Tú, Mi Obsesión (+18)

Autor: AmyWelch
Género: + 18
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 27/11/2014
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 72
Visitas: 104654
Capítulos: 29

Edward es un millonario obsesionado con Isabella Swan. Cuando ambos mantienen una relación Isabella se ve sumida por la vigilancia extrema, celos enfermos, el dinero infinito y la megalomanía de Edward Cullen, está dispuesta a soportarlo todo, hasta que se da cuenta de que Edward es el culpable de la muerte de su novio. Pero ella no sabe, que el último plan de Edward es dejarla ir.

Las y los invito a leer mi otra historia:

De Los Bosques De Noruega:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3402

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Capítulo 4: Hola Nueva York

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

Vamos a ir hasta el final esta noche
Sin remordimientos, sólo el amor
Podemos bailar hasta morir
Tú y yo
Vamos a ser jovenes para siempre

Me haces
Sentir que
Estoy viviendo un sueño adolescente
La forma en que me miras
No puedo dormir
Vamos a ser fugitivos
Y nunca mirar atrás
Nunca mirar atrás

Capítulo 4: Hola Nueva York

El avión aterrizó en el aeropuerto de Nueva York cuando apenas empezaba la noche. Isabella miraba hacia todos los lados del aeropuerto, calculaba que fácilmente allí había, como mínimo, dos mil personas.

-Disculpe, ¿dónde puedo tomar un taxi?- preguntó Bella a un policía

-En la salida, por el acceso C- respondió este amablemente

Isabella se dirigió hacia donde el policía le había indicado y tomo un taxi. ¿Y ahora a dónde iría? En su estancia en Forks había averiguado acerca de un departamento disponible que quedaba en un buen lugar de Nueva York. Pero por el momento, ya era bastante noche, iría al día siguiente

-¿A dónde la llevo?- preguntó el taxista

-A un buen hotel- contestó ella

-¿A qué se refiere con buen hotel?- dijo -¿A uno cómo el Four Seasons?

-No, no tan caro. No podría pagar una habitación ahí. Me refería a un hotel de precio accesible pero que tenga buenas instalaciones, ¿me explico?

-Claramente, señorita

Isabella bajó del auto con una pequeña maleta en mano. Entró al hotel y pidió un cuarto en recepción. El precio era bastante razonable.

Le asignaron el cuarto número 60. Bella abrió el cuarto. A decir verdad era bastante bonito. Era amplio y las paredes estaban pintadas de color crema, las lámparas estaban colgadas en las paredes y en el centro había una gran cama pulcramente arreglada con sábanas blancas y un edredón naranja con almohadones a juego. El baño era pequeño pero con suficiente espacio, todo el azulejo era blanco y los canceles dorados.

Isabella colocó la maleta sobre el suelo para buscar que ponerse. Una vez se puso su "pijama" que consistía en una vieja polera y un short morado, se sentó en el suelo y el llanto que había contenido durante todo el viaje salió. Lloró y lloró hasta que le dolió la cabeza, pensaba en su papá que en ese momento estaba tan lejos de ella, en su mamá muerta que yacía en su memoria, pensaba en su casa, su vieja camioneta roja y pensaba en James…Su amor…¿Por qué James? ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste sola? ¿Por qué? ¿Por qué? Se preguntaba en su cabeza una y otra vez. De su bolso sacó el colgante que él le había dado y lo miró, con dedos temblorosos acarició la leyenda que tenía grabada y se colocó el collar en el cuello, cerca de su corazón. Siempre en mi corazón Jimmy…Siempre…Siempre en mi corazón

OoO

Al siguiente día Bella fue a ver el departamento que había visto en Internet. Éste quedaba en una zona muy transitada de Nueva York, el edificio donde quedaba era de veinte pisos y el apartamento quedaba en el piso diez. El dueño, un señor alto, delgado y ya con algunas canas le habló muy bien del lugar

-El departamento lleva un año sin ser habitado pero lo he mantenido en buenas condiciones- dijo-Tiene todos los servicios y además todo el edificio cuanta con Internet inalámbrico gratuito

Bella estaba emocionada. Pero a la vez, asustada. ¿Cuánto costaría todo aquello? El lugar era muy amplio y las paredes blancas, tenía una pequeña sala y una cocina equipada con una barra para desayunar. La recámara era también de paredes blancas y el baño tenía una tina. A Isabela todo eso le parecía genial pero…

-¿Y de cuánto es la renta?- preguntó ella temerosa de la respuesta

-Ochocientos dólares- contestó el dueño. A Bella se detuvo el corazón unos instantes ¡Ochocientos dólares! Pensó Bueno, también que puedo esperarme. Esto queda en una zona excelente

-Es demasiado caro. Por favor, ¿no puede dejarlo un poco más barato?- pidió

-Pero es que ese es el precio

-Por favor, por favor. Soy una estudiante, no tengo empleo, por favor- dijo Bella mientras daba brinquitos y con ojos suplicantes. Para el dueño, literalmente, le estaba por dar un infarto. Bella era la cosa más adorable que había visto ¿Acaso esa chiquilla le estaba coqueteando?

-Bueno, le parece bien ¿Quinientos?- dijo tímido

-¡Perfecto!- dijo Bella –Muchas, muchas gracias

El dueño sólo asintió sonriendo para luego irse.

OoO

Edward se encontraba en medio de una junta con los socios cuando de nuevo su celular sonó

-Diga

-Señor, ella ya se ha quedado a vivir en un departamento

-Perfecto, ¿Dirección?

-El edificio queda al oeste de Central Park

-Muy bien, no la pierda de vista Dimitri- y colgó

Edward no cabía en dicha de sí mismo. Por fin la tendría cerca

Serás mía Bella, mía, mía, toda mía

-¿Estás de acuerdo Edward?- preguntó Emmet

-¿Sobre qué?- preguntó –Lo siento, no estaba poniendo atención

-Sobre comprar el treinta por ciento de Industrias Marshall- contestó Emmet apretando los dientes

-No- contestó –Compraremos el cincuenta por ciento

Todos los socios abrieron la boca para protestar pero ninguno habló

-Pero Edward, ¿el cincuenta por ciento?- dijo Jasper –Estamos hablando de más de treinta millones

-Lo sé y no me importa- contestó Edward fríamente –Si industrias Marshall sigue con la producción que lleva hasta ahora en menos de un año habremos obtenido el doble de la inversión y nos haremos de una gran compañía- terminó Edward con una sonrisa cínica de lado y se puso de pie apoyando las manos contra la enorme mesa de cristal

-Se levanta la junta caballeros- y salió a su oficina. Todos los socios se quedaron viéndolo, parecía un César dando órdenes. Pero claro, ¿Qué se puede esperar del presidente? Pensó uno de ellos

-Jessica, tráeme los contratos de las modelos y café- ordenó Edward

-Sí, señor Cullen

Jessica y Kate suspiraron a coro una vez él les dio la espalda

-¡Dios! ¿Puede haber hombre más hermoso?- alardeó Kate mientras miraba a Jessica de manera cómplice

-No, no lo hay- contestó

Dentro de su oficina Edward se acercó a uno de los enormes cristales del edificio y miró hacia la calle. Por fin entre toda esa mole de asfalto y millones de personas sin rostro existía una persona que era realmente una persona importante para él. Una razón por la cual vivir.

Tocaron a la puerta

-¿Se puede?

-Adelante- respondió. Era Emmet

-Hola Edward, sólo venía a pedirte que firmaras este cheque

-¿Para qué?- preguntó

-¿No lo recuerdas? Para la compra de empresas Witherdale

Edward carraspeó –Si, ¿Por cuánto es el cheque?- inquirió nervioso

-Cien millones- contestó Emmet mientras miraba a Edward sospechosamente

-Ed, ¿Puedo preguntarte algo?

-Siempre y cuando no sean consejos de sexo para practicar con Rosalie, si- dijo alzando una ceja. Emmet se sonrojó

-No, no es sobre eso. Mi pregunta es…- tomó aire -¿Qué pasó con James Witherdale?

Edward tensó la mandíbula y agarrotó sus manos en dos puños

-¡No lo sé! ¡Maldita sea! Lo último que supe fue que tuvo un accidente. Ahora, si no te molesta, necesito trabajar.- cortó

-Si, lo siento, firma el cheque por favor

Edward firmó el cheque presionando con la pluma en el papel más de lo necesario

-Gracias- contestó Emmet conformándose con la respuesta de su hermano mayor. Sabía que eso de que no sabía nada de James era una mentira. Edward había hecho algo con James Witherdale y él lo sabía.

Edward revolvió su cabello nervioso. Emmet le preguntaba lo mismo casi a diario.

OoO

Dos meses después…

Bella salió de uno de los salones de la universidad junto con su amiga Alice.

Apenas asistió el primer día a la universidad ella le había acaparado con sus pláticas efusivas y su hiperactividad. Sin embrago, ambas estudiaba n carreras diferentes. Bella estudiaba publicidad y relaciones públicas y Alice diseño textil.

-Bella, anda, ¿podemos ir hoy a un antro?- preguntó Alice. Bella rodó los ojos

-Alice, ya te dije que hoy no puedo. Mañana tengo examen

-Bella, por favor, por favor- pedía Alice mientras juntaba sus manos sobre su pecho y ponía ojitos de cordero a medio morir

-De acuerdo…

-¡Perfecto!- dijo emocionada. Esta noche iré a tu casa y te diré lo que vas a ponerte

Bella sólo asintió

-Bien, te veo en la noche, mi novio me espera- dijo Alice guiñándole un ojo –Chao nena, te veo luego

Bella tomó el metro para llegar a su casa. En esos meses que llevaba viviendo ahí lo había adornado poco a poco junto con la ayuda de Alice.

Las paredes habían dejado de ser blancas. Alice había convencido al dueño del edificio para dejar que ellas pudieran pintar las paredes, y el pobre hombre sólo había podido acceder frente a los ojos de cordero y a la belleza de la pequeña Alice. Ahora éstas eran de un pálido color azul cielo. En la esquina de la sala había un librero lleno de libros. Una de las pasiones de Bella. Los sillones eran blancos con cojines de distintos tonos cafés. Dentro de la cocina había un pequeño desayunador redondo de madera color cereza. Su cama tenía sábanas de color morado pastel y el edredón era de un fuerte color púrpura a conjunto con las almohadas que tenían diferentes formas.

Tenía un tocador de madera igual en color cereza y sobre él tenía todo su maquillaje y perfumes. El clóset era otra cosa. Alice le había dicho que ropa le favorecía y en qué colores.

Tenía poca ropa, pero toda ella era de marca. Vestidos, pantalones, vaqueros, blusas, poleras, cárdigan, faldas etc. En cuanto a zapatos, casi todos eran D&G, Manolos y Ferragamo. Pero sólo unos eran Loubotin. Sus favoritos.

Todas las ventanas tenían cortinas de tul y satín en color crema.

Alice la había asesorado en la decoración, a Bella le había agradado todo pero, no paraba de pensar que el departamento parecía más el de una princesa.

Prácticamente al medio mes Isabella había conseguido un trabajo en la universidad como ayudante del edecán. Y tenía un buen sueldo. Pero últimamente el dinero que ganaba apenas le alcanzaba para pagar la renta, comida, servicios y la ropa y los zapatos de diseñador que Alice prácticamente le obligaba a comprar.

Bella se me metió a la tina y le puso algunos aceites para que sus músculos se relajaran. Sabía que tenía que conseguir un empleo, y pronto. Su sueldo ya no daba para más.

De vez en cuando llamaba a Charlie para preguntarle como estaba. Como siempre, su papá le contestaba tranquilo y le decía que todo estaba bien, aunque en realidad Bella sabía que no lo estaba.

Su papá la extrañaba. Había prometido ir a visitarlo en Navidad.

Acarició la yema de sus dedos el colgante que aún llevaba en el cuello. Cerró los ojos. Se había jurado no volver a llorar por él.

En eso, el timbre sonó insistentemente. Bella se envolvió en una gruesa toalla blanca y abrió la puerta. Era Alice, pero cuando la vio, se asustó. El delineador y el rímel estaban corridos a lo largo de sus mejillas y los ojos estaban hinchados. Su corto y puntiagudo cabello estaba despeinado y se sorbía los mocos

-¡Alice! ¿Qué pasó?- preguntó Bella alarmada mientras la arrastraba de una mano y la sentaba en el sillón.

-Be…lla…él…me…dijo…-Decía Alice entre hipos y no se le entendía nada. Bella la tomó por los hombros.

-Alice, tranquilízate. Te prepararé un té y me cuentas.

A los quince minutos una Alice más calmada junto con una caja de pañuelos y una humeante taza de té en sus manos relataba a Bella lo que había pasado

-Oh Belli, es que…Tommy me botó- soltó Alice

-¿Y por eso lloras tanto?- preguntó Bella confundida. Alice no era de las chicas que lloraban por un hombre.

-¡No! Es por lo que me hizo antes de que me dejara

-¿Qué pasó?

-Belli, el me había dicho que me amaba y yo le creí. Pero hoy…hoy me dijo que yo no era buena para él y me dijo que se iba con una tal…Lauren. Dijo que ella era mucho mejor que yo y que se iba a casar con ella- Alice lloraba-¡Se van a casar Bella! Después de tres años de relación y luego…nada. Me humilló

Bella la abrazó –Oh pequeña, tranquila, tranquila. Ya, yo estoy aquí- decía mientras acariciaba su espalda

-¿Qué harás ahora?- preguntó

-No lo sé- dijo Alice –Pero, ¿sabes qué? Por un lado está bien que haya terminado con Tom. Yo sentía Bella que él no era él hombre con el que debía compartir mi vida, él no lo era. Ese hombre todavía no llega

-¿No te vengarás? ¿O por lo menos no le harás nada?- inquirió Bella sorprendida

-No Belli, eso sería darle mucha importancia al hijo de perra ese

-De acuerdo

Alice se quedó mirando a Bella que todavía estaba en bata.

-¡Pero vamos! Tú y yo tenemos una cita con el antro alardeó Alice arrastrando a Bella hacia el cuarto

Alice escogió uno vaqueros tipo skin, junto con una blusa blanca sin un hombro y los tacones favoritos de Bella. Los Loubotin Pigalle

-Oh Belli, te ves fantástica con esos Pigalle. Definitivamente compraremos más zapatos de esa fabulosa marca- decía Alice entre aplausos

Alice ya iba vestida, sólo se retocó el maquillaje y se peinó su extravagante cabello.

-Alice, ese corte que te haces tan raro sólo te queda bien a ti- anunció Bella

-Lo sé. A mí también me fascina y a Jazz también lo hará

-¿A quién?- preguntó Bella confundida

-Belli, hoy conoceré al amor de mi vida- gritó Alice dando vueltas

Bella no se atrevió a preguntar nada más, había veces en que era mejor no preguntarle a la pequeña brujilla que tenía por amiga

-Corre amiga, ¡tenemos una cita con la noche!- gritó Alice

Salieron del apartamento. Isabella comenzó a sentir la sensación de que era vigilada. Pero lo ignoró.

Se fueron en el coche de Alice, un fabuloso Porche amarillo taxi.

-¿A dónde iremos Alice?

-A un súper antro VIP que anda de moda

-¿Y si es VIP, cómo piensas que nos dejarán entrar?

-Tengo mis contactos, chica- contestó guiñando un ojo

OoO

Edward apretó el volante de su coche. Había visto cuando se subía al coche de su amiga. ¡Maldición Bella! ¡Vas demasiado descubierta! ¡Todos se te quedarán viendo! Pensaba él con los celos a flor de piel.

Los dos meses que Bella llevaba ahí viviendo él la había vigilado. Todas las noches, al salir de la oficina, iba a su departamento hasta que ella apagaba las luces.

Su Blackberry sonó

-Diga

-¿Edward?

-¿Quién habla?- preguntó

-¿Cómo que quién? ¡Soy Jasper!

-Ah sí, ¿qué quieres?

-¿Estás ocupado hoy?

-No- mintió -¿por?

-Es que estoy aquí en un antro con Emmet y Rose y queríamos sabes si querías venir

-No estoy para fiestas en este momento- contestó

-¡Tienes veintitrés años Edward! Disfruta mientras todavía puedes. Además aquí hay varias chicas guapas. Anda ¿vienes?

Edward bufó, La única chica que yo quiero no sabe que existo pensó

Condujo hasta el lugar y se sorprendió al ver ahí el Porche amarillo de Alice ¿Será que están aquí? Entró al lugar fácilmente. Todos enloquecieron cuando se dieron cuenta de que era Edward Cullen

-¡Edward!- gritó Emmet agitando sus brazos desde una de las mesas. El lugar era como cualquier antro, pero exclusivo, el clásico humo, la música ensordecedora, las luces de colores y cientos de jóvenes bailando estaban allí.

Llegó a sentarse en la mesa junto a Emmet, Rosalie y Jasper.

-Vaya, el amargado aceptó venir- dijo Rosalie

-Déjalo Rose que ya es un milagro que esté aquí- contestó Emmet. Pero Edward era ajeno a la plática, sólo buscaba a Bella con la mirada, hasta que la encontró…

Estaba sobre la pista junto con Alice, su amiga. Bella tenía las manos sobre su cabeza y agitaba sus caderas sensualmente a la par de la música. Edward tuvo una erección casi dolorosa. Pero también los celos furiosos lo atacaron, prácticamente todos los hombres miraban a Bella.

-¿Edward? ¿Qué es lo que tanto miras?- preguntó Emmet hasta que dio con lo que miraba

-Linda chica, ¿quién es? ¿La conoces?

-No- respondió amargo

-Bueno, ¿y qué esperas?- animó Emmet palmeando su espalda -¡Ve por ella!

Edward dio un largo trago a su vodka y se puso de pié, tomando valor. Ya es hora pensó Veía a Bella bailar…caminaba hacia ella…iba por ella

-Hola- saludó con voz seductora

Bella se dio vuelta…Su corazón le dio un vuelco ¡Dios mío! ¿Este hombre es real?... ¡Esperen!... ¡Yo lo conozco!... ¿Me está hablando a mi?

Isabella miró hacia los lados -¿Me hablas a mí?- preguntó tímida

-¿A quién más si no?- contestó Edward mientras que Bella buscaba con la mirada a Alice. Esta, de pronto había desaparecido ¡Rayos Alice! ¿Dónde estás cuando te necesito?

-¿Te gustaría bailar conmigo?

-Mmm, no lo sé…es que…vengo con una amiga- respondió ella

-Por favor, vengo sólo ¿si?- suplicó Edward. Bella se desmayó mentalmente ¿Ese Adonis le estaba suplicando?

Entonces, de pronto, el antro prendió las luces por uno minutos y Bella pudo apreciarlo con claridad. Casi muere

Dios…Mira ese cabello sexy y despeinado…ese mentón tallado a cincel…esos ojos verdes… ¡Rayos! ¡Esa boca!...quiero morderla Bella iba bajando la mirada Y mira ese torso…sus hombros…ese abdomen…sus piernas. Tendré que ir a un médico…me enfermé…

-Entonces, ¿si quieres bailar?- preguntó él. Bella agitó la cabeza, se sintió mareada, había dejado de respirar

-S-s-si- tartamudeó y las luces del antro volvieron a apagarse. Las luces de colores, el neón, la música y el humo volvieron. Edward sonrió y la tomó por la cintura y comenzaron a bailar juntos. Bella no oía la música que bailaba, estaba embebida saboreando el rostro de su pareja, y Edward hacía lo mismo.

Ninguno de los dos escuchaba sonidos. Ambos estaban embebidos en los ojos del otro.

A medida que el baile avanzaba ambos se volvieron más atrevidos. Bella pasó sus manos por el cuello de él y Edward pegó sus caderas a las de ella sosteniéndola algo más abajo que la cintura.

Sus rostros de pegaron más de lo normal y podían sentir su aliento en la boca del otro. Bella estaba de hospital, no podía creer con quién estaba bailando y Edward respiraba dificultosamente. Arrugó la frente y se pegó a su boca, ella también acercó la suya y… se besaron.

Edward llevaba el beso, tierno. Éste es nuestro primer beso Bella pensaba ¿En serio lo estoy besando? Pensaba ella

Isabella se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se separó de él -¡No!...lo siento…yo

-Shhh- calló Edward –Todo está bien

Bella estaba confundida, sin embargo, se dejó arrastrar por él hacia una mesa alejada.

Bella pidió un trago y se lo tomó de golpe

-Será mejor que tomes más despacio, te hará daño- advirtió Edward preocupado

-Sí, lo sé. Mmm, no me he presentado, soy Bella Swan- dijo ella estirando su mano, se sentía ridícula. Marie, su conciencia, se reía de ella ¡Demonios Bella! Ya hasta lo besaste y ahora sales con tus cordiales presentaciones Edward se sintió mal y frunció el seño

-¿De verdad no me recuerdas Bella?- preguntó ofendido Claro, sólo soy otro maldito rostro entre la multitud pensó

-¿Disculpa?- preguntó ella confundida

Edward tomó su mano y la puso sobre su rostro

-Recuerda Bella, recuerda…soy yo. Mírame

Bella hizo un esfuerzo –Lo siento, no creo conocerte de ningún lado- negó con la cabeza

-Vamos Bella…Soy Edward…Cullen- susurró

-No te recuerdo- dijo ella

-Te vi una noche en el bosque cerca de tu casa, me saludaste y me dijiste que ya era muy tarde y luego te fuiste

-Lo siento, borré toda esa época de mi vida de mi mente. Fue un mal tiempo…no tiene mucho- dijo Bella arrastrando las palabras

-Dime algo Bella, ¿te gustó?- preguntó Edward ansioso de la respuesta

-Si- contestó Bella para luego caerse sobre el sillón y quedarse dormida

OoO

Canción: Teenage Dream

Artista: Katy Perry

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Un beso

Amy W.

Capítulo 3: Dolor Capítulo 5: No Te Recuerdo

 
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