Tú, Mi Obsesión (+18)

Autor: AmyWelch
Género: + 18
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 27/11/2014
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 72
Visitas: 104645
Capítulos: 29

Edward es un millonario obsesionado con Isabella Swan. Cuando ambos mantienen una relación Isabella se ve sumida por la vigilancia extrema, celos enfermos, el dinero infinito y la megalomanía de Edward Cullen, está dispuesta a soportarlo todo, hasta que se da cuenta de que Edward es el culpable de la muerte de su novio. Pero ella no sabe, que el último plan de Edward es dejarla ir.

Las y los invito a leer mi otra historia:

De Los Bosques De Noruega:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3402

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Capítulo 15: Tempus Fugit II

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía

Perdón por la tardanza chicas!

Un abrazo y beso a mi beta Beais, por corregir este capítulo. Chica, siempre tienes ideas geniales.

 No os entrentengo más. A leer.

 

 Eres tú, eres tú. Es todo por ti.

Todo lo que hago. Te lo digo todo el tiempo

El cielo es un lugar en la tierra contigo



Cuéntame sobre todas las cosas que quieres hacer

Escuché que te gustan las chicas malas, cariño.

¿Es eso cierto?



Es mejor de lo que jamás pensé

Ellos dicen que el mundo fue construido para dos

Que sólo vale la pena vivir si alguien... te ama

Bebé, ahora tú lo haces

Capítulo 15: Tempus Fugit II



¡Mierda!



Edward me miró con un brillo extraño en los ojos. Tomé una profunda exhalación. Di un paso adelante y me puse frente al chico que colocaba los arneses de seguridad.



-Alto. Yo se los colocaré- dijo Edward. El chico asintió con una sonrisa y se alejó.



Él se colocó frente a mí y atoró el arnés en mi tobillo y otro en mi espalda. Se aseguró de que estuvieran bien puestos y luego me alcanzó un short que había ahí. Metí mis piernas en él y Edward lo subió hasta mi cadera.



-Estás lista- dijo -Tranquila Mi Bella, cuenta hasta tres y déjate ir



Asentí y me puse de espaldas al vacío, imité a Edward poniendo mis brazos a los costados y cerrando los ojos, contando en mi mente hasta tres. Lo haría rápido, si lo pensaba seguro que terminaría por salir corriendo y no hacerlo. Me incliné levemente hacia atrás Tempus fugit Bella, tempus fugit.. Y me dejé caer sintiendo la mayor adrenalina de mi vida. Sentía el aire en mi espalda y la sangre subiendo a mi cabeza.



¡Dios! ¡Dios! ¡Dios! Mi corazón late por todas partes y grito como loca ante la emoción. Apenas pude sentir cuando la cuerda se tensó y mi cabeza quedó a un metro sobre el suelo. Solté el aire contenido y grité por última vez. Me suben de nuevo por la cuerda poco a poco y finalmente estoy de nuevo en la torre de control, en suelo firme.



Edward me miró con las pupilas dilatadas, estaba excitado



-¿Qué te ha parecido?- preguntó y puede notarse su emoción en la voz



Mi corazón latía rápido y mi pecho se contraía velozmente -Extremadamente emocionante- contesté con voz aguda



Me sonrió por última vez antes de que se inclinara ante mí y comenzó a quitarme el arnés del tobillo, me dio la vuelta y me quitó el de la espalda. Me liberó de las tiras y luego por debajo del vestido tiró del short hacia abajo, dejándolo a un lado. Se levantó y me tomó la mano.



-Anda, vamos



El chico del bungee me miró tímido y le dediqué una sonrisa breve. Edward volteó a verme y entornó sus ojos, pero no dijo nada. ¡Uf! ¿Es que no puedo ni sonreír a alguien en agradecimiento? Rodé los ojos. Bajamos de nuevo por las escaleras, me sujeté con una mano del barandal mientras que la otra se mantenía fuertemente tomada por las manos de Edward.



Mi sandalia se hundió en la arena al poner ambos pies sobre el suelo, caminaba a la par de Edward, una vez más, a la orilla de la playa. Clavé mi vista en el mar, la emoción estaba latente en mí, quería meterme de lleno en el agua. Tiré de la mano de Edward insistentemente, él caminaba demasiado lento y yo no podía más



-¡Vamos Edward, anda vamos, corre, vamos a nadar!



Él me miró divertido, pero luego su gesto fue serio -¿Has traído tu traje de baño?



Mis hombros cayeron y mi cara fue de total desilusión. Bajé la vista



-No- susurré



-¡Lástima! Me temo que no podremos nadar entonces- dijo él



Asentí -Creo que es mejor dejarlo para otro día ¿verdad?



Edward no me contestó. Tomó mi mano y comenzamos a caminar. Estaba enojada conmigo misma por idiota ¿qué no era obvio? Para nadar se necesita traje de baño Isabella dijo mi Madrastra sonriendo sarcástica



Lo único que sentí entonces fue cuando Edward me tomó por la cintura y me arrastró hasta una tienda. Me depositó en el suelo y me miró



-Elige uno- mandó



Volteé a ver la tienda, que resultó ser un local de tipo palapa, de trajes de baño y equipos para nadar. Mis ojos eran de emoción, me mordí el labio y miré al rededor, había trajes de todo tipo... mi vista se clavó en un bikini azul.



-Ese- señalé



Edward al verlo se giró hacia mí y alzó una ceja



-Definitivamente no



Abrí los ojos -Pero tú me preguntaste que cuál quería- protesté



Él sujeto mi mano aún más fuerte -Si, y creo que ha sido un error de mi parte, yo escogeré por ti- sonrió



Giré los ojos, enojada, pero sin decir nada. Había prometido dejar de luchar contra sus celos. Edward vio mi gesto y torció la boca



-Isabella, perdón, pero entiende, no puedo permitir que nades con algo así, sabes cómo soy- susurró



Asentí, sin decir nada. Suspiró



-De acuerdo, ¿quieres ese bikini?



Le miré, con ojos abiertos por completo -¡Si!- contesté



Edward nos acercó hasta la chica que atendía la tienda y pidió el bikini azul que yo había elegido. Por supuesto la chica bronceada de la tienda se quedó mirando a Edward más del tiempo necesario. Entorné mis ojos hacia ella para que viera mi enojo pero no pasó nada. Ella estaba demasiado embobada en mirar a ¡mi novio!



-Gracias- dijo Edward mientras le pagaba



-De... nada- contestó ella



Giré los ojos ¡Vamos niña! ¡No seas tan evidente! Gritó la madrastra



Una vez estuvimos fuera del local fuimos hasta otra palapa que decía “Probadores”. Edward me tendió la bolsa con el bikini



-Toma, póntelo, te esperaré aquí fuera



-¿Y tú traje de baño? ¿Es qué no vas a nadar?- pregunté



Sonrió -Claro que sí, yo ya lo traigo puesto. Ahora anda



¿Así qué Edward ya estaba preparado? Hmm...



Me encerré en una de las cabinas y me coloqué rápidamente el bikini, guardando mi ropa en la bolsa. Me miré en el espejo y mordí mis labios, dudando un momento, ahora que me veía con el traje puesto... la verdad era que estaba muy revelador. La parte de arriba se abrochaba al frente y no tenía tirantes, era strapless, la parte de abajo era como unas pantaletas normales... pero aún así revelaba mucho ¡Edward se moriría! Salí por fin de la cabina, Edward de inmediato me miró... sus pupilas se dilataron y sus ojos se oscurecieron.



-¿Como me veo?- pregunté tímida



-Demasiado comestible para mí gusto. Te ves hermosa Isabella- me abrazó



Yo tenía una sonrisa enorme en mi cara. Eso Edward... sube mi autoestima



Me acercó hasta él y posó una mano en mi cintura... sabía lo que estaba haciendo.



Edward fue por las toallas y las colocó sobre las asoleaderas que había ahí. Entonces... se quitó el pantalón y la camisa. Oh... por... Dios...



El aire se me escapa de los pulmones, todas las chicas que pasaban por ahí le miraban y la Madrastra, Blancanieves y yo estábamos preparadas para la Tercera Guerra Mundial en caso necesario. Edward me tomó una vez más por la mano y nos dirigió hasta la orilla del mar. El enojo se me pasaba poco a poco... pero el deseo no... Edward en ese traje de baño negro se veía... muy bien... demasiado.



Mis pies tocaron el mar...



-¡Edward!- grité emocionada. Parecía niña pequeña.



Entonces nos metimos más y más en el mar hasta que el agua nos llegaba hasta la cintura... bueno... hasta la cintura de Edward.



Pequeñas olas que desembocaban en ondas nos bañaban. La sensación era fantástica... mi primera vez aquí... en el mar y con él...



-Bien Mi Bella, empezaremos por saltar olas- dijo



Le miré interrogante



-Es sencillo... cada que veas una ola te impulsas hacia arriba para que el agua no te cubra



-Ah...- contesté



Entonces a lo lejos vimos cómo una ola se formaba poco a poco



-Ahí viene una ¿lista?



Le miré



-¿Vas a dejarme sola?- pregunté con miedo



-¡Claro que no!- juró -Sólo que si no alcanzas a saltar la ola... tendrás que sumergirte bajo el agua por unos instantes- colocó sus manos en mi cintura



Palidecí al instante ¿Yo debajo del agua? ¡Joder!



-¡Pero no sé nadar!- grité -¡no me dejes sola por favor! ¡No me sueltes!


Edward sonrió -Nunca nena


La enorme ola cada vez estaba más cerca y se iba haciendo más y más grande ¡Cristo!



Edward aprieta su agarre en mi cintura y yo envuelvo mis piernas en sus caderas. Me abrazo fuerte en su cuello. Ondas de agua nos salpican.



-Cuando yo te diga salta, lo haces ¿de acuerdo?



Asiento y entonces la ola mide al menos, un metro y medio.



Respiro una y otra vez



-¡Ahora!- me grita



Y entonces tome inmediatamente aire y luego salté al mismo tiempo que Edward. Cuando abro los ojos la ola ya nos ha pasado



-¡Lo he logrado!- brinqué



Edward me sonrió -¡Hagámoslo de nuevo!



Y lo hicimos... saltamos las olas hasta cansarnos... una que otra vez el agua nos cubrió y Edward me sacaba del agua mientras yo escupía toda la que había tragado.



Era un día maravilloso. Algo que jamás pensé vivir... era un sueño. Él estaba aquí conmigo... riendo... diviertiéndose... amándome ¿hasta cuándo duraría eso? ¿Por siempre? Mi pecho se oprimió unos segundos. Nada es para siempre Bella... nada Agité mi cabeza, no tenía por qué pensar en eso ahora. Todas mis inseguridades y miedos no podían salir ahora a flote. El momento era demasiado perfecto como para arruinarlo.



Salimos del agua una hora después



-¡Mierda!- dijo Edward cerrando los ojos



-¿Qué pasa?- pregunté imaginándome algo grave



-No nos hemos puesto bloqueador solar



Suspiré -¿Y cuál es el problema? Estoy segura de que no pasará nada por un rato bajo el sol sin protector



Me hizo su clásica sonrisa torcida -Es tu culpa- dijo -Me siento tan inmensamente feliz contigo que me haces olvidarme hasta de las cosas más elementales



¡Oh Edward! Blancanieves suspira, con el mentón apoyado en su mano e imaginando corazones en el aire.



Nos secamos con las toallas y luego recogimos nuestra ropa y nos la pusimos de nuevo y caminamos otra vez rumbo al parque, tomados de la mano.



-¿Te ha gustado?- me preguntó luego de un rato



-Me ha fascinado- le miré -Gracias Edward... por traerme a conocer el mar y por hacer que experimente tanta adrenalina al saltar del bungee- sonrío



Él se volteó y me tomó el mentón suavemente acercándose poco a poco.. Y me besó tiernamente -Tu te mereces conocer el mundo entero y yo me encargaré de que lo hagas- susurró sobre mis labios



Mi corazón late rápido ¡Todo el mundo! ¡Conocer el mundo a lado de Edward Cullen! ¡Oh moriré!



-¿Qué país te gustaría conocer primero?- inquirió



No necesito pensar nada y al instante contesto -¡Inglaterra!



Noté cómo su gesto se tensó y su mentón se apretó... parecía enojado ¿Qué había hecho mal? Una vez más la Madrastra, Blancanieves y yo caminábamos sobre la cuerda floja... nunca sabía cuál terreno era suave y cuál no.



-¿Dije algo indebido?- pregunté



Su rostro se tranquilizó en cuestión de segundos y cuando volteó a verme sus ojos eran cálidos de nuevo -No... Nada. ¿Así que Inglaterra eh?



Decidí dejar pasar por alto su cambio de humor brusco -Si... siempre he querido ir allí... en mi cuarto en Forks tengo fotos de Nueva York y Londres pegadas en las paredes- tuve un sentimiento enorme de nostalgia. Mi cuarto.... mi casa... papá... James... -Mi sueño era vivir en Nueva York y conocer Londres



-Bueno nena, ya has logrado vivir en Nueva York... aunque no lo entiendo- seguimos caminando y ya podíamos notar a lo lejos la salida del parque -Nueva York es una ciudad enorme con millones de personas... nunca hay tiempo para nada...



Mordí mi labio -Yo no la veo así... a mí se me hace... mágica. Cuando era adolescente siempre estuve segura de querer vivir en una ciudad grande llena de edificios, autos y gente. Forks es un pueblito en el que todos se conocen y es en su mayoría aburrido... Reneé me llevó de ahí cuando yo apenas era una bebé, dijo que quería salvarme de las sombras de ese lugar- encogí los hombros -Nunca supe a lo que se refería



Llegamos al estacionamiento, Edward dejó las cosas en la cajuela de la camioneta y luego me abrió la puerta y me ayudó a subir. Instantes después se montó en el auto y encendió el coche.



-¿Cómo lo tomaste cuando te dijeron que tu madre había... muerto?- me preguntó Edward algo incómodo



Me reacomodé en mi asiento... a mí tampoco me gustaba el tema pero debía responderle -Reneé murió cuando yo tenía doce... era completamente consiente de lo que pasaba a mi alrededor. Ella un día me dejó en la casa de papá y luego se fue con su novio Phil... sólo eran unas simples vacaciones a los Alpes*...- suspiré -Mamá me había dicho que regresaría por mí en cinco días, pero pasó una semana y media y nada. Charlie llegó un día a mi habitación y me dijo que Reneé había sufrido un accidente mientras escalaba el Mont Blanc*. Me deprimí muchísimo. Sentía que mi mundo había acabado y que no volvería a ser feliz en mi vida, supongo que con el tiempo mi corazón fue sanando. Fue el tiempo y los recuerdos de mamá los que me ayudaron a salir adelante, además Charlie siempre estuvo ahí para mí... él es un papá estupendo.



-No quiero ni imaginarme lo que es hacerle frente a la muerte de un ser querido- dijo Edward de inmediato -Debe de ser muy duro



No contesté nada. Edward entonces giro a la derecha y aparcó en el estacionamiento de un pequeño restaurante con una decoración asiática. Me ayudó a bajar del coche y entramos en el restaurante. Había unas cuantas personas en el local. Nos sentamos en una de las mesas y Edward llamó al mesero.



-Sushi de cangrejo con queso crema y ajonjolí- pidió -¿Y tú Bella?



-Ehmm... lo mismo- contesté



-Y dos copas de vino blanco para acompañar el sushi



El mesero se fue después de un asentimiento de cabeza. Edward tomó mi mano por encima de la mesa y me sonrió cálidamente.



-Te ves muy relajado hoy- dije sin poderme contener



-Contigo me es fácil estar así... me haces feliz



Ya. Vale. Lo juro. Si vuelve a decir algo así mi corazón no soportará.



-Cuéntame más de tu familia- pedí



-No hay mucho que contar- contestó -Esme y Carlisle se casaron cuando tenían veinte años. Entonces Esme ya estaba embarazada de mí, poco tiempo después nací yo... luego Emmet y al final Jasper. Papa y mamá siempre nos dieron lo que necesitábamos, estuvimos en colegios exclusivos... asistimos a clases de guitarra y canto, pero yo además aprendí a tocar el piano... obligado por Esme, Carlisle procuraba dedicarnos el mayor tiempo posible a pesar de que él tenía que atender la empresa. Luego los tres crecimos e ingresamos a la universidad. Emmet estudió psicología y actualmente es el director de Recursos Humanos, Jasper estudió mercadotecnia y es el Gerente de Ventas de la empresa y yo... yo estudié Administración de empresas y publicidad y soy el presidente de Cullen Corp.



Abrí la boca -¿Tú estudiaste publicidad?



Asintió con una sonrisa juguetona en sus labios



-¡Espléndido!- dije -¡Tú puedes ayudarme con mis tareas!



-Cuando quieras nena. Ahí estaré siempre- invitó



Edward siguió contándome de su familia. Dijo que Emmet y Rosalie se conocieron cuando ella llegó como modelo a la empresa y que tan sólo año y medio después se casaron. También me platicó la historia de Cullen Corp. Y de que cuando le entregaron la empresa a Carlisle, estaba al borde de la quiebra.



El sushi había estado delicioso al igual que el vino. Edward pagó la cuenta y luego me arrastró hacia el auto.



Encendió el estéreo y entonces el radio comenzó a pasearse por varias estaciones. Hasta que entonces pude oír la voz de Lana Del Rey cantando Videogames*. De inmediato pulsé el botón para que se mantuviera en esa estación. Bajé la ventana del auto y dejé al viento golpearme.



El piano de la canción daba un aire íntimo a la camioneta. Comencé a tararear la canción, sentí la vista de Edward sobre mí y le miré una vez más. La belleza personificada... labios llenos, pestañas largas, cabello cobrizo, nariz perfecta... Oh mi...



-¿Qué?- preguntó



Suspiré -Nada



La música me envolvió por completo y sin sentir ninguna vergüenza canté para Edward -It's you, it's you, it's all for you... everything I do... I tell you all the time- él sonrió ampliamente en respuesta y me guiñó un ojo -Heaven is a place on earth with you. Tell me all the things ou want to do... I heard that you like the bad girls honey ¿it's that true? It's better than I ever even knew... they say that the world was built for two. Only worth living if somebody is loving you...- le mandé un beso -Baby now you do

La canción era simplemente perfecta. Decía de un modo increíble lo que yo quería decirle a Edward.



-Cantas hermoso Mi Bella- me sonrojé ante su comentario -Yo también pienso que el cielo es un lugar aquí en la tierra contigo- apretó mi mano al decirlo.



Miré a mi derecha, Edward conducía sobre la carretera, a los lados había un terreno llano y vacío. Mire al cielo y pude divisar a lo lejos algo cayendo... algo que se veía muy pequeño pero que tenía brazos y piernas...



-¡Santo Cielo!- grité -¡Edward para el auto!



En un freno improvisado por parte de Edward, abrí la puerta y salté hacia afuera. Él se apresuró a bajar y ponerse a mi lado



-¿Qué pasa Isabella? ¿Estás bien?- me tomó por los hombros. Yo no le veía, esa cosa se acercaba cada vez más al suelo. La mirada de Edward siguió la mía y momentos después el empezó a reír. Agité mi cabeza y le miré ¿Qué demonios?



-Isabella tranquila- dijo -Es una persona que está simplemente haciendo un salto de paracaídas- explicó



Abrí la boca para hablar. Me sentía idiota. Miré de nuevo hacia arriba y pude ver como una franja de color naranja se extendía a las espaldas de quien fuera que estuviera saltando



Giré mi vista hacia Edward -Pero yo pensé que...- señalé hacia el cielo



-¿Qué pensabas? ¿Que habías visto un ovni?



Entorné mis ojos -No es gracioso. Sabía que era una persona pero...- suspiré -Da igual. Vamos



Me subí a la camioneta de nuevo y Edward me siguió.



-Oye, lo siento. No quería reírme de ti- se disculpó



Sonreí -No, está bien, no estoy molesta. Sólo me asuste



Edward asintió -De todas formas perdón- se giró y encendió el auto aponiéndonos de nuevo en marcha



-¿Y cómo es ese salto de paracaídas?- pregunté luego de unos minutos



-La persona salta desde un avión y cuando se encuentra a cierta altura del suelo abre el paracaídas. Es fácil



Yo había oído hablar de eso y lo había visto en películas pero... siempre imaginé que saltabas ya con el paracaídas abierto -¿Tu... tu lo has hecho?- inquirí



-Varias veces, si- contestó



Abrí mi boca -¿Y qué se siente?



Me miró un segundo –Es muy... estimulante



-¡Qué genial!- grité



-Te prometo que te llevaré dentro de poco para que saltes y veas lo que se siente- dijo



-¡Edward no! ¡Yo sólo dije que me parecía emocionante! No tengo idea de cómo se salta ni nada- respondí y me pregunté si había hablado demasiado fuerte



-Te traeré algún día y punto- dijo



Me moví sobre el asiento -¿Quieres matarme verdad?- susurré a modo de broma



Él apretó el volante y fijó aún más sus ojos al frente -No vuelvas a decir eso Isabella, por favor



Alcé mis cejas -Bien- contesté



OoO



Eran las siete de la noche. Edward conducía de regreso a casa. Aparcó la camioneta en el garaje y entramos.



Mis pies dolían... y eso que no había llevado tacones.



Edward me guió directamente hasta el cuarto en el que habíamos dormido la noche anterior. Depositó las bolsas en el suelo y cerró la puerta. Le miré interrogante. Sus ojos estaban casi negros... estaba excitado.



-He estado todo el día sin ti Isabella. Te necesito ahora



Comencé a respirar por la boca agitadamente. La Madrastra estaba mordiéndose los labios.



Se acercó a mí y besó mi mejilla -Desnúdate para mí- susurró en mi oído. Mi pulso se aceleró a niveles máximos. ¿Que me desnudara?



-Obedéceme- dijo



Asentí trague saliva. Entonces Edward se alejó y se sentó en la cama. Bajo su intensa mirada color esmeralda me llevé las manos a la espalda y bajé lentamente el cierre. Me deshice del tirante del vestido y los bajé despacio.



-No llevas sostén- musitó



Seguí con lo mío. Deslicé el vestido hasta mis pies y luego me saqué las bailarinas. Ambas cosas las empujé a un lado y quedé sólo en mis bragas de encaje blanco. Enganché mis dedos en el elástico y comencé a bajarlas, las lancé con mi pie hacia algún lugar desconocido. Empecé a jugar con mis dedos, esperando las instrucciones de Edward . Él se levantó y caminó hasta el enorme espejo del tocador.



-Ven aquí- musitó



Una vez estuve con él, me tomó el mentón y miró a mis ojos -Te dije que te demostraría cuán hermosa eras- entonces me puso de frente en el espejo



-Mírate- dijo -Eres hermosa. Eres Venus, Afrodita... una diosa- se puso a mis espaldas y con una mano acarició mi pezón. Eché mi cabeza para atrás. Su mano bajó hacia mi vientre y lo acarició. Ese simple y adorable toque ya me tenía húmeda. Su mano pasó hasta mi muslo y dibujo un círculo ahí una y otra vez.



-Tu piel es suave- dijo en mi oído -Adoro tus lunares...- Señaló el lunar que había en el extremo izquierdo de mi cadera y luego el que tenía en mi seno derecho -Tu cabello es largo y sedoso- lo acarició -Siempre hueles a fresa y flores- aspiró en mi cuello y dejó un beso. Yo hiperventilaba. Oh por Dios... Cómo me ponían sus palabras. Su dedo medio acarició mi pubis y bajó hasta mi clítoris



-Hmm....- susurré con los ojos cerrados. Edward comenzó a hacer lentos círculos, mordí mi labio – Edward... por favor- imploré



-Lo sé nena, lo sé- contestó. Me puse de frente hacia él y me arrastró hacia la pared. Sentí frío en mi espalda al estar contra el muro. Él me besó y mordió el cuello y bajó a mis pechos. Se arrodilló frente a mí y lamió mi vientre. Un espasmo de placer estremeció mi columna. Oh mi...



Arremolinó su lengua en mi ombligo dándome pequeños mordisquitos.



-¡Dios!- jadeé



Mordisqueó por última vez y entonces sentí su aliento en mi sexo. Supe de inmediato lo que iba a hacer. Tomó mi pierna por debajo de mi rodilla y la subió a su hombro. Me sentí totalmente expuesta y mojada. Edward aspiró...



-Hueles exquisito- musitó. Sentí como besaba mi monte de Venus y bajaba hasta mis labios. Su lengua se abrió paso y rodeó mi pequeño botón. Me arqueé contra la pared, enredé mis manos en el cabello de Edward y lo empujé hacia mí para que continuara. Hacía movimientos con su lengua una y otra vez. Sentí un beso húmedo en mi entrada. Mi vista se nubló, aquello era inaguantable.



Su dedo era una tortura lenta y agotadora. Metía y sacaba. Gemía bajito, más bien como el ronroneo de un gato. Empecé a empujar mi cadera hacia él, quería liberarme de una vez por todas.



Oí la boca de Edward succionar cada vez más fuerte. A ese ritmo mi orgasmo no quedaría muy lejos.



-Edward- apoye la cabeza en la pared. Ondulaba mis caderas buscando mayor contacto con su dedo.



Jalé su cabello con fuerza, mi orgasmo estaba cerca. Él descubrió sus dientes y mordió suavemente. Eso bastó para que yo estallara inminentemente.



-¡Ahh!-. Gemí. Mis piernas perdieron fuerza, estaba a punto de caer. De inmediato Edward se levantó y me cargó, mis piernas automáticamente se enroscaron a su alrededor. Sus labios estaban entreabiertos y con urgencia desabrochó su cinturón, bajó su cierre entrando rápidamente en mí.



-Joder- gimió



Me agarré de sus hombros mientras absorbía sus embestidas.



-Siempre tan... ¡mierda!... tan estrecha- Edward puso las manos a los costados de mi cabeza y se impulsó con más fuerza. Lo sentía hasta el fondo de mis entrañas.



-Oh... si- jadeé – Así...



Mi espalda chocaba con la pared dolorosamente, pero no importaba. No sentía nada más que sólo placer. Hacer el amor con Edward era la gloria. Siempre sería la gloria. El sujetó mis nalgas y se ayudó a adentrarse más y más profundo en mí.



-Mi Bella- susurró -Mía, mía, mía



-Siempre- contesté



Me besó como si lo necesitara para respirar. Su lengua acariciaba la mía y se adentraba en perfecta sincronía con sus embestidas.



-¡Ah Bella! - jadeó -Eres tan... ¡Cristo!



Echó su cabeza hacia atrás y tomó aire. Mi vagina comenzó a contraerse a su alrededor, quería estallar y gritar.



-¡Mierda si!- empujo tres veces más antes de que los dos llegáramos al clímax juntos. Temblaba como gelatina. El placer estaba ahí. Ahogué mis gemidos en el cuello de Edward mientras lo mordía.



Cuando se hubo menguado todo él caminó conmigo aun en brazos hasta la cama y me depositó ahí, tapándome con las sábanas



-Te amo- dijo metiendo un mechón de cabello detrás de mi oreja. Se tumbó a mi lado y quedó su rostro frente al mío.



-Quiero hacer el amor contigo siempre- musitó



-Yo también- contesté feliz ante sus palabras. Vacilé un segundo -Ehmm... ¿puedo preguntarte algo?



-Adelante



-¿Cuál es tu pasado en Londres? Es decir, me has dicho que antes tenías una vida allá pero nunca me has contado realmente



Apretó los labios -No es momento para hablar de eso- contestó con voz grave, pero esa vez no me dejé intimidar. Me incorporé en la cama al igual que él.



-Dime algo Edward. Tan sólo dime un poco de ti. Un poco- pedí



Me mira, en sus ojos existe un profundo y hondo dolor.



-¿Y arruinar este fin de semana? No- contestó



-Edward, siento que he vivido tanto a tu lado, pero en realidad ha sido tan poco tiempo... dime algo, déjame conocerte. Estoy cansada de que te encierres en tu mundo y me dejes afuera



Suspira sonoramente y pasa sus manos por el sedoso cabello



-Gente ha muerto por mi culpa y jamás he sentido un poco de remordimiento



¿Qué? ¿? ¿? ¿?



Le miré, asustada -¿A qué te refieres?



Y su mirada se perdió en el tiempo... -En dos ocasiones... las novias que tenía se suicidaron al poco tiempo de estar conmigo. Yo estaba con ellas pero en realidad no quería estarlo. No les prestaba atención, nunca les decía algo agradable y a veces era cruel con mis palabras hacia ellas. Terminaron un día por amenazarme diciendo que se matarían y no me importó, aún cuando ellas cumplieron su promesa- sus ojos regresaron a mí y analizaron mi rostro



-¿Qué piensas?- preguntó desesperado cuando yo ya llevaba un buen tiempo sin emitir palabra – Isabella dime algo- exigió



Encogí los hombros -Es triste...- susurré -y terrible



-¿Te... te irás?- el tono de su voz era de pánico



-¡Santo Cielo! ¡No!- grite -Sólo estoy diciendo que es triste lo que me has contado pero... entiendo



Sus ojos se abrieron y me miraba incrédulo -¿Me entiendes?



-Si, a mi parecer tú no deberías de sentir que eso te hace culpable de algo. Si ellas, que en paz descansen, se suicidaron no fue tu culpa. Lo hicieron porque no se querían a sí mismas y Edward...- suspiré -Yo jamás me mataría por el simple hecho de que un chico me trata de modo indiferente o que es cruel en sus palabras. Así que tranquilo, tú no tienes la culpa- le sonreí acariciando su mejilla



El tenía sus ojos clavados en mi rostro. Edward no tenía expresión alguna. ¿Habría dicho algo malo?



Su ceño se frunció -¿Por qué Isabella?- murmura



-¿Porque, qué?



-Eres tan comprensiva y dulce conmigo... no te merezco- niega



Me arrodillo en la cama y toco su cara -¡Hey!- le llamé -No vuelvas a decir que no me mereces ¿de acuerdo? Tú no sé qué crees de mí... pero no soy perfecta, no soy un ángel ni nada. Sólo te amo y nada más. Yo también he hecho cosas malas alguna vez.



El se giró hacia mí, retándome -¿A si? ¿Qué tipo de cosas malas?



Abrí la boca para contestar -Una vez le mentí a mamá para que me dejara ir a una fiesta... le aventé huevos a la casa del vecino... provoqué que mi amiga se cayera y una vez casi incendio la cocina de Reneé



-¿Y? Todo eso lo hace cualquier adolescente. No tiene nada de malo



-¡Está bien! ¡Acepto que no son cosas tan malas pero en todo caso tú no tienes la culpa de nada! ¿Bueno?



Edward me sonrió, resignado -Olvídalo ya. Mejor vamos a dormir



Decidí no pelear más con él y le hice caso. Me acosté y me tapé con las sábanas. Oí como el suspiraba triste



-¿Qué pasa?- pregunté



-Mis dos días de gloria contigo se han acabado. Mañana tendremos que regresar al maldito trabajo.



Sonreí -Podemos volver a hacer esto en las vacaciones de Navidad. No falta mucho



-Supongo- contestó



Me abracé a él y lo tiré en la cama -Déjalo ya Edward. Hace unos momentos estabas feliz, quiero que sigas así. Quita esa cara- le besé en los labios y me recosté en su pecho. Edward apagó la luz y besó mi cabeza, minutos después su respiración se relajó. Estaba dormido.



Mi cabeza empezó a dar vueltas. Valoré enormemente el hecho de que Edward hubiera accedido a contarme algo de su pasado. Pero si las cosas habían sido así como el me las contaba, entonces él no tenía razones, o al menos eso creía, no tendría que sentirse culpable en absoluto. Sentía pena por esas chicas  ¿tan tristes estaban como para suicidarse por él? No quería pensar en eso ahora. No quería.



OoO



Empecé a tener un sueño.



Edward estaba a mi lado, ambos sentados dentro de un avión que volaba a varios metros sobre el suelo.



-Es hora- dijo -Vamos a saltar



Me levanto emocionada. Tengo mi traje especial, al igual que Edward.



Edward coloca una mochila en mis hombros y me sonríe.



La puerta del avión se abrió, el viento golpeó mi cara y agitó mi cabello. Edward me mira y toma fuerte mi mano.



-Todo saldrá bien. Mi Bella. Sólo diviértete. Tempus fugit ¿lo recuerdas?- Asiento

Respiro una vez, dos veces...



Las nubes se ven inmensamente acolchonadas. Creo que me he quedado sin estómago.



Blancanieves ha sufrido un ataque y yace desmayada en el bosque mientras que la Madrastra aplaude, divertida y entonces salto y me siento libre. Como un ave en pleno vuelo sobre las cordilleras de los Andes...



OoO



En medio de la noche me desperté, estaba agitada, ese sueño había sido emocionante... sentía una extraña sensación por todo mi cuerpo... como si aún estuviera en el aire, como en mi sueño. Agité la cabeza. Vaya que me habían afectado las palabras de Edward al decirme que algún día yo saltaría de un avión... ¡Qué emoción! Tomé mi celular de la mesita de noche. Una de la mañana. Me quité las cobijas de encima y me percaté de que Edward no estaba a mi lado. Me puse de pié y me dirigí al baño. Al salir me decidí en ir a buscar a Edward, me puse una bata negra que había hallado en el clóset. Encendí la luz de las escaleras, casi no alumbraba, bajé con cuidado de no tropezar con mis propios pies.



Recorrí la mitad de la casa pero no daba indicios de estar por ningún lado. Estaba a punto de rendirme y regresar a la habitación, era seguro que estaba aquí en la casa, pero yo aún no la conocía del todo bien y no quería andar por ahí de mirona. Distinguí a lo lejos, muy lejos, un pequeño resplandor, caminé hacia allá, la puerta estaba entreabierta y había algo de música nacer, detrás de esa puerta hecha de roble rojizo. Toqué con los nudillos, nadie me contestó, intenté por segunda vez y nada y entonces entré. Edward estaba sentado al fondo en una silla de la reciente descubierta , biblioteca. Él estaba al fondo, con unas hojas en el brazo del sofá, un lápiz en la mano y espera... ¡una guitarra en las piernas!



Tenía los ojos cerrados y simplemente acariciaba las cuerdas del instrumento. Me acerqué a él con pasitos ligeros, pero cuando esta casi llegando hasta él, abrió los ojos de golpe. Di un brinquito hacia atrás.



-Isabella- me llamó con voz suave -¿No estabas dormida?- dejó entonces la guitarra a un lado, sobre el suelo



Me sonrojé al instante -Es que... me levanté al baño y no estabas en la cama así que... decidí buscarte. Lo siento si te he interrumpido



Él me sonrió con esa boca suya que me derretía -Para nada



-Ehmm... ¿estabas tocando la guitarra?- la pregunta salió de mis labios antes de retenerla



Arrugó el ceño -Un poco, si- contestó



-¿Podrías tocar un poco para mi?



-No creo que sea buena idea por ahora- susurró



No pude evitar poner rostro de decepción, me moría por ver tocar a Edward la guitarra, pero decidí no insistir más. Si él no quería que yo lo viera, pues estaba bien.



Entonces se levantó y caminó hacia mí, pero pasó a mi lado,  se dirigió hacia el escritorio. Con mi manos a la espalda y levanté la vista a mirar la biblioteca porque, aquello era en verdad una biblioteca como de cuento. El suelo estaba tapizado con una alfombra color azul marino, los estantes de madera eran oscuros y estaban tapizados de libros, no cabía ni uno más, los estantes iban del suelo al techo, midiendo cuanto menos, tres metros. Había sillones de cuero vino y el escritorio tenía una sola silla rodante de cuero negro, una laptop encima y una lámpara de estudio. Todo era hermoso.



Entonces los acordes de una canción desconocida empezaron a llenar el espacio. Edward se puso frente a mí y como todo un caballero de época se inclinó y me ofreció su mano.



-¿Me concederías esta pieza Isabella?



Podía percibir mi rostro. Ojos abiertos, barbilla en el suelo -¿Yo?- me sentí idiota luego de preguntarlo



-No veo a nadie más aquí, además tú me debes un baile



Me mordí el labio y entonces acepté su mano. Se acercó a mí, tomó mi cintura, entonces la letra se dejó oír. La canción estaba en español, yo no entendía mucho pero la melodía era hermosa.



Azul, líneas en el mar, que profundo
y sin domar acaricia una verdad.
Eh, tú, no lo pienses más,
o te largas de una vez o no vuelves nunca hacia atrás.



Edward y yo nos movíamos de un lado para otro, danzando en círculos por toda la estancia. El tiempo no pasaba, no existía, en ese momento el tiempo no se fugaba, ni se escondía como las sombras, se había parado.

Se dejaba llevar, se dejaba llevar por ti,
no esperaba jamás y no espera si no es por ti.

Nunca la oyes hablar, sólo habla contigo y nadie más,
nada puede sufrir, que él no sepa solucionar.



Me pegué al pecho de Edward y cerré los ojos, sólo siguiendo sus pasos. ¡Oh la vida era tan perfecta ahora! Sentía su aliento en mi cabeza, el puso una mano en mi espalda, estábamos bailando abrazados.

Temor, alcohol de quemar,
pon tus manos a volar o en tus ojos el terror.

La voz que salía del complejo aparato de sonido era masculina, pero suave. Acento latino.


Azul, vuelve a reflejar y fundido con el sol
reina un sueño con sonido a mar. Se dejaba llevar.



Un tamborazo suave finalizó la canción y me reincorporé, mirando fijamente a los ojos de Edward.



-Ojalá que este fin de semana no acabara nunca- susurró



Nos separamos y él se dirigió al estéreo y lo apagó.



-¿Te ha gustado la canción?- preguntó



Encogí los hombros -Era español, así que no tengo idea de lo que habla, pero la música era muy buena y me ha servido para saldar mi cuenta contigo



Sonrió y asintió -La canción se llama “Se dejaba llevar por ti”- se dirigió a su escritorio y me tendió una hoja blanca -Esta es la traducción de la canción



La leí rápidamente, la letra, aunque hermosa y sentimental no parecía tener un sentido fijo para mí



-La cancón habla de las drogas, la adicción que generan al grado que llegas a amarlas- a pesar de su explicación seguía sin entender



-Tú eres mi droga Isabella, me he vuelto tan adicto a ti, te amo de un modo enfermizo



Me deshicieron sus palabras. Oh mi... Blancanieves ha muerto con esa declaración, se lleva una mano al pecho de modo teatral y se desmaya e incluso la dura y sexual Madrastra ha caído enamorada.



No tenía palabras para contestar -Gracias- susurré. Vale, soy idiota -Yo... también te amo demasiado



Edward se acercó y besó mi frente -Yo más. Ahora anda, vamos a dormir



De pronto, me asusté -Edward... ¿a qué hora tenemos que irnos de aquí para llegar a tiempo a la empresa?



Negó -No te preocupes, podemos llegar a la hora que queramos- abrí la boca para protestar, pero puso su dedo frente a mi boca para callarme -Sin embargo, podemos decir que llegamos de un viaje del extranjero para que no sospechen



Asentí -Está bien- contesté



Ambos nos dirigimos de nuevo a la recámara, Edward se acostó a mi lado y me abrazó por la cintura. Estaba cansada, el sueño había regresado a mí y al instante me dormí



-Quédate conmigo, Mi Bella- susurró él antes de que yo cerrara los ojos por completo.



OoO



A veces no entiendo por qué el tiempo pasa tan rápido. Por ejemplo hoy no lo entiendo en absoluto. ¡Maldito tiempo, te detesto! Estaba en la ducha enjuagándome el pelo, cerré las llaves y me enrollé en la toalla. Edward estaba en la habitación, frente al tocador, arreglándose la corbata. Oh delicia, delicia, delicia. Me acerqué poco a poco a él, se giró hacia mí y me sonrió



-¿Está bien puesta?- señaló su cuello



Levanté mis manos y la ajusté un poco más -Ahora está perfecta- contesté



Sus ojos una vez más parecían nobles y tiernos, se inclinó y besó mi boca de inmediato profundizando el beso. Oh si... el ataque de irresponsabilidad me había llegado de nuevo y no quería ir a trabajar hoy



-Creo que prefiero quedarme aquí hoy- susurré a modo de broma una vez nos separamos



-Podemos hacerlo- dijo de inmediato



Rodé los ojos -Era una broma Edward, bueno, tal vez no del todo pero no iba en serio



Suspiró -Bien, anda, vístete antes de que me lance sobre ti



Le saqué la lengua y corrí a abrir el clóset, una vez más Edward había colgado la ropa que tenía para mí en su casa y que había comprado sin decirmelo. Al principio me enojé. Con toda la ropa que me había “regalado” se podría llenar un clóset. Saqué un vestido negro de Mango, con transparencias en la parte superior del pecho y cuello de Peter Pan. Me colé en los tacones con encaje negro transparente. Los sentí incómodos, luego de haber pasado el fin de semana sin tacones ponérselos era aun martirio.

Sentí la vista de Edward mientras me vestía, le sonreí, pasé de largo al baño. Me dejé el cabello suelto y apenas me maquille. Me puse el abrigo encima y estaba lista.



-Podemos irnos- avisé



Edward asintió -Pues vámonos- tomó las llaves del Aston de la mesita de noche y mi mano. Él estaba enfundado en un traje gris, corbata azul, abrigo negro encima. ¿Por qué era tan guapo? -Pero antes tenemos que comer algo



Bajamos a la cocina y comenzó a preparar un sándwich para él y otro para mí.



-Come- ordenó. Lo acabé en tiempo récord, no sabía que estuviera tan hambrienta, estábamos sentados en la barra y Edward  frente a mí, por primera vez lo vi desayunar. Él tomaba café y yo jugo.



Cuando terminamos me iba a poner a fregar los platos, pero Edward no me dejó



-Está bien Isabella. Vendrán a limpiar la casa hoy



Dicho eso nos fuimos al garaje y nos montamos en el Aston. Eran las seis y media de la mañana y el cielo estaba todavía oscuro, hacía frío, puse la calefacción.



Luego de diez minutos sin que él ni yo dijéramos una palabra, oí como el suspiraba



-Quiero que... te quedes más tiempo en mi apartamento- volteé la vista



-No puedo- contesté



-Sólo una semana más- pidió



Mordí mi labio -Ya serían dos semanas viviendo contigo. Si nos vuelven a ver llegar juntos todos los días durante una semana en el trabajo, empezarán a sospechar.



-Eso no es lo que te preocupa- no era una pregunta. Aumentó la velocidad del auto a 130 km/h. -Lo que pasa es que no te gusta vivir conmigo



-¡No es eso!- grité -Es sólo que... ¿y si acepto otra semana contigo luego qué?



Encogió los hombros -Te pediré otra semana más



-Me estás pidiendo prácticamente que me mude contigo- alcé una ceja



-Si



-No puedo entonces, Edward, necesito mi espacio. No puedo vivir contigo aún



-¿Por qué no?



-Porque tengo mi vida. Por ejemplo, cuando Alice o Rosalie vayan a visitarme ¿qué? ¿Entrarán a tu departamento? Me sentiría sumamente incómoda.



-No me importaría



-Déjame pensarlo- contesté -Por favor



Una sonrisa bailó en sus labios



-Hey, no es un sí- le señalé con un dedo



-Tengo mis medios para convencerte por completo



Reprimí contestarle. No quería discutir con él ahora.



Llegamos luego de dos horas a la empresa, a las nueve en punto, Edward aparcó el Aston.



-Llegamos- suspiró



Sonreí triste -Hora de trabajar otra vez- susurré -Gracias por este fin de semana Edward, ha sido el mejor, por llevarme a conocer el mar y por probar mi miedo a las alturas, por bailar conmigo... por todo



-No tienes que dar las gracias- besó la comisura de mis labios -Prometo que se volverá a repetir dentro de muy poco



Nos subimos al ascensor, Edward me tomó la mano con fuerza y me arrinconó besando mi cuello



-Edward... ahora no- gemí -Nos van... a ver



Él no hacía caso, con una mano subió mi vestido y acarició mi pierna -Estás usando medias Isabella- advirtió



-Si- contesté



-Sería capaz de hacerte el amor aquí mismo- susurró sobre mi cuello, subió más el vestido, sus manos cada vez más cerca de mi entrepierna, muy lento, como si fuera el toque suave de una pluma, me alarmé



-Edward... ¡no!



-Oh... ¿por qué?



Me daba vergüenza decirlo, pero tenía que pararlo -Me ha... bajado el periodo hoy- me sonrojé



-No me importa, no le temo a la sangre- rió



Puse mis manos en su pecho -¿Por favor?



Bufó. Se separó de mí justo en el momento en que el timbre del ascensor sonó, anunciando nuestra llegada y las puertas se abrieron.



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Canción: Videogames

Artista: Lana Del Rey



*Los Alpes: Importante cadena de montañas situada en Europa Central.

*Mont Blanc: Es el punto culminante de los Alpes, siendo el más alto, con una altura de 4 810,45 metros.

*Videogames: La canción, según Lana Del Rey trata sobre la relación que tuvo ella con un novio que era adicto a los videojuegos. Pero en general, la canción habla de las simples cosas con las que uno, al estar enamorado se divierte y como ve todo bien y es feliz a lado de esa persona. Es una canción alegre que habla de las relaciones.

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Un beso.

Amy W.

Capítulo 14: Tempus Fugit I Capítulo 16: A La Sombra De Los Fantasmas

 
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