Love Me (+18)

Autor: Lily_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2015
Fecha Actualización: 25/10/2015
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 45
Visitas: 82989
Capítulos: 47

 

Edward Cullen: modelo profesional con un status muy alto y maravillosamente guapo.

Isabella Swan: asistente personal de Tanya Denali de Status Model Management. Y como no enamorada de Edward Cullen.

Edward Cullen tiene una vida muy complicada tanto por sus constantes viajes de trabajo como por su vida personal. Por eso y por otros motivos no está dispuesto a complicarse más la vida empezando una relación con nadie. No está dispuesto a estar en una relación ni a comprometerse. Pero cuando se encuentra con Isabella Swan instantáneamente siente una atracción hacia ella, pero con el tiempo se convierte en algo más. ¿Se dará la oportunidad de amar y de ser amado?  

Isabella Swan ama y odia su trabajo, lo ama porque siempre se puede recrear la vista con los exquisitos especímenes con los que trabaja. Y lo odia porque le toco una jefa de lo más irritante, difícil, y aparte criticona. Pero aparte de eso, cuando conoce a Edward Cullen se siente inevitablemente atraída por él, pero ella sabe que no es conveniente sentirse atraída por un modelo y mucho menos enamorarse, y menos especialmente de él, pero la atracción entre ambos es simplemente inevitable.

 

 

Lo persoajes le pertenecen a Stephanie Meyer, esta historia esta adaptada en el libro Working it de kendall Ryan, yo solo lo adapte con los prsonajes de Edward & Bella 

Espero les guste :)

           

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Capítulo 34: Bella Vs Tanya

Bella

 

 

 

Después de seis horas de vuelo a Los Ángeles abordamos nuestro vuelo de doce horas a Fiji. Por suerte dormí la mayoría del camino con mi cabeza apoyada en el hombro de Edward. Cuando finalmente desperté, mi cuello estaba rígido y dolorido. Brillante agua azul turquesa que se extendía más allá de la vista me daba la bienvenida por la ventana. Edward se inclinó para mirar conmigo. 

— Caray. Es muy bonito —Besó mi sien—. Todavía no he recibido mi agenda para la sesión de fotos, pero espero que tengamos tiempo para el ocio.

Me giré de cara a él. — ¿Cómo tu asistente debería haber enviado un correo electrónico a alguien para tener tu agenda?

Se encogió de hombros. —Seguro. Si querías.

— Edward —regañé—. No estoy bien con ser tu asistente solo de título. Trabajaré duro para ti. En realidad deberíamos discutir todo esto. Tus expectativas, necesidades, cual será mi rol.

— Nena, no estoy preocupado sobre eso. Solo tenerte conmigo me ayuda.

Cerré la boca drásticamente. Podía ver que me tocaría a mí determinar mi papel como una asistente. Él no iba a ser un jefe a mí alrededor, ni iba a darme ninguna guía. Saqué mi teléfono celular y lo encendí mientras el avión rodaba hacia la entrada.

— ¿Qué estás haciendo? —preguntó Edward.

— Revisando si tengo conexión Wi-Fi aquí.

— Deberías tener cerca del aeropuerto, en las áreas más pobladas, y en nuestro Hotel pero no estoy seguro en el resto de la isla. ¿Por qué?

— ¿Sabe Tanya que soy tu asistente?

— Aún no.

Oh hombre. —Ahora lo hará.

Edward sonrió ante mi seguridad.

Viendo que tenía servicio de telefonía, rápidamente escribí mi mensaje. 

 

Para: Tanya Denali.

De: Bella Swan

Asunto: Fotografías de Fiji.

Tanya, ¿Podrías por favor enviarme la agenda de todas las reservaciones de Edward mientras estamos en Fiji? Nos gustaría saber que está planeado durante el viaje.

Gracias.

Bella Swan.

Asistente de Edward Cullen. 

 

¡Ja! Eso debería darle algo en qué pensar.

— Si quieres que maneje tus redes sociales también como Ángelo solía hacerlo, solo tienes que darme las contraseñas de los sitios web para ayudarte con eso.

— Seguro. Eso sería genial.

Podría subir fotos detrás de escenas de sus sesiones. Sus fanáticas apreciarían ver algunos fragmentos de eso.

— Excelente. 

Ya me sentía más en control y con seguridad sobre mi papel.

Bajando del avión, me di cuenta de que necesitaba desesperadamente una ducha. Quería lavar mi cara y mi débil grasoso cabello, y cambiar mis arrugados vaqueros y camiseta que había estado llevando por unas buenas dieciocho horas. Después de recoger nuestro equipaje, Edward y yo nos movimos hacia la salida del aeropuerto donde estaba un chófer uniformado con una pancarta  en la que se leía Edward Cullen. Le di un golpecito en su costado con mi codo y señalé.

— Tanya debió ordenar a alguien que nos recogiera. Estaba planeando tomar un taxi.

Oh Tanya. Que encantadora. Dios, realmente iba a tener que mantener mi temperamento controlado. Estaba aquí por mi cuenta, y ella no podría sencillamente ordenarme que empacara. Enderecé mis hombros y seguí al chófer y a Edward.

Una vez fuera, la humedad me golpeó en la cara. Mi cabello instantáneamente incremento de volumen. Parpadeé contra la luz del sol y miré a nuestro alrededor, el pequeño aeropuerto rodeado de numerosas palmeras.

Me deslicé dentro de la limusina blanca, la cual era en realidad ridículamente grande para dos personas, mientras Edward le ayudaba al chófer a poner nuestras maletas en el maletero.

Esta era mi primera visita al Pacifico Sur y estaba metida en un completo idilio, cristalinas aguas azules, brillante cielo azul y sin nubes, plantas y flores tropicales, y ondulantes montañas en la distancia. Cada una abundante y verde. Vibrantes y muy bellas.

El chófer paró enfrente del Hotel de estuco blanco y rosa. Era encantador, pero de alguna manera discreto, dejando que la belleza natural de la isla se destacará.

Cuando nos dirigimos adentro, me sentí fuera de lugar en mis vaqueros y camiseta, lo cual podría haber estado bien para volver a casa. Aquí me sentía como en casa pero sofisticado. El vestíbulo era más un largo techo de paja sobre los suelos de mármol. Estaba abierto a los lados, permitiendo que la brisa del océano levantará los mechones de cabello de mi cuello y proveyendo una vista impresionante más allá de la playa.

Nos sirvieron cocteles en cocos de verdad mientras nos registrábamos. Sorbí el dulce y frio líquido, dejando que los sabores del especiado ron y la cremosa leche, danzaran en mi lengua mientras Edward entregaba su tarjeta de crédito. Podría acostumbrarme a esta vida.

El repiqueteo de tacones sobre el suelo de mármol acercándose llamó mi atención y me di la vuelta. 

Tanya había llegado.

Era la perfección isleña en un colorido vestido de verano en tonos pasteles y sandalias doradas. Su vestido era suelto pero su estómago había crecido desde la última vez que la vi. Su piel estaba ligeramente bronceada y estaba resplandeciente.

No me jodas.

Deseé poder dejar de compararme con esta mujer pero sabiendo que ella había tenido una aventura de cinco años con mi novio, lo hacía un poco difícil.

— ¡Amor! ¡Has llegado! —Ella tenía ojos sólo para Edward y se lanzó a sus brazos.

— Tanya. —Edward la saludo fríamente y removió sus garras de su cintura.

Sus ojos se clavaron en mí. —Oh. Isabella. No esperaba verte.

El brazo de Edward se envolvió alrededor de mi cintura, atrayéndome más cerca. 

— Bella se está quedando conmigo, y apreciaría si cooperaras con ella.

La sonrisa en repuesta de Tanya fue tan falsa como podía ser, sus labios curvados para revelar sus dientes extra blancos. 

— Por supuesto, amor mío. Seré amable. —Movió una mano para descansarla en su vientre.

— Hola, Tanya —Encontré mi voz, aunque suave y temblorosa—. Te envié un correo electrónico para obtener la agenda de Edward mientras estamos aquí.

— Se la enviare a él esta noche.

— Envíasela a Bella —interrumpió Edward.

— Claro —dijo, viéndose un poco herida—. Tenemos una cena de preproducción esta noche con el fotógrafo —añadió.

— Bella está trabajando para mí ahora, así que sería bueno para ella escuchar lo que sea que discutamos esta noche.

— ¿Está trabajando para ti? —Tanya frunció el ceño, las líneas alrededor de su boca se arrugaron como si hubiera probado algo agrio.

— Sí. Es mi asistente —Los dedos de Edward se clavaron en mi cadera mientras me agarraba más fuerte.

Que. . . lindo. —La palabra “lindo” salió con sarcasmo.

Perra.

— Nos estábamos registrando, si nos disculpas —dijo Edward.

— Te registré en la habitación que está al lado de la mía, como solíamos hacerlo. Te veo pronto —dijo Tanya, antes de alejarse.

Ambos Edward y yo estuvimos callados mientras el botones nos dejaba en nuestra habitación. Esperaba que no continuara sintiendo esta tensión todo el tiempo que estuviéramos aquí. Y si había alguna puerta contigua hacia la habitación de Tanya, iba a perder los papeles.

El hotel era muy elegante, así que no había puertas contiguas. Rápidamente me distraje y me fasciné con nuestra habitación, la cual era más larga que una suite. 

Pasé unos buenos veinte minutos explorando mientras sorbía mi deliciosa bebida de coco y ron. La lujosa sala de estar con muebles de la isla conducía la habitación principal —con una cama tamaño king envuelta en doseles transparentes— y a unas puertas francesas que daban a una terraza privada con vistas al océano.

— ¿Es todo de su agrado, señorita Swan? —La profunda voz de Edward rozó sobre mi piel, haciéndome estremecer de pies a cabeza.

Me giré hacia él, abandonando mi inspección del jarrón de flores exóticas, colocada ingeniosamente sobre la cómoda. 

— Es hermoso.

Tomó el coco vacío de mis manos, poniéndolo en la cómoda, y me atrajo en sus brazos. 

— Gracias por estar aquí.

— Gracias a ti por invitarme —murmuré, perdiéndome en la intensidad de su mirada.

— Solo piénsalo, diez días aquí, juntos. . .

— Tengo un jefe muy demandante al que mantener feliz.

— Es todo lo contrario, nena. Estaría feliz de hacer cualquier cosa y todo para hacerte a ti feliz.

 

— Bueno, gracias por defenderme de Tanya y decirle que trabajo para ti.

— Hmm. . . creo que ser tu jefe podría darme algunos derechos. —Deslizó un dedo debajo del borde de mi camiseta y trazó un pequeño círculo en el hueso de mi cadera.

Apenas resistí el impulso de retorcerme bajo su suave y lánguido toque, ese que prometía mucho más. 

— ¿De qué tipo?

— Podría decirte qué hacer. Todos mis deseos, todas mis solicitudes, estaría en tus manos complacerlas. —La oscura mirada depredadora en sus ojos me hizo retener el aliento en mi garganta.

— ¿Y qué es lo que quieres?

Su mano se movió más abajo y acarició mi centro mientras me atraía más cerca. Inclinándose, su boca rozó contra mi lóbulo y su cálido aliento aceleró mi pulso. 

— Quiero desnudarte, recostarte en la cama, abrirte, y probarte hasta que te vengas —susurró contra mi piel.

Está bien, claramente íbamos a tener que hablar de lo apropiado de ser su empleada. Él era la pesadilla andante de recursos humanos. Era bueno que yo no tuviera planes de meterlo en problemas por acoso sexual. Lo empujé en una fracción de segundo. 

— ¿Qué si no estoy interesada en follarme  a mi jefe? —Lamí mis labios y su mirada se enfocó en mi boca.

Su pulgar acarició mi labio inferior. —O podría ordenarte que te pusieras de rodillas y que pusieras esta linda boca en uso.

Su gran palma continuó frotando mi trasero, y juro que ese simple toque y el deseo ardiente reflejado en sus ojos hizo que mojara mi ropa interior. 

— Quiero ser amable, hacerte el amor como se debe, pero estas haciendo eso imposible. Entre más me hagas esperar, más duro voy a follarte cuando finalmente me lo des.

— Edward. . . tenemos que alistarnos para la cena de pre-producción, necesito bañarme, secarme el cabello. . .

— Discutiremos esto más tarde —dijo, y le dio a mi culo una palmada juguetona.

Grité ante el contacto inesperado y distraídamente masajeé el punto caliente mientras me dirigía al baño para ducharme.  

 

 

* * * *

Después de una larga ducha caliente, me envolví en la suave bata de hotel y me dirigí a la habitación en busca del equipaje que Edward había preparado para mí.

Estaba sorprendida de encontrar tantas cosas lindas y elegantes dentro. Un básico bikini negro, un bikini de lunares rosas y blancos con un pareo rosa pálido a juego, sandalias casuales, alpargatas de cuña, varios vestidos —todos de diseñador— cada uno de mi talla. Había shorts, faldas, y camisetas sin manga en cada color. Seleccioné un hermoso vestido de verano azul rey sin tirantes y un par de sandalias de tiras plateadas con joyas en los tobillos. Había incluso un pequeño bolso de color peltre en el que podía meter al menos un brillo de labios. Extendí el vestido y  terminé de arreglarme, secando mi cabello y aplicando un ligero maquillaje.

Cuando me deslicé en el vestido me di cuenta de que me quedaba perfecto. Abrazaba cada curva y terminaba justo por encima de mis rodillas. Enderecé el corpiño, que apretaba suavemente mis pechos y me inspeccioné en el espejo una última vez.

— Te ves hermosa, nena. —Las manos de Edward se deslizaron por mis caderas y las colocó en mi cintura.

Amaba vestirme para él. Tenía una forma de hacerme sentir bonita y compuesta. Sabía que era una completa estupidez pero el simple hecho de que este hermoso hombre me encontrará digna de estar de su brazo, me infundía confianza. Metiéndome en las sandalias de joyas plateadas, me sentí como Cenicienta, y la zapatilla de cristal incluso me quedó.

 

 

 

 

 

Edward

 

 

 

 

Entrar en el restaurante con Bella de mi brazo, me hizo sentir de ambas maneras cómodo e incómodo. Cómodo porque ella tenía algo que me hacía sentir relajado y calmado. Incómodo porque estábamos preparándonos para estar alrededor de Tanya. Quién posiblemente podría estar llevando a mi bebé en su vientre, y quién trataba a Bella como la mierda. Estaba dirigiéndola a aguas infestadas de tiburones. Todos mis sentidos estaban en alerta.

Fuimos los primeros en sentarnos en la mesa para cuatro en la extendida terraza, esa por la que se miraba el agua azul turquesa. Ayudé a Bella a sentarse en su silla y sin poder evitarlo noté que estaba inquieta. Jugando con la pequeña tira de su bolso y rodando el brazalete de plata en su muñeca.

— Hey, podemos hacerlo. Cuidaré de ti. Siempre. Confías en mí, ¿verdad?

Unos hermosos ojos cafés se clavaron en los míos y me dio un asentimiento prudente.

La camarera apareció, una chica bastante joven que parecía cautivada por mí. Genial. Justo lo que necesitaba. No quería a Bella sintiéndose insegura. Alargué mi mano sobre la mesa y toqué la suya. Aclaré mi garganta y la mirada de la camarera rápidamente se desvió. 

— ¿Algo para tomar?

— Sí, solo agua para mí por favor, pero ¿qué cervezas de barril tienes?— Asentí hacia Bella.

Los labios de Bella se curvaron en una sonrisa mientras escuchaba las opciones, y luego ordenaba. Conocía a mi chica.

Una vez que la camarera se fue, Bella me disparó una mirada curiosa. — ¿Agua? ¿Es porque tu sesión de fotos está cerca?

Asentí. En realidad no era eso, pero dejarla pensarlo era lo más fácil. Quería todo mi ingenio para desviar la crueldad de Tanya de Bella esta noche. No quería que el alcohol ralentizara mi reacción o me adormeciera ante la situación. Esta sería esencialmente la primera vez que tendrían que estar forzadas a la compañía de la otra, y francamente eso me asustaba como el infierno. Necesitaba interferir. No quería a Tanya denigrando a mi chica.

La brisa de la tarde recogió los mechones de pelo de Bella y los levantó de su cuello. La observé, fascinado, hasta que la onda de una risa con acento británico interrumpió nuestro silencio.

Mi estómago se contrajo. Mi novia y mi ex amante en la misma mesa. Joder

 

 

 

 

Bella

 

 

 

 

Tanya entró en la terraza en un fluido vestido naranja de verano, del brazo de un hombre calvo, quién asumía era nuestra compañía de esta noche. Se veía maravillosa, como siempre, y la odié por eso. Mientras mi cabello estaba tres veces aumentado de su volumen normal y encrespado fuera de control por la humedad, el suyo estaba liso, brillante, suave y colgando en una lustrosa onda en su espalda. Sus labios estaban pintados con un brillo labial rosa, y ¿esas eran pestañas falsas? Resistí rodar los ojos y seguí el ejemplo de Edward, poniéndome de pie para recibirlos.

Ella besó a Edward en ambas mejillas y apreté mis puños tan fuerte que mis uñas cortaron mis palmas. Ouch. Respira, Bella, me recordé.

El hombre calvo se presentó como Santiago Campbell. Era el fotógrafo de la sesión de fotos.

Una vez que ordenamos las bebidas, Tanya se levantó de la mesa, una mano descansando en el pequeño vientre hinchado. 

— ¿Me disculpan un momento? Necesito visitar el lavabo. Este bebé me hace ir al baño más de una vez. —Se rió entre dientes.

Zorra.

No tenía paciencia para ella o para ese embarazo. Sí eso me hacia una terrible persona, pues lo era. Estaba tratando tan malditamente de ser cortés y tener buenos modales a su alrededor. No podía también esperar tener control de mis pensamientos. Y en mi mente, estaba arrancándole los ojos antes de que el aperitivo incluso hubiese llegado.

Cenamos pez espada a la parrilla, langostinos tigre y mousse de vieira, el cual no pensé que me gustaría hasta que Edward me insistió a probar un poco de su tenedor. Lo encontré sorpresivamente bueno. Pero mi plato favorito de la noche fue el risotto de ajo y parmesano. Era cremoso y salado, comí cada parte que había en mi plato.

Hice mi mejor esfuerzo por ignorar a Tanya, lo cual fue relativamente fácil. Me enfoqué en la deliciosa comida mientras Santiago hablaba sin parar sobre todas las modelos que había fotografiado con los años. Era de mal gusto en realidad, presumir tanto como él lo hizo, pero no importó porque sentí que Edward y Tanya estaban agradecidos tanto como yo por la distracción. Habló brevemente sobre la sesión de fotos en la playa, y le pregunté algunas cosas básicas como la hora de inicio y a la hora que terminaría, como cualquier buena asistente haría, antes de que el tema cambiara para cubrir el resto de la impresionante lista de logros de Santiago.

Para estar embarazada, Tanya no parecía tener mucho apetito. Solamente empujó la comida alrededor del plato, jugando más que comiendo. Para el postre, sin embargo, pidió una ensalada de pomelo rosa, y aunque hubiera querido un pastel de queso, mantuve mi boca cerrada y terminé pidiendo lo mismo.

Edward se inclinó hacia mí. — ¿Estás segura de que es todo lo que quieres?

— Sí, eso está bien —respondí.

Frunció el ceño, que incrementó entre sus cejas mientras me estudiaba. Me conocía demasiado bien.

La mano izquierda de Edward descansó en mi rodilla durante la cena, su pulgar acariciando mi piel. Algunas veces capte la mirada de Tanya deslizándose entre Edward y yo, y me pregunté si pensaba en qué había visto él en mí. No podía decir que sintiera pena por ella; era más como un sutil conocimiento impregnando el aire, recordándonos a todos que él me había escogido a mí y no a ella.

Su mano se deslizó más arriba en mi pierna, sus dedos presionando en mi carne. Levanté mi mirada para mirarlo a los ojos y vi un hombre con necesidad. Su intensa mirada verde estaba enganchada a la mía y un temblor zigzagueo por mi espina dorsal. No tenía idea de lo que estaba tratando de decirme. Solo se veía necesitado de algo. Luché para calmar la ansiedad que plagaba mi mente.

Estaba completamente desintonizado de las deambulaciones de Santiago. Su mirada estaba pegada a mis piernas, donde el vestido se había subido cuando me senté, y sus dedos trazaban pequeños círculos a lo largo de mi tierna piel. Sus ojos estaban oscuros y hambrientos, casi primitivos en su deseo por mí. Junté mis rodillas, tratando de parar los pequeños dardos de placer corriendo por su toque y haciendo mis bragas constreñirse sobre mi sensitiva carne.

 

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No hay de que matuu2014, ya saben cualquier duda que tengan pueden preguntarme lo que sea (excepto cual es el final jajajaja ^^)  y tratare de explicarles lo mejor que pueda. ^_^

Espero les haya gustado los capítulos. Al menos en las partes donde Edward no se comporta como un verdadero idiota. Y le demuestra a la bitch de Tanya que Bella esta con él.      

Bueno chicas, si no puedo actualizar mañana sería hasta el martes. Tratare de que no vuelva a pasar una semana sin actualizar.

 

 

Y aquí les dejo el adelanto

 

 

 

— ¿Edward?

Silencio.

— ¿Va todo bien? —pregunté.

— Jodidamente bien —respondió con voz dura.

Ash. No sé qué inicio su temperamental pataleta pero estaba casi segura de que no había hecho nada malo. 

— Edward, por favor, habla conmigo. —Tiré de la manija de la puerta y la encontré desbloqueada. Abriendo la puerta lentamente, lo encontré inclinado sobre el lavamanos, sus manos agarrando la encimera de mármol y su cabeza echada hacia adelante.

Mi estómago se revolvió nerviosamente. Mi mente saltó al peor escenario. . . ¿le estaba carcomiendo la culpa sobre algo más que necesitaba confesar sobre él y Tanya? Que el cielo me ayudara porque sabía que no podría aguantar más. Y estaba a dieciocho horas de casa.

 

 

 

— Lo siento, pero no recuerdo haber pedido nada —Nos habíamos quedado la mayor parte de la noche hablando y teniendo relaciones sexuales, por lo que mi cabeza estaba un poco borrosa esta mañana, pero no recordaba haber llamado al servicio de habitaciones.

— No, no lo hizo —Señaló el papel—. Fue ordenado por una señorita Tanya Denali. Todo pagado.

Firmé el recibo y se lo devolví. —Gracias —murmuré y lo observé, confundido, mientras salía por la puerta.

Bella salió pisando suavemente de la habitación, un momento después, vestida con tan sólo una camiseta sin mangas y un par de mis bóxers. Me tomé un momento para simplemente asimilarla. Piernas delgadas, caderas curvilíneas, pechos llenos, y el cabello enredado y suelto sobre sus hombros. Exquisitamente hermosa. Y era mía.  

 

 

Sus ojos se abrieron de par en par y se sentó en silencio parpadeando en la pantalla. —Tanya dejó una nota debajo de las instrucciones. —Su voz era temblorosa.

— Léemela.

Bella respiró hondo. —Nos vemos mañana, amor. Y P.D. Sé que estas instrucciones no plantean una dificultad para ti, teniendo en cuenta que siempre te has mantenido a sí mismo preciso y limpio. Con amor, Tanya.

 

 

Demonios, Tanya tenía que entender de una vez por todas que estaba con Bella. Y que por nada del mundo me separaría otra vez de ella. La amaba, y lucharía por esta relación. No dejaría que nada nada ni nadie (ni siquiera Tanya) lo estropeara otra vez.  

 

Hasta entonces chicas ^^;

Cuídense besos ^_^

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 33: Necesito Una Asistente Capítulo 35: Somos uno solo

 


 


 
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