Love Me (+18)

Autor: Lily_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2015
Fecha Actualización: 25/10/2015
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 45
Visitas: 82976
Capítulos: 47

 

Edward Cullen: modelo profesional con un status muy alto y maravillosamente guapo.

Isabella Swan: asistente personal de Tanya Denali de Status Model Management. Y como no enamorada de Edward Cullen.

Edward Cullen tiene una vida muy complicada tanto por sus constantes viajes de trabajo como por su vida personal. Por eso y por otros motivos no está dispuesto a complicarse más la vida empezando una relación con nadie. No está dispuesto a estar en una relación ni a comprometerse. Pero cuando se encuentra con Isabella Swan instantáneamente siente una atracción hacia ella, pero con el tiempo se convierte en algo más. ¿Se dará la oportunidad de amar y de ser amado?  

Isabella Swan ama y odia su trabajo, lo ama porque siempre se puede recrear la vista con los exquisitos especímenes con los que trabaja. Y lo odia porque le toco una jefa de lo más irritante, difícil, y aparte criticona. Pero aparte de eso, cuando conoce a Edward Cullen se siente inevitablemente atraída por él, pero ella sabe que no es conveniente sentirse atraída por un modelo y mucho menos enamorarse, y menos especialmente de él, pero la atracción entre ambos es simplemente inevitable.

 

 

Lo persoajes le pertenecen a Stephanie Meyer, esta historia esta adaptada en el libro Working it de kendall Ryan, yo solo lo adapte con los prsonajes de Edward & Bella 

Espero les guste :)

           

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Capítulo 10: Coctel

Edward

 

 

Me puse bajo el chorro de agua fría, dejando que lavara el maquillaje de la sesión. Había sido un día agotador. Henri, el fotógrafo, era conocido por favorecer el estilo de salto en sus fotos. Le gustaba capturar sus objetivos medio saltando para evocar una sensación de movimiento, por lo que había pasado varias horas saltando en el aire, empujando mi cuerpo en varias posiciones y ángulos, manteniendo mi cara neutra y asegurándome de que la ropa y el pelo se mantuvieran en su lugar. Tiempo divertido.

El latido del agua caliente estrellándose en mi espalda me relajaron, y mis pensamientos vagaron a Bella.

Ella estaba demostrando ser una gran contradicción.

Algunas chicas eran modelos-follables dispuestas a abandonar sus bragas tan pronto como se enteraban de mi profesión. Otras eran intimidadas y conscientes de sí mismas, en el supuesto de que nunca serían lo suficientemente buenas para estar con un modelo. Ambos tipos me molestaban.

Bella no era ninguna. Su confianza en sí misma no era tan fuerte como lo que probablemente debería ser; yo sentía que algo de eso era por lo insultos de Tanya. Pero, sobre todo, me sentía atraído por su extraña habilidad para mantenerme prediciendo.

Ya que yo estaba bastante seguro de que mi mierda no era el número uno en su agenda, su comportamiento me confundía. Ella era coqueta y sexy por medio de mensajes, pero educada y profesional en el trabajo. Distante, incluso.

Si tuviera que poner mi dedo en ello, diría que estaba más interesada en ser amigos. Y aunque tal vez tenerla como amiga me parecía que era una buena idea al principio, yo realmente no tenía amigos. Desde luego, no amigos que quisiera follar. Tan malamente.

Nunca había tenido que trabajar para tener una chica en mi cama. El pensamiento era casi risible. Casi. Si mis pelotas no estuvieran jodidamente doloridas ante la idea de esperar, sería divertido. No lo era. Necesitaba tenerla.

Después de varios largos minutos, de mala gana cerré el grifo y salí de la ducha con mampara de vidrio. Me envolví una toalla alrededor de las caderas, lanzando otra sobre mis hombros. Dirigiéndome al dormitorio, me froté la toalla por la cara, pero la sensación de que no estaba solo me hizo alejar la toalla. Tanya estaba sentada en el borde de la cama con una sonrisa amplia y arrogante.

— Estuviste brillante hoy. —Sus ojos viajaron por mi pecho desnudo antes de detenerse en los míos.

— Gracias. 

Cruzando la habitación a la oficina, agarré un par de boxers, una camiseta y pantalones vaqueros. El sonido de la risa suave de Tanya llenó el silencio. Tiré de la camiseta por encima de mi cabeza y me alejé de ella, dejando que la toalla cayera al suelo. No era como si Tanya no hubiera visto a mi culo desnudo antes. Me puse los calzoncillos boxers y escuché su voz baja a través del cuarto llegar detrás de mí. Sus manos llegaron alrededor de mi cintura, rodeándola mientras apretaba sus pechos contra mi espalda.

— Amor —susurró. Su voz era un ruego desesperado, lleno de añoranza.

— Estoy cansado, Tanya. —Quité sus manos de donde habían estado acariciando mis abdominales y me volví hacia ella.

La mirada nublada en sus ojos se desvaneció cuando ella apartó su mirada de la mía. —Por supuesto. Hoy has trabajado duro. La cena está de camino y luego te podré dar un masaje. Vamos a ver si podemos conseguir dormir esta noche. —Ella ofreció una débil sonrisa.

Me limité a asentir. Había estado esperando mensajearme con Bella otra vez esta noche. Tal vez incluso hacerle una visita, ver si yo podía ir más allá de ese exterior mientras ella intentaba aguantar. Una rápida mirada de Tanya al reloj me dijo que sólo eran las ocho. Ella estaría de pie por un tiempo.

Un golpe en la puerta rompió nuestro contacto de ojos. Tanya dejó entrar el servicio a la habitación mientras yo me ponía los pantalones vaqueros.

Nos sentamos en mi cama y comimos, igual que hicimos tantas veces antes en ciudades de todo el mundo. Incluso la comida era familiar pescado a la parrilla y verduras, vino y agua con gas. Dios no quisiera que hubiera grasa o carbohidratos involucrados.

La boca de Tanya se movió sensualmente mientras comía, deslizando los dientes sobre el tenedor. Sus ojos se quedaron en los míos. Ella era una mujer atractiva, a pesar de nuestra diferencia de edad de dieciséis años, yo la encontraba atractiva.

Por otra parte, había encontrado otras cosas que apreciar sobre todas las mujeres. Sus bragas con volantes, sus pocos cuidados dedos de los pies, la curva de su baja espalda, su olor. Sí, me encantaban las mujeres. Sólo mirarlas, admirarlas.

Quizás era debido a mi profesión que yo fuera consciente de toda su belleza.

Me había pasado incontables horas con los viejos números de mi mamá de Vogue e InStyle. Nos sentábamos en su gran cama con dosel el domingo por la mañana, tomábamos el desayuno en la cama, y dábamos vuelta cada página. Como madre–hijo compartiendo la experiencia, era extraño. Pero era lo que habíamos tenido. Por lo general estaba demasiado colgada para el desayuno, pero ella sorbía su café y me veía comer y nos gustaba comentar todos los looks.

Morena, rubia, pelirroja, de piel aceitunada, o pecas, yo encontraba la belleza en todas. Y no discriminaba. Claro, la mayoría de mis compañeras eran modelos, pero me atraían más las partes leales de las otras chicas, también. Me había liado un poco con las chicas en mis años de adolescencia, al principio un poco tímido y torpe, como aprendí de sus cuerpos, crecí confiado. Y después de que perdí mi virginidad a los dieciocho años, mi apetito sexual se incrementó dramáticamente. Para gran consternación de Tanya. Me recordaba con regularidad lo mucho que le disgustaba mi interés en otras chicas. Y como ella era algo más que mi jefa ella era una amiga de la familia. Yo hacía mi mejor esfuerzo para mantenerla feliz. Creo que lo había hecho en todos los continentes como resultado. Las indiscreciones rápidas eran más fáciles. Además, no había ninguna chica que intentara salir de mi habitación del hotel en el futuro.

Por supuesto, ahora con sólo veintidós años, casi veintitrés años, ya me sentía cansado. Estar solo era más fácil. Nunca había tenido una novia, nunca quise realmente una. Y estaba claro que a Tanya no le sentaría bien la idea. No es que debiera de molestarme, pero lo hacía de alguna manera.

Terminamos nuestra comida y Tanya retiró los platos, poniéndolos al otro lado de la puerta para que los recogieran después. 

 — ¿Te doy tus píldoras? —preguntó.

— Seguro. 

Regresó un momento después con unas pocas botellas, sacudiendo las píldoras en mi mano. No importa la cantidad de problemas que ella fuera, realmente era buena conmigo. Yo obedientemente tragué el puñado.

— Puedo frotar tu espalda si quieres —dijo Tanya.

Un masaje sonaba celestial, pero yo tenía otros planes para esta noche. —No, está bien. —Yo no quise soltar directamente que se fuera, pero estaba dispuesto a hacerlo si ella no tomaba mis sutiles insinuaciones.

Tanya frunció el ceño y se movió un paso hacia la puerta. —Bueno, supongo que me iré entonces. 

Asentí con la cabeza y la acompañé hasta la puerta. —Buenas noches, y gracias por la cena. 

— Por supuesto. 

Ella me besó ambas mejillas antes de salir.

Eran casi las diez y me pregunté si Bella estaría dormida. Ella había dicho antes que yo podía enviarle mensaje si no podía dormir. Me pregunté si esa oferta seguía en pie, ya que ella también me dijo que teníamos que mantener las cosas profesionalmente a partir de ahora. Lástima que yo no tuviera planes de dejar que eso sucediera.

Unos minutos más tarde, me hube cepillado y usado el hilo dental, me metí entre las sábanas con mi teléfono.

Apagué de un tirón la lámpara de noche, el resplandor azulado de mi teléfono iluminaba el teclado lo suficiente como para escribir.

Yo: Hey, sexy

Golpeé enviar y dejé el teléfono en mi estómago, yaciendo de espaldas mirando el techo. Me pregunté si ella sería valiente y devolvería mi texto. O si yo sería capaz de llegar a dormir esta noche. Varios largos segundos después, mi teléfono sonó. El sonido me hizo sonreír. Ella no era inmune a mí, a pesar de lo que había dicho.

Bella: Holaaa

Sonreí. Ya me sentía mejor. Yo sólo pude oír su dulce acento sureño con el saludo.

Era una locura cómo una simple palabra con varias vocales adicionales podría hacerme tan feliz.

Yo: ¿Sigues despierta?

Bella: Nop. Profundamente dormida. ;)

Listilla. Esta chica me hace sonreír.

No andaba en puntillas a mí alrededor a causa de quién era yo y eso me gustaba.

Bella: ¿No puedes dormir?

Yo: No estoy cansado todavía

Bella: ¿Necesitabas algo?  ;)

Sonreí. Oh sí, ella quería. Ella podría tratar de negarlo y actuar desinteresada, pero yo sabía la verdad. Podía leerla como si fuera un libro.

Yo: Sí, envíame una foto de tus tetas.

Sabía que había sido grosero, pero algo dentro de mí le gustó burlarse de ella, quería ver cómo iba a reaccionar. Para mi sorpresa, unos segundos más tarde, una foto granulada oscura apareció. Emmy estaba vestida con una camiseta blanca que empujó debajo del pecho, dejando al descubierto varios centímetros de un escote suave cremoso. Quería meter la cara en medio de esas bellezas y cubrirlos a besos.

Yo: Chica hermosa. Parece que estás metida en la cama. ¿Por qué no estás durmiendo?

Bella: Estaba pensando en ti, en realidad.

Yo: ¿En serio? ;)

Tenía que mantener la ventaja, hacerla hablar sin revelar demasiado.

Bella: Sí, y en la otra noche.

Yo: Sigue. . .

Bella: Eres un buen besador.

Yo: Tú eres sexy cuando te corres.

Bella: Edward. . .

Yo: ¿Sí, cariño?

Bella: :).

Yo: ¿Cuál es tu posición sexual favorita?

Bella: Me gusta estar arriba.

Yo: ¿Al igual que en lo más profundo?

Bella: Edwaaard. . .  

Casi podía oír el gemido en su tono, la forma en que había gemido mi nombre. Me había gustado mucho.

Bella: ¿Estás bien con la chica en la parte de arriba?

Yo: Sí. Siempre y cuando me esté mirando, así puedo mirarla a los ojos mientras la follo.

Sería más divertido ver sus reacciones en persona, para ver florecer sus mejillas rosadas. Para ver si miraba hacia abajo con timidez o sería atrevida y me miraría con esos bonitos ojos chocolate. Sus ojos eran tan expresivos, tan abiertos. Me encantaría ver el deseo superar su expresión, para ver hasta qué punto mis palabras la afectaban. Pero por ahora, tendría que conformarme con saber que estaba un par de pisos por debajo de mí, sola en su hotel, con los latidos de su corazón elevados, y sus bragas húmedas.

Bella: No debemos hacer esto.

