RECUPERANDO TU AMOR (+18)SUMMARY:

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/07/2011
Fecha Actualización: 25/05/2012
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 103
Visitas: 100798
Capítulos: 40

 Disclaimer: Los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen, pertenecen a la amravillosa SM, yo solo juego con ellos.


SUMMARY:

Edward Cullen no tuvo mas remedio que separarse de su esposa Isabella Swan, obligado por las circunstancias. Cinco años después un acciente fortuito hace que se reencuentren. Edward se enteta de que Bella vuelve al pueblo y ésperando verse pronto libre de esas circunstancias y de momento enfrentándose a ellas, decide hacer lo que debería haber hecho hace tiempo:luchar por ella y recuperar su amor.

 

 

 

 

PROLOGO

No sabía en qué momento exacto me había enamorado de Bella Swan. Solo sabía que la había amado toda mi vida. Yo creo que ya estaba enamorado de ella cuando a la edad de diez años mis padres, Edward y Elizabeth junto con los de Rose, William y Rosalie,  morían en aquel horrible accidente de tráfico,  y los Swan me acogieron en su casa como a un hijo mas.

Pero  los celos enfermizos de una persona sin escrúpulos, mala y despiadada y el ansia de venganza de otra no menos despiadada, nos habían separado de la manera más cruel.

Emmet, se había quedado dormido a mi lado. Eche hacia atrás el respaldo del asiento del avión que me llevaba cada vez más cerca de ella, en un intento por dormirme. En cuanto cerré los ojos mi mente evoco cada uno de los momentos vividos a su lado. Me abstraje del tal manera, que casi podía sentir sus manos acariciándome, sus labios besándome, su olor… hasta que la voz de la azafata anunciando la llegada del vuelo me saco de mi sueño.

Mientras caminaba por el largo pasillo, mi corazón latía furiosamente, los nervios se me  habían acumulado en el estomago nada más cruzar la puerta del hospital. Hoy la vería después de cinco interminables años, en los que no he dejado de adorarla, amarla y recordarla ni un solo instante. Cinco largos años en los que no he dejado de odiarme a mí mismo por lo que la hice. ¿Cómo pude ser capaz? ¡Dios, me siento tan miserable! ¿Cómo va poder ella perdonarme algún día si yo mismo no puedo?

Mi madre adoptiva, René Swan, aun  estaba en la UCI y allí solo podía estar una persona. Rose dijo que se quedaba con ella mientras Emmet y yo nos fuimos a buscar a Bella. Cuando mi hermano y yo llegamos al mostrador, Emmet se dirigió a la enfermera para preguntar por mi amor.

__ Hola buenos días ¿La Doctora Swan, por favor?

__ Estoy aquí hermano, __  dijo una hermosa voz detrás de mí y al instante todos mis sentidos se pusieron en alerta. Me volví como en cámara lenta y allí estaba ella, tan preciosa,  tan dulce, tan real después de años de recordarla. Recuerdos, que no la habían hecho ninguna justicia. Estaba mucho más guapa que en mis sueños, mas mujer,  el embarazo y el haber tenido una hija le habían sentado genial. La ropa que traía puesta, el típico pijama y bata verde con el que solía vestirse un médico,  me intimidaba, nunca la había visto vestida así. Nos quedamos mirando durante un largo rato, cada uno sumergido en la mirada del otro, como antes, como siempre hacíamos, de repente todo el dolor y el sufrimiento parecían haberse borrado, solo estábamos ella y yo. No había nadie más. Mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho,  mi piel estaba erizada y mi cuerpo, bueno mi cuerpo era un caso aparte

__ ¿no me vas a saludar? , __ dije adelantándome hacia ella con intención de darle un beso en la mejilla

__ Hola Edward, __  dijo echándose para atrás totalmente impactada de verme ahí, estaba claro que no me esperaba. __ ¿Qué tal?

__  Bien, __   Conteste  con el corazón encogido por el dolor del rechazo, __ tú estás muy guapa. _  Dije mirándola con amor, con ese amor que sentía por ella, con adoración con ternura.

__  Gracias, __  dijo sonrojándose y devolviéndome la mirada con esa expresión que ponía siempre que estaba preguntándose algo

__ ¿De verdad está todo bien? , __   la volví a preguntar

__  Bueno ahora mejor, ya paso el susto. __  Y volvimos a perdernos el uno en la mirada del otro. ¡Dios, Como amaba a esa mujer! Que ganas de estrecharla en mis brazos y besarla hasta dejarla sin aliento. Y como si mi cuerpo obedeciera una orden de mi subconsciente, me acerque a ella y la abrace.  Que maravilloso era volver a sentir en mis brazos ese delicado cuerpo que tan bien encajaba en el mío, volver a disfrutar de ese olor que no había cambiado con el tiempo, volver  a rozar su piel. Pero ella después de devolverme el gesto durante un maravilloso momento,  rompió el abrazo.

__  ¿Dónde está Tanya?,-__ dijo preguntándome por la mujer que yo más odiaba en este mundo y rompiendo la magia del  encuentro.

__ Ella no ha venido Bella, hemos venido solos Emmet y yo

__ Bella ¿Cómo estás?, __ dijo Emmet rompiendo la tensión.

___Bien, bastante bien… dentro de lo que cabe, __  contesto ella. Yo era incapaz de apartar la mirada de su rostro, era tan hermosa  __ ¿Habéis visto ya a mama?__  Pregunto.

__ Si Rose nos fue a recoger al aeropuerto. Vinimos directamente para acá. No hemos podido hablar mucho con ella, ya sabes que en la UCI no puede estar más de una persona, así que hemos tenido que entrar de uno en uno. Rose se ha quedado con ella y nosotros hemos venido a buscarte, queríamos verte.

__ ¡Mama, mama! , __  dijo de repente una voz detrás de nosotros__, ¡Tía! dijeron otras dos. _  Bella se volvió en el acto y los miro a los tres críos con una cara de muy pocos amigos y ellos captaron el mensaje.

__  Vale, vale, ya lo pillamos, en un hospital no se chilla, dijo Gabriela. Al tiempo que el móvil de Bella vibraba en su bolsillo.

__ ¿Sí? _  contesto ella a la vez que mis sobrinos se tiraban encima mío y de mi hermano para saludarnos. Note como Gabriela se quedaba atrás retraída, yo quería acercarme, tomarla en mis brazos y darla un beso pero…no sabía si era prudente. La niña me miraba  fijamente y de repente una sonrisa ilumino su cara.

_ En un hospital no se chilla  _  dijo Bella encarando a las tres figuras que ahora la miraban un poco temerosos _  y tampoco se deja por ahí abandonadas a las niñeras. No veo a Emily por ningún sitio ¿Sabéis donde está?

_  Yo creía que venía detrás de nosotros _  dijo mi sobrino Peter con cara de inocencia.

_  ¿Eso creíais? Pues mira que acaba de llamarme por teléfono para preguntarme si estáis conmigo, porque se ha parado a hablar con  una amiga y de repente habéis desaparecido de su vista.

__  Pues eso __  dijo Gabriela que seguía mirándome de reojo – se ha parado a hablar con Charlotte y nosotros teníamos prisa por saber cómo estaba abu René.

__ A abu René todavía no la han puesto en una habitación con una camita y donde está los niños no pueden pasar. Así que ahora nos vamos a ir a la cafetería a tomar algo mientras esperamos que la trasladen y luego os vais a ir a la guardería del centro porque Emily se ha tenido que marchar  ¿Ok?

Bella en ese momento se dio cuenta que mi hija no hacía más que mirarnos, sobre todo a mí que me estaba poniendo más nervioso aun de lo que estaba. Aunque tengo que reconocer que estaba disfrutando viéndola ejercer su papel de madre ¡Se le daba tan bien! Parecía que hasta incluso los dos diablos que tengo por sobrinos la tenían un respeto.

__ Gaby hija, mira, estos son tu tío Emmet, el padre de Tony y Peter

__ Hola tío Emmet. __ dijo Gabriela dándole un beso y un abrazo.

__ Y este es __ continúo  Bella y yo me prepare para recibir una bofetada emocional, pues sabía que me iba a presentar como su tío. ¡Dios bendito! Hasta eso me había negado esa zorra que tenia por esposa. Pero no estaba preparado para esto, juro, que no lo estaba.

__ ¡Papa!__ dijo Gabriela, tirándose a mis brazos.__ Tú eres mi papa ¿Verdad? Si, si lo eres,  eres igualito a la foto que mi mama me dio.

__No podía dar crédito a mis oídos. No puedo describir la emoción y la alegría que me embargo en ese momento. MI niña sabía quien era yo. Bella la había hablado de mí.

 Me quede mirando incrédulo a mi hermosa Bella, a mi niña, a la que consideraba mi mujer,  mi verdadera  esposa, aunque un montón de papeles sin sentido dijeran otra cosa. Ella me sostuvo la mirada, esa mirada de ojos chocolate en la que solía perderme.

__ Tú, ¿La has hablado de mí?

__Tenía derecho a saber

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 24: El Perdón

Capitulo 24: El perdón

Pov Bella

La mañana de Nochebuena amaneció nevada y sombría al estilo de Forks. Cuanto había echado de menos esto. Pero a pesar del día yo me sentía feliz y contenta. De nuevo había amanecido en los brazos de Edward tras una noche de intenso amor en la que nos habíamos amado, adorado, entregado sin reservas. Me removí un poco y me acerqué más a su cálido cuerpo,  acurrucándome más contra él. Sabía que estaba despierto y que se había percatado que yo también, pero quería alargar un poquito más esa sensación.

—De nada te va a servir disimular –dijo dándome un beso en el pelo–, sé que estás despierta y tenemos una cita con cierta niña que quiere ir con sus primos a tirar bolas de nieve al parque. Es otra cosa que tenemos que recuperar ¿te acuerdas de nuestras peleas en la nieve,  preciosa?

—Claro que me acuerdo –le dije—, una bola de nieve en manos de Emmett era como una bomba nuclear lanzada directamente contra mi cabeza, pero nunca me llegaban porque tú siempre me defendías.

—Pero luego te acababa rebozando la nieve por la cara —dijo divertido—y terminábamos besándonos uno encima del otro, esa era la mejor parte.

—Sí,   hasta que nos encontraba Emmett y nos jorobaba con sus bromas.

—Cuantos recuerdos Bella. Me encantaba nuestra relación, era perfecta. Yo te quería,  tú me querías y para mí no había nada más importante. ¿Crees que alguna vez recuperaremos del todo lo que teníamos?

