche echando miraditas y lanzando indirectas, tanto es así que Rose, Ángela y Alice se percataron del asunto y decidieron llamar a Bella a la cocina. Cuando salió de allí, Bella llevaba una sonrisa triunfante y ellas cara de resignación. 

Por fin, llegaron los postres y con ello el momento…

 

 

 

 

Capítulo 20: La historia de Carmen y un giro inesperado Capítulo 22: Redención

 


Capítulos

Capitulo 1: Capitulo 1: Accidente, noticia y reencuentro Capitulo 2: Capitulo 2: Jacksonville Capitulo 3: Recuperando tu amor. Capítulo 3 : Jacksonville, segunda parte Capitulo 4: Recuperando tu amor. Capítulo 4 : Recuerdos Capitulo 5: Recuperando tu amor. Capitulo 5 : Recuerdos, segunda parte Capitulo 6: Capitulo 6: Marco Capitulo 7: Capitulo 7 : Enfrentando la verdad Capitulo 8: ¿Reconciliándonos? Capitulo 9: Empezando de nuevo Capitulo 10: Ellas estarán bien Capitulo 11: Limpiando mi alma Capitulo 12: Amenazadas Capitulo 13: Angustia Capitulo 14: Luz en la oscuridad Capitulo 15: Pesadillas Capitulo 16: Despedida y regreso Capitulo 17: El principio del fin Capitulo 18: El final Capitulo 19: Las noticias más esperadas Capitulo 20: La historia de Carmen y un giro inesperado Capitulo 21: Volviendo a la vida Capitulo 22: Redención Capitulo 23: Tarde de compras al estilo Alice Capitulo 24: El Perdón Capitulo 25: Nochebuena de amor, Navidad maravillosa Capitulo 26: Baile de la Policía, condecoración y algo más. Capitulo 27: Mi heroe Capitulo 28: Horas de angustia e incertidumbre Capitulo 29: Inauguración Capitulo 30: El Juicio Capitulo 31: Juramento de Hipócrates Capitulo 32: La soledad de la muerte Capitulo 33: En los montes de Olympic Capitulo 34: Despedidas de solteros Capitulo 35: Sí quiero, otra vez Capitulo 36: Alice e Isabella Capitulo 37: Epílogo: Parte 1: Golpe del destino; Parte dos: Asignatura pendiente. Capitulo 38: Outakke 1: El hombre de hielo y su pequeño gran monstruo Capitulo 39: Outakke 2: Isabella Marie Masen swan, marca la diferencia Capitulo 40: Outakke 3: Padres, hijos y otras cuestiones

 


 
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