RECUPERANDO TU AMOR (+18)SUMMARY:

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/07/2011
Fecha Actualización: 25/05/2012
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 103
Visitas: 100787
Capítulos: 40

 Disclaimer: Los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen, pertenecen a la amravillosa SM, yo solo juego con ellos.


SUMMARY:

Edward Cullen no tuvo mas remedio que separarse de su esposa Isabella Swan, obligado por las circunstancias. Cinco años después un acciente fortuito hace que se reencuentren. Edward se enteta de que Bella vuelve al pueblo y ésperando verse pronto libre de esas circunstancias y de momento enfrentándose a ellas, decide hacer lo que debería haber hecho hace tiempo:luchar por ella y recuperar su amor.

 

 

 

 

PROLOGO

No sabía en qué momento exacto me había enamorado de Bella Swan. Solo sabía que la había amado toda mi vida. Yo creo que ya estaba enamorado de ella cuando a la edad de diez años mis padres, Edward y Elizabeth junto con los de Rose, William y Rosalie,  morían en aquel horrible accidente de tráfico,  y los Swan me acogieron en su casa como a un hijo mas.

Pero  los celos enfermizos de una persona sin escrúpulos, mala y despiadada y el ansia de venganza de otra no menos despiadada, nos habían separado de la manera más cruel.

Emmet, se había quedado dormido a mi lado. Eche hacia atrás el respaldo del asiento del avión que me llevaba cada vez más cerca de ella, en un intento por dormirme. En cuanto cerré los ojos mi mente evoco cada uno de los momentos vividos a su lado. Me abstraje del tal manera, que casi podía sentir sus manos acariciándome, sus labios besándome, su olor… hasta que la voz de la azafata anunciando la llegada del vuelo me saco de mi sueño.

Mientras caminaba por el largo pasillo, mi corazón latía furiosamente, los nervios se me  habían acumulado en el estomago nada más cruzar la puerta del hospital. Hoy la vería después de cinco interminables años, en los que no he dejado de adorarla, amarla y recordarla ni un solo instante. Cinco largos años en los que no he dejado de odiarme a mí mismo por lo que la hice. ¿Cómo pude ser capaz? ¡Dios, me siento tan miserable! ¿Cómo va poder ella perdonarme algún día si yo mismo no puedo?

Mi madre adoptiva, René Swan, aun  estaba en la UCI y allí solo podía estar una persona. Rose dijo que se quedaba con ella mientras Emmet y yo nos fuimos a buscar a Bella. Cuando mi hermano y yo llegamos al mostrador, Emmet se dirigió a la enfermera para preguntar por mi amor.

__ Hola buenos días ¿La Doctora Swan, por favor?

__ Estoy aquí hermano, __  dijo una hermosa voz detrás de mí y al instante todos mis sentidos se pusieron en alerta. Me volví como en cámara lenta y allí estaba ella, tan preciosa,  tan dulce, tan real después de años de recordarla. Recuerdos, que no la habían hecho ninguna justicia. Estaba mucho más guapa que en mis sueños, mas mujer,  el embarazo y el haber tenido una hija le habían sentado genial. La ropa que traía puesta, el típico pijama y bata verde con el que solía vestirse un médico,  me intimidaba, nunca la había visto vestida así. Nos quedamos mirando durante un largo rato, cada uno sumergido en la mirada del otro, como antes, como siempre hacíamos, de repente todo el dolor y el sufrimiento parecían haberse borrado, solo estábamos ella y yo. No había nadie más. Mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho,  mi piel estaba erizada y mi cuerpo, bueno mi cuerpo era un caso aparte

__ ¿no me vas a saludar? , __ dije adelantándome hacia ella con intención de darle un beso en la mejilla

__ Hola Edward, __  dijo echándose para atrás totalmente impactada de verme ahí, estaba claro que no me esperaba. __ ¿Qué tal?

__  Bien, __   Conteste  con el corazón encogido por el dolor del rechazo, __ tú estás muy guapa. _  Dije mirándola con amor, con ese amor que sentía por ella, con adoración con ternura.

__  Gracias, __  dijo sonrojándose y devolviéndome la mirada con esa expresión que ponía siempre que estaba preguntándose algo

__ ¿De verdad está todo bien? , __   la volví a preguntar

__  Bueno ahora mejor, ya paso el susto. __  Y volvimos a perdernos el uno en la mirada del otro. ¡Dios, Como amaba a esa mujer! Que ganas de estrecharla en mis brazos y besarla hasta dejarla sin aliento. Y como si mi cuerpo obedeciera una orden de mi subconsciente, me acerque a ella y la abrace.  Que maravilloso era volver a sentir en mis brazos ese delicado cuerpo que tan bien encajaba en el mío, volver a disfrutar de ese olor que no había cambiado con el tiempo, volver  a rozar su piel. Pero ella después de devolverme el gesto durante un maravilloso momento,  rompió el abrazo.

__  ¿Dónde está Tanya?,-__ dijo preguntándome por la mujer que yo más odiaba en este mundo y rompiendo la magia del  encuentro.

__ Ella no ha venido Bella, hemos venido solos Emmet y yo

__ Bella ¿Cómo estás?, __ dijo Emmet rompiendo la tensión.

___Bien, bastante bien… dentro de lo que cabe, __  contesto ella. Yo era incapaz de apartar la mirada de su rostro, era tan hermosa  __ ¿Habéis visto ya a mama?__  Pregunto.

__ Si Rose nos fue a recoger al aeropuerto. Vinimos directamente para acá. No hemos podido hablar mucho con ella, ya sabes que en la UCI no puede estar más de una persona, así que hemos tenido que entrar de uno en uno. Rose se ha quedado con ella y nosotros hemos venido a buscarte, queríamos verte.

__ ¡Mama, mama! , __  dijo de repente una voz detrás de nosotros__, ¡Tía! dijeron otras dos. _  Bella se volvió en el acto y los miro a los tres críos con una cara de muy pocos amigos y ellos captaron el mensaje.

__  Vale, vale, ya lo pillamos, en un hospital no se chilla, dijo Gabriela. Al tiempo que el móvil de Bella vibraba en su bolsillo.

__ ¿Sí? _  contesto ella a la vez que mis sobrinos se tiraban encima mío y de mi hermano para saludarnos. Note como Gabriela se quedaba atrás retraída, yo quería acercarme, tomarla en mis brazos y darla un beso pero…no sabía si era prudente. La niña me miraba  fijamente y de repente una sonrisa ilumino su cara.

_ En un hospital no se chilla  _  dijo Bella encarando a las tres figuras que ahora la miraban un poco temerosos _  y tampoco se deja por ahí abandonadas a las niñeras. No veo a Emily por ningún sitio ¿Sabéis donde está?

_  Yo creía que venía detrás de nosotros _  dijo mi sobrino Peter con cara de inocencia.

_  ¿Eso creíais? Pues mira que acaba de llamarme por teléfono para preguntarme si estáis conmigo, porque se ha parado a hablar con  una amiga y de repente habéis desaparecido de su vista.

__  Pues eso __  dijo Gabriela que seguía mirándome de reojo – se ha parado a hablar con Charlotte y nosotros teníamos prisa por saber cómo estaba abu René.

__ A abu René todavía no la han puesto en una habitación con una camita y donde está los niños no pueden pasar. Así que ahora nos vamos a ir a la cafetería a tomar algo mientras esperamos que la trasladen y luego os vais a ir a la guardería del centro porque Emily se ha tenido que marchar  ¿Ok?

Bella en ese momento se dio cuenta que mi hija no hacía más que mirarnos, sobre todo a mí que me estaba poniendo más nervioso aun de lo que estaba. Aunque tengo que reconocer que estaba disfrutando viéndola ejercer su papel de madre ¡Se le daba tan bien! Parecía que hasta incluso los dos diablos que tengo por sobrinos la tenían un respeto.

__ Gaby hija, mira, estos son tu tío Emmet, el padre de Tony y Peter

__ Hola tío Emmet. __ dijo Gabriela dándole un beso y un abrazo.

__ Y este es __ continúo  Bella y yo me prepare para recibir una bofetada emocional, pues sabía que me iba a presentar como su tío. ¡Dios bendito! Hasta eso me había negado esa zorra que tenia por esposa. Pero no estaba preparado para esto, juro, que no lo estaba.

__ ¡Papa!__ dijo Gabriela, tirándose a mis brazos.__ Tú eres mi papa ¿Verdad? Si, si lo eres,  eres igualito a la foto que mi mama me dio.

__No podía dar crédito a mis oídos. No puedo describir la emoción y la alegría que me embargo en ese momento. MI niña sabía quien era yo. Bella la había hablado de mí.

 Me quede mirando incrédulo a mi hermosa Bella, a mi niña, a la que consideraba mi mujer,  mi verdadera  esposa, aunque un montón de papeles sin sentido dijeran otra cosa. Ella me sostuvo la mirada, esa mirada de ojos chocolate en la que solía perderme.

__ Tú, ¿La has hablado de mí?

__Tenía derecho a saber

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 38: Outakke 1: El hombre de hielo y su pequeño gran monstruo

 

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen son propiedad exclusiva de S. Meyer.

Outakke 1: El hombre de hielo y su pequeño gran monstruo.

POV ARO/TANYA (Narración en tercera persona)

Sentado en la lujosa mesa que presidia el enorme despacho de aquella inmensa casa, Aro Vulturi escuchaba impasible  las noticias que por teléfono le estaba dando unos de sus esbirros, contándole el último desastre que había ocasionado la inútil de su hija. Resultado: una mujer y un niño gravemente heridos, uno de los asaltantes muerto y el otro también  gravemente herido. Dos supuestos agentes del FBI, que intentaban huir,  muertos uno a consecuencia de un accidente supuestamente provocado por su más fiel esbirro  y el otro abatido a tiros por un compañero que a su vez había sido detenido. Esperaba que el detenido no fuese Laurent, pero por si acaso tendría que empezar a ponerse en contacto con sus abogados.

Poco le importaba a él que al otro lado del país una mujer estuviera en estos momentos debatiéndose entre la vida y la muerte y que un niño pequeño estuviera sufriendo la misma suerte. Poco le importaba que aquellos dos supuestos agentes muertos fueran aquellos hijos biológicos tenidos con la mujer que se supone realmente amaba. Lo único que le preocupaba es que su hija, la idiota e inútil de su hija, había metido la pata un vez más dejándole a él en entredicho y exponiéndole, cuando a su vez él ya se estaba encargando del asunto… “a su manera”.

De vez en cuando lanzaba alguna que otra maldición contra Tanya  mientras enfrente de él, sentada en el enorme sillón, Carmen Vulturi estaba  con la cabeza totalmente gacha, con los ojos puestos en el café que se estaba tomando  y sin atreverse a replicarle. Ya conocía ella en sus propias carnes lo que suponía llevarle la contraria o no hacer o hacer algo que a él no le pareciera bien. A estas alturas de la historia Carmen Vulturi tenía clara una cosa y es que, hiciera lo que hiciera, y como lo hiciera, para Aro Vulturi siempre estaría mal. Si había algo de lo que se arrepentía en su vida era de haber dejado de lado a aquel hombre que de verdad la amaba aceptando en su lugar a aquel monstruo. De hecho la noche anterior había vuelto a ser víctima de uno de sus “castigos” porqué supuestamente la cena estaba salada y ella y solo ella, no la cocinera de la inmensa mansión, tenía la  culpa, ¿es que su cuñada Athenodora no vivía también allí y era tan responsable como ella del mantenimiento de la casa? La había golpeado hasta cansarse para después forzarla una vez más a mantener unas relaciones que  le daban cada vez más asco.  Ojala algún día tuviera la oportunidad de vengarse, porque lo haría sin dudar un solo segundo…

—Definitivamente tu hija es tonta –volvió a repetir una vez que hubo colgado el teléfono. No tiene cabeza, no piensa como es debido. A veces pienso que Renata tiene razón y que debí encargarla de todo a ella.

—¿A qué… a que te refieres? –preguntó una asustadísima Carmen.

—Nada que te importe –respondió mirándola con desprecio y dándose cuenta de que llevado por la ira había hablado de más involuntariamente  –. Como no va a ser tonta pareciéndose a ti –añadió volviéndola a mirar  de aquella forma amenazante tan típica de él, lo que provocó que Carmen bajase la mirada totalmente aterrorizada.

—Hola tito querido –saludo Renata que en ese momento entraba al despacho de Aro alertada por las voces que estaba dando su tío —¿qué sucede?

—¿Qué qué sucede?, míralo por ti misma –contesto Aro poniendo en ese momento la enorme televisión que había en la estancia. Renata, Cayo y Athenodora, que habían entrado junto a ella se sentaron en ese momento en el sillón para escuchar las noticias del día,  al tiempo que una sumisa Carmen se levantaba para irse en silencio sin siquiera haber terminado de tomar el café que estaba bebiendo ante el gesto que le hizo su marido.

—Ya te dije que me lo tenias que haber encargado a mi –dijo Renata enfadada por lo que estaba oyendo, confirmando lo que su tío había dicho momentos antes – y encima se confunden de mujer y de niño ¡es increíble!, yo sí que hubiera  sabido mantener a raya a ese pedazo de hombre. Si no se la hubiera ocurrido atentar contra la vida de la madre, Edward no hubiera marchado a Jacksonville y todo seguiría en su sitio, donde debe estar.

—¿Pero es que es ella la responsable del accidente de la madre? –preguntó Aro en  evidente estado de ebullición.

—Pensaba que lo sabías  hermano –intervino Cayo en ese momento.

—Yo que voy a saber, parece ser que en esta casa nadie me dice nada –contesto el hombre de hielo mirando desafiante al resto de la familia con esa expresión en el tan característica suya, capaz de helar al propio hielo y aterrorizar al mismo miedo.

—Ya le dije a Tanya que no lo hiciera, le pregunté si lo sabías y ella me dijo que sí, que tu se lo habías mandado –contesto Renata, la única capaz de calmar la ira de aquel monstruo aunque fuera a base de mentiras y malmetiendo o arremetiendo contra cualquier persona que tuviera a mano con tal de que su “tito” no se enfadase con su madre, su padre o con ella misma. Y si en el proceso lograba fastidiar a la idiota de su prima mejor. Ella también se había “enamorado” de Edward y sentía por Bella un odio atroz, de hecho la quería muerta al igual que a esa bastarda de su hija, pero es que por Tanya lo sentía mucho mas por haberle quitado su oportunidad con él. Seguro que ella no lo habría dejado escapar.  De hecho si de ella hubieran dependido los sucesos que ahora mismo estaba escuchando por la televisión, ninguna persona que no tuviera que estarlo hubiera salido mal parado, pero esa zorra y su asquerosa hija estarían a estas horas en el depósito, eso seguro. Y todo hubiera sido un trabajo limpio, muy limpio sin dejar rastro alguno.   María era una mujer que trabajaba rápido y bien. No como esos “bastardos” que se suponía eran tan primos suyos como Tanya.

—¿Y qué piensas hacer?

—Ya les he dicho a Laurent y a  Heidi que no dejen vivo a nadie que pueda testificar en nuestra contra, y que no se preocupen ya les sacaré de la cárcel en cuanto pueda si es que les llegan a detener.

—¿Te fías de ellos?

—De Laurent sí, pero de Heidi… —por cierto hay que sustituir a Irina, gracias a la tonta de mi hija también la han pillado.

—Definitivamente tu hija es imbécil  –dijo Athenodora que hasta el momento se había mantenido callada—. Claro que siendo hija de quien es ¿qué podríamos esperar?, ¿a quién vamos a poner ahora?, como si eso fuera tan fácil. Tenias que haberte casado con….

—En ese momento no era conveniente Athenodora y lo sabes…, además el amor es para los cobardes y yo no tengo tiempo para esas estupideces. Lo mío son los negocios y ese matrimonio era un negocio muy conveniente.

—Sí pero….

—Pero nada –cortó Aro levantándose del sillón y dando por concluida la conversación.

—Voy a habar con Tanya y a cerciorarme de que esto no vuelve a repetirse. Edward tiene que volver al pueblo y a nuestro redil cuanto antes. ¿Por qué cometería el error de dejarles vivir solos en esa casa? Tenían que haber venido a vivir a aquí, donde yo pudiera controlar a ese… bastardo y al resto de la familia, empezando por mi sobrina, sus suegros y esos viajecitos a donde no debían. Los toleré porque pensaba que Tanya tendría controlados a Edward y a esa especie de hermanastro suyo, pero ya veo que no. Ahora veo que dejar ciertos asuntos en manos de esa inútil fue un gravísimo error…

                      **************************************

 

En ese mismo instante una desesperada Tanya Vulturi se encontraba en el salón de su casa. Ni James, ni ninguno de sus primos se habían comunicado con ella pero sabía por las noticias del día lo que había sucedido. Por lo visto una mujer y un niño habían sido gravemente heridos durante el tiroteo y uno de los asaltantes muerto de un disparo mientras que el otro estaba también gravemente herido en el hospital, pero en la noticia no se daban datos de las victimas  ¡ojala ese niño fuese esa sucia bastarda y la mujer la zorra de su madre! A saber si  esa niña en realidad era hija de su marido. Pero eso no la impedía estar inquieta y ansiosa así que en estos momentos se encontraba escuchando las noticias  y paseando muy nerviosa de un lado a otro  del salón.

