Tú, Mi Obsesión (+18)

Autor: AmyWelch
Género: + 18
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 27/11/2014
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 72
Visitas: 104644
Capítulos: 29

Edward es un millonario obsesionado con Isabella Swan. Cuando ambos mantienen una relación Isabella se ve sumida por la vigilancia extrema, celos enfermos, el dinero infinito y la megalomanía de Edward Cullen, está dispuesta a soportarlo todo, hasta que se da cuenta de que Edward es el culpable de la muerte de su novio. Pero ella no sabe, que el último plan de Edward es dejarla ir.

Las y los invito a leer mi otra historia:

De Los Bosques De Noruega:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3402

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Capítulo 24: Sálvame

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

Nenas, si ya lo sé…

Espero que disfruten el capi y gracias a todas las que comentan y me agregan a sus favoritos, a las fantasmas un beso enorme.

Un abrazo a mi Beta BEKIS, que es maravillosa. Nena, que disfrutes tus vacaciones.

Un enorme agradecimiento a GLORIACULLEN, quien me ha demostrado en sus comentarios que es una férrea seguidora de esta historia, lo cual me alegra mucho. Nena, sí lees esto quiero darte las gracias de verdad, y no comas ansias con los capis...

A leer.

 

Nací en una gran nube gris
Gritando una canción de amor
Todos los acordes rotos y llantos innombrables
Qué clase de lugar para surgir

Me gustaría permanecer en el anonimato
Y vivir sin vergüenza
Porque ¿qué hay en el nombre?
Yo sigo siendo la misma

 

Todo el mundo te deja abajo
En este agujero breve de una ciudad
Qué diferencia hace salir corriendo
Dime de lo que estás huyendo

 

Llámame cuando me necesites
Llámame lo que quieras
Cariño, créeme
Nada que no haya hecho antes

 

 

 

Capítulo 24: Sálvame

− ¡Ábrelo, papá! ¡Ábrelo!− exclamo emocionada.

Charlie se sonroja un poco ante mi efusividad y rasga el papel de envoltura. Abre la caja rectangular y sus ojos se iluminan al instante.

−Bells− suelta un chiflido por lo bajo –Esta caña es genial. Gracias− y me abraza torpemente con un solo brazo.

Mi pecho se hincha de felicidad y me abrazo aún más a Edward.

Tal vez la casa de Charlie no tenga la mejor decoración navideña, tal vez el árbol no sea el más alegre y tal vez la cena no haya sido la más exuberante pero no hace falta nada de eso, porque tengo todo lo que quiero. Tengo a los dos hombres de mi vida sonriendo y compartiendo conmigo, tengo a mi madre en mi mente y a James en mi corazón. ¿Qué más puedo querer?

Tomo otro obsequio y se lo doy a Edward, él abre los ojos sorprendido. Oh, por favor ¿acaso esperaba que no le diera nada? Desenvuelve la caja con calma, pero se nota en su expresión la avidez. Abre la caja y saca un suéter de lana color crema con cierre metálico. Antes de que tomáramos el vuelo a Forks, cuando pasé a comprar regalos para Charlie, cuando vi ese suéter en la tienda enloquecí. Podría perfectamente imaginarme a Edward con el suéter puesto.

Charlie me da un regalo. Son unas calcetas rojas con un dibujo de Santa Claus saludando, son terriblemente infantiles pero muy cómodas y tiernas. Le doy las gracias a papá y brindamos una vez más, luego, como ya no hay nada más que hacer nos damos las buenas noches y subimos a dormir.

Edward cierra la puerta y me mira con intensidad.

Niego con la cabeza –Edward... ya sabes que no.

−Es navidad− me dice, se acerca a mí y me besa. –Además, ayer lo hicimos en la cocina.

−Fue un momento de debilidad− me defiendo.

−Podemos repetir ese momento de debilidad.

No puedo encontrar alguna forma de distraerlo. Vale, estoy ansiosa por hacer el amor con Edward, pero Charlie sigue despierto y además no quiero incumplir la promesa que le hice… otra vez.

− ¿No tienes un regalo para mí?− grito, arrastrando las palabras.

−Pero a ti no te gustan mis regalos− se ríe en mi cuello.

−Quiero… uno.− suspiro.

