Tú, Mi Obsesión (+18)

Autor: AmyWelch
Género: + 18
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 27/11/2014
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 72
Visitas: 104647
Capítulos: 29

Edward es un millonario obsesionado con Isabella Swan. Cuando ambos mantienen una relación Isabella se ve sumida por la vigilancia extrema, celos enfermos, el dinero infinito y la megalomanía de Edward Cullen, está dispuesta a soportarlo todo, hasta que se da cuenta de que Edward es el culpable de la muerte de su novio. Pero ella no sabe, que el último plan de Edward es dejarla ir.

Las y los invito a leer mi otra historia:

De Los Bosques De Noruega:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3402

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Capítulo 28: Joven Y Bonita

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

 

He visto el mundo, lo he hecho todo, tengo mi vida realizada ahora

Diamantes relucientes y Bel Air ahora

Las calientes noches de verano a mitad de Julio

Cuando tú y yo éramos por siempre salvajes

Los locos días, las luces de la ciudad,

La manera en la que jugabas conmigo como una niña

Dios, cuando vaya al cielo, por favor déjame traer a mi hombre

Cuando él llegue dime que lo dejarás entrar, Padre, dime si lo harás

Oh, esa gracia, oh, ese cuerpo, oh, esa cara, me hacen querer festejar

Él es mi sol, él me hace brillar como un diamante

¿Me seguirás amando cuando ya no sea joven ni hermosa?

¿Me seguirás amando aún cuando ya no me quede nada más que mí lastimada alma?

Sé que lo harás, sé que lo harás, sé que lo harás…

¿Me seguirás amando cuando ya no sea hermosa?

 

Capítulo 28: Joven Y Bonita.

−¿Y qué harás con esa información?− pregunta Victoria con miedo.

−¿Importa?− responde Tanya jugando con el cigarrillo entre sus dedos.

−Escucha…− murmura –En verdad yo… no quiero hacerle daño a él… sólo lo quiero a mi lado.

Tanya tuerce la boca con desdén y se acerca con amenaza −¿No crees que él se merece una cucharada de su propia medicina?

−¿Cómo vamos a hacer eso?

−Ya lo estamos haciendo. Alguna vez nosotras lo amamos− apunta –Pero él no lo hacía… ahora vamos a arrebatarle lo que él mas ama, como él alguna vez lo hizo con nosotras.

−¿Vas a hacer público eso?− inquiere señalando la grabadora.

−Claro.

−¿Y cómo?

−No será muy difícil− asegura ella –Tengo a un amante rico y loco por mí, además de que a cualquier revista o periódico le gustaría esto− golpea un poco el artefacto.

Victoria asiente mirando hacia el suelo. No está segura de querer hacer todo eso… pero Tanya la tiene en sus manos.

OoO

Han pasado ya un par de semanas y todo ha estado más tranquilo. No sé lo que hizo Edward para evitar que expulsaran a Victoria de la universidad, para que el director no hiciera pública sus adicciones pasadas y sobre todo para que la reputación del profesor Williams y la mía quedara intacta.

Él es mi héroe. Y me he disculpado con él todos los días por mi comportamiento de adolescente sumamente inmadura, él me besa y me dice que todo está bien… pero sé que no es así. Sé que aunque él me salve y me mantenga alejada de todo aquello que puede hacerme daño de alguno u otro modo algo va a pasar.

Rachel está allá afuera seguramente planeando algo de lo que no quiero enterarme. Victoria debe traérselas contra mí y Tanya… bueno, curiosamente ella es la más pasiva en todo esto o así parece ser.

Anne no ha vuelto desde aquella vez para seguir atormentándome con su mirada de demonio y sus palabras llenas de veneno. De solo pensar en ella se me acelera el corazón.

Ahora mismo estoy haciendo ejercicio en la bicicleta estática que Edward tiene en su gimnasio. Le dije al doctor que no quería subir mucho de peso y él me recomendó hacer un poco de actividad física… no sexual.

Edward aparece en el salón con una toalla en la mano y me seca el sudor de la frente.

−Te ves sexy toda sudada− murmura y su aliento fresco me golpea en la cara. Acaba de lavarse los dientes… aunque todavía está en pijama. Mira su reloj –Ya llevas casi una hora aquí ¿no crees que te estás excediendo?

Alzo una ceja −¿Vas a quererme aún cuando esté toda gorda y llena de rollitos?− pedaleo con más fuerza.

−Pero por supuesto que sí− responde y hasta parece ofendido −¿Qué piensas que sólo me interesas porque eres delgada?− niega con la cabeza –Hay Swan… ¿cuándo entenderás que mi amor por ti va mas allá de todo lo físico?

Trago saliva –Como sigas así…− jadeo –… voy a disfrutar de este embarazo a pleno y voy a comerme toda una tarta de chocolate yo sola y no va a importarme.

Alza sus manos enseñándome las palmas –No estoy deteniéndote.

Ladeo la cabeza y lo esquivo con la mirada mientras continuo pedaleando.

−Hoy es sábado− dice −¿Te gustaría ir a algún lado?

Encojo los hombros –No lo sé… ¿qué sugerirías?

−¿Qué tal ir al cine?

−Sí. Genial.− me detengo y bajo de la bicicleta. Me limpio con la toalla –Voy a bañarme.

−Te acompaño− me toma de la cintura y me besa debajo de la oreja.

OoO

Abro la llave del agua y Edward toma el jabón de ducha, se embadurna las manos con él hasta hacer espuma y comienza a pasarla por todo mi cuerpo, enfatizando en los pezones que se endurecen por su contacto.

Pego mi espalda a su pecho mientras dejo que él me acaricie.

−¿Qué sientes?− pregunta.

−Un cosquilleo− respondo –un cosquilleo agradable.

−¿Te excita?− susurra en mi oído con voz pesada.

−Mucho.

Continúa con su lento masaje, baja sus manos por mi vientre y luego, evitando mi entrepierna continúa por la forma redonda de mis nalgas y poco a poco, mientras besa mi espalda, baja sus manos por mis piernas y sube de nuevo, por la parte de enfrente. Cuando está de nuevo en mi trasero siento como un dedo suyo me acaricia ahí.

Doy un respingo. Él sube y coloca su boca en mi oído y vuelve a acariciarme ahí.

−¿Sabes?− musita –Esto iba a ir incluido en nuestra sesión en mi habitación negra. De hecho, planeaba hacerte llegar al orgasmo así.

Abro los ojos como platos. Mierda santa. Íbamos a tener sexo, él iba a cogerme por ahí… Blancanieves se siente aliviada de que dicha sesión se haya visto interrumpida mientras que la Madrastra maldice a los cuatro vientos.

−¿Te gustaría?− pregunta.

Niego lentamente –No… lo sé.

Sonríe de oreja a oreja –Cierto. Mi Bella es inocente, y nunca antes nadie te había tocado.

Sonrío yo también −¿Eso te encanta, verdad?

−¿El qué?

−El que hayas sido mi primero− respondo y me giro para quedar de frente a él −¿Qué hubieras hecho de no ser así? Si yo… ya hubiera tenido sexo antes de ti.

Él mira hacia arriba y piensa por un momento. Segundos después baja su cabeza y me besa fervientemente, cuando se separa de mí me mira con sus ojos verdes con las pupilas dilatadas, me toma por la cintura y me da la vuelta, apoyando mis manos en el azulejo y con mi espalda pegada a su pecho.

Se inclina y me dice: −Si yo no hubiera sido el primero me hubiera vuelto loco de atar y no hubiera parado hasta encontrar al bastardo.

Amasa uno de mis senos.

−¿Por qué bastardo?− pregunto inocente.

−Porque eras pura y prístina, lo sigues siendo, pero yo llegué a corromperte con sexo sucio y pervertido. Incluso a mí mismo me considero un bastardo por haberte arrancado la virginidad.− besa mi cuello.

−Pero yo te dejé que lo hicieras− respondo.

−Y no sabes cuán afortunado me siento por eso, pero no dejo de ser un bastardo.

Y así en esa posición como estamos Edward me eleva un poco contra el frío azulejo y me penetra desde atrás. Suelto un gemido agudo.

−Pero adoro poseerte de esta forma… aunque sepa que cada vez que te cojo− se impulsa dentro de mí −… te arrebato un pedazo de tu alma.

−Edward…− jadeo cuando lo siento en lo más profundo. Mi corazón late rápido y puedo sentirlo persiguiendo aquellas luces veloces que nublan mis ojos de placer.

Estoy a punto de correrme, y mi centro se contrae con espasmos.

−No, nena− gruñe –No todavía.− pasa sus brazos por debajo de mis axilas y me pega hacia su pecho, su boca de aliento cálido roza mi oreja cada vez que él gime.

−Por favor… − cierro los ojos con fuerza y elevo mis brazos y los envuelvo en su cuello.

−No− ordena con voz firme –Me gusta creer…− me embiste –que aún tengo el poder… aunque sea sólo por un momento.

Enredo mis dedos en su cabello y jalo un poco –Por favor… te lo suplico…

Y entra otra vez, bruscamente –Pero tú me lo pones tan difícil…

−Edward… voy a...− pero él me tapa la boca.

−Shht−  aminora el ritmo –Déjame sentirte, Bella− me suelta y deja que mis manos se recarguen de nuevo en el azulejo, me hace un poco hacia atrás y su brazo atraviesa mi vientre y toma mi cintura.

−Córrete cuando quieras… Bella− dice y vuelve a recuperar su ritmo delicioso y las luces veloces ciegan mis ojos otra vez.

OoO

Edward y yo caminamos de la mano hasta el cine.

−¿Cuál te gustaría ver?− me pregunta.

Yo miro con detenimiento la cartelera –Esa− señalo.

−¿El Gran Gatsby?− repite extrañado.

−¿No has leído el libro?− digo sorprendida −¡Es una obra maestra!

−Si está basada en un libro se supone que ya sabes cómo termina… ¿entonces por qué quieres verla?

−Porque quiero saber cómo es que la han adaptado para esta versión… además Leonardo DiCaprio me encanta− le guiño un ojo.

Ladea la cabeza –Bien. El Gran Gatsby será.

OoO

La sala de cine está llena y las palomitas que reposan en mis piernas están por acabarse. Ni siquiera miro el recipiente porque mi vista está concentrada en la pantalla. Gatsby mira a Daisy como cualquier chica quiere ser mirada. Ella corre hacia la gran mansión y él simplemente no puede creerse que ella esté allí… con él. Unas notas suaves van en aumento mientras la escena avanza y la música comienza.

−¡Hay que decirle a alguien que toque el piano!− Daisy alza las manos y da vueltas sobre el salón  −¡Y podemos bailar y bailar toda la noche!

¿Me seguirás amando cuando ya no sea joven ni hermosa?

¿Me seguirás amando aún cuando ya no me quede nada más que mí lastimada alma?

Sé que lo harás, sé que lo harás, sé que lo harás…

¿Me seguirás amando cuando ya no sea hermosa?

Después, antes de que me dé cuenta ya estoy llorando en la escena en la que Daisy le dice a Gatsby que nunca podría decir que jamás ha amado a Tom, ni siquiera a solas, porque estaría mintiéndole.

−¡Oh, Jay, me pides demasiado!− exclama llorando –Te amo ahora ¿acaso eso no es suficiente?

Y lloro con más ganas cuando Gatsby mira a Daisy sin poder creerse lo que está pasando.

−¿Me amabas a mí también?− dice la última palabra con dolor.

Edward se da cuenta de que estoy llorando y en vez de que me ruede los ojos o me diga algo me atrae hacia su pecho y me besa la cabeza.

Cuando la película está en sus minutos finales, cuando Nick se acerca hacia el muelle imaginándose que Gatsby aún está allí contemplando la luz verde me doy cuenta de que mis mejillas están empapadas de lágrimas.

La película termina y me doy cuenta de que no soy la única que está llorando pero aún así me siento patética. Edward y yo salimos del cine.

−¿Pero por qué lloras?− me pregunta mirándome a los ojos.

−La película es muy emotiva ¿no te parece?

−¿Toda la película?− dice la primer palabra con algo de burla –Es que… estuviste llorando desde que empezó.

−¿Acaso la escena del reencuentro no te causó emoción?

Niega con la cabeza –No.

−¿Ni siquiera cuando le hicieron eso a Gatsby?− exclamo con sorpresa.

−Bella, en realidad casi no he visto la película. Me la pasé viéndote a ti, tú y sólo tú eres lo que quiero admirar por siempre.

Y entonces sus ojos me miran exactamente de la misma forma en la que Gatsby miraba a Daisy… como si ella fuera un ángel… una persona que estuviera iluminando su vida.

Me acerco a él y me paro en puntas.

−Te amo, Edward. Te amo mucho.

Me abraza –Yo también, Bella, siempre.

Lo miro fijamente y luego dirijo mis ojos hacia el suelo –Perdóname, Edward. Perdóname− lloro con más ganas.

−¿Pero por qué?− dice confundido.

−Porque hasta ahora puedo darme cuenta de que tú estás por encima de todo. Por encima de cualquier héroe literario del que alguna vez estuve enamorada, por encima de cualquier actor− señalo el póster de una película de la cartelera –Por encima de cualquier maestro− completo –Perdóname por lo que hice. Fue estúpido y jamás volveré a decepcionarte.

Arruga la frente –Bella, tú nunca me has decepcionado.

Interpongo una mano frente a su rostro para que se calle.

−No me digas de nuevo que no tengo por qué disculparme. Sólo dime que me perdonas. Lo necesito.

Luego de eternos segundos asiente lentamente –Claro que sí. Te perdono.

Al instante una sonrisa se extiende por mi rostro y después por el suyo también. Me atrae hacia él y comenzamos a caminar.

−Este embarazo va a volverme loco− bufa –Por un lado me encanta que todo el tiempo quieras sexo y por el otro… Dios, incluso parece que estás más testaruda que antes… si fuera posible.

OoO

Días después…

−¡Maldita sea!− un grito apagado llega a mis oídos y obviamente es de Edward.

Preocupada, detengo mis ejercicios en la caminadora y me seco con la toalla. Encuentro a Edward en la cocina y un olor a papel quemado llega a mi nariz.

−¿Qué pasa?− digo mientras intento ver el origen del olor, pronto lo hago. En el cesto de la basura están los restos de una hoja de papel periódico, mayormente cenizas.

−Tengo que irme a la empresa− dice apresurado mientras me pasa de largo y entra al ascensor.

−Edward pero…− mi voz resuena en el eco de la casa. Las puertas del ascensor ya se han cerrado.

Frunzo el ceño, ¿qué pasó? No lo entiendo.

Estoy a punto de meterme a bañar cuando el teléfono suena.

−¿Sí?

−Bella, soy Alice− su voz suena con prisa y mi sexto sentido intuye que eso tiene que ver con la reacción de Edward hace un rato.

−¿Ya has visto el periódico?− pregunta preocupada.

−No− la pregunta me suena extraña. ¿Periódico?

−Bien. ¿Qué tal si nos tomamos un café?

−Sí, claro− contesto –¿En dónde?

Cuando ella me da el nombre de la cafetería ni siquiera se despide y cuelga.

Me quedo mirando hacia el auricular y luego, aún confundida, lo cuelgo y me meto a bañar.

Me pongo un vestido de Chanel con cuentas de colores y unos zapatos de tacón bajo de Miu Miu en tono rosa pálido.

Me quedo unos segundos admirando mi vientre frente al espejo y pongo una mano sobre mi abdomen todavía sin crecer.

−Te amo, bebé− susurro, siendo la primera vez que le he hablado −¿Sabes? Tú papá te ama también. Vas a hacernos muy felices… y tal vez tú seas capaz de traernos paz.− le digo otro poco de cosas y palabras de cariño antes de comenzar a maquillarme, ponerme mi perfume Flower by Kenzo y dejarme el cabello suelto, aplicando solo un poco de mousse.

Tomo un taxi que me deja en la primera avenida y casi enfrente de la cafetería en la que he quedado con Alice.

Entro al local, y ella aún no llega, mientras tanto pido solamente una bebida de kiwi con fresa.

Cinco minutos después, tal vez un poco más, Alice llega a la mesa y se sienta, aún con el periódico en sus manos y una revista de prensa rosa.

−Belli− me da un beso en la mejilla y se quita los lentes.

−¿Y luego?− digo señalando la revista y el periódico −¿Estás vendiéndolos?− pregunto en broma, pero ella no ríe y más bien tuerce la boca.

−¿Qué pasa, Alice? ¿Puedes decirme ya?

Ella desliza el periódico y la revista sobre la mesa, poniéndolos frente a mis ojos. Lo que capto a primera vista es el encabezado en letras grandes y de color: “A Cullen le gusta DURO”

El aire se me va cuando creo entender de lo que está hablando, miro a Alice con miedo y ella se muerde el labio.

−Léelo, Belli.

“…No es sorpresa enterarnos de que muchas de las estrellas de Hollywood, millonarios, empresarios y socialités tengan gustos variados en lo que al ámbito del sexo se refiere, incluso nosotros podríamos incluirnos en dicho apartado. A unos les gusta jugar con la crema batida y las fresas y a otros vendarse los ojos. Pero el tema central de este artículo son los gustos sexuales recientemente revelados del soltero más codiciado de Nueva York y puede que de todo el país: Edward Cullen que hace poco estuvo en la portada de esta revista debido a que durante un evento social reveló su relación con su en ese entonces asistente personal, Isabella Swan. Ayer llegó a nuestras oficinas la información de que Edward Cullen practica o practicaba lo que últimamente se ha puesto muy de moda, el llamado BDSM (Bondage, Dominación, Sumisión y Sadismo, Masoquismo, por sus siglas) Una práctica sexual que seguramente es más común de lo que parece, pero parece que Cullen ha llegado a extremos ya que nos enteramos por un informante anónimo que en más de una ocasión Edward dejó marcas y cicatrices en el cuerpo a su ex novia Victoria Sutherland, algo que además de ser prohibido en las prácticas del BDSM, también se puede llamar como violencia física.

Es muy posible que la actual novia, Bella Swan, también haga estas prácticas con el millonario pero ¿será que también la ha lastimado a ella? Seguramente nos enteraremos pronto, por ahora mi duda es: ¿Será que acaso Victoria Sutherland levantará una denuncia en contra de Cullen, o todo se quedará como un simple artículo de revista?...”

Dejo la revista y no me molesto en ver la página seis del periódico. Me llevo las manos a la cabeza.

−No puede ser…− murmuro.

−¿Esto es verdad, Belli?− pregunta Alice con temor.

La miro pero no le contesto. ¿Qué diría? “Sí, Alice, a tu hermano le gusta cogerme duro y azotarme,  pero no sé si lastimó a Victoria o no”

Ella mira hacia el suelo, supongo que tomando mi silencio como un sí. Me levanto, obviamente sabiendo ya que esto es lo que Edward quería esconderme esta mañana.

−Necesito hablar con Edward. Tengo que irme− me levanto de la mesa y ella no hace ningún intento por detenerme.

En cuanto abro la puerta de la cafetería toda una comunidad de reporteros y camarógrafos se abalanzan sobre mí.

−¿Es cierto lo que dicen los periódicos?...

−…¿Edward te ha lastimado alguna vez?

−…¿Tienes marcas por todo el cuerpo?

−…Bella− dice una reportera −…¿Es cierto que estás embarazada?

Me quedo atónita unos momentos y me tapo el rostro con una mano mientras intento salir de esa nube de gente.

¿Cómo es que saben que estoy embarazada? Aún no se me nota.

OoO

Voy al departamento y espero a que Edward llegue. Sé que todo esto es obra de Victoria, estoy tan cabreada en este momento que no sé lo que sería capaz de hacerle a ella o a cualquiera.

Me preparo un té para calmarme y me cambio los zapatos por unas pantuflas más cómodas.

Me siento en el sillón y el teléfono suena, no me levanto. Quien sea, no quiero hablar ahora… entonces suena la contestadora.

−Bella, soy Esme, estoy muy preocupada por ti y por Edward… llámenme en cuanto puedan.

El teléfono suena otra infinidad de veces, pero no contesto en ninguna ocasión. La bandeja de la contestadora está llena.

−Belli, se que no tuve la mejor reacción. Perdóname y por favor, contesta el teléfono.

−¿Bella? Mierda, ¿por qué no contestas? soy Rosalie… estoy viendo la televisión. ¿Cómo supieron que estabas embarazada?

Doble mierda, lo que faltaba. Ahora también estaba en la televisión.

−Te lo advertí, Isabella. ¿Ahora lo ves?− la voz profunda y clara de Anne resonaba en el teléfono y alteraba mi corazón –Hasta el momento no he movido ni un dedo, y mira lo que está pasando. Tú lo dijiste, Edward está jodido ¿cuánto tiempo más es el que podrás soportar? ¿Cuál será la punta del iceberg? Continúa esperando si quieres… ya veremos.

Me toco el vientre.

−¿Por qué?− susurro −¿Por qué es que todo es tan difícil pequeño bebé?− acaricio mi estómago y cierro los ojos tratando de recuperar algo de calma –Pero tu papi va a defendernos− susurro –Sí, él lo hará.

OoO

Es de noche ya, y las luces resplandecen sobre el suelo de mármol del departamento, la lucecita roja del ascensor hace un pequeño “bip” antes de que las puertas se abran. Edward entra, con la corbata floja y el saco en la mano, el cabello terriblemente despeinado.

−Bella, mi amor− camina hacia mí y se inclina para darme beso, pero lo evado.

−¿Estuviste bebiendo?− pregunto sorprendida, y no para bien.

Pero él no me responde y lo que hace es caminar alrededor de la sala buscando algo que no comprendo.

−¿Qué haces?

No me contesta y entonces pierdo la paciencia y me levanto del sillón.

−¿Edward? ¿Qué buscas?

Él se gira hacia mí, balanceándose sobre sus pies −¿Dónde están tus maletas? ¡Dónde!

Me hago hacia atrás ¿cuáles maletas? Él camina hacia mí, esta vez hasta arrinconarme contra la pared, luego, tirando su corbata y su saco sobre el suelo se deja caer de rodillas y me abraza por las caderas y pega su cara a mi vientre.

−No me dejes Bella, no me dejes.

Oh mierda. Él ha estado pensando todo este tiempo que iba a dejarlo… ¿pero cómo pudo?

−¿Dejarte? ¿Por qué iba a hacerlo?

Alza su rostro, aún abrazándome las caderas.

−Te ví… en la televisión. Cuando te hicieron todas esas preguntas…− niega –Tú ya lo sabes todo… yo…

−Edward− lo interrumpo –No voy a dejarte. Sólo quiero que te levantes y poder hablar.

Él se levanta, balanceándose aún y me mira fijo.

−Sólo voy a preguntarte algo− susurro −¿Es cierto que lastimaste a Victoria de esa manera? ¿Le dejaste cicatrices y moretones?

Él asiente con la cabeza −Sí− musita –Pero no fue mi culpa. Ella simplemente nunca utilizó la palabra de seguridad y entonces por eso yo nunca paré.

Cruzo los brazos –Pero tú te dabas cuenta de lo que le hacías…

Me mira fijamente, su cara transformándose en aquella parte suya… el dominante.

−El amo nunca para sí la sumisa no se lo pide− dice sin titubear.

−Es decir que tú… ¿si yo olvido la palabra de seguridad entonces tú me lastimarías deliberadamente?

−¡No! Eso nunca. Antes de tocarte… de poder siquiera pensarlo…  preferiría la muerte antes que hacerte algún daño.

−Entonces Victoria…

−¡Yo no la amaba, Bella! ¿Cómo voy a cuidar algo que ni siquiera me importa? Yo la azotaba… con una infinidad de instrumentos que tú no puedes imaginar, y aunque yo sabía que eso dejaría marca, no paraba y el hecho de que ella no dijera que lo hiciera me hacía aún más difícil detenerme. Te lo dije una vez… yo disfrutaba azotando a mujeres. Quizás lo disfrutaba más allá de lo sanamente admisible. Sé que suena terrible… que sueno como un completo monstruo pero… todas esas cosas desaparecen contigo. No me causas ninguna necesidad de azotarte… solamente cuando me lo pides. Me fascina ver que yo tengo el control sobre ti, aunque sepa que no sea verdad, pero absolutamente nunca disfrutaría viendo que te hago daño. Jamás.

Tomo una respiración profunda y luego me atrevo a hablar –Me dijiste que tu amor por mí no se limitaba a lo físico. Que te daba igual si era gorda o delgada… pero yo sé que si tú estás así es por culpa de Anne y si en un principio tú te enamoraste de ella no fue porque viste a la buena persona detrás de la mujer, fue porque viste su belleza. Lo físico. ¿Cómo puedo estar segura yo de que tu amor va a durar para siempre cuando dices una cosa y tus mismos actos lo contradicen?− limpio una lágrima de mi ojo antes de que pueda salir −¿Cómo puedo yo estar segura de que nunca vas a lastimarme si tal vez el día de mañana tus actos también lo contradigan?

Trato de irme pero Edward me detiene por el brazo.

−Suéltame− le digo.

−No.

−Necesito pensar Edward.

−¿Qué es lo que tienes que pensar? Vamos a superar esto, te amo.

−Precisamente en eso es en lo que tengo que pensar. Quiero tener la confianza de que aunque un día deje de ser joven y bonita tú vas a seguir amándome.

Lo dejo ahí de pie en la sala mientras yo me voy y me encierro en uno de los cuartos.

Comienzo a llorar. Hemos terminado discutiendo de algo que no era el problema inicial, sin embargo, es el problema en el que hemos terminado del que he estado preocupada todo este tiempo.

Cuando las horas pasan y es de madrugada dos golpes en la puerta me despiertan, me levanto, sé que es él. Me tomo mi tiempo para abrir la puerta. Él está frente a mí, totalmente descompuesto y oliendo a alcohol.

−Déjame entrar− ruega.

Me hago a un lado y lo dejo pasar. Cierro la puerta y luego me tumbo en la cama, Edward hace lo mismo y los dos quedamos frente a frente.

−¿Cómo puedes tener dudas de mi amor por ti? Sobre todo ahora, que estás esperando un hijo mío y me has dicho que vamos a casarnos.

−Es mejor darse cuenta ahora de las cosas que no se podrán cambiar después. ¿Y si nos casamos y no somos felices? Me dolería aún más atravesar por un divorcio.

−Vamos a ser felices Bella. Vamos a serlo.

Suspiro entrecortadamente y me doy la vuelta, dándole la espalda.

−Voy a amarte siempre Bella, aunque ya no seas joven ni bonita− lo último lo dice con cierto recelo –Aunque no creo que dejes de serlo nunca.

−Shht− lo callo –Ahora no es un buen momento para hablar de eso.

−¿Entonces? ¿Vas a irte?− pregunta con miedo.

−No− respondo –No voy a irme. No soy lo suficientemente fuerte para hacerlo. Por ahora sólo quiero que me abraces.

Se acerca a mí y pasa su brazo por mi costado reposando su mano en mi vientre y yo coloco mi mano sobre la suya.

No mencionamos ninguna otra palabra ni hacemos otra cosa, porque puedo casi jurar que ninguno de los dos sabe lo que pasará mañana cuando amanezca y tengamos que despertar.

OoO

Como un tercer espectador que también actúa dentro de la escena, Rachel mira desde afuera el edificio del apartamento de Edward.

Ha estado ahí dentro, estuvo mirando a Bella mientras ella cocinaba en aquella ocasión.

Su corazón está lleno de odio y sabe que no hay esperanzas para su podrida alma. Odia a Edward por haberla sentenciado a esta vida, reducida a vigilar cada uno de sus pasos y anhelar estar con él, a su lado. Y odia a Bella… por haber logrado lo que ella nunca pudo ni podrá.

No es como la frase que dice: “Si no es mío no será de nadie” porque por lo menos así quizás habría vestigios de amor en su corazón, es más bien como la filosofía del péndulo, todo lo que diste se te regresará. Es como esa frase que dice “Si yo me he reducido a cenizas tú también te quemarás en el fuego”

OoO

Cancion: Young & Beautiful

Artista: Lana Del Rey

El adelanto en el blog.

Un beso.

Amy W.

Capítulo 27: Entre Rosas Y Mentiras Capítulo 29: Para seguir leyendo el fic.

 
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