Tú, Mi Obsesión (+18)

Autor: AmyWelch
Género: + 18
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 27/11/2014
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 72
Visitas: 104643
Capítulos: 29

Edward es un millonario obsesionado con Isabella Swan. Cuando ambos mantienen una relación Isabella se ve sumida por la vigilancia extrema, celos enfermos, el dinero infinito y la megalomanía de Edward Cullen, está dispuesta a soportarlo todo, hasta que se da cuenta de que Edward es el culpable de la muerte de su novio. Pero ella no sabe, que el último plan de Edward es dejarla ir.

Las y los invito a leer mi otra historia:

De Los Bosques De Noruega:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3402

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Capítulo 13: Tiempo Para Mí

Los personajes pertenecen a Stephene Meyer, la historia es mía.

Nenas, se que me tardé mucho en actualizar, pero es que se complicó demasiado mi vida en estas semanas. Espero me perdonen y no dejen de seguir esta historia.

Estuve leyendo los comentarios y hay dos chicas que dijeron que ya no iban a leerme que porque ya era como "todas las escritoras" que no actualizaban.Bueno nenas, para ustedes las que dejaron esos comentarios, está bien, nadie las está obligando a leer estoy lamento mucho que sean unas lectoras que no puedan esperar un poco de tiempo a una escritora para que actualize. Nosotras también tenemos problemas y una vida que atender. No os entretengo más chicas.

A leer.

Tu tienes mi amor, tu quieres mi alma
Yo estaría loca en compartir tu vida
¿Por qué no puedes ver lo que soy?
Afila tus sentidos y da vuelta el cuchillo
Hiéreme y entenderás...

Yo nunca seré María Magdalena
(Tu eres una criatura de la noche)
María Magdalena
(Tu eres una víctima de la pelea)
(Tu necesitas amor)
Prométeme deleite
(Tu necesitas amor)

¿Por qué debo mentir, encontrar coartadas?
¿Cuándo te despertarás y comprenderás
Que no me puedo rendir a ti?
Lucha por afecto y gana el premio
Yo conozco esas partes del juego también

Yo nunca seré María Magdalena
(Tu eres una criatura de la noche)
María Magdalena
(Tu eres una víctima de la pelea)
(Tu necesitas amor)
Prométeme deleite
(Tu necesitas amor)

Capítulo 13: Tiempo Para Mí

Mis pies azotaban sobre el pasto constantemente, mis tobillos se doblaban dolorosamente por los tacones y el frío del exterior cortaba mi cara. Como si Blancanieves hubiera salido a flote, estaba buscando algún maldito tronco hueco e inclusive la casita pequeña de los enanos para esconderme urgentemente, hacía tiempo que ya no escuchaba los pasos de Edward detrás de mí y mis pulmones ya no aguantarían por más tiempo, me paré en seco y me agarré de un tronco, tratando en vano de normalizar mi respiración, solté un quejido y luego comencé a llorar, de veras. ¿Cómo era posible? ¿Edward? ¿James? ¿Qué mierda tenían que ver ellos dos? Ningún pensamiento cuerdo cruzaba por mi cabeza, si seguía así me iba a volver loca ¡Es que esto en verdad no podía ser! ¿Por qué? ¿Por qué?

Sentí una presencia detrás de mí, lo sabía, él estaba ahí

-Isabella- me llamó. Cerré los ojos, tomé un respiro y volteé a verlo, la mitad de su cara estaba iluminada por la luna, su ceño fruncido y preocupado. Me quedé ahí... esperando -Déjame explicarte- se acercó en una zancada a mí, me alejé de él al instante, mis lágrimas resbalaban por las mejillas, trataba de no hacer ningún sonido, Edward al parecer suspiró

-¿Exactamente qué es lo que recuerdas?- su voz era firme y profunda ¿Pero qué..? ¿Cómo?

Negué con la cabeza y me mordí el labio -No entiendo- fue lo único que fui capaz de contestar, y aún así, no logré ocultar mi voz distorsionada por el llanto

-Dime detalladamente lo que recuerdas- volvió a decir

-Yo... no me, yo no me acuerdo de nada- Oh genial, parecía retrasada -Sólo quiero saber lo que pasa en este momento

-¡Maldita sea Isabella! ¡Quiero saber los malditos recuerdos que tienes ahora en la cabeza!

Mordí mis labios -Yo sólo... no recuerdo nada, te he dicho ya que ese episodio de mi vida de algún modo se ha perdido en mi cerebro- mi voz era aguda, el tono de voz con el que me había hablado me acobardó un poco

Edward suspiró de un modo que pareció estar profundamente aliviado, no entendí muy bien por qué, se pasó una mano por el cabello y abrió la boca para hablar

-Estaba de paso por Forks, era de noche y entré a un bar, había un tipo rubio demasiado borracho, no crucé ninguna palabra con él, y no sabía que él era James

-¿Y por qué Emmet si lo sabe?

-Emmet hace poco se enteró del accidente y de que James había muerto, piensa que yo tuve algo que ver con su muerte- explicó, yo no me tragaba eso

Entrecerré los ojos -¿Por qué demonios tu propio hermano piensa que has matado a un hombre? ¿Cuáles son los motivos?

Edward, se quedo mirando unos segundos el suelo y luego levantó su vista hacia mi -Digamos que él nunca... ha confiado mucho en mi, sabe algunas cosas acerca de mi vida en...- carraspeó -Londres y se ha quedado con la idea de que soy una persona mala- se encogió de hombros y su mirada se volvió triste -Supongo que tal vez tiene razón en pensar eso

-¿Por qué no me habías dicho nada?- estaba tan enojada... pero a la vez conmovida por sus palabras ¿Cómo es que tu propio hermano puede pensar algo tan horrible de ti? -Si todo esto me lo hubieras explicado desde un principio... si tan sólo hubieras hablado conmigo, entonces tal vez esto no estaría pasando, ojalá seas consciente de eso- El asintió

-Planeaba decírtelo, lo juro. Sólo estaba buscando el momento apropiado para hacerlo- ahora el estaba a una distancia mínima de mí. Estaba confundida, entorné los ojos, sopesando cada palabra, analizándola, no sabía qué hacer, el siguiente movimiento no lo vi venir...

Edward me besó a la fuerza apoyándome contra la corteza del árbol, yo trataba de alejarlo

-¡Escúchame! Yo no sabía que era él ¡lo juro!- gritó mientras me agarraba por los brazos, su cara era de angustia -Isabella, Mi Bella, te estoy diciendo la verdad, eso es lo que ha pasado- Se veía tan indefenso…

-¿Seguro? ¿Lo prometes?- yo seguía llorando. Quería creer, de verdad quería hacerlo…

-Lo juro- rezó –A James Witherdale yo no lo conocía…

Caí sobre mis pies, me arrodillé en el frío pasto y apoyé mis palmas sobre este, jalaba aire una y otra vez, sentía que en cualquier momento perdería la conciencia de mi misma, Edward se sentó sobre sus talones, extendió sus brazos y me atrajo hacia el

-Bella, por favor, créeme, te estoy diciendo la verdad, lo hago, no te estoy mintiendo, te amo, te amo, te amo- me acurrucaba en su pecho, yo lo amaba con todo mí ser y le creía, de verdad lo hacía pero necesitaba un tiempo para mí

-Te creo- dije mientras sorbía mis mocos en un gesto poco femenino, me separé de él y me levanté –Pero necesito tiempo- dije

A la velocidad de la luz Edward se levantó y me sostuvo por el brazo -¡No! ¡Eso no!- bramó, volvió a abrazarme y me estrujaba entre sus brazos, quitándome el oxígeno –Isabella, no hagas esto, no lo hagas, por favor, no me hagas esto- imploraba

-Edward, por favor, suéltame- el aire no llegaba a mis pulmones -Es sólo tiempo, eso es todo, sólo un poco de tiempo- pedía

-¡No!- me gritó -No puedes Isabella, no puedes

Cerré mis ojos para contener las lágrimas -Sólo quiero tiempo para mí sola, quiero hacer mi tarea, ir con mis amigas a bailar, ir a correr... eso nada más, por favor

-Todo eso lo puedes hacer conmigo- dijo cerca de mi oído ¡Oh Edward! sabes perfectamente que no... me dieron ganas de decir -Además, cuando te des cuenta de lo buena y perfecta que es tu vida sin mí a tu lado no querrás volver conmigo

Entonces alcé mis brazos y lo abracé lo más fuerte que pude -¡Eso jamás! Te amo Edward, te amo, nunca sería capaz de alejarme de ti, ¿lo oyes? ¡Nunca!- me zafé de él y caminé unos cuantos pasos lejos

-¿A dónde vas?- preguntó

Solté un suspiro entrecortado -¿Me llevarías a mi casa por favor?- el no contestó, se limitó a tomar mi mano fuertemente y guiarme hacia afuera del bosque, inmediatamente el ballet parking llevó el auto a Edward y ambos nos montamos en el sin decir una palabra y sin despedirnos de nadie, cosa que me hizo sentir mal, todos, salvo Emmet y Rosalie se habían portado estupendamente conmigo, era una grosera.

Maldije las dos horas de trayecto en el carro de Edward; ahora no miraba la ventana, miraba mis manos sobre mi regazo, Edward tenía la vista hacia el frente y su mandíbula estaba tensa, reprimí el deseo de mirar su rostro y sus labios, si lo hacía estaría perdida.

Estiré mi mano para prender el estéreo pero Edward me detuvo

-No- su voz era fría, estaba enfadado conmigo

Al fin llegamos al edificio de mi apartamento, Edward frenó y giró la vista hacia mí, su gesto una vez más era de angustia

-Supongo que no hay manera de hacerte desistir de tu decisión- susurró

-Estás en lo correcto- el asintió

-¿Cuánto tiempo?- su voz era fría una vez más ¡Jodida bipolaridad!

-Dos días- dije -Sólo dos días

-¿Por lo menos puedo desayunar contigo mañana?

Sonreí triste -No. Voy a ir a mi universidad todo el fin de semana, voy a estar ocupada- le di un beso en la mejilla -Aprovecha el tiempo Edward, diviértete, no lo sé... algo

-Mi vida es divertida cuando tú estás a mi lado, por lo demás... no vale la pena- ¡Oh por favor! Lloraré de nuevo

-¡No digas eso!- reclamé -Por favor Edward, sólo dos días

-Uno- dijo

Reí quedamente -No es algo que se pueda negociar

-Tú sabes que tengo mis medios para convencerte- en otro momento eso habría podido ser un comentario cómico y tal vez hasta erótico pero ahora parecía una amenaza

-Edward, soy más fuerte de lo que parezco, no me doblego tan fácil- torcí la boca

-Entonces vamos a probar- acercó sus labios a mi boca y me dio un beso lento y delicioso -Vamos a ver cuánto tanto tiempo eres capaz de aguantar

-Tengo demasiadas cosas por hacer y por analizar, yo diría que en exceso- suspiré -Te estoy pidiendo tiempo Edward, de verdad quiero que esto funcione, estos días los ocuparé para pensar en nosotros, no es fácil lidiar con el hecho de que hayas conocido a James y menos que no me dijeras nada y enterarme de esa manera, tienes que entenderlo

-¿Qué pasará entonces si decides que no me quieres más a tu lado?- preguntó él tamborileando sus dedos sobre el volante

Bajé la vista -Supongo que no es bueno pensar en eso ahora- me sobresalté cuando Edward pegó sobre el tablero

-Entonces existe la posibilidad de que esto termine

No contesté, no tenía ni idea de cómo contestar a eso, me giré y puse mi mano en el seguro para abrir la puerta y bajarme pero Edward me lo impidió

-No quiero que te vayas- su voz era fría y dura, respiraba sonoramente -Me has dicho que no ibas a dejarme Isabella, dijiste que serías incapaz de hacer eso y ahora dices lo contrario, dices que si reflexionas y ves que esto no es bueno, entonces te irás ¿por qué te contradices?

-Edward...- no sabía que más decir -Sólo... dame estos dos días, hasta el lunes ¿de acuerdo?

Pasó la lengua por su labio inferior, asintió y luego río sin ganas -Me haces sentir tan jodidamente indefenso Isabella...- negó con la cabeza -Dos días entonces- sentenció -Hasta el Lunes

Bajé del auto y cerré la puerta, no volví a mirar hacia atrás, me limité a entrar al edificio y subirme al ascensor.

Saqué mis llaves del bolso y abrí la puerta; cerré los ojos y respiré hondo, un impulso me empujó a mirar por la ventana, me sorprendí al ver que el Aston Martin estaba allí, Edward aún no se había ido, me mordí el labio y me alejé de la ventana, fui a mi habitación, quería mi pijama, era muy infantil, de Hello Kitty, pero me daba igual era muy cómoda, cepillé mis dientes y mi cabello, por fin apagué las luces.

No pude reprimirme y me asomé de nuevo por la ventana, Edward seguía allí, había salido del auto y estaba recargado sobre este, me miraba sin ninguna expresión en el rostro, alcé mi mano derecha y le dije adiós con la mano, alejándome de nuevo de la ventana y me tiré en la cama, no sabía porque pero este era uno de los momentos Deja Vu, sentía que esta escena ya la había vivido antes.

No pensé mucho en los dos días que estaría lejos de Edward, si lo hacía demasiado me arrepentiría y correría a sus brazos, miré a mi izquierda, el vestido de esa noche estaba sobre la silla del tocador, terriblemente manchado de lodo, lo mandaría a la tintorería.

Cerré los ojos, estaba tan cansada que me dormí al instante.

OoO

Edward llegó a su departamento, frío y oscuro como todos los días, hizo lo que casi siempre hacia: dirigirse hacia el bar y servirse una gran copa de whisky, tirarse en el sofá y comenzar a beber, no quiero estar aquí... no quiero... quiero estar en la cama con Mi Bella abrazando su cuerpo dulce y cálido. Estuvo a tan sólo un paso de tomar la copia de las llaves que tenía del departamento de Bella y entrar en él, pero retuvo el impulso, si ella le había pedido dos días él muy a su pesar los respetaría. Todo Isabella, todo con tal de que no te alejes. No quería sentirse así, odiaba sentirse así, indefenso y tirado a la suerte de la incertidumbre sin saber lo que le depararía la vida en dos días. La incertidumbre no es algo a lo que estuviera acostumbrado un obseso del control como él, pero ahora lo estaba, a las dos de la mañana el alcohol y el agotamiento lo vencieron, quedándose dormido sobre el sofá, recuerdos terribles como hacía mucho tiempo no tenía lo invadieron de nuevo.

Flashback

Edward Cullen retiró el cigarrillo de su boca y agitó el periódico sobre la mesa. Comenzó a leer el titular de ese día del The Sun, estaba en letras grandes y negras: "Dorian Grey ataca de nuevo" el sonrió, esa era la noticia que venía escrita durante los últimos meses en todos los periódicos de Londres, el titular era el único que cambiaba: "Otra víctima más de Grey","El apetito de Dorian no tiene fin","Familia llora a víctima de Dorian Grey" , "El terror de Londres surge otra vez"...

Eran tantos los títulos que le daban a las noticias... Todas las notas decían lo mismo con otras palabras.

Ese día, como no era nuevo, Londres estaba nublado y hacía frío. Le dio un sorbo a su café y siguió leyendo el periódico.

-¿Se te ofrece algo más?- le preguntó la joven mesera de la cafetería, el sólo negó con la cabeza, volvió la vista, una hermosa joven de cabello rubio fresa pasó por fuera de la cafetería, al instante Edward sacó su billetera y dejó unas cuantas libras sobre la mesa, salió corriendo del lugar y la siguió el paso, ella se dio cuenta de que la seguían, pero no hizo nada.

Unos cuantos metros más Edward Cullen orilló a la chica hasta un callejón y la arrinconó hasta una pared.

-¿Cómo te llamas?- preguntó con voz oscura

La joven en vez de estar asustada, sonreía, posó una mano sobre el pecho de él -Rachel- ella se lamió los labios, Edward sonrió. Tenías razón Tanya, todas son unas putas... pensó

Edward besó sus labios lentamente y subió la delicada tela de su falda -Bueno Rachel... eres muy guapa...

Tres semanas después el titular del periódico cambió: "Adiós a Rachel Collins" la nota seguía con una descripción clara de la noticia: Londres, Inglaterra a 20 de Abril de 2007. La reconocida modelo británica nacida en Leicester, Rachel Collins, fue encontrada muerta el día de ayer en su departamento en Sloane Street, la joven tenía las venas abiertas y una navaja en su mano derecha, todo señala que fue un suicidio. Cabe recordar que Rachel hace unos días fue despedida por la agencia en la que trabajaba debido a una disminución muy radical en su peso, llegando a pesar menos de cuarenta kilos, lo que desfavorecía a la imagen de la agencia, según testimonios de sus compañeros modelos Rachel desde hacía unos días venía presentando claros síntomas de depresión ya que nunca comía y se le sorprendía llorando en los pasillos, los testimonios también indican que la depresión comenzó al iniciar Rachel una relación de noviazgo con Richard Williams, del que se desconoce su actual paradero. Las autoridades ya iniciaron la búsqueda de Richard debido a las posibles implicaciones que este desconocido sujeto pudo haber tenido con respecto a la muerte de Collins. Hasta ahora la búsqueda no ha dado frutos, ya que nadie cercano a Rachel le conoció y la base de datos de la policía no ha da resultado.Rachel Collins no tenía ninguna familia, sus padres murieron hace tres años y era hija única, la chica contaba con veintiún años y un futuro prometedor en el mundo de la moda. Era reconocida modelo en desfiles de grandes firmas como Chrisitan Dior, Marc Jacobs, Oscar de La Renta, Louis Vuitton, Elie Saab, entre otras. Sin duda una gran pérdida, el mundo pierde hoy a una gran modelo y a una gran persona. Que en paz descanse, Rachel Collins.

Edward terminó de leer la nota y bufó -Se lo tenía merecido la tal Rachel- dijo para sí mismo -Era una puta como todas

Fin Flashback

El recuerdo le obligó a despertarse, se pasó una mano por la cara y luego miró su reloj, eran las cinco de la mañana. El cielo a través de los cristales comenzaba a ser tal vez un poco más claro, se levantó del sofá y colocó en su lugar la copa de whiskey.

Se dio una ducha y se vistió con una simple camisa blanca y vaqueros, miró con tristeza la cama de su habitación, Bella había estado allí, la silla en la que se había sentado él al ver el baile seguía en su lugar y el corsé que Isabella se había puesto ahora estaba dentro de su clóset. Desearía que estuvieras aquí Mi Bella

Miró todo a su alrededor ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Es fin de semana... su mente buscaba sin resultado algo que le interesara hacer un sábado.

OoO

Me puse en pié a las siete de la mañana, no había sol, tendí la cama y luego me metí a la ducha, ese día no me vestiría con los caros conjuntos de diseñador que tenía en mi armario gracias a Alice, me puse mis vaqueros, los converse y un suéter a rayas de Abercrombie & Fitch y sobre este otra chamarra blanca de la misma marca, me maquillé apenas, desayuné un cereal, lave mis dientes, tomé las llaves y mi mochila con los libros y el material, me di un vistazo en el espejo y solté un suspiro triste

-Así es como mi vida solía ser antes de ti- dije mientras pensaba en Edward

Salí al frío aire de Manhattan y me convencí de que me había abrigado lo suficiente. La universidad no quedaba muy lejos, de hecho, me toma a lo sumo quince minutos llegar a pie a la Columbia University, comencé a caminar, adoraba hacerlo, era algo revitalizante y llenaba mis pulmones de aire, en quince minutos contados llegué a la facultad, una chica morena de la que no recordé su nombre me saludó, llegué a mi salón, el profesor Ceglie entró después de mí

-Buenos días- nos saludó a todos con su fuerte acento italiano

Dicho profesor impartía la asignatura de Investigación de Mercados, tenía un carácter fuerte pero sin exagerar, a él le gustaba que participaras en sus clases, estábamos en medio de un tema importante en la clase cuando mi celular comenzó a timbrar, maldije a todos los infiernos en silencio, todos mis compañeros voltearon a verme con ojos alarmados. Una de las cosas que el profesor Ceglie odiaba profundamente eran las interrupciones telefónicas durante su clase, miré la pantalla del celular ¿pero qué...? ¡Era Edward! ¡Edward! ¿Qué no habíamos acordado dos días libres? Rodé los ojos, el profesor carraspeó

-Señorita Swan- era obvio que estaba enojado -Si no va a contestar ese teléfono le sugiero que lo apague

Asentí un poco sonrojada, apreté la tecla roja para cancelar la llamada y volví el celular al bolsillo de mis vaqueros, estúpida de mi no apague el celular.

Cinco minutos después mi celular comenzó a sonar insistentemente de nuevo, volví a cancelar la llamada y di gracias al cielo porque el profesor no se había percatado del suceso, pasaron veinte minutos, todos tomábamos notas, sobre el pizarrón el profesor Ceglie había puesto estadísticas de mercado en los últimos dos años

-Veamos- dijo mientras señalaba la gráfica con su mano -Digamos que el mercado de Nueva York tiene mayor demanda en los insumos etílicos y el consumo medio anual es de diez puntos tres litros per cápita, existen unos cuatro mil bares en Manhattan, eso significaría que cada bar necesita cierta cantidad de alcohol. ¿Alguien puede decirme la cantidad de alcohol que necesita cada bar tomando en cuenta que hay un aproximado de cuatro punto seis millones de personas por arriba de los 21 años?- todos sacamos nuestras calculadoras y empezamos a realizar las operaciones necesarias, pronto obtuve el resultado, entonces alcé la mano para responder y... el jodido celular timbró de nuevo, cerré fuertemente los ojos y bajé la mano para tomar el aparato entre mis manos, el profesor hizo una mueca de desespero y se pasó la manos por la cara, dándose la vuelta

-¡Estronzo di merda!- gritó. No me faltó saber mucho italiano para tener una idea de lo que había dicho

-Profesor- le llame con todo el miedo del mundo -¿puedo contestar?

El sólo me hizo un ademán con la mano para que lo hiciera, prácticamente salí corriendo del salón, abrí el celular y contesté

-¡Aló!- grité ultra enojada

-Isabella, ¿te encuentras bien?- el tono de su voz era preocupado

Bufé por lo bajo -¡Estoy en clase Edward!- unos estudiantes que pasaron a mi lado se me quedaron viendo raro

-Disculpa- dijo -¿Por qué no contestabas el teléfono?- reclamó al instante

Oh mi... respiré profundo -Estoy en la universidad Edward, en clase ¿Se te ofrece algo?- mi voz sonó más brusca de lo que en realidad quería

-Sabes que no me gusta que me grites Isabella- advirtió -Tal vez arreglemos cuentas luego...

-No me amenaces- apreté los dientes -Estos son mis dos días Edward, en eso quedamos

Se oyó un suspiro del otro lado del teléfono -Si, ya sé, es sólo que... ¿podrías por favor almorzar conmigo más tarde?

-Edward...

-Por favor, en verdad lo necesito, sólo hazme ese favor

Me mordí el labio -Muy bien ¿dónde y a qué hora?

-Yo pasaré por ti, estaré allí a las doce- y sin más me colgó ¡me colgó! Mire al cielo, suspire iba a ser duro, luego me giré para entrar de nuevo a clases.

OoO

Estaba saliendo de la clase de Economía, Adam, un compañero de clase platicaba conmigo haciéndome el favor de pasarme los apuntes que yo no había tomado durante la clase.

-¿Entonces de aquí sacará las preguntas el profesor?- pregunté señalando el pié de página del libro

El asintió -Si, sacará las preguntas del pié de página de las hojas 30 y 31 y de este apunte- señaló su libreta

-Muy bien, muchas gracias Adam, te debo una

El me guiñó un ojo -Y voy a cobrármela en clase de matemáticas aplicadas, no entiendo nada- se carcajeó

-Bueno, dalo por hecho- me acerqué a él y nos dimos un abrazo de despedida, un claxon sonó excesivamente cerca de nosotros, nos soltamos al instante, reconocí el Aston de Edward

-Vale Adam, creo que han llegado por mi- dije mientras caminaba hacia el auto, el me despidió con la mano

-Luego vamos a tomar un café ¿ok?- me gritó

-Vale- contesté con una sonrisa, en realidad Adam me agradaba, abrí la puerta del auto y me monté en el

-Hola- le saludé, Edward tenía la vista hacia el frente

-¿Quién demonios era ese?- su voz estaba contenida

-¿Hablas de Adam?

-¡Oh! Así que se llama Adam

Edward pisó el acelerador y salimos como una flecha de allí, rodé los ojos y sonreí cuando mi cerebro proceso lo que estaba pasando

-Edward ¡no me jodas!- dije -¿Esto es una escena de celos? ¡ja!

-Parece que estás muy valiente el día de hoy ¿no crees? Tú nunca dices groserías

-No soy una sumisa Edward, siempre soy valiente, unos días más que otros, claro

No contestó a eso

-¿En qué lugar quieres almorzar?- preguntó

Me sentí cohibida -No lo sé... no sé de restaurantes ¿Qué te parece McDonald's?- lo sé, de nuevo soy infantil

El sonrió -McDonald's será

Estábamos en la calle Broadway, sólo tuvo que dar vuelta a la derecha para llegar a McDonald's.

Nos sentamos en una de las mesas, Edward cargaba la bandeja que contenía su hamburguesa doble y mi Big Mac, tomé una papa frita y me la llevé a la boca, comiéndola más lento de lo normal, Edward se removió

-Isabella, no hagas eso- ordenó

-Lo siento- me disculpé, era verdad, no lo había hecho a propósito

-Entonces... ¿quién es el tal Adam?

Rodé los ojos de nuevo -Edward, ¿esto es en serio?- dije, pero Edward seguía esperando la respuesta. Suspiré -Es un compañero de clase, tan sólo me estaba pasando un apunte, el profesor habla muy rápido y...

-¿Es eso? ¿No alcanzas a tomar notas?- entrecerró los ojos -Te compraré una laptop

-¡Edward no! Digo, me las arreglo perfectamente con pluma y papel

-Pero has dicho que no alcanzas a tomar nota

No lo podía creer -¡Es la primera vez que me pasa!

-No discutas Isabella, lo haré y punto- terminó

-¿Y qué tal si no la acepto?- reté

Él entrecerró los ojos -Oh, sí que lo harás

Le di una mordida a mi hamburguesa, masticándola más de lo necesario, Edward era imposible, no sé ni por qué acepté haber venido ¡Estos eran mis dos días!

-No quieres estar aquí ¿verdad? Te arrepientes- susurró, había un tono dolido en su voz

-Es que... tú me lo haces muy difícil Edward, si vine fue porque me dijiste que me necesitabas- el no contestó -Entonces, ¿qué ha pasado, para qué me quieres aquí?

Sonrió -¿Qué no es evidente?- hizo una pausa -No me puedo mantener lejos de ti Isabella, no sabes lo mal que me sentí cuando desperté hoy y no estabas a mi lado- Bien, lo admito, sus palabras me hicieron sentir mal -Pero no te preocupes, respetaré tu espacio

-Gracias- le di otra mordida a mi hamburguesa -¿Y no vas a comer? Bueno, no me sorprendería, ¿qué haces tú en un sitio como este?- dije señalando mí alrededor

El frunció el ceño -Nada de eso, claro que voy a comer- tomó su hamburguesa entre las manos y le pego un gran mordisco -¿Lo ves?

Tomé mi Coca-Cola -Pensé que no te gustaban

En silencio terminamos nuestra comida, estaba llenísima, apenas y podía caminar, salimos de ahí y nos montamos de nuevo en el auto

-¿A qué hora empieza tu próxima clase?- preguntó Edward

-A las tres y media- contesté mirando el reloj, era la una y media

El arrancó -Bueno, entonces hay tiempo

Me confundí cuando vi que no íbamos para la universidad

-¿A dónde vamos?

Se encogió de hombros -Al parque

En minutos llegamos a Central Park, me abrió la puerta y me sacó del auto, nos sentamos en una banca que había bajo un árbol, Edward tomó mi mano, pasaron tres minutos, el no hablaba, estábamos en total silencio.

-¿Qué hacemos aquí?- inquirí

-He pensado que nunca hemos tenido un momento tranquilo ¿no lo crees?

Me encogí de hombros, empezó a lloviznar, perfecto, la lluvia me encantaba.

-Mmm... Me encanta ese olor a tierra mojada- aspiré el aroma -¿A ti no?

-No mucho- contestó, lo miré y entonces me di cuenta de que Edward no llevaba ninguna chaqueta

-¿No tienes frío?

-No

Me quité la chamarra y me quedé sólo en mi suéter, se la tendí –Toma, te resfriarás

El sonrió -Gracias- extendió la chamarra y se la puso sobre el pecho -Aunque, que yo recuerde, jamás me he enfermado

Nos quedamos otro rato ahí, la lluvia mantenía su ritmo lento, las personas pasaban frente a nosotros con los paraguas extendidos y con toneladas de sueters encima, miré la hora en el Rolex de Edward, eran las tres menos diez.

-¿Qué has pensado este tiempo?- la pregunta me sorprendió

-En realidad nada- contesté -No quiero pensar en eso ahora, se me da mejor pensar las cosas en la noche, cuando estoy a punto de dormir

-Ya veo- dijo -¿Te está resultando difícil?

-No, no es algo fácil pero tampoco difícil, he asimilado el hecho de que tu no tuviste nada que ver con... eso, tú no tuviste la culpa- expliqué

-Creo que es hora de que te lleve de regreso- se levantó abruptamente, tomándome por sorpresa, eso sí que había sido raro.

Edward aparcó frente a la facultad

-Que tengas un buen día

-Gracias- estaba a punto de bajarme pero Edward tomó mi mano y me volteó

-¿Te molestaría darme un beso de despedida?

-No veo por qué no- contesté a la vez que me acerqué a él y dejé un tenue beso sobre sus labios -Ahora sí, adiós- abrí la puerta y salí del auto

-¿Podemos almorzar mañana otra vez?- pidió a través de la ventana

Mordí mis labios y alcé las cejas -Nop- y no hizo falta decir más, Edward arrancó con un chirrido de llantas

OoO

Del otro lado de los Estados Unidos, en Forks, Charlie revisaba los papeles que había en su escritorio, una de las tantas secretarias entró por la puerta

-Jefe Swan, el mismo chico de ayer está de nuevo aquí

Charlie torció los labios -Dile que pase- dijo hastiado ya que "el chico de ayer" había estado allí toda la semana

Un minuto después Jacob Black atravesó el umbral de la puerta, con una sonrisa de autosuficiencia

-Jefe Swan- saludó -¿qué decidió por fin?

-Señor Black, ya le he dicho de que sus pruebas son insuficientes, no hay nada que pruebe que el accidente de James Witherdale haya sido premeditado

-Lo que le digo es cierto, hay fotos que lo prueban- Jacob le tendió unas fotos sacadas con el celular impresas en papel, Charlie abrió los ojos como platos y se enderezó

-¡Es obvio que estas fotos están trucadas! ¿En verdad espera que la policía se crea esto?

Jacob se encogió de hombros -Entonces si aquí no comprarán esta información supongo que un periódico si lo hará- Jacob arrebató las fotos de las manos de Charlie y se fue.

-¡Christine!- gritó Charlie a su secretaria, ella entró como una bala a la oficina

-Necesito que me comunique con el departamento de revisión vehicular ahora mismo- Christine tomó el teléfono y marcó un número corto, le pasó la llamada a Charlie

-Gracias, puedes irte- dijo y luego se llevó el auricular al oído -Si. ¿Fred? Bien, no, necesito que me des información sobre un auto... Gracias- Charlie esperó un momento -¿La marca?- se rascó la cabeza -Creo que era un Volvo...- recordó la imagen que Jacob le había mostrado -Si, era un Volvo... las placas son 848-ZFY- esperó otro momento

-En efecto- dijo Fred al otro lado de la línea -El carro es un Volvo C30 plateado, el último registro fue en 2011. el dueño es...- tosió -Edward Cullen

OoO

Era domingo por la tarde, estaba tomando tranquilamente un té sentada en mi sofá, unos golpecitos en la puerta irrumpieron en el tranquilo silencio de mi apartamento, fui a la entrada, asomé por la mirilla, era Alice, cuando abrí la puerta ella no me saludó con la efusividad que era normal en ella.

-Hola- dijo -¿Puedo pasar?

-Claro- me hice a un lado para que entrara y luego cerré la puerta, Alice había tomado asiento en el sofá, tenía las manos cruzadas en su regazo, me senté a su lado

-¿Por qué tu y Edward se fueron así de la fiesta sin despedirse de nadie?

Miré para otro lado -Ha pasado algo- traté de restarle importancia -No tiene caso que te lo cuente

Alice cambió de tema entonces -Rose no se ha tomado bien las cosas

-Ya lo he notado, ¿está muy enojada conmigo?- pregunté con miedo

-No tanto, supongo que bastará con que platiques un poco con ella, tú sabes, no es agradable que te llegue información así como así- Dímelo a mí

-En cuanto pueda hablaré con ella

-Y...- Alice miró al rededor -¿Dónde está Edward? Me sorprende que no estés con él, hasta tenía miedo de llamar a la puerta y encontrarlos... tu sabes... desnudos

Me sonrojé al instante -No Alice, él y yo... nos hemos dado un tiempo- Ella alzó la cabeza y me miró triste

-¡Oh Bella! ¡Lo siento! No debí preguntar ¿estás bien?- comenzó a acariciar mi hombro

-No Alice, no te preocupes, te lo he dicho, es tiempo nada más, no hemos terminado

-Bueno... es que... cuando una pareja pide "tiempo" es otra forma menos dolorosa de decir que han terminado ¿no?- musitó

Torcí la boca –Supongo pero no, esto es diferente, sólo he pedido unos días para mí misma, hasta el lunes, ósea mañana

-¿Y eso? ¿Cuál fue el motivo?- inquirió

Me removí en el sillón, no creía conveniente hablar con eso de Alice; así como era seguro pondría un gritó en el cielo en cuanto se lo contara -No tiene la menor importancia, ha sido una tontería nada más

Alice entrecerró sus pequeños ojos -Uno no pide tiempo simplemente por algo que "no tiene la menor importancia" pero está bien, si no quieres hablar de eso no hay problema pero, ¿puedes decirme cómo lo ha tomado Edward?

-No se lo ha tomado del todo bien, pero lo ha aceptado

-Has tenido suerte, así como es él, es difícil que te haya dado tu espacio

Me extrañe -¿Así cómo?

Rodó los ojos y subió la pierna al sillón -¡Vamos Belli! ¡Todos nos dimos cuenta de cómo te miraba en la fiesta! Parecía un león al acecho de su oveja, observaba cada uno de los movimientos que hacías, cada vez que caminabas seguía tu camino con la mirada, y eso sin hablar de la mirada de amor obsesivo que tenía cuando estaban en el jardín de la casa, parecen como si estuvieran... no lo sé... como si no pudieran vivir el uno sin el otro, se han vuelto un poco dependientes... y me preocupa ... por ti, claro

Sabía que Edward a veces era un poco acosador, pero no pensé que las demás personas lo notaran -¿Por qué te preocupa?

-Te conozco Belli, eres una persona fuerte, valiente y libre y parece que Edward acabará con eso, ambos son los únicos que tienen la fuerza suficiente para acabar el uno con el otro

-No lo creo Alice, yo sería incapaz de hacerle daño, jamás- juré. Alice parpadeó dos veces

-Lo sé Belli pero... tu sabes que yo presiento mucho las cosas; los sentimientos de la gente, su estado de ánimo, todo eso y lo que te voy a decir no es para preocuparte ni mucho menos ¿de acuerdo?

Miré para ambos lados -Alice, de verdad me estás asustando- no había ni una pizca de broma en mi voz -Suéltalo ya

Una vez más Alice se acomodó en el sillón y después soltó el aire -Edward... él te ama de un modo obsesivo, hasta cierto punto es bueno amar de esa forma, pero él ha sobrepasado el límite, cuando lo vi sentado a tu lado... cómo se comportaba... me asusto Bella, siento que él sería capaz de cualquier cosa con tal de estar a tu lado, y no lo estoy diciendo en modo romántico, por favor Belli, cuídate mucho, eres mi amiga- Alice se llevó ambas manos al pecho -Eres como mi familia y si algo te pasa...

Puse mi mano sobre la suya -No va a pasarme nada Alice, Edward me ama y yo a él, y si es cierto que me ama de modo obsesivo no importa, esa es su forma de ser y si él fuera incapaz de dejarme ir...- encogí mis hombros -eso tampoco importa, no tengo ninguna intención de alejarme de él

Ella negó -Dices que tu serías incapaz de hacerle daño, que nunca le dejarás, pero ¿es que no te conoces a ti misma? Eres una persona de decisiones fuertes, segura de lo que haces, pero tienes un defecto... eres volátil, demasiado volátil, por ejemplo, ¿te acuerdas del primer día de universidad? Habías elegido la carrera de medicina pero te arrepentiste y cambiaste de carrera, o esa vez en la que estabas decidida a comprar un auto pero desististe, cuando dijiste que preferías caminar; incluso esa vez en la que dijiste que querías regresar a Forks pero igual no lo hiciste porque al siguiente día decías que amabas Nueva York, está también la vez que me contaste que cuando eras adolescente te volviste fan de Marlon Brando por la película "Último tango en París"* pero tan sólo dos días después ya eras fan de Jeremy Irons por su actuación en "Damage"*. Cambias de ideas rápidamente Belli, eres imaginativa y soñadora, un día quieres una cosa pero al siguiente quieres otra

Torcí los labios, era la verdad -Lo sé, soy volátil, siempre he detestado eso de mí, pero no entiendo qué tiene qué ver eso Alice

-¿Qué no es obvio?- dijo -¿Qué te garantiza que el día de mañana ya no ames a Edward Cullen? ¿Qué te garantiza que no te enamorarás de otro? Somos jóvenes aún Belli, no hemos madurado del todo

Me enderecé sobre el respaldo del sofá -No creo que eso suceda, esto que siento por Edward, por más volátil que yo sea, no puede acabar de la noche a la mañana, yo lo amo con todo mi ser, con mi alma, no lo amo de la forma en la que amas a tu artista favorito ni de la forma en la que amas a tu profesión o a tu trabajo, yo lo amo de la manera que se ama a una persona que sabes que jamás saldrá de tu corazón, más allá de los límites establecidos, más allá de todo ¿me entiendes?

-Tal vez- susurró -Yo sólo quiero que te cuides Belli, sólo pido eso, y ahora- una sonrisa iluminó su cara -¿Quieres pizza?- Whoa, y yo era la volátil aquí

OoO

Esto es patético... yo soy patético esos eran los pensamientos de Edward mientras estaba recargado sobre el cristal de la ventana y contemplaba la oscuridad de su departamento. Luego de haber dejado a Isabella en la facultad, el sábado, se dirigió directamente hasta allí y no había hecho más que prender la televisión y tomar whisky como loco, había pasado ya un día, pero estaba haciendo exactamente lo mismo que el día anterior, beber, quería que la tortura de los dos días acabara de una buena vez. Sin tocarla, sin oler su aroma, sin hundirme en ella durante dos jodidos días ¡Maldita sea! Deambulaba por su departamento, resistía la tentación de tomar el teléfono y llamarla. ¿Y si está con otro? ¿Con ese estúpido del tal Adam? Le hervía la sangre de tan sólo imaginarse a Isabella siendo tocada por otro hombre, besada, embestida por otro, compartiendo ambos risas que le pertenecían a él, palabras que le pertenecían a él. ¿Y si en este momento le está cantando a otro como lo hizo conmigo?

Golpeaba el piso con el talón, respiraba pesadamente, sus oídos zumbaban, su desesperación estaba a tope, decidido agarró las llaves del Aston Martin y salió al estacionamiento, pensó que tal vez vigilarla desde lo lejos calmaría sus ansias.

Eran las 12:30 de la noche, Edward se estaciono frente al edificio, llegó en tiempo récord, en circunstancias normales llegar le habría tomado treinta minutos... llegó en diez, condujo a casi 200 km/h. Miró hacia la ventana de Isabella, frunció el ceño, las luces seguían encendidas y las cortinas estaban abiertas, no era normal, Isabella debía de estar dormida desde hace rato ¿Qué hace despierta a esta hora? Mañana es día de oficina... De pronto vio a Isabella cerca de la ventana mientras bailaba, agitando la cabeza y moviendo su cabello, ella soltó una carcajada, Edward apretó el volante ¿Con quién demonios bailas Swan? ¿Con quién demonios ríes? Continuó observándola desde la distancia, ella había dejado de bailar, ahora tomaba cerveza y platicaba con alguien a quién no se veía, ella volvió a reír, hubo un momento en el que estuvo seria, al siguiente ella alzó los brazos y se lanzó hacia ese alguien para darle un abrazo, para Edward eso fue suficiente

-¡Carajo!- gritó bajando del auto y azotando la puerta, corrió hacia el edificio y se montó en el ascensor, claramente sintió como una vena palpitaba en su sien. Los segundos le parecían eternos ¿Por qué carajo tenías que vivir hasta el décimo piso Isabella? Sonó el timbre que anunciaba la llegada, las puertas del ascensor se abrieron y entonces, frente a él apareció Alice, que dio un salto al verlo

-¡Edward!- exclamó -¿Qué...qué haces... aquí?

-¿Tú estabas con Isabella?

-Si... ¿por qué?- Alice estaba asustada, Edward parecía fuera de sus cabales

-¿Hay alguien más con ella?

-No, sólo yo pero... ya me voy- su voz vibraba

-Perfecto- contestó y luego se fue corriendo por el pasillo, Alice subió al ascensor.

Ahora sus pensamientos eran una décima más calmados, no confiaba del todo en Alice, ella estaba muy nerviosa, se paró frente a la puerta del apartamento 101 y tocó con los nudillos bruscamente, seis segundos después Bella abrió la puerta

OoO

Me sobresalté cuando llamaron a la puerta, seguro era Alice que había olvidado algo, abrí la puerta sin mirar primero quién era, pegué un salto y puse una mano sobre mi pecho

-¡Edward! ¿Está todo bien?- me vi obligada a preguntar eso, Edward no se veía bien, su mentón estaba tenso, una vena palpitaba en su sien, tenía los puños apretados y me miraba intensamente, no me contestó -¿Quieres pasar?

En efecto, en una zancada Edward entró; cerré la puerta

-¿Se te ofrece algo?- el miraba para todos lados, como buscando algo, adelanté unos pasos y me puse frente a él

-¿Edward qué pasa?

-¿Con quién carajos estás?

-Con nadie

-Oh ¿En verdad? No me parece

-¿Me podrías decir lo que te está pasando?- Edward me gruñó y me tomó el brazo aunque sin apretarme en realidad

-¡Estabas con alguien!

-Sí, estaba con Alice. Suéltame- pedí y me soltó, tomó una profunda inhalación de aire

-Yo... lo siento. Perdí el control

Torcí la boca -Oh Edward, ¿cuándo entenderás? ¿cuándo?- tomé su rostro entre mis manos -Te amo león, te amo mucho y jamás te traicionaría, con la única persona con la que me interesa estar es contigo

Él se mordió los labios -¿Lo prometes?

-Claro que si- me acerqué y le dí un beso suave, el se extrañó

-¿Por qué no estás enfadada conmigo?

Sonreí triste -Porque tengo que aprender a aceptar tu forma de ser, si lucho contra tus celos jamás lograré nada

-¿Y qué vas a hacer entonces?

Encogí los hombros -Recordarte que tu eres el único al que quiero- entonces él me alzó entre sus brazos y me pegó a él

-Oh Bella, no sabes cuánto te quiero- poco a poco comenzó a morder mi cuello bajando cada vez más...

-Edward... detente- dije firme, mi lucidez se iba mientras el más bajaba... -Detente... por favor

-¿En serio quieres que lo haga?- preguntó cínico ¡Por supuesto que no queremos que pares! Gritó entonces mi desaparecida madrastra

-Si... eso quiero- se oyó un gruñido de su parte y luego me puso de nuevo en el suelo lentamente

-Necesito descansar- susurré -Y tu también- acaricié las sombras púrpura de debajo de sus ojos -No has dormido bien ¿verdad?- hice un gesto de reprobación

-Duermo bien sólo cuando tú estás conmigo- contestó

Tomé su mano y lo dirigí hasta mi cuarto, lo puse de espaldas a la cama y lo tiré sobre ella

-Muy bien señor Cullen, vamos a dormir. Mañana es día de trabajo y necesitas estar como nuevo- empecé a quitarle los zapatos y los calcetines

-Pero... ¿y la ropa?- inquirió

-Mañana irás a cambiarte a tu departamento, eres el jefe, no pueden decirte nada si llegas tarde- le saqué los pantalones y los puse sobre una silla, me dirigí al baño y me lavé los dientes y cepillé mi cabello, cuando regresé a la habitación Edward estaba sin camisa sobre mi cama.

-Señorita Swan ¿cuánto tiempo planea quedarse ahí?- El me miraba socarronamente ¡Mierda! Me había quedado mirándolo como idiota. Me puse en el otro lado de la cama y alcé las sábanas y el edredón

-Anda Edward, acuéstate- señalé el espacio, él se arrastró hasta el lugar y lo tapé, me tumbé a su lado e hice lo mismo, inmediatamente Edward me abrazó por la cintura

-Hasta mañana Edward

-¿No me dejarás nunca verdad Isabella?- esa pregunta me tomó de sorpresa

-No Edward, nunca- cerré mis ojos, Edward me besó en la cabeza y luego apagó la luz.

OoO

Me desperté, Edward ya no estaba, se había ido, era muy temprano aún, tal vez apenas las seis de la mañana. Me quité las cobijas de encima y me senté en la cama, llevé mis manos a la cabeza ¿Y ahora? ¿Qué seguía? Ya era lunes, mi plazo había acabado, momento de volver a Edward, Blancanieves estaba encantada con la idea, y la madrastra se relamía los labios haciéndose una lujuriosa idea mental de lo que pasaría ese día por la noche.

Me tenía que arreglar muy bien, quería estar bonita para Edward, abrí el clóset, normalmente sabía que ponerme apenas abría las puertas, pero ahora sí que estaba perdida.

Saqué un conjunto...no...esta falda muy larga...esta muy corta...esta blusa muy transparente...este vestido muy escotado...¡mierda! No hay nada ¡No tengo nada! Entonces, algo así como una luz divina me hizo ver un gancho con una bolsa negra encima que estaba hasta el fondo del ropero, lo pesqué y lo puse sobre la cama, le quité la bolsa de encima y entonces lo vi ¡era el vestido que Alice me regaló una vez mientras fuimos de compras! Jamás lo había usado, aún tenía la etiqueta con el precio que no me molesté en ver. Este vestido era perfecto, bonito, elegante y sobre todo perfecto para el otoño.

Corrí a la ducha, me tomé mi tiempo ahí, me depilé las piernas, me lavé el cabello a conciencia, puse un exceso de jabón sobre la esponja y masajeé todo mi cuerpo, salí, me envolví en la toalla, sequé mi pelo y sólo me puse cera para que no se esponjara y adoptara sus ondas normales, maquillé mis ojos de color café, delineador negro, maquillaje en polvo, rímel, brillo y ¡listo! Terminé con ponerme crema en todo el cuerpo y luego me colé en el vestido, me miré en el espejo, sonreí. Bueno, al final de todo, tener forma de espaghetti tiene sus ventajas, el vestido me sentaba a las mil maravillas, me puse los Pigalle, me di cuenta que me urgía ir a comprar zapatos, estaba repitiendo muchos.

Volteé a ver el reloj, ¡7:30! ¿Acaso me tardé tanto en arreglarme?

Me puse mi clásico abrigo negro encima y el bolso negro Louis Vuitton.

Esa mañana no hacía mucho frío, las calles estaban levemente iluminadas por el sol que apenas se asomaba entre las nubes. Apresuré el paso, ya se me había hecho tarde como para irme caminando, tendría que tomar el tren hacia South Ferry.

Mientras iba en el vagón miré a las personas que había allí, unos iban vestidos para ir al trabajo, otros para ir a la universidad y otros vestidos simplemente para viajar ahí. Me detuve un segundo en el tiempo, ¿a dónde irán ellos? ¿A dónde irán ellas? ¿Tendrán ellas a un león hermoso y celoso esperando por ellas en el trabajo? ¿Tendrán ellos a una chica que los ama con todo su ser esperando en su oficina? En ese momento me sentí única por primera vez en mi vida. Había una posibilidad de uno, en un trillón de que hubiera sobre la faz de la Tierra una persona como Edward, así como la misma que había de que una chica como yo tuviera a su lado a alguien como Edward.

Un sentimiento de nostalgia me hizo acordarme de James. El primer hombre que quise en mi vida. ¿En dónde estaría en ese momento? ¿Su alma en el cielo y su cuerpo en esa tumba gris del panteón de Forks? Una chica sentada frente a mi tan hermosa como una modelo de cabello fresa me sonrió, sacándome de mis pensamientos, le sonreí de vuelta.

-Hola- dijo con una voz delicada

-Hola

-¿Vas a trabajar?- preguntó y pude notar su acento inglés

-Si

-¿En dónde?- la pregunta era inocente

-A Cullen Corp

Ella hizo un gesto algo raro, una mezcla de algo que no supe distinguir

El tren se detuvo en la 79 y Columbus Circle

-Bueno, aquí me bajo yo- me levanté de mi asiento y salí por las puertas.

Miré mi reloj y ¡oh! ¡Quedaban tres minutos para las ocho! Tendría que correr porque si no llegaría muy tarde, entre el enorme bullicio de gente que subía y bajaba por las escaleras del subterráneo estaba yo, literalmente corriendo cuesta arriba y entonces...¡mierda!¡Mierda!¡Mierda! Mi tobillo se dobló y el tacón se rompió ¡el tacón de mis adorados Pigalle se rompió! Terminé de subir a trompicones las escaleras y por fin salí a la calle, me recargué sobre un poste y sobé mi tobillo, miré el tacón y bufé, ¿cómo llegar con el zapato roto al trabajo? Sabía que era impensable regresarme a casa a cambiarme los zapatos, ya era súper tarde, iba caminando, con cara enojada mirando a medio mundo con el tacón en mano y cojeando, tan sólo me imaginaba las lindas caras de Jessica y Kate al verme llegar, riéndose de mí y haciendo bromas estúpidas.

Seguí con mi camino, esperé a que diera el alto el semáforo para poder cruzar la calle, un idiota pasó en su carro a toda velocidad sobre un charco de agua y ¡me mojó el abrigo y las piernas! Genial, ahora estaba manchada toda de agua sucia y encima con un tacón roto, apreté los puños, estaba ahora si enojada, mi mañana había empezado normal y ahora era un total desastre, mi ropa estaba sucia, mis zapatos rotos y encima ya se me había hecho tarde, Edward estaría enfadado ya.

Cinco o seis minutos más caminando y llegué por fin a Cullen Corp, al parecer mi desastrosa mañana no había acabado, al llegar a la recepción mi pié desnudo golpeó contra una de las patas de las sillas de la sala de espera ¡Auch! ¡Mi pié! Sólo cerré los ojos para no gritar y no sé exactamente con que ojos había mirado a Cindy que cuando me vio inmediatamente volteó la vista para otro lado.

Hice mi recorrido habitual hacia mi escritorio, como lo había predicho Kate y Jessica se mofaron de mí

-¡Bella! ¿Esa es la última tendencia otoño-invierno?- dijo Kate con burla

-Si Bella, ¿zapato roto y abrigo mojado? Te ves espectacular- completó Jessica

Forcé una risa -¿Qué acaso ustedes "par de muñecas infladas" no pueden hacer otra cosa más que molestar? ¿Cuál es el último grito de la moda para vosotras? ¿Escotes hasta el ombligo y pantalones dos tallas menos para realzar su flaco trasero?- cerré la boca cuando me di cuenta de lo que había dicho ¡Whoa! Blancanieves y la Madrastra chocaron las manos y me alzaron los pulgares en felicitación.

Kate y Jessica abrieron la boca y luego la cerraron, no dijeron nada y voltearon la mirada hacia su computador. Exhalé, se lo tenían bien merecido, dejé mis cosas en mi escritorio y luego me dirigí hacia la oficina de Edward, preparándome para tal vez un buen regaño por llegar tarde y no era para menos, eran casi las 8:20, toqué con los nudillos

-Adelante Isabella- ¡Uff! Por su voz se notaba que si estaba enojado... y mucho. Espera ¿cómo sabía que era yo?

Corrí la puerta y entré, cerrándola a mis espaldas, Edward estaba como casi siempre, con las manos en sus bolsillos, de espaldas a mí y mirando a través de los cristales.

-¿Por qué tan tarde Isabella? ¿En dónde estabas?- yo no hice ningún ruido ni contesté, estaba concentrada en no mostrar el dolor que aún tenía en mi pie, en eso, Edward se volteó hacia mí, sus ojos me fulminaron, me miró de arriba abajo y volvió a subir la vista a mi rostro. Su expresión de enfado se había desvanecido por completo y en vez de eso, ahora su labio inferior temblaba, se llevó el dedo índice a la boca pero no pudo controlarse y soltó entonces una enorme carcajada.

Torcí la boca ¿el también se estaba riendo de mi? Puse mis brazos en jarras y alcé una ceja

-¿Te parece muy divertido?

El seguía en su fiesta feliz

-¿Qué... qué te pasó?- la risa no desaparecía de su voz

-Más bien que no me pasó. ¡Se me rompió el tacón, me mojó un auto y me tropecé con una silla!- grité indignada

El soltó otra carcajada, entonces me concentré en su rostro, se veía inmensamente hermoso sonriendo, de pronto se me quitó el enojo y yo también comencé a reír, si, era la verdad, me veía desastrosa, Edward caminó hasta donde estaba y me besó, ese beso terminó por disipar el mal humor.

-Perdona Isabella pero...- rió -Te ves... estás empapada

-Sí, ya lo sé, por eso he llegado tarde

Edward se separó de mi y tomó el teléfono -Necesitas cambiarte de ropa Isabella, te resfriarás- marcó un número -Si... necesito ropa lo antes posible...colección otoño-invierno dese luego, lo mejor que tenga, talla cuatro- y colgó

-¿A quién has llamado?- pregunté

-A la tienda de Hoss Intropia- dió la vuelta a su escritorio y se sentó en la silla, me quedé en mi lugar unos segundos, luego di la vuelta e hice el ademán de irme

-¿A dónde te crees que vas?

-A trabajar- contesté como si fuera lo más obvio del mundo

-No señorita Swan, te quedarás aquí a esperar a que traigan tu ropa, ven- invitó. Caminé hacia él y me senté frente suyo sobre la mesa, acarició mi pierna

-Y dime, ¿qué te ha pasado exactamente?

Suspiré – Pues veras, yo quería hoy estar bonita para ti, me retrase un poco, salí corriendo de casa para tomar el metro, hasta ahí todo bien, pero cuando salí del metro era aun mas tarde, corrí por las escaleras para salir a la calle y subiendo se me rompió un tacón, luego seguí corriendo esperando para poder cruzar la calle un coche paso y me puso perdida de agua sucia, ¡Mi precioso abrigo!- Él esbozo una sonrisa que más que eso, era el principio de otra carcajada que no se cómo contuvo -y para terminar con mi horrible comienzo de mañana, llegando a la recepción de abajo, me he pegado en mi pie- otra vez estaba el temblor de su barbilla, esta vez no pudo más y otra vez se lanzo a reír, la verdad es que no era para menos, ni en una de las mejores escenas de cualquier película cómica, habría salido todo esto, pero inmediatamente paro su risa al ver mi expresión de dolor que en ese momento no pude disimular, me dolía el pie de verdad, era el mismo que me torcí al romperse el tacón y el que me golpee en la entrada

-¿Te duele mucho?- me preguntó

Asentí

-¿Qué pie?

-El derecho

Tomó mi pie entre sus manos y comenzó a masajearlo -¿Se siente mejor?- me quitó mi destrozado zapato

Cerré los ojos, hace mucho que nadie me daba un masaje tan delicioso en los pies. Mejor dicho, nunca.

-Mucho más que eso, se siente fantástico

Masajeó mi pie por unos momentos más y luego posó sus labios sobre él y besó uno a uno mis dedos, me aferré fuerte del borde del escritorio, ¡Mierda! Esto me estaba excitando.

-Edward- dije suave -Para- El subió besando ahora mi entrepierna, me deshizo el nudo del cinturón del abrigo y me lo quitó, lanzándolo a no sé dónde, me acostó en el escritorio, haciendo a un lado todos los papeles y el laptop, subió a mi boca y comenzó a devorarla tan voraz y velozmente que no me daba oportunidad para mover los labios y corresponderle.

-Oh Isabella, eres cruel, ¡dos malditos días sin tocar tu piel!- volvió a besar -Sin estar dentro tuyo... pero eso acaba ahora mismo- tomó mis caderas y me jaló hacia abajo, colocándose entre mis muslos y desabrochándose la bragueta del pantalón, comenzó a frotarse contra mí, cerré los ojos cuando el lamió mi cuello y entonces... tocaron a la puerta ¡Doble mierda!

Edward paró al instante, como pude me levanté y me lo quité de encima, me bajé la falda, Edward se abrochó el pantalón y se acomodó el cabello, ambos nos separamos lo más posible, tocaron por segunda vez a la puerta.

-Adelante- dijo Edward

La puerta se abrió, un joven con una caja en brazos y un porta trajes al hombro entró, se nos quedó viendo a ambos, me debo imaginar la escena que estaba viendo el pobre, Edward con el cabello hecho un desastre, yo con la falda maltrecha e igual despeinada y sin zapatos, algunos papeles tirados en el suelo y ¡carajo! Mi abrigo estaba también en el piso, lo único que pude hacer fue sonreírle amablemente.

-Señor Cullen- titubeó -¿Dónde pongo esto?

Edward señaló al sillón de cuero negro que estaba en el costado derecho de la oficina. El chico hizo caso y lo puso ahí.

-Gracias Paul- le dijo Edward, el chico asintió con la cabeza, me miró un segundo a mí y luego se marchó

Edward tenía una sonrisa en la cara, lo miré sin poder creérmelo del todo.

-¿Cómo es que puedes sonreír? ¿No te das cuenta de que estuvieron a punto de descubrirnos?- pregunté

Él le restó importancia -No me importa, ahora...- se acercó a mi -¿En que estábamos?- me alejé

-No Cullen, ahora no ¡estamos en el trabajo! Tengo que ir a cambiarme- tomé la ropa de encima del sillón y la caja de zapatos

-Cámbiate en mi baño- ordenó

-¿Qué?

-Que te cambies aquí, en mi baño, quiero ver qué tal te queda lo que te han traído- el recargó la cadera en el escritorio

-Bien- dije, me dirigí hacia el baño, estaba a punto de cerrar la puerta hasta que Edward interpuso un pie

-¡Edward!

El entró de lleno y cerró la puerta -Sólo quiero ver- dijo inocentemente mientras se sentaba en la tapa del sanitario

Suspiré, después de todo ¿qué más podía hacer en ese momento? Con Edward frente mío comencé a desvestirme, bajé el cierre del vestido y lo deslicé hasta el suelo, abrí la bolsa y saqué las prendas que Edward me había comprado, me quedé sin palabras, el conjunto era hermosamente perfecto, una blusa casi transparente color crema con detalles de puntos, falda en A hasta medio muslo del mismo color y un cinturón delgado, me puse la blusa, estaba a punto de ponerme la falda...

-No- musitó -Ponte las medias también por favor- me tendió la dicha prenda, que era de color tierra, arquee una ceja -No pensabas que te dejaría andar con esa falda tan corta por ahí ¿verdad?

Solté el aire y negué con la cabeza, me puse las medias y luego terminé de ponerme la falda, que en efecto, si era muy corta, Edward tenía razón, luego abrí la caja de zapatos, ¡eran unos Louboutin!

-Sé que te encanta esa marca- dijo, al ver mi cara de ilusión

-Gracias Edward

-No se merecen

Me calcé los zapatos, que junto con la ropa quedaban perfectos, ya, estaba lista

-Muchas gracias Edward, prometo que te pagaré la ropa- puso una mano frente a mí para pararme

-No hay ninguna necesidad de hacer eso, es un regalo Isabella, me encanta regalarte cosas

No contesté, ya encontraría una forma de reembolsarle todo el dinero, Edward se puso de pie y acarició mi cuello.

-¿Por qué no llevas el colgante que te he regalado?

Mordí mi labio -Lo he olvidado en casa

-Necesito que lo traigas puesto en todo momento ¿de acuerdo?

-¿Por qué?

-Porque te lo he regalado para que lo lleves puesto

-Está bien- contesté, recogí el vestido del suelo y abrí la puerta, Edward salió detrás de mí.

-Ahora si me voy a trabajar

-No, aún no, siéntate, tenemos que hablar- ordenó

-Edward pero... tenemos trabajo

-Mi trabajo lo he terminado en el fin de semana, no tenía otra cosa que hacer, tu trabajo está muy adelantado ya, el resto puede hacerlo Kate y Jessica.

Rodeé los ojos e hice una mueca de desespero mientras me sentaba en el sofá

-Vuelve a hacer eso Isabella y en menos de un segundo tendrás la marca de mi mano en tu lindo trasero

Bajé la cabeza ¿Me había amenazado? Edward vino a sentarse a mi lado y se giró hacia mí

-Ahora Isabella, dime todo en lo que pensaste el fin de semana a cerca de nosotros

-Primero tú dime algo- dije -¿A qué hora te fuiste esta mañana?

Sonrió -Cinco y media tal vez, ahora contéstame tu

-¿Por qué no te despediste de mi?

-Por que estabas profundamente dormida Isabella, contéstame ya

Comencé a jugar con mis dedos -En definitiva y creo que te lo dejé claro ayer, no me alejaré de ti- Edward me sonrió -Tampoco lucharé más contra tus constantes celos, porque son una batalla perdida pero quiero por favor que me dejes más... libre... no lo sé... yo te diré con anticipación dónde estaré y así tu estarás tranquilo, puedes comprobarlo por celular...

-¿Vas a salir a algún lado estos días?- preguntó

-Tal vez sí, necesito ir a comer con Alice y Rosalie, me interesa mucho hablar con ella para aclararle todo, Alice me ha dicho que Rose no se lo ha tomado bien

-No te tiene porque importar lo que ella piense

-Si Edward, si tiene, me importa, iba de lo más bien con ella y ahora... creo que me odia, necesito arreglarlo, además, es tú familia, también debería importarte

-Rosalie es mi cuñada, no es nada mío

-Bueno pero ¿y qué tal Emmet? El tampoco parece haberse tomado todo bien

-Isabella, sabes perfectamente lo que Emmet piensa respecto a nosotros y por qué

Me callé, no quería hablar ahora de eso

-¿Y qué tal lo llevas con lo de... James? ¿Me crees todo lo que te he dicho verdad?

¡Maldición! ¡Que no quiero hablar de eso! –Sí, te creo

El asintió.

-Edward... aprovechando que ya estamos aquí... te quería avisar que mi papá vendrá a mi ceremonia de fin de semestre y...- haber como lo digo -Me gustaría que tú también fueras para... que ambos se conozcan

Muy por el contrario a lo que esperaba, los ojos de Edward brillaron y su sonrisa se ensanchó -¿Me presentarás ante tu padre?

-Si

-¿Cómo tu novio?

-Si- reí -Eso es lo que somos ¿no?

-Bueno, entonces tendré que trabajar en mi discurso de presentación ante tu padre

-¿Qué discurso?

-Si Swan, me tengo que ver como alguien serio y respetable ese día

-¡Ja! ¿Tu respetable?- dije. Al parecer habíamos pasado a terreno suave

-¿Qué dices? ¿Qué no lo soy?- hizo un gesto de falsa ofensa -Hay que cambiar la percepción que tienes de mi

Se lanzó hacía mi tumbándome en el sillón y arrastrándome debajo de él, mordió mi oreja.

-¿Y ahora Isabella? ¿Soy respetable?

Me reí -No

Mordió mi mentón -¿Qué tal ahora?

-Mhmh- negué

Mordió mi labio inferior casi hasta el dolor -¿Soy respetable?

Lo miré a los ojos -Un poco tal vez, ahora Edward, antes de que hagamos algo, me voy a trabajar, él me hundió más en el sofá

-Nop. Quédate aquí todo el día, me harás mucho más fácil el trabajo

-Ojalá pudiera- susurré -Pero tengo que ir a mi lugar de trabajo

-Pero si puedes, yo soy el jefe y dueño y si digo que te quedes aquí te quedas aquí

-Edward...- ladeé la cabeza

-Isabella, he estado dos horrorosos días lejos de ti

-No fueron dos días- sonreí -El sábado fuimos a comer y ayer dormiste conmigo

-Pero fueron fracciones del día inútiles, tan sólo unas horas, no vale así que hoy te quedas aquí y punto

OoO

Y ahora lo digo, si alguna vez Edward dice algo, eso será, estoy sentada ahora frente a él con mi laptop en su escritorio.

-¿Cómo va la campaña Isabella?

-Bien, ya está todo listo, la fiesta de presentación será en el New York Palace*

-¿Y el presupuesto?

-Ya se lo he dado a los de finanzas

-¿De cuánto será el gasto total?

¡Uy! Golpe bajo -Edward, traté de ahorrar lo más posible pero...

-¿Cuánto?

-Tres millones- me dolió el estómago de tan sólo decirlo

-Económico

¿?¿?¿?

-¿Qué? ¿Más o menos qué cantidad de dinero es lo suficientemente obscena para ti? ¿Un billón de dólares?

-Tal vez- sonrió y siguió trabajando

OoO

Eran las dos de la tarde.

-Edward ¿no vas a ir a comer?- el paró de escribir

-Claro que sí llama a un restaurante y pide algo

Hice caso, tomé el teléfono

-Para los dos- advirtió

-¿Voy a comer aquí contigo?

-Ya te había dicho que en todo el día no saldrías de aquí, lo que digo lo cumplo

-Ya me di cuenta- contesté -¿Qué quieres que pida?

-Lo que quieras ¿Qué te parece una hamburguesa?

Reí. Marqué el número y ordene dos hamburguesas.

Al poco tiempo llegó la orden y Edward y yo nos pusimos a comer.

Le di un sorbo a mi refresco

-Isabella, quiero que te quedes en mi apartamento toda la semana, hoy por la noche te llevaré el tuyo y recogerás tu ropa

Se me atoró el refresco y me dio tos, cuando me tranquilicé miré a Edward a la cara y dije no con la cabeza.

-Edward pero... ¿y la oficina? ¿Qué pensarán todos cuando nos vean llegar juntos toda la semana?

-Eso ya no importa, que piensen lo que quieran pensar- el hizo a un lado su plato -En breve le diremos a todos lo nuestro, mi familia ya lo sabe, tu papá pronto lo sabrá también, sólo falta hacerlo público

Mi corazón se saltó tres latidos, casi muero -¿Cómo piensas hacer eso? ¡No!

-Pero eso es lo que tú querías

-Sí, lo sé, lo quiero pero... tengo miedo

El se acercó a mí, me acarició la mejilla y metió un mechón de pelo detrás de mi oreja -¿Desde cuándo Mi Bella es alguien a la que le importa lo que piensen o digan los demás?

Sonreí de medio lado -Tienes razón Edward ¡A la porra todo!

-¡Esa es mi Bella!

OoO

Me avergüenzo al admitir que ese día ni Edward y yo trabajamos en realidad, nos mantuvimos dentro de su oficina pero sólo haciendo cosas banales, redactar documentos, organizar la agenda, cuadrar citas, firmar contratos... etc. Poco a poco ambos íbamos notando que la oficina se iba oscureciendo, el sol se metía y afuera, los locales y edificios comenzaba a prender sus luces.

-Puedo decir que este ha sido el mejor día de trabajo que he tenido- susurró

Yo estaba sentada en el sofá sin hacer nada, no tenía que hacer y sonó el teléfono, me apresuré a contestarlo

-Cullen Corpration a sus órdenes- Edward me miraba interrogante desde el otro lado de su oficina

-Soy Jasper ¿Estará por ahí mi hermano?- su voz se oía extraña

-Si... por supuesto- bajé el telefono

-Edward es Jasper

Edward contestó el teléfono

-¿Qué pasa?... No Jasper hoy no puedo... ¡qué te importa!...porque voy a estar con Isabella...no...- se oía desesperado

Me limité a acercarme a los ventanales y mirar

-¡Si Jasper! ¡Isabella y yo vamos a tener sexo esta noche!- y colgó

Me volteé asustada

-¿Edward qué...? ¿Por qué le dijiste eso a Japer?

Se encogió de hombros -Es la verdad, es lo que haremos esta noche

Estaba roja -Eres increíble ¿no tienes pudor?

-No, no tengo, ahora vámonos, ya es hora

Para mi alivio, cuando salimos de la oficina Kate y Jessica ya se habían ido.

OoO

Llegamos al edificio de mi apartamento, Edward detuvo el auto.

-Sólo recoge ropa para una semana y listo

-Si Edward, ya sé- contesté cansada, bajé del auto y entré al edificio.

Abrí la puerta de mi apartamento, directamente me dirigí a mi habitación y saqué una maleta pequeña de tela de mi clóset, comencé a meter ropa para el trabajo y unos cuantos pares de zapatos, mi cepillo de dientes y mi pijama.

En mi mente, la malvada Madrastra me guiñó el ojo al ver que teníamos el cajón de ropa interior en frente nuestro, me dirigí a él y saqué todos los conjuntos que había comprado en Victoria Secret, ya me imaginaba la cara de Edward cuando me viera con ellos puestos.

Terminé de meter todo y mi pobre maleta apenas cerraba, me aseguré de que en el refrigerador no hubiera nada que pudiera echarse a perder, desconecté todo y cerré con llave, una semana sin estar en mi adorado departamento.

Bajé las escaleras de la entrada y me monté al auto de Edward, él me sonrió, coloqué la maleta en los asientos traseros del auto.

-¿Lista?

-Lista

Arrancó, en veinte minutos llegamos a su apartamento, Edward bajó del carro y me abrió la puerta, luego tomó la maleta y se la puso al hombro, subimos por el ascensor.

Llegamos a la sala, Edward encendió la luz.

-¿Quieres cenar algo?

-No, la hamburguesa me ha caído pesada- contesté -Mejor ¿y si nos vamos a dormir? Tengo sueño

-Claro- me tomó de la mano y me llevó hasta la habitación

-Voy a lavarme los dientes- me metí al cuarto de baño y cerré la puerta.

Terminé de cepillarme los dientes y salí de ahí Edward estaba esperándome en la cama, con el pijama ya puesta

-Ya te has puesto el pijama- hice un puchero triste

-¿Por qué?

-Me hubiera gustado ponértela ¡Lástima!

-Señorita Swan, eso siempre se puede solucionar- a la velocidad de la luz Edward se sacó la playera y el pantalón quedando en bóxer -Listo

Mordí mi mejilla interna -Creo que te prefiero así- sonreí

Me dirigí hasta mi maleta, que ahora estaba en el suelo, la abrí y saqué un camisón de satén sencillo en color negro, me quité todo lo que traía encima excepto la ropa interior y me lo colé

-Isabella... vas a hacer que me de un infarto

No contesté, me limité a irme a acostar a su lado y taparme con las cobijas, alcé mi cabeza y le di un beso

-Hasta mañana Edward- me volteé e hice el ademán de dormirme, Edward me tomó por la cintura y me puso debajo suyo

-¿Hasta mañana?- chasqueó la lengua -Oh Isabella, he estado demasiado tiempo sin hacer el amor contigo, en este momento mis últimos planes son dormir

Yo lo sabía, me moría por estar con él -Pero tengo sueño- mentí

-Pues que lastima- se lanzó a mi cuello y subió mi camisón

-Dos malditos días sin estar dentro tuyo Isabella ¡dos!- gritó

-Edward...- cerré los ojos

OoO

Rachel lloraba desde un rincón de la cafetería, se creía a sí misma basura, no tenía trabajo, ni novio, ni familia. Nada.

-El responsable de todo eres tu Cullen- sorbió sus mocos

La mesera se le acercó con rostro preocupado

-Señorita ¿Está usted bien?

-No- la taza de café entre sus manos temblaba

-Es tarde, vamos a cerrar- dijo

-No tengo a dónde ir- más lágrimas derramaron por sus ojos

-¿Hay algo que pueda hacer por usted?

Rachel comenzó a reír tristemente -Si, llame a Edward Cullen y dígale que me devuelva mi vida y mi corazón

OoO

Canción: María Magdalena

Artista: Sandra

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Un beso, Amy W.

Capítulo 12: Una Noche Para Recordar Capítulo 14: Tempus Fugit I

 
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