Love Me (+18)

Autor: Lily_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2015
Fecha Actualización: 25/10/2015
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 45
Visitas: 82956
Capítulos: 47

 

Edward Cullen: modelo profesional con un status muy alto y maravillosamente guapo.

Isabella Swan: asistente personal de Tanya Denali de Status Model Management. Y como no enamorada de Edward Cullen.

Edward Cullen tiene una vida muy complicada tanto por sus constantes viajes de trabajo como por su vida personal. Por eso y por otros motivos no está dispuesto a complicarse más la vida empezando una relación con nadie. No está dispuesto a estar en una relación ni a comprometerse. Pero cuando se encuentra con Isabella Swan instantáneamente siente una atracción hacia ella, pero con el tiempo se convierte en algo más. ¿Se dará la oportunidad de amar y de ser amado?  

Isabella Swan ama y odia su trabajo, lo ama porque siempre se puede recrear la vista con los exquisitos especímenes con los que trabaja. Y lo odia porque le toco una jefa de lo más irritante, difícil, y aparte criticona. Pero aparte de eso, cuando conoce a Edward Cullen se siente inevitablemente atraída por él, pero ella sabe que no es conveniente sentirse atraída por un modelo y mucho menos enamorarse, y menos especialmente de él, pero la atracción entre ambos es simplemente inevitable.

 

 

Lo persoajes le pertenecen a Stephanie Meyer, esta historia esta adaptada en el libro Working it de kendall Ryan, yo solo lo adapte con los prsonajes de Edward & Bella 

Espero les guste :)

           

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 23: Estoy Enamorado De Ti

Edward había prometido que esta noche la After Party sería mucho menos atrevida que la fiesta loca de la Semana de la Moda. Esta noche era un asunto privado festejado por los diseñadores en la azotea del hotel La Manufacture, situado en el distrito textil de París. Muchas de las principales marcas de ropa estarían allí. Edward mencionó que Emmett estaba de vuelta en la ciudad para un rodaje, pero al parecer yo no debía estar entusiasmada con la posibilidad de verlo esta noche. Le aseguré a Edward que no tenía nada que ver con nuestra noche juntos; simplemente me sentía aliviada de conocer a alguien más aquí además de a él y a Tanya.

Edward, Tanya, Ángelo y yo viajábamos juntos en una limusina al evento. Una petulante sonrisa se curvó en los labios de Ángelo mientras observaba el modo en que Edward posaba su mano en la parte baja de mi espalda; cualquiera podía ver que sus ojos y sus manos parecían conocerme íntimamente.

Tanya estaba callada, pero puso cara de enfadada el viaje entero.

Era raro, por no decir más.

El frío aire nocturno envolvía la azotea. Hileras de pequeñas luces blancas centelleantes adornaban la terraza, y la vista más allá de la ciudad era impresionante. Los camareros vestidos con esmoquin rodearon a la multitud sosteniendo bandejas de plata de cócteles de color melocotón. No sabía qué eran, pero Edward y yo tomamos uno cada uno.

Él tomó un sorbo y sacudió la cabeza. —Puedes beberte el mío.

Probé la bebida. Era afrutada y dulce. Deliciosa. —Encantada.

Ángelo y Tanya se marcharon al otro lado de la fiesta y se mezclaron. Tanya de modo fastidioso besaba al aire las mejillas de las personas de la industria a las que saludaba.

Descubrí a Emmett al otro lado de la azotea, apoyado contra la barandilla mirando el panorama. Tiré de la manga de Edward y asentí con la cabeza hacia él.

Edward se río burlonamente. —Vamos a saludar. Me voy a buscar una verdadera bebida y luego iré contigo.

Emmett resultó que se dio la vuelta cuando yo me acerqué, como si de alguna manera pudiera presentir mi presencia.

— ¡Gominola! —Me levantó con cuidado. Y a pesar de que doblé el puño con los dos cócteles de melocotón, no derrame una gota.

Me hizo un poco de gracia el ridículo apodo. —Hola, Emmett.

— ¿Dónde está tu hombre?

Asentí con la cabeza hacia la barra. Edward estaba de camino hacia nosotros, sujetando una copa de licor de color ámbar y una cerveza que presumiblemente era para Emm.

— Hola, colega —Emmett le dio unas fuertes palmadas en la espalda, y le quitó la cerveza—. La recuperaste, ¿eh?

— Sip. Gracias por tus consejos, hombre —Edward sonrió y me arrastró a su lado para besar mi sien.

Estaba un poco cohibida porque me tocara en público. Tanya todavía no sabía acerca de nosotros y estaba preocupada de lo que haría cuando se enterara. Edward y yo habíamos discutido y decidido mantener las cosas tranquilas por un poco más de tiempo.