Yo: ¿No?

Bella: ¿Cuál es tu favorita?

De hecho, me reí a carcajadas. Un segundo ella me decía que no podíamos hacer esto, y al siguiente estaba pidiendo mi posición sexual favorita. Me encantaba lo insegura que era. En realidad, estaba a un paso de pensar que tendría que convencer a esta chica a salir de su caparazón. De alguna manera yo sabía que ella valdría la pena el esfuerzo.

Yo: Probablemente la vaquera también. De esa manera se puede ver a toda la chica y controlar su cuerpo en mí. También es más fácil entrar en ella tan profundo como ella pueda tomar.

Bella: Oh. . .

Yo: ¿Te estás mojando bebé?

Bella: Sí.

Joder, eso era sexy. Una parte de mí quería decirle que se frotara, para tenerla agradable y húmeda para mí, pero yo no quería presionarla demasiado, demasiado rápido. No podía hacer que se cerrara a mí otra vez.

Mientras yo consideraba qué debía escribir, a mi lado el teléfono sonó de nuevo.

Bella: Tú consigues que me moje tan rápido. ¿Estás duro?

Yo: Me estoy poniendo. . .

No era una mentira. Ella estaba consiguiendo ponerme duro. Sólo la idea de meterme en sus bragas de nuevo, tocando sus suaves curvas.

Bella: Quiero ver. . . :)

Yo confiaba en ella, pero la última cosa que necesitaba era una foto de mi polla terminando en la web. Eso sería una pesadilla de publicidad que no necesitaba. 

 

 

 

Bella

 

 

Supongo que tenía que tener cuidado con fotos como esas. Él era una figura pública, después de todo, y probablemente podría meterse en problemas. Él era inteligente. Yo probablemente no debería haber estado tan dispuesta a mandarle fotos sucias, pero algo dentro de mí le gustaba ser traviesa, me gustó saber que yo le estaba encendiendo.

Bella: Hmm, qué mal porque yo iba a enviarte una foto. . .

Edward: Bellaaa… No te burles, nena. Envíame una.

Bella: ¿Qué quieres ver?

Edward: Tu culo en una linda tanga.

Casi me reí para mis adentros. Él era un hombre de culos. Yo tenía de eso con creces, así que seríamos un buen partido en eso. Me volví a posar frente al espejo de cuerpo entero, haciéndome una foto con la cámara de mi teléfono. Era sólo mi mitad inferior, el trasero en un par de bragas negras de encaje, las piernas y pies descalzos. No se veía nada mal. Golpeé enviar y salté sobre la cama a la espera de su respuesta.

Edward: Mmm me gusta.

Me sentí orgullosa, como si realmente lo hubiera afectado. Él no tenía una respuesta ingeniosa, simplemente la cruda honestidad fue su reacción. La satisfacción brotaba dentro de mí. ¡Soy mujer, escúchame rugir!

Edward: Ese culo es perfecto.

Bella: ¿Seguro que no me puedes enviar una foto?

Edward: Estás matándome, nena.

Al igual que un pavo real pavoneándose, sacudiendo sus plumas de su cola, me paseé por mi habitación de hotel, de repente demasiado ansiosa para quedarme quieta.

Edward: Compórtate o voy a tener que azotar a ese culo sexy.

 

Los mensajes de texto con Edward se hacían aún más calientes sabiendo que su habitación estaba a sólo unos pisos más arriba, y él me podría pedir que subiera si las cosas se ponían demasiado calientes. ¿Qué iba a decir entonces? ¿Cómo voy a responderle?

Yo diría que no, por supuesto. Tenía moral. Yo no sería el secreto de en-medio-de-la-noche de alguien. Ni siquiera de Edward Cullen. Porque yo ya sabía que no iba a ser tan sencillo. No sería la relación física sin compromiso que probablemente estaba buscando. Mi molesto corazón ya estaba en juego, luciendo un jersey con su nombre en la espalda. Estaba firmemente en el Equipo de Edward. Mierda, yo podría ser la capitana del equipo.

Sus bromas ingeniosas, su sentido del humor, boca sucia. . . todo sumando era para problemas. Necesitaba mantener mi cabeza bien puesta. Edward nunca iba a ser mi novio. Éramos compañeros de trabajo. Bueno, supongo que eso no era del todo exacto. Él era un dios. Yo era una humilde ayudante.

Bella: Tal vez la próxima vez. . .

Edward: Mmm. . . la próxima vez, sí.

Mi corazón se aceleró y mi piel estaba caliente y enrojecida por todas partes. No se podía negar como de caliente me ponía Edward. Por supuesto, el cerebro era el órgano sexual más grande, y todo esto era como la estimulación mental a los juegos previos. Mis pezones se arrugaron y raspaban contra mi camisa, sintiéndose muy sensibles. Las bragas de algodón que llevaba estaban empapadas a fondo y molestamente agrupadas contra mi piel. Yo estaba demasiado encendida. Necesitaba aliviarme. Deslizando una mano dentro de mis bragas, sostuve la imagen de Edward en mi mente: su cincelada línea de la mandíbula, su boca sexy, esas pestañas oscuras e intensos ojos color esmeralda.

Deslicé la yema de mi dedo medio sobre mi clítoris hinchado, un suave gemido cayendo de mis labios. Usando el caliente, líquido fluido, froté en círculos pequeños, construyendo rápidamente hacia el orgasmo, mi cuerpo preparado y listo. Alcé mi camiseta con mi mano libre y toque mis pechos, frotando mis pezones mientras me imaginaba que Edward lo hacía. Demasiado pronto, oleadas de placer se estrellaron contra mí, una persiana de sensaciones rebotaron a través de mi vientre, haciendo que se apretara violentamente con la necesidad de que algo lo llenara. Con una respiración entrecortada, gemí el nombre de Edward cuando llegué.

 

 

* * * *

 

 

Me retorcí bajo el peso de la mirada exasperada de Tanya. Yo lo había intentado lo mejor que pude, comprando un caro pero básico vestido de cóctel negro de unos grandes almacenes, pensando que podía hacer que funcionara para una variedad de ocasiones. Mal de nuevo. La correa en bloques y la apertura en la espalda ya me habían ganado generosas críticas de Tanya, y estábamos a sólo quince minutos en la fiesta de bienvenida organizada en honor a Edward en un club nocturno local. Le pagaban generosas sumas de dinero por hacer una aparición, pero ni siquiera se había presentado.

Tanya estaba en su tercera copa de champán y estaba coqueteando con algunos de los ejecutivos de los anunciantes para los que Edward estaría modelando en las próximas semanas.

Yo observaba discretamente la puerta por donde Edward llegaría. Momentos más tarde, tuve mi deseo. Entró paseando, el epítome de alto, guapo y sexy. Un traje negro de Gucci, camisa blanca, corbata delgada negra.

Tenía la mandíbula sin afeitar, y su cabello normalmente desordenado estaba perfectamente  colocado de lado. Sus ojos recorrieron la habitación mientras aquellas piernas largas y sexys lo llevaban con paso decidido hacia nuestra mesa. Cruzó el cuarto como si le perteneciera, como si estuviera caminando por una pasarela. Fue cautivador.

Giró su cuerpo totalmente hacia mí y yo traté de dirigir el contacto visual durante unos segundos.

Sus ojos eran tan expresivos, tan intensos que mi sangre bombeó más rápido, mi corazón trabajaba más duro con sólo su atención. Era sorprendente.

Mis ojos se posaron en mi regazo, pero todavía podía sentirlo observándome. Mi piel estalló en llamas y el corazón me dio una patada a un nivel superior al recordar la forma en que su boca se sentía contra la mía, cómo sus dedos bombearon en mí hasta que llegué. Agarré la mesa delante de mí sólo para no caer de mi asiento.

Tanya se puso de pie para saludarlo, besando las mejillas en su manera habitual y a continuación, les presentó a los ejecutivos que estaban allí para conocer al hombre detrás de las imágenes. Ya me había dado cuenta de que habría algún cortejo serio esta noche. Ellos lo querían. Y estaban prácticamente salivando sólo por reunirse con él. Estaba segura de que Tanya estaría en un estado de ánimo muy feliz, al darse cuenta de que probablemente les gustaría reservarlo para varias campañas más grandes de esta temporada y la próxima. Casi podía ver los signos del dólar en sus ojos cuando ella presentó a Edward. Él sonrió y les estrechó la mano, pero me di cuenta que algo estaba mal. Él mordió por lo bajo, su mandíbula estaba apretada cuando él en silencio se deslizó en el asiento junto a Tanya.

Lo que se suponía que era una noche informal, Tanya lo convirtió en una oportunidad de promoción para vender a Edward. Ella sacó una pila de las nuevas tarjetas y las pasó por la mesa. Edward sonrió y respondió a las preguntas, aumentando el encanto como Tanya esperaba. Pero me di cuenta de que no era feliz. Me pregunté si alguna vez tenía un día libre, tiempo para él mismo tiempo para no ser el modelo por el que todo el mundo clamaba.

Yo sabía que no debería, pero me sentí mal por él. Era magnífico, rico, bien parecido, multilingüe, sin embargo, lo hice. Una pequeña parte de mí se sintió mal de que probablemente no conociera los simples placeres de estar completamente despreocupado, capaz de comer todo lo que quisiera. Demonios, comer los suficientes alimentos garantizaban una ruptura y un aumento del tamaño de los pantalones eran prácticamente la norma después de una buena ruptura. Edward probablemente nunca había tenido ese lujo.

Sacó su teléfono, comprobando su horario mientras discutían las próximas campañas. Si él hubiera sabido que esta noche iba a ser sobre trabajo, supongo que habría traído a Ángelo.

Tanya se inclinó y susurró al oído de Edward. Ella trató de mantener sus rasgos relajados, mirando nerviosamente a sus invitados, pero Edward no se disculpó por su mirada cabreada.

Tanya empujó la cámara hacia mí. —Toma una foto de grupo de nosotros, ¿quieres? 

Acepté la cámara y puse rumbo alrededor de la parte frontal de la mesa. 

— Juntaros un poco. 

Tanya echó un brazo alrededor de Edward, el otro alrededor del ejecutivo francés a su izquierda y sonrió orgullosamente de oreja a oreja.

— Consigamos a una camarera para que la tome. Bella también debería estar en la foto. —dijo Edward.

La mirada que Tanya le disparó fue puro veneno. Él debió haberlo sabido mejor antes que intentar dar la cara por mí.

— No mientras ella esté usando eso. Pierre, si nos inscribes, puede que tengas que lanzar un nuevo vestido para ésta.

Ella agitó una mano desdeñosa hacia mí. Todos los ojos me miraron y la ola de risa ante la broma de Tanya me golpeó como una bofetada en la cara. Tragué saliva y mantuve mi cabeza en alto. Conté hasta tres y disparé la foto, mentalmente chocando unos cinco conmigo misma de que los ojos de Tanya se cerraron en mitad de la imagen. Parecía una víctima de accidente cerebro-vascular. Me reí por dentro. ¡Toma eso, perra!

— Es perfecta. —Apagué la cámara y se la devolví. Luego me excusé.

Traté de no llorar, no dejaría que Tanya me molestara. Pero yo estaba con los signos SPM³. Malo. Y yo sabía que no era una promesa que pudiera mantener. Fui al baño y me metí en una cabina, parpadeando contra las estúpidas lágrimas que llenaban mis ojos. Esto se suponía que sería una gran aventura trabajar para la agencia de elite Status Models del estado, vivir en el extranjero, hacer algo de mí misma. Pero eran momentos como este en los que echaba de menos mi hogar. Echaba de menos el olor de Tennessee y de la hierba recién cortada, los domingos perezosos viendo el fútbol con mi papá, y el hecho de que los chicos de casa no eran supermodelos. Conducían camiones con barro incrustado y vestían pantalones vaqueros agujereados. Y ellos no me causaban ningún ataque de pánico con su atractivo sexual, tampoco.

Aspiré una bocanada para limpiar mis pulmones. No dejaría que Tanya tuviera su victoria. Y las cosas con Edward estaban. . . confusas. . . pero bien. Sí, todo estaría bien. Alisé el vestido que ahora despreciaba sobre mis caderas y me estudié en el espejo. Mi cabello castaño estaba  plano completamente. Mis ojos estaban teñidos de rojo y me veía pálida. A la mierda. Salí del baño, necesitando que esta noche terminara. Inmediatamente. 

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Síndrome pre-menstrual. Lo siento, lo siento, no había podido actualizar estos días, pero aquí tienen un nuevo capítulo, le dedique un poco de tiempo y logre hacer tres capítulos así que, van a tener dos capítulos más. ^_^ Espero les guste ^_~.   Tanya es una completa Bitch, no es cierto?

Capítulo 9: Dejandose Llevar Capítulo 11: Quedate

 


 


 
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