Tú, Mi Obsesión (+18)

Autor: AmyWelch
Género: + 18
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 27/11/2014
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 72
Visitas: 104660
Capítulos: 29

Edward es un millonario obsesionado con Isabella Swan. Cuando ambos mantienen una relación Isabella se ve sumida por la vigilancia extrema, celos enfermos, el dinero infinito y la megalomanía de Edward Cullen, está dispuesta a soportarlo todo, hasta que se da cuenta de que Edward es el culpable de la muerte de su novio. Pero ella no sabe, que el último plan de Edward es dejarla ir.

Las y los invito a leer mi otra historia:

De Los Bosques De Noruega:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3402

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Capítulo 11: Índice De Maldad

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

Un beso a todas las que me leen

Me permites violarte
Me permites desacreditarte
Me permites penetrarte
Me permites complicarte

Ayúdame, he roto en partes mi interior
Ayúdame, ya no tengo alma para vender
Ayúdame, la única cosa que me funciona
Ayúdame a alejarme de mí

Quiero joderte como a un animal
Quiero sentirte desde adentro
Quiero joderte como a un animal
Mi entera existencia está incompleta

Tu me acercas a Dios

Ayúdame, tu desgarras mi razón
Ayúdame, es tu sexo lo que puedo oler
Ayúdame, me haces perfecto
Ayúdame a ser alguien diferente

Capítulo 11: Índice De Maldad

Exsiste una leyenda griega de los dioses del olimpo. Zeus era el dios supremo y padre de todo los dioses, para conseguir amantes Zeus se transformaba en hermosos y tiernos animales con el fin de atraer la atención de las jóvenes y cuando estan se acercaban y lo acariciaban el volvía a su forma humana y las violaba. Era, en cambio, fue una diosa hermosa y de eterna juventud, Zeus durante 300 años le pidió que se casara con ella a lo que Era se negaba rotundamente debido a que sabía de sus muchas amantes y la manera cruel en que las conseguía, Zeus no sabía aceptar un no como respuesta y un día se hizo pasar por un gorrioncilo lastimado, Era lo tomó entre sus manos para curarlo y diciendo "Pobre gorrioncito, te amo" Zeus tomó su forma de nuevo diciéndole que ahora ella debía casarse con él y permanecer a su lado para siempre por toda la eternidad.

Eso, en parte, era lo que Edward hacia con Bella, él se mostraba ante ella como un pobre gorrión lastimado e inocente logrando que así ella sintiera amor por él. Pero el día en que el se mostrara como es, ella seguro querría correr, pero ya no había escapatoria, Edward poco a poco construía una celda indestructible e invisible a su alredor que nadie podría alguna vez traspazar.

OoO

Lunes 19 de noviembre 23:30 de la noche

Edward sacó sus llaves y las metió en la cerradura, con paso decidido entró al departamento de Victoria, los colores rojos dominaban en el lugar, ella bajó prácticamente corriendo por las escaleras y se aventó a sus brazos

-¡Eddie!- Edward detestaba cuando ella le decía así, la alejó de él antes de que Victoria lo besara

-Victoria, necesito hablar contigo- lo dijo con la voz más seria del mundo, intentando de que ella entendiera el propósito por el cuál estaba ahí

-¡Claro!- afirmó. Estaba tan en las nubes... -¿Quieres que te sirva algo?- preguntó dirigiéndose hacia el bar

-Esto se acabó Victoria- dijo las palabras, separándolas, ella con la botella de cognac en el aire y lo miró, sus manos comenzaron a temblar Edward podía entender perfectamente, por su lenguaje corporal, que Victoria ya había entendido perfectamente lo que estaba pasando

-¿A qué te refieres?- Victoria seguiá simulando no comprender

Edward puso las manos en sus bolsillos y hechó la cabeza para atrás -¡Por favor Victoria! ¿Qué otra cosa se podría acabar entre nosotros? ¡Terminamos!

Victoria corrió hacia el y golpeó su pecho -¿De qué hablas? ¡No! ¡No puedes! ¡Lo sabes!

El soltó una carcajada cruel -¿Que no puedo? ¡Vicky por Dios! ¡Te lo he dicho! ¡Esto se acabó!

Ella negaba, enredó sus manos en su rizado y largo cabello rojo -¡Si lo haces le diré a mi padre que quite el apoyo de tu empresa! ¡No puedes!

Edward la agarró por sus muñecas -¿Me amenazas Vicky?- chasqueó la boca -¿Recuerdas que le puedo decir a tu padre que te drogas? ¿Que sobornaste a un oficial con tal de que no te levantara multa por tener cocaína en tu poder?- empezó a hablar con un tono irónico -O incluso ¿Te acuerdas de aquella vez que te rescaté de los paparazzis, en ese bar de mala muerte, borracha casi hasta la inconsciencia evitando que publicaran esas fotos en las revistas? Hay tantas cosas Vicky para evitar que le digas a tu padre que quite su apoyo...- suspiró

Los ojos verdes de Victoria parecian estar en llamas, tenía los labios fruncidos -¡Eres un maldito cabrón!- gritó, el volvió a reir

-No eres la primera que me lo dice Vicky

Ella empezó a llorar -¿Tienes a otra no es así? ¡Lo sabía! ¿Cómo se llama? ¿Cómo? ¿Cómo?- preguntaba sin parar

El se hartó -¡Si Victoria! ¡Tengo a otra! ¿Y sabes qué? ¡La adoro! ¡Es hermosa y dulce!- dió media vuelta sobre sus talones y abrió la puerta, movió la cabeza hacia la derecha logrando esquivar el vaso de cristal que Victoria le había lanzado, volteó hacia ella y le guiñó un ojo

-¡Voy a saber quién es esa perra! ¡La voy a matar! ¡Maldita perra! ¡Maldita!- gritaba ella, amenazándolo

-A ella no la tocas, te quiero Vicky- cerró la puerta, lo último que escuchó fué el gritó que le dedicó Victoria

Caminó hacia su carro, se despidió del guardia. La última vez que lo vería. Respiró el aire frío de otoño disfrutando de su ahora libertad, por fin se libraba de aquella mujer que unicamente era una pantalla para simularse perfecto frente a los demás. Se rió de si mismo ¿en que momento pensó que junto a Victoria lo lograría? La única mujer con la que realmente lograría eso sería con ella, Mi Bella, mi dulce Bella Se subió a su auto y escuchó el rugido del motor hastiándose al ver las brillantes luces de Nueva York, esas mismas luces que lo habían mantenido cegado por tanto tiempo, apretó el volante, ahora se lamentaba de haber alejado a Bella de él toda la tarde, se sentía ansioso, no sabía donde había ido a almorzar ni con quién estaba en este momento, un nudo se formaba en su garganta, ella lo hacia sentirse inseguro e indefenso. Entonces el pensamiento amargo que tantos meses mantuvo volvió a él Un maldito rostro entre la multitud, sólo eso. Sólo eso. No sabía con quién hablaba ella en la oficina ¿A quién le mandabas besos Isabella? ¿A quién le decías "te adoro"? ¡Todas tus palabras son mías! ¡Tus besos son míos! El sabía detalladamente que la ahogaba, cuando Tanya apareció en su oficina no supo que hacer, ella le podría decir tantas cosas terribles sobre él a Isabella, ella no dudaría en correr lejos de él, cosas terribles y verdaderas.

Ahora se dirigía hacia ella, hacia su departamento ¿Con quién estás Swan? ¿Con quién? Estaba tan duro... sólo de pensar en ella, toda el día en la oficina, sin bragas, dispuesta todo el tiempo, como se lamentaba ahora de no haberle hablado todo el día. Lo pudo haber aprovechado tan bien... de no haber sido porque Tanya se apareció... de sólo pensar en ella le hervía la sangre, se preguntaba que hacia ella ahí. ¿Qué la hacia volver de Londres? En su cabeza sólo cabía una opción... Tanya Denali había regresado a su vida con un único propósito... Jodersela.

OoO

Bella POV

-Esa mujer que fue hoy a la oficina...

Por favor, por favor, querido Dios... que esa mujer no sea quien estoy pensando... no... no. ¡Oh! ¡Ahora deseo no haber preguntado!
-Es Tanya Denali

De haberme podido desmayar... lo hubiera hecho. ¿Esto es en serio? Edward seguía ahí, esperando mi reacción. Tomé aire

-¿Por qué no me lo dijiste?- pregunté

El puso dos dedos sobre el puente de su nariz -No creí oportuno decirtelo- se acercó a mi y yo di dos pasos hacia atrás

-Edward... ¿jamás vas a entenderlo? ¡confía en mi!- supliqué -Por eso es que pienso a veces que solo soy tu puta

El pasó la lengua por sus dientes. Oh esa lengua... -No puedo decirte todo lo que he hecho- contestó

Oh, este hombre me estaba empezando a enojar -¿¡Lo ves!? Sólo confías en mi cuando quieres sexo, solo estás conmigo cuando lo necesitas, para lo demás te olvidas de mi, ¿Sabes como me sentí hoy en tu oficina cuando llegó ella? ¡Me sentí como una maldita mota de polvo! ¡Y tu no hiciste más que confirmarlo con tu actitud!

-Isabella...

-¡No Edward! ¡Dices que me amas pero no confías en mi!- me di cuenta de que tal vez estaba gritando demasiado y moderé mi voz -Se perfectamente de que yo soy tu amante y que no tengo el derecho de reclamarte nada pero entiénde, necesito que confíes en mi.

Edward se acercó más a mi y me agarró por los hombros –Comprende, Te amo Isabella, si te grité que te fueras en la oficina fué porque me sentí tan desesperado, no sabía que hacer, te he dicho miles de veces que no eres mi amante, tu eres mi todo, mi vida- ¡Oh Edward! ¿Por qué siempre tiene que decir las cosas más románticas en los peores momentos? El agachó su cabeza y juntó su frente con la mía -Si te dijera todo lo que he hecho Mi Bella, si tan sólo te dejara ver lo que soy te irías tan rápido que no tendría tiempo de siquiera suplicar que te quedaras...- su voz se volvió profunda -¿Y sabes que es lo peor?- se rió -Que jamás dejaría que te fueras- tal vez eso sonó como una sentencia de muerte, pero en ese momento no me di cuenta

-Pero no quiero irme Edward, jamás- contesté, el seguía junto a mi -No me importa Tanya, no me importa, yo jamás me iré

-Eso es porque no me conoces

Sin saber por qué alzé mi cara y lo dije: -Entonces muéstrame lo que eres- pusé mis manos a ambos lados de su cabeza -Confía, yo te amo, si confías en mi todo será infinitamente más fácil- el deshizo su agarre sobre mi

-¡No!- gritó -¡Eso jamás!

-¡Edward, por favor! Házlo por mi

Su gesto ahora era pensativo, volteó hacia mi -De acuerdo- musitó simplemente, tomó del suelo su abrigo y su corbata poniéndolos ambos sobre su brazo, se acercó de una zancada a mi y me beso Oh, eso se sentía tan bien, abrí mi boca y el enredó su lengua con la mía, su aliento mentolado y con sabor a miel, vainilla y canela empezaron a marearme. Antes de lo que me hubiera gustado el se separó de mi

-Mañana iremos a mi departamento y te mostraré una parte de mi- susurró -Buenas noches- se despidió

Quería gritarle, decirle que se quedara y que me hiciera el amor hasta el amanecer, pero sería demasiado. Mañana era día de oficina, que se fuera era lo mejor.

Edward me envió un beso antes de irse.

Al parecer todo había salido mejor de lo que había pensado.

OoO

Al siguiente día Isabella se preparaba nerviosa para su día de oficina, sabía que ese día no sería como todos, ese día estaba lejos de ser eso, se debatía en el qué ponerse otra vez, abrió el cajón de su ropa interior, se mordió un labio ¿se arriesgaría? Tomó el delicado y fino conjunto entre sus manos, vaciló unos segundos, ¿qué podía perder? Se lo puso y se miró en el espejo, habia que admitirlo, el conjunto era hermoso. Un conjunto de Charme en color verde turquesa, el bra era de tela transparente y los tejidos simulaban las plumas de un pavorreal así como también las bragas, había comprado el conjunto una tarde pensando no usarlo nunca, esta era una buena ocasión,

Encima se puso un vestido de Dior negro hasta un poco más abajo de la rodilla con escote en V y con un cinturón metálico ancho que acentuaban su cintura y la hacian parecer con más curvas de las que en realidad tenía. Los zapatos eran unos tacones enormes de ¡14 cm! negros y con punta metálica de marca Casadei, el cabello suelto y sólo con mousse para que sus ondas se mantuvieran en su lugar, se maquilló ligermente, con sombras azules y delineador, los labios de un ligero tono rosa, afuera hacia frío, tomó su abrigo negro y su bolso azul marino de Carolina Herrera, mientras tomaba su café y se comía una tostada con mermelada se acercó a la ventana de su habitación y se dió tiempo para admirar como las copas de los árboles eran agitadas por el viento, afuera todo parecía tranquilo y sobrio.

Terminó su desayuno y se lavó los dientes, salió de su departamento y decidió caminar hacia Cullen Corp. aún era temprano y le daba tiempo. Recorrió el Central Park, sorpresivamente casi no había gente en la calle, el cielo era gris y las nubes dejaban entre ver que más tarde llovería.

Cindy y el portero la saludaron de buen modo, apretó el botón del asensor y aprovechó el tiempo que tardaba en llegar al último piso para relajarse y respirar, cada segundo tenía más dudas ¿A qué se refería Edward con ser "el mismo"? al llegar a su escritorio se percató de que ni Kate ni Jessica habían llegado, se le hizo raro, miró el reloj; eran las ocho menos quince. Empezó a trabajar, el lanzamiento del perfume estaba cada vez más cerca, al igual que su graduación de la universidad, tenía que llamar a su padre y decirle que iría en Navidad, esto último fué lo que hizo.

La voz cansada de su papá habló.

-¿Diga?

El pecho de Bella se infló de emoción -Papá, soy yo

-¡Bella!- medio gritó -¿Cómo estás? Pensé que te habías olvidado de este viejo

Ella casi llora -¡Oh no papá! ¡Eso jamás! He tenido mucho trabajo y no había tenido la oportunidad de hablar para saber como estabas...

Le platicó que había entrado a trabajar como asistente personal con un excelente sueldo a Cullen Corp, que su graduación estaba en puertas y que tenía una muy buena amiga llamada Alice. Su papá decía cosas como "me da gusto" o "que bueno Bella" o "eso está muy bien" pero jamás hablaba más de ocho palabras, era su forma de ser y hablar por teléfono no era lo suyo, Isabella se dió cuenta de que llevaba más de media hora al teléfono y que Kate y Jessica habían llegado, tenía que colgar.

-Hey papá, tengo que dejarte, prometo estar ahí para Navidad ¿está bien?

-Si Bella, yo aquí te espero, también iré a tu graduación, me da gusto que estés bien- dijo

-A mi también papá, adiós- le colgó

Inmediatamente se puso al computador a trabajar, era cuarto para las nueve. Ahora estaba sobre el reclutamiento para el diseñador de modas que no sabía dónde encontrar, sabía que podía llamar a Alice para el empleo pero Edward le había dicho que necesitaban a alguien con experiencia, y Alice, aunque tenía un gusto para vestir exquisito no cumplía con el requisito.

Revisó el Blackberry, esperando un mensaje de Edward, pero este no llegaba. Le parecía increíble, lo tenía a menos de 10 metros y no se atrevía a encararlo. Soy una cobarde pensaba. Como si lo hubiera mandado, Edward le habló por el intercomunicador, se paró rápido de su silla y se puso frente a la puerta, se dio cuenta de que sus manos sudaban y no estaba segura de que su corazón aguantara más tiempo, abrió la puerta y lo vió, el estaba ahí, tan calmado y exudando control como siempre viéndose exageradamente guapo en ese traje Armani negro y corbata gris rayada, la miraba atento, le hizo un gesto con la mano de que cerrara la puerta, se levantó de su silla y se dirigió hacia los cristales, con las manos en los bolsillos.

-Siéntate- le ordenó

Ella se dirigió a una de las sillas y se sentó

-No, ahí no- susurró -Siéntate en el escritorio, a mi lado

Ella frunció el entrecejo, no sabía lo que hacia, se sentó en el escritorio de madera y cristal frente a la silla de él, Edward volteó a verla y le sonrió de medio lado, se posicionó frente a ella y agarró sus piernas por encima del vestido. Exhaló.

-¿Por qué de todos los días precisamente hoy tienes que ponerte un vestido tan largo?

Ella se encogió de hombros, Edward agarró el dobladillo de su vestido y lo subió hasta su cadera, sus ojos se volvieron un tono más oscuro al ver la ropa interior, ella se mordía los labios, una parte en concreto de su anatomía se empezaba a humedecer. Se daba más o menos una idea de lo que Edward le haría, sacó algo de su bolsillo y lo puso frente a sus ojos, Bella se extraño, eso era un labial rojo.

-Me gusta el color de tus labios hoy- susurró el -Pero, ¿te molestaría probar con este?- le enseñó el labial

Ella negó. ¿Pero que...?

Edward acercó la barra de labios a su boca, estaba a punto de pintarlos pero entonces él bajó el labial hasta su sexo e hizo a un lado sus bragas, Bella miraba la escena interrogante hasta que él posicionó la punta del labial sobre su clítoris y... ¡Oh madre mía! ¡Me muero! Isabella hechó su cabeza para atrás y se mordió los labios tratando de reprimir los gemidos... Aquella inocente barra de labios... ¡vibraba!

-¿Te gusta?- preguntó él con voz pesada

-Mhmh- afirmó aún con su labio entre los dientes

-Habla- ordenó

Ella negó con la cabeza ¡Si hablaba gritaría y todos la escucharían ahí fuera! Edward quitó el vibrador de su clítoris, tenía una sonrisa maliciosa en su cara.

-¡No!- gritó ella

Edward metió de golpe dos dedos en ella y emitió un sonido de aprobación

-Mi pequeña y dulce Bella, siempre tan lista- se acercó a ella y rozó su cuello con sus labios –Lástima, hoy hay mucho trabajo- sacó sus dedos y le bajó el vestido -A trabajar- su voz de "soy el dueño del mundo" volvió.

Una muy frustrada Isabella se bajó a regañadientes del escritorio, le faltó poco para soltarle un golpe por dejarla así, pero trató de recomponer su gesto. No. No dejaría que él la viera débil, salió de la oficina y Kate se le quedó viendo

-¡Cielo santo! ¡Estás más roja que un tomate!- le molestó

Bella la ignoró, se dirigió al baño y se miró en el espejo ¡era cierto! Estaba del color de una manzana, Blancanieves tenía las manos sobre sus mejillas y la Madrastra buscaba en el castillo un vibrador semejante para calmar su ansiedad, un pequeño mareo la azotó obligándola a sostenerse del lavamanos, respiró varias veces y salió del baño.

Cuando dió la hora de la comida su teléfono sonó. Era Cindy.

-Bella. La señora Hale está aquí junto con una amiga... Alice, quieren verte.

Isabella se sintió confunida ¿Señora Hale? ¿A quién demonios había invitado Alice al almuerzo? Decidió restarle importancia

-Dile que ahora bajo- colgó. Tomó su abrigo y su bolso, de repente se sintió preocupada ¿Acaso Edward no saldría a almorzar? Tocó con los nudillos la puerta y la abrió, asomándo sólo la cabeza, el seguía trabajando

-Hemm... ¿quiere que le pida algo?- tal vez sea confuso pero Isabella no sabía en qué momentos debía llamarle de tu o de usted

El alzó la cara, sonriéndole -No gracias, tengo un almuerzo con mis hermanos en quince minutos- miró su reloj

-Ah, si, esto... voy a comer ¿se te ofrece algo?

-¿Vas a ir a comer con quién?- soltó él a bocajarro

Ella hizo un gesto -Con mi amiga Alice ¿la recuerdas? Pero parece que ha invitado a alguien más, no importa

-¿A "alguien" hombre o mujer?- se oía inseguro

-A alguien mujer- rió -¿Por qué?

-Nada. Que te vaya bien, adiós- le cortó él bajando su vista a su laptop

Bella miró a todos lados -Bien, adiós- cerró la puerta, bufó, a veces era tan complicado.

Bajó hasta la recepción. En el loby estaba Alice y junto a ella una escultural rubia que parecía haberse salido de la tapa de una revista de moda.

-¡Belli!- le abrazó Alice y la tomó de la mano -Mira, te presento a Rosalie Hale, la esposa de Emmet, el hermano de tu jefe.

-Mucho gusto- le dijo Bella estrechando su mano Ella conoce a Edward...tal vez esta sea una buena oportunidad para conocerlo más a fondo.

Rosalie la saludo con un gesto frío

-Bien, vámos a almorzar- dijo Alice

Ambas se montaron en el Porshe amarillo de ella y arrancaron

-¿A dónde iremos?- preguntó Rosalie

-A Jean Georges* es un restaurante francés y la comida es deliciosa.

Bella no protestó, se dejaría invitar

-¡Esto es un milagro Belli!- manifestó Alice -Por suerte Emmet y mi Jazz están en un almuerzo con tu jefe, por eso ambas estamos aqui. Esos hombres son unos machos en todo el sentido de la palabra- rió

Dímelo a mi... pensó Bella

En menos de cinco minutos llegaron al restaurante gracias a que este quedaba en Central Park, entraron, la decoración era una mezcla minimalista-rústico, las paredes estaban pintadas de color crema, las mesas y las sillas eran de madera clara y había servicio de bar.

El hostess* las recibió y las llevó a su mesa, entonces fué cuando Bella agradeció estar vestida a la moda y no desentonar con el resto de la gente que ahí estaba, tomaron asiento y les dieron la carta, Bella paseaba la mirada de un lado a otro por las letras, nigúno de esos platos ella los había probado en su vida, a los cinco minutos llegó un mesero pidiéndoles su orden.

-A mi tráeme...- Alice dudó unos instantes -lubina con alcachofa barigoule, por favor

-Vieiras con ajo y albahaca- dijo Rosalie mientras le daba la carta al mesero

Bella vacilaba -Trucha de Tasmania con limón confitado y perejil, por favor

-¿Algún vino?- inquirió el mesero, Alice miró a Isabella

-¿Quieres algún vino en especial Belli?

Ella se encongió de hombros, no tenía ni idea

-Bien, hemm... como todas comeremos comida de mar tomaremos un Trebbiano d' Abruzzo*- pidió Alice e Isabella se preguntaba cómo es que ella sabía tanto de comida y vinos

El mesero se fué, Alice recargó su mentón sobre su mano

-Bien chicas, platiquen un poco ¡conózcanse!

Rosalie rodó los ojos, a la vista de Bella, la rubia no estaba cómoda en ese lugar

-Ehhmm...- Bella no sabía por donde empezar -¿Así que...- recuerda Bella, no preguntes demasiado -¿Cuánto tiempo tiene que conoces a Edward?

-Unos seis o siete años- contestó

-¿Y a Emmet?

-Diez años, ahora estamos casados

-Si, ya veo. Alice me lo había contado

Rosalie sólo asintió

El mesero llegó con los platos, la trucha se veía riquísima e Isabella se dió cuenta de que tenía mucha hambre, el vino blanco era delicioso, tenía un sabor algo fuerte pero agradable, seco. Empezaron a comer, en el restaurante había una dulce melodía de fondo y sólo se escuchaba el azotar de los cubiertos sobre los platos.

-Rosalie es modelo de Cullen Corp- reveló Alice -Ella también estará en la próxima campaña publicitaria de la empresa

Bella dejó de comer, tomó vino –¿de verdad? Que gusto, así nos toparemos regularmente en la oficina- una vez más Rosalie sólo asinitó ante su comentario, sin ningúna expresión en su rostro

Alice rodó los ojos -¡Ya basta Rose!- casi gritó -Interactua con Bella- la señaló con una mano

Por primera vez en toda la comida Rosalie sonrió -Sabes que me cuesta trabajo entablar relaciones con la gente Alice- le recordó

-Trata de ser agradable ¿si?- pidió, Rose asintió y pidió disculpas

-Isabella, de verdad lo siento, asi soy siempre- Bella asintió más relajada

-¡Qué alivio! Por un segundo pensé que no te caía bien

A partir de ahí la comida fué más llevadera, hasta que el Blackberry de Bella sonó

-¿Diga?- contestó Bella aún con vestigios de risa debido a un comentario un poco pervertido que Rose había hecho sobre el trasero del guapo mesero

-¿En dónde diablos estás?- era Edward

Isabella hizo un gesto de disculpa con la mano y bajó la voz, susurrando al teléfono

-Comiendo, en un restaurante. Te lo había dicho

Rosalie y Alice seguían con la platica para su aivio.

-¿A qué hora llegarás a la oficina?- interrogó

Bella miró su reloj, eran las 3:00

-A las cuatro

-¿Con quién estás?- su voz estaba contenida, Bella bufó

-Con Alice y... con Rosalie, la esposa de TU hermano- sonrió ante el hecho

-Te quiero en la oficina a las tres y media, ni un minuto más

Ella apretó los dientes -No, mi hora de comida es de dos a cuatro, no voy a ir antes ni después

-¡Dije 3:30!- gritó Edward tan alto que tuvo que alejar unos centímetros el celular de ella

-Ya dije que no- murmuró

-¡Isabella Swan! ¡No me retes!- el seguía gritando

-A las cuatro estaré allí, ni antes ni después, besos- le colgó. Alice la veía con mirada preocupada y negaba con la cabeza y Rosalie tenía el ceño fruncido

-¿Era tu novio? ¡Mierda! ¡Ha de ser un completo celópata!- dijo Rosalie. El rubor subió a las mejillas de Bella, sólo se encogió de hombros

Cuando acabaron sus platos todas estaban llenas

-¿Van a querer postre chicas?- ofreció Alice, Rosalie negó con las manos

-¡No! Debo mantener la línea

Pidieron la cuenta al mesero, la hermosa cantidad de $510 dólares, Bella le quitó la nota

-Yo pago- dijo ella

-¡No Belli! Yo las he traído aquí, es mi deber invitar

Por más de cinco minutos estuvieron discutiendo sobre quién pagaría hasta que Rose se hartó

-¡Basta! Pagaremos todas- resolvió

A cada quién le tocó poner $170 dólares

Salieron del lugar, Alice tomó el brazo a Bella.

-Belli, sé que no debo meterme pero te quiero y eres mi amiga ¿Por qué dejas que te trate así?

Ella rió -¿Así cómo Alice?

Ladeó la cabeza -Oí perfectamente el como te gritaba, no le dejes Belli, tu eres fuerte- le sonrió

-Así es él Alice- la abrazó -Pero no te precoupes, no dejo que me domine

Aprovechando que estaban extremadamente cerca dieron un pequeño paseo por Central Park y Alice se puso a darle de comer a las palomas en un gesto totalmente tierno.

-¿Soportas al idiota de Edward como jefe?- habló de pronto Rosalie cuando Alice no las escuchaba

Bella se extrañó -Si. En realidad no es tan difícil como dicen trabajar para él- contestó

Ella se carcajeó -Eso es porque no lo conoces Isabella, puede llegar a ser un completo cabrón cuando se lo propone- adviritó -Una vez, cuando era la modelo de la campaña me dijo que estaba tan gorda como una vaca y que si quería seguir trabajando ahí tenia que bajar de peso en una semana.

Ella se sorprendió unos instantes -Bueno Rosalie, tiene que asegurarse de que todo marche bien, es megalómano ¿recuerdas?

Rosalie paró un segundo -Isabella... tienes que aceptar que decir que estás "como una vaca" no es muy educado

-Supongo que en eso tienes razón

Rosalie le sonrió con dientes increiblemente blancos -¿Sabes Bella? Me caes bien

OoO

Había quedado con Alice y Rosalie de salir de compras o a un bar algún día. Cuando llegó a la oficina todo era un completo caos, Kate y Jessica no estaban en sus puestos y ella pensó que aún no llegaban del almuerzo, se sentó en su silla y comenzó a tararear despreocupadamente, Edward le gritó desde su oficina, el grito resonó por todo el lugar.

-¡Isabella Swan!- fué un grito tan espantoso que Blancanieves y la Madrastra corrieron a esconderse en la casita de los enanos

se levantó corriendo y fue hasta allá, cuando abrió las puertas Kate y Jessica estaban allí siendo regañadas por él, Edward estaba de pie, la miraba iracundo y con una sonrisa falsa

-¡Swan! ¡Qué gusto tenerla por aquí!- expresó, Bella entrelazó sus manos detrás de su espalda y rodó los ojos

-¡Largo!- le gritó él a Kate y Jessica -¡A sus puestos! ¡Y usted se queda aquí Swan!- ellas dos se fueron prácticamente corriendo de ahí, cerrando la puerta al salir, riendo quedamente.

-¿¡En dónde estabas!?- preguntó apoyando los puños en el escritorio

-Comiendo- respondió con tono cansado

-¡Yo dije que te quería aquí a las tres y media!- reclamó

Bella chasqueó la lengua -Y yo te dije que no vendría hasta las cuatro. No hay por que enojarse

-¿Por qué me retas?- preguntó

Ella se mordió los labios -Porque no soy de tu propiedad Edward

¡Oh Swan! Cuán equivocada estás...-Lo eres

-No, no lo soy, y si me disculpas...- caminó hacia la salida -Tengo trabajo que hacer, tu cena de Año Nuevo con los embajadores ya está lista

-¡A la mierda! ¡No mientas Isabella! ¡No estabas comiendo con tu amiga!- le gritó

Bella suspíró, se pasó una mano por la frente -¿Ah no? Entonces, según tu ¿dónde estaba?

Edward pasó la lengua por sus dientes -En el almuerzo con mis hermanos... Jasper me dijo que Alice había ido a la universidad y Emmet que Rosalie había ido de compras, no mencionaron que irían a comer y supuse que tu...

-¡Basta Edward! ¡Esto es verdaderamente increíble! ¿Creíste que yo te había mentido entonces?- el asintió -No voy a discutir más por esto, estaba comiendo con Alice y Rosalie, no te he mentido, ellas fueron las que por alguna razón no dijeron que vendrían a comer conmigo, y aún si te estuviera mintiendo... ten por seguro que no es porque tenga a otro tipo por ahí, me voy a trabajar

OoO

La noche se adivinaba por los cristales de Cullen Corp. El Blackberry sonó anunciando un nuevo mensaje.

De: Edward Cullen

Para: Isabella Swan

Fecha: 20 de noviembre de 2012 Hora: 8:01

Iremos a mi departamento en breve. ¿Segura que quieres seguir con esto?

Edward Cullen. Presidente y accionista de Cullen Corp.

Ella se apresuró a contestar

De: Isabella Swan

Para: Edward Cullen

Fecha: 20 de noviembre de 2012 Hora: 8:02

Lo sé, y si. Quiero seguir con esto

Isabella Swan. Asistente personal de Edward Cullen en Cullen Corp.

Bella no quería aceptarlo, pero en el fondo de su ser tenía miedo, miedo porque había retado a Edward en la hora del almuerzo, miedo porque ya eran las ocho y la hora en la que iría al departamento de Edward se acercaba, miedo porque no sabía lo que pasaría y pavor porque no sabía cómo es que Edward Cullen le mostraría su "verdadero yo".

Como siempre pasaba Kate y Jessica se habían ido ya, antes que ella, hace tiempo que había terminado de trabajar y sólo tamborileaba los dedos sobre el escritorio, hace tiempo que había tomado una pluma y había comenzado a dibujar patrones de figuras incoherentes en un papel, hace tiempo que cada minuto levantaba su vista al reloj contemplando como el segundero se movía demasiado lento y demasiado rápido para su gusto, hace tiempo que sólo escuchaba el zumbido del silencio en sus oídos, hace tiempo que su corazón latía desbocado, hace tiempo que escuchó la puerta de presidencia abrirse, hace unos segundos ahora, que Edward Cullen estaba frente a ella con el cabello revuelto y los ojos oscuros

-¿Nos vamos?

Ella no contestó, sólo tomó su bolso y se puso su abrigo, adelantandose y caminando hacia el elevador. Llegaron al loby, Cindy ya se había ido, sólo el guardia del turno de la noche estaba ahí, él los saudó a ambos con la mano. Subieron al Aston Martin, ninguno de los dos hablaba, Isabella tenía la vista hacia la ventana, veía las luces de los restaurantes y los bares, gente yendo de aquí para allá, tal vez con una vida más llevadera y normal que la de ella. Por un segundo se permitió sentir envidia. bajó el vidrio, dejando invadir sus oídos por los sonidos de los cláxons de los autos, la música de los bares y las risas de las personas intentando que ello la relajara y la hiciera pensar que no pasaría nada, que todo estaba bien.

-¿Quieres escuchar algo?- preguntó él

Ella se encongió de hombros, sin mirarlo.

-Isabella, escucha- el la miró y puso una mano sobre su pierna aprovechando el tiempo que le daba el alto del semáforo -No vamos a hacer nada que tu no quieras, podemos parar esto si tu lo pides

Ella no lo veía, seguía mirando hacia la ventana

-No Edward, yo te pedí esto- murmuró -Estoy bien- mintió

Había poco tráfico, y TriBeCa quedaba cerca por lo que llegaron a los veinte minutos, Edward se metió al estacionamiento privado del edificio, apagó el motor y se bajó inmediatamente a abrirle la puerta a Bella, ella seguía sin hablar. Usaron el asensor, Edward apretó el botón del último piso.

OoO

Bella POV

Llegamos a su departamento, en el último piso, era igual de lujoso que su casa en Easthampton, el piso era laminado y las paredes color blanco, al igual que los muebles, la sala era amplia y tenía un enorme sillón de tacto-piel en L con muchos cojínes encima, había una mesa color oscuro de madera en el centro y en una esquina una mesa más alta color blanco. Como dije antes, al igual que su casa en Easthampton, el departamento tenía ventanas por todos lados y demasiado grandes. Yo seguía observando, había una pequeña cocina en color azul y metal con una encimera e isla central que se abría hacia el salón, en el cual, había un comedor grande y circular, en las paredes había colocados algunos cuadros con pinturas abstractas, me di cuenta entonces, que aunque elegante y sofisitcado, la decoración estaba falta de cualquier toque personal e íntimo que alguna persona le pudiera dar.

-¿Quién hizo la decoración?- pregunté

El se distrajo, estaba mirando por uno de los cristales

-Mi madre

Me pareció extraño, si Esme había decorado aquel espacio se suponía que como madre debía de tener el conocimiento de los gustos de Edward. Me pareció que él me leyó la mente, porque me contestó

-Le dije que no quería nada demasiado... personal, sólo algo clínico con el que no desarollara ningún tipo de apego- yo asentí, comprendiendo

-¿Quieres tomar algo?- me ofreció -¿Un vino quizás?

-Me encantaría- respondí con una sonrisa, pensé que tal vez un poco de licor me haría menos cobarde y me relajaría, a los pocos segundos el volvió dándome una copa de vino tinto, le di un sorbo, el sabor era suave, dejaba un regusto de zarzamora y vainilla en la lengua, no sabía nada de vinos pero este era rico y fino.

-Es un Campomaccione del 2005- contestó al ver mi gesto de aprobación -Es afrutado ¿verdad?

-Si- contesté

-¿Tienes hambre? ¿Quieres algo de comer?- preguntó

Yo sabía lo que estaba haciendo, me estaba distrayendo, puse una mano en mi cintura -Edward, está bien- el asintió

-Ven- me dijo, ofreció su mano, la acepté.

Caminamos através de un pasillo algo largo, delante de una de las puertas blancas él se detuvo, me miró y exhaló, giró la perilla de la puerta e hizo un gesto con la mano para que entrara, mi cara era de total estupefacción. La habitación era en su mayoría oscura y no seguía los patrones minimalistas del resto del apartamento, el suelo era laminado negro y las paredes grises, la base y la cabecera de la cama eran negros y había un poste en cada esquina, el tocador tenía un gran espejo en forma octagonal y sobre él había una lámpara con focos rojos, en distintos lugares había alfombras blancas, en un extremo estaba una silla negra de piel y un clóset ¿rojo? Y no, no había ventanas. ¿Qué se supone que era esto?

-Este es mi habitación negra- anunció y luego cerró la puerta a sus espaldas

Tal vez soy muy tonta, porque aún no entendía nada y supongo que Edward lo entendió.

-Es el cuarto en dónde uso mis látigos y demás instrumentos- explicó

Mi mente entró a un estado de letargo ¿Pero qué mierda? ¿Esto es el lugar en el que golpea a mujeres? ¡Y peor! ¿Me va a golpear a mi? Ahora si quiero irme y Blancanieves estaba deacuerdo conmigo ideando un plan para escapar, mis manos comenzaron a temblar, el se acercó a mi y las tomó.

-Esto es lo que soy Bella ¿quieres seguir con esto?

Yo asentí, si, era cierto, yo le pedí esto y el me advirtió demasiadas veces. Yo pedí esto

-Entonces... verás ¿sabes lo que es un Alter Ego* cierto?- preguntó

-Si

El se pasó una mano por el cabello -Mi Alter Ego es ser Dom- dijo -¿Lo entiendes?

Si le decía la verdad sería que no ¿qué diablos es Dom? -No, no lo sé

-"Dom" significa dominante- dijo -Eso quiere decir dominarte a ti, porque eres mi sumisa

Edward separaba las palabras y hablaba lento. Eso sí que lo había entendido ¿yo, sumisa? ¿el, dominante?

-¿Quieres seguir con esto?- preguntó una vez más

Blancanieves me gritaba en el oído que no pero la Madrastra decía que si, en cierto modo, no importaba lo que ellas dijeran, era yo ¿quería eso? ¿quería seguir? ¿ser su sumisa? La respuesta vino a mi como un flash. Si. Después de todo ¿qué podía perder? No debe ser tan difícil ¿verdad? Después de todo, sólo es un papel.

-Si- contesté luego de un largo rato -Quiero esto

-Isabella- me llamó -Si te he traído aquí es porque tú me pediste confianza y no porque te vea como a una más como había dicho antes ¿entiendes?- Asentí, si era cierto, pero excepcionalmente relajante que el lo dijera

Entonces él se acercó a mi y me besó tiernamente agarrándo mi nuca y mi cintura, más pronto de lo que hubiera deseado él se separó de mi

-Desnúdate- dijo frío ¡Whoa! ¡Vaya cambio de humor! Le miré interrogante -¡Desnúdate!- ordenó una vez más

Yo me quedé ahi unos segundos, entonces me quité el cinturón metálico y este cayó al suelo haciendo un fuerte ruido, desabotoné el único botón de aquel largo vestido y cayó a mis pies, estaba a punto de bajarme de los tacones pero el me paró

-No. Déjate los tacones- dijo -Continúa

Supuse que el quería que me quitara la ropa interior, comenzé a bajarme las bragas y terminé de quitarlas, llevé mis brazos para atrás de mi espalda y desabroché el brassiere, deslizándolo por mis brazos, la montaña de ropa bajo mis pies crecía, cuando estuve complétamente desnuda el se acercó a mi y desabrochó su cinturón y el pantalón, yo esperaba

-¿Haz hecho alguna vez un oral?- preguntó, yo rodé los ojos ¿Para qué demonios lo preguntaba si ya sabía la respuesta?

-Te he hecho una pregunta- dijo

-No, jamás

-Bueno, hoy me harás uno a mi- ordenó. Mi respiración se aceleró ¿quiere que yo qué?

-Pero...- protesté

-¡Ahora!

Tragué saliva, me puse de rodillas frente a el, no sabía hacer esto, puse mis manos a ambos lados de su bóxer y lo bajé de un tirón, su erección saltó frente a mis ojos, tragué saliva de nuevo, acerqué mi boca a su pene y dejé un suve beso en la punta, me sentía verdaderamente estúpida, era una total inexperta y no sabía cómo hacerlo, abrí mi boca y lo metí hasta la mitad, oí un gemido de parte suya y eso me dió seguridad, lo que hacia le gustaba y eso era importante para mi, él era un total DIOS en la cama y yo sentía, que de algún modo, debía recompensarlo y dar lo mejor de mi, con una de mis manos lo tomé por la base y volví a llevarlo hasta la mitad, cada vez lo llevaba más al fondo de mi boca, Edward agarró mi cabello en un puño y comenzó a embestir contra mi boca, gemía alto, tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos jalando aire, me sentí lasciva por un instante y me atreví a rastrillar mis dientes por toda su longitud, eso pareció gustarle

-¡Joder! ¡Bella!

Con mi lengua acariciaba la punta y la arremolinaba en distintos lugares, seguí moviendome de atrás para adelante y el seguía ejerciendo fuerza sobre mi, sentí cómo crecía en mi boca y luego un chorro de semen se desizó por mi garganta, empujó fuertemente sus caderas hacia mi. ¡Whoa! Eso había sido lo más caliente que había hecho en toda mi vida.

-Ven- Edward me extendió su mano, aún tenía perlas de sudor en la frente. ¡Santo Cielo! En algún punto el sonido de los latidos de mi corazón se habían confundido con los de mi respiración errática, tomé su mano y me levanté del suelo, el me guió hasta la cama de sábanas de satén y colcha de plumas. Toda yo eran ojos expectantes.

-Túmbate- ordenó, parece que su muy Dom Alter Ego ha regrezado. Hize lo que me dijo, las plumas acariciaron mi piel, logrando relajarme. El caminó hacia el clóset rojo y sacó algo, una tela que enredó en su puño, al acercarse a mí, me di cuenta de lo que era, una larga y fina tira de seda roja. La estiró entre sus manos y se acercó a mi

-No vas a ver Isabella, sólo vas a sentir- murmuró y fué lo último que vi. Anudó la tela al rededor de mis ojos -Tranquila- dijo -Hoy no usaremos nada de lo que te estás imaginando- me tranquilizó

Luego, sentí la misma sensación de suave tela al rededor de mis muñecas ¿Pero que...?