Me di cuenta de la marca de un labial en la copa de champan posada junto a la botella vacía de Emmett. — ¿Hay alguien aquí contigo? —le pregunté, asintiendo con la cabeza hacia la copa.

Sus ojos se dirigieron a Edward, y su expresión parecía aprisionada. —Sí. Kate está aquí. Acaba de ir al baño.

Edward se puso tenso a mi lado. Antes de que pudiera preguntar quién era Kate, Ángelo llego para recuperar a Edward. 

— Hay un diseñador de Gucci aquí, y quiere conocerte.

— Por supuesto —Edward me miró directamente—. ¿Está todo bien si te dejo aquí con Emm?

Asentí. —Por supuesto. Adelante.

Miré la copa de champán de nuevo. El lápiz labial era de un tono rojo sangre. Nunca me quedaría bien ese color tan audaz. Parecería Bozo el payaso. Tendía a pintarme con un mero brillo. 

— Así pues, ¿quién es Kate?

— Kate Volturi. La supermodelo de Victoria Secret.

— ¿Están saliendo?

— No realmente.

— Oh. ¿Ella y Edward. . . salieron?

— Algo así —La ex de Edward era una supermodelo de Victoria Secret. Traducción: Al diablo con mi vida. Él no ofreció ninguna otra explicación, y no presioné. Había algo acerca de la situación que no quería que yo supiera.

Kate nunca regresó por su copa de champán y Emmett hizo su mejor esfuerzo para distraerme. Me preguntó concretamente dónde vivía en Nueva York y habló sobre sus aventuras de borrachos en las últimas semanas, pero mis ojos estaban continuamente vigilantes por el regreso de Edward. Una hora más tarde, aún sin señales de él, me excusé de Emmett. Después de consumir tres pequeños cócteles de melocotón, tenía la necesidad desesperada de ir al baño. Y quería encontrar a Edward.

Me aventuré dentro, utilicé el baño, y apliqué mi brillo de labios, estudiándome a mí misma en el espejo. Llevaba un vestido color crema de escote redondo y unos stilettos negros que Edward me había conseguido. Me sentí guapa pero un poco insegura. No me gustaba cómo el hecho de trabajar alrededor de modelos me provocaba constantemente la necesidad de asegurarme de que era suficiente para Edward. Di la espalda al espejo, frustrada. Sólo quería encontrarlo.

Reapareciendo de nuevo en el aire nocturno, eché un vistazo por toda la azotea en busca de Edward. Debería haber sido fácil localizarlo en el área grande, abierta y rectangular. Vi a Tanya hablando con Emmett en el mismo lugar que lo había dejado, pero no había señales de Edward por ninguna parte. ¿Dónde había ido? Me di cuenta de dos chicas saliendo de la azotea a través de una puerta que supuse era el hueco de una escalera para el interior del hotel, así que decidí seguirlas.

Las chicas se dirigieron escaleras abajo, agarrándose del pasamanos mientras se guiaban por los escalones, tambaleándose sobre sus tacones de aguja. Las seguí dentro de una de las suites del hotel en el último piso. Parecía que la fiesta se había metido en este lugar, también. Música de Club sonando al fondo y la barra de la cocina estaba llena de botellas de licor, limón, y cocteleras.

La gente estaba de conversación en la sala de estar, en su mayoría chicas en vestidos de coctel demasiado cortos que sin duda se congelarían en la azotea. Atravesé la sala, todavía sin encontrar a Edward. La sangre bombeó erráticamente en mis venas cuando comprendí que una suite en el hotel también significaba dormitorios. . . y si Edward no estaba en la azotea, y no estaba en la sala de estar. . . Oh Dios. . . Me sentía débil, pero obligué a mis piernas a moverse, encaminándome al pasillo.

Había tres puertas; dos estaban abiertas, revelando un baño vacío y un dormitorio, la tercera estaba cerrada.

No oía ningún sonido de adentro; busque la cerradura. Sentí frialdad en mi palma. La giré poco a poco y empujé la puerta abierta. Las luces estaban encendidas pero la habitación estaba vacía. En el otro extremo de la habitación una puerta corredera de cristal estaba abierta; el sonido de las voces desde el balcón exterior me empujó hacia adelante.

Mi estómago bailaba nervioso y mi latido zumbaba peligrosamente rápido en mi pecho. Estaba aterrorizada de lo que pudiera encontrar, pero tenía que saber.

— ¿Francamente estás diciendo que no me extrañas en absoluto? —preguntó una voz femenina.

— Kate. . . —respondió Edward, su tono de voz una lúdica advertencia—. No he dicho eso.

Ella se rió, con una risa dulce y calculada, la risa de una mujer que suele conseguir exactamente lo que quiere. —Porque nadie folla como tú, Ed.

— Es un buen punto —Él se río burlonamente.

— ¿Nos divertimos juntos, verdad? —Su tono de voz más bajo, era muy sensual.

— Kate. . . —La suya fue una súplica suave.

No pude escuchar más, pero en lugar de salir con dignidad, me volví y golpe el cristal de la puerta del balcón, un estruendo fuerte. Edward se dio la vuelta y atrajo la atención hacia mis ojos. 

— Bella.

Hui, sintiendo las primeras lágrimas que ya amenazaban con desbordarse. Me retiré del mismo modo en que llegué, volviendo hacia la sala de estar. Quería tomar un taxi para volver al hotel. Sola. Edward y Kate me seguían detrás y una vez que llegamos a la sala de estar me topé justo con Emmett.

Extendió su mano para tranquilizarme, agarrando mis hombros.

— ¿Gominola? ¿Estás bien?

Debía haber venido en busca de nosotros, y por desgracia, había traído a Tanya con él también. Más personas habían abarrotado la sala de estar, como si la fiesta hubiera avanzando, lenta pero con seguridad, adentro. La mirada fija de Emmett pasó después de mí a Edward y a Kate e hizo una mueca. Él debe haber sabido todo sobre su historia.

— Bella. . . —Edward llego hasta mí—. Esto no fue nada, sólo Kate y yo poniéndonos al corriente. Lo prometo.

Kate anduvo más cerca en sus precarios tacones. Su vestido, si podía llamarse así, era una muestra de satén rojo que apenas cubría notablemente sus pechos. Mucho escote, piernas increíblemente largas, pelo largo rubio y ese lápiz labial rojo que había notado anteriormente sobre la copa de cristal. Las lágrimas empañaban mi visión, pero lo que vi de ella era impresionante.

— Lo siento, no quería causar ningún problema —Kate, sonaba sincera—. Soy Kate —Me ofreció su mano.

Oh Dios, era agradable, también. Me quedé ahí, mirando inútilmente su mano. Edward se me acercó.

— Esta es Bella, mi novia.

Tanya emitió un grito ahogado al escuchar la palabra novia. Tenía que confesar que a mí también me sorprendió.

— Mucho gusto en conocerte. Nunca he visto a Edward tener novia —Sonrió abiertamente hacia mí.

— ¿Edward? La voz chirriante y acentuada de Tanya perforó el incómodo silencio. Nadie dijo nada durante un largo instante, pero podía ver las lágrimas llenando los ojos de Tanya. Ella y Edward se observaron atentamente, su aspecto inundado por el dolor. Un segundo después, Tanya se dio la vuelta y huyó, dando codazos a los asistentes de la fiesta mientras corría como una loca hacia la puerta.

Edward me dedico una mirada comprensiva y luego salió disparado detrás de ella.

Verlo marcharse detrás de Tanya se sentía como si un cuchillo estuviese metiéndose en mi pecho. Después de esconderme de Tanya todo este tiempo, eligió este momento horriblemente tenso para anunciar que estábamos juntos, ¿y a continuación salió corriendo detrás de ella?

Mi corazón dejo de latir.

Me sentí enferma. Más que cuando lo escuché coquetear entre bromas con Kate.

Puntos negros empañaron mi visión. Oh mierda, iba a desmayarme.

La mano de Emmett acaricio suavemente la parte baja de mi espalda y me impidió caer. Kate todavía me observaba con curiosidad, y el silencio que cayó sobre la habitación me dijo que había muchas otras también. 

— Sácame de aquí, Emm —susurré.

Su cálido brazo rodeó mi cintura y me guio fuera de ahí.

La fiesta en la azotea se había extinguido significativamente, con solo unas pocas personas persistentes. Emmett me llevó a un área de asientos apartada en la esquina.

Me detuve en el bar y agarré una botella de whisky y dos copas. Sus cejas se alzaron pero no dijo nada y se fue por un par de lujosas sillas situadas alrededor de una fogata.

Me hundí en la silla y vertí a cada uno de nosotros una medida saludable de whisky. No estaba lo suficientemente cerca de estar borracha para lidiar con todos los confusos sentimientos que Edward despertaba en mí. Le había dicho que lo amaba y él no había dicho nada. . . y ahora esta noche lo pillé coqueteando con su ex, quien, oh, resultó ser una supermodelo. A continuación estaba Tanya. Tragué el licor, solo queriendo no sentir nada.

— ¡Guau, suave con eso, gominola! —La mano de Emmett sobre la mía me impidió verter demasiado en mi vaso ya vacío.

Me recliné en los lujosos cojines, quitándome mis tacones, y descansando mis pies en el regazo de Emmett.

— ¿Tienes frío? —Empezó a quitarse la chaqueta de su traje.

Me mecí. —Estoy bien. El fuego ayuda —Pequeñas llamas azules danzaban dