Tú, Mi Obsesión (+18)

Autor: AmyWelch
Género: + 18
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 27/11/2014
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 72
Visitas: 104650
Capítulos: 29

Edward es un millonario obsesionado con Isabella Swan. Cuando ambos mantienen una relación Isabella se ve sumida por la vigilancia extrema, celos enfermos, el dinero infinito y la megalomanía de Edward Cullen, está dispuesta a soportarlo todo, hasta que se da cuenta de que Edward es el culpable de la muerte de su novio. Pero ella no sabe, que el último plan de Edward es dejarla ir.

Las y los invito a leer mi otra historia:

De Los Bosques De Noruega:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3402

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Capítulo 14: Tempus Fugit I

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

Un abrazote a mi Beta BEAKIS, gracias por corregir este cap. Te quiero.

Soy adicto a ti
A todas las cosas que haces
Cuando estas debajo de mi
En medio de las hojas
O al sonido que haces
Con cada respiro que tomas
Esto es diferente a cualquier cosa
Cuando me amas

Oh chica dejame tomarlo lento

Para ti
Tu sabes bien a donde ir
Quiero tomarte amor
Y odiarte hasta el extremo

Sé cuando se vuelve difícil
Todo el tiempo que pasamos
Tratando de construir este amor
Algo mejor que
Simplemente hacer el amor de nuevo

No me gustaria que te fueras tan lejos
De toda tonteria que no puedo realizar
No me gustaria que caminaras tan lejos

Capítulo 14: Tempus Fugit I

Dos días después...

La pared sonaba al compás y velocidad acordes a las embestidas de Edward. En cualquier momento, el pobre cabecero se rompería. Él tenía sus manos sobre este, impulsándose hacia dentro de mí y jadeando cada que lo hacía.

-¡Edward!- puse mis manos sobre su abdomen -¡Por favor! ¡Piedad!- imploré. Estaba más cansada que si hubiera corrido un maratón, quería mi liberación ya. Pero Edward no me daba tregua, eran las dos de la mañana y el seguía haciéndome el amor como un loco y me encantaba

-¿Más duro?- preguntó, asentí. Mis paredes comenzaban a cerrarse de nuevo, más fuerte que nunca, aquel estaba por ser mi tercer orgasmo en la noche o algo así, grité ante el placer

-Oh nena- gimió -Ciérrate más, apriétame Isabella

Hice lo que me dijo, saqué fuerzas de donde no tenía y lo apreté lo más que pude, Edward tomó mi cintura y me arqueó sobre el colchón

-Eso es nena. Más- seguía moviéndose

Bajé mis manos de su abdomen y las coloqué a mis costados, apreté de nuevo. La fricción se volvía cada vez más enloquecedora, no aguantaría más tiempo, justo en ese momento Edward aminoró el ritmo

-Dime que me amas Isabella

Mi nube de placer se disipó. Le miré. No entendía, el jamás me había pedido eso.

-Claro que te amo

-Dímelo Isabella, grítalo. Lo necesito- recuperó su ritmo rápido y la burbuja en mi bajo vientre comenzó a formarse de nuevo, espasmos de mi clímax amenazaban a todo mi cuerpo -Grítalo Isabella ¡dilo!- empujó por última vez dentro mío bastando aquello para que gritara hasta casi quedarme ronca

-¡Teee aaamo Edwaaaard!- me tensé toda y mi corazón latía en mis oídos, Edward soltó el cabecero de la cama y se lanzó a besarme cual poseso, pero esta vez algo había, raro, desconocido para mí.

-¿Qué tienes mi cielo?- lo sabía, era la primera vez que le llamaba así, pero es que me provocaba hacerlo en ese momento

-¿Cómo me has dicho?- preguntó aún pegado a mi boca

-Mi cielo, eso he dicho ¿qué pasa?

Torció la boca hacia un lado -Nada. Vamos a dormir ahora- con suma lentitud salió de mi apago la luz, me abrazó por la cintura como era ya costumbre y se durmió, me quedé unos minutos despierta, la actitud de Edward en los últimos dos días desde el lunes no era normal lo sentía más apegado que nunca.

Llevaba aquí en el departamento con Edward ya dos días, casi tres, habían sido los mejores días de mi vida, cada que me levantaba Edward ya me había preparado el desayuno y siempre recibiéndome con una enorme sonrisa en la cara, llegábamos juntos al trabajo, todos se habían dado cuenta en la oficina de eso, pero nadie había dicho nada... aún.

Edward no me dejaba salir de su oficina para nada, me tenía cautiva. Llegaba con él, me quedaba es su oficina todo el día, almorzábamos juntos y nos devolvíamos a su departamento juntos de nuevo, no es que me molestara en lo más mínimo, al contrario, aquellos habían sido los días en los que había visto a Edward más feliz, joven y fresco que nunca era como quería verlo siempre.

El cansancio al fin me venció.

OoO

Abrí los ojos, me estiré y me levanté de la cama, Edward, como no era raro, ya se había levantado, me metí a la ducha, me bañé tranquilamente, sequé mi pelo y me maquillé, abrí el clóset del cuarto de Edward, ya que, él se había tomado la molestia de colgar toda mi ropa en ganchos y acomodarlos dentro.

Saqué un vestido hasta un poco más abajo de la rodilla de color ciruela pálido, de tela delgada y con un cinturón del mismo color. Era muy bonito, saqué unas sandalias de color púrpura de Alexandre Birman y estaba lista, dejé mi cabello suelto como casi siempre, tomé el abrigo y el bolso de Carolina Herrera y me fui a la sala, a reunirme con Edward.

El estaba sirviendo un vaso de jugo, alzó la vista y me miró, sonrió de inmediato, le correspondí.

-¿Cómo has dormido?

-Bastante bien, gracias

Deslizó mi plato por la barra -Come

Tomé el tenedor y piqué un trozo de manzana, Edward recargó los brazos sobre la barra

-¿Nunca duermes más de seis horas?- pregunté

Frunció el seño -¿Por qué lo preguntas?

-Ayer...- me sonrojé -no nos dormimos hasta las dos de la mañana y te has puesto en pie antes de las seis

Me sonrió -Los fines de semana duermo más tiempo, nueve o diez horas

-Ah- dije -¿Ya has desayunado?

-Sí, ahora termina y nos vamos

OoO

Edward hacia unas llamadas y yo revisando unos documentos en la laptop, ambos estábamos en su escritorio, yo en una silla frente a él, alguien tocó a la puerta

-Adelante

Kate asomó la cabeza -Señor, la señorita Victoria está aquí

Levanté la cabeza de mi laptop y miré a Edward con ojos asustados, él por el contrario estaba tranquilo.

-Dile que pase

A los minutos Victoria entró con paso firme y con una bolsa de shopping en la mano. Se podían ver aún sus ojos rojos, ella había estado llorando, se puso a mi lado y me dedicó su ya conocida mirada despectiva.

-Edward- dijo con voz apagada y grave

-¿Qué quieres Victoria?- preguntó Edward alzando una ceja. Yo miraba la escena, como un tercer espectador.

Ella puso la bolsa sobre el escritorio

-Tranquilo- contestó -Sólo he venido a traerte las pocas cosas que había tuyas en mi apartamento- su voz era fuerte, pero temblaba

Edward no contestó nada, Victoria dio la media vuelta y se fue.

Bajé la cabeza, estaba avergonzada, una silenciosa lágrima bajaba por mi mejilla, la retiré inmediatamente, para evitar que Edward la viera, fallando miserablemente.

-¿Qué pasa?

-Nada

-Isabella- dijo con voz de advertencia -¿Qué pasa?

Me levanté de la silla y caminé hasta un cristal -Que me siento mal Edward, al verla, me sentí mal

-No tienes por qué- Edward giró su silla hacia mi

-Claro que si tengo por qué ¿No viste? Ella ha estado llorando, y todo es por nuestra culpa, Edward... a veces siento que- suspiré -Que todo esto- nos señalé a ambos -es un error- de inmediato me arrepentí de haberlo dicho, la madrastra me miró enojada y Blancanieves se llevó las manos a la boca, asustada.

Edward se levantó furiosamente de la silla y se lanzó hacia mí, obligándome a pegarme al vidrio

-¿Esto qué, Isabella? ¿Tú y yo?

-Edward yo... lo siento

-¡No Isabella! ¿Qué quieres? ¿Terminar con todo esto? ¡Vamos nena! ¡Házlo!

Casi corrí. Me acerqué a él y lo abracé fuertemente, pegando mi cabeza a su pecho -Edward perdón, no quería decir eso

Edward me abrazó por la cintura y pegó su nariz a mi cabello -No vuelvas a decir eso Isabella, por favor, en mi vida he cometido muchos errores pero sin duda, estar contigo es lo más acertado que he hecho

Nos quedamos un rato así. Seguía profundamente arrepentida por lo que había dicho ¿un error? ¡Que estupidez!

-El fin de semana no irás a tu universidad- susurró

-¿Qué?- levanté mi vista a su rostro

-El fin de semana no irás a la universidad

Reí -Eso es absurdo, son los únicos dos días que tengo para ir a estudiar, tengo que dedicarle tiempo

-¿A si? ¿Y entonces cuando es tu tiempo para mí?- su voz era dolida

-Oh por favor, he estado estos últimos días en tu apartamento y además no he salido de esta oficina

-Pero yo no quiero eso Isabella, quiero más. Que estés conmigo todo el tiempo y no te preocupes, por un par de días que no vayas no te pasará nada, no vas a ir a la universidad y punto- él se había separado de mí y ahora miraba a mis ojos

Me mordí el labio -Está bien- acepté -Pero, ¿qué vamos a hacer?

Sus ojos brillaron de nuevo -Muchas cosas Isabella, cosas que desde hace tiempo he querido mostrarte- me dio un beso en la mejilla y regresó a sentarse a su lugar

Ambos reanudamos nuestro trabajo. Edward bajó la bolsa que había dejado Victoria en el escritorio sin tomarse siquiera la molestia de revisarla.

-Isabella- me llamó

Lo miré

-Quiero que hagas el contrato para Alice, he decidido contratarla para el puesto de diseñadora de modas

Abrí la boca -¡Edward gracias! ¡No sabes lo feliz que se pondrá Alice con la noticia!- el sonreía también -¿Puedo llamarla ahora para decirle?- el me hizo un ademán para que lo hiciera

Tomé el teléfono y en tiempo récord marqué el número, luego de tres pitidos una agitada Alice me contestó

-¿Hola?

-Si ¿Alice?- dije

-Oh Belli, ahora... no puedo... atenderte... ¿es urgente?- Oh mi Dios, cosa más vergonzosa no me pudo haber pasado. Del otro lado de la línea Alice estaba... gimiendo, Edward miraba interrogante mis sonrosadas mejillas

Carraspeé -Hemm... Alice ¿estás con Jasper?

-Si Belli... ¿qué se te ofrece?

-Oh mmm... en verdad... es que... Edward me ha dicho que te da el puesto para diseñadora de modas de la empresa- dije encimando las palabras. Santo Cielo ¡Quería colgar de una vez!

Alice soltó un enorme grito que me obligó a separarme el teléfono de mi oído

-¡Belli! ¿Es en serio? Mira... ahora estoy ocupada pero no se... en unas cuantas horas estaré allí

-Vale Alice... si está bien- mi voz temblaba

-¡Okay!- dijo y colgó

Solté el aire de puro alivio. Mis mejillas me dolían aún.

-¿Qué pasó Isabella? Estás muy sonrojada

-Oh, nada, Alice dice que vendrá dentro de unas horas- sonreí y me dirigí de nuevo al sofá para continuar con mi trabajo

Edward no me hizo más preguntas, pero se me quedó viendo fijamente durante un buen rato.

Últimamente mi mente vagaba sola, tenia momentos reflexivos, si, pero había también, mucho impulsos reprimidos, y que hacían que esos momentos a veces fueran verdaderas torturas, con tantas dudas inseguridades y fantasmas que venían a visitarme, pero esta vez no lo reprimí, como un resorte me levante de mi asiento y casi con ansiedad me fui a sentar en su regazo, el me miro, claro, pensando ¿Qué le ha pasado a la loca de mi chica? Más no le deje pronunciar palabra

-Te amo Edward- susurré

El me sonrió -Yo también

Mi cerebro se contestó entonces que en toda la faz del planeta no habría nunca pareja como la nuestra.

OoO

Victoria subió a su Audi rojo, azotó la puerta y se llevó las manos a los ojos para evitar volver a llorar.

-¿Quién es la perra por la que me dejaste Edward? ¿Quién?- se dijo a sí misma mientras quitaba el freno de mano y arrancaba.

Llevaba dos días seguidos llorando, siempre había sido una mujer fuerte y que no se doblegaba ante nada ni nadie, pero Edward Cullen acababa con eso.

Conducía por las calles de Midtown, con un chirrido de llantas paró el auto para evitar pasarse el alto.

Ella no iba a rendirse, amaba a Edward Cullen y lo que ella quería siempre lo conseguía. Quiso ser la imagen de la portada de Vogue... lo fue, quiso ser la modelo del año... también lo fue, quería a Edward Cullen para ella... lo sería.

OoO

Como Alice había anunciado, llegó a las cinco de la tarde a la oficina, entró por la puerta y primero me saludó a mí con un efusivo abrazo, mientras que a Edward con un simple apretón de manos y un "hola", me pareció demasiado raro que se saludaran con esa frialdad, ya que, a términos practicos ellos dos eran cuñados.

-Isabella me habló sobre tus cualidades como diseñadora de modas y a pesar de que no cumples con la experiencia he decidido contratarte- explicó Edward mientras sacaba unos papeles y un bolígrafo

Alice me dedicó una sonrisa de agradecimiento y luego se volvió a él -Muchas gracias Edward, te prometo que no te defraudaré- Bueno, por lo menos se hablaban de tú

-Firma aquí entonces por favor- Edward le tendió la pluma y el contrato, Alice lo tomó y comenzó a leerlo

-El contrato dice básicamente que no puedes vender tus ideas a otra empresa bajo ningún motivo mientras estés bajo nuestro mando- explicó

Alice asintió, estaba a punto de firmar.

-Y también en una de las cláusulas se estipula que todo lo que tu veas que ocurre en la empresa no puedes hacerlo de dominio público ¿entendido?- alcé una ceja ¿? ¿Qué?

Alice hizo un gesto de confusión -¿Qué tipo de cosas podrían pasar aquí como para que sea necesario ponerlo en un contrato?- y yo estaba de acuerdo con ella ¿qué cosas irían a pasar como para que fuera necesario prohibir decirlas en un contrato? Me asusté un poco

-Eso ahora no tiene importancia, es un contrato de confidencialidad nada más

Alice firmó y Edward recogió los papeles -Entonces, tu trabajo aquí empieza la próxima semana, el Lunes

Ellos se despidieron con el mismo apretón de manos. Alice se fue.

-¿Por qué se tratan así?

-¿Así cómo?- preguntó

Ladeé la cabeza -Son muy fríos el uno con el otro

El encogió los hombros -Supongo que no le caigo muy bien, y para ser sinceros, ella a mí tampoco

OoO

Eran ya las ocho de la noche, Edward estaba recogiendo sus cosas y yo también, me puse el abrigo encima, Edward tomó su saco y su maletín, ambos caminamos rumbo a la puerta para salir. Sonó mi celular.

-¿Aló?

-¡Belli!

-¡Alice! ¿Qué tal?

Edward me miraba

-Belli, he convencido a Rose para salir a cenar, podrías aprovechar y hablar con ella

-Esa sí que es una buena idea- dije -Hemm... ¿a qué hora y dónde?

-En el restaurant al que fuimos la otra vez, a las nueve

-Perfecto, estoy ahí a esa hora- colgué

Edward me alzó una ceja -¿A las nueve qué?

-Edward... Alice me ha llamado y hemos quedado para cenar esta noche junto con Rosalie

-¿En dónde?

-En...- cerré los ojos unos segundos para recordar el nombre del lugar -Jean Georges

Edward asintió -Muy bien, yo te llevo. Vámonos

Supe que no me podría zafar de Edward así que acepté que me llevara.

Primero fuimos a su departamento, decidí no cambiarme de ropa, el vestido que llevaba ese día estaba perfecto, lo único que hice fue retocarme el maquillaje. Al darme cuenta ya eran veinte para las nueve.

Salí del baño y me dirigí a la sala, Edward estaba sentado en el sofá tomando whisky. Se había quitado la corbata y el saco.

-¿Nos vamos?

El se limitó a ponerse de pie y tomar las llaves del auto. Caminé detrás de él mientras hacíamos el recorrido hasta el estacionamiento, al llegar al auto, Edward no me abrió la puerta como era su costumbre, me monté en el Aston y Edward arrancó.

-¿Estás molesto por algo?- pregunté para intentar romper el hielo

-No, nada- de inmediato su semblante cambió, parecía más relajado ahora -Es sólo que... tenía planes para ir a cenar esta noche

Hice una mueca -Oh- susurré -Si quieres... puedo llamar a Alice y decir que pospongamos la cena- al decir eso las palabras de Alice surgieron en mi mente "eres una persona fuerte, valiente y libre y parece que Edward acabará con eso"

-¿Harías eso por mi?- preguntó. Asentí -No Isabella- sonrió -Ve a esa cena, que tantas ganas tienes de ir. Te tengo el fin de semana para mí sólo

Giro a la derecha por la Hudson Street y finalmente tomó salida en la rotonda hacia Central Park West

Luego de unos minutos Edward estacionó el auto

-Bien, llegamos- anunció

-Gracias Edward

Me bajé del auto y cerré la puerta, vi que no arrancaba. Me mordí mi labio

-Emmm... ¿Edward?- dije por la ventanilla -¿Vas a quedarte... aquí?

-Si

Fruncí el ceño ante su respuesta, estaba a punto de protestar

-Isabella, no me moveré de aquí digas lo que digas

Suspiré -Está bien- di la vuelta y me encaminé hacia el restaurante

Cuando llegué el hostess me envió hasta la mesa en donde estaban Alice y Rosalie, Alice me veía con mirada reprobatoria y negando con la cabeza, me pregunté por qué

Tomé asiento en la mesa. Rosalie no me veía

-Hola Bella- se limitó a decir

Alice me sonrió a medias y se acercó a mi oído -¿Me puedes decir por qué demonios él se quedó vigilándote ahí fuera?- dijo mientras miraba a través del cristal del local al auto de Edward

-Alice se que tal vez te parezca excesivo pero...- haber cómo lo digo -es un gran avance que me haya dejado venir sin poner problema ¿okay?

Alice volvió a negarme con la cabeza -¿Dejado venir? ¿Qué? ¿Acaso tienes que pedirle permiso?- lo dijo en voz suficientemente alta como para que Rosalie escuchara, la susodicha volteó

-¿Le has pedido permiso Bella?- dijo alzando sus rubias cejas. Rodé los ojos

-No voy a hablar con ninguna de las dos sobre lo que tengo que pedirle a Edward y lo que no. Es mi relación y estoy a gusto en ella, si al final no funciona vosotras estaréis para sostenerme; ahora quiero vivir esto, además estoy aquí para arreglar las cosas contigo Rosalie- me miraron con los ojos abriertos, pero no dijeron nada

En ese momento el mesero se nos acercó

-¿Puedo tomar su orden?- preguntó mientras me miraba fijamente a mí y yo también le vi. Vale, el mesero era bastante guapo pero de inmediato desvié la vista, sabía que Edward me estaría viendo ahí fuera y quería evitarme un problema

-Yo no tengo mucha hambre- dijo Rosalie -Un café y un pastel de chocolate

Alice pidió lo mismo

-¿Y usted señorita?- me preguntó a mí. Alice y Rosalie me miraban con una ceja levantada y sonriendo

-Lo... mismo- contesté

El mesero me dedicó una última sonrisa antes de irse, me tapé la cara con las manos, estaba tremendamente roja.

-Whoa Belli, el mesero te está coqueteando

-Calla Alice, más tarde esto será un problema con Edward, estoy segura- dije preocupada

Miré a Rosalie, en realidad, no se le veía enojada.

-Bueno Rosalie. Estoy aquí para pedirte una disculpa- musité al fin

Rosalie me sonrió -Bella, de verdad- se llevó una mano al pecho -sé que mi comportamiento en la fiesta no fue el adecuado y que quizá te di a entender que estaba molesta, pero la verdad es que no, actué así porque la noticia me tomó de sorpresa, jamás lo hubiera imaginado, pero si estás con Edward... está bien, sólo te advierto que te has liado con el mayor acosador sobre la tierra

Sonreí ante el alivio -¿Entonces no estás molesta ni nada?

-En absoluto- me sonrió -Claro que agradezco tu intención de querer aclararme las cosas, eres una buena persona Bella

Alice aplaudió -¿Lo ves Belli? Te dije que ella entendería

-Contigo si estoy un poco molesta Alice- dijo ella -Tú lo sabías y no me dijiste nada

Alice hizo un puchero -No me concernía a mí contártelo Rose

Rosalie miró a mi espalda -Bella, no es por preocuparte ni nada pero... Edward sí que se ve molesto

Miré sobre mi hombro, tratando de disimular, era cierto, Edward me miraba con ojos entornados mientras tamborileaba los dedos en el volante. Regresé la mirada

El mesero llegó con nuestros pasteles y cafés. Una vez más antes de irse, me sonrió. La madrastra entornaba los ojos analizando las formas de matar al maldito mesero guapo y Blancanieves se dedicaba a mirar el rostro de Edward e idear formas de cómo evitar una futura discusión por celos.

Hundí el tenedor en mi pastel y me llevé el pedazo a la boca. Saboreándolo.

-Tenía años que no me comía un pastel de chocolate- expresé

Alice y Rosalie asintieron

-Oh sí, pero esta delicia tiene miles de calorías- dijo Rose -Sólo lo como de vez en cuando, no quiero estar gorda

Ladeé la cabeza -Yo nunca me he preocupado por mi figura, me da igual estar un poco pasada de peso o no, ahora mismo me vendrían bien unos kilos de más, parezco un espaghetti- susurré riendo

-Eso será porque tienes buen metabolismo- contestó

-Basta de hablar de las calorías de la comida- dijo Alice -Me harán sentir culpable

-De acuerdo- dijimos ambas

La cena fue muy liviana. Todo había salido perfecto. Rosalie no me odiaba ni estaba molesta conmigo, me había quitado un tremendo peso de encima.

Charlamos unos momentos más luego de terminar los postres, todas utilizamos el método de pago de la vez pasada, nos pusimos los abrigos y salimos a la calle.

-¿Se les ofrece que las lleve a casa?- dije

-No Belli, muchas gracias, traje mi Porsche- contestó Alice

-Bien chicas, entonces, me despido- les di un beso en la mejilla a ambas

Alice me tomó por los hombros -Belli por favor, no dejes que te domine así, no dejes que te vigile- no contesté nada

-Si Bella- dijo Rosalie -Edward es un... hijo de puta despiadado cuando se lo propone y jamás le había visto con una chica pero sin duda, debe de ser terrible, así que te deseo suerte- me dio otro beso en la mejilla y luego las vi montarse al Porsche. Me giré y me encaminé al Aston, abrí la puerta, la verdad me estaba cansando un poco de que se metieran en mi relación, ¿es que no podían confiar un poco en mi?

-¿Podemos irnos?- me preguntó Edward cuando me senté y cerré la puerta

-Sí, claro

-¿Qué tal ha estado todo?- inquirió -¿Te han atendido bien?- supe de inmediato hacia dónde iba su pregunta pero me hice la tonta

-Todo ha estado estupendo, he arreglado las cosas con Rosalie, comí pastel de chocolate, y me han atendido muy bien

Edward giró las llaves y arrancó -Me alegro- se limitó a decir

Volteé a ver de nuevo a la ventana. Suspiré. Por lo menos hasta el momento no me había dicho nada con respecto a lo del mesero. Tenía un punto a favor.

-Entonces...- interrumpió mis pensamientos -¿Qué quieres hacer ahora?

Me extrañé -Pues... dormir, estoy muy cansada, mañana todavía tenemos que ir a trabajar. ¿Por qué? ¿Querías hacer algo más?

-No- contestó rápidamente

Mi corazón comenzó a latir rápido, hacía tiempo que quería preguntarle a Edward algo pero me daba suma vergüenza

Mordí mis labios y me retorcí los dedos

-¿Qué pasa?- dijo

Tomé aire -Es que... me preguntaba- ¡mierda! ¡Me costaba tremendo trabajo decirlo! -¿Cuando entraremos de nuevo en tu... cuarto negro?

Edward alzó une ceja -Podemos entrar ahora mismo, cuando lleguemos a casa

No dije nada más, ne dolieron las mejillas de inmediato ¿Yo le había pedido eso?

Al poco rato llegamos al departamento, tiré mi bolsa en el sillón, no me dio tiempo de nada, Edward me tomó por la cintura y me besó apasionadamente, me cargó y enredé mis piernas a su alrededor. El empezó a caminar hasta que sentí una puerta a mis espaldas. Lo sabía. Era la habitación negra. Sentí la puerta abrirse detrás de mí. Edward puso mis pies en el suelo y paró de besarme.

-¡Túmbate!- dijo de pronto. Entendí rápido y me senté en el borde de la cama y luego me acosté, con mis brazos a los costados. Sentía el corazón en los oídos. Era la segunda vez que estaba aquí y me ponía sumamente nerviosa. Edward sacó una tira de cuero de un cajón, se dirigió hacia mi -Las manos- ordenó, alcé mis manos hacia él, me juntó las muñecas y luego enredó la tira en ellas sin anudarla y sólo generando presión para que no se zafara

-No está anudada Isabella, puedes deshacerte de ella cuando quieras

Se levantó una vez más y sacó ahora una... ¿un látigo? Abrí los ojos por completo ¡mierda!

-Esto es una fusta Isabella- explicó -Pero tranquila, no dolerá mucho. Ahora, date la vuelta

Hice caso y me giré, con la cara hacia la colcha y mis manos apretadas por mi pecho. Sentí cuando Edward alzó mi vestido hasta la cintura.

-Oh Isabella, no sabes las ganas que tenía de volver a tenerte así- su voz era pesada -Pero, ayúdame, estoy en una encrucijada, no sé con qué empezar

Le miré por encima de mi hombro -¿por qué?

-Bueno- el pasó el dedo índice por el elástico de mi ropa interior -En el restaurante he visto como ese jodido mesero te coqueteaba y tu no hacías más que sonreírle e incluso, estoy recordando en este momento a ese tal Adam ¿lo recuerdas? Invitándote un café y tú diciéndole que si- suspiró -Tal parece que te gusta hacerme enojar

-Edward yo...- lo sabía, él no dejaría lo del mesero pasar, y por lo de Adam... también era de esperarse –De verdad lo siento, no sé lo que le pasaba al mesero y lo de Adam, ya te dije que es un amigo

El se encogió de hombros -Para la próxima ya sabrás lo que tienes que hacer para que no te azote, o por lo menos para que no te azote en el sentido malo de la palabra- Edward hizo énfasis en la palabra "malo"

-¿Sentido malo?- pregunté

-Si- acarició la parte trasera de mis piernas -Cuando los azotes son con el fin de causar dolor y no placer, así como ahora

De pronto deseé no haberle pedido nunca entrar de nuevo en la habitación. Edward me daba miedo y más ahora con esta maldita fusta en la mano.

-¿Estás enojado conmigo?

-Sí. Pero ese no es el punto. Te daré a elegir Isabella. ¿Quieres que primero te azote y luego te folle o por el contrario, que primero te folle y luego te azote?

Me sonrojé de nuevo. Edward nunca había usado esa palabra de "follar" Aunque en el "Real Diccionario Del Sexo" que en ese momento mi Madrastra tenía en mano si existía.

Negué -No lo sé, lo que tú... quieras- dije

Edward me sonrió -De acuerdo entonces lo que yo quiero es, primero azotarte y luego follarte, así que... te daré diez azotes con la fusta y cinco con mi mano, empieza a contar- no me dio tiempo ni de soltar un suspiro. Edward descargó la fusta sobre mi trasero, luego otra vez, y otra y otra vez, vaya que dolía, pero no tanto como me había imaginado.

Empezó a arder justo cuando Edward dejó a un lado la fusta y sin darme tiempo a nada más, me golpeó con su mano. Esto era mucho más aguantable que la fusta, volvió a golpear... cuatro veces... ¡cinco!

-¡Cinco!- grité

Edward me giro, poniéndome boca arriba y arrastrándome a la orilla de la cama, se colocó entre mis piernas, se bajó el pantalón junto con el bóxer, alzó mi vestido y me rompió las bragas, tirándolas no sé donde, acarició mis muslos una vez más y luego, lentamente se hundió en mí. Mmm... Fantástico

-Oh Bella, no sabes lo bueno que es follarte- gimió mientras entraba en mí de nuevo

Empujó de nuevo, deliberadamente lento. Me sentía inútil, quería tocar, pero no podía.

-Edward más rápido- pedí, en esos momentos lo que menos quería era algo lento, me moriría.

En realidad empezó a moverse, dentro, afuera, dentro, afuera... Era como el cielo, en los momentos en que Edward me foll... me hacía el amor me sentía feliz, aunque para que negarlo, esto era follar, por mucho que nos amaramos, también está permitido ¿no?

El volvió a apretar mi bajo vientre para crear fricción. Placenteramente insoportable.

-¡Oh Edward!- cerré los ojos y apreté mis puños atados

-Si nena, vamos, ¡dámelo!- me cerré sobre él, la burbuja en mi estómago estallo creando un increíble y placentero dolor de un instante en mi vientre, Edward se tiró sobre mí, apoyando su cabeza en mi pecho mientras regularizaba su agitada respiración, alzó su vista hacia mí, en sus ojos había algo que se me escapaba en ese momento

-¡Por el amor de Dios, Isabella! No vuelvas a dejarme- pidió, envolvió su dedo índice al rededor de la cinta de mis manos y me liberó de ella, me sobé las muñecas, estaban un poco rojas.

-Lo prometo, Edward- contesté

Él me sonrió, me besó en los labios y luego me cargó en brazos, y me sacó de esa habitación.

OoO

Edward me depositó sobre la cama, mi trasero rozó con las sábanas causando escozor. Ardía.

-¿Te duele mucho?- preguntó, frunciendo el ceño

-Algo, si

Levantó las cobijas y me metió en ellas, luego se tumbó a mi lado, acarició mi mejilla.

-No me gusta pegarte para que te duela Isabella, lo detesto

-¿Entonces por qué lo haces?

-Porque es necesario, los hombres te coquetean y te invitan a tomar café y tu no haces más que sonreír y decir que si ¿Qué no eres consciente de cómo me haces sentir cuando haces eso? Te miro y te veo haciendo eso y me lleno de celos

-Entonces no me vigiles- dije -Rosalie y Alice me han dicho que tu comportamiento les parece excesivo

-¿Y a ti te lo parece?- preguntó

Bajé la vista –Si, pero no te preocupes, ya te he dicho que ya no voy a recriminarte tu comportamiento, eres tú y así te quiero

Edward volvió a sonreírme y dejó un suave beso en la comisura de mis labios -Por eso te amo nena, eres tan dulce Mi Bella

Era la primera vez que le oía llamarme de esa forma -Mhmm... Mi Bella- repetí -Suena bien, me gusta- susurré

-Sí, pero sólo yo puedo decirte así. Duerme Mi Bella

Sonreí de nuevo y cerré los ojos -Hasta mañana Edward

OoO

Abrí los ojos y sonreí al instante, ese día, había tenido la suerte por segunda vez, de despertar y encontrar a Edward aún dormido abrazándome por la cintura, me tenía casi inmovilizada.

Estiré mi mano y acaricié su rostro ¿Algún día me cansaría de verlo?

Mordí mi labio, mi Madrastra en aquel momento también despertó mientras que Blancanieves seguía en su sueño de belleza de 10 o 12 horas. Me sonrió maliciosamente. Ella estaba pensando lo mismo que yo. Con cuidado de no despertarlo me deshice de su abrazo. Me deslicé hacia abajo, por las sábanas, entonces estuve frente a mi objetivo. Edward estaba desnudo. Tomé aire. ¿Yo iba a hacer eso? ¡Sí! Me contestó la Madrastra. Entonces lo tomé entre mis manos, toqué la punta con mi lengua y luego soplé, Edward se removió un poco, lo metí de lleno en mi boca, sabía bien. Empecé a mover mi cabeza arriba y abajo de forma lenta.

-¡Joder! ¡Bella!- Edward despertó y me quitó las cobijas de encima para verme entre sus piernas -¡Dios!- Rebotó su cabeza sobre las almohadas

Tuve que reprimir una sonrisa de orgullo. ¡Bien! Lo estaba logrando, miré a Edward a través de mis pestañas, el estaba reconcentrado, su boca entreabierta lista para gemir a la más mínima oportunidad, me sentí juguetona y me atreví a morder, pasé mi lengua de nuevo y volví a meterlo en mi boca.

Edward gimió sonoramente -¡Oh Isabella!- tomó mi cabello en un puño, guiando los movimientos y empezó a embestir en mi boca una y otra vez. Oh Dios... esto era realmente bueno, lo sentí casi hasta mi garganta, Edward de pronto paró sus movimientos.

-Para Isabella, o me vendré en tu boca

Mordí mi labio un momento y enrosqué mi lengua a su alrededor. Esto me estaba excitando demasiado, Edward al ver mi negativa a detenerme volvió a agarrarme por el cabello y volver a entrar en mi boca, sentí como su pene creció, su final estaba cerca.

-¡Mierda Bellaaaa...!- empujó una vez más y se vino en mi boca, sentí su líquido caliente deslizarse por mi garganta, un poco quedó en mis labios; pasé mi lengua para limpiarme. Miré a Edward, su cara era de total estupefacción, batí las pestañas inocentemente

-¿Te ha gustado?- pregunté

El me jaló por debajo de los brazos y me tumbó debajo de él, hundiéndome en el colchón

-¿Qué si me ha gustado? ¡Joder Isabella! Eres la mejor cosa en el mundo- se lanzó a besarme y estuve segura que pudo probarse a sí mismo

Me sonrojé hasta que mis mejillas dolieron

-¿Por qué te has sonrojado?- preguntó

-Todavía no puedo creer que lo haya hecho- escondí mi cara en su pecho, el acarició mi cabeza

-Mi dulce, dulce Bella. Puedes ser la mujer más sensual y caliente sobre el planeta sin perder tu timidez y ternura, eres increíble- Edward me estrujó entre sus brazos

-Ehmm... tenemos que ir a trabajar- le recordé

-Oh, no. Me has hecho la mañana estupenda y no quiero arruinarla

-Oh Edward, anda

Bufó -De acuerdo- me liberó de él y me dejó ponerme en pie -Pero... me dejarás bañarme contigo

Negué con la cabeza -De ninguna manera, si te dejo hacerlo no saldremos nunca de aquí. ¡No quiero que te metas a la ducha conmigo!

Edward entornó los ojos, colocándose en posición de ataque sobre la cama -¿Me has gritado? Oh señorita Swan, se ha metido en problemas

Solté una carcajada y me fui corriendo hacia el baño cerrando la puerta con seguro.

OoO

Edward POV

Isabella echó carrera hacia el baño mientras reía a carcajadas. Sin duda, esta era la semana más feliz que había tenido en mi vida.

La miraba a cada segundo, cuando reía, cuando estaba enojada, cuando se mordía los labios, e incluso adoraba ver su cara cuando estaba a punto de tener un orgasmo. No la merecía, lo sabía, pero me amaba, me lo había dicho. Me parecía tan impsible que ella estuviera ahí... en mi casa. Cerré los ojos y sin saber como un recuerdo macabro de mi vida se alumbro en mi cabeza ¿como una cosa tan pequeña me hace cambiar y volver a creer? He cambiado mil veces de nombre, con todas esas zorras, hice creer lo que yo quería, las obligue a todo y mas, y ahora estoy aquí, sin remordimientos, sin intenciones solos ella y yo.

Flashback

-¡Estás horrible! ¿qué no tienes otra ropa?- gritó

Allison se alizó la falda nerviosa -Pero... esta falda la compré especialmente para este día

Edward negó, aburrido -Pareces una cualquiera con eso puesto. No voy a salir contigo así...- señaló su vestimenta

-Pero si quieres... puedo ponerme otra cosa- su voz era delgada

-¡No!- dijo -Yo me voy de aquí. No es posible que no puedas hacer nada bien ningún día- se puso en pié y se dirigió a la salida

-¡Espera! ¡No te vayas!

Sonrió cínicamente -Yo me voy cuando yo quiera

Allison lloró -¿Ya no te gusto?

Se dió la vuelta y la miró -¿Cómo pretendes que lo haga? ¿Qué no te has visto en un espejo?- apretó los labios en un gesto -Estás... gorda, te maquillas demasiado y esa ropa no te queda. Además... eres estúpida

Allison tenía la boca abierta

-Así que... tendrás que hacer algo o sino...- dejó la palabra en el aire

-Pero yo te amo Richard

-Qué bien!- susurró -Yo no

Poco tiempo después Allison también se había suicidado.

Fin Flashback

Agité la cabeza para disipar esos recuerdos. Eso era cosa del apasado. Me levanté de la cama y me dirigí al otro servicio para darme una ducha. Terminé y me vestí. Traje negro, camisa blanca, corbata gris.

Me dirigí al clóset y en una maleta metí mudas de ropa para Isabella, más tarde las pondría en el coche.

Ahora seguía hacerle el desayuno a Mi Bella. Mientras sus pancakes se preparaban yo aproveché y tomé un plato de fruta y café.

Puse el plato de hot-cakes sobre la mesa. En ese momento mi Bella se apareció en la cocina enfundada en un vestido rojo que se amoldaba a su delicada silueta y unos tacones negros

-Hola- me sonrió

Le correspondí y le di su plato -Toma, también te he preparado un chocolate- le di la taza, ella se acercó a besarme, a llenarme de vida otra vez.

-Gracias- dijo.

Terminó de desayunar

-Vámonos

OoO

Rachel caminaba por Times Square* pasándose frenéticamente la mano por la irritada nariz. Desde el día anterior buscaba algún lugar en el cuál quedarse, pero simplemente nada.

Rachel caminaba por la acera de la 46th Street. Llegó a Midtown y buscó entre los edificios. Llegó a su destino. Un enorme edificio de cristal, una placa de granito y letras de acero "Cullen Corp"

-Te encontré maldito- susurró

Se quedó contemplando largos minutos el edificio.

-Pronto Edward Cullen, pronto...

OoO

Viernes por la noche. Edward conduce entre el tráfico típico de un día así. Estiré mi cuello de un lado a otro tratando de quitar el cansancio de mí.

-Mañana iremos de paseo nena- Edward sonaba excitado

Sonreí ante su emoción -Sip- contesté

Edward dobló a la derecha y vi que no íbamos para TriBeCa.

-Este fin de semana estaremos en mi casa en Los Hamptons, Isabella- respondió a mi pregunta no formulada

-Pero no traje ropa- recordé

-Ya me he adelantado a eso, en la cajuela traigo una maleta de ropa tuya que yo he preparado

-Bien hecho- le guiñé un ojo

Entramos a la autopista, a mi derecha el crepúsculo caía tiñendo el cielo de varios colores desde el ópalo hasta el naranja, era otoño, pero extrañamente esa tarde hacía calor, bajé el cristal de la ventana y le permití al viento desordenar mi cabello. Edward volteó a verme y pareció pensar algo un segundo.

-¿Le temes a las alturas?- preguntó

-No ¿por qué?

-Porque necesitarás no temerles

Vale. No entendí nada pero decidí no preguntar más.

Una hora y media después pasamos por un puente desde el cual se apreciaba el mar. Sonreí de nuevo

-¿Nunca has ido al mar Bella?

Me sonrojé -Nop

Él escondió un mechón de cabello que se había escapado detrás de mi oreja -¡Oh Isabella! Hay tanto que voy a mostrarte...

El paisaje cambió y las costosas residencias comenzaron a mostrarse frente a nosotros. Habíamos llegado. Tuve frente a mí a la imponente y hermosa casa minimalista de Edward, después de estacionar el auto y sacar mi maleta de ropa, entramos a la casa. Olía como la última vez que había venido. Manzana y canela.

-Bien nena, llegamos- soltó la maleta sobre el suelo y me tomó por la cintura, oliendo mi cabello -Te tengo toda para mi estos dos días. Toda, toda mía- me besó tiernamente

-¿Quieres algo de cenar?

-Sí, tengo hambre- contesté

Edward tomó mi mano y me guió hasta la cocina, sentándome en un banco frente a la barra.

-Quédate ahí- se dio la vuelta y empezó a sacar cosas de la nevera y la alacena, pronto tenía una cantidad de ingredientes sobre la barra, encendió la estufa y puso el sartén con aceite, me puse de pie en un brinco

-¡Hey! ¡Yo quiero ayudar! ¿Qué hay que hacer?

Edward abrió el chorro de agua y comenzó a lavar el arroz

-Prepararé un Risotto al Blue Cheese* ¿te parece?

-Suena rico

-Bien, entonces ralla los quesos y ponlos en una cacerola con nata, alcánzame una copa de vino blanco, por favor

Le di el vino y empecé a rallar el queso. En pocos minutos la cena estaba lista.

-Hacemos un buen equipo en la cocina- musité

-Desde luego- Edward me pasó los platos -Cenaremos en la mesa

Puse la mesa y nuestra comida, mientras, Edward apareció con dos copas de vino tinto en mano, se sentó y nos pusimos a cenar. Metí el tenedor en el risotto ¡Oh delicia!

-¿Qué tal?- dijo alzando las cejas

-Exquisito- dije sin poder contenerme, Edward sonrió con autosuficiencia, tomé la copa y le di un sorbo al vino, me impresioné de inmediato

-¿Qué vino es?

-Es bueno ¿verdad? Es un Barolo Carobric 2001*, se debe tomar en copa ancha para poder disfrutar de todos sus aromas

Mordí mi labio -¿Cómo es que sabes tanto de todo?

Sonrió con melancolía -Cuando tu vida es vacía y no tienes nada lo único que te queda por hacer es aprender cosas para intentar acabar con la monotonía

-Ya veo- dije con culpa. Oh no, no quería verlo triste de nuevo.

Decidí terminar la cena en silencio. Era difícil a veces charlar con Edward, no sabía lo que lo pondría triste ni lo que le pondría feliz. Era como si la Madrastra, Blancanieves y yo camináramos siempre por una cuerda floja a la que no se le veía final.

Edward me ayudó a recoger la mesa y lavar lo que habíamos ensuciado.

Me tomó la mano y me guió hasta otra de las habitaciones. Una que tenía colores cálidos y un pequeño sofá en la esquina.

-¿Y tu cuarto?

-No te gustaría estar ahí, es demasiado frío e impersonal, ahora ¿qué tal si vemos una película?

Edward se metió entre las cobijas conmigo, yo me puse un pijama -o por lo menos la parte de arriba - que él me había prestado, y él sólo pantalón de dormir. Nos metimos entre las cobijas y nos recargamos en la cabecera, Edward pulsó play al DVD

-¿Qué película has puesto?- pregunté

-Damage*

Alcé una ceja -¿En serio?

Volteó a mirarme -¿Por qué?

-Me encanta la película, en especial Jeremy Irons. Es... sexy- bromeé

-Maldito idiota suertudo- dijo entre dientes

-¡Edward!

-¿Qué? Nadie conquista lo que es mío

Vimos la película en silencio. Disfrutando de las escenas y las reflexiones, por un momento, mi absurda cabeza pensó que Edward y yo parecíamos una pareja de recién casados. Deseché el pensamiento ¿Qué mierda pasaba conmigo? No me gustaba ni tenía por qué estar pensando en cómo estaríamos Edward y yo a futuro, se formaba un nudo en mi estómago de inmediato.

Faltaban cinco minutos para el final, exactamente en la escena en la que Jeremy Irons contemplaba el retrato de Anna Barton, cuando sentí la mano de Edward por debajo de las cobijas en una caricia ascendente hacia mi sexo, hizo a un lado las bragas y empezó a masajear mi clítoris con ternura.

Cerré los ojos, pasé saliba -Oh si...

Edward se montó encima de mí y me hundió entre las esponjosas almohadas y sábanas, siguió acariciándome lentamente mirándome fijamente a los ojos. Vale, eso se sentía raro. Desvié la mirada hacia un lado y cerré los ojos, Edward puso una mano en mi cuello sin llegar a apretar

-Mírame Isabella- gruñó. Me vi obligada a hacerlo. Edward me hacía llegar cada vez más a un lento orgasmo sin cortar el contacto visual conmigo. Sentí uno de sus largos dedos entrar en mi, mis caderas empezaron a moverse por sí mismas.

-Eres tan malditamente estrecha Bella, que me duele cada que trato de entrar en ti cuando me aprietas y estás a punto de venirte- añadió un segundo dedo, con su otra mano comenzó a desabrochar los botones de mi/su pijama, chupó uno de mis pezones, y luego el otro. Oh mi...

-Edward... por favor- rogué

-Lo sé nena- dijo a la vez que sacaba sus dedos de mi interior y me penetraba de golpe. ¿En qué momento se bajó el pantalón? ¡bha! Eso no importa. Mis caderas y las suyas empezaron a chocar a un ritmo delicioso. Edward nos giró, quedando yo arriba.

-Mmm... así te sientes mucho mejor- dijo

Comencé a moverme en círculos de modo lento, para disfrutar, sentir...

-Muévete rápido- ordenó. Esa vez no hice caso, Edward se rindió y tiró la cabeza en la almohada, con una mano tomó mi cintura y con la otra comenzó a masajear mi pecho.

El orgasmo llegó pronto. Delicioso y lento.

Me tiré sobre Edward. Besé su pecho

-Te amo tanto...- solté un largo suspiro

-Yo también nena. Te amo- Edward tomó mi cara entre sus manos -Eres mía Isabella. Mía. Mía. Mía ¿lo prometes?

-Sí. Soy tuya Edward

OoO

Edward estaba pintado en un cuadro, terriblemente hermoso, de pronto, la chica que había visto en el metro se apareció y se unió a mí a contemplar el cuadro. Un grupo de muchas chicas hermosas salió entonces y se unieron a nosotras. Todas con la mirada perdida y ojos rojos.

-Edward...- susurró una de ellas

Volteé. Edward estaba ahí, con traje y un cigarro en la mano, de pronto, todas las chicas comenzaron a caer muertas al suelo, con las venas abiertas, Edward hizo un gesto de asco al verlas. Se acercó poco a poco a mí y me tomó las manos, me besó los nudillos.

-Mi Bella. Mi dulce Bella- susurró

Quise gritar al ver el charco de sangre que se estaba formando en el suelo, pero la voz no salía de mi garganta, miré a Edward de nuevo

-Mi Bella. Despierta Isabella, despierta, despierta- susurraba

Comencé a gritar de pronto y quise correr

-¡Joder! ¡Isabella!- Edward me agitaba para despertarme, abrí los ojos de golpe, él me veía asustado, me lancé a abrazarlo y tirar de él, le llené la cara de besos

-¡Oh Edward!

El se zafó de mi abrazo -¿Qué pasa Isabella? Dime ahora

-Nada, nada- sonreí -He tenido un mal sueño

El asintió y pareció creerme, de repente su sonrisa se ensanchó

-Anda, levántate, hoy iremos de paseo- se veía tan feliz y fresco que de inmediato me contagió su alegría, de un salto me puse en pie y me metí a bañar, me tomé la píldora.

Al salir Edward no estaba pero había dejado la ropa que iba a ponerme ese día, un hermoso vestido fresco y floreado de D&G y unas zapatillas negras ¡sin tacón! de Yves Saint Laurent, de pronto tuve una sospecha de que iríamos a algún lugar al aire libre por la ropa que llevaba.

En ese instante, Edward entró a la habitación, vestido con unos jeans y una sencilla blusa de manga corta color negro. Bastante -¡muy!- comestible a decir verdad.

-¿Lista nena?

-Sip- dejé mi cabello suelto y corrí hasta él

Pensé que primero desayunaríamos, pero no, Edward pasó de largo la cocina y se dirigió a tomar unas llaves que no eran las del Aston, Edward me alcanzó un abrigo, y él una chamarra de piel ¡Oh mierda! ¡Sexy!

Salimos de la casa y fuimos al garaje. Frente a mi había una camioneta Chevrolet del año color borgoña

-Sube- dijo

-¿Por qué en la camioneta?

Edward vaciló unos segundos y luego abrió la parte de atrás del auto, ahí había una canasta con mucha comida y una sábana a cuadros rojo con blanco. Mhmmm...

-Iremos de camping Bella- susurró

Sonreí -Nunca he ido de camping

-Oh Bella, no has hecho tan tas cosas...- negó -Pero lo solucionaré pronto

Cerró la cajuela y me abrió la puerta del auto, lo encendió y avanzamos.

Bajé una vez más la ventana de la camioneta, me sentía rara ahí, ya me había acostumbrado al Aston. Ese día hacía muchísimo sol y apenas eran las diez de la mañana.

Edward condujo hasta Long Island y luego se estacionó frente a un enorme parque con árboles. El letrero decía "Bienvenidos a Wildwood State Park"* Bajamos y Edward tomó la canasta y la sábana.

-Vamos- dijo

Muy poca gente entraba al parque. Algunos con tiendas de campaña en mano, Edward sacó unos cuantos dólares y pagó la entrada.

Seguimos el camino por un sendero tapizado por las hojas naranjas y marrones de los árboles, sencillamente era algo hermoso, fuimos hasta muy lejos y Edward subió a un lugar que estaba escondido completamente por los árboles, extendió la manta sobre las hojas y me invitó a sentarme.

Edward abrió la canasta y sacó un ramillete de uvas, sándwiches y ¿leche con chocolate?

-Sé que te gusta- explicó

Oh. A veces era tan tierno...

Empezamos a comer, más pronto de lo que imaginaba terminé mi sándwich y la leche.

-¿Hambre señorita Swan?

-Mucha

En tres bocados Edward terminó su desayuno y luego nos tumbó a ambos sobre la manta viendo hacia el cielo, cerré los ojos y pude oír el canto de las aves y nada más, miré a Edward, el tenía los ojos cerrados, el rostro relajado, me acerqué y besé su nariz. No abrió los ojos. Repartí besos por todo su rostro. Su frente, sus labios, sus párpados, su mentón... todo él. Alcé mi mano derecha y con el dedo índice tracé todas sus facciones. Cuando delineé sus labios llenos, Edward atrapó mi dedo entre sus dientes, primero chupó y luego mordió muy fuerte.

La parte masoquista de mi estaba disfrutando ese dolor, Edward abrió los ojos y mordió mi dedo más fuerte, sentí calor en una parte concreta de mi cuerpo al sur. Me soltó, saqué mi dedo y vi la boca de Edward. me había sacado sangre, pasó su lengua por ella y la saboreó.

-Mhmm... Tienes suerte de que no sea un vampiro- sus pupilas estaban dilatadas y su voz ronca. Me tumbó de nuevo, el encima de mí, estiró su mano y alcanzó una uva, la metió en mi boca, mastiqué, luego otra y otra, cuando íbamos por la décima uva decidí vengarme, atrapé la uva y la pasé sin soltar el dedo de Edward en mi boca, arremoliné mi lengua y succioné fuerte; le mordí suavemente.

-Para Isabella- advirtió -O te tomaré aquí y ahora sin importar que estemos en un parque familiar

Encogí mis hombros y seguí con mi tarea.

-¡Oh mierda!- siseó de pronto y alzó mi vestido

Me alarmé ¿En verdad Edward sería capaz de hacerme el amor aquí? Blancanieves y la Madrastra asintieron de inmediato.

Acarició la piel de mi entre pierna -Tú me debes una fantasía aquí en el bosque Bella ¿lo recuerdas?- Si, lo hacía. En la fiesta en el castillo Edward me prometió que nos perderíamos en el bosque

-Si- contesté -Pero Edward, por favor, no ahora- pedí

Pareció apiadarse de mí y comenzó a recoger la comida, guardarla en la canasta y doblar la manta. Tomó mi mano y nos puso de nuevo en la senda entre los árboles.

-¿Qué haremos ahora?

Sonrió maliciosamente -Es una sorpresa

¡Oh diablos! -Me da miedo en ti la palabra "sorpresa"- dije

Caminamos hasta la orilla del bosque. Entonces la vegetación cambió poco a poco y ahora, en vez de hojas secas en el suelo había arena blanca. Levanté la vista ¡el mar!

Giré la vista hacia Edward -¡Es... es... el mar Edward! ¡El mar!- parecía niña pequeña pero poco me importaba, comencé a dar pequeños brincos, ya me parecía a Alice.

Edward besó el dorso de mi mano -Me alegro que te guste Mi Bella, pocas veces he tenido la suerte de verte así de feliz como ahora- una sombra de culpa cruzó su rostro ¡Ahora no!

Jalé su mano y empezamos a caminar a la orilla de la playa. Había unas cuantas personas que tomaban el Sol y se ponían bronceador.

-Te prometo que más tarde nadaremos- dijo -Pero ahora nena... ¿recuerdas que dijiste que no le tenías miedo a las alturas?

-Sip- no sé de qué iba todo esto

-Bueno pues...- Edward paró en seco frente a una enorme plataforma tan alta como una torre de control, era enorme, excepto porque en esa "torre de control" había mucha gente en traje de baño.

Le miré interrogante y entendí todo, volteé hacia arriba, una persona gritó y luego saltó de la torre

-¡Santo cielo!- grité. Pero la persona nunca tocó el suelo, estaba sujeto por una cuerda... espera un segundo -Edward... esto es un...

-Es un bungee* Isabella

Mi corazón casi salta del pecho -¡Oh dios! ¿Quieres que salte de esa cosa? Además... traigo vestido

Asintió -Te gustará, yo lo he hecho un par de veces, es muy liberador y no te preocupes, allá arriba te prestarán un short

Le miré, dudando

-Anda Mi Bella, compláceme- dijo con voz suave

Rodeé los ojos y le señalé con un dedo -¡No es justo que me manipules de esa forma Cullen! ¡Vale!

Edward me alzó en brazos y luego me llevó corriendo hasta la "torre de control"

Subíamos por las escaleras. Aquello estaba tremendamente alto y cada metro que me alejaba del suelo iba dejando una parte de mi estómago, tenía náuseas, Edward subía detrás de mí. Llegamos dónde estaba toda la gente formando fila. Un chico le colocaba los arneses necesarios a una mujer joven, ella contó hasta tres y saltó. Me reprimí de volver a pegar un grito.

-Edward... sinceramente no creo que pueda hacerlo- susurré

Puso un mechón detrás de mi oreja -Claro que puedes Mi Bella

Vacilé -Está bien pero... ¿sabes colocar los arneses y las cuerdas?- él asintió -Bueno, me gustaría que tú me los colocaras, me sentiría más segura

-Por supuesto, yo te los pongo

-¿Tú también vas a saltar?- pregunté

-Desde luego

-Bien. Salta primero que yo para poder verte- pedí

La fila avanzaba con más rapidez de la que yo deseaba. Mi corazón estaba en mis oídos, mi estómago revuelto después de mucho tiempo, la voz de mi madre regresó a mi mente. Disfruta cada día Bella, cada instante. Recuérdalo... el tiempo vuela... la escuché como si ella estuviera ahí. Recordé ese día, en el que estábamos en una plaza de Miami, mamá tomaba un helado y me llevaba a mí de la mano, me paré frente a un reloj de sol y en el granito había inscritas unas palabras en latín: "Sed fugit interea fugit irreparabile tempus"* Mamá dijo que eso, en esencia significaba Tempus fugit* -el tiempo vuela- Ella dijo "Disfruta cada día mi niña, porque el tiempo vuela, como todo"

Regresé al presente de pronto

-Tempus fugit- se escapó de mis labios en voz alta

Edward sonrió -¿Conoces esa frase?- dijo extrañado

-Mamá solía decírmela- expliqué

-La mía también, esa frase es una de mis favoritas- rió -"Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra"

Bajó la vista y me miró -El tiempo vuela, como las nubes, como las naves, como las sombras- dijimos los dos a coro, traduciendo el poema.

-¿Por qué te ha venido ahora a la mente?

Encogí los hombros -Reneé decía que la vida había que disfrutarla y hacer todo cuanto pudiera. La he recordado en este momento y el día de mañana no quiero arrepentirme por no haber saltado hoy

-Buena reflexión- alabó -¿Extrañas a tu madre?

Hize un puchero -Si. A veces más que otras, pero siempre esta conmigo- sonrío

Por fin llegó nuestro turno. Edward dio un paso al frente y dejó que el chico le colocara los arneses necesarios, por última vez se aseguró las protecciones luego Edward cerró los ojos y contó hasta tres.

-Uno... dos...tres- Edward elevó los brazos hasta los costados y luego se dejó caer, desapareció de mi vista y vi la cuerda estirarse, me asomé, Edward caía en picada y luego rebotó cerca de dos metros sobre el suelo, bien, se veía fácil, se veía.

Edward regresó por la misma cuerda en la que había saltado se puso frente a mí y tomó mis manos

-Es tu turno nena

Mi corazón se saltó cinco latidos.

¡Oh mierda!

OoO

Canción: Addicted

Artista: Saving Abel

*Risotto al Blue Cheese: Platillo típico italiano compuesto por arroz en salsa de queso azul.

*Barolo Carobric 2001: Vino tinto producido en Italia en la región de Piamonte. Es uno de los vinos más consumidos en el mundo.

*Damage: Película británico-francesa basada en el libro de Josephine Hart, en la que un político inglés (Jeremy Irons) mantiene una relación con la novia de su hijo (Juliette Binoche) que con el tiempo se convierte en una obsesión sexual.

*Wildwood State Park: Ubicado en Long Island Sound, es un parque familiar hecho para hacer picnic, acampar y practicar deportes acuáticos y nado.

*Bungee: Mejor conocido como Bungy Jumping, es una actividad en la cual una persona salta desde una paltaforma ubicada a cientos de metros sobre el suelo.

*Tempus Fugit: Es una expresión el latin que significa "el tiempo vuela o se escapa" invitando a no perderlo.

* Sed fugit interea fugit irreparabile tempus: Frase en latín escrita generalmente en los relojes de sol, suele encontrarse a lado de Tempus fugit y significa: "Pero huye entre tanto, huye irreparable el tiempo".

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Un beso.

Amy W.

Capítulo 13: Tiempo Para Mí Capítulo 15: Tempus Fugit II

 
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