Como si pudiera leer mis pensamientos, me respondió -Solo vas a sentir, no vas a ver, ni tocar ni escuchar- ¿Cómo mierda va a conseguir que no escuche? me pregunte y una vez más, contestó a mi pregunta no formulada -Para eso tus latidos y tu respiración ayudarán, están sonando tan fuerte que apuesto a que apenas oyes mi voz- ¡Eso es tan cierto! ¿Cómo sabe?

-Abre las piernas- ordenó. Lo hize. -Quiero que gimas, grites, jadees. Que hagas todo lo que la sensación te cause emitir ¿muy bien?- a este punto yo convulsionaba de nervios y anticipación. Asentí.

Edward dejó de hablar y sentí cuando la cama se hundió bajo su peso, al parecer, estaba entre mis piernas, sentí la gota de algo caliente caer sobre mi clítoris

-¡Ah!- jadeé. El líquido caliente causaba un pequeño escozor y comenzaba a calentarse más y más provocando placer. ¡Oh Santa mierda! ¡Esto es demasiado!

 

Entonces fue que la Madrastra que vivía en mi me recordó el por qué estábamos aquí.

Respira Bella, respira. Me recordé

-Lo has hecho muy bien mi pequeña y dulce Bella- dijo -Esa boca tuya es una maravilla- sonreí sin poder evitarlo

-¿Pero sabes?- ahora el con la palma de su mano acariciaba mi vientre -Tengo unas ganas inmensas de azotarte- me tensé -¿sabes por qué?- negué con la cabeza y me obligué a tranquilizar a mi corazón y mi respiración para poder escuchar lo que decía -Ayer, cuando me dijiste que no traías bragas... cuando te sentaste sobre mi y pusiste mi mano en tu sexo desnudo... o cuando te subiste la falda en el elevador... todo ese día estuve tan duro que me dolía y yo sólo pensaba en darte unos buenos golpes para que sintieras lo que yo, lo único que quería era arrastrarte a mi casa y cogerte una y otra y otra vez- entonces Edward me dió un golpe con la mano a un costado de mi cadera

-¡Ah!- heché la cabeza para atrás, me sentía desesperada de no poder ver

-Dime algo- ahora el acariciaba uno de mis pechos -¿Te importaría que algún día te diera unos buenos azotes?- mordí mis labios, el escosor en mi sexo crecía y ardía como el infierno causando un extraño placer, gemía

-¡Ah!- el ardor crecía y me curvé en la cama -¡No!- la palabra salió de mi antes de que mi aletargado cerebro fuera capaz de procesarla

Su respiración se volvió más pesada y volvió a dar otro azote al otro costado de mi cadera -¿No te importaría entonces?

-¡No!- volví a gritar -¡Por favor!- imploré, mi sexo latía y ardía, necesitaba una liberación... ¡Ya!

-Oh no, todavía falta- murmuró, al instante sentí como algo frío y líquido caía por mi vagina causando alivio al ardor que sentía

-Mmmm... Si- jadeé

-Abre la boca- ordenó

Cuando lo hize, un chorro de aquel líquido frío se deslizó por mi paladar y garganta, lo desgusté... era vino, el mismo vino que hace unos minutos estaba degustando, el metió su lengua en mi boca en un beso totalmente sexual.

-En tu boca sabe mejor- paseó su lengua por mi mentón y mi cuello, besó mi clavícula bajando cada vez más, estaba desesperada, quería tocar... morder... enterrar mis dedos en su cabello, en cambio lo único que podía hacer era gritar, jadear gemir, implorar o rogar, su lengua llegó a mis pechos y mis pezones se endurecieron de inmediato, chupó uno y luego sopló sobre él. Me arqueé, hizo lo mismo con el otro, lo único que yo hacia era gemir y moverme por toda la cama

-¡Quieta!- el puso una mano sobre mi vientre, inmovilizándome

-¡Edward! ¡Por favor!- grité

Metió dos dedos en mi empapada intimidad e hizo circulos golpeando mis paredes -Siempre tan lista- susurró en mi oído y me embistió de golpe

-Mmmm si...Edward...

-Mierda- las palabras salían entrecortadas y sus jadeos estaban en mi oído, Edward ondulaba sus caderas y las giraba cambiando el ángulo y llegando a lugares que... sinceramente ni un ginecólogo o sexólogo sabrá que existen. Yo mordía mis labios, si gritaba y gemía como quería hacerlo parecería una ramera...

-¡Grita Isabella! ¡Es una orden!

Abrí mi boca y dejé salir el grito, quería arrancarme la tela que cubría mis ojos y ver su rostro, tocar su cara, se inclinó hacia mi y mordió mi cuello tan fuerte que puedo jurar que había dejado una marca

-¡Joder Bella! Eres tan... oh mierda... tan estrecha- empujó con más fuerza, yo estaba en los límites del Nirvana, juro que voy a morir. Querido Dios...

-¡Ah! !Edward! Más... más- lo único que logré fue arañar su pecho con mis manos juntas y pasar mis manos por su boca. ¿En que momento se había desnudado? Eché la cabeza para atrás, esto era tan... intenso y delicioso. Sus arremetidas se hicieron demandantes y el placer que sentía se manifestaba en una conocida burbuja en mi bajo vientre a punto de explotar en sólo unos segundos más

-Vente para mi nena, vente para mi- no pude más y estallé. Subí, bajé... volví a subir y tocar el azul de la noche, yo convulsionaba sobre el colchón, entonces Edward liberó mis manos y tiró del nudo de la tela de mis ojos, no me costó trabajo acostumbrar mis ojos a la luz, era muy tenue, me penetró dos veces más y se liberó dentro de mi, pude contemplar el espectáculo de su rostro sufriendo las consecuencias del orgasmo, bajó lentamente y besó mi frente, mis párpados y luego mi boca dejando su aliento de vino con canela y vainilla en mi... Sus orbes verdes me miraban con atención

-¿Qué demonios estás haciendo conmigo pequeña bruja?- el dijo eso con voz tierna pero claramente pude oír el trasfondo de confusión en su voz

-Supongo que puedo decir lo mismo- contesté encojiendome de hombros

Edward salió de mi y se puso de pie, tomó una de mis manos y me ayudó a levantarme, me tambaleé un poco, recordé que aún traía los tacones

-¿Cómo te sientes?- me preguntó

-Bien- no mentía, me sentía bien. En realidad si en eso consistía su "otro yo" podía aceptarlo perfectamente, el seguía mirándome no creyéndome del todo -En verdad Edward, estoy bastante bien, más que bien

El tomó mis manos -No he sido del todo yo Bella

Suspiré, la verdad, que una parte de mi lo sabía, presentía que había sido algo suave.

-Lo sé- contesté -Pero Edward, de verdad cuando te digo que seas "tu" conmigo no miento

El estaba sorprendido –¿Entonces de verdad dejarias que te azotara?

Asentí -Ya había dicho que si

-Pero tu dijiste antes que...

Puse un dedo sobre sus labios -Se perfectamente lo que dije antes pero he cambiado de opinión, estoy dispuesta a soportarlo Edward, incluso un par de azotes, no puede ser tan malo- le sonreí

-Está bien. Algún día muy próximo será

Caminé unos cuántos pasos y recogí mi ropa del suelo, me puse las bragas y luego Edward me detuvo

-¿Qué haces?

Bufé ante lo obvio -Vestirme, es tarde ya

-Puedes quedarte si lo quieres- ofreció, abrí los ojos y reí

-¡Edward! ¿Cómo crees? ¡Mañana es día de trabajo!

-Eso no importa, puedes bañarte aquí- contestó, yo reí otra vez aún con mi ropa en el brazo

-¿Y qué se supone que voy a ponerme?

Entonces ví lo imposible, Edward se sonrojó ¡se sonrojó! -Tengo ropa... para ti

¿Qué? -¿Tienes ropa de mujer aquí?- entonces mi imaginación voló ¿Será que esa ropa se la puso otra mujer?

-Si- contestó -Esa ropa la compré especialmente para ti- hablaba tímido

Ahora si que no entendía nada -¿Para mi?

-Si, la compré hace poco, la vi y me gustó para ti

Entonces mi pecho se llenó de júbilo ¿Él había comprado ropa pensando en mi? Mi mente imaginó a Edward dentro de una tienda de ropa haciendo compras pensando en mi... ¡la imágen era tan agradable! Pero al segundo me extrañé

-¿Estabas tan seguro de que me quedaría aquí que tienes hasta ropa para mi?

