RECUPERANDO TU AMOR (+18)SUMMARY:

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/07/2011
Fecha Actualización: 25/05/2012
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 103
Visitas: 100785
Capítulos: 40

 Disclaimer: Los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen, pertenecen a la amravillosa SM, yo solo juego con ellos.


SUMMARY:

Edward Cullen no tuvo mas remedio que separarse de su esposa Isabella Swan, obligado por las circunstancias. Cinco años después un acciente fortuito hace que se reencuentren. Edward se enteta de que Bella vuelve al pueblo y ésperando verse pronto libre de esas circunstancias y de momento enfrentándose a ellas, decide hacer lo que debería haber hecho hace tiempo:luchar por ella y recuperar su amor.

 

 

 

 

PROLOGO

No sabía en qué momento exacto me había enamorado de Bella Swan. Solo sabía que la había amado toda mi vida. Yo creo que ya estaba enamorado de ella cuando a la edad de diez años mis padres, Edward y Elizabeth junto con los de Rose, William y Rosalie,  morían en aquel horrible accidente de tráfico,  y los Swan me acogieron en su casa como a un hijo mas.

Pero  los celos enfermizos de una persona sin escrúpulos, mala y despiadada y el ansia de venganza de otra no menos despiadada, nos habían separado de la manera más cruel.

Emmet, se había quedado dormido a mi lado. Eche hacia atrás el respaldo del asiento del avión que me llevaba cada vez más cerca de ella, en un intento por dormirme. En cuanto cerré los ojos mi mente evoco cada uno de los momentos vividos a su lado. Me abstraje del tal manera, que casi podía sentir sus manos acariciándome, sus labios besándome, su olor… hasta que la voz de la azafata anunciando la llegada del vuelo me saco de mi sueño.

Mientras caminaba por el largo pasillo, mi corazón latía furiosamente, los nervios se me  habían acumulado en el estomago nada más cruzar la puerta del hospital. Hoy la vería después de cinco interminables años, en los que no he dejado de adorarla, amarla y recordarla ni un solo instante. Cinco largos años en los que no he dejado de odiarme a mí mismo por lo que la hice. ¿Cómo pude ser capaz? ¡Dios, me siento tan miserable! ¿Cómo va poder ella perdonarme algún día si yo mismo no puedo?

Mi madre adoptiva, René Swan, aun  estaba en la UCI y allí solo podía estar una persona. Rose dijo que se quedaba con ella mientras Emmet y yo nos fuimos a buscar a Bella. Cuando mi hermano y yo llegamos al mostrador, Emmet se dirigió a la enfermera para preguntar por mi amor.

__ Hola buenos días ¿La Doctora Swan, por favor?

__ Estoy aquí hermano, __  dijo una hermosa voz detrás de mí y al instante todos mis sentidos se pusieron en alerta. Me volví como en cámara lenta y allí estaba ella, tan preciosa,  tan dulce, tan real después de años de recordarla. Recuerdos, que no la habían hecho ninguna justicia. Estaba mucho más guapa que en mis sueños, mas mujer,  el embarazo y el haber tenido una hija le habían sentado genial. La ropa que traía puesta, el típico pijama y bata verde con el que solía vestirse un médico,  me intimidaba, nunca la había visto vestida así. Nos quedamos mirando durante un largo rato, cada uno sumergido en la mirada del otro, como antes, como siempre hacíamos, de repente todo el dolor y el sufrimiento parecían haberse borrado, solo estábamos ella y yo. No había nadie más. Mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho,  mi piel estaba erizada y mi cuerpo, bueno mi cuerpo era un caso aparte

__ ¿no me vas a saludar? , __ dije adelantándome hacia ella con intención de darle un beso en la mejilla

__ Hola Edward, __  dijo echándose para atrás totalmente impactada de verme ahí, estaba claro que no me esperaba. __ ¿Qué tal?

__  Bien, __   Conteste  con el corazón encogido por el dolor del rechazo, __ tú estás muy guapa. _  Dije mirándola con amor, con ese amor que sentía por ella, con adoración con ternura.

__  Gracias, __  dijo sonrojándose y devolviéndome la mirada con esa expresión que ponía siempre que estaba preguntándose algo

__ ¿De verdad está todo bien? , __   la volví a preguntar

__  Bueno ahora mejor, ya paso el susto. __  Y volvimos a perdernos el uno en la mirada del otro. ¡Dios, Como amaba a esa mujer! Que ganas de estrecharla en mis brazos y besarla hasta dejarla sin aliento. Y como si mi cuerpo obedeciera una orden de mi subconsciente, me acerque a ella y la abrace.  Que maravilloso era volver a sentir en mis brazos ese delicado cuerpo que tan bien encajaba en el mío, volver a disfrutar de ese olor que no había cambiado con el tiempo, volver  a rozar su piel. Pero ella después de devolverme el gesto durante un maravilloso momento,  rompió el abrazo.

__  ¿Dónde está Tanya?,-__ dijo preguntándome por la mujer que yo más odiaba en este mundo y rompiendo la magia del  encuentro.

__ Ella no ha venido Bella, hemos venido solos Emmet y yo

__ Bella ¿Cómo estás?, __ dijo Emmet rompiendo la tensión.

___Bien, bastante bien… dentro de lo que cabe, __  contesto ella. Yo era incapaz de apartar la mirada de su rostro, era tan hermosa  __ ¿Habéis visto ya a mama?__  Pregunto.

__ Si Rose nos fue a recoger al aeropuerto. Vinimos directamente para acá. No hemos podido hablar mucho con ella, ya sabes que en la UCI no puede estar más de una persona, así que hemos tenido que entrar de uno en uno. Rose se ha quedado con ella y nosotros hemos venido a buscarte, queríamos verte.

__ ¡Mama, mama! , __  dijo de repente una voz detrás de nosotros__, ¡Tía! dijeron otras dos. _  Bella se volvió en el acto y los miro a los tres críos con una cara de muy pocos amigos y ellos captaron el mensaje.

__  Vale, vale, ya lo pillamos, en un hospital no se chilla, dijo Gabriela. Al tiempo que el móvil de Bella vibraba en su bolsillo.

__ ¿Sí? _  contesto ella a la vez que mis sobrinos se tiraban encima mío y de mi hermano para saludarnos. Note como Gabriela se quedaba atrás retraída, yo quería acercarme, tomarla en mis brazos y darla un beso pero…no sabía si era prudente. La niña me miraba  fijamente y de repente una sonrisa ilumino su cara.

_ En un hospital no se chilla  _  dijo Bella encarando a las tres figuras que ahora la miraban un poco temerosos _  y tampoco se deja por ahí abandonadas a las niñeras. No veo a Emily por ningún sitio ¿Sabéis donde está?

_  Yo creía que venía detrás de nosotros _  dijo mi sobrino Peter con cara de inocencia.

_  ¿Eso creíais? Pues mira que acaba de llamarme por teléfono para preguntarme si estáis conmigo, porque se ha parado a hablar con  una amiga y de repente habéis desaparecido de su vista.

__  Pues eso __  dijo Gabriela que seguía mirándome de reojo – se ha parado a hablar con Charlotte y nosotros teníamos prisa por saber cómo estaba abu René.

__ A abu René todavía no la han puesto en una habitación con una camita y donde está los niños no pueden pasar. Así que ahora nos vamos a ir a la cafetería a tomar algo mientras esperamos que la trasladen y luego os vais a ir a la guardería del centro porque Emily se ha tenido que marchar  ¿Ok?

Bella en ese momento se dio cuenta que mi hija no hacía más que mirarnos, sobre todo a mí que me estaba poniendo más nervioso aun de lo que estaba. Aunque tengo que reconocer que estaba disfrutando viéndola ejercer su papel de madre ¡Se le daba tan bien! Parecía que hasta incluso los dos diablos que tengo por sobrinos la tenían un respeto.

__ Gaby hija, mira, estos son tu tío Emmet, el padre de Tony y Peter

__ Hola tío Emmet. __ dijo Gabriela dándole un beso y un abrazo.

__ Y este es __ continúo  Bella y yo me prepare para recibir una bofetada emocional, pues sabía que me iba a presentar como su tío. ¡Dios bendito! Hasta eso me había negado esa zorra que tenia por esposa. Pero no estaba preparado para esto, juro, que no lo estaba.

__ ¡Papa!__ dijo Gabriela, tirándose a mis brazos.__ Tú eres mi papa ¿Verdad? Si, si lo eres,  eres igualito a la foto que mi mama me dio.

__No podía dar crédito a mis oídos. No puedo describir la emoción y la alegría que me embargo en ese momento. MI niña sabía quien era yo. Bella la había hablado de mí.

 Me quede mirando incrédulo a mi hermosa Bella, a mi niña, a la que consideraba mi mujer,  mi verdadera  esposa, aunque un montón de papeles sin sentido dijeran otra cosa. Ella me sostuvo la mirada, esa mirada de ojos chocolate en la que solía perderme.

__ Tú, ¿La has hablado de mí?

__Tenía derecho a saber

 

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Capítulo 28: Horas de angustia e incertidumbre

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen este fic me pertenencen. Son propiedad exclusiva de S.Meyer.

 

Capitulo 28: horas de angustia e incertidumbre.


Pov bella

—Se los han llevado –repetía –se los han llevado. Paul y Jared están mal heridos e inconscientes o puede que muertos. Se han llevado a Claire con ellos. No los hemos visto llegar, no nos ha dado tiempo a reaccionar, eran varios y han salido de la nada –dijo cayendo y perdiendo el conocimiento en ese mismo instante.
Rosalie pegó un grito desgarrador y recuerdo que fue lo último que escuché antes de que todo se volviera negro.
Cuando volví en sí, lo primero que vi fue a Rosalie chillando presa de un ataque de pánico. Ángela estaba a su lado intentando tranquilizarla y yo me encontré con la cabeza puesta en el regazo de Esme, mientras que Alice  estaba ayudando a los médicos del 112 que se estaban llevando a Rachel.  Yo a mi vez me sentía realmente aterrada por lo que acaba de ocurrir ¿Dónde estaría mi niña y mis sobrinos? Dios no quisiera que les sucediera nada malo. Desde el principio tenía claro que la mano de Tanya y quizás peor, la de su padre,  estaba detrás de todo esto. Pero no entendía como Aro tenía fuerzas para seguir haciendo de las suyas, ya que estaba muy grave en el hospital de la cárcel por la paliza y la tortura recibidas.
—¿Cómo están Paul y Jared?–  le pregunté a Alice cuando volvía de ayudar a meter a Rachel en la ambulancia—, ¿cómo está Rachel?,  ¿dónde está mi marido? –dije al darme cuenta de que no se veía a Edward por ningún lado.
—No te voy a engañar Bella los tres están muy mal. Carlisle y Jasper  están afuera con Paul y Jared. Y Edward y Emmett…
 Quil se acercó a mí en ese momento y me dijo que Edward y Emmett se habían ido detrás de los secuestradores ya que la niña llevaba ese dispositivo de rastreo que Edward me dijo que le iba  a poner. Ahora me alegraba de haber estado de acuerdo pues los pendientes que le había regalado Jacob siempre los estaba perdiendo, hasta ahora habíamos tenido suerte de encontrarlos, pero al oír que mi marido y Emmett estaban detrás de los secuestradores me dio un descomunal ataque de ansiedad debido al pánico…
—Bella, Edward me dio un mensaje para ti, me dijo que te ama y que os jura a ti y a Rose que volverá con vuestros hijos –me dijo Quil intentando tranquilizarme pero  el estómago se me encogió todavía más de lo que estaba…
Después de conseguir que Rose se calmara y de que yo me encontrará un poco mejor, nos trasladamos a la comisaria de Seattle. Nos habían suplicado a las dos que nos fuéramos con Renée y los demás  al hotel, pero ninguna de las dos quiso obedecer. Eran nuestros maridos e hijos los que estaban en peligro, ni con una grúa nos iban a mover de allí. Estaría bueno. Al llegar allí, un par de agentes femeninos de la policía nos prestaron amablemente ropa suya más adecuada pues con los vestidos de fiesta estábamos ateridas de frío y eran bastante incómodos.
—Un conductor que vio lo que sucedía, llamó a la policía —dijo Billy Black bastante conmocionado,   no en vano su hija era uno de los que habían resultado heridos. Por lo que sabía su mujer estaba en el hospital con ella—, pero cuando mis hombres llegaron al lugar de los hechos ya no había rastro de los niños ni de la agente. El conductor que llamó tampoco estaba y no le culpo, quizás yo como ciudadano después de cumplir mi obligación me hubiera marchado.
—En el lugar de los hechos hemos encontrado este pequeño pendiente— dijo uno de los policías dirigiéndose a mi padre cuando vio que entraba por la puerta junto a nosotras.
—Enséñemelo por favor —pedí  presa del pánico. El agente me lo dio y lo miré detenidamente—, ese pendiente llevaba un dispositivo de rastreo que Jacob le puso a mi hija, era nuestra única manera de encontrarles si les pasaba algo en Jacksonville. Mira que le dije a Jacob que los niños perdían muchos pendientes, que era mejor una pulsera o un collar… o que se lo pusiera en los dos no solo en uno… menos mal que Edward le puso otro en ese broche que le regaló…
—¿A qué se refiere Señora Masen? –   preguntó Billy Black—  ¿qué significa eso que usted dice de Jacob?, ¿no se referirá a Jacob Black, mi hijo?
—¿Jacob es su hijo?—preguntaron un montón de voces a la vez.
—Sí es una especie de traidor a la familia –contestó con sorna intentando aliviar la tensión—. Se fue hacia el lado oscuro. Bueno y ahora en serio ¿qué es eso del pendiente?
—Jake le puso en ese pendiente a mi niña un dispositivo de localización o algo así —expliqué—, teníamos miedo de que pasara algo como esto. Le dije a su hijo que los niños perdían muchos pendientes,  pero mi hija se negaba a llevar pulseras u otras cosas. Edward le puso otro en un broche que la niña llevaba prendido en el vestido, seguro que lo aceptó porque se lo regalaba su padre.
—Sí, eso nos ha  dicho el agente Alteara –contestó Billy–,  menos mal que Edward fue previsor ya que es cierto que los niños suelen perder este tipo de cosas y no solo los pendientes Bella ¿puedo llamarla Bella?–me dijo intentado tranquilizarme– Edward y Emmett son dos agentes excelentes, seguro que encuentran a los niños pronto. Pero, ¿cómo diablos ha podido pasar esto en un salón lleno de policías? –preguntó desesperado y mirando a todo el mundo.
—Jacob, Sam y Marco ya vienen para acá—dijo mi padre colgando el móvil al que había estado pegado desde que todo empezó—.  Hija —añadió dirigiéndose a mi —Marco dice que tranquila. Pone las manos en el fuego por Claire, asegura que no es ninguna traidora. Está convencido de que de alguna manera obligó a los secuestradores a llevarla con ellos o simplemente pensaron que de verdad era la niñera y como no se despegaba de ellos decidieron cortar por lo sano y llevarla también.
Por lo visto Claire no  daba señales de vida. Sinceramente al principio pensé que podría ser otra infiltrada más pero Marco confiaba en ella y  eso para mí era suficiente.
Me llevé las manos al pelo revolviéndolo una y otra vez. Ahora estábamos todos sentados en el despacho de Billy Black.  Estaba desesperada y pensaba que la única solución era ir… no quería ni pensarlo, no quería doblegarme ante ella al igual que había hecho Edward…  pero… se trataba de mi hija y de mis sobrinos ¿qué podía hacer?
—Ni se te ocurra, ni siquiera pensar lo que estás pensando —me ordenó más que decirme mi padre—, esa no es ninguna solución. Los chicos los encontrarán, ya lo verás.
Le miré  a la cara y había determinación en sus ojos, pero yo no estaba convencida.
—Bella –me dijo Billy Black—, esa mujer no sabrá donde los han llevado, es su seguro, su vía de escape y eso en el supuesto de que haya sido ella la que ordenase el secuestro. Si no sabe nada, no podrá decirlo y así es más fácil que sus planes sean cuales sean…—dejó esa frase sin concluir pero sabia a lo que se refería, si Tanya no sabía dónde estaban los niños, no podría decirlo y eso les daba tiempo a los secuestradores para…no quería pensarlo ¿por qué tanta maldad?,  ¿por qué los Vulturi se tuvieron que cruzar en nuestro camino? pensaba mientras me revolvía el  pelo que era ya un revoltijo sin sentido de tantas veces como me había pasado la mano por él.
—Bella —me dijo mi padre de nuevo—,  si vas a hablar con ella lo único que conseguirás es que te intente chantajear otra vez al igual que hizo con Edward, que te meta el miedo y no servirá de nada y tú lo sabes.
—No me voy a doblegar al chantaje por nada del mundo,  pero Gaby y mis hijos son la prioridad, así que solo propongo ir y hacerle creer que cedo, solo para lograr que haga una llamada a quien sea y nos devuelva a nuestros hijos.
—Hija —dijo mi padre de nuevo— ella es muy lista, Edward la ha engañado muchas veces, sabe que estáis juntos, no cederá tan fácilmente, te exigirá una prueba un compromiso, te hará hacer algo de lo que no te puedas escapar tan fácilmente como hace cinco años hizo con Edward ¿no lo ves?
—Es mi niña papá. Es por ella que pude levantarme y salir adelante, es ella la que me ha alegrado estos cinco años de mi vida, la que me ha dado un motivo para seguir. Es un trocito de Edward y de mí, la quiero con toda mi alma…
—¿Quién te dice que una vez que te hayas comprometido,  vaya a cumplir y dejar libre a los niños?,  te recuerdo que estaba atentando contra vosotras mientras Edward se  sacrificaba para que estuvieras bien. No, definitivamente no Bella, confió en mis hijos,  y en el resto del cuerpo para encontrarlos y por supuesto confío en los agentes del FBI.  Confío en que estarán con Claire y ella los mantendrá a salvo hasta que los encuentren Emmett y Edward. Vamos a confiar, vamos a confiar, repito, antes de tomar  ninguna medida desesperada –dijo mi padre con lágrimas en los ojos.
— También son mis hijos los que están en peligro – intervino Rose en ese momento—,  pero opino igual que Charlie, no debes ir, Bella, no servirá nada más que para que te veas envuelta en un nuevo chantaje del que  no puedas salir y ni siquiera por esas consigas salvar a nuestros hijos. Siempre opiné que Edward no debió ceder la primera vez. Él  decía que era muy fácil decirlo porque tenía conmigo a Emmett y mis hijos, bueno pues ahora que me faltan mis hijos y no sé qué será de Emmett, también lo digo y no es fácil hacerlo pero lo digo.
No pude responder porque en ese momento entraban por la puerta Jacob, Sam, Marco y el resto del grupo. Jacob abrazó a su padre nada más entrar llorando desconsolado por la situación crítica en la que se encontraba Rachel según le había dicho Carlisle,  que estaba en el hospital ayudando junto con Jasper. Se me cayó el alma al suelo,   nunca había visto así al socarrón y bromista de mi amigo. Luego se tiró a  nuestros brazos llorando. Parecía consternado, la verdad es que daba grima ver a un hombretón tan grande derrumbado y llorando de esa forma.
—Los encontraremos Bella, te juro que lo haremos aunque sea lo último que haga, aunque tenga que caer en el intento. Bella ya sabes que en el pendiente que…
—Lo ha perdido Jacob— contesté otra vez con las lágrimas desbordándose por mi  cara—, lo ha perdido pero  llevaba otro en un broche que Edward le regaló. Emmett y él han salido detrás de ellos a buscarlos  —Jacob me miró  con una expresión sombría pero a la vez vi en sus ojos la determinación. Yo asentí con la cabeza.
—¿Qué se sabe entonces?— preguntó dirigiéndose a su padre.
—Poca cosa hijo, poca cosa, mis hombres han tomado huellas en el lugar de los hechos y están haciendo los correspondientes estudios.
—Pensaba que teníamos a todos los esbirros de Aro y Tanya, bajo control ¿quién se nos escapa por favor? ,   ¿a quién ha podido contratar? –dijo Sam con la cabeza más fría y pensando.
— A lo mejor no es un esbirro habitual de Aro o de Tanya, —dije yo de pronto pues algo hizo click en mi cabeza en ese momento—. La noche de Nochebuena,  Athenodora y su hija Renata, esposa e hija de Cayo no dejaban de mirarnos como si nos estuvieran  amenazando y… —dejé la frase inconclusa pero todos me entendieron
—Muy bueno Bella— dijo Billy Black—, a ver todos a los ordenadores, buscad en la base de datos a cualquier criminal que este fichado y tenga en su haber delitos de secuestro, empecemos por ahí, es muy posible que tengan experiencia en secuestros dada la efectividad con que han llevado a cabo este.
—Vosotros dos –dijo dirigiéndose  a dos agentes –que vayan a la Mansión Vulturi y me traigan aquí a esas dos mujeres.
—¿Qué hay de la gente que había en la fiesta?,  ¿no habéis terminado de interrogarles?,  ¿qué se sabe de la falsa policía de la que Rachel habló? –preguntó Marco que en ese momento se acercaba a nosotros dándonos un abrazo de ánimo.
—Están en ello  –contestó Billy Black.
 Me levanté de mi asiento  y me senté más cerca de Jacob y de mi padre que estaban en un ordenador. Jacob ayudaba a mi padre porque a éste la tecnología no se le daba muy bien. Miraba lo que estaba haciendo con atención y de pronto…
—Jacob —le dije sobreexcitada— esa mujer, su  cara me suena mucho.
Me  miró a los ojos en un gesto tranquilizador y pinchó sobre la imagen. Ya todos los demás se habían puesto detrás de mí para ver que salía.
—Se llama Altea King, ella y su marido Royce King están buscados en prácticamente todos los estados precisamente por secuestro. Su especialidad son… los secuestros de niños…
—Bella –me dijo Marco que estaba mirando el ordenador por encima de mi hombro –me veo en la obligación de ordenarte que tanto tu como Rose salgan de la oficina  en este instante, esto es una investigación policial, vosotras sois civiles y parte implicada, no es legal que permanezcáis aquí...
—Pero… —quise protestar –Marco me hizo un gesto para que me callara a la vez que una de  las dos agentes que nos habían prestado sus ropas nos hacían levantarnos llevándonos a una de las dependencias privadas de la comisaria donde nos ofreció una tila para los nervios y nos dijo que esperáramos recostadas en una especie de camastros.  Pero yo no me quedé conforme, en el momento en que identifiqué a ese tal Royce y a su esposa Altea y vieron  su ficha policial, el ambiente se recargó de una manera sospechosa. Me levanté de mi asiento y sin que nadie me viera volví a donde estábamos antes y me agazapé escondida detrás de una enorme columna para escuchar.  Llegué justo a tiempo de oír como hablaba Jacob
 —También están buscados por asesinato, no es la primera vez que acaban así los secuestros, y lo mismo les da si son niños o son adultos. Se cree que son los culpables de la muerte  de Sarah Johansson,   aquella niña de tres años hija de aquel empresario ¿os acordáis? El padre no pagó a tiempo y fue encontrada en el río Hudson—. Y al oír esto todo mi cuerpo se congeló, con razón nos hicieron salir de allí…
—Cotejad las huellas de esta mujer y este hombre con las que habéis encontrado en el lugar de los hechos ¡ya!… —ladró Billy Black.
—Mandadlas a nuestra sede en Washington también – ordenó Marco a sus hombres.
—Jacob, ve a donde están Bella y Rose y pregúntales de qué exactamente les suena la cara… —salí corriendo de allí, dirigiéndome como alma que lleva el diablo de nuevo a donde nos había dejado aquella agente, Rose me miró con una expresión confundida, yo le hice un gesto con la mano para que callara..
— Bella, ¿de qué te suena la cara? –    me preguntó Jacob entrando en la estancia bastante nervioso—, ¿estás segura?
—Lo estoy – contesté—. Merodeaba mucho por el hospital, a todos nos llamaba la atención, pero se hacía pasar por una indigente.
—Sí yo también la reconozco – dijo Rose—,  alguna vez la he visto –y sin darnos tiempo a decir nada mas, Jacob salió de la estancia con una expresión en la cara que no supe descifrar pero que me resultaba aterradora.
—Rose, aquí hay algo que nos están ocultando. Voy a volver allí a ver si escucho algo –le dije a mi cuñada –tu espérame aquí ¿de acuerdo?
—De eso nada, voy contigo –y como no puede convencerla las dos salimos de aquella habitación dirigiéndonos hacia donde se encontraban los demás. Estaba  claro que toda la comisaria estaba allí, pues no se veía nadie alrededor,  el pasillo estaba desierto. Nadie se preocupaba por nosotras ya que donde estábamos era imposible que nadie pudiera hacernos nada, no sin antes pasar por donde estaban ellos. Cuando nos acercamos oímos de nuevo a  Jacob…
—¿Sabéis que significa esto? –    les preguntaba aterrado —hay que  ir a ver a Tanya, a Aro y a Cayo, hay que parar esto… los niños… pueden morir –Rose y yo reprimimos un grito que pugnaba por salir, las dos nos mirábamos mordiéndonos  la mano para evitar que ningún sonido saliera de nuestras bocas
—Jacob, no vas a conseguir nada,  hijo —dijo  Billy—. Si esos dos tienen la orden de matarlos por mucho que vayas…
—Pero ella puede detenerlos
—Jacob —intervino Marco— no estás actuando con la cabeza fría de un policía hijo y es normal tu hermana está herida y a lo largo de estos meses has creado sentimientos muy fuertes hacia esos niños y su familia, por eso te ordené  sin éxito que te fueras al hotel a esperar. Pero te repito que ni Tanya, ni Aro ni Cayo  saben donde están, ya sabes que es su seguro de vida.
—Sí,  pero puede llamar, eso sí lo puede hacer… yo puedo ir y convencerla…
—Agente Black —dijo uno de los policías—, mire lo que pone aquí.
Siguió leyendo en voz alta para descubrir que efectivamente eran unos mercenarios que trabajaban a las órdenes del mejor postor y que se sospechaba que Aro y Cayo había sido  uno de esos postores en innumerables ocasiones.
—No trabajan solos. Alguien les consigue los encargos y tienen a su servicio a dos individuos de tan mala calaña como ellos. La mujer que les consigue los encargos se llama María, María King, es hermana de Royce.
Según me pareció entender, Jacob hizo  una nueva entrada en el ordenador para buscar la ficha de la tal María y de paso ver la de Royce King.
—Por Dios, este hombre además de por secuestro está acusado de violación— No quiero ni pensar que toque un solo pelo de Gaby y por favor… Claire – dijo acordándose de ella— es más fácil que vaya a por Claire y ella sabe defenderse y…
—Contrastad también las huellas de esta mujer —volvió a ladrar de nuevo Billy a sus hombres mientras Marco hacia lo propio con los suyos.
—Mary, ves a buscar a Bella y a Rose –ordenó Marco—, necesitamos saber si la reconocen o la vieron en la fiesta—. Rose y yo volvimos otra vez lo mas sigilosamente que pudimos hacia la habitación, pero la tal Mary fue más rápida y nos encontró a mitad de camino.
—Íbamos buscando un servicio.
—El jefe Vulturi quiere que valláis –nos dijo mirándonos reprobatoriamente,  estaba claro que no nos había creído. Sin hacer ningún comentario nos dirigimos hacia el  despacho donde estaban todos reunidos.
—Esa mujer, María, estaba en la fiesta. Estaba vestida de policía  –dije yo recordando de pronto cuando Jacob me mostró la foto que había en el ordenador–.  Me fije en ella porque no hacía más que mirarme pero lo tomé como que estaba celosa de mi o algo por el estilo porque también miraba mucho a Edward. Pensé en comentárselo a él pero en ese momento  le llamaron  para darle la condecoración y me olvidé del asunto.
—¿Dónde están los invitados a la ceremonia?, ¿supongo que siguen todos retenidos? –preguntó Marco.
—Sí señor —respondió un policía—,   y los compañeros que no pertenecen a esta delegación también siguen allí.
—Pues que busquen a esa mujer, centraros en los policías, investigad a todas sus parejas y lo quiero para ya –ladró Billy Black a sus hombres.
—Traen a Athenodora detenida para acá. Renata no estaba en la mansión, su madre se niega a decir dónde está. Dice que no lo sabe –informó Quil que entraba por la puerta en ese momento.
En la habitación se instaló un silencio sepulcral, frío, helado. Rose y yo nos negamos rotundamente a volver a nuestro especial “destierro” a pesar de que Marco y Billy no nos lo pedían, nos lo ordenaban, pero Jacob intercedió por nosotras y al final terminamos ganando con la condición de que nos portáramos bien. Todos estaban callados mientras mi padre leía las extensas fichas de violaciones y asesinatos de este tal Royce. Era aterrador, lo mismo le daban niñas, que jóvenes,  que viejas. Todos estábamos consternados y yo rezaba para que Edward y Emmett llegasen a tiempo y trajesen a los niños de vuelta tal y como me había prometido. Mi padre,  en un momento dado se dio cuenta de que estaba leyendo por encima de su hombro y me lanzó una mirada reprobatoria muy típica de él, que yo interprete como: o te estas quietecita o te vuelves a marchar, pero yo estaba demasiado aterrada.
—No puedo consentir esto—dije de pronto—, no puedo consentir que toque a mi hija. Tengo que ir a hablar con Tanya a sonsacarle, a suplicarle como sea, ¡tengo que salvar a mi hija! –no me había dado cuenta de que poco a poco había ido subiendo el tono de voz. Estaba chillando. Oí que alguien decía que tenía un ataque de histeria, y pedía una bolsa de papel para hacerme respirar, estaba como ida. Solo podía pensar en mi niña en manos de ese malnacido y en Claire. Cuando ya estaba más tranquila oí que Jacob decía:
—Marco, ¿hay posibilidad de que tenga un encuentro con ella a solas y lleve una grabadora?,  se le puede ofrecer una especie de trato, no sé, la libertad es imposible, pero una reducción de condena, ir a una cárcel donde este mejor, algo…
—Podemos ofrecerle un trato a cambio de que llame a su padre y le pida que no haga nada contra los niños o bien nos diga donde están, aunque dudo que lo acepte Jacob, para ella el único trato posible es que Edward deje a Bella y vuelva con ella y lo sabes. Poco le importa el daño que hace, lo único que quiere es tenerle cogido por las pelotas.
—¿Y qué hacemos entonces? –preguntó de nuevo Jacob y el silencio reinó de nuevo en la habitación.
—Dejaremos eso como último recurso, repito, todo el FBI y prácticamente todo el cuerpo de policía, los están buscando  por todos los sitios además de Edward y Emmett, estamos cotejando huellas desde nuestra base en Washington y la policía hace lo mismo aquí. Los encontraremos, ya veréis…
De repente todo el mundo se giró hacia la puerta. Athenodora Vulturi entraba esposada y custodiada por dos policías, detrás de ella la tal María también venía esposada y custodiada a su vez.  Athenodora miró hacia mí y en sus ojos pude ver todo el odio que me tenía, y tanto era que me aterró como nunca pude estarlo antes. Me miraba altiva, con prepotencia, con odio… Las metieron a las dos en dos salas de interrogatorio distintas y llamaron a un abogado de oficio para María, mientras que Athenodora  solicitaba ponerse en contacto con el suyo. Un tiempo después, no sé decir cuánto, Jacob, Sam y otros agentes salieron diciendo que María al ver que habíamos identificado a su hermano y a su cuñada cantó de pleno,  aunque no había  dicho nada de Renata. Solo dijo que una mujer la contrató por teléfono y que tanto ella como Altea estaban en la fiesta. Una vez firmada la declaración delante de un abogado de oficio, pasó a disposición judicial.
Athenodora no abrió la boca para decir ni una sola palabra, simplemente pidió la presencia de uno de sus abogados. En base a la ley de Habeas Corpus, decidieron retenerla  en prisión a ver si tenían suerte antes de  agotar el límite de las 72 horas. Así que el flamante abogado tuvo que aguantarse en virtud de esta ley,  pero le aconsejó no decir absolutamente nada.
—Las huellas que hemos encontrado coinciden con las de Royce King, su mujer y  las de María, así como de los otros dos,  hay otras huellas que no hemos identificado. Puede que utilizaran a alguien.
—Pues cotejad esas huellas con la base de datos a ver si sale algo…—dijo Marco—. Tomadle las huellas a Athenodora y cotejadlas también con las de ella. Coged muestras de huellas de la habitación de Renata en la Mansión Vulturi haber si tenemos suerte y alguna coincide.
—La misma orden para vosotros –dijo Billy.
—Un momento— chilló Jacob con el teléfono en la mano—  ¿Edward?,   ¿eres tú?,  ¿dónde estás? De acuerdo vamos para allá –al oír esto mi corazón se aceleró y Rose y yo nos levantamos como un rayo de la silla.
—Es Edward, está con los niños y Claire, ha logrado sacarlos de ahí. Están en una gasolinera en Hoquian.
—Llamad a Philp Dwyer, el jefe de policía de Hoquian y diles que vayan a echarles una mano mientras llegamos  —dijo Jacob levantándose  rápidamente de la silla.
Salimos corriendo hacia la parte de arriba donde estaba el helipuerto, la manera más rápida de llegar era un helicóptero.  Rose y yo nos empeñamos en ir, menos mal que la estación de Seattle contaba con más de un aparato, subimos a ellos y nos pusimos rumbo a Hoquian. Por el camino nos llamó el tan Philp, diciendo que cuando habían llegado a la gasolinera, se habían visto envueltos en un tiroteo, pues parece ser que los secuestradores los habían acorralado, pero que les dieron la oportunidad de escapar cubriéndolos con su fuego. Por lo visto habían detenido a los dos hermanos y a la mujer. Edward había salido corriendo y al darle el alto no paró, cosa que es normal. Cualquier buen agente sabe que el coche puede ser robado.  Pero por lo visto Edward era más que un buen agente y había acudido con los niños a la comisaría de Hoquian , así  que la buena noticia era que allí estaban los cuatro sanos y salvos. Todos respiramos tranquilos. De repente comencé a convulsionar y a llorar desconsoladamente. Típico de mí, en los momentos difíciles, dura  como una piedra, manteniendo siempre la fría  lógica para luego derrumbarme como una niña pequeña cuando la situación estaba controlada. A mi lado Rose no estaba en mejor estado que yo. Se había destrozado sus siempre pulcras y limadas uñas y se había hecho sangre en los brazos de tanto arañárselos. Jacob se sentó entre las dos intentando consolarnos.
Llegamos a Hoquian unos minutos más tarde. Estábamos impacientes por salir del helicóptero  y cuando el piloto nos dio la señal, salimos lo más rápidamente que pudimos, no sin antes agacharnos  por si las hélices seguían rotando. Nada más bajar vi a mi pequeña que junto a sus primos,  Edward y Emmett nos estaban esperando, me lancé  a ellos abrazándolos, los tres llorábamos de alegría y emoción. Cogí a mi niña en  brazos,   me senté   en el suelo con ella en mi regazo. Edward nos abrazaba a las dos y me besaba en la mejilla y en el pelo mientras me decía palabras muy hermosas. Yo lo miraba pero no podía hablar ya que tenía la voz quebrada por la emoción, pero en silencio le daba las gracias por haberla salvado, porque gracias  a él podía tener de nuevo a mi niña en brazos y yo podía estar en los suyos.  Tenía el uniforme todo sucio, ensangrentado y desagarrado. Me fijé que tenía rastros de sangre en la cara mezclados con las lágrimas que caían de sus ojos. Me asusté y busqué por todo su cuerpo hasta encontrar en el brazo una herida que alguien  se había encargado de vendar. Quise examinarla pero negó con la cabeza,  me sentó en su regazo y  nos abrazó  a las dos en un gesto protector. Yo le dejé besos por toda la cara intentando borrar la sangre, las lágrimas y las huellas del sufrimiento que había padecido en las últimas horas. Él hacía lo mismo conmigo, pues supongo que yo también estaba llorando, y los dos lo hacíamos con nuestra niña a la que tenía fuertemente abrazada y  tenía su cabecita escondida en mi pecho.
Ya había pasado el susto, fueron momentos angustiosos, pero esperaba que una vez pasado el juicio y con Aro, Cayo y Tanya en la cárcel pudiéramos de una vez vivir tranquilos y felices. Escuché como un policía con distinto uniforme al que normalmente llevaban Edward, mi padre y Emmett le decía a Jacob que Royce y Altea King  estaban detenidos, y en espera de que se les tomase declaración, junto a otra mujer que el mismo Edward había identificado como a Renata. Por lo visto también había dos personas más que según me enteré con horror,   habían intentado matar a Edward y Emmett.
Renata desde luego no se iba a librar de la cárcel como posiblemente lo haría su mamá.  Esperaba que pudiéramos arrancar a esos tres una confesión que incriminara a Aro, Cayo  y  Tanya y, si era posible a Athenodora también, en este secuestro, sería un cargo más contra ellos.
Por el rabillo del ojo vi que Emmet y Rose estaban en una posición similar a la nuestra.

Capítulo 27: Mi heroe Capítulo 29: Inauguración

 


Capítulos

Capitulo 1: Capitulo 1: Accidente, noticia y reencuentro Capitulo 2: Capitulo 2: Jacksonville Capitulo 3: Recuperando tu amor. Capítulo 3 : Jacksonville, segunda parte Capitulo 4: Recuperando tu amor. Capítulo 4 : Recuerdos Capitulo 5: Recuperando tu amor. Capitulo 5 : Recuerdos, segunda parte Capitulo 6: Capitulo 6: Marco Capitulo 7: Capitulo 7 : Enfrentando la verdad Capitulo 8: ¿Reconciliándonos? Capitulo 9: Empezando de nuevo Capitulo 10: Ellas estarán bien Capitulo 11: Limpiando mi alma Capitulo 12: Amenazadas Capitulo 13: Angustia Capitulo 14: Luz en la oscuridad Capitulo 15: Pesadillas Capitulo 16: Despedida y regreso Capitulo 17: El principio del fin Capitulo 18: El final Capitulo 19: Las noticias más esperadas Capitulo 20: La historia de Carmen y un giro inesperado Capitulo 21: Volviendo a la vida Capitulo 22: Redención Capitulo 23: Tarde de compras al estilo Alice Capitulo 24: El Perdón Capitulo 25: Nochebuena de amor, Navidad maravillosa Capitulo 26: Baile de la Policía, condecoración y algo más. Capitulo 27: Mi heroe Capitulo 28: Horas de angustia e incertidumbre Capitulo 29: Inauguración Capitulo 30: El Juicio Capitulo 31: Juramento de Hipócrates Capitulo 32: La soledad de la muerte Capitulo 33: En los montes de Olympic Capitulo 34: Despedidas de solteros Capitulo 35: Sí quiero, otra vez Capitulo 36: Alice e Isabella Capitulo 37: Epílogo: Parte 1: Golpe del destino; Parte dos: Asignatura pendiente. Capitulo 38: Outakke 1: El hombre de hielo y su pequeño gran monstruo Capitulo 39: Outakke 2: Isabella Marie Masen swan, marca la diferencia Capitulo 40: Outakke 3: Padres, hijos y otras cuestiones

 


 
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