—Bueno –le contesté. Todavía no quería decírselo no era el momento— yo creo que ya lo hemos recuperado y lo hemos reforzado consiguiendo una mezcla entre lo antiguo y lo nuevo mucho mejor. ¿O es que no te gusta ahora nuestra relación?— le pregunté fingiendo molestia.

—Me encanta mi amor, la adoro, la amo, os amo a ti y a Gaby, más que a nada—me respondió— es solo que me siento nostálgico, si Tanya y Aro no hubieran interferido nunca nos hubiéramos separado y…

—Y ahora tendríamos lo mismo que tenemos en este momento –le respondí.

—Pero yo no me hubiera perdido el ver crecer a mi hija, sus primeras palabras, sus primeros pasos. Tu no hubieras tenido que pasar sola por la aventura de criar y educar una hija que, por cierto, déjame decirte que lo has hecho de maravilla —me dijo en un tono tan melancólico que me dio mucha pena.

—Gracias por el cumplido –le contesté—. Edward,   te has perdido sus primeros cinco años, pero tiene toda una vida por delante en la que tu estarás presente. Y de momento lo estás haciendo muy bien. Ángela me ha comentado que más del cincuenta por ciento de su recuperación ha sido gracias a ti, pues le has demostrado que estás ahí para ella y eso es tan importante como ver sus primeros pasos o sus primeros meses de vida.

—Y eso es gracias a ti cielo, podrías haber optado por no haberle hablado de mi o por haberla obligado a odiarme por lo que os hice. Pero optaste por hacerle saber quién era yo y la enseñaste a quererme. Nunca tendré vida suficiente para agradecértelo mi amor y para ganar tu perdón y sentirme merecedor de él. Solo espero que con lo que he estado haciendo hasta ahora y con lo que haré, sea digno de merecer por lo menos una pizca —me dijo y se le notaba muy triste. Le acaricié la cara con el dorso de mi mano y el cerró los ojos para sentir mi contacto.

—Yo creo que lo estás haciendo muy bien –le dije sin querer comprometerme demasiado por el momento—, pero ya te dije que tienes que saber perdonarte a ti mismo,  eso es esencial Edward y creo que deberías hacerlo, ya es hora de que lo hagas. Me parece que  has purgado bastante tu culpa, no te atormentes más.

Una gran sonrisa iluminó su cara, ya digo que no me quería comprometer demasiado hasta esta noche, pero ante lo que había oído quería darle por lo menos una pista. Me iba a responder con un beso cuando una pequeña inoportuna nos interrumpió.

—¡Hoy es Nochebuena, hoy es Nochebuena, y esta noche viene Papa Noel!—dijo dando tales saltos en la cama que parecía que hubiera un terremoto—. La abu Renée dice que esta noche me tengo que quedar a dormir en su casa con mis primos porque Papa Noel siempre deja todos los regalos allí –añadió tan feliz.

Y en ese momento caí en que esa noche Edward y yo estaríamos solos. La que se podría armar, sobre todo después de mi regalo.

—Bueno jovencita,   basta de saltar en la cama porque como sigas así esto se puede convertir en un Terremoto de categoría 9.9, por lo menos –le dijo Edward divertido por el comportamiento de la niña y disfrutando de la situación más que ella—. Venga,  vamos a desayunar que tenemos que ir con los primos a tirar bolas de nieve. ¿Quieres ir bajando?, nos vestimos y ahora te alcanzamos.

—Sip. Voy buscando las tazas y los platos –dijo muy complaciente. Como se notaba la fecha por Dios.

—Te advierto que ahora vas a salir de aquí en contra de mi voluntad –me dijo poniéndose sobre mi y dándome un beso—, pero  espero que  esta noche vuelvas a ella con más ganas  y me supliques que regresemos. No me vas a tener que suplicar mucho porque yo tendré tantas ganas de volver a hacerte mía como tú de serlo. Porque esta noche volverás a ser mía  Bella Swan, o mejor dicho Bella Masen –y dicho esto se levantó dándome un beso, se puso los pantalones del pijama  y salió de la habitación. Me encantó  lo que me había dicho, era precioso pero lo había dicho en un tono tan misterioso que no sabía si sus palabras podrían tener algún otro significado.

Me levanté y me dirigí a la cocina donde mi niña había puesto la mesa muy rápidamente. Edward estaba haciendo café para nosotros y el cacao de Gaby. Fui hacia la nevera a por  lo necesario para hacer el desayuno. Comimos como siempre entre risas y bromas, esta vez  contándole a  Gaby sobre nuestras guerras de nieve. Parecía que tuviéramos prisa en recuperar los recuerdos y que estos se recuperarían antes si se los contábamos a nuestra niña.

Cuando terminamos de desayunar, nos duchamos, vestimos y nos fuimos al parque donde habíamos quedado con los demás. Al llegar observé que Ángela, Ben, sus hijos, Rose y Emmett ya habían llegado, pero  también fui consciente de  que no estábamos solos.  Jessica y Lauren también estaban allí. ¡Horror! No me había encontrado con ellas aún desde que había regresado.

—Vaya —dijo Lauren nada más vernos y dirigiéndose a Jessica—, mira quien está aquí  la amante y su bastarda.

 Al oír esto,  Edward  dejó  a Gaby en el suelo y se encaminó hacia ella con una rabia que hasta a mi me dio miedo. Emmett fue con él mientras yo calmaba a mi niña.

—¿Por qué esa señora me ha llamado eso,   mamá?, ¿qué significa eso?,   sus hijos también me lo llaman en el colegio—me dijo llorando. Al oír eso mi instinto primario de protección maternal salió a la luz gritando alto y claro.

—Sujeta  a la niña Rose,   por favor. Y me dirigí a donde estaban esas dos zorras esbirras de la Zorra mayor. Al llegar oí a Edward discutir con ellas.

—Escuchadme y escuchadme bien —les decía  con una rabia en los ojos, una furia, una frialdad, que no había visto nunca en él—, esa niña que veis allí y a la que os ordeno que dejéis de molestar ya, tanto vosotras como vuestros hijos, es mi hija biológica, natural y legal. Nacida en  el seno de un matrimonio que se amaba y se ama con locura y que la zorra de vuestra amiga Tanya se encargó de separar con chantajes y amenazas. Ella me obligó  a dejar a mi mujer, habéis oído bien, MI MUJER, amenazando con matarlas si no hacia lo que quería —les grito—.  Sí habéis oído bien —les  repitió ante su cara de perplejidad—, amenazó  con matarlas y de hecho cumplió su amenaza y mi sobrino y una amiga estuvieron a punto de morir por eso. Yo nunca quise a Tanya,  estaba con ella por obligación, porque me obligaba. Esta mujer que veis aquí es mi autentica mujer, mi esposa, la madre de mi hija, ¿estamos?

—Edward —dijo Jessica con burla en la voz y sin una pizca de vergüenza por la información que Edward le había dado sobre Tanya –¿cómo puedes hablar así de tu esposa estando en la cárcel mientras te paseas con esas dos por la calle?

—¿Quién te dice a ti que Tanya es mi esposa?—le preguntó cogiéndola por la solapa del abrigo con gesto amenazador—. Para tu información te diré que mi matrimonio con Tanya se ha disuelto porque era ilegal, ya que era un matrimonio forzado. Y un juez ha decretado que mi matrimonio con esta mujer que veis aquí es el único válido ¿estamos?, que nunca, repito, nunca más te  oiga referirte a mi mujer y a mi hija de esa manera. Aquí no hay ninguna “esa”, ellas son Bella, mi esposa,  y mi hija Gaby ¿entendido? —les dijo mirándolas a las dos con gesto amenazante

—Quítame las manos de encima —dijo Jessica amenazante—, o si no voy a tener que acusarte de brutalidad policial.

—Ahora mismo no estoy de servicio –contestó Edward quitándole la mano de la solapa de la chaqueta—.  De todas formas tengo aquí muchas personas que atestiguaran que no te he tocado. ¿A quién piensas que van a creer?,  ¿a mí con mi trayectoria e historial en este pueblo o a dos zorras a las que no aguantan ni sus maridos?

—Edward no ceo que…— empezó Lauren un poco más sorprendida que Jessica por lo que acaba de oír. De hecho apostaría lo que fuera  a que Lauren no tenía ni idea de lo que había ocurrido, al contrario de Jessica.

—Edward nada. Os prohíbo terminantemente a vosotras y a vuestros hijos meteros con mi familia, porque os juro que os denuncio por injurias y calumnias. Retirad eso de bastarda y amante porque Bella es MI MUJER y Gaby MI HIJA  natural y legitima y punto. A lo mejor aquí los únicos bastardos son esos hijos que tenéis que se parecen a cualquiera menos a sus padres—añadió—, yo les aconsejaría a Mike y a Tyler  la prueba de paternidad por si acaso, de todos es sabido que os habéis acostado con medio estado y no tendré ningún inconveniente en decirlo si  no dejáis de calumniar a mi familia.

Y dicho todo esto me cogió del brazo y nos marchamos   a consolar a nuestra hija dejándolas plantadas. Yo tenía la intención de decirles cuatro cosas pero ante la contundencia y las palabras de Edward, estaba todo dicho, otro punto nuevo más a su favor.

—Ya calma hija, calma no llores cielo —le decía mientras la acunaba en sus brazos,   sentado en un banco del parque—, no merece la pena que sufras por lo que esas mujeres  te han dicho.

—Pero porque me dicen eso papá ¿qué significa barcaza? –preguntó Gaby y si no fuera por lo triste de la situación me hubiera echado a reír, pero no tenía ganas era lo cierto. Edward la miró sin saber que contestarle, como le explicabas esa palabra a una niña tan pequeña y encima afectándola a ella directamente.

—No es barcaza, es balarda —tercio Tony —Mike y Tyler no hacen más que decirle  eso en el cole, por eso venimos siempre tan magullados mami —añadió mirando a Rose con cara de disculpa.

—Supongo que eso quiere decir que os peleáis con ellos ¿no?—preguntó Rose alzando una ceja.

—Pues sí, lo hacemos  –dijo Peter desafiante—, es nuestra prima y esos dos son unos…

—No lo pongáis peor —dijo Rose—, dejadlo como está porque no os voy a regañar. Me parece muy bien que defendáis a vuestra prima.

—¿De verdad?—preguntaron incrédulos.

—De verdad —respondió Rose—. Tenéis permiso para defender a vuestra prima pero no para iros peleando por ahí con todo el mundo ¿queda claro?

—Sí mami – dijeron los dos a la vez.

—Y esto también va para vosotros jovencitos, podéis defender a vuestra amiga pero no pelearos con cualquiera que se ponga por medio –dijo Ben mirando  a sus hijos. Vi que Seth y Maggie también asentían por lo que me quedó claro que ellos también la defendían y en ese momento me sentí contenta de que mi hija ya no estuviera sola pues en Jacksonville a veces se había sentido apartada en el colegio por culpa de Jane y Alec.

Edward besaba y acariciaba el pelo y las manitas de mi hija y con ese gesto lleno de amor había logrado calmarla. He de reconocer que lo había conseguido en un tiempo récord,  yo nunca habría conseguido hacerlo tan pronto.

—¿Pero porque me dicen eso?,  ¿qué significa? –volvió a preguntar y mis sobrinos y los hijos de Ángela nos miraron con la misma pregunta reflejada en la cara. Estaba claro que había que decirles algo. Miré a Ángela  pidiendo ayuda, hasta ahora había sido un testigo silencioso de la situación no atreviéndose a inmiscuirse quizás porque consideraba que era cosa nuestra. Pero ante mi mirada de ruego se adelantó agachándose a nuestra altura pues seguíamos en el banco.

—Gaby verás…—antes de seguir le hizo un gesto a Edward preguntándole en silencio si podía intervenir a lo que Edward asintió—. Gaby esa palabra se emplea para hablar de un niño o una persona mayor que no tiene padre o que no lo conoce –le explicó Ángela, diciéndole una verdad a medias  deliberadamente, pero era una salida buenísima.

—Pero yo sí tengo  papá, y sí que lo conozco —dijo abrazándose más a él y Edward correspondió el gesto dándole un beso en la frente.

—Entonces, ¿qué te preocupa? lo que ha dicho esa señora es mentira ¿no?, pues ya está, lo que sucede es que ella no lo sabía, pero ya verás cómo no te vuelven a decir nada—le siguió diciendo en ese tono tan peculiar de Ángela que yo recordaba capaz de calmar hasta una tormenta.

—Pues es verdad, lo que pasa es que como no me conocen estaban confundidos —dijo muy convencida y secándose las lágrimas—. Ahora seguro que no me lo dicen más.

—Que ni se les ocurra porque las mato con mis propias manos —oí decir a Edward entre dientes.

—¿Y eso otro que ha dicho sobre tita Bella que significaba?—preguntó Peter. Uf otro problema, pensé para mí, pero Ángela lo solucionó rápido.

—Bueno eso se suele decir cuando una mujer esta con un hombre porque se quieren mucho y tus tíos se quieren mucho ¿o no?—le contestó al niño.

—Pues si es eso no hay problema —dijeron los  niños a coro— ¿nos ponemos ya con la guerra de nieve?—preguntaron y Gaby se mostró de acuerdo pues nunca había jugado con la nieve y le  llamaba la atención.

Una vez pasado el disgusto disfrutamos del resto de la mañana.

 Esperamos por Alice y Jasper que habían acordado reunirse con nosotros un poco más tarde. Cuando los dos se enteraron de lo que había pasado se exaltaron muchísimo, pero por el bien de los niños se calmaron. Hicimos nuestra famosa pelea de bolas de nieve, chicos contra chicas y como era de esperarse ganamos las chicas, con Alice al  frente como Capitán General. Mis padres y los padres de Alice que, habían llegado esa misma mañana a pasar la Navidad con nosotros, se nos unieron unos minutos después y comimos todos juntos, como era tradición en la familia Swan, sentados en las mesas que el parque de  Forks tenia habilitada para tal fin. Hacía frío pero estábamos abrigados y no se estaba mal. Gaby después del disgusto estaba disfrutando de lo lindo, pero yo seguía triste, no lo podía evitar. A pesar de mis intentos por disimularlo Edward lo notó y me llevó aparte para hablar.

— Bella mi amor, no sabes cuánto lo siento. Tanya ya me amenazó con que haría algo de esto y Rose y yo estamos al tanto de que los niños han estado metiéndose con Gaby en el colegio. Yo quería intervenir pero Rose no me dejaba. Me decía que les diera tiempo a ver si lo solucionaban ellos, que debía dejar que mi niña se ventilara sus asuntos. Que el momento de intervenir era cuando me pidiera ayuda. Ángela me decía lo mismo, así que yo me limitaba a escucharla cuando me lo decía y a consolarla.

—Edward, deja ya de disculparte –le dije— tú no tienes la culpa de nada. El problema está en que a sus ojos estás casado con esa zorra y todo el pueblo ha asimilado que es ella tu mujer y no al revés. Va a costar mucho tiempo y esfuerzo que la gente cambie de opinión. Mientras no sepan que tu matrimonio ha sido anulado y porqué, y  yo me vuelva a casar contigo, desgraciadamente no seré más que eso para ellos, tu amante. Pero es algo que tengo totalmente asumido y lo único es que me duele por nuestra hija, no quiero que sufra Edward, pero tú has estado a la altura de las circunstancias, no solo en cómo te has enfrentado a esas dos, sino también con el cariño que has tratado a tu hija consiguiendo consolarla en un tiempo récord. Me siento muy orgullosa por cómo nos has defendido y estoy segura que tu hija también lo hará cuando ya más mayorcita entienda el alcance de todo esto. Lo único que me pasa es que estoy triste con la situación, nada más, pero es algo pasajero hasta que el pueblo entero sepa la verdad. Y si los chismes siguen funcionando en este pueblo como antes, no creo que tarden mucho en averiguarlo.

—¿De verdad te sientes orgullosa de mi Bella? –me dijo mirándome intensamente.

—De verdad —le contesté sin ningún atisbo de duda en la mirada.

—Pues no sabes lo que eso significa para mí, mi amor—me dijo abrazándome—.  Te prometo que a partir de hoy nadie podrá poner en duda nuestro amor. Te juro que no volverá a pasar nada como esto, de eso me encargo yo —dijo de nuevo con ese tono misterioso que tenía desde esta mañana

—Bueno sé que hay algo que me ocultas. Pero supongo que ya me enteraré —dije riendo ante la cara que ponía.

—Es una sorpresa para ti amor, te la daré justo esta noche —me dijo con los ojos brillantes por el entusiasmo—, espero que te guste, aunque bueno el caso es que ya  sabes pero...

—Por supuesto que me gustará  Edward –le dije acariciándole la cara— ¿Por qué no habría de  gustarme?

Una vez aclaradas las cosas,  volvimos con los demás. He de decir que ya me sospechaba que lo que me ocultaba era una sorpresa. Pero, ¿qué sería? me tenía intrigadísima.

—Vámonos yendo —dijo Emmett—, empieza a hacer frío y tenemos que ayudar a mamá.

— Sí—convino Rose—, tenemos que ayudar a tu madre a preparar las cosas.

Recogimos todo y nos encaminamos a casa de mi madre. Renée había dejado todo dispuesto para preparar  mi plato favorito y mi postre.  La estuvimos ayudando entre todos en lo que cada uno buenamente pudo y cuando ya estuvo todo preparado,  mesa  incluida, nos dirigimos a nuestras casas para ducharnos y vestirnos.

Me puse para la ocasión un vestido azul que uno de los diseñadores que colaboraban en mi revista me había regalado al dejar Jacksonville. Me pinté muy poco ya que no me gustaba demasiado el maquillaje y me dejé el pelo suelto haciendo ondas que caían con gracia hacia abajo. Contenta con el resultado, salí del baño para encontrarme a un guapísimo Edward, porque madre mía como estaba, esperándome con  unos papeles en la mano.

—Le he dicho a Gaby que nos espere en la sala de juegos –me dijo— quería estar un momento a solas para darte esto. Es mi sorpresa Bella y quería dártela a ti sola sin nadie más delante, por eso te lo doy ahora y no mañana con todos los regalos.

Cogí el sobre que me tendía. He de reconocer que me resultó extrañamente familiar. Cuando lo abrí, entendí porque. Eran los mismos documentos de divorcio que yo  había firmado hace cinco años. Junto a ellos había otro documento según el  cual el matrimonio de Tanya y Edward quedaba totalmente anulado. En concreto decía que “en base a las pruebas presentadas y las declaraciones de los testigos, el matrimonio formado por Tanya Vulturi Denali y Edward Anthony Masen quedaba anulado porque el consentimiento de uno de los contrayentes se había obtenido con violencia e intimidación hacia la persona de Edward Masen y sus familiares”. Un segundo documento rezaba que “habiendo comprobado que Edward Anthony Masen fue víctima de un episodio de Enajenación mental Transitoria debido al chantaje y a la extorsión a la que estaba a siendo sometido y dado que su matrimonio con Tanya Vulturi Denali ha quedado anulado en base a lo establecido en el documento de anulación, el susodicho queda absuelto del delito de Bigamía”.  Y había un tercer documento que decía que “en base a esa sentencia de nulidad y comprobando que el demandante había sido obligado a casarse en contra de su voluntad y estando ya legalmente casado,  se declaraba como válido y legal el primer matrimonio de Edward Anthony Masen con Isabella Marie Swan”. Me lo quedé mirando con lágrimas en los ojos

—No fui capaz de firmarlos Bella, ya lo sabes –me dijo con los documentos de la demanda de divorcio en sus manos—, no pude, tenía el alma desgarrada por lo que te había hecho y el corazón partido en dos. Fueron unos días difíciles y horribles. Cuando recibí esos documentos firmados por ti junto con el anillo y las alianzas que me devolvías y esa nota me sentí morir. Cogí el volvo y me dirigí a nuestro prado y allí no se cuanto tiempo estuve llorando y gritando como un loco. Cuando volví de nuevo a casa, guardé el anillo, las alianzas y los documentos sin firmar,  simplemente no pude hacerlo —me dijo cogiéndome de la cintura y atrayéndome hacia él—, me casé con Tanya sin saber exactamente qué estaba haciendo, me sentía aturdido y simplemente mi mente lo olvidó. Cuando me di cuenta hace poco de que había cometido un delito que en este estado está penado con hasta ocho años de cárcel, me aterré. Cuando me calmé lo primero que hice fue llamarte para contarte todo Bella, te había hecho una promesa y la cumplí. Y tú me demostraste   que estabas a la altura de las circunstancias. Me comprendiste, me apoyaste y me mandaste a tu mejor amiga y abogada para que me ayudase. Y gracias a ello aquí estoy. Divorciado de esa zorra, por fin, y junto a mi verdadera y auténtica mujer y no porque lo diga ese papel. Bella a partir de ahora y hasta que nos casemos tenemos que gritarle al pueblo entero que yo ya no estoy con Tanya, que ella me obligó, que nos vamos a casar de nuevo. No puedo esperar al 20 de junio para que a ojos de todos seas mía otra vez, para que lo que ha ocurrido hoy no se vuelva a repetir de nuevo. Esos documentos me llegaron el otro día junto a   los que firmaste para compartir la propiedad de esta casa. Y este es mi regalo Bella – Me dijo entregándome  los malditos documentos de la demanda de divorcio—, rómpelo amor, rompe ese maldito documento, rómpelo tu, quiero que lo hagas tu por favor. Este es el único que vale –dijo enseñándome el acta de matrimonio firmada por los dos hace tanto tiempo junto con la declaración del juez dándolo por válido. Cogí los dichosos documentos  con las manos y los rompí, los rompí en mil y un pedazos, los rompí como si lo que estuviera rompiendo fuera la cabeza de Tanya y no un simple papel. Cuando acabé los tiré a la chimenea y me sentí agradecida, realmente me había hecho un buen regalo, ahora me sentía más su mujer. Edward cogió el resto de la documentación, la metió en su sobre correspondiente y la guardó en la caja fuerte, cuya contraseña  era casualmente una combinación de las fechas de cumpleaños mía y de Gaby.

—Según el juez –empezó a explicarme Edward— yo ya estaba casado por lo que fueron ellos los que me obligaron a incurrir en un delito de Bigamia independientemente de que me obligaran a divorciarme de ti.  Además existieron amenazas contra vuestra vida, sobre todo contra la de Gaby siendo una niña, amenazas que de hecho se llevaron a cabo. Cuando hay niños de por medio, ese delito está  penado con la cárcel de por vida. Así que añádele todo eso a la sentencia que les va a caer. Por lo visto, y ante el asombro de todos,  este caso tenía un precedente de hace algunos años  y el juez se ha agarrado a él para hacer más firme su sentencia. Es cierto que Tanya podrá  recurrir pero ¿en base a qué? está claro que fui coaccionado y obligado, las pruebas contra ella está muy claras, Kate dice que tendría las de  de perder.

 Nos miramos durante unos segundos y  nuestras  bocas se fueron acercando poco a poco, muy lentamente, me  cogió entre sus brazos y me llevó  a la cama donde me tumbo, se tumbo sobre mí y atrapo mis labios comenzando el beso más especial, espectacular y maravilloso que jamás nos habíamos dado. Nuestras lenguas danzaban en un baile hermoso, lento, sin prisas, saboreándose la una a la otra, profundizando un poco más cada vez. No sé cuánto tiempo estuvimos así, lo que sí sé  es que al separarnos me costaba mucho respirar y a él también.

—Me gustaría darte también mi regalo ahora — le dije.

—No te preocupes esposa mía –me contestó—,  yo tengo otro para ti también escogido con mucho amor, nos los daremos a la vez.

—Edward, yo no tenía intención de darte ese regalo delante de todos porque es algo muy especial y particular que quiero que veas solo tú. Te lo iba a dar esta noche cuando regresáramos y estuviéramos a solas. Mañana te iba a dar otra cosa que te compré. Pero en vista de los acontecimientos te lo quiero dar ahora –le dije intentando que  leyera un poco entre líneas.

—Calla mi amor no me estropees mi sorpresa —me dijo con una gran sonrisa en el rostro que reflejaba alegría, felicidad, alivio, pero sobre todo una inmensa felicidad. Me volvió a besar de  nuevo pero esta vez con más pasión mientras notaba como gruesos lagrimones caían de sus ojos. Su beso era demandante, pasional, orgulloso, dulce, maravilloso, que solo rompimos cuando nuestras respiraciones ya no podían más.

—No sabes cuánto me cuesta moverme de aquí –me dijo con la voz entrecortada por la emoción y el llanto mientras me dejaba sitio para que me levantara—, pero ahora quiero verlo y de todos modos tenemos que irnos. Pero esta noche no te escapas Bella Masen.

Me levanté y fui hasta el armario donde lo tenía guardado, fui de nuevo hasta la cama me senté y se lo di.

Lo abrió con una gran sonrisa en la cara y cuando lo vio su sonrisa aunque no abandonó su cara, decayó un poco demostrando confusión. Yo reí divertida ante el gesto, ¿qué esperaba?

—El verdadero motivo por lo que quería que lo vieras solo tú está en la inscripción que tienes grabada en la parte de atrás de la esfera —le aclaré dando la vuelta yo misma al reloj.

—“Te perdono totalmente, te lo has ganado y lo mereces, siempre te lo mereciste… –le leí yo misma en voz alta —tuya por siempre  Bella Masen”–. Me miró con una expresión de felicidad y alegría imposible de describir con palabras. Se tiró hacia mí, me cogió entre sus brazos abrazándome fuertemente y escondió la cara en mi cuello comenzando a llorar de nuevo como un niño pequeño y yo le dejé, tenía que sacar afuera cinco años de frustración, vergüenza, sufrimiento, tortura, soledad y dolor.

—Que sepas que yo también  me he perdonado a mi mismo Bella, acabo de hacerlo ahora mismo gracias a ti  –me dijo mientras se tranquilizaba pero aún  sin levantar la cara de mi hombro—, solo tú  podías conseguirlo mi amor,  y lo has logrado  con tu amor, con tu confianza y dándome tu perdón —dijo besándome de nuevo esta vez con mas pasión que antes. Como siempre había sido costumbre en él, su lengua no pidió permiso allanó mi boca sin más, cosa que lógicamente, a mi no me importó. Nos besamos, nos acariciamos, nos tocamos, su boca dejó  la mía y descendió por mi cuello dejando un camino de besos hasta el principio de mis senos mientras yo bajaba la mano y con la palma abierta le frotaba su ya muy dura erección. Me encantaba hacerle eso, sabía perfectamente que le ponía a cien por hora y eso me gustaba, me hacía sentir importante y me excitaba a mí  al mismo tiempo. Algo parecido le pasaba a él con mis pechos, pues aprovechaba siempre para acariciarlos tanto con sus manos como con su boca, acto que me ponía al límite. Pero había que parar, Gaby estaba a unos pasos de nosotros y podía aparecer en cualquier momento. Además, teníamos una cena pendiente. Cuando conseguimos controlar el problema que tanto a él como a mí nos había producido tanto beso, nos levantamos de la cama, recompusimos nuestras ropas mi maquillaje y el peinado y   fuimos a buscar a nuestra niña al cuarto de juegos. Nada más llegar la niña se tiró a los brazos de su papi  y juntos, abrazados, como una  familia que éramos compuesta  por  un matrimonio feliz que se adoraba y su preciosa hija, nos fuimos a celebrar la Nochebuena con el resto de la familia.

Llegamos a esa casa que había sido mi hogar durante tantos años y me quedé a un lado observando a mi familia. Mi hermano Emmett con sus bromas de siempre huyendo de los coscorrones de Rose, ante la mirada divertida de los niños. Mis padres Renée y Charlie que a pesar de llevar siglos casados todavía se amaban, respetaban y querían como el primer día. Mi amiga Alice, la mejor que nunca tuve además de Rose. Siempre conmigo, siempre a mi lado, sacrificando su vida por estar junto a mí, hasta que gracias a Dios llegó Jasper. Jasper, mi hermano, mi amigo, mi consejero. Esme y Carlisle que habían venido desde Jacksonville para celebrar la Navidad con nosotros y que habían llegado a ser como mis segundos padres. Me acordé en ese momento de Jacob y  de Sam que habían quedado en Jacksonville. Quil y Embry se habían venido para acá para reforzar la vigilancia aquí mientras tenía lugar el juicio, según ellos no estábamos a salvo aún. Junto a ellos había venido una “niñera “nueva para vigilar a Gaby y a los niños y que ahora estaba dentro de la casa haciendo su trabajo. Claire había sido investigada minuciosamente por el FBI y había sido aprobada con nota.

Y por último, me quedé mirando a mi marido y a mi hija, y a lo bien que interactuaban entre ellos. Me di cuenta de como habían congeniado en tan poco tiempo, nada más conocerse, era como si una fuerza superior a ellos los empujase el uno contra el otro. Y yo sabía muy bien cual era esa fuerza puesto que yo también la sentía, era ni más ni menos que la fuerza más poderosa que existe, la fuerza del amor y ni el más letal de todos los ejércitos podría nunca contra ella.

 

 

Capítulo 23: Tarde de compras al estilo Alice Capítulo 25: Nochebuena de amor, Navidad maravillosa

 


Capítulos

Capitulo 1: Capitulo 1: Accidente, noticia y reencuentro Capitulo 2: Capitulo 2: Jacksonville Capitulo 3: Recuperando tu amor. Capítulo 3 : Jacksonville, segunda parte Capitulo 4: Recuperando tu amor. Capítulo 4 : Recuerdos Capitulo 5: Recuperando tu amor. Capitulo 5 : Recuerdos, segunda parte Capitulo 6: Capitulo 6: Marco Capitulo 7: Capitulo 7 : Enfrentando la verdad Capitulo 8: ¿Reconciliándonos? Capitulo 9: Empezando de nuevo Capitulo 10: Ellas estarán bien Capitulo 11: Limpiando mi alma Capitulo 12: Amenazadas Capitulo 13: Angustia Capitulo 14: Luz en la oscuridad Capitulo 15: Pesadillas Capitulo 16: Despedida y regreso Capitulo 17: El principio del fin Capitulo 18: El final Capitulo 19: Las noticias más esperadas Capitulo 20: La historia de Carmen y un giro inesperado Capitulo 21: Volviendo a la vida Capitulo 22: Redención Capitulo 23: Tarde de compras al estilo Alice Capitulo 24: El Perdón Capitulo 25: Nochebuena de amor, Navidad maravillosa Capitulo 26: Baile de la Policía, condecoración y algo más. Capitulo 27: Mi heroe Capitulo 28: Horas de angustia e incertidumbre Capitulo 29: Inauguración Capitulo 30: El Juicio Capitulo 31: Juramento de Hipócrates Capitulo 32: La soledad de la muerte Capitulo 33: En los montes de Olympic Capitulo 34: Despedidas de solteros Capitulo 35: Sí quiero, otra vez Capitulo 36: Alice e Isabella Capitulo 37: Epílogo: Parte 1: Golpe del destino; Parte dos: Asignatura pendiente. Capitulo 38: Outakke 1: El hombre de hielo y su pequeño gran monstruo Capitulo 39: Outakke 2: Isabella Marie Masen swan, marca la diferencia Capitulo 40: Outakke 3: Padres, hijos y otras cuestiones

 


 
14447516 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios