Tú, Mi Obsesión (+18)

Autor: AmyWelch
Género: + 18
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 27/11/2014
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 72
Visitas: 104639
Capítulos: 29

Edward es un millonario obsesionado con Isabella Swan. Cuando ambos mantienen una relación Isabella se ve sumida por la vigilancia extrema, celos enfermos, el dinero infinito y la megalomanía de Edward Cullen, está dispuesta a soportarlo todo, hasta que se da cuenta de que Edward es el culpable de la muerte de su novio. Pero ella no sabe, que el último plan de Edward es dejarla ir.

Las y los invito a leer mi otra historia:

De Los Bosques De Noruega:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3402

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Capítulo 26: Dioses Y Monstruos

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

Nenas, aquí con el capi que espero que les guste.

A mi beta Beakis, que la quiero mucho. Gracias nena.

Gracias por sus comentarios tan lindos, me alegra saber que me leen y que esta historia les gusta.

A leer.

En una tierra de dioses y monstruos
Yo era un ángel
Viviendo en el jardín de la maldad
Herida, asustada
Sin hacer nada de lo que necesitaba
Brillante como un faro ardiente.

Obséquiame el paraíso
Lo que realmente deseo es perder la inocencia
Inocencia perdida.

Cuando hablas es como si estuviera en una película
Me estás volviendo loca
Si me pongo un poco más bonita, entonces ¿Podría ser tú chica?
Tú me dijiste que la vida no era tan difícil

Capítulo 26: Dioses Y Monstruos.

Edward estaciona el auto frente a la mansión de los Cullen.

Me abre la puerta para bajar del auto.

−No debiste ponerte zapatos tan altos, pueden hacerte daño− me reclama.

Me río –Edward, sólo tengo un mes, por Dios. Te prometo que dejaré de usar tacones cuando empiece a verme gorda.

Sonríe y me da un beso. Entrelaza sus dedos con los míos y caminamos juntos hasta la puerta. Él toca el timbre y Esme nos abre inmediatamente.

− ¡Edward! ¡Qué alegría! Bella, qué gusto, pasen.

Qué alivio para mí, al darme cuenta de que Esme ya no está enojada conmigo por lo de la última vez.

−Hola, Esme− le doy un beso en la mejilla.

Caminamos hasta la sala, donde están todos… todos menos Anne. Siento cómo Edward se relaja de inmediato al no verla.

− ¡Belli! ¡Te extrañé tanto! Estás fantástica. Dios, este vestido es hermoso− me obliga a dar una vuelta.

Todos nos reciben con la misma alegría, siempre fue así desde que los conocí. Hay cuatro personas más en el retrato y supongo que son los abuelos.

−Mira Bella, te presento a Eva, mi madre− dice Esme –Y él es Bernard, mi padre.− Le doy la mano a ambos, los dos se ven muy cálidos. Eva es bajita, pero aún es joven y tiene el cabello color caramelo. Bernard es alto, tiene los ojos verdes y es bien parecido.

−Qué gusto conocerte, querida− me dicen.

−Y ellos son Elizabeth y Ernest, los padres de Carlisle− Elizabeth es hermosa, tiene el cabello negro y ojos azules y Ernest es rubio y guapo, idéntico a Carlisle. Los abuelos, para ser llamados así, aún son muy jóvenes.

De pronto todos se sientan en el sofá y nos miran fijamente.

−Y bien, ¿cuáles son las tan fantásticas noticias?− pregunta Alice.

Mi corazón de dispara a mil. Aquí vamos. Edward me abraza por la cintura.

−La primera− inicia Edward –Es que…− pone una mano en mi vientre y me mira con ojos de amor −… mi Bella está embarazada.

Un jadeo de sorpresa sale de todos al unísono.

− ¡Pero…. Edward, eso es una maravilla!

Todos de pronto empiezan a aplaudir y el aire se impregna de felicidad.

− ¿Cuál es la otra noticia?− dice Esme intrigada y encantada al mismo tiempo.

−Nos vamos a casar− dice él en voz alta.

Las mujeres sueltan un grito y los hombres se levantan y le dan palmadas en la espalda Edward.

−Wow, Bella. Has logrado atrapar al soltero más codiciado de Nueva York− dice Elizabeth. Sonrío en respuesta.

Una voz clara y femenina impregnada de cierto aire de misterio interrumpe la felicidad de la sala.

− ¿Para cuándo es la boda entonces?

Edward se queda petrificado en su lugar y se gira para el lugar de donde proviene la voz. Yo me giro junto con él, y ahí está ella, portando un vestido púrpura y tacones altos, viéndose alta, bella y esbelta.

−Tía Anne− susurra Edward con miedo.

−Hola, querido− responde ella.

Tomo fuerza, porque no puedo dejar que Edward se intimide ante una estúpida pedófila como lo es ella.

−Qué gusto conocerte por fin Anne− digo yo adelantándome, le extiendo mi mano –Yo soy Bella.

−Tenía tantas ganas de conocerte…− dice ella –Eres justo como todos te describían.

− ¿Debo tomar eso como un cumplido?− respondo.

−Sin duda.

−Tu tía Anne llegó hace más de un mes, incluso fue a buscarte a Forks− dice Carlisle –Pero no te ha encontrado.

−Sí− dice Edward –Nos quedamos sólo unos días en Forks, luego fuimos a Aspen a esquiar y finalmente a Suiza, venimos de allá.

−Qué maravilla. Llegan justo a tiempo para comer− dice Esme.

−Antes− dice Anne –Quisiera platicar a solas con mi sobrino, ha pasado tanto tiempo desde la última vez…

Aprieto la mano de Edward.

−Está bien− me susurra –Ve.

Alice tira de mi mano –Ven Belli, ven.

A regañadientes la sigo, dejando a Edward y a Anne solos.

OoO

POV Edward.

− ¿Qué es lo que quieres? ¿Para qué has regresado?− pregunto hosco.

− ¿Por qué me tratas así?

−No se me ha olvidado lo que me hiciste, Anne− respondo.

−A mí tampoco− se quita el cabello del cuello y me muestra su cicatriz. Sonrío cínicamente.

−A sólo unos centímetros de que murieras− chasqueo la lengua.

−Esa novia tuya… Bella− acerca su mano a mi rostro, la detengo.

−No se te ocurra tocarle un pelo.

− ¿En verdad la quieres?

−Ella es mi vida, y el hijo que espera también. No te atrevas a tocarla.

−Yo no iba a hacerle nada. Sé que eso no va a durar.

Niego con la cabeza –Piensa lo que quieras Anne, sólo te digo que tienes dos días para irte.

− ¿Y si no qué?− reta.

−Bella sabe lo que pasó, y tal vez yo no lo haga, pero ella va a decirle a toda la familia lo que me hiciste.

− ¿Y qué te hice exactamente? Tú estabas enamorado de mí.

− ¿Y qué piensas? ¿Qué me hiciste un favor? Lo único que hiciste fue destruir mi vida. Así que lárgate de nuevo a tu exilio− me doy la vuelta y comienzo a caminar.

−Llegué para quedarme Edward, no vas a lograr que me vaya. Vine por ti, y te vas a ir conmigo. Lo tuyo con Isabella acabó, ¿oíste? Acabó.

OoO

−Anda Victoria, quieres destruir a Edward tanto como yo.

−Yo no quiero destruirlo, quiero que vuelva conmigo.

Tanya pone los ojos en blanco –Bueno… todo se encuentra en un punto. Hay que alejar a Isabella Swan.

− ¿Y cómo vamos a lograr eso?

−La respuesta la tienes tú. Fuiste por un largo tiempo la novia de Edward, debes haberte enterado de algún secreto… algo.

Victoria se pasó los dedos por el cabello rojizo y vacila un momento.

−Bueno… si, hay algo.

Tanya se inclina hacia el frente –Dilo.

−No sé si sirva pero… Edward tiene gustos sexuales… extraños.

Tanya alza una ceja –Extraños ¿cómo?

−Le gusta… le gusta azotar… y todas esas cosas que tengan que ver con dolor.

− ¿Te lo hizo a ti?

−Sí.

− ¿Alguna vez te dejó marcas?

−Una vez, sí− responde.

−Perfecto.

OoO

Edward llega y se sienta a mi lado en la mesa.

− ¿Qué te dijo ella?− pregunto con temor.

−Nada que importe. Vamos a comer− sonríe.

Alzo una ceja. No, definitivamente no es la reacción que esperaba de Edward. ¿Cómo es que puede estar tan tranquilo? Yo lo único que quiero es lanzarme a la yugular de esa maldita.

Mi mente está fuera de este mundo y sólo controlo mis movimientos básicos. Los Cullen y yo comemos en excesiva tranquilidad y en una charla amistosa. No sé qué pasa, sólo abro la boca para llevarme un bocado a la vez.

−No has contestado Belli, ¿para cuándo es la boda? No veo el anillo.

Edward sonríe y toma mi mano.

−No Alice− digo –Edward y yo vamos a casarnos, claro, pero primero tenemos que hablarlo a solas e intentar vivir juntos. Eso del matrimonio puede posponerse por mucho tiempo.

Alice niega –Eso no importa. Edward tiene que ponerte un anillo en ese dedo, el mundo tiene que saber que él ya es un hombre comprometido.

Exhibo una sonrisa de franca satisfacción porque sé que el comentario ha sido en contra de Anne. ¡Toma perra! Le agradezco a Alice con la mirada y ella me guiña un ojo.

− ¿Cómo te enteraste de que estabas embarazada?− pregunta Esme.

Me encojo de hombros –Lo clásico. Vómito y mareos, me hice la prueba y salió positiva. La verdad no pensé que Edward fuera a tomárselo tan bien.

−Has cambiado por completo a mi nieto− dice Eva –Cuídalo, porque como le hagas daño…

−Abuela…− le advierte Edward.

−Bella es una buena chica, mamá− protesta Esme –No tienes por qué preocuparte.

− ¿Sabes de qué sí me preocupo?− dice Eva –De estos dos− empuja el hombro de Emmet. − ¿Para cuándo mi nieto? Ya llevan más de un año casados.

Emmet suelta una risa y Rosalie se lleva una mano al pecho − ¿Y arruinar mi espectacular figura? ¡Ni de broma!− grita y luego me mira –No quiero decir que tú…

−No, está bien− contesto.

Y entonces decido hacer como que Anne no está ahí. Puedo hacerlo, sé que puedo hacerlo.

OoO

Es hora de irnos, es tarde y estoy cansada. Dios, no quiero estar cansada. Quiero poder seguir despierta, pero estoy por quedarme dormida en el sillón de la sala.

Rosalie llega a sentarse a mi lado y me mira inquisitivamente.

− ¿Qué pasa?− pregunto.

−Suéltalo ya− dice.

Alzo una ceja. ¿A qué se refiere? ¿A Anne? No, no puede ser, ni siquiera Alice lo sabe con claridad.

−Hablo del bebé, tonta− me da un golpe ligero en el hombro y yo respiro de nuevo.

− ¿Qué quieres saber?

−La verdad de cómo te diste cuenta de que estabas embarazada.

−Ya se los dije. Vómito, cansancio y mareos.

Me pone una mirada de "no te creo nada" –No es cierto. ¿Qué te dijo Edward? ¿Escondió tus pastillas? ¿Fingió olvidar el condón?

Frunzo el ceño –No Rosalie. Nada de eso. La pastilla falló, pero sí me las tomé.

Rose bufa –Ay Bella… ¿en verdad quieres que crea que entonces el 99% de efectividad de las pastillas falló contigo? Ya dime la verdad, prometo no contárselo a nadie− se lleva el dedo a los labios.

Me quedo callada un segundo, y cuando abro la boca para contestar Edward llega y me toma la mano.

−Es hora de irnos, Bella.

Pestañeo varias veces y me levanto –Sí, adiós Rose− me despido.

−Adiós Bella− me contesta con una sonrisa burlona en la cara.

Nos despedimos de todos, y de algún modo consigo no hacerlo de la tía Anne sin que todos se den cuenta; pero Edward no corre con la misma suerte cuando ella extiende sus brazos hacia él.

− ¡Fue un gusto verte, querido! ¡Ya quiero volver a pasar tanto tiempo contigo como antes!

Mi mano se cierra en un puño ante la imagen de Edward viéndose obligado a abrazarla y besarla en la mejilla. Cuando ella quiere besarlo en la mejilla "de algún modo" el beso cae en la comisura de la boca de Edward. ¡PERRA!

−Adiós, tía− susurra antes de tomarme de la mano y sacarme casi corriendo de ahí.

Cuando estamos en el auto Edward se pasa la mano por la boca una y otra vez compulsivamente en un acto reflejo para quitarse cualquier rastro de ella.

−Necesito que me beses− me dice.

Me acerco a él y lo atraigo hacia mí, planto mi boca sobre la suya y le doy un apasionado beso.

Suspira de alivio cuando nos separamos.

−No la soporto. ¡No la soporto!− grita. –Quisiera no tener que verla nunca.

−Dile que se vaya Edward, dile que si no lo hace vas a decirle todo a tu familia.

−No puedo. Me amenazó, no puedo hacerlo.

Gira la llave y arranca el auto.

OoO

− ¿Me llevas a mi apartamento?− pregunto.

− ¿No te quedarás conmigo hoy?

Y estoy a punto de decirle que necesito mi espacio, pero entonces mi mente regresa a ella. No puedo dejarlo sólo.

−Sólo voy a pasar por algo de ropa ¿bueno?

−Está bien.

Me bajo del auto y hago el camino hasta mi apartamento.

Cuando entro todo está normal, pero cuando voy a mi cuarto… ¿Qué rayos…?

Toda mi ropa está regada por la cama incluyendo los zapatos. Mi corazón comienza a latir fuerte. ¡Dios mío! ¡Me han robado! Reviso todo a fondo, y me topo con que faltan un par de vestidos míos, zapatos y el dinero de la renta tampoco está. Me apresuro a sacar la maleta y meter absolutamente toda mi ropa y en otra maleta los zapatos.

Agradezco que sólo falten cosas sin importancia y que yo no estuviera aquí cuando ocurrió. Pero cuando me doy la vuelta y observo mi tocador… ¡maldición! La foto de Edward y yo juntos no está, y ahora en su lugar hay una nota escrita en papel blanco.

Sé dónde estás ahora… y voy a quitártelo todo. A ti y a él.

Me mareo de nuevo y comienzo a sentir un malestar. Todo comienza a dar vueltas. Me siento en el suelo y respiro varias veces. No fue Anne, lo sé… ¿pero entonces quién?

Me levanto del suelo y cojo las maletas junto con aquella nota. Voy hacia el elevador y camino rapidamente hasta la salida. Cuando Edward me ve sale tan rápido del auto que casi cae al tropezar con un escalón.

−Mierda, Bella. Estás pálida. ¿Qué pasó?

Me quita las maletas de las manos y descubre el papel arrugado. Lo extiende y lo lee.

−Isabella, ¿en dónde estaba esto?− pregunta con voz grave y seria.

−Estaba…− sigo mareada –Estaba allá arriba… sobre el tocador… alguien me robó… me robó.

Edward me carga hasta el auto y me sienta en el lugar del copiloto, luego termina de guardar las maletas en la cajuela y se monta en el Aston.

−Vas a quedarte conmigo a partir de este momento. No puedes estar sola.

Y por primera vez en la historia estoy agradecida que diga eso. No quiero estar sola.

OoO

Despierto y estoy recostada en la cama. No recuerdo donde estoy hasta segundos después. Me levanto y busco a Edward con la mirada, no lo encuentro.

Salgo de la habitación y creo escuchar la voz de Edward en la cocina.

−Me importa una mierda. Quiero que la encuentres, ¿oíste? Quiero que la encuentres. Esa mujer no puede estar lejos.

Frunzo el ceño. ¿Qué pasa? Edward cuelga el teléfono y en ese momento salgo de mi escondite y me dejo ver.

− ¿Cómo estás?− pregunta preocupado.

−Mejor. ¿Con quién hablabas?

−Cosas de la oficina.

Respiro − ¿Quién robó mi apartamento?

−No lo sé− encoge los hombros.

−Sí lo sabes. Dímelo. Esa nota…

−Esa nota no quiere decir nada− replica.

−Por supuesto que sí. Una mujer irrumpió en mi casa, robó ropa, dinero y el retrato que tenía de ti, y luego dejó esa nota. Ella te conoce y ahora me conoce a mí también. Dime Edward, ¿quién fue?

−Sabes que no estás en condiciones. No puedes alterarte.

− ¡Y un cuerno Edward! ¡Respóndeme!− exclamo.

Él resopla y se pasa una mano por el cabello –Fue Rachel− dice.

El aire se va de mis pulmones –Pero ella está en…

−Escapó− contesta antes de que yo pueda terminar la frase.

− ¿Cómo lo sabías?

−Ayer me hablaron del psiquiátrico donde ella estaba, lastimó a alguien del personal y nadie sabe dónde está. Bueno… ahora sabemos que está esta ciudad.

− ¿Por qué no me lo dijiste? Sabes perfectamente que ella es peligrosa

Edward niega frenéticamente y grita − ¡Porque estás embarazada, maldita sea! ¡No puedes sufrir emociones fuertes!

− ¡Tengo un maldito mes!− replico.

−Los primeros tres meses son cruciales, deberías saberlo.

Pongo los brazos en jarras − ¿Y cómo es que tú lo sabes?

−Lo sé y ya.

−Te tengo una pregunta Edward− me acerco a él y pongo mi dedo índice en su pecho − ¿Tú provocaste este embarazo?

−Maldita sea Bella, ¿y ahora de qué estás hablando?

−Es sólo una pregunta. Contéstame.

−No. Ya sabes que fue un error con tus anticonceptivos− hace un gesto de confusión − ¿Por qué estamos discutiendo ahora exactamente?

Retiro mi dedo de su pecho y lo miro entre mis pestañas –No lo sé− murmuro.

Y me alza en brazos y me sienta en la encimera de la cocina –No quiero pelear, nena. Sólo quiero hacer el amor contigo− comienza a besarme.

Gimo –Yo también…

OoO

−Cristo. Bella− gime mientras aprieta mis caderas.

Me muevo encima de él haciendo círculos, me muerdo los labios y cierro los ojos. Estoy cerca, y él también.

−Más rápido− me pide, y lo hago. Apoyo mis manos en su pecho y él se levanta, yo quedando a horcajadas sobre él. Besa mis pechos y pasa la punta de la lengua por mis pezones. Sumerjo mis dedos en su cabello para acercarlo más a mí.

Baja una de sus manos y la coloca en mi vientre, lo oprime un poco y estoy al borde del abismo. Su mano continúa su travesía hacia abajo y sólo basta con que presione un poco.

Gimo y grito fuerte, es un orgasmo completamente enloquecedor.

Nuestros cuerpos sudorosos están pegados el uno con el otro.

−Me gusta estar contigo− murmuro cuando nos acostamos en la cama.

−A mí me encanta− contesta –Lástima que este paraíso haya acabado, mañana tengo que volver a la empresa.

− ¿No te gusta tu trabajo?− pregunto.

−Claro que me gusta, pero es que últimamente odio todo aquello que me impida estar contigo.

Sonrío –Yo también tengo que ir a la universidad mañana.

Frunce el ceño –Es peligroso que vayas allá afuera− dice –Puedes estudiar aquí en la casa.

− ¿Y quedarme aquí encerrada? Me volveré loca.

−Bella…

−Hagamos un trato− propongo –Tú me dejas ir a la universidad y yo prometo llamarte cada hora para decirte que estoy bien− bato las pestañas. Esto le funciona a Alice para convencer a cualquiera.

Suspira –Bien. Pero cuando no me llames…− amenaza.

Levanto mi mano derecha –Lo juro.− pero él toma mi mano y de algún modo vuelve a colocar mi cuerpo debajo del suyo.

− ¿Otra vez?− pregunto sorprendida. Con esta era la cuarta del día.

− ¿Es que no entiendes que estoy loco por ti, Isabella Swan? Si por mi fuera me quedaría dentro tuyo para siempre.

Siento su erección en mi pelvis, lo atraigo hacia mí por el cuello y lo beso –Entonces hazlo− ordeno.

OoO

Es por la mañana y me estoy alistando para ir a la universidad. Me pongo unos jeans blancos, una blusa rosa con flores y unos zapatos de tacón no muy alto. Edward está en la cocina supongo que haciendo mi desayuno. Tiene puesto un traje azul marino y camisa blanca. Se ve hermoso.

Ambos desayunamos y finalmente bajamos al estacionamiento.

Una vez que Edward hace el camino hacia Columbia no puedo evitar mirar por todas las calles que puedo.

− ¡Ey!− me llama –Ella no podrá hacerte daño.

Me dedica una sonrisa tranquilizadora, y sé que sólo es eso. Tanto Edward como yo sabemos que Rachel es peligrosa, y no sé lo que pueda hacer ahora. Tan sólo de pensar en ella… me dan escalofríos.

Edward estaciona frente a la universidad y me despido de él con un beso.

− ¿Se me nota?− me toco el vientre.

Él ríe ampliamente –Y tú eres la primera que dice "Sólo tengo un mes"− niega con la cabeza –No, no se te nota. Te amo.

−Y yo a ti− tomo mi mochila y bajo del auto. Me despido de él y me giro para empezar a caminar a la universidad, hasta que oigo un par de aplausos a mis espaldas; me giro y ahí está esa hermosa pelirroja, Victoria.

−Wow− dice con completo sarcasmo –Debes de darme algunos tips sobre cómo atrapar hombres, Bella.

−Victoria− digo − ¿Qué haces aquí?

Ella sonríe y me muestra su mochila –Aquí tengo una laptop− señala –Y esto es una universidad, así que…

Comienzo a hiperventilar. No, era imposible.

−Tú no puedes…

−Claro que puedo Bella, es mitad de curso y sólo estoy de oyente, pero vengo a estudiar− camina hacia mí y pasa de lado –Y a hacer de tu vida un infierno.

Y se va, dejándome sola a mitad de las escaleras creyendo que todo el mundo cae sobre mí.

OoO

Sé que lo ha hecho a propósito. Lo sé. Victoria ha estado exactamente en todas mis clases, y aunque no ha dicho o hecho nada tan solo su presencia me hace sentirme incómoda.

Al final de la hora salgo del salón y marco el número de Edward.

−Hola, nena− me contesta al instante.

Escuchar su voz me tranquiliza y me hace sentir como en casa –Hola− susurro.

− ¿Pasa algo? Te escuchas triste.

−No, no. Estoy bien, sólo estoy cansada− miento.

−Te dije que sería mejor tomar las clases en la casa.

−Lo pensaré− contesto, solo que ahora la idea no suena tan mal.

−Hoy por la tarde iremos con el doctor Green para que nos entregue los resultados. ¿Te has acordado de tomarte las vitaminas?

−Sí, lo he hecho, no te preocupes.

−Siempre voy a hacerlo. Tengo una junta, nena, tengo que irme.

−Sí, claro. Adiós.

−Te amo.

Cuelgo y me dirijo hacia la cafetería por un jugo. Me toco el vientre, y por primera vez me pongo a pensar en realidad en él. Tengo un bebé dentro de mí, un bebé de Edward y mío. Me imagino a un pequeño bebé de cabello cobrizo y ojos verdes. Hermoso. El pensamiento me llena de paz.

Salgo de la fila con el jugo en mi mano y maldigo que sea martes, extraño a Adam y ya no podré verlo más aquí en la universidad. Doy el paso y algo traba mi pie, y cuando me doy cuenta he caído de bruces contra el suelo, mi jugo se ha desparramado todo en mi blusa. De inmediato me llevo la mano al estómago… mi bebé.

−Oops, perdón− dice la conocida voz mientras me levanta. –No me fijé que venías.

La miro a los ojos y no digo nada, recojo la botella vacía de jugo y corro al baño.

Agradezco que el golpe no ha sido tan fuerte y que he podido reaccionar para meter las manos. Tomo un poco de papel y lo mojo, trato de limpiar lo más que puedo la blusa pero no deja de oler dulce. Perfecto, ahora las abejas van a perseguirme.

Es el primer día con Victoria aquí y ya estoy harta. Además temo por mi bebé, ¿y si ella algún día me tira por las escaleras? No. No. No. Hasta ahora había decidido no decirle a Edward, pero no quiero que esto se me salga de las manos, y por lo general, Edward es muy bueno manteniendo todo bajo control.

Logro soportar el resto de las clases y agradezco cuando da la una de la tarde. Mi celular suena, es él. Me avisa que está esperándome afuera.

Tomo mis cosas y salgo corriendo de ahí, antes que Victoria consiga alcanzarme.

El Aston está ahí y Edward sigue dentro del auto. Abro la puerta y me monto. Le doy un beso en la mejilla y después lo miro para darle la noticia.

− ¿Estás bien? ¿Qué pasa?− pregunta alarmado.

−Adivina quién está aquí− musito.

El abre los ojos de par en par − ¿Rachel? ¡No puede ser!

−No, ella no. Victoria.

− ¿Qué? ¿Victoria?

−Dijo que haría de mi vida un infierno y creo que así será.

− ¿Ella te hizo algo?

Desvío la mirada.

−Isabella, dime ahora si ella te hizo algo.

Carraspeo –Me ha puesto una zancadilla y he caído al suelo, pero no me he golpeado. Sólo se me cayo el jugo en la blusa.

Sus ojos se encienden de furia − ¿Te has lastimado?

−No. Ya te lo he dicho.

Y antes de que pueda detenerlo él sale del auto, intento abrir la puerta y seguirlo pero él ha puesto el seguro por fuera. Sólo lo veo subir las escaleras y desaparecer dentro de la facultad.

Cinco minutos después Edward reaparece con Victoria tomada del brazo, prácticamente está arrastrándola hacia el auto. Oh no. No va a hacerlo…

Edward abre mi puerta.

−Sal de auto, Bella− su tono de voz no admite réplica.

Trago saliva y me pongo de pie, tengo a Victoria frente a mí y en sus ojos no hay más que ira y odio.

−Pídele perdón, Victoria.− la zangolotea del brazo.

− ¡No voy a hacerlo!− exclama ella.

Y poco a poco la gente del campus se va deteniendo a averiguar lo que pasa.

−Edward, déjalo ya. Todos nos están mirando.

−Pídele perdón Victoria si no quieres un escándalo− el brazo de Victoria está completamente rojo. − ¡Hazlo ahora!

− ¡Edward, me duele!− reclama.

− ¡Hazlo!

−Lo siento, Isabella− murmura apretando los dientes.

− ¿La has oído, nena?− me pregunta, pero no deja que conteste –Ella no te ha oído Victoria, dilo más fuerte.

− ¡Lo siento!− grita al final. Edward la suelta del brazo.

−Puedes irte ahora, Victoria.

Ella se lleva la mano a su brazo, que está tiñéndose de morado –Vas a pagar esto Edward, lo juro que lo vas a pagar.

Suelto el aire y me siento de nuevo en el auto, azoto la puerta y me cruzo de brazos.

−No puedo creer lo que has hecho− digo enojada.

−No iba a dejar que te amenace y falte el respeto, Bella.

−Lo único que has conseguido es alimentar más su odio, y yo mañana tendré que lidiar con su ira.

−No vas a volver. Sería negligente de mi parte si te dejo hacerlo. Con Rachel en las calles y Victoria aquí corres peligro.

−Pero si no vuelvo sería como dejar que ella gane, Edward.

El golpea el volante − ¡Esto no es como una maldita guerra de popularidad de secundaria, Bella! Hoy Victoria te ha puesto una zancadilla y por suerte no te has lastimado, ¿qué sigue? Tendrás que dejar tu orgullo de lado, ahora no sólo eres tú Bella. Tienes que cuidar de la vida de otra persona.

Bajo la mirada, sé que él tiene razón, como casi siempre.

−Está bien− respondo –Sería irresponsable volver. Vamos donde el médico, quiero ver los resultados.

OoO

Los resultados están bien, el bebé parece estar en perfectas condiciones y eso tranquiliza tanto a Edward como a mí.

Regresamos al departamento y Edward se pone a preparar algo de comer.

−Supongo que estarás feliz ahora− susurro.

− ¿De qué hablas?

−Con Rachel y Victoria por ahí sueltas no puedo volver ni a mi departamento ni a la universidad, o buscar trabajo. Tu sueño va a cumplirse. Mañana cuando llegues de la empresa me encontrarás en la cocina preparando algo delicioso y me harás el amor cuantas veces quieras.

−Sé que la idea no te hace ilusión, pero por ahora es lo mejor. Puedes llamar a Alice y Rose por las tardes para que no te sientas sola aquí.

− ¿Y qué voy a decirles? "Las he llamado porque no puedo salir, las locas ex de mi novio quieren matarme"

−Obviamente no tienes por qué decirles el motivo, podrías inventar cualquier otra cosa.

Me paso la mano por la cara –Sí, lo sé… es que no me gusta estar encerrada. Es decir ¿por qué yo? ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?

Edward deja sus actividades en la cocina y se gira para verme a los ojos.

−Porque eso es lo que elegiste al estar conmigo. Estoy jodido nena.− me responde triste.

−Eso no es lo que quería decir− advierto.

−No importa. Esa es la realidad de cualquier modo.

Se sienta a mi lado y me atrae a su pecho.

− ¿Cómo es que vamos a traer un bebé al mundo, Edward?

−No lo sé. Estoy asustado, pero vamos a lograrlo− pone su mano en mi estómago –No sé si sea posible pero… quiero a este bebé casi tanto como a ti.

−Yo también lo quiero. Mucho.

Él frunce el ceño –Nuestro bebé, Swan. Nuestro− su voz impregnada de incredulidad.

− ¿Quién lo iba a decir?− digo yo –No sabes cuánto agradezco el día en que te conocí. Sé que estás jodido, muy jodido; pero no estás sólo, yo estoy contigo y ahora él o ella también.

OoO

− ¿Qué tal ha ido?− pregunta Tanya.

−Fatal. Justo como pensé que sería. Edward me ha obligado a pedirle perdón a la imbécil esa. Te dije que no era buena idea, la universidad es horrible. Siempre la detesté.

−Entonces tendremos que poner en práctica el plan B.

−Pero si no hay plan B.

−Claro que lo hay. Tenemos que inventar un chisme de Isabella Swan.

−Creí que nuestro objetivo era él.

−Y lo es. Meternos con ella es lo mismo o incluso peor que meternos con él.

− ¿Y qué se supone que hagamos?

−Ese es tu trabajo, querida. Averigua cualquier cosa que nos dé pie para inventar algo.

OoO

En el mundo en el que me desenvolvía ahora sólo existían dos cosas: los dioses y los monstruos.

Pero yo no era ninguna diosa, porque no era perfecta ni hermosa. Tampoco podía ser un monstruo porque jamás había hecho algo terrible. Entonces ¿eso en qué lugar me dejaba?

Me di cuenta entonces de que en la tierra de dioses y monstruos yo era un ángel con un ala rota, queriendo vivir en el jardín del demonio.

OoO

Canción: Gods & Monsters

Artista: Lana Del Rey

¿Os gustó? Espero que sí.

Como siempre espero sus comentarios, votos y favoritos.

Visiten mi BLOG para ver el adelanto del siguiente cap, la dirección es: amywelchfanfic.blogspot.com

Capítulo 25: ¿Azul o Rosa? Capítulo 27: Entre Rosas Y Mentiras

 
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