Por un lado, seguro que su Eddie estaba enfurecido con ella así que tendría que negar su participación en el atentado para que se le pasase el enfado , no le quedaba otra. No, mientras su Eddie no se diera cuenta de las cosas, no mientras esa mujer lo tuviese completamente idiotizado. ¿Cuándo se daría cuenta de que era ella la que verdaderamente lo amaba y que hacía todo esto por el bien de los dos, para que pudiesen estar juntos? 

Y, por otro lado,  seguro que su padre estaba enfurecido, más que enfurecido rabioso,  con ella. Otro que no comprendía que  hacía todo esto por amor ¿amor?, esa palabra no entraba dentro del vocabulario de Aro Vulturi, eso lo sabía ella de sobra, lo había aprendido a base de palos.

Y, para colmo de males  posiblemente no habría conseguido su propósito que no era otro que quitar del medio de una vez por todas a esa mujer y a su hija que tenían a su Eddie tan obsesionado y le impedían amarla. Era muy probable que fueran otras las personas heridas y no esas dos malditas Swan, pero eso no la impediría seguir intentándolo. Sí, definitivamente de una vez por todas y como fuera tenía  que cagarse de una vez a esa zorra y a su hija, las culpables de que su Eddie no estuviese con ella. Ya habría otras oportunidades, de un modo u otro conseguiría que estuviesen juntos para siempre. ¿Cuándo se iba a dar cuenta ese hombre de que ella era el verdadero amor de su vida y no esa zorra  de Isabella Swan? Pero eso no iba a quedar así, no señor, ella conseguirías separar a esa mujer de su marido aunque tuviera que morir en el intento.

Pero en esos momentos su preocupación primordial era su padre, su muy enfurecido padre que se transformaba en una especia de animal irracional cuando se enfadaba, pero ella había decidido que ya no le iba  a temer mas, no  señor, no se echaría  atrás, lo hecho,  hecho estaba y aunque hubiese salido todo mal, cosa que ella aun no sabía, ya habría más ocasiones…

Pero una cosa era decirlo y otra hacerlo, y en ese preciso momento en que oía como el coche de su padre se estacionaba en la puerta de su casa empezó a temblar como un flan, definitivamente su padre imponía y al verle salir del coche con ese semblante que ya de por sí hablaba por sí mismo,  no se sentía tan valiente…. Tendría que hacerse la sorprendida al principio y después tratar de  hacerle entender que era necesaria una intervención  y que lo sucedido no era para tanto, que solo estaba defendiendo lo suyo.

                                       *************************

Aro Vulturi aparcó el coche frente a la entrada de la casa de su hija y salió de él con semblante enfadado,  más que enfadado, totalmente furioso, tanto es así que, como habitualmente sucedía, asustaba al mismísimo miedo con esa aterradora  mirada que provocabas que todo bicho viviente en varios kilómetros a la redonda saliera huyendo despavorido.  

Se dirigió a la entrada de aquella casa que su hija compartía con su marido. Con cada paso que lo acercaba más a ella su furia iba creciendo,  ¿cómo su hija podía llegar a ser tan idiota?, ¿cómo podía estar tan cegada con un hombre que estaba claro que ni siquiera sentía un mínimo de simpatía por ella? Todo lo que tenía que hacer era retenerlo a su lado y ni eso había sabido hacer bien, pensó poniéndose aun mas encolerizado. Pero consciente de que con mal genio no iba a conseguir nada, intentó controlarse aunque sabía que en cuanto la mirara a la cara le iba  a ser imposible. Golpeó con fuerza el timbre de la puerta en un intento de aliviar su ira. Era su hija, pero le ponía totalmente de los nervios. Nunca había soportado a la gente inútil, tonta e inepta para el trabajo y Tanya era todo eso y mucho más, una dudosa virtud que había heredado de su madre. La había protegido porque era su deber como padre, pero eso un día acabaría, llegaría un día en que terminaría agotando su paciencia. Sabiendo lo obsesionada que estaba con Edward, nunca debió dejar que fuera ella y no Renata  la que se casara con él. Tanya no era capaz de mantener la cabeza fría  a la hora de actuar para mantener a ese hombre a su lado. Solo era una zorra, una estúpida zorra, al igual que su madre.

—Papi, ¿qué pasa?, ¿por qué estás tan enfadado? –preguntó una al parecer muy sorprendida Tanya cuando abrió,  lo que causó que la cólera de Aro aumentara de volumen en vez de disminuir ¿acaso pensaba que él era idiota como para creerse que no sabia nada de lo sucedido?

—¿Tienes idea de lo que has hecho?, ¿te haces las más mínima idea de la que  has armado? —pregunto Aro rojo de la ira aunque intentando calmarse un poco,  pero al mirar a su hija  a la cara su cólera se encendió en varios grados y le propinó  una fuerte bofetada en la cara tirándola contra la pared que había más cerca,  partiéndole el labio y, a juzgar por la sangre, posiblemente la nariz.

—Si te refieres a mandar a James a ocuparse de Bella y de su hija, no me arrepiento de ello –contestó Tanya  mientras se tocaba el sitio donde había recibido el golpe en un vano intento de limpiarse la sangre—. Edward me estaba desafiando. Constantemente me llegaban informes que me decían que esos dos estaban juntitos en actitud muy cariñosa y que Edward se pasaba las mañanas con su hija. Lo llamé por teléfono para avisarle y me retó, así que no tuve más remedio que…

— Que mandar al inútil de tu amigo James a que se las cargará ¿no es así? —preguntó  Aro  golpeando la mesa con el puño

— Bueno solo quería darles un susto. Para advertir a Edward de que voy en serio  —contestó Tanya  de forma altanera.

—¿Advertir?, ¿sabes en que ha acabado tu advertencia? —preguntó Aro cogiendo a Tanya por los brazos y sacudiéndola salvajemente lo que provoco que Tanya se golpease la cabeza con el pico de la ventana que estaba abierta y un reguero de sangre comenzase a descender por su cuello. Pero poco les  importó a ninguno de los dos.

—Pues espero que con esa mujerzuela y su asquerosa hija muertas  —contestó  Tanya mirando desafiante a su  padre

—Pero ¿no era solo una advertencia Tanya? —preguntó Aro con voz amenazadora y fría.

—Pero mientras adviertes los accidentes pueden ocurrir –dijo Tanya impertérrita.

—Pues para tu información Bella está intacta, ni un rasguño, al igual que su hija que solo tiene un fuerte ataque de nervios. Pero  la amiga y uno de los niños están muy malheridos y…

—Qué pena que no hayan sido ella y su hija –cortó Tanya a su padre totalmente decepcionada de que aquellas dos miserables mujeres hubieran salido intactas del atentado. ¡Maldito James, no sabía hacer nada bien!

—Pues no sé si con eso habrías tenido más suerte hija, lo que sí sé es que ahora voy a tener que solucionar otro de tus desastres. Da gracias a que tenemos amigos en todos los sitios  —dijo Aro soltándola de golpe lo que ocasiono que Tanya callera al suelo golpeándose fuertemente en la cabeza con la pared y provocando que otro hilillo de sangre bajara por su cuello haciéndole compañía al primero.

—¿Tienes a alguien de los tuyos también en Jacksonville?—  preguntó Tanya asombrada —¿no se supone que ibas a dejar Jacksonville  en mis manos y que tú te ocuparías de Irina y la sede central?, ¿tan poco confías en mí? –preguntó Tanya desde el suelo sacando fuerzas de no se sabe dónde.

—No, no confió nada en ti —respondió Aro muy cruelmente—.  ¿No creerás que iba a dejar en tus manos y de las de James una cosa tan crucial como es la vigilancia de Bella y su hija? Por precaución puse a Laurent allí, infiltrado en las oficinas del FBI en Jacksonville, irónicamente dentro del mismo equipo que protegía a Bella. Laurent ya me estaba informando de las actividades de Edward con Bella y la niña, y estaba viendo la forma de acercarse a él para darle una advertencia que le quitara las ganas para siempre de seguir desafiándome y le hiciera volver cuanto antes aquí, de donde nunca debió haber salido. Pero no,  tienes que venir tú a joderlo todo. ¿Tanya sabes que se grabó tu conversación con Edward?, ¿qué parte de tenemos que tener cuidado con los teléfonos y lo que hablamos  porque estamos siendo investigados no has entendido? –preguntó dándole  un nuevo puñetazo en la cara.

— ¿Qué?–preguntó  Tanya incrédula mientras gateaba  intentando sin éxito incorporarse  del suelo—yo llamé a Edward desde el teléfono seguro que tú me diste, con el mismo que te he llamado siempre a ti.

–Pues  tu conversación fue grabada no sé cómo pero lo fue, menos mal que Laurent pudo borrarla a tiempo antes de que se la llevaran a la central, porque claro tuviste que irte de la lengua como la estúpida que eres y darles el nombre de Irina.

—Creía que Edward estaría solo  —se disculpó Tanya

—¿Y cómo es que creíste eso?  Tanya, reconócelo, Edward te odia y ha visto la oportunidad de acabar contigo.

— Eso que dices no es verdad, mi Eddie  me ama. Solo es que… él aun no lo sabe —dijo susurrándolo para sí muy bajito

—Hija,  ¿cómo puedes ser tan tonta por dios? Edward ama y siempre amará a Bella Swan, grábate eso en la cabeza. Tu trabajo consistía  en que se olvidara de ella manteniéndole  satisfecho sexualmente, tan satisfecho que no tuviera tiempo de acordarse de ellas, pero ni para eso sirves, ¡eres una inepta! Además nada de esto  habría pasado si no hubieras mandado al inútil de James a dar un susto a su madre y a su vez el muy tonto no se le ocurre otra cosa más que mandar el trabajo a un drogadicto  –dijo Aro—. ¿No te paraste a pensar que si a la madre le pasaba algo Edward saldría corriendo?

—Ahí sí que no pretendía que la pasase nada –se defendió Tanya – solo quería demostrarle a Edward mi poder. Últimamente estaba muy brabucón conmigo.

—Pues tu intento de demostración acabo con su madre con una pierna rota y con Edward marchándose de Forks en busca de su amada —dijo Aro con voz dura

—Le llamaré –dijo Tanya –le diré que como no venga pronto…

—Tú no harás nada. Ya veremos cómo salimos de este lio. De momento James está muerto, Laurent lo abatió en el tiroteo, pero la mujer, Victoria, solo fue herida. ¿Tienes idea del problema que puede causar sino llegamos a ella pronto y se va de la lengua? Menos mal que también tengo a alguien en el hospital. Hija, tenemos una investigación en curso, ¿cuándo vas a ser consciente de eso? –preguntó levantándola del suelo donde Tanya había permanecido todo este tiempo y, zarandeándola de nuevo, la empujó  contra la pared con tal violencia que Tanya volvió a caer  golpeándose de nuevo con el pico de la mesa. La sangre seguía cayendo a borbotones por su cuerpo pero a ninguno de los dos parecía importarle.

— Perdona papa, yo solo quería que volviera lo que es mío –le dijo a su padre como pudo pues casi no le quedaban fuerzas.

— ¿Lo que es tuyo?–preguntó Aro incrédulo   —él nunca fue tuyo, te repito que su corazón pertenece a otra mujer pero aun así, te puse a Edward en bandeja hace cinco años y en todo este tiempo no has sido capaz ni de retenerle, por dios ¡ni para puta sirves! Si no fuera porque eres de mi familia, te iba a sacar de este lio…

—¿Qué puedo hacer?

Nada ya has metido bastante la pata  —contestó Aro— veremos qué pasa con la investigación. Quédate en casa tranquilita esperando que tu “maridito” vuelva de estar con su amante y atorméntate pensando que está en la cama con ella, besándola, acariciándola, amándola, mientras tú... sigues aquí esperando como la idiota que eres.  Veré si Laurent se puede acercar a él a darle algún tipo de advertencia.

—Papa, James y Victoria no era a los únicos que tenía en Jacksonville — anunció  Tanya con voz triunfante—,  tenía también a Félix y a Demetri. Estaban infiltrados en el equipo que vigilaba a Bella, se supone que eran los encargados de vigilar a James y Victoria. A lo mejor podríamos…

—¿Félix y Demetri?,  esos dos inútiles  que tienes,  o más bien tenías, por primos  que han intentado escapar como dos cobardes al ver el resultado del tiroteo y que al final han resultado muertos, el uno del golpe que se dio en un accidente que Laurent no tuvo más remedio que provocar y el otro abatido a tiros supongo que por él –informó a su hija de la manera más cruel y sin preocuparle si a esta la causaba dolor el que sus medio hermanos con los que mantenía una buena relación hubieran muerto—. Espero que por tu maldita culpa –seguía diciendo impasible ante las lagrimas de su hija —ni Laurent ni Heidi acaben en la cárcel porque sino el dinero que me costará sacarlos de allí, te lo quitaré de tu sueldo.  Aunque he de decir que no me extraña que Felix y Demetri intentaran huir, eran un par de sabandijas cobardes, no se parecían en nada a sus hermanas  y a su madre, esas sí que sabe hacer las cosas.

—Pero papá yo quizás podría –rogó una suplicante y llorosa Tanya que aun no había conseguido levantarse del suelo.

—Ya te he dicho  que no hagas mas,  dejare todo en manos de Laurent. 

Y dicho esto, Aro Vulturi,  el hombre de hielo, Salió de la casa de un portazo, dejando tirado en el suelo roto, desmadejado y sin fuerzas  al monstruo que él mismo había creado.

Minutos después una ambulancia que la misma Tanya se había ingeniado para llamar, se detenía en la puerta de su casa y, tras una breve revisión,  temblorosa y casi inconsciente era acostada en una camilla y metida en una ambulancia que se dirigió presurosa al hospital para que curaran las heridas que su propio padre le había causado.

                       ******************************

En ese mismo momento Aro Vulturi recibía la noticia de que Victoria, la mujer que podía delatarles había muerto misteriosamente en el hospital. Desgraciadamente Heidi y Laurent habían sido detenidos. Tendría que enviar a algún abogado de incognito para sacar a su más fiel esbirro de la cárcel y a Heidi, antes de que ninguno de los dos abriese la boca, aunque era más seguro que fuese Heidi la que acabara yéndose de la lengua pues Laurent era su más fiel esbirro y tenía mucho por lo que callar y serle fiel, así que tendría que ocuparse de ella primero.  Lo más importante era sacarles de la cárcel cuanto antes a ambos, luego… ya vería. No podía arriesgarse más, pensó, pero ninguno de sus pensamientos fueron dirigidos  a dedicar tan solo unos minutos  en sentir pena, lastima o tristeza por la muerte de aquellos que se suponía eran hijos suyos. Ni siquiera estaba preocupado por la suerte que correrían sus otras dos supuestas hijas Irina y Heidi. A Aro Vulturi solo le importaba una persona y esa era él mismo.

 

 

Capítulo 37: Epílogo: Parte 1: Golpe del destino; Parte dos: Asignatura pendiente. Capítulo 39: Outakke 2: Isabella Marie Masen swan, marca la diferencia

 


Capítulos

Capitulo 1: Capitulo 1: Accidente, noticia y reencuentro Capitulo 2: Capitulo 2: Jacksonville Capitulo 3: Recuperando tu amor. Capítulo 3 : Jacksonville, segunda parte Capitulo 4: Recuperando tu amor. Capítulo 4 : Recuerdos Capitulo 5: Recuperando tu amor. Capitulo 5 : Recuerdos, segunda parte Capitulo 6: Capitulo 6: Marco Capitulo 7: Capitulo 7 : Enfrentando la verdad Capitulo 8: ¿Reconciliándonos? Capitulo 9: Empezando de nuevo Capitulo 10: Ellas estarán bien Capitulo 11: Limpiando mi alma Capitulo 12: Amenazadas Capitulo 13: Angustia Capitulo 14: Luz en la oscuridad Capitulo 15: Pesadillas Capitulo 16: Despedida y regreso Capitulo 17: El principio del fin Capitulo 18: El final Capitulo 19: Las noticias más esperadas Capitulo 20: La historia de Carmen y un giro inesperado Capitulo 21: Volviendo a la vida Capitulo 22: Redención Capitulo 23: Tarde de compras al estilo Alice Capitulo 24: El Perdón Capitulo 25: Nochebuena de amor, Navidad maravillosa Capitulo 26: Baile de la Policía, condecoración y algo más. Capitulo 27: Mi heroe Capitulo 28: Horas de angustia e incertidumbre Capitulo 29: Inauguración Capitulo 30: El Juicio Capitulo 31: Juramento de Hipócrates Capitulo 32: La soledad de la muerte Capitulo 33: En los montes de Olympic Capitulo 34: Despedidas de solteros Capitulo 35: Sí quiero, otra vez Capitulo 36: Alice e Isabella Capitulo 37: Epílogo: Parte 1: Golpe del destino; Parte dos: Asignatura pendiente. Capitulo 38: Outakke 1: El hombre de hielo y su pequeño gran monstruo Capitulo 39: Outakke 2: Isabella Marie Masen swan, marca la diferencia Capitulo 40: Outakke 3: Padres, hijos y otras cuestiones

 


 
14447253 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios