Love Me (+18)

Autor: Lily_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2015
Fecha Actualización: 25/10/2015
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 45
Visitas: 82968
Capítulos: 47

 

Edward Cullen: modelo profesional con un status muy alto y maravillosamente guapo.

Isabella Swan: asistente personal de Tanya Denali de Status Model Management. Y como no enamorada de Edward Cullen.

Edward Cullen tiene una vida muy complicada tanto por sus constantes viajes de trabajo como por su vida personal. Por eso y por otros motivos no está dispuesto a complicarse más la vida empezando una relación con nadie. No está dispuesto a estar en una relación ni a comprometerse. Pero cuando se encuentra con Isabella Swan instantáneamente siente una atracción hacia ella, pero con el tiempo se convierte en algo más. ¿Se dará la oportunidad de amar y de ser amado?  

Isabella Swan ama y odia su trabajo, lo ama porque siempre se puede recrear la vista con los exquisitos especímenes con los que trabaja. Y lo odia porque le toco una jefa de lo más irritante, difícil, y aparte criticona. Pero aparte de eso, cuando conoce a Edward Cullen se siente inevitablemente atraída por él, pero ella sabe que no es conveniente sentirse atraída por un modelo y mucho menos enamorarse, y menos especialmente de él, pero la atracción entre ambos es simplemente inevitable.

 

 

Lo persoajes le pertenecen a Stephanie Meyer, esta historia esta adaptada en el libro Working it de kendall Ryan, yo solo lo adapte con los prsonajes de Edward & Bella 

Espero les guste :)

           

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Capítulo 15: Dulce Depertar

Sus brazos me acercaron más rodeando mi cintura en un fuerte abrazo.

Una vez que nuestra respiración se había vuelto normal, Edward se alzó sobre un codo para mirar hacia mí. 

— Hola.

— Hola —Sonreí. Me gustaba la fácil picardía entre nosotros.

— Tengo un cepillo de dientes extra, pijama, lo que quieras —Se inclinó y me besó en la frente, luego se retiró de la cama. Di un vistazo a su trasero apretado antes de que se deslizara de nuevo en sus bóxer desechados. Sacó una camiseta blanca de su armario y la arrojó sobre la cama para mí antes de ir al cuarto de baño. Dejó la puerta abierta y pude oír el agua corriendo y el suave zumbido de su cepillo de dientes eléctrico.

Me estiré en la cama, tomando mi tiempo antes de moverme. Deslizando la camiseta por encima de mi cabeza, y me uní con él en el cuarto de baño. Supuse que hablaba en serio sobre que esto era una fiesta de pijamas. Con pasta de dientes en el labio inferior, sonrió perezosamente y me examinó de pies a cabeza. Cabello desordenado, maquillaje corrido, y una enorme camiseta que me llegaba a la mitad del muslo. Por la expresión de su cara, se podría pensar que nunca me había visto más hermosa.

Se inclinó para besarme, dejando un poco de pasta de dientes en mi labio superior.

— Me gusta mi ropa en ti, te queda mejor que a mí. —Edward me entregó un cepillo de dientes de repuesto, todavía envuelto en plástico, y se inclinó para enjuagarse la boca.

Esto se sentía muy cómodo y doméstico, compartir un lavabo con él. Me gustó. No podía dejar de notar sus frascos de píldoras prolijamente alineados en el mostrador. Quería preguntarle sobre ellas, pero Edward se limpió la boca y salió, dándome un poco de intimidad. Todos los tipos de cremas y sueros especiales forraban su tocador, pero me gustó pensar que él parecía requerir poco mantenimiento. No creo que pudiera manejar un tipo que tuviera un régimen de baño más complicado que yo.

Cuando volví a la habitación, Edward había apagado las luces así que sólo el tenue resplandor de la lámpara de noche iluminaba mi camino a la cama. Él levantó las mantas y me invito a su lado. No desperdició tiempo antes de acercase más para que pudiéramos acurrucarnos juntos.

— Te sientes tan bien —murmuró contra mi cuello—. Tan suave. Tan cálida.

Disfruté la sensación de sus brazos alrededor de mí. Me sentía segura. Y cálida. Y femenina. Su duro cuero presionado contra el mío. Las pocas veces que había pasado la noche con mi novio de la universidad, se había dado la vuelta, de espaldas a mí para dormir, su gran espalda asomándose como un muro impenetrable. Y cuando traté de abrazarlo por detrás, él me ignoró, diciendo que tenía demasiado calor. Esto era diferente. . . y agradable. Nuestro propio pequeño capullo cálido, lejos de los ojos curiosos del mundo. Él no tenía que ser el hombre que todo el mundo esperaba, y yo no era la pequeña ayudante mansa, fuera de su elemento. Era simplemente Bella. Me sentí en paz.

Edward me atrajo más cerca, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura y tirando de mí hasta que mi espalda estaba presionada contra su frente.

— Descansa, nena.

No podía olvidar las píldoras que había visto en su cuarto de baño. Sabía que ahora podía no ser el mejor momento para preguntar, pero. . .

— ¿Edward? —susurré.

— ¿Hmm?

No pude resistirme a hacer la pregunta que pugnaba por salir de mi boca. —Esas pastillas en tu cuarto de baño. . . sé que no debo entrometerme, pero. . .

Él soltó un suspiro pesado.

— Dime —Rodé sobre mí para mirarlo, sus rasgos apenas visibles en la suave luz de la luna—. ¿Estás bien? ¿Estás enfermo?

— Estoy bien, nena —susurró.

— Son un montón de pastillas, Edward. Sólo estoy preocupada.

Su cálida mano capturó la mía y la apretó. —No quiero ocultarte nada.

— Pues no lo hagas —susurré.

Él se quedó en silencio por un momento, sólo los sonidos de la respiración en la silenciosa habitación.

— Pero tampoco quiero asustarte.

Mi ritmo cardiaco se aceleró. ¿Tenía una adicción a las pastillas? ¿Estaba enfermo? Me preparé para lo peor.

— No lo harás. Estoy aquí.

— Sólo no te vayas a ninguna parte.

Apreté su mano. —No estoy planeando eso —Estaría aquí por los próximos tres meses, o lo que durara lo que sea que tuviéramos. Él se estaba metiendo rápidamente bajo mi piel.

— Te lo diré. Pero será en otro momento.

— Está bien. —No iba a mentir, estaba un poco decepcionada. Ahora parecía un buen momento, estábamos seguros y calientes, y estaba oscuro. Pero Edward no estaba preparado. Supongo que tenía que respetar eso.

— Ahora, sí. Descansa, nena —Me agarró más fuerte, como si tuviera realmente miedo de que me fuera a ir.

Cerré los ojos, acurrucándome en su cálido cuerpo, y traté de no preocuparme por lo que el futuro podría deparar.

A los pocos minutos él estaba respirando profundamente sobre mi piel en la parte posterior de mi cuello, sus pesadas exhalaciones indicaban que ya se había quedado dormido. No podía dejar de recordar todas las veces que me había dicho que tenía problemas para dormir, y una sonrisa alcanzó mi boca. Él estaba dormido. Mi bebé. Acurruqué mis piernas hacia arriba, encontrando una posición cómoda, y dejé que me sostuviera.

 

 

* * * *

 

A la mañana siguiente, sentí que me despertaban con besos suaves sobre mi  muslo.

Parpadeé y abrí los ojos para encontrarlo inclinado sobre mí. Levantó mi pierna y comenzó a besarme a lo largo del muslo hasta llegar a mis pies.

— Buenos días —susurré, estirando los brazos por encima de mi cabeza. Su olor todavía se aferraba a mi piel y estaba deliciosamente dolorida.

— Eres jodidamente sexy por la mañana —gruñó con voz de sueño. Me eché a reír, mirándolo como dejaba suaves besos a lo largo de la parte superior de mi pie y en los  dedos. Fue una maravillosa manera de despertar.  Me sentí adorada y con muchas ganas de seguir.

Él mantuvo su mirada en la mía, estaba hambriento, hambriento de mí, mariposas revolotearon en mi estómago. Sus dientes rozaron mi empeine y la risa murió en mis labios. En ese momento comenzaron a llegar a mi cabeza recuerdos de la noche pasada. Viendo el movimiento de la boca de Edward sobre mi piel, que comenzó a besar la parte inferior de mi pierna, llegando hasta la parte posterior de mi rodilla donde su aliento me hizo cosquillas y comencé a retorcerme en la cama, anticipando hacia donde se dirigía su boca. Mordió suavemente la carne en el interior de mi muslo y mi sexo se apretó. Levantó mi camiseta hacia arriba, enganchando los dedos en mi ropa interior y arrastrándola por mis piernas. Sacó la camiseta por encima de mi cabeza y la tiró al lado de la cama, mientras comenzaba a sacarse sus bóxers. Me di cuenta que el reloj marcaba las ocho menos diez. Edward tenía una prueba a las ocho.

— Tienes que estar en las oficinas de Versace a las ocho. 

— Sí, pero primero tengo que desayunar, y este pequeño coño me ha estado rogando para que lo pruebe. —Comenzó a mordisquear el interior de mi muslo y mis protestas murieron. Me dio un beso tierno en la parte superior del hueso de mi pubis y empezó  a besarme más  abajo. Nunca me había sentido tan querida, tan profundamente adorada. La sensación era adictiva. Podía sentir su aliento cálido, su mandíbula sin afeitar rascando el interior de mis muslos. Sin prisas, Edward continuó besándome suavemente por todas partes. Me retorcí contra el colchó, dispuesta  a dejar que su boca me cubriera. Él agarró mis caderas, para que estuviera quieta y se rió entre dientes suavemente contra mi piel.

— Quédate quieta, preciosa. 

Su lengua comenzó a hacer trazos. Me gustó, su exploración era una tortura lenta, sin prisas. Comencé a gemir y enrede mis dedos en su pelo, luchando contra el impulso de tirar de él más cerca.

Edward estaba entregado en la promesa que había hecho de que consiguiera el mejor sexo oral. Su boca caliente me cubrió, y comenzó a chupar suavemente, el remolino de su lengua contra mi carne sensible era hipnótico. En cuestión de minutos, mi mundo explotó en un placer indescriptible comencé a  retorcerme contra él, agarrando las sabanas cuando llegué al orgasmo.

Se levantó sobre sus rodillas, con los labios de color rosa e hinchados de su asalto en mis partes femeninas. Su mano cogió su erección con ganas y se acarició lentamente, sin dejar de mirarme. Mi cuerpo seguía temblando por el intenso orgasmo cuando Edward se posicionó entre mis piernas y presionó dentro de mí. Clavé los talones en su culo, y arqueé la espalda, lo que le obligó a entrar más profundo. Su gruesa longitud me invadía haciéndome gemir, de su garganta salió un gruñido y murmuro. 

— Jodeeer, tu cuerpo se siente tan  bien. Nunca me cansaré de esto. 

Mis paredes se apretaron alrededor de él y me aferré a sus hombros. Edward golpeó en mí, sin detenerse, enviándonos a los dos a la liberación. Capturó mis muñecas y sostuvo mis manos sobre mi cabeza. Nuestra partes inferiores se unieron en un ritmo frenético, Soltó una mano para agarrar mi trasero, levantándome para mejorar sus embistes. Con los ojos cerrados, deslizó su frente contra la mía. Nuestras bocas se rozaron, nuestros labios entreabiertos mientras respirábamos pesadamente. Nos conocíamos desde hace poco tiempo pero estábamos más cerca el uno del otro que muchas otras personas. 

Pero no me importaba, no quise analizar por qué esto me había herido profundamente. Yo sólo sabía que lo tenía y eso para Edward parecía que estaba bien.

— Bella. . . —gruñó, soltando un suspiro—. No voy a durar mucho más, nena. 

— Dentro de mí. —exhalé—. Vente dentro de mí. . . 

Me agarró el culo, capturando mi boca con la suya, y me besó profundamente mientras explotaba dentro de mí.

— Mierda. Eres demasiado hermosa niña. —Edward me besó en la frente y luego rodó a mi lado.

Mi corazón se disparó al galope ante sus palabras. Constantemente me preguntaba qué pensaba de mí, de mis miradas. Siempre estaba nerviosa pensando que yo no estaba a la altura, pero su declaración alivió mis preocupaciones. Fue algo pequeño, pero al escuchar que me llamaba hermosa, todo se puso bien. Su mano se posó sobre mi cadera, y por mucho que  quisiera darme la vuelta y acurrucarme contra su cálido cuerpo ancho, supe que estábamos atrasados y no podía permitirme el lujo de  perder el tiempo abrazados. Me senté y tiré de la sábana para cubrir mis pechos. Todavía no estaba totalmente cómoda con Edward viendo mi cuerpo, especialmente a la luz de la mañana.

Él me miró, sus ojos recorriendo la piel desnuda de mi hombro, con una mirada oscura, que indicaba el hambre que mi cuerpo ya parecía conocer. Mi estómago eligió ese preciso momento para sonar con fuerza, interrumpiendo el silencio.

Edward sonrió ligeramente. —Lo siento, no tengo tiempo para llevar a cabo  un buen desayuno. 

Sonreí. — ¿Tú idea de desayuno o la mía? Estoy deseando lo que cocina mi mamá. Galletas y salsa, huevos y tortitas caseras de nuez.

Él se echó a reír. —Hmm. Voy a tener que ver de dónde vienes alguna vez. Puedo decir que nunca  he tenido un verdadero desayuno sureño.

Me gustó la idea de llevar a Edward a Tennessee. 

— Sí, bueno, vitaminas y un batido verde apenas cuentan como un buen desayuno de dónde vengo.

— Edward se rió entre dientes. —Tanya tiene buenas intenciones, Bella. Realmente las tiene. 

Mis cejas se arquearon expresando que no estaba de acuerdo.

— He estado con ella desde hace mucho tiempo. Y quiero estar seguro de que ustedes dos se llevan bien.

— Estoy bastante segura de que ella me odia —murmuré.

— Hmm. —Él se lo pensó, no estaba en desacuerdo—. —Solo es protectora conmigo. —Se frotó la parte posterior de su cuello—. Y las cosas no han sido fáciles desde que sabe que nos estamos viendo.

Oh, yo estaba viendo a Edward Cullen ahora. ¿Qué pasó con eso de seguir el día a día en las fechas reales? Saber dónde nos encontrábamos ¿Si somos novios y estábamos viéndonos en exclusiva? Ross y yo siempre nos quejábamos a menudo. 

Hoy en día, había chicos con los que hablas, o te ves, o sales con indiferencia, o en el caso de Edward y yo, teniendo sexo alucinante con ellos. Pero no me atreví a preguntar qué era esto entre nosotros porque, seamos serios, si esto era todo lo que tenía para ofrecer, me quedo. Sin hacer preguntas. 

Los hombres como Edward no estaban hechos para las relaciones tradicionales. A pesar de mi búsqueda en Google, no encontré a una sola novia del pasado Tal vez él mantuvo su vida personal en privado, por no hablar de que las chicas lanzándose a sus pies son cosas que ocurrían en su vida diaria. ¿Por qué tendría que molestarse en tener citas? Él podría conseguir sexo regular cada vez que quisiera, sin condiciones, ningún tipo de molestias. No era propio de mí. Sabía que quería más. Quería un novio comprometido, la monogamia eventual, matrimonio, dos hijos y una casa en Tennessee, era de  esperar cerca de mis padres. Pero yo podía disfrutar de esto con Edward y preocuparme por mi futuro después. Estaba escogiendo vivir en el aquí y ahora. Y tenía un hombre medio desnudo muy tentador delante de mí. Sin duda todas las inseguridades huyeron de mi cabeza en este momento

— Edward, ¿esto puede quedar entre nosotros? Tanya no tiene por qué saberlo. 

Me miró pensativo, acariciando mi muslo con los dedos. Sólo podía imaginar lo que me haría si se enterara de lo de Edward y yo.

Se pasó una mano por el pelo, maldiciendo en voz baja. —Puede que tengas razón. —Por lo menos él no estaba tan engañado por Tanya como para no ver eso—. Pero yo no quiero tener que escondernos. Voy encontrar una manera de hablar con ella. De todos modos a ella no debería importarle con quien estoy.   

Quería decirle que no se molestara, pero me gustó que estuviera dispuesto a decirle sobre nosotros.

Pero tal vez estaba leyendo demasiado en él. No era un acto caballeroso, sólo que no quería tener que escondernos por los próximos tres meses.

Edward apartó los mechones de pelo fuera de mi  cara. 

— Y en cuanto a lo que me preguntaste anoche. . . vamos a hablar de eso esta noche, ¿de acuerdo? —La palma de Edward acaricio mi mejilla—. No lo he olvidado.

Nuestra conversación en susurros en la oscuridad de la noche anterior vino a mi cabeza en estos momentos: su estado emocional, el armario del baño lleno de botes de medicinas, la advertencia de Ángelo, la posesividad de Tanya. Todo ello me golpeó como una ola. Me entró un ataque de nervios. Pero era incapaz de detener el tren loco que me llevaba directamente a la destrucción. De hecho, yo quería un billete exprés. Asentí con la cabeza, tirando de mi camisa sobre mi cabeza. Sabía que él estaría ocupado todo el día con los accesorios y reuniones. 

— Ve —Le anime, sabiendo que ya era tarde—. Me iré yo misma. 

Le di un ligero beso en los labios y luego se levantó de la cama. Me puse mi ropa interior y mis vaqueros mientras Edward se dirigía a la ducha y yo volvía a la realidad.

 

 

 

* * * *

 

 

Después de una ducha de agua caliente en mi habitación, de mi café y mi croissant de costumbre, me conecté al correo electrónico. El beneficio de que Tanya tuviera una habitación separada quería decir que su modo habitual de comunicación  Post-it se había reducido al correo electrónico. Sólo había un mensaje, enviado a la una de la mañana. Mierda.

Tomé un sorbo de mi café y me quedé mirando el acusador mensaje sin abrirlo. Me pregunté si ella habría comentado sobre anoche. Había sido una jugada audaz incluso aparecer en la cena de cumpleaños de Edward, y luego robar al invitado de honor justo debajo de sus narices. ¿En qué había estado pensando? Tanya era mi jefa. Ella podía despedirme y enviarme a empacar a su criterio. Y entonces, ¿qué le diría a mi madre? Que yo había conseguido que me despidieran por dormir con uno de los modelos. Dios, ¿te lo puedes imaginar? Me estremecí.

Abriendo el correo electrónico de Tanya, di un suspiro de alivio. Su nota me daba instrucciones de reunirme con ella a las 11 a.m. en las oficinas de Yves Saint Laurent en el distrito 8, cerca de los Campos Elíseos.

Yo sabía que la Semana de la Moda de París estaba a tan sólo unas semanas de distancia, lo que significaba que nuestro calendario estaba a punto de volverse loco.

Cuando llegué al edificio de piedra caliza, una hermosa joven recepcionista estaba en el elegante escritorio de mármol. Tenía los labios pintados de un rojo YSL, su cabello oscuro escondido en un moño elegante.

— Bonjour —me saludó ella con un acento perfectamente lindo y femenino. Genial. Incluso la recepcionista me hacía sentir insegura.

— Bonjour —respondí, deteniéndome frente a su escritorio—. Um, estoy con Status Model Management. Se supone que debo encontrarme con Tanya Denali —murmuré, rogando a Dios que ella hablara inglés.

— Sí, por aquí. —Se puso de pie precariamente en su alto calzado de charol negro tan chic y me mostró el final del pasillo.

El pasillo estaba lleno de chicos que buscaban ser cogidos para el evento. Algunos estaban sentados en el suelo, otros de pie, muchos jugando con sus teléfonos, mientras que otros hablaban en voz baja con los chicos cerca de ellos.

Empujé la pesada puerta mientras la recepcionista se retiraba de nuevo al vestíbulo. Aparte de la fila de sillas frente a la parte delantera de la sala de un blanco crudo, estaba vacía. Vi a Tanya de inmediato, sentada con un pequeño grupo de estilistas. Me acerqué a ellos con cuidado, maldiciéndome a mí misma por no haberme vestido mejor. Yo estaba en unos simples pantalones caquis, zapatos planos, y una camisa blanca de botones combinada con una chaqueta de punto azul marino. Básicamente, Tanya iba a tener un derrame cerebral cuando me viera. Pero no me importaba. Tenía un trabajo que hacer, y yo estaba cómoda.

Me acerqué hacia mi jefa. Un modelo masculino salió de detrás de la cortina colgada en frente de la sala y comenzó a caminar para los estilistas. Con su clásica mirada de muerte fija en su lugar, se pavoneó hacia adelante. Su caminar era perfectamente frío y calculador, sin pestañear. Hizo una pausa y luego se dio la vuelta y se dirigió de nuevo detrás de la cortina. Hoy era el casting para nuestros chicos, así como los accesorios que ya habían sido elegidos para el show. Me deslicé en la silla detrás de Tanya. Al instante se volvió y me miró de arriba a abajo con un suspiro crítico, sacudiendo la cabeza y frunciendo el ceño. Nada como un buen comienzo, Bella.

Vimos a varios chicos más salir y caminar para el grupo de ejecutivos de Yves Saint Laurent. Hice todo lo posible para pasarle rápidamente a Tanya las tarjetas del borrador con cada chico anunciado. Había impreso el portafolio por la mañana y las había acomodado en una carpeta, eligiendo nuestros chicos más jóvenes con rasgos oscuros y miradas intensas, lo que más le gustaba a YSL. Por mucho que me quejara de Tanya, disfrutaba de mi trabajo y tomaba con orgullo lo que hacía.

Joshua James de nuestra agencia, de sólo diecinueve años y empezando esta carrera en este loco negocio, salió vestido para matar en un traje a rayas que se adaptaba perfectamente. Parecía haber sido hecho sólo para él.

— A pie de calle, querido —dijo Tanya arrastrando las palabras, corrigiéndolo. Su caminar había sido demasiado exagerado, demasiada agitación en sus caderas. Yo había llegado a saber que el pie de calle significaba caminar con tanta naturalidad como lo harías por la calle, sin poses, sin las manos en las caderas. Cada diseñador prefería un caminar diferente. Versace era conocido por querer un montón de arrogancia y actitud, pero al parecer la clásica gente de YSL buscaba lo discreto. Joshua James enderezó los hombros y caminó naturalmente por el centro de la habitación antes de girar sobre sus talones y regresar tras la cortina.

El estilista sentado al lado de Tanya tomó notas en su iPad. Me pregunté si había sido sobre el espectáculo o no. Las pequeñas cosas, como la forma en que tus caderas se movían cuando entrabas, importaban mucho en este campo. Era un negocio despiadado. Mientras que el caminar de los modelos creaba el ambiente para el espectáculo, éste era todo sobre la ropa. Entonces los editores de moda escribirían sobre las próximas grandes tendencias, se harían los pedidos, y el año que viene estaríamos todos llevando restos inspirados en estos espectáculos. Era fascinante, de verdad.

No me esperaba que Edward estuviera aquí, pero el asistente de producción anunció: 

Edward Cullen en el más adorable acento francés. Mis ojos se alzaron hacia el frente.

Edward salió de detrás de la cortina como si fuera el dueño de la habitación y se pavoneó por la pasarela. Él miró hacia el frente y no hizo contacto visual con nadie. Una sonrisa tiró de mis labios. Era devastadoramente guapo, equipado de pies a cabeza con ropa de diseño. Un abrigo de lana gris recortado para otoño, combinado con pantalones negros ajustados. Oh, wow. Él era sexo en un palo. Yo no podía creer que fuera el mismo hombre con el que acababa de compartir la cama. El mismo hombre somnoliento que se había ofrecido a llevarme a desayunar.

Él era la perfección absoluta. Edward era un profesional, su andar seguro y fuerte, su mirada echada hacia delante, sin distracciones y certero. A diferencia de los chicos que estaban nerviosos, que lanzaban miradas para comprobar si había reacciones mientras iban caminando, Edward era absoluta confianza, mirando al frente y sin dejar  que nada se interpusiera en su camino. Al mando. Y sexy como el infierno.

Sus ojos se encontraron con los míos y una perezosa sonrisa iluminó su rostro. Mi temperatura corporal subió varios grados.

Un momentos más tarde, Edward se volvió y desapareció detrás de la cortina blanca que ocultaba la pequeña área para cambiarse. Mi teléfono vibró en mi bolsillo, y aunque sabía que no debería dejar que me distrajera del trabajo, lo saqué para ver quién me estaba enviando mensajes de texto.

Para mi sorpresa, era Edward.

Edward: No puedo dejar de pensar en lo bien que sabes.

Mis mejillas ardían de color rojo brillante cuando protegí mi teléfono y miré a mí alrededor. Nadie me estaba prestando atención, pero eso era irrelevante. Él simplemente no podía enviarme éste tipo de texto. Estábamos trabajando.

Edward: Vuelve aquí, nena. Quiero ese bonito coño.

¡Santa Mierda! ¿Estaba loco?

Yo: ¡De ninguna manera! Vas a meternos en un problema. Ve a cambiarte para tú próxima salida.

Edward: Sólo quiero saborearte un poco.

Debería haber escrito en respuesta. No, ser firme y decidida, pero en lugar de eso simplemente respondí: Después.

Mi corazón martilleaba duro en mis costillas mientras miraba mi teléfono, a la espera de su respuesta. Yo estaba asombrada por las cosas que me escribía. Él normalmente parecía tan cortés y bien educado. Pero secretamente, me gustaba que él tuviera una maldita boca sucia. Por suerte, mi teléfono se quedó en silencio por el momento.

Un momento después, Tanya rebusco su Smartphone en su bolso, respondiendo en voz alta, interrumpiendo al pobre modelo caminando para ella y los representantes de YSL. Tanya ahuecó una mano sobre la boquilla de su teléfono y trató de hablar en privado en la no-del-todo-privada-habitación. 

— No puedo ir allí ahora mismo, amor. —Ella suspiró profundamente—. ¿Has dormido la noche anterior? Hmm. . . ¿Te estás poniendo enfermo? —Ella escuchó por un momento y luego añadió—: De acuerdo. Voy a enviar a Isabella.

Tanya se volvió hacia mí, empujando el teléfono en su bolso gigante.

— Es Edward. Se siente hecho polvo. Levantarse temprano por la mañana no es lo suyo. 

No mencioné que ya eran después de las 11 am.; me limité a asentir.

— Ve a traerle un analgésico y un poco de agua, querida. —Me ordenó con un gesto desdeñoso de su mano.

— Por supuesto. —Salté de mi silla, agarré mi bolso y me dirigí de nuevo detrás de la cortina, lista para darle un pedazo de mi opinión. Esta era una pequeña estratagema para conseguir que yo volviera aquí, y él estaba usando a Tanya para hacerlo. Iba a meternos a los dos en problemas. Yo no sabía si estar enojada, nerviosa, excitada, o cachonda.

Cuando lo vi, él ya me estaba esperando de pie casualmente apoyado en su espalda con una sonrisa torcida, y con los ojos ya clavados en los míos. Su ceja se arqueó y pasó la mirada con valentía por mi cuerpo, deteniéndose en mi pecho. Y sonrió aún más. Mis músculos sexuales se apretaron. Eso aclaraba la parte de cachonda. Pero vaya, nosotros no podíamos hacer esto ahora. ¿Estaba loco?

Acercándome a él, me detuve con el brazo extendido. 

— No podemos hacer esto, Edward. Tanya me va a despedir tan rápido, que voy a estar en el próximo avión de aquí a. . . 

— Nunca va a suceder. —La fresca autoridad en su voz hizo que mi estómago flotara. 

 

 

 

 

Edward

 

 

 

 

Bella se veía toda perfecta en sus pantalones de color caqui prensados y camisa de botones. Me dieron ganas de perderme en sus brazos y hacerla venir follándola profundamente. Reclamarla. Era retorcido, lo sé.

Nunca pensé que pudiera conseguir una chica normal. Todas me querían por mi persona, por lo que veían en el exterior. El supermodelo que pensaban que era yo. Yo no me sentía como ese tipo. Es por eso que me gustaba que Bella pareciera ver más allá de todo eso. Parte de ello se debió a que la dejé entrar, le dije cosas de mí que rara vez le contaba a nadie. Cosas que sólo Tanya sabía. Yo había estado en torno a suficientes mujeres para saber que Bella me afectaba como no lo había hecho ninguna otra. Ella era diferente.

Claro, yo tenía necesidades físicas que complací, pero nunca fui lo suficientemente estúpido como para creer que había amor cuando me miraban. Algunas me profesaron su devoción, juraron que me amaban, pero me pregunté si incluso podrían ver más allá de la ropa de etiqueta de diseño que llevaba. Bella había visto a través de todo eso, directamente al verdadero yo. Ella me niveló con su humanidad, su carácter real. Ella me había empujado a ser más abierto, cuidar de mí dentro y fuera del set, abogando por mí simplemente porque era lo correcto. Ella tenía una abierta creencia de que el mundo era un buen lugar y que se podía confiar en la gente. Era refrescante, sobre todo en este negocio. Ella no iba a cambiar simplemente porque había conseguido un trabajo en una industria donde las apariencias lo eran todo. De lo que yo había visto, ella era del tipo que permanecía fiel a sí misma. Me di cuenta con absoluta claridad, que la respetaba mucho.

Di un paso hacia ella, cerrando la distancia que ella había dejado a propósito entre nosotros. 

— ¿Confías en mí? —Todavía podía recordar su olor, su sabor, los pequeños sonidos de lloriqueo que hizo anoche. Ella era una jodida delicia y yo quería más.

Tragó saliva, visiblemente afectada, pero asintió levemente. Eso era suficiente. Tomé su mano y la arrastré detrás de una división que separaba la pequeña área para cambiarse. Había un tío detrás abotonándose una camisa. Le lancé una mirada que él leyó correctamente de “Vete a la mierda.” Hizo una precipitada retirada. Un tipo inteligente, porque yo estaba a tres segundos de distancia de tener las bragas de Bella alrededor de sus tobillos, y nadie iba a ver su pequeño coño desnudo excepto yo. Quería olerla, saborearla, devorarla. Nunca había tenido a una chica metida debajo de la piel tan completamente. Yo tenía que tenerla.

La expresión de su rostro era una mezcla de pánico y curiosidad. Se mordió suavemente, enterrando sus dientes en su labio inferior, y se reunió con mis ojos. Ella confiaba en mí. Vi eso. Y estaba preocupada de qué tan lejos la empujaría yo.

Joder.

Yo no traicionaría su confianza haciendo algo de lo que ella no estaba segura. Ella se tomaba su trabajo en serio, y ahora yo la había traído aquí atrás para sexo. Mierda. Mi erección tendría que esperar. Lo siento, muchacho.

— Después, ¿de acuerdo? Eres mía.

Ella miró mis ojos, su rostro inundado de alivio. —Sí —confirmó—. Más tarde.

La promesa de después tendría que ser suficiente para mí en las próximas horas.

 

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Lo prometido es deuda, aqui esta el otro capítulo!! Espero lo disfruten. ^_^ 

Para que creen que son las pastillas que toma Ed? Creen que en realidad esta enfermo?

 

Matuu2014: no te preocupes chica, todo se va a ir a aclarando poco a poco. En realidad esta con Tanya? Mmm eso en realidad no te le puedo decir, jijiji soy mala verdad? ^_^ Pero si te puedo decir que si Ed decide estar con Bella, bueno, su relación no va a ser facil. Va a ver algunos inconvenientes por ahi. :P Ya lo averiguaremos en los proximos capítulos. ;P    

 

Un aviso chicas mañana no se si podre actualizar, por el inicio de semana y la escuela y todo eso, ya saben, pero por si no actualizo, el martes seguro si. :D O el lunes aunque sea tarde. . . ;P

 

Bueno chicas hasta el martes. Cuidense Besos ^^  

 

   

 

 

Capítulo 14: Noche Maravillosa Capítulo 16: Dejandote Entrar

 


 


 
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