Tú, Mi Obsesión (+18)

Autor: AmyWelch
Género: + 18
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 27/11/2014
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 72
Visitas: 104642
Capítulos: 29

Edward es un millonario obsesionado con Isabella Swan. Cuando ambos mantienen una relación Isabella se ve sumida por la vigilancia extrema, celos enfermos, el dinero infinito y la megalomanía de Edward Cullen, está dispuesta a soportarlo todo, hasta que se da cuenta de que Edward es el culpable de la muerte de su novio. Pero ella no sabe, que el último plan de Edward es dejarla ir.

Las y los invito a leer mi otra historia:

De Los Bosques De Noruega:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3402

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Capítulo 12: Una Noche Para Recordar

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía

Gracias a mi beta Beakis por corregir este capítulo, que espero les guste.

¿Nene, no lo puedes ver?
Lo proclamo
Un chico como tú
Debería de usar una advertencia
Es peligroso
Estoy cayendo

No hay escapatoria
No puedo esperar
Necesito un golpe
Nene, dámelo
Eres peligroso
Me encanta

Con el sabor de tus labios
Estoy de paseo
Eres tóxico
Estoy resbalando
Con el sabor del veneno del paraíso
Soy adicta a ti
¿No sabes que eres tóxico?
Y amo lo que haces
¿No sabes que eres tóxico?

Capítulo 12: Una noche para recordar

Abrí los ojos, estaba aún recostada en el suelo y Edward hincado junto a mí sosteniéndome entre sus brazos. ¿Qué demonios había ocurrido? Su mirada de profunda preocupación se relajó un poco al ver que yo había despertado, miré la escena que tenía a mi alrededor. Edward tenía un algodón con alcohol en una mano y Kate y Jessica estaban de pie frente a la puerta, sosteniendo la botella del alcohol y el teléfono.

-Pueden irse ambas y gracias- dijo Edward. Ellas salieron dándole una azoton a la puerta

-¿Cómo estás?- preguntó, yo parpadeé varias veces para acostumbrar mis ojos a la luz que entraba por los cristales

-Bien, ¿qué paso?- pregunté confundida

El rostro de Edward entró en tención -Te has desmayado- explicó -Isabella, ¿te estás tomando la pastilla?- preguntó

Entonces me dieron ganas de seguir desmayada o de que el suelo se abriera para tragarme. La verdad se mostró ante mis ojos, ¿cómo pude ser tan idiota? ¡La maldita pastilla! Me sentí mal otra vez, yo abría y cerraba la boca para respirar como un maldito pez fuera del agua.

-No- esa simple respuesta era la peor que había dado en toda mi vida. Edward no contestó, en lugar de eso me sentó sobre el suelo y luego él se puso de pié, sacó su Blackberry del pantalón y tecleó un número

-Con el doctor Green... necesito una cita hoy mismo... muy bien- y colgó. Regresó su mirada hacia mí, sus ojos eran fríos -Levántate y ve a recoger tus cosas, tenemos una cita con el ginecólogo en veinte minutos- suspiró y me tendió su mano, ayudándome a levantar, yo tenía la mirada hacia el piso

-¿Tenemos?- inquirí

-Sí, tú y yo, tenemos que ver al médico

-¿Estás... estás enojado?- era una pregunta estúpida, claro que lo estaba

-¡Por supuesto que lo estoy!- se pasó una mano por el cabello -¡Y ahora anda a hacer lo que te dije!

Me di vuelta y salí de ahí, Kate me miraba con mirada interrogante

-¿Estás bien Isabella?- su voz denotaba clara preocupación, yo asentí con la cabeza

-Sí, no te preocupes- apagué el computador, arreglé los papeles y me preparé para salir.

Edward salió de su oficina con portafolio y abrigo

-¿Lista Swan?- preguntó

-Si- parecía que ambos íbamos a una reunión de negocios

Nos dirigimos al ascensor, bajamos a la primera planta sin hablar, subimos al Aston y se metió en el tráfico, el silencio que había entre los dos era incómodo. Giré mi cabeza y miré por la ventana, hacia el cielo, entonces dejé salir en silencio las lágrimas que había estado conteniendo todo ese tiempo, empecé a retorcerme las manos, ¿qué pasaría si estaba embarazada? Edward no quería niños, no, era imposible que él quisiera formar una familia conmigo y menos a tan poco tiempo de haber estado juntos, si estaba embarazada significaría alejarme de Edward para siempre y eso provocaba un profundo dolor en mi corazón, no me creía capaz de hacerlo ¡Santo Cielo! ¿Qué haría yo con un niño?

-Isabella- llamó Edward interrumpiendo mis pensamientos, volteé a verlo a pesar de que sabía de que mis ojos estaban rojos

-¿Qué?

-Quiero que estés tranquila, todo está bien

-¡Por Dios Edward! ¿Cómo puedes decir que todo está bien? ¿Qué demonios pasará si estoy embarazada?- casi grité

Edward mordió sus labios -No te preocupes ahora por eso ¿bueno? Y deja de llorar, no me gusta que lo hagas

Seguimos con el camino hasta llegar al hospital Presbyterian University* Edward estacionó el auto en el estacionamiento y bajó para abrirme la puerta, entrelazó su mano con la mía y me dedicó una sonrisa que no llegó a sus ojos, tomamos el elevador y llegamos al quinto piso, en la recepción había una chica de cabellos castaños iguales a los míos

-Tenemos una cita con el doctor Green- dijo Edward, la chica le sonrió al levantar la vista y ver a la belleza de hombre que tenía frente a ella, sentí una inevitable punzada de celos -Por supuesto, tomen asiento por favor, el doctor los atenderá en unos instantes

Edward se sentó a mi lado, acariciaba el dorso de mi mano con su pulgar, logrando tranquilizarme sólo un poco, miré la decoración del hospital, blanco por todos lados y flores en algunos lugares. Miré la placa que había junto a la puerta -Conrad Green, Médico obstetra y ginecólogo- La puerta del consultorio se abrió y un hombre alto, de cabello negro y en edad madura, tal vez atractivo se acercó a nosotros y me sonrió

-Pasen por favor- Edward y yo nos levantamos, apreté con un exceso de fuerza su mano

-Todo va estar bien, ya lo verás- me susurró

Nos sentamos frente al escritorio del doctor y él frente a nosotros

-¿Cómo te llamas?- inquirió el doctor

-Isabella Swan- contestó Edward por mi

-¿Cuál es el motivo de su visita?- preguntó

No tuve las palabras para responder, la garganta se me secó.

-Se ha olvidado de tomar las pastillas y creemos que está embarazada- explicó Edward con una fluidez que daba envidia, estaba tan tranquilo...

El doctor Green asintió -¿Ha habido síntomas? ¿Mareos, vómitos, náuseas, aumento de peso...?

-Sólo mareos- contesté

El médico anotaba todo en un papel, alzó la vista -Debido a que tal vez sea demasiado pronto para una ecografía procederemos a hacer exámenes de sangre- explicó -Señorita Swan, siéntese por favor en la camilla- señaló hacia el otro cuarto.

Me levanté e hice lo que me dijo, casi de inmediato una enfermera entró por la puerta y se dirigió hacia mí, me sonrió amablemente mientras tomaba mi brazo y untaba alcohol con un algodón en él, acercó una aguja hacia mí y me tensé, toda mi vida había odiado a esas cosas, miré a Edward, el enviaba mensajes por su Blackberry.

La enfermera se fue con una pequeña muestra de mi sangre en un tubo. Apreté el algodón sobre mi brazo y lo tiré a la basura, volví hacia donde estaba Edward y el doctor

-Muy bien Isabella- dijo el doctor volviéndome a sonreír -En media hora estarán los resultados- dijo

Edward se levantó de su silla y me miró -Bella, ¿por qué no me esperas afuera?- aunque era una pregunta no admitía un no, como respuesta

-Claro- contesté, salí por la puerta y la dejé emparejada, me senté en una de las sillas de la sala de espera, pasaron diez minutos y Edward no salía, a pesar de toda mi preocupación mi espíritu cotilla salió a flote y aprovechando que la chica de recepción no estaba ahí me acerqué a la puerta y pegué mi oído a ella

-¿Qué vas a hacer si ella está embarazada?- preguntaba en susurros el doctor Green

-Supongo que eso no te incumbe- contestó Edward con voz contenida

-¿Harás que aborte?- me tapé la boca al escuchar aquello

-Conrad, ella ha pasado por cosas terribles gracias a mi y no voy a hacerle más daño...- no pude seguir escuchando, la chica de recepción regresó obligándome a sentarme en mi lugar lo que le agradezco al cielo ya que en ese preciso momento Edward salió de ahí, ahora además de preocupada estaba confundida, y mucho ¿A qué demonios se había referido Edward con "cosas terribles gracias a mi"?

Volvió a tomar mi mano y bajamos al estacionamiento subiendo de nuevo al Aston, yo volví a girar mi cabeza hacia la ventana, se había vuelto una costumbre, Edward conducía a través de la 69 St. Volví a retorcer mis dedos, malditos exámenes, ¿qué sería de mi vida si estaba embarazada? Lo primero que tendría que hacer sería, seguro, irme de Nueva York y conseguir trabajo en algún otro lado

-¿Hay algo que te apetezca hacer?- preguntó Edward

No lo miré, sólo sonreí -Si, morirme- contesté sarcástica

-Isabella... más te vale que moderes tu comentarios y te relajes- advirtió. Edward dio vuelta hacia la izquierda, ahora estábamos en la Quinta Avenida, aparcó en la acera cerca de Bvlgari

-Espera aquí- dijo y bajó del auto. No volteé a ver a dónde iba ni pregunte, no me importaba, en aquel momento nada importaba, me sentía triste, preocupada, confundida y enojada, quería llorar hasta dormirme, deseaba que esto no estuviera pasando en realidad, quería volver a esta mañana, en la que Edward me preparó un delicioso desayuno y un gran vaso de chocolate, quería volver a anoche, quería sentir los brazos de Edward a mi alrededor y acurrucarme en su pecho hasta dormir pensando que mi vida era perfecta, todo esto era mi culpa, maldito mi Alzheimer* prematuro. También estaba esa otra frase de "cosas terribles" que Edward le había dicho a el doctor Green, le resté importancia en ese momento, me imaginaba a mí, con un bebé en brazos y simplemente la imagen no me agradaba, me faltaban demasiadas cosas por hacer en mi vida, yo no quería un niño ahora, sentía unas ganas horribles de abrazar y besar a Edward, tal vez esta sería la última vez que lo haría, si esos resultados salían positivos yo me alejaría de él, no arruinaría su vida de ese modo, lo amaba demasiado como para hacerlo, el cielo seguía nublado y hacia mucho viento, oí el seguro del auto desactivarse para que luego Edward subiera en el auto, no estaba segura de cuánto tiempo había pasado, Edward tenía en su mano una bolsa de Tiffany pequeña y un Starbucks en la otra. Me tendió la bolsa

-Toma- la tomé, me quedé viéndola interrogante -No la abras hasta esta noche- ordenó. Obedeciéndolo puse a un lado la bolsa, entonces Edward me tendió el café caliente que había comprado -Lo he comprado para ti, pensé que tenías frío. Espero te guste- ¡Oh maldita sea! Yo con las ganas que tenía de llorar y Edward con estos gestos tiernos... puse el café también a un lado y me quedé viendo a Edward ¡Oh, vale! ¡A la mierda! Me lancé hacia él y lo abrasé con todas mis fuerzas con deseos de no soltarlo nunca, al principio el no correspondió mi abrazo pero luego me envolvió entre sus brazos, Oh si... eso era lo que necesitaba en este momento, enterré mi cabeza en su cuello y aspiré su aroma, canela, loción y Edward, a eso olía, me quedé ahí un buen rato

-Isabella ¿qué pasa?- preguntó

Yo corrí mi boca hasta sus labios y llevé mis manos para atrás de su cuello, comencé a besarlo lentamente, el me separó y se me quedó viendo con ojos curiosos

-Bella ¿qué pasa?

Volví a besarlo -Nada Edward, sólo quiero que me beses ¿es mucho pedir?- como el Aston Martin era pequeño me vi obligada a sentarme a horcajadas sobre él y comencé a frotarme contra él

-Isabella, si sigues terminaré por hacerte el amor aquí en el auto- me paró una vez más

-Eso es lo que quiero Edward- susurré sobre sus labios -Si no me haces el amor ahora me voy a morir- y era cierto, en ese momento lo único que quería era a Edward dentro de mí, sabía que esa podía ser la última vez. Agarré mi falda, gracias a que era muy amplia pude subirla hasta mi cadera, me bajé las bragas, agarré el cinturón de Edward y lo desabroché, luego le bajé el cierre, tenía una muy notable erección bajo sus bóxers

-Bella, nos levantarán una multa- hablaba con voz pesada

-No me importa, no me importa- me lancé a besarlo otra vez y saqué su erección de la ropa interior. Lo tomé entre mis manos y luego me deslicé en él. Ambos gemimos al unísono

-Isabella...- me agarró por la cintura y comenzó a embestirme, ahora me sentía bien, perfecta, feliz... Yo lo abrazaba y lo besaba como si mi vida dependiera de ello

-Te amo Edward, te amo más que a mi vida- entonces las lágrimas comenzaron a caer de nuevo. Edward agarró mis manos y las puso a los lados de su espalda

-Bella, no llores- quitó mis lágrimas con sus besos mientras entraba en mi cada vez más rápido -Yo también te amo, con todo mi ser- besó mi cuello y me mordió a la vez que acababa dentro de mí y yo me apretaba a su alrededor, fue un orgasmo triste, lento y agotador, recargué mi cabeza en su hombro, Edward seguía dentro de mí y besó mi frente

-Bella, mírame- levanté mi cabeza y vi su rostro -Quiero que sepas que pase lo que pase yo voy a estar a tu lado ¿lo entiendes? Te amo Bella, te amo- asentí y traté de sonreír. No. Eso no pasaría, no arruinaría así la vida de Edward, el también era joven y merecía una vida feliz y que él pudiera planear, yo me iría aunque no lo quisiera.

Lentamente Edward salió de mi y se arregló la ropa. Yo me subí las bragas y arreglé la falda sentándome en el lugar del copiloto, Edward miró su reloj

-Nos hemos pasado de la media hora- dijo -Vamos a por esos resultados- quitó el freno de mano y se metió en el tráfico de nuevo -Todo saldrá bien Isabella

OoO

Llegamos al hospital e hicimos el mismo recorrido, el Dr. Green nos pasó a su consultorio inmediatamente llegamos, volvió a sonreírme cuando me vio. Volví a apretar la mano de Edward

-Bueno...- dijo, mi corazón retumbaba en mis oídos, sacó unos papeles de un sobre y los leyó -Aquí están los resultados de las pruebas- Edward extendió su mano y agarró los papeles, les echó una rápida vista, yo pasé mi mano por la frente, creo que estaba sudando

-Espero en serio que esta noticia no afecte la vida de ambos- musitó el doctor. Oh por favor, ¿esto puede ser más estresante? Blancanieves y la madrastra esperaban, expectantes. Probablemente mi cabeza ya sabía el resultado de esa puñetera prueba, solté la mano de Edward y comencé a retorcerme de nuevo las manos -Los resultados de estas pruebas son... negativos- escuchar esa palabra fue la salvación de mi vida, solté el aire de golpe. La madrastra dio una pirueta hacia atrás y cantó victoria, Blancanieves cantaba feliz por el bosque dando brincos de aquí para allá, puse una mano en mi pecho y miré a Edward, tenía un sonrisa deslumbrante en la cara y me guiñó un ojo, se acercó a mi

-¿lo ves? Te dije que todo saldría bien- asentí, volteé a ver al doctor

-¿Entonces qué ha pasado?- pregunté

El doctor Green se inclinó hacia delante y jugaba con una pluma entre sus dedos -El desmayo y los mareos se han debido a una descompensación en el organismo, puede ser por mucho estrés o por un exceso de actividad física, son un buen alimento para estas consecuencias- apenas terminó de decirlo me sonrojé. La única "actividad física en exceso" que yo llevaba a cabo era tener sexo con Edward, el muy canalla tenía una sonrisa maliciosa en la cara

-No está demás entonces recetar unos anticonceptivos- dijo el doctor -¿Deseas quedarte con las pastillas o cambiar de método?

-No nada de eso, quiero quedarme con las pastillas- contesté

-Muy bien- dijo -En todo caso me parece que hay que tomar medidas para que no te olvides de ingerirlas y vuelva a pasar esto

-Sí, no hay problema- contesté

-Bueno, de resto sólo me queda decir que los exámenes de sangre están perfectos- el doctor Green se levantó y me tendió la mano a modo de despido

Edward y yo nos levantamos de las sillas aún tomados de la mano

-Gracias Conrad- Edward le dio la mano -Hasta luego- el doctor no contestó, sólo volvió a mirarme

Ahora estábamos de camino al estacionamiento, Edward me sonreía

-¿Cómo te sientes ahora?

-Excelente- mi depresión temporal se había ido y la mañana ahora parecía perfecta

-Te dije que todo saldría bien- me dio un beso

Nos subimos al auto y me puse el cinturón de seguridad -Le hablas de tu al doctor Green- dije -¿Le conoces de antes?

Edward arrancó el auto -Si, un poco, es el ginecólogo que siempre ha atendido a las mujeres de mi familia

-Entiendo- ahora sólo me quedaba una inquietud, las palabras de Edward, las repasaba una y otra vez en mi cabeza pero no les encontraba algún sentido. ¿Cosas terribles? ¿Qué cosas terribles me había hecho pasar él? Fue entonces que me hice a la idea de que tal vez esas palabras tenían otro sentido diferente al que yo le estaba dando y que no tenían nada que ver conmigo, pensé en preguntarle a Edward sobre lo que estaba hablando con el doctor Green pero seguro que se enojaría al decirle que andaba de cotilla detrás de las puertas. Me extrañé al ver que no íbamos en dirección a la empresa

-¿A dónde vamos?

-A tu departamento

-¿Y la empresa?

-Necesitas descansar- ¡Ash! Me enojaba de sobremanera cuando se ponía así

Mi celular sonó, pude notar claramente la mirada de Edward sobre mí. Era Alice

-Alice- dije más alto de lo necesario para que Edward me escuchara -¿qué pasa?

-¡Belli! Hablaba para... ¿Edward ya te ha dicho de la cena con sus padres cierto?- su voz se oía dudosa

-Si Alice, me ha dicho- rodé los ojos

-¡Perfecto! Hablaba para invitarte a un día de compras con Rosalie y conmigo y de paso compraremos los vestidos que usaremos mañana

Aunque quisiera no podría zafarme de esa invitación y viéndolo bien no tenía nada para ponerme en la cena, así que acepté -Claro, ¿a qué hora te veo y dónde?

-Ehmm...esto... en realidad yo ya estoy aquí con Rosalie en H&M sobre la Quinta Avenida, nos estamos probando ya los vestidos, si quieres venir ahora

-Bien, si, estoy por aquí, llego en cinco minutos- colgué

-Edward, ¿te molestaría llevarme a la tienda de H&M?

-¿Para?- inquirió

-Alice me ha llamado, quiere ir de compras y en vista de que al parecer me darás el día...- no terminé la frase

-Bien, pero no llegues muy tarde a tu departamento

Me reí -Edward, es mi departamento, supongo que tengo el derecho de llegar a la hora que yo quiera

-No, no lo tienes- dijo apretando los dientes y dando un frenón al auto, habíamos llegado, abrí la puerta para bajarme

-Edward, no voy a discutir esto ¿de acuerdo? Y para tu tranquilidad llegaré temprano. Te amo- me acerqué para darle un beso en la mejilla pero el volteó la cara y cayó en su boca, me atrajo hacia él y profundizó el beso, antes de que tuviéramos sexo en el auto otra vez me separé de él

-Sé para dónde va esto. Para- murmuré, Edward soltó otra carcajada

-Si tu no lo hiciste hace un rato cuando lo pedí ¿por qué habría de hacerlo yo?- touché

Chasqué la lengua -Buen punto- le señalé con un dedo -Pero en serio no puedo- me bajé del auto y cerré la puerta entonces me asomé por la ventanilla

-Edward ¿qué crees que piense Rosalie en la cena cuando... nos vean juntos?

El se encogió de hombros -Nada malo, pero si no le parece que se joda ¿no crees?- él sacó su billetera y me tendió una tarjeta de crédito -Toma, quiero que compres cosas bonitas y sensuales- me lanzó su sonrisa torcida

-¡Edward!- grité -Te aseguro que tengo el suficiente dinero en mi cartera para comprar lo que yo quiera, no necesito tu dinero

Edward negaba, el muy maldito se estaba divirtiendo -Isabella por favor, el dinero siempre me ha sobrado y tengo todo lo que podría necesitar y más, mucho más, no tengo en que gastarlo y mis fetiches son una buena inversión- susurró

Suspiré -¿Cómo demonios es que siempre logras convencerme?- le reclamé -Dame esa tarjeta- se la arrebaté -Y te aseguro que voy a gastar una bonita cantidad de dinero

-Eso me encantaría más de lo que crees, ah, compra muchos tacones y mucha ropa interior sexy nena- me guiñó un ojo y arrancó

Subí a la banqueta y abrí la puerta de la tienda de ropa, efectivamente Rosalie y Alice se probaban una cantidad inmensa de vestidos, en cuánto me vieron sonrieron

-¡Belli!- Alice me abrazó

-Hola Bella- me dijo Rosalie

-¿Qué hay chicas?- les contesté a ambas

Después de diez tiendas y una cantidad obscena de vestidos Alice y Rosalie encontraron su atuendo perfecto, yo lo había encontrado desde hacía un rato

-Hey Bella- susurró Alice cuando Rosalie estaba en el probador -¿Rosalie no sabe de tu relación con Edward verdad?

-No Alice, no sabe, en la cena se enterará y no sé cómo vaya a tomarlo- Alice asintió

-No te preocupes, ella entenderá

Pasamos por la tienda de Victoria's Secret y obviamente entramos a comprar y mirar, me probé muchos, mejor dicho, una infinidad... pero al pensar en el efecto que estos tendrían cuando Edward me viera en ellos... quise comprar toda la tienda. Fuimos a un Spa y nos hicieron tratamiento facial, peeling, corte de cabello, maquillaje, masaje y... depilación, al principio fue bueno, pero cuando las chicas del Spa me preguntaron si quería que me depilara... ahí... bueno, acepté pensando que no dolía mucho, cuando terminaron yo estaba al borde de las lágrimas, tenía el umbral del dolor muy bajo y en serio me ardía ¡Que umbral del dolor ni qué narices, esto duele!

Cuando terminaron con las tres nos miramos en el espejo, parecíamos unas princesas, ahora sí que yo era la bonita y delicada Blancanieves. A todas nos encantó el resultado y Rosalie si de por si era hermosa... quedó mil veces mejor, como para morirse.

Estábamos caminando a lo largo de una calle, entonces llamé la atención de Alice

-¿Qué pasa Belli?- preguntó

-Alice, es que... necesito...- me siento estúpida haciendo esto pero vale -Edward es tan... bueno en "eso" y yo no sé qué hacer para hacerle sentir lo mismo ¿me entiendes?

Ella soltaba risitas -Oh Belli, te entiendo perfectamente, lo que tienes que hacer es no dejar que se acabe la pasión, no caer en rutina, cúmplele hasta sus más bajos deseos y ten tú la iniciativa de vez en cuando- sonreía

Entonces gracias al consejo que Alice me dio fue que me animé a comprar dos pares de zapatos de tacón y un corsé excesivamente provocativo, tenía un plan para esta noche, recordé las palabras de Edward cundo me dijo que algún día desfilaría para él todos mis zapatos, pagué todo con la tarjeta de crédito de Edward, una buena suma de dinero salió de todo y lo mejor fue que no me sentí culpable de nada. En algún punto del día tuve la inquietud de contarle a Alice mi odisea de la mañana y la sospecha de embarazo, pero me contuve, tal vez no era bueno contarle.

OoO

La decoración estaba lista, había podido acceder al departamento de Edward gracias a que el portero me había hecho el favor de darme el código de seguridad para poder abrir la puerta, yo ya estaba lista, mandé un mensaje de texto a Edward

De: Isabella Swan

Para: Edward Cullen

Fecha: 22 de noviembre de 2012 Hora: 8:30

Edward, estoy en tu departamento. Necesito que vengas ahora.

Isabella Swan. Asistente personal de Edward Cullen en Cullen Corp.

No obtuve respuesta, supuse que Edward estaba en camino, estaba tan nerviosa, no sabía si iba a poder hacer esto bien, revisé mi cabello y el maquillaje en el espejo del baño, la silla puesta frente al cuarto de baño estaba en su lugar y el Ipod que había encontrado en la mesita de noche de Edward tenía lista la canción, escuché la puerta, Edward había llegado, anudé mi bata una vez más y tomé aire varias veces, me monté en los pigalle.

-¿Isabella?- llamaba Edward, todas las luces estaban a apagadas excepto la de la habitación -Isabella- volvió a llamar y entonces vi que entraba al cuarto, frunció el ceño al leer el papelito sobre la silla: "Siéntate" increíblemente Edward hizo lo que el papel decía y desabrochó el primer botón de su saco, volví a tomar aire y entonces puse play a la canción, la música instrumental del inicio de "Toxic" comenzó a sonar, Edward miraba para todos lados sin ver a nadie, abrí la puerta de baño y asomé sólo mi pierna, balanceándola hacia adelante y atrás al tiempo que Britney Spears comenzaba a cantar.

Tú puedes Bella, tu puedes, tu puedes me repetía como un mantra. Asomé mi otra pierna e hice lo mismo, me cambié de zapatos, luego me dejé ver por completo. La bata azul se había abierto un poco dejando ver el inicio de mis pechos, me regodeé de mis misma al ver como Edward pasaba saliva, me escaneó toda mirándome de arriba a abajo y paró al ver los botines que él me había comprado, sonrió, comencé a bailar lo mejor que pude llevando el ritmo de la canción, bajé mi cabeza y la giré moviendo mi pelo, me acerqué a él y le di un rápido beso en los labios, luego regresé al baño y me oculté unos momentos, rápidamente me puse los terceros zapatos, los Bottega Veneta rosas, salí caminando hacia él con un pie delante de otro como si aquello en verdad fuera un desfile, Edward se había inclinado hacia delante y tenía un puño sobre su erección, hice los movimientos anteriores pero esta vez puse mi uno de mis pies en su entrepierna haciendo un poco de presión pero sin llegar a lastimarlo, aquello causó un gemido casi inaudible de su parte, me senté a horcajadas sobre él y acerqué mi boca a su rostro, canté cerca de su boca: "With a taste of your lips I'm on a ride You're toxic I'm slipping under " lamí lentamente su mentón, su barba incipiente causó una deliciosa sensación rasposa sobre mi lengua, gimió, mordí el lóbulo de su oreja y con mi mejor voz canté en su oído: "I´m addicted to you, ¿don't you know that you're toxic?"entonces Edward tomó mi cintura, negué con mi cabeza y me zafé de su agarre, tenía que aprovechar todo el tiempo posible, la canción iba por la mitad, volví a cambiarme de tacones, estos eran los que había comprado hoy, unas botas largas de tacón de Louboutin, esas botas eran absolutamente hermosas y Edward dio fe de ello, en cuánto me vio con ellas se inclinó más hacia el frente y se aflojó el nudo de la corbata desabotonando los primeros dos botones de su camisa, di unos pasos, haciendo playback, di una vuelta y me incliné, dejando ver por completo mis pechos, ondulé mis caderas y llevé mis manos al cinto de la bata, tire de él, dejándola caer descubriendo el corsé que traía debajo, puse las manos en mi cintura y me acerque a él, besé sus labios, metí mi lengua en su boca y jalé su cabello, fui bajando, besando por encima de la tela de su ropa, llegué a su pantalón y entonces mordí su erección suavemente, antes de que Edward pudiera hacer nada me alejé de nuevo para que viera mi desnudez a excepción del corsé, de espaldas a Edward me deslicé por la pared, mostrando todo mi culo en su esplendor, me metí al baño de nuevo y me cambié de tacones, los últimos, eran los Alexander McQueen con cuerpo de encaje que a Edward tanto habían gustado cuando me los vio puestos, quieta en el umbral de la puerta, me agaché y a gatas, avancé hacia él, la respiración de Edward era pesada y acelerada, coloqué mis manos en sus muslos y me puse de pie, volví a sentarme a horcajadas sobre él, esta vez frotando mi sexo desnudo contra la molesta tela de su pantalón, Britney estaba en esos momentos terminando de cantar "I think I'm ready now" canté por última vez y la canción terminó.

Me mordí los labios descaradamente sabiendo que eso lo excitaba, me levanté de sus piernas, agarré su corbata y lo jalé hacia mí, obligándolo a ponerse de pie, lo tiré en la cama y yo encima de él, el seguía incrédulo

-¿Has visto que tacones traigo?- pregunté alzando mis cejas

-Oh si- contestó

Asentí -¿Y recuerdas lo que me dijiste cuando los tenía puestos la primera vez?

-Si- pasó la lengua por sus dientes -Pregunté lo que se sentiría tenerlos alrededor de mi mientras me enterraba en ti desesperadamente- lo dijo con el mismo tono de aquél día que ahora me parecía tan lejano, me moví encima de él

-Bueno, adelante mi chico león, prueba lo que se siente- todo pasó tan rápido que apenas pude verlo, Edward me tomó por la cintura y me puso debajo de él, acarició la tela negra del corsé

-Esto es una maravilla, me encanta- Edward deshizo poco a poco los broches hasta que me libró de él -Pero ahora quiero ver tus pechos- me sonrió y se lanzó hacia ellos, mordía suavemente, di gracias al cielo por esta vez no estar atada, podía hacer lo que yo quisiera, cerré los ojos ante el placer

-Me has vuelto loco hoy Isabella, el baile... tu canto... los zapatos... has desfilado para mí sólo con esos hermosos zapatos que tienes y mira- pasó una mano por mi monte Venus -Te has depilado para mí y para mi deleite- su voz se volvió más rasgada -¿Sabes qué? Debería castigarte... ese mensaje que me has mandado...- una sombra de miedo cruzó pos su cara -He venido manejando como loco para corroborar que todo estaba bien, pensé que me dejarías- paseaba sus dedos por arriba y abajo de mi muslo -No estoy acostumbrado a estar preocupado Isabella, tal vez sea buena hora de darte algunos azotes...

-Si- dije sin pensarlo dos veces, el alzó su vista hacia mi

-¿Quieres que te de unas nalgadas?- rió, tal vez pensaba que era una broma

-Si- dije otra vez -Lo quiero Edward- tenía demasiada curiosidad por saber lo que se sentía

-Date la vuelta- ordenó Edward después de unos segundos -Ahora- hice lo que me dijo, recostando mi mejilla sobre la colcha y dejando mi trasero al aire

-¿Cuántos quieres?- preguntó

-¿Qué?- no entendía

-¿Cuántos azotes quieres Isabella?

Me encogí de hombros -No lo sé, tu eres el que sabe- reí

Edward masajeó mis caderas con las manos -Serán sólo siete ¿de acuerdo?- asentí, Edward suspiró y pasó la mano por su cabello

-Isabella, tú has pedido esto, recuérdalo- inmediatamente después Edward descargó su mano sobre mi trasero, cerré los ojos, no dolió mucho, en otro lugar soltó el segundo golpe, solté un gemido pequeño, la respiración de Edward se hacía cada vez más pesada haciendo lo mismo con la mía. Él susurró algo raro, algo parecido a "Me has liberado" o algo así, soltó el quinto golpe

-¡Ah!- ese sí que había dolido, sólo faltaban dos más, soltó el sexto azote en un lado inferior, cada vez ardía más

-¡Maldición Isabella!- gritó Edward cuando me dio el último golpe, yo respiraba con dificultad, no había sido tan malo, de hecho, me sorprendí a mi misma al aceptar que aquello había sido muy bueno, Edward metió dos dedos en mi sexo

-Estás empapada Isabella- se colocó detrás de mí y pasó un brazo por debajo de mi estómago, haciendo que yo quedara en cuatro sobre la cama, no me dio tiempo a preguntarle lo que hacía ya que sentí como me llenaba lentamente, cerré los ojos de nuevo, en esa nueva posición para mi, las sensaciones se intensificaban al millón

-Eres increíble- dijo en mi oído -Soportas todo de mi- enterró sus dedos en mis caderas manteniendo el control de su salida y entrada de mi, mi trasero ardía

Agarré la ropa de cama en dos puños, gemía cada que se empujaba fuerte en mi intimidad, aquello era el cielo y el infierno al mismo tiempo, cada vez me embestía más rápido y más fuerte

-¡Edward! ¡Si!- gritaba

-Oh Bella, eres tan...deliciosa- lo decía en mi oído -Todo el jodido tiempo que estoy en la oficina no hago más que pensar en ti y en este coño suave y apretado que tienes- oh cómo me encantaba que hablara así... sucio. Me acercaba al orgasmo más rápido, mis paredes comenzaron a apretarse a su alrededor

-Si Bella, así... apriétame más- gruñía. Con todas mis fuerzas apretaba su miembro dentro de mí, concentrándome en hacerlo bien, el seguía entrando cada vez más rápido -Así... si Isabella... así- no aguantaría más tiempo, el evento detonante de mi clímax fue cuando Edward volvió a morder mi cuello, dejando otra marca

-¡Ed...d...waa...!- no pude completar su nombre, caí rendida sobre la colcha y Edward conmigo. Cuando creí que todo había acabado, estaba equivocada, Edward me volteó dejándome boca arriba y volviendo a entrar en mi

-Ahora si Bella, déjame probar la textura de esos zapatos en mi espalda- entendí lo que me dijo. Lo atrapé con mis piernas y clavé mis tacones en su espalda -Mmmm... Se sienten bien- volvió a empujar dentro de mí, lentamente, era un vaivén lento, así como nuestra primera vez, delicioso y mortal, entraba y salía, agarró uno de mis pechos con su mano y pellizcó el pezón con sus dedos -Gime Isabella, adoro cuando lo haces- susurró

-Edward, por favor...ah... más rápido- pedí mientras me agarraba de sus brazos

-No- contestó -Quiero disfrutarte Isabella, lenta y totalmente

Aguanté sus embistes lentos, puso una mano sobre mi vientre bajo haciendo presión. Oh. La fricción ahora era inaguantable, acarició mi vientre hacia abajo y con su dedo medio llegó hasta mi clítoris, comenzó a masajearlo también lentamente, se inclinó hacia mí y me besó, no paraba de besarme y yo no quería que parara, ambos ahogamos nuestros orgasmos en la boca del otro, Edward me arrastró con él hacia dentro de las sabanas, se tumbó a mi lado y me abrazó, miró el reloj

-¿Vas a quedarte cierto?- preguntó y yo sonreí

-Si tu quieres que lo haga

-Oh Isabella, siempre quiero que te quedes pero ¿y tu ropa?- estaba preocupado, sonreí una vez más

-He traído ropa conmigo- contesté -Me he comprado un vestido bonito- dije cambiando de tema

-¿A si?- ahora estaba interesado -¿Cómo es?

-No, lo verás hasta mañana, también he comprado mucha lencería

-No puedo esperar a verte con ella- me abrazó más fuerte

-Ha sido mucha- reiteré -He pagado una cantidad de tres cifras por todo- quería que se enojara. No podía ser que el dinero, su dinero no le importara

-Excelente, y dime ¿cuánto te has gastado?

Me mordí el labio -Tres mil quinientos dólares- me faltó poco para no gritarlo

Sentí el vibrar de su pecho por una carcajada -Muy poco has gastado, resultaste ser una niña bien portada con mi cartera- estaba segura de que estaba siendo cínico y decía todo eso con el único fin de hacerme enfadar, entorné mis ojos

-Dime algo. ¿Cómo te sientes con lo de los azotes que te he dado?- pidió

Tomé aire -Estoy bien. Me ha... me ha gustado- vale, ya, lo solté

-Eso pude notarlo ¿Estarías dispuesta a hacerlo de nuevo?

-Si- no mentía -Edward- tenía que preguntárselo, no aguantaba más -¿Qué hubieras hecho si yo hubiera estado embarazada?

Él pensó unos instantes su respuesta -Te habría apoyado y me habría quedado a tu lado- al fin contestó

-¿Te hubieras quedado a mi lado por deseo o por caridad?- la respuesta a eso era lo que más temía

-Me hubiera quedado contigo por deseo y por responsabilidad. Te amo Isabella y jamás te dejaría sola en una situación como esa- me emocioné un segundo -Sin embargo, tener hijos no entra en mi plan de vida- me entristecí aunque era obvio que así lo quisiera -Por lo menos por ahora... aunque no creo que eso cambie en un futuro lejano

-De acuerdo- contesté

-¿Estabas tan segura de que te pediría que te quedaras que trajiste tu ropa para cambiarte mañana?- su voz tenía un tono de humor. Escondí mi cabeza en su pecho y mordí su tetilla, se removió ligeramente -Contéstame- ordenó

-No Edward, no estaba segura de nada, pero no puedes quitarme el derecho de soñar- contesté devolviéndole sus propias palabras

OoO

Esa noche, por primera vez en mucho tiempo soñé con James.

El estaba ahí, en el oscuro bosque de Forks sentado sobre una roca y aventando piedrecillas al río. Me sonrió y me miró con sus ojos azules, haciéndome un gesto con su mano para que me acercara. El me besó en la mejilla

-¡James!- grité -Yo...- pero él se llevó un dedo a los labios para que me callara, tomó mis manos entre las suyas

-Te amo Bella, sé feliz- susurraba muy bajo -Quiero que lo hagas, quiero que seas feliz- susurraba una y otra vez. El arrancaba de mi cuello la cadena que me había regalado y la aventaba hacia el río, detrás de uno de los árboles salió Edward caminando hacia mí y besándome en los labios, sonriéndome, me giré para ver a James, el tenía una de mis manos en la suya

-Se feliz Bella, pero con el no- susurró James antes de irse para el fondo del bosque y que su silueta se perdiera.

En escena entró un chico con pantalón de mezclilla y una pollera blanca, era moreno y de ojos negros, él me tendió la mano pero Edward me alejó llevándome lejos de allí.

Ese chico se sentó en la misma piedra en la que James se había sentado. A ese chico yo no lo conocía.

OoO

Charlie estaba en la estación de policía con los pies sobre su escritorio, ese día casi no había trabajo y estaba hastiado de tomar café, un joven moreno, musculoso y alto entró a su oficina.

-¿Qué se le ofrece?- preguntó

El chico se sentó en una de las sillas viejas de metal que había ahí -Tengo informes sobre la noche del accidente de James Witherdale- dijo

Charlie frunció el ceño -Señor... ¿cómo es que se llama?

El chico le sonrió con unos brillantes dientes blancos -Jacob Black señor, para servirle

Charlie asintió y bajó los pies del escritorio -Señor Black, ese caso está cerrado, todo el mundo sabe que fue un accidente automovilístico- explicó

-Si, lo sé- contestó el chico -Pero ¿sabe usted quién provocó el accidente?

OoO

Una lengua se arremolinó en mi ombligo e iba bajando peligrosamente... abrí los ojos, había un enorme bulto entre mis piernas que aún estaban cubiertas por la colcha, miré hacia abajo y Edward me devolvió la mirada, subió rápidamente hasta mi boca y me dio un beso. Me perdí en sus orbes verdes

-Buenos días- me dijo

-Buenos días- contesté

-¿Sabes? Aún tengo ganas de ti, ayer no me he saciado del todo- susurró a la vez que besaba mi cuello -Te necesito ahora- exigió, Edward masajeó mis senos con sus manos y luego arremolinó su lengua en ellos, daba pequeños mordiscos en mi vientre y sus manos estaban a cada uno de mis costados a modo de cárcel, enterré mis dedos en su cabello embebiéndome en su suavidad, entonces mi aletargado cerebro despertó, Blancanieves tenía un enorme reloj en sus manos mostrándome la hora mientras que la Madrastra le hacía mala cara y la empujaba tratando de sacarla de escena, analicé la iluminación del apartamento, todo estaba demasiado bañando por el sol...hmmmmm...demasiado para ser temprano aún

-¡Edward!- le grité al tiempo que el dio una lamida a mi sexo -¿Qué hora es?

-Las siete y media creo- volvió a su trabajo oral allá en mi intimidad

-¡Joder!- grité, Edward abrió la boca, era la primera vez que el me escuchaba decir una mala palabra, no sé cómo fui capaz de quitármelo de encima pero pude, salí de un brinco de la cama -¡Es tardísimo!- justo cuando iba a echar carrera para el baño Edward tomó mi brazo y me jaló hacia abajo tirándome de nuevo en la cama

-Oh no señorita Swan, quiero hacerte el amor. Ahora- volvió a atacar mi cuello y tres de sus dedos entraron en mi bombeando en un ritmo demencial. Cerré mis ojos, los dos personajes de mi conciencia estaban en manifestación, Blancanieves tenía un letrero que decía "oficina" y la Madrastra uno que decía "Sexo con Edward" Vale, esta vez Blancanieves había perdido batalla ¡A la porra Cullen Corp! Oh si... hoy llegaría muuuy tarde...

OoO

Me arreglé en el departamento de Edward, ahora sólo me faltaba ponerme las horquillas en el cabello y estaba lista, salí del baño, Edward me esperaba en la sala, me quitó el aliento en cuanto lo vi, enfundado de pies a cabeza por un traje negro de Ermenegildo Zegna, al igual que la corbata y la camisa, su cabello cobrizo seguía desordenado pero con cierto... no lo sé... lucía un poco más peinado de lo normal, me agarró la mano y me dio una vuelta

-Con ese vestido pareces una princesa- me juntó a él -Mi princesa- y la verdad el vestido no era para menos, Alice me había ayudado a escogerlo, el vestido era de Elie Saab, era de un tono durazno claro con brillantes en el pecho y tul en la falda, los zapatos eran unas hermosas sandalias pétalo de mi diseñador favorito... Christian Louboutin y junto a eso, una pequeña cartera dorada de Marc Jacobs, todo había sido comprado para esa noche en especial, Edward tomó de la encimera de la cocina la bolsita de Tiffany's que me había dado el día anterior, sacó la caja y deshizo el moño de listón blanco, sacó una cadena con el colgante de un candado, me lo tendió, lo miré a detalle, la hermosa joya era nada más y nada menos que puro oro blanco

-Isabella, creo que es hora de que te quites esto- señaló la cadena de corazón que aún llevaba conmigo, agaché mi mirada y dije si con la cabeza, Edward me la quitó y la guardó en el bolsillo de su saco, tomó el candado de entre mis manos y lo extendió frente a mi cara, alcé mi cabello y la cadena hizo un pequeño clic, Edward me miró desde todos los ángulos

-Te queda perfecta ¿te gusta?

-Si Edward, es preciosa, muy bella. Gracias ¿Pero por qué un candado?- me daba más o menos una idea de lo que significaba y él me contestó lo mismo

-Creo que sabes porque- respondió -Ahora vamos, se hará tarde- me puse el cárdigan y tomé el brazo de Edward.

-¿En dónde viven tus padres?- pregunté al ver que Edward llevaba más de media hora conduciendo y que íbamos por la NY-117

-Ellos no viven aquí en Nueva York, se están quedando en una casa de campo que tienen el Long Island, hace tiempo que ellos viven en Londres- explicó

-¿Y con qué motivo es esta cena familiar?- eso sí que me interesaba

Edward apretó los labios -En realidad no es específicamente una "cena familiar" ya que irán varias personas más, verás, es una cena que mis padres hacen con el fin de conseguir nuevos clientes para la empresa, hacen juegos de apuestas y otras cosas y el dinero recaudado se invierte en diferentes obras de caridad, esta vez la fiesta será en un castillo ubicado en lo alto de las colinas de Westchester County*

-Ah, excelente- dije -¿Toda tu familia estará ahí verdad?

-Ya hablamos de eso Isabella, al resto de mi familia le caerás de maravilla, deja de preocuparte

A la hora llegamos a un enorme bosque, conforme avanzábamos más la espesura de los árboles dejó ver al fin una enorme construcción que como Edward había dicho era un castillo, había mucha gente en el jardín de la casa y carros de lujo estacionados por toda la propiedad, mi estómago comenzó a doler por la preocupación, Edward bajó del auto y yo también, el ballet parking estaba que se moría por manejar el Aston que tenía ante sus ojos, Edward me ofreció su brazo y yo lo tomé encantada

-¿Estas personas no se alarmaran si nos ven llegar juntos verdad?- pregunté disimuladamente mientras que veía la enorme masa de gente que se movía por todo el salón principal

-Tranquila Bella, eso a mí no me preocupa- contestó. Miré la decoración del castillo y simplemente no había palabras para expresar lo que veían mis ojos, todo era muy elegante, enorme y de alguna extraña forma sofisticado, muchas personas se pararon a saludar a Edward sin tomarme a mí en cuenta, eso me hizo sentir un poco mal. Continuamos con nuestro recorrido y entonces al fondo pude ver, cerca del comedor principal, a la familia Cullen en todo su esplendor, mi corazón comenzó a latir fuerte y rápido

-Ahí están mis padres- dijo Edward -Vamos a saludarlos- con cada paso que dábamos hacia ellos era como si hubieran puesto el tiempo en cámara lenta y yo pudiera ver a la perfección cada gesto de ellos. Esme y Carlisle me sonreían desde la distancia. Diez pasos después estábamos frente a ellos, Alice me sonreía y Rosalie me miraba con ojos de "No entiendo qué demonios sucede aquí" En su compañía había dos nuevos integrantes que yo no conocía, uno era un hombre de tez blanca, ojos oscuros, cabello negro rizado y tremendamente musculoso aún con el caro traje que traía, el otro era lo contrario, sus ojos eran azules, cabello rubio y delgado, los rasgos de su cara eran más finos que los de Edward.

-Hola papá, hola mamá- saludó Edward -Isabella, te presento a Emmet, mi hermano- dijo señalando al chico musculoso. Este me veía con la boca abierta y los ojos de par en par, sin decir nada, Edward le mandó una mirada furiosa -Y este es Jasper, mi otro hermano- señaló al otro chico, el rubio, este por el contrario dio un paso hacia delante y tomó mi mano, besándola

-Es un gusto, Isabella- me dio una ternura infinita, el chico, Jasper, era todo un caballero, que suerte que tenía Alice

-Al resto ya los conoces- dijo Edward, luego los miró a ellos -Familia, ella es Isabella Swan. Mi novia- Rosalie parpadeó dos veces sin podérselo creer

-Necesito un momento- dijo ella alejándose

-Discúlpenla por favor- dijo Esme -¿Qué les parece si pasamos ahora a la mesa del jardín? El evento está a punto de empezar- Yo tenía las mejillas rojas, tendría una buena charla con Rosalie para explicarle todo esto, seguimos a Esme y Carlisle afuera, al jardín, cerca de la piscina. Allí había otra buena cantidad de gente

-En la mesa de allá por favor- Carlisle señaló la mesa del centro y la más grande -Esa es la mesa para la familia

Edward me guío hasta allá y no pude evitar notar las miradas que las mujeres le lanzaban a Edward, dentro de mí la Madrastra les gritaba a todas: ¡Jódanse! ¡Él es mío! Nos sentamos en la mesa, junto con Alice y Jasper, al parecer Emmet había ido a buscar a Rosalie.

-¿Lo ves? Rosalie ha tomado mal la noticia y parece que a tu hermano... Emmet, tampoco le he caído bien- susurraba para que nadie me escuchara

-Por Rosalie... ella es así. Pero con Emmet, no te preocupes hablaré con él, se qué es lo que anda mal- fue toda la explicación

El jardín tenía luces suaves y mesas con manteles blancos y floreros con rosas rojas, todo muy romántico, había escenario con micrófono y un gran grupo de músicos tocaban melodías suaves y bailables.

Los invitados empezaron a tomar asiento, pronto todas las mesas estaban llenas, en ese momento aparecieron Rosalie y Emmet, que se sentaron al otro extremo de la mesa, lo más alejado posible de mi, Esme subió al escenario y habló por el micrófono

-Quiero agradecer a todos por estar hoy aquí, todos sabemos que esta es una fiesta para todos aquellos socios de la empresa y también para los futuros, les recuerdo que todo el dinero recaudado en esta velada será donado a diferentes asociaciones con diferentes fines altruistas, ahora, disfruten de una magnífica cena y la compañía de esta maravilloso grupo- el jardín estalló en aplausos cuando Esme bajó del tapanco, frente a cada invitado había una tarjeta en la que decía el menú, yo abrí la mía y comencé a leerla:

Primer plato

Canapés almirante (con mantequilla y langostinos)

Ostras

Segundo plato

Consomé Olga (con oporto y vieiras)

Crema de cebada

Tercer plato

Salmón pochado con salsa muselina y pepinos

Cuarto plato

Filet mignons lili (filetes con patatas, foie, alcachofas y trufa)

Salteado de pollo a la lionesa

Calabaza rellena

Quinto plato

Cordero en salsa de menta

Pato asado con salsa de manzana

Solomillo de buey con patatas chateau (torneadas y doradas en mantequilla)

Guisantes, zanahorias con crema, arroz hervido, patatas nuevas hervidas o parmentier.

Sexto plato

Ponche romaine (sorbete de naranja, limón y vino o champán).

Séptimo plato

Pichón asado y berros

Octavo plato

Espárragos fríos con vinagreta

Noveno plato

Paté de foie-gras

Apio

Décimo plato

Waldorf pudding

Melocotones en confitura de Chartreuse

Eclairs (pastelitos) de chocolate y vainilla

Helado francés

Y para terminar

Fruta variada

Quesos

Terminé de leer ¡Ja! ¡Ocho platos!¡Santo cielo! No podría comerme todo. Edward me veía

-¿Qué pasa?- preguntó

-Son ocho platos- dije bajo -No me podré comer todo- el sonrió y besó mi mano

-Prueba de todo un poco, además, ¿ya te has dado cuenta?

-¿De qué?

-El menú en una réplica de la última cena del Titanic, han traído a un chef especializado para que prepare los platos a la perfección

-¿Cómo te has dado cuenta?

Volvió a reír -Viene en la tarjeta de invitación- explicó

Los meseros comenzaron a llegar con los platos, si que se veían ricos, sirvieron vino blanco de entrada, comencé a comer, los langostinos sabían frescos y crujientes, la banda tocaba piezas que sinceramente yo no conocía, fue entonces que me sentí ignorante, este no era mi campo.

La cena terminó y esta vez fue Carlisle el que subió al escenario, yo ya estaba por mi quinta copa de vino y me estaba empezando a marear.

-Damas y caballeros- dijo -Espero que hayan disfrutado de la cena y pido un aplauso para el estupendo chef que ha preparado los platos Georges D'Aubigne- el chef recibió muchas ovaciones -En este momento damos inicio a los juegos que se llevan a cabo en esta fiesta, comenzaremos por el que a todos gusta- se oyeron gritos de muchos -¡A jugar!

Yo no entendía nada, era la primera vez que venía a una fiesta de estas, y eso sumado a que estaba ya medio borrachilla... Lo único que vi fue como las mujeres se levantaron de sus lugares y comenzaron a correr hacia las afueras de la casa, Alice me jaló del brazo

-¡Anda Belli! ¡A jugar!- me levantó de la silla

-¿Qué tengo que hacer?- pregunté

-Oh es simple- dijo -Tienes que correr y esconderte en el bosque y tu pareja tiene que encontrarte, o sea Edward, si no lo hace... bueno... tendrá que realizar algún castigo que le pongan los invitados... Carlisle contará hasta veinte y cuando lo haga todos los hombres irán a buscar a su pareja, por cada minuto que los hombres tarden en encontrar a su pareja tienen que dar diez dólares- esto me estaba gustando, esta era mi oportunidad para ver a Edward en un castigo y cobrarme el hecho de que me haya obligado a comprar con su dinero, no dejaría que me encontrara

Edward me guiñó un ojo -Te atraparé Swan, donde te escondas- advirtió. Le saqué la lengua mientras que Alice me llevaba corriendo fuera de ahí

-Bien Bella, tienes que esconderte lo mejor que puedas ¡Ahora!- Alice corrió hacia otro lado perdiéndose en el bosque, corrí hacia los árboles, algunas de las invitadas aún no encontraban escondite, la voz de Carlisle contando hasta veinte podía oírse, encontré un árbol con tronco muy ancho y los árboles que había a los lados me servían para taparme, me puse tras el tronco y esperé. El grito de que Carlisle había terminado de contar se oyó por toda la casa, entonces los hombres comenzaron a salir, buscando a su pareja.

OoO

Edward POV

Salí corriendo hacia el bosque para encontrar a Mi Bella, corría de un lado a otro sin resultado. Pasaron diez minutos, muchos ya habían encontrado a sus novias y yo aún no. Me estaba preocupando, ahora no me parecía muy buena idea haber dejado que Isabella corriera hacia el bosque, ¿qué tal si le había pasado algo? Entonces recurrí a hacer trampa para encontrarla, saqué mi Blackberry y comencé a rastrar el chip GPS que había colocado en el colgante que le había regalado a Mi Bella, pero eso ella nunca lo sabría, caminé hacia donde el punto rojo en el mapa parpadeaba, frente a mi estaba un árbol enorme y más allá de él no se veía nada, guardé el celular y caminé hasta el árbol, poco a poco rodeé el tronco y entonces allí estaba ella, mi corazón volvió a latir normalmente, estaba de espaldas a mi viendo hacia el otro lado, acerqué mis manos a su pequeña cintura y la cargué, dándole vueltas en el aire, soltó un gritito por el susto pero se relajó visiblemente cuando supo que era yo.

-¡Te he encontrado!- grité, ella soltó una enorme carcajada, esa risa... el mejor sonido en el mundo, la puse en el suelo otra vez y entonces ella me dio un golpe suave en el brazo

-¡Malvado!- reclamó -¡Me has encontrado! ¿Cómo lo haces?

-Te lo dije Swan, en donde quiera que te escondas- me encogí de hombros, la tomé del brazo y la jalé hasta mi, estrellé mis labios en los suyos, saboreándola y llenándome de vida otra vez, su boca sabía a vino... estaba medio borracha... ya me aprovecharía de eso más tarde

-Ahora vamos, tenemos que regresar- la arrastré fuera del bosque

-Podemos quedarnos aquí- dijo sugestivamente -Tu y yo- oh, me mataba cuando era así

-Isabella. Te lo prometo, nos perderemos en este bosque... pero no ahora, más tarde, cuando la fiesta haya acabado- expliqué -Es hora del siguiente juego

Regresamos a la mesa donde estaba mi familia, unos minutos después seguían llegando parejas. Mi madre se subió en el escenario esta vez

-Muy bien, lo han hecho muy bien, parece que hoy todos han encontrado a sus parejas. El siguiente juego es el que más gusta a las chicas- hubo gritos de parte de todas las mujeres -Así, es, hombres, por favor, fórmense aquí- Esme señaló la pista de baile, Emmet palmeó mi espalda -Hermano, es hora, vamos, tenemos que formarnos ahí

OoO

-¿Ahora de qué se trata el juego?- le pregunté a Edward cuando vi que se levantaba de su silla

El hizo un gesto de aburrimiento -Todos los hombres no casados tenemos que formarnos en la pista de baile y las mujeres pagarán dinero o darán propiedades con tal de bailar con uno de nosotros, es como una subasta- me dijo. Una punzada de celos mayor a la que alguna vez había sentido me inundó -Vamos a ver Swan, ¿qué tanto eres capaz de dar por bailar conmigo?- retó

-Oh mi león, yo soy capaz de vender hasta lo que no tengo con tal de que ninguna de ellas baile contigo- mi voz sonó más posesiva de lo que deseaba. Edward sonrió

-¿Lo ves? Eres casi o tan celosa como yo- dijo mientras se encaminaba hacia la pista de baile y se formaba a lado de Jasper, entonces el juego comenzó, Esme tenía el micrófono en su poder

-Muy bien, nuestro primer soltero es Jason Campbell, él es dueño y accionista de una de las principales empresas constructoras en todo el país, tiene veintiún años y le gusta que las mujeres sean sinceras y rebeldes- ¡Whoa! Eso parecía como trata de blancos ¿En serio se subastaban los bailes? No tenía ni idea, el susodicho era un joven de cabello castaño y tez clara, algo atractivo. Dos mujeres se lanzaron a por el

-¡Mil dólares!- gritó una

-¡Mil cien!- gritó la otra

-¡Mil cien dólares a la una!- gritaba Esme -¡A las dos!... ¡Baile vendido con la señorita Kensington!- todos aplaudieron, yo sentía angustia, no tenía dinero para entrar al juego y no quería que ninguna bailara con Edward, entonces, así como en las caricaturas se prendió un foquito arriba de mi cabeza ¡Traía la tarjeta de Edward conmigo y la chequera! Edward había dicho que el dinero le sobraba así que...

-Alice- le susurré -¿Aceptan cheques cierto?

-¡Claro que los aceptan Belli!- me sonrió-¡Mírame y verás cómo se hace!- me avisó

Yo solté el aire, tenía ya dinero, los solteros fueron pasando uno a uno hasta que sólo quedaba Jasper y Edward. Se podía sentir la tensión en el ambiente, la subasta más alta hasta el momento era de diez mil dólares y un apartamento en SoHo

-Aquí tenemos al soltero numero doce. Jasper Cullen, accionista y gerente de ventas de Cullen Corp. Tiene veintitrés años y le gustan las mujeres creativas y alegres- Creativa y alegre... esas eran dos palabras que definían muy bien a Alice, tres mujeres se levantaron

-¡Cinco mil dólares!- gritó una rubia

-¡Siete mil dólares!- gritó otra rubia

Alice muy segura de sí misma se levantó y gritó -¡Veinte mil dólares!- Jasper sonrió y le hizo una reverencia a Alice. ¡Whoa! Eso sí que era una buena cantidad de dinero, esperaba no tener que gastar yo tanto

-¡Veinte mil dólares a la una!... ¡A las dos!... ¡Vendido a la señorita Brandon!- avisó Esme

Alice daba brincos de aquí para allá.

Entonces ahora sólo quedaba Edward, se oyeron algunos chiflidos de mujeres, quería oír ya la presentación que le daban, era como esperar que tu actor favorito saliera a escena.

-Y damas y caballeros, nuestro último soltero. Edward Cullen, accionista mayoritario, dueño y presidente de Cullen Corp. una de las mejores cinco empresas de publicidad en todo el mundo, tiene veintiséis años y le gustan las mujeres tiernas y con carácter

Lo que venía no me lo esperaba, más de diez mujeres sumamente guapas se pararon para comprar el baile, yo no me levanté, esperaría a escuchar cuál era la última oferta, yo pagaría lo que hiciera falta y más

-¡Veinte mil dólares!- gritó una chica abriendo la subasta

-¡Treinta mil dólares!

-¡Cincuenta mil!

Oh cielo santo, esto está subiendo demasiado de precio...

-¡Sesenta mil!

El aire se iba escapando de mis pulmones y Edward sólo me miraba a mí, esperando de seguro mi oferta

-¡Cien mil dólares!- todos voltearon a ver a la mujer que había dado semejante cantidad, era una pelirroja con vestido negro

Cuando yo estaba lista para apostar se levantó otra

-¡Doscientos mil!

Oh cielo santo, esto no está pasando... no quiero gastar tanto dinero...no quiero... y entonces firmé el cheque sintiendo altas dosis de culpa aliviándolo con el hecho de que ese dinero era para una buena causa

-¡Muy bien! ¡Doscientos mil a la una!... ¡Doscientos mil a las dos!...

Me levanté, me armé de valor y grité -¡Trescientos mil dólares!- todos se me quedaron viendo y me puse roja inmediatamente

-¡Vendido por trescientos mil dólares a la señorita Swan!- gritó Esme emocionada, vi a Edward, el sonreía y me guiñó un ojo

Me senté en mi silla otra vez ¡Trescientos mil dólares! No me cabía en la cabeza lo que yo había acabado de hacer

-Bien señores, el baile será dentro de unos instantes, daremos un descanso antes de seguir- dijo Esme

Edward estaba inmediatamente a lado mío -¿Con que trescientos mil dólares eh? ¿De dónde has sacado el dinero?

-Oh Edward, ya ni me lo menciones, el dinero es de tu tarjeta de crédito ¿estás enojado?- di un sorbo a mi copa de vino

-Isabella por favor, eso sí que no, trescientos mil dólares en muy poco para mí pero mucho para gente que lo necesita en verdad, además, subes mi autoestima- dijo acomodándose el cuello de la camisa -Ven, vamos al jardín exterior- tomé su mano y me dejé llevar hasta el bosque de nuevo.

Yo extendí mi cárdigan sobre el pasto y Edward y yo nos sentamos sobre él, tenía un poco de frío así que Edward se quitó el saco y lo puso sobre mis hombros, lo olisqueé, olía divino como siempre. Había muchas parejas así como nosotros por todo el jardín de la casa, Edward recostó su cabeza en mis piernas mientras que ambos mirábamos el cielo oscuro y las estrellas, que al estar en lo alto de una colina se veían mucho mejor, aquella escena era tal vez perfecta para una película romántica, me preguntaba qué tan bueno había hecho yo para tener a ese hombre conmigo, bajé mi vista y me centré en su rostro, pasé mi mano por toda su cara y luego comencé a masajear su pelo y darle pequeños besitos en la nariz.

-Como sigas así lograrás que me duerma- dijo Edward con los ojos cerrados -Ojalá pudiera dormirme así todos los días, junto a ti, dormiría como bebé

No contesté, seguía acariciando su cabello

-Y yo ojalá pudiera tenerte conmigo para siempre- dije al cabo de un rato, gracias a que era de noche Edward no vio la solitaria lágrima que cayó por mi mejilla al decir esa frase

-¿Por qué no me podrías tener para siempre?-inquirió

Hice una sonrisa triste -Porque algún día eso que te gusta y te enamora de mi se irá y entonces tu también lo harás

-No creo que deje de amarte nunca Mi Bella, no creo que jamás vayas a perder esa ternura que me encanta de ti, eso será para siempre

-Todo es posible Edward- dejé otro beso en su nariz -Menos él para siempre- susurré

-Ojalá fuéramos vampiros- dijo Edward con una risa casi inexistente -Y entonces existiría el para siempre- mi mano pasaba por su cabello una y otra vez

-¿Qué hubieras hecho tu si hubieras estado embarazada?- Edward me sorprendió con la pregunta. Lo pensé y decidí contestarle con la verdad

-Hubiera tenido al bebé, pero me hubiera alejado de ti- acepté

Los ojos de Edward se entornaron -¿Por qué?

-Yo jamás me atrevería a arruinar tu vida así, me hubiera marchado y tal vez un tiempo después hubiera regresado para ver qué había sucedido con tu vida

-Isabella, me harías más daño alejándote de mí- advirtió

-¿Cuánto va a durar esto Edward?- le pregunté

-¿A qué te refieres?

-A esto, nuestra relación

-Por siempre, no tengo deseos de que termine nunca- contestó -¿Tu si?

-Claro que no, pero en algún punto... no lo sé, siento que algo pasará Edward, recuerda, nada es para siempre

-No Isabella, nada va a apartarme de ti, te lo juro- pasó una mano por mi nuca y me acercó a sus labios dándome un beso suave y tierno -Te lo juro nena

Esme por micrófono avisó que todos debíamos de volver a la fiesta. Con trabajos me paré, ya tenía mucho alcohol en mi sistema y no sabía tomar.

Entramos a la casa pero Emmet se nos atravesó en el salón principal

-Edward, necesito hablar contigo- su voz se oía enojada

-Adelante, vamos- contestó -Isabella, regresa a la mesa, en un momento estaré contigo

¡Lo juro! ¡Estaba a unos pasos de irme! Vi como Edward se metía a la cocina junto con Emmet para hablar y una vez más en el día mi espíritu cotilla ganó, no había nadie en la casa, todos estaban en el jardín, me acerqué de puntillas a la cocina y con cuidado de no hacer ruido puse mi oreja cerca de la entrada de esta para escuchar

-¿Qué se supone que estás haciendo con ella Edward?- reclamaba Emmet

-No te incumbe, estoy con ella ahora- contestó el

-Edward, jamás te creí capaz de llegar tan lejos... ¿cómo puede ser? ¿Tienes idea de lo que ha sufrido esa pobre chica?

-Baja la voz Emmet que pueden escucharte

-No me voy a callar, ojalá y todos oyeran esto

-¡Cállate ya Emmet!- Edward alzó la voz un tono

-Dime algo, ¿sabe ella lo de James?

No entendía nada ¿Qué carajo...? ¿James?

-Edward, ¿sabe ella que tú conocías a James Witherdale y que estuviste con él la noche de su muerte?

Tapé mi boca para sofocar el grito, ¿qué carajos está pasando aquí? Me armé de valor y me dejé ver ante ellos, la cara de Edward era de puro terror y Emmet no tenía ninguna expresión en el rostro

-¿Qué significa eso Edward?- dije yo bañada en lágrimas, el dio un paso hacia mi

-Bella...yo...

Pero no esperé su respuesta, fue entonces que entendí muy bien la frase de "Todas las cosas terribles que le he hecho" con esto. Estaba entendiendo todo. Me lancé a correr casa afuera hacia el bosque y maldije a los cielos por no tener un auto, lo último que escuché fue como Edward salía corriendo a toda velocidad detrás de mi

-¡Isabella! ¡Para! ¡Puedes hacerte daño!- gritaba

Yo seguía corriendo, el estaba a muchos metros de mi.

OoO

Canción: Toxic

Artista: Britney Spears

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Un beso

Amy W.

Capítulo 11: Índice De Maldad Capítulo 13: Tiempo Para Mí

 
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