El sonrió de medio lado y se acercó al clóset, sacó una bata azul de seda y me la tendió -Póntela

Me deslicé dentro de ella, Edward me sonrió y tomó mi mano guiándome hacia la puerta

-Aún no me has contestado- le recordé

El volteó hacia mi -No, no estaba seguro pero no puedes quitarme el derecho de soñar- ambos salimos del cuarto

OoO

Estaba recargada sobre uno de los cristales de la ventana, fuera estaba lloviendo y yo admiraba el paisaje, sentí a Edward a mis espaldas pero no volteé

-¿Vas a quedarte entonces?- inquirió

-Si- contesté -Estoy cansada ¿podemos irnos a dormir?- por el reflejo del vidrio pude ver cómo el me miraba atentamente

-Por supuesto, ven, vamos- me tomó una vez más de la mano, se sentía tan bien... si pudiéramos hacer eso en las calles frente al mundo... Hice un puchero pensando que él no me vería, pero si lo hizo, paramos a mitad del pasillo

-¿Qué ocurre?- preguntó

-Nada- sonreí triste -nada- Edward agarró mi mentón y me obligó a mirarlo

-Te conozco mejor que tú misma, mi pequeña Bella ¿qué pasa?

Inhalé -Es sólo... que a veces deseo no tener que escondernos más- me sentí culpable y tonta apenas cuando terminé de decirlo

-Hey- me animó -He terminado con Victoria

Estoy segura de que mis ojos comenzaron a brillar, tenía una sonrisa divide-rostro en mi cara. Tal vez haya gente que me considere una total perra al ver que me alegra tanto que una relación haya terminado, y tal vez tengan razón, porque ni yo en este momento tengo una percepción clara de mi misma.

-¿Cuando?- fué lo único que se me ocurrió decir

-Ayer por la noche, le dije que no quería nada más con ella

-¿Cómo lo ha tomado?- pregunté realmente preocupada, de sólo ponerme en los zapatos de Victoria e imaginarme que un día Edward Cullen viene a decirme que todo se ha terminado... sufro de un dolor en el pecho y me dan ganas de llorar.

-Mal, pero pudo ser peor, ella no se interpondrá más- me contestó, seguimos con nuestro camino hacia su habitación y entonces entramos, era minimalista al igual que el resto de la casa, la cama era grande con ropa de cama color crema y tonos cálidos, exactamente lo opuesto a su habitación en Easthampton

-Hay un cepillo de dientes nuevo en el baño, puedes usarlo si quieres- anunció a la vez que mi indicaba con una mano la dirección del servicio

Entré a él, mmm... demasiado masculino, los mismos tonos, blanco y negro, encontré el cepillo de dientes que Edward me había dicho, me lave la boca rápido y cuando terminé abrí el mueble del baño, ahí estaba la loción y la espuma para afeitar de él, olí ambas pero no era igual, les faltaba algo... Edward. Miré en el espejo, como pensaba, había una gran marca de dientes en mi cuello, me dí cuenta que seguía en la bata que él me había dado y que bajo esta estaba desnuda a excepción de las bragas. Salí del baño, estaba sentado en la cama, esperándome.

-¿Tienes alguna pijama o algo?- pregunté con pena

-¿Qué hay de malo con la bata?

-Es que... bueno, no estoy acostumbrada a dormir desnuda- susurré

El me sonrió de medio lado y le restó importancia -En cambio yo lo encuentro muy ventajoso

Heché la cabeza para atrás -¡Por favor!- imploré

-De acuerdo, de acuerdo- se acercó hasta un cajón, sacó una playera blanca y me la tendió -Creo que esto servirá

-Gracias- me quité la bata un poco apenada. Si, lo sé, soy increíble, me ha visto desnuda varias veces pero aún así siento pudor, me colé la playera en un segundo

Edward destendió la cama y acomodó las almohadas, se acostó y palmeó el lugar a su lado, yo corri hacia el y me tumbé, él nos tapó con las sábanas y me dió un beso en la frente, podía acostumbrarme a dormir con él en las noches, se quedó callado un largo rato

-Tengo una cena con mis padres el viernes- susurró -Y quiero que me acompañes, toda mi familia estará allí

Blancanieves salió de su escondite para volver a meterse en otro. ¡Cobarde!

-Edward... ¿crees que es tiempo de que me presentes ante tus hermanos?

-¿Por qué no debería serlo?- preguntó

Me encogí de hombros -¿Qué tal si no les caigo bien?- eso si que me preocupaba

-¡Oh Bella! ¿Por qué no les caerías bien? Eres la cosa más adorable y dulce del mundo- apretó su abrazo a mi alrededor, otra sonrisa estaba en mi rostro -Además... ya has lidiado con la única persona a la que le podrías haber caído mal

Levanté mi cabeza -¿Quién?- pregunté

-Rosalie, la esposa de mi hermano, es tan desagradable y difícil como una patada en el culo- dijo riendo

-Bueno, ya no hay de que preocuparse, me ha dicho que le caigo bien- avisé -Y no es tan desagradable como dices, un poco fría si, pero no desagradable

-Si tu lo dices- susurró

Yo reí -Bueno, también no esperes que sea agradable contigo luego de que le dijeras que estaba tan gorda como una vaca- volví a reír ante el cómico comentario

El tronó la boca -¿Te ha dicho eso?- asentí -Bueno, tal vez sea cierto, pero cuando lo dije no mentía, parecía una ballena- se carcajeó

Le di un ligero golpe en el pecho -¡Edward!- le grité -Debes de tener más tacto con una dama

-¿Rosalie dama? ¡Ja!- dijo irónico -A dormir Bella, es tarde- recosté mi cabeza en su pecho. Olía tan bien...

-¿Bella?

-¿Qué?

-Irás a la cena conmigo- no era una pregunta, llevé mi mano a mi cabeza haciendo un saludo del ejército

-¡Si capitán!- bostecé. El volvió a besar mi coronilla

-¿Edward?- le llamé

-Dime

-¿Los azotes duelen mucho?- era algo que me preocupaba, lo sentí tensarse

-Depende- contestó

-¿De qué?

-Ya lo verás

-Está bien- me resigné, estaba claro que no me daría una respuesta concisa -Buenas noches león- volví a bostezar, el rió

-Buenas noches Mi Dulce Bella- Edward apagó la luz de la lámpara

OoO

Tanya estaba sentada en una silla viendo la t.v de cable en una habitación del hotel Carlyle* Por primera vez desde que llegó a Nueva York un tipo rico habia comprado sus servicios como puta y estaba en una habitación de cinco estrellas.

-¡Regresa a la cama!- le gritó Stefan

Ella estaba hastiada, habia tenido sexo con el cinco veces en una sóla noche y en los últimos días él la había buscado en la calle de siempre, puso una sonrisa falsa en su cara y se dirigió hasta la cama, allí estaba él, cabello rubio y ojos grises, un tipo atractivo pero no de su interés. El único hombre que ella quería era Edward, estaba desnuda, se sentó sobre su verga y comenzó a moverse. El hablaba

-No te alejes Tanya- pidió -Te amo

Tanya en su fría y cruel mente le sonrió

-Yo también Stefan, no tienes idea cuánto- seguía moviéndose sobre él. En su cabeza tenía un plan, el tipo era rico y tenía medios, contactos, una empresa enemiga de Edward Cullen y por si fuera poco, él babeaba por ella, a los diez minutos ambos regularizaban su respiración. Tanya comenzó a vestirse

-No te vayas- dijo él abrazándola, ella lo alejó suavemente

-Necesito que me ayudes con algo- pidió ella

-Lo que quieras

-Hay un hombre... que me tiene amenazada, mientras él este yo no podré vivir tranquila- Te voy a joder Cullen y entonces vas a ser mío

OoO

El pitido de la alarma me despertó , abrí los ojos y vi el reloj ¡las siete! Edward no estaba a mi lado y supuse que ya se había levantado, no tenía tiempo para buscarlo. Me metí al baño corriendo y me di una ducha, lavé mis dientes y envolvi mi cuerpo en una toalla, al salir, sobre la cama estaba la ropa que Edward me había comprado. Un conjunto de Lanvin compuesto por una falda negra de angora con corte campana y una blusa blanca en algodón de cuello alto y sin mangas, el conjunto era hermoso y que Edward me lo haya comprado lo hacían aún más, me sorprendí al ver a los pies de la cama un par de botines de piel Louboutin, también me había comprado zapatos, en uno de los burós estaba doblada mi ropa junto con mi abrigo y mi bolso, lo abrí y saqué mis maquillajes. En un estante del baño encontré un secador y supuse que a Edward no le molestaría si lo usaba, me miré en el espejo frustrada ¡Mi cabello estaba imposible! Apesar de que lo cepillaba y lo cepillaba, nada servía y además afuera hacia frío, lo que aseguraba un frizz seguro a mi cabello, me reí ¿cuándo me había vuelto tan vanidosa? Agarré mi cabello en una coleta alta y lo sujeté con una gomilla que se había colado en mi bolso, ahumé mis ojos y puse brillo labial, tuve que maquillar excesivamente el chupetón que ahora estaba morado, no logré borrarlo del todo, me veía bien y la ropa me sentaba a la perfección, miré el reloj ¡tiempo record! Eran las 7:20

Atravesé el pasillo y llegué a la sala, Edward estaba en la cocina ¿cocinando? Ese día vestía un traje gris de punto, camisa y corbata negras, guapísimo, como siempre. En cuánto me vió me dedicó una sonrisa torcida y me mandó un beso, Blancanieves se desmayó. Olía riquísimo, mi estómago ronroneó y me sonrojé

-¿Tienes hambre eh?- dijo -Come- me pasó un plato de omelette de champiñones y queso por la barra, yo tomé el tenedor y me llevé un trozo a la boca mientras me sentaba en un banco

-¿Quieres café?- preguntó, yo negué -¿Entonces jugo?- yo volví a negar

-¿Tienes chocolate?- le pregunté, el me miró unos segundos antes de soltar una sonora carcajada, pagaría hasta lo que no tengo por verlo así siempre

-¿Todavía tomas chocolate?- yo asentí, voviéndome a sonrojar

-¡Lo sé! ¡El chocolate es para niñas pequeñas, pero me gusta!- ataqué y me llevé otro bocado a la boca, Edward abrió uno de las puertas de la alacena y sacó un bote de Chocomilk, tomó un vaso enorme, lo llenó de leche y le puso chocolate lo agitó con una cuchara y lo puso a un lado de mi plato, me sonrió otra vez

-Gracias- murmuré y dí un trago a mi leche, el pasó un cabello suelto por detrás de mi oreja y me besó los labios

-Eres tan tierna, mi dulce Bella- susurró con voz increiblemente dulce y llena de afecto, juro que si vuelve a hablarme así lloraré cual loca romántica -¿Dormiste bien?- preguntó

-Si. Como una bebé- acepté, y era cierto, jamás había dormido mejor -¿Y tu?

-Excelente, me dormí abrazado a ti y no sabes el trabajo que me costó despertarme, por un momento deseé quedarme en la cama contigo- ladeó la cabeza

-¿Ya has desayunado?- inquiri

-Si, huevos fritos y café, no suelo comer mucho- contestó, yo entorné los ojos y negué con la cabeza

-Trabajas demasiado tiempo Edward, deberías comer más- le recriminé

-¿Me está usted regañando señorita Swan?- retó

Yo me encogí de hombros -Puede- me acabé mi vaso de chocolate y me levanté ¡Dios! ¡Estaba totalmente llena! -El desayuno estuvo delicioso, gracias- el asintió y dió una mirada a su Rolex*

-Vamonos, es tarde, y por cierto, te queda perfecta la ropa ¿te ha gustado?

-Si, gracias, es hermoso el conjunto ¿también compraste los botines?- dije alzando un pie, el afirmó con la cabeza -¿Por qué de tacón?

Edward acarició su labio inferior con su dedo índice -Me gusta verte con ellos, tu tienes la culpa, has alimentado ese fetiche en mi

Fui a lavarme los dientes, me puse el abrigo y agarré el bolso, llegué de nuevo a la sala junto a él

-¿Nos vamos ya?

-Claro, vamos

El trayecto en el auto fue agradable y platicamos cosas de la oficina

-¿Cómo va lo del puesto de diseñador de modas?

-Si te soy sincera, mal, Edward, los requisitos que pides son muchos y difíciles de cumplir- entonces me atreví -Pero puedo sugerirte a alguien

Me miró dudoso -¿A quién?

-Alice, mi amiga, ella está estudiando diseño de modas en Parsons* y cumple con todos los requisitos excepto el de experiencia

Edward parecía sopesarlo -Hazle una cita conmigo cuanto antes y vemos que tal ¿ok?

Yo estaba feliz, Alice saltaría de alegría con la noticia, no pude evitar darle un sonoro beso en la mejilla -¡Gracias Edward! Alice no te fallará

Llegamos a Cullen Corp. en tiempo récord, yo estaba nerviosa por el qué dirán cuando nos vean llegar juntos a la empresa, Edward tomó mi mano antes de que bajáramos del carro

-Muy pronto dejaremos de escondernos Bella, muy pronto- me besó por última vez y bajó del auto abriéndome la puerta.

Para mi alivio, nadie se nos quedó viendo raro o sospechoso. Cindy y Steve, el guardia, nos saludaron y actuaron como siempre y también puedo decir lo mismo de Jessica y Kate, que estaban más ocupadas revisandose en el espejo que estar atentas a nuestra llegada, Edward pasó inmediatamente a su oficina no sin antes guiñarme un ojo.

El blackeberry sonó

De: Edward Cullen

Para: Isabella Swan

Fecha: 21 de Noviembre de 2012 Hora: 8:11

Hoy ha sido uno de mis mejores amaneceres, ojalá

así fuera todos los días. Gracias

Edward Cullen. Presidente y accionista de Cullen Corp.

De: Isabella Swan

Para: Edward Cullen

Fecha: 21 de Noviembre de 2012 Hora: 8:12

También ha sido uno de mis mejores despertares y gracias por lo de anoche, todo eso del Dom

La confianza es muy importante para mi, te amo.

Isabella Swan. Asistente personal de Edward Cullen en Cullen Corp.

Al tiempo me acordé de Navidad y de la visita que le haría a mi padre. Tenía que avisarle a Edward, con lo posesivo que era no sería nada fácil.

OoO

Edward se acariciaba la barbilla, recordaba lo que había sentido al despertar a su lado, se había sentido un hombre nuevo, admiraba su valor para enfrentarse a lo que el era, había sido muy suave con ella la noche anterior, pero ella había pedido más. ¿Más? Si le daba más corría el riesgo de que ella saliera corriendo para no volver, pero el no la dejaría ir, correría el riesgo ¿ella pedía confianza y entrega? Pues él se lo daría, no importaba nada, se golpeaba mentalmente. Estuvo ciego tanto tiempo, tiempo en el que ella le decía "Te Amo" con el corazón y el lo decía con la cabeza fría con tal de mantenerla a su lado siempre. Tiempo que desperdició y tiempo en el que le negó a su corazón sentir algo, es que él ni siquiera sabía que tenía uno, pues claro, después de todo lo que había hecho... cerró los ojos... todas esas mujeres muertas por su culpa, esas familias destrozadas. Todo con tal de mantener el pensamiento estúpido de que él era el dueño del mundo y capaz de estar con quién el quisiera.

Si ella lo amaba era porque aún no sabía su índice de maldad, no lo conocía, la cantidad de maldad que él era capaz de albergar en su ser era tal vez superior a la de cualquier otro ser humano. Pero eso ella no lo sabía, Bella lo creía bueno ¿bueno? ¡Ja! ¿Por qué? ¿Por qué hacia donativos a fundaciones? ¿Por que ayudaba a los niños pobres? A Edward Cullen no le alcanzaría la vida para redimirse de todo aquello terrible que había hecho.

¿Para qué seguirse engañando? ¿Para qué? Si ya te has dado cuenta que la amas con locura, esos celos y miedos que sientes cuando ella está lejos no son por la obsesión, no, no. Es por amor. Amas a Isabella Swan, la amas con todo tu ser, esa pequeña bruja te ha hechizado, esos eran los pensamientos de Edward Cullen cuando ella entró a la oficina llenando de luz aquel lugar.

-Necesito hablar contigo- ella dijo

-¿Sobre qué?- se inclinó sobre su silla

-En Navidad, iré... iré a...- Bella comenzó a tambalearse sobre el suelo, un fuerte mareo la estaba azotando

-¡Bella! ¡Bella! ¿Qué tienes?- gritaba Edward mientras se acercaba a ella, llegó al tiempo en que Bella se desvaneció en sus brazos -¿Qué tienes?

-No...sé, me duele... me duele...- pero no podía terminar la frase

-¡Mierda! ¡Bella! ¡Dime por favor que te has estado tomando las pastillas!- pero ella ya se había desmayado

OoO

Canción: Closer

Artista: Nine Inch Nails

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Un beso

Amy W.

Capítulo 10: Señor y Señora Cullen Capítulo 12: Una Noche Para Recordar

 
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