Se aleja de mí, me mira extrañado y asiente finalmente. Se da la vuelta y saca algo de su maleta, se da la vuelta y me los da en la mano; son boletos de avión.

− ¿Aspen?− pregunto.

−Era sorpresa… pero creo que ya no.

− ¿Cuándo regresaremos a Nueva York?

−Si por mí fuera, no regresaría nunca− dice con ironía –Pero tranquila, regresaremos en más o menos un mes.

− ¡Un mes! ¿Tanto tiempo?

−Quiero tenerte sólo para mí. ¿Harías eso?

Le guiño un ojo − ¿Por estar contigo? ¡Eso no es ningún sacrificio!

Me alza del suelo y me besa en los labios, sin profundizar.

− ¿Cuánto me amas, Isabella?

− ¿Puedo pensarlo?− bromeo y él me da un apretón entre sus brazos que no llega a dolerme. – De acuerdo… ¡demasiado!

−Eso es muy poco− reclama.

−Bien… ¿qué tal mucho?

−Aún no.− vuelve a apretarme.

Lo abrazo del cuello y lo miro a los ojos –Edward, la verdad es que… no hay palabras que puedan expresar todo lo que te amo. Eres mi vida, mi muerte, mi cielo y mi infierno personal.

Pone su sonrisa ladeada –Esas no son las palabras más románticas del mundo, Swan.

− ¿Y eso qué importa?− me encojo de hombros –Yo no quiero un amor perfecto. ¿Lo quieres tú?

−No− contesta serio.

−Ahí tienes. Es divertido reír contigo, pelear, follar, dejar que me azotes, que me humilles con tu obsceno dinero, que me toques, que me muestres esa parte de ti que le escondes al mundo. Todo es perfectamente imperfecto contigo.− lo beso –Y eres guapo− digo al final.

Edward se resigna a no hacer el amor conmigo esa noche, lo que provoca que sienta su tentativa erección en la parte baja de mi espalda. Se frota contra mí.

−Edward...

−Sólo quiero algo de alivio.

Me muerdo el labio. Una idea perversa me viene a la mente… ¿eso no será sexo o sí? Me doy la vuelta y me subo encima de él, poniendo sus brazos sobre su cabeza.

−Entonces te lo daré− le digo.

Me deslizo hacia abajo por todo su hermoso cuerpo y llego al pantalón de su pijama. Tiro hacia abajo y salen volando en el aire pijama y bóxers. Su miembro se libera ante mí, abro los ojos. ¡Dios!

− ¿Todo para mí?− pregunto.

−Todo, Swan− su respiración es errática, anticipando el momento a continuar.

Y comienzo con mi trabajo oral. Arriba, abajo, enrosco la lengua, él se retuerce, yo me humedezco, beso la parte superior, mi clítoris se hincha con su gruñido mudo; y entonces él se viene en mi boca. Y yo me acabo todo lo que hay. Regreso a su rostro y le doy un beso francés apasionado.

−Buenas noches, querido.

Me tumbo a su lado y él se queda mudo por unos momentos.

−Eso fue… genial− dice nervioso.

−Gracias.

Cierro los ojos y el apaga la débil luz de la lámpara de noche.

−Feliz navidad, Edward.

−Feliz navidad, Bella.

Y ante la felicidad de tener a Edward abrazado a mi cuerpo con fuerza, en una noche de navidad me hace olvidar a Alice y que tengo que llamarla.

OoO

POV Alice.

Me había extrañado el hecho de que Belli me encargara algo tan raro. ¿Vigilar a la tía Anne? No entendía por qué, pero cuando me lo ha pedido por teléfono no he podido negarme. Yo también le he pedido a ella favores vergonzosos y que sólo una verdadera amiga haría.

La verdad es que al principio no le encontrabas sentido a todo esto y hasta llegué a pensar que sería tedioso vigilar a la tía Anne. Cuando llegué de Italia con Jasper a la casa de Esme y Carlisle, Anne ya estaba aquí. Parecía bastante normal, incluso dulce. Ella es guapa, muy guapa y sonríe mucho, fue amable conmigo. Pero conforme han pasado los días me he fijado en otras cosas que me hacen sospechar que de verdad hay razones muy alarmantes para llevar a cabo el favor que me ha pedido Bella.

Algo que no le he contado a mi amiga es que el mismo día que llegué, por la madrugada, todos estaban durmiendo y yo me levanté al baño a hacer pis. Vi una luz encendida y me acerqué a ver quién estaba en esa habitación; y vi a la tía Anne abrazando una almohada y enterrando la nariz en ella. Se me hizo extraño verlo, incluso me dio miedo y regresé a dormir. Al día siguiente hablé con Esme.

−Y dime Esme, ¿de quién es el cuarto que está hasta el fondo del pasillo de arriba?

Ella picaba pimientos para una ensalada, me miró sonriente –De mi bebé− dijo con ternura –De Edward. ¿Por qué?

Trato de disimular mi asombro y mi miedo y encojo los hombros –Simple curiosidad… Siempre me siento intrigada por los cuartos que hay al final de los pasillos de las casas. Monto toda una película de terror en mi cabeza.

Y Esme me cree, porque sabe que me falta un tornillo.

Luego de eso, Anne preguntó el paradero de Edward y se puso furiosa cuando supo la respuesta de que estaba en compañía de su novia, cosa que obviamente le conté a Belli.

Así que ahora, esto no sólo se ha vuelto un favor, ni siquiera lo hago por el simple chisme de saber qué pasa con la tía Anne, no, esto se ha vuelto un verdadero misterio que quiero resolver por el bien de Belli y Edward, porque aunque no sea de mi agrado él está con mi amiga; y si él a ella la hace feliz entonces yo tengo que ayudarlos.

OoO

Ya es de mañana, siento la pálida y a penas caliente luz de Sol filtrarse por la ventana, pero tengo demasiada pereza de despertarme, así que cierro los ojos de nuevo y me abrazo al cálido cuerpo de Edward, pasan unos escasos minutos y cuando me estoy sumergiendo de nuevo en el sueño la puerta se abre y entra Charlie con la bandeja de desayuno en las manos. Me sobresalto y me incorporo de inmediato en la cama; Edward abre los ojos y se siente confundido por un momento, pero cuando por fin entiende lo que está pasando se incorpora igual que yo en la cama, tapándonos con las cobijas.

− ¡Jefe Swan!− exclama.

−¡Papá!− grito −¿p..por…por qué no has tocado?− balbuceo.

−Yo… lo siento, traía el desayuno y…− pero corta la frase y enfoca sus ojos en algún lugar en el suelo; Edward y yo seguimos su mirada al tiempo ¡Doble mierda! ¡Los bóxers de Edward!

Deja la bandeja a un lado y recoge los bóxers del suelo.

−Isabella Swan− oh oh, papá está enojado –Me hiciste una promesa, dijiste que ibas a respetar esta casa.

Me quedo en blanco por un momento, estoy ruborizada al grado máximo. ¿Qué digo, qué digo?

− ¡Son míos!− miento miserablemente.

− ¿Ah sí?− se pasa la lengua por los dientes –Yo no sabía que utilizaras bóxers de hombre con el elástico de Calvin Klein− dice en tono acusatorio.

−Son míos, Charlie− interviene Edward –La verdad es que me los he quitado por la noche− habla sereno –Tenía bastante calor.

Papá alza una ceja − ¿Calor? ¿Aquí en Forks?

−Viví mucho tiempo en Inglaterra y otro poco en Alaska, estoy acostumbrado a los fríos extremos así que…− no termina la frase –No quiero que piense otra cosa, Bella ha mantenido la promesa que le hizo.

Y como Edward tiene un magnífico poder de convicción, Charlie suspira y asiente.

−Está bien, menos mal que ha sido eso. Disculpen por la intromisión, chicos.

Sale del cuarto y me dejo caer en la cama de nuevo, me llevo las manos al rostro.

− ¡Dios mío! ¡Pensé que moriría!

−Tu padre resultó ser una persona comprensible− dice de lo más tranquilo.

−No sabía que habías vivido en Alaska− cambio un poco el tema.

−Nunca lo hice− sonríe –Es el poder de las mentiras disfrazadas con un poco de verdad, Swan.

−Eres un miserable− me carcajeo.

−Gracias− susurra antes de levantarse y ponerse sus bóxers.

OoO

Luego del “pequeño” incidente de la mañana no ha pasado nada más. El día ha pasado tranquilo y quieto, como todo en Forks.

Quiero llevar a Edward a La Push que admire lo bonito de una playa con mar frío y muchas olas. Charlie hoy no ha trabajado y Edward está a su lado viendo el futbol americano. Yo estoy en la cocina haciendo el recalentado de la cena de Nochebuena.

De pronto el celular de Edward suena, él se pone de pie y se dirige a la puerta.

−Es Carlisle− avisa antes de salir.

Sigo con mis ocupaciones, pero no pasa ni un minuto, cuando Edward entra de nuevo como una tromba y sube corriendo las escaleras. Charlie y yo nos quedamos viendo en su dirección.

−Vuelvo en un segundo− digo y subo corriendo las escaleras también.

Abro la puerta de mi cuarto y veo a Edward metiendo todas nuestras cosas en el bolso de viaje.

− ¿Qué haces?− digo.

− ¡Tenemos que irnos, Bella!− exclama Edward mientras mete la ropa en la maleta. Parece fuera de sí completamente. Tengo miedo.

−Edward ¿qué pasa? Dime por favor, me estás asustando.

Él está temblando y tiene una mirada de pánico puro. Dios mío…

−Es… es…− tartamudea –Es mi tía Anne… ella viene para acá.

Me congelo en mi lugar

− ¿Qué?− digo − ¿Cómo que ella viene para acá?

− ¡No lo sé! ¡Maldita sea!− se lleva las manos al cabello y tira fuerte de él. –Tenemos que irnos Bella, tenemos que irnos.

Mis sospechas se confirman del todo. Que Edward actúe así no es normal. Finjo no entender.

− ¿Por qué no quieres ver a tu tía? Es tú familia.

−Ella es una perra− espeta sin mirarme.

Tomo una bocanada de aire − ¿Por qué? ¿Qué hizo?

Aprieta las manos en puños y exhala, alza la vista al techo y una lágrima dura resbala de su mejilla –Esa perra abusó de mí.

Mi mundo se cae a pedazos. No puedo creerlo. No puedo creerlo. Mi niño, mi pobre niño. Corro hacia él y lo abrazo.

−Vámonos− digo sin titubear.

Me doy la vuelta y termino de hacer la maleta, la dejo a un lado y comienzo a hacer la segunda y última maleta.

−Voy a avisarle a papá que nos vamos− le digo, pero él parece no escucharme. Está sentado a la orilla de la cama, con la mirada perdida.

Bajo las escaleras y Charlie ya está de pié.

− ¿Qué sucedió?¿Edward está bien?− papá de verdad está preocupado.

−Sí…esto− me rasco la cabeza –Edward y yo… nos… vamos.

− ¿Tan pronto?

−El padre de Edward llamó y dijo que había problemas en la empresa, tiene que volver y yo con él.− Consigo mentir sin perder el estoicismo.

− ¿No pueden irse en la noche? Es muy repentino todo esto…

−Tenemos que irnos ahora, papá. Lo siento.

Charlie no dice nada más y regresa a sentarse al sillón. Subo de nuevo las escaleras, tomo todas las cosas que mis pertenencias del baño y regreso a mi cuarto. Edward sigue en el mismo lugar.

−Listo. Podemos irnos− anuncio y meto las cosas en la maleta, la cierro y me pongo una chamarra encima, tomo una chamarra de Edward y se la extiendo, pero él no responde, así que acomodo la chaqueta para ponérsela; desliza los brazos por las mangas.

−Gracias− musita.

Suspiro, no puedo soportarlo. Me inclino frente a él.

−Edward… todo va a estar bien. Regresaremos a Nueva York y…

−No− dice sin derecho a discusión.

− ¿Qué?− pregunto.

−No vamos a regresar a Nueva York, ni loco volveré ahí ahora. Nos vamos a Aspen en este momento.

Y luego de repasar la idea en mi cabeza creo que es lo mejor. No serviría de nada regresar ahora, además tengo que hablar con Alice y averiguar por qué la tía estúpida viene a Forks.

−Está bien− exhalo –Voy a bajar un momento. ¿Está bien?

No me contesta.

Tomo ambas maletas y las bajo al primer piso. Busco dentro de la ropa mi celular, tengo cinco llamadas perdidas ¡Mierda! lo tomo y salgo de la casa y camino hacia el bosque. Sólo unos cuantos pasos, necesito privacidad. Busco frenética el número de Alice y pulso la tecla verde.

− ¿Belli?

− ¡Alice! ¡Alice, santo Cielo!

−Belli, lo sé, lo sé. No he podido hacer nada, traté de llamarte pero no contestabas.

− ¿Qué demonios fue lo que pasó?− pregunto.

−La tía Anne le preguntó a Emmet dónde es que estaba Edward, Emmet le respondió y la tía Anne hizo sus maletas y sin más dijo que iría a darle una visita sorpresa a su sobrino.

− ¿Y hace cuánto fue eso?− pregunto preocupada.

−Belli… ella ya debe de estar llegando.

−Alice, pero ella no sabe mi dirección.

−Belli, tu padre es el jefe de policía de un pueblo pequeño. No le será difícil encontrarlos.

−Tengo que irme Alice.

− ¿A dónde irán Edward y tú?− dice preocupada.

−Nos iremos un mes a Aspen− anuncio.

− ¿¡Tanto tiempo!?

−Yo también pensé lo mismo, pero ahora es necesario. Espero que dentro de un mes Anne haya desistido de su plan de ver a Edward y regrese a su exilio.

−Por lo menos Carlisle le ha llamado a Edward, inconscientemente él les ha hecho un favor.

−Lo sé, Alice. Me mantendré en contacto contigo, cualquier emergencia llámame.

Regreso a casa corriendo, Edward ya está abajo y sigue con la mirada perdida, debe de estar pensando en algo muy absorbente.

−Nos vamos, papá− le doy un beso en la mejilla. –El pavo y el relleno ya están listos, puedes servirte en un plato.

−Lo sé Bells, ya les he pedido un taxi para que los lleve al aeropuerto.− Se gira hacia Edward –De verdad deseo que todo esté bien con la compañía.

Creo que ni siquiera se da cuenta de que Charlie le ha dicho algo, por lo que sólo asiente.

El taxi llega y Edward y yo lo abordamos, no hay más despedidas de parte de Charlie.

OoO

Los boletos son de primera clase por lo tanto las fechas de partida pueden moverse.

Edward está en shock, por lo que yo tengo que hacer todos los trámites para subir al avión.

Sólo hay unas tres horas de distancia de aquí a Colorado; el avión se eleva y deja por debajo el tapiz de vida lleno de árboles, musgo, cascadas, playas y ríos que es Forks, y entonces me veo despidiéndome una vez mas del lugar donde nací, porque aunque anhele ver de nuevo a papá se que no volveré en mucho tiempo.

OoO

Edward le da la dirección de su cabaña aquí en Aspen al taxista.

No hemos hablado de nada aún, y no quiero presionarlo. Quiero que se tome su tiempo para asimilar las cosas y para que piense en lo que va a hacer cuando sea hora de volver a New York.

Abre la puerta de la cabaña y deja las maletas a un lado de la entrada. Miro a mí alrededor. Waw.

La cabaña es todo lo que esperaba que fuera y más. Tiene una chimenea, piso de madera oscuro, muebles rústicos y una enorme cama.

−Es preciosa− digo sin pensar.

Edward se sienta en la cama y suspira entrecortadamente.

−No tengo idea de lo que va a pasar. Por primera vez en mi vida no tengo idea de qué hacer.

Camino hasta él –Todo va a estar bien, cariño. La perra de Anne va a irse y todo será normal otra vez.

Me toma de las manos y me mira a los ojos − ¿Por qué no te sorprendiste cuando te dije lo que mi tía Anne me había hecho?

−Porque soy mujer, y porque tengo ese sexto sentido para identificar cuando algo pasa. Y león, yo sabía que ella te había hecho algo malo.

−La quería− me dice.

Cierro los ojos –No es necesario que me lo cuentes si no quieres.

−Quiero hacerlo− responde.

Me siento a su lado en la cama, esperando a que continúe.

−Desde que era niño había estado muy unido a Anne. Ella me quería mucho y en ocasiones era sobreprotectora conmigo, cuando pasó el tiempo y cumplí catorce años dejé de verla sólo como una tía. Ella era hermosa y yo me enamoré de ella…. Incluso llegué a masturbarme imaginándomela. A pesar de todo sabía que no estaba bien, ella era de mi sangre y sabía que era solo un sueño, y así era feliz. No sé cómo ella se dio cuenta que yo la quería y…− su boca se tuerce en una línea –se encargó de...− no completa la frase −Un día en el que no había nadie en casa ella llegó y se desnudó frente a mí, me besó y yo le dije que no quería… que estaba mal…− apretó mi mano –Me amarró las manos y abusó de mí.

Había comenzado a llorar, no sé cuándo.

−No puedo creerlo… Edward.

−Lo mismo se repitió por mucho tiempo, hasta que un día le amenacé con un cuchillo en mano. Le dije que lo haría. Lo hice.

Sus palabras me asustaron.

− ¿Qué hiciste, Edward?

−Ella aún debe tener la cicatriz en el cuello.

− ¿Tú la lastimaste…

−Fue una herida superficial para mi mala suerte− explica. –Le dije que me dejara en paz… y lo hizo. Días después se fue− hace una pausa para tomar aire –Pero me dijo que volvería por mí. Tuve miedo muchos años, ella fue la razón por la que me fui un largo tiempo a Londres sin mantener contacto alguno con mi familia, pasaron tantos años que pensé que no volvería… y ahora, justo cuando mi vida es excelente y soy absolutamente  feliz ella regresa a joderlo todo.

−Ella no va a hacerte nada.

−No me estoy preocupando por mí− murmura –Es por ti.

−Pero ella no me conoce− argumento.

−No importa. No tienes idea de lo loca que ella está… es tan posesiva conmigo que tengo miedo de lo que pueda llegar a hacerte.

Suspiro − ¿Cuándo vas a entenderlo? Soy fuerte, Edward. Muy fuerte. Y si ella regresó para apartarte de mi lado… bueno, no pasará.

− ¿Lo juras?

−Claro que sí.

Me mira con admiración, acaricia mi mejilla y se acerca para besarme, lo hace suavemente; como agradeciéndome que esté con él en momentos tan difíciles. ¿Es que no entiende?

−Siempre voy a estar aquí, nunca voy a dejarte solo.

Poco a poco me recuesta en la cama y acomoda su cuerpo al mío. Me quita la ropa y él se quita la suya. Me acaricia y me susurra palabras tiernas al oído. Separa mis piernas y se acomoda entre ellas, se posiciona en mi entrada.

−No cierres los ojos− dice. Y aunque lo murmura en voz baja sé que es una orden.

Entra en mí rápidamente y se queda quieto.

−Te amo, Bella.

Comienza un vaivén lento y acompasado, sus manos se cierran en mis muslos y mis caderas salen al encuentro con las suyas. En ningún momento perdemos el contacto visual, exhalo sonoramente y él sólo esta en silencio. Sé que está alterado, que sigue nervioso por lo que pueda pasar, y me alegra saber que hacer el amor conmigo le ayude a calmarse un poco.

Con cada embestida me reclama, con cada beso me dice “te quiero”, y con cada mirada me suplica que no lo deje.

No hacen falta las palabras, su rostro está completamente serio y yo me dedico a admirarlo y a disfrutar del momento.

Cuando la fricción se vuelve enloquecedora lo atraigo hacia mí, lo abrazo fuerte y él empuja más rápido.

−Ay… Edward.

Entrelaza sus manos con las mías cuando llegamos al orgasmo, y por su parte son una serie de gemidos entrecortados y fuertes y del mío son jadeos y suspiros.

OoO

Él está sentado en la cama, recargado en la cabecera y yo estoy entre sus piernas. Estamos tapados con una cobija y disfrutando del silencio.

−Me gustaría encerrarte y tenerte para mí nada más. No quiero dejarte salir nunca.
Me abrazo fuerte a él. Dice cosas tan lindas…
−Tengo una fantasía− me dice –Desde aquella vez que te vi en la cocina de Charlie. Me encantaría llegar de trabajar y encontrarte a ti con un bello vestido de flores mientras cocinas algo delicioso y luego te hago el amor sobre la encimera una y otra vez.
Sonrío –Podríamos hacer algo como eso− contesto.
−De hecho… creo que podrías hacerlo exactamente.
− ¿Cómo?− pregunto.
Él toma aire –Cásate conmigo, Bella.
Una vez más el mundo se detiene para mí. Blancanieves entra en coma y por primera vez la Madrastra está muda. Mierda. ¿He oído bien? No contesto absolutamente nada y quiero desaparecer.
− ¿Por qué no me contestas?− pregunta.
−Porque no sé qué decir.
−Dime que sí.
−No puedo.
− ¿Por qué no?
−Porque te pedí tiempo, acabo de renunciar al trabajo; no he terminado mi carrera y ni siquiera hemos vivido juntos.
− ¿Por qué te empeñas tanto en conservar tu libertad? Hace un tiempo estabas a punto de casarte.
−Postergué la boda cuatro años Edward− me defiendo –Además, me gusta conservar mi libertad porque es lo único que poseo. Si la dejo ir así nada más ¿qué seré entonces?
Hace que me gire y pueda verlo a los ojos.
−Antes de conocerte jamás quise compartir mi vida con alguien. Pensé que moriría antes de los cuarenta, encerrado en mi departamento y sólo; jamás pensé en tener hijos, pero cuando los dos pensamos que estabas embarazada me permití imaginarme a mí, casado y con un niño en brazos. Cuando te vi… cambiaste toda la vida como la conocía. Te amo, y te quiero tener para mí el resto de mi vida.
Y ahora estaba llorando de nuevo. ¿Cuándo se acabaría todo esto? ¿Era verdad lo que él decía? ¿En algún momento acabaría el sueño? Y entonces le contesté lo único que podía decir en ese momento.
− ¿Puedo pensarlo?
Él sonrió y besó mi cabeza. –Sí. Puedes. Pero no pongas a prueba mi paciencia.
−No lo haré. Pero primero quiero que vivamos juntos, y luego si las cosas funcionan bien… lo haremos.
− ¿Te casarás conmigo?
− ¿Lo juras?
−Sí.
Me abraza como si dependiera su vida de ello, me toma en sus brazos y vuelve a hacerme el amor.

OoO

Una semana después…
No puedo decir que él en realidad lo esté pasando bien, o por lo menos finja que se está divirtiendo.
Hemos ido a esquiar –cosa que no me gustó mucho ya que ahora tengo las piernas llenas de hematomas−, hemos tomado las aerosillas –cosa que también me dio pánico debido a la altura tremenda−, fuimos a Maroon Bells a disfrutar de la vista e incluso tomé fotos de las montañas, quise pasar un rato agradable con Edward, me esforcé y él simplemente seguía en su mundo; pensando en ella, en Anne. Sé que va a sonar enfermo, pero estoy celosa, ya lo sé, ¿cómo podría estarlo de alguien que abusó de él? Pero él lo ha dicho y yo lo he visto, ella es hermosa y en estos momentos ella ocupa su mente.
Los únicos momentos que en realidad está conmigo es cuando hacemos el amor, y luego todo se acaba. Eso no me gusta, ya no están más esas pláticas hermosas y cursis al final del sexo, ya no hay segundo asalto ni nada. Lo único que pregunta es.
− ¿Cuándo vamos a casarnos?
¿Esto va a ser así? He tratado de sobrellevarlo, en serio, pero simplemente es demasiado. ¿Qué tal si sólo volvemos a Nueva York? No hemos tenido noticias de su molesta tía, y tengo miedo por lo que pueda hacer pero estoy ansiosa de que por fin Edward enfrente a esa perra y le diga lo que siente.
Lo sé, estoy muy estresada. He tenido náuseas los últimos días y me siento mal. Maldito estrés.
− ¿Te gustaría hacer algo hoy?− pregunta cuando termina de lavarse los dientes.
−En realidad estoy muy cansada− me tapo con la cobija –Hace mucho frío ahí fuera.
−Es Aspen en invierno, nena.
−No quiero salir.
−Está bien− me dice, regresa a la cama y me abraza. ¡Y eso es todo!
No quiero forzarlo a hablar, pero además de lo que me dijo cuando llegamos aquí no hay nada más. ¿Por qué no quiere decirme cómo se siente? Yo quiero ayudarlo, pero él me lo hace muy difícil. No sé cuánto más aguantaré esto. Y lo peor de todo es que no me atrevo a pedirle que volvamos a Nueva York, él me dijo antes que nada que no volveríamos en un buen tiempo, pero estoy ansiosa por regresar y retomar la universidad, trabajar y volver a mi ajetreada vida.

OoO

Una semana antes Anne había llegado a Forks, había tocado a la puerta del jefe de policía y anunció ser la tía de Edward. Se decepcionó demasiado cuando Charlie le dijo que hace un par de horas él y su hija había tomado un vuelo con destino desconocido. Anne dio las gracias y dio media vuelta, luego regresó a Nueva York.
En esos momentos estaba de nuevo en la mesa, desayunando junto con toda la familia Cullen, y entonces lo aceptó.
Si Edward, su querido Edward quería alejarse un tiempo… ella lo dejaría, pero cuando el regresara –no importaba cuando− ella estaría ahí, esperándolo. Sabía que todo iba a ser muy fácil, ya había enamorado a Edward una vez y lo haría de nuevo; se desharía de su novia, aunque estaba casi convencida de que eso no era serio, y finalmente se quedaría a su sobrino.

OoO

Días después…
He tomado una decisión, debo hablar con Edward y decirle que esto no está saliendo como yo esperaba.
Por fin él de despierta y me sonríe. Le devuelvo el gesto y pongo cara de “tengo que decirte algo”
− ¿Qué pasa?− me pregunta.
−Edward… esto no está funcionando. Nos tenemos que ir.
−Lo sé. Lo siento. Sé que este no es el viaje de tu vida, que he estado distante, pero no lo hagas. No quiero volver.
−Anne ya debe de estar muy lejos de aquí.
−Eso no lo sabes.
−No hay manera− contesto –Aquí no hay señal.
Toma mi mano y la besa –Iremos a Suiza un tiempo.
Abro los ojos como platos. − ¿Qué? ¿Suiza?
−Es muy bonito allá cuando está nevando. Lo disfrutaremos, necesito salir del país. Por favor.
Me muerdo el labio. Soy consciente de que él lo necesita, y de pronto yo también. No nos hará daño estar un tiempo alejados completamente de todo.
−Está bien. Pero no quiero que sea demasiado tiempo, tengo que volver para la universidad.
−Lo harás, lo prometo.

OoO

− ¿Qué ha caso no te alegras de verme?− pregunta Maggie alzando una ceja –Pareces nervioso.
− ¿A qué estás jugando?− pregunta Jacob –Dilo de una vez, ¿qué quieres? ¿Dinero?
Ella sonríe –Veo que no quieres andarte con rodeos. Pues sí, has dado en el clavo, quiero dinero, aunque no sé de dónde vas a sacarlo.
−Eso a ti no te incumbe− aprieta los labios − ¿Cuánto quieres?
−Un millón.
− ¡¿Te has vuelto loca?!
−Bueno… podría contarle a Charlie Swan por qué el auto de James Witherdale se salió de control, sería una buena nota para esta aburrido pueblo ¿no crees?
Jacob se acerca a ella y le sonríe − ¿Sabes qué es lo que creo? Que aún estás enamorada de mí, podríamos arreglarlo− se inclina para darle un beso y ella se aleja.
−No estoy enamorada de ti. Lo nuestro se acabó esa noche, lo único que quiero es dinero. Tú eres el culpable no yo ¿por qué yo tengo que quedarme en este pueblo de quinta y tú te vas a las grandes ciudades? Merezco lo mismo.
Jacob traga saliva –Un millón y desapareces ¿entendido?
Ella suspira aliviada –Por supuesto que sí− se levanta y toma su bolsa –Pero, esto es por lo viejos tiempos− se inclina y le da un beso, para finalmente salir de la cafetería.
Jacob aprieta los dientes y saca su celular.
− ¿Tanya? Tenemos un problema…sí… no… sólo necesito un millón de dólares ¿los tienes? Perfecto.

OoO

Canción: Remain Nameless

Artista: Florence And The Machine

¿Os gustó? Espero que sí. Sé que el capi es mucho más corto de a lo que es normalmente, pero de ahora en adelante será así, ya que una de las cosas por las que me sentía presionada era porque sentía que era una obligación escribir capis con un mínimo de doce mil palabras. A partir de ahora los capis serán de extensión menor y así podré actualizar más seguido, sé que apenas actualizo una vez por mes y eso está mal. Espero que ustedes estén de acuerdo.

El adelanto el el Blog: amywelchfanfic.blogspot.com

Dejen sus comentarios, votos y favoritos.

Un beso enorme.

Amy W.

Capítulo 23: Bosque Profundo Capítulo 25: ¿Azul o Rosa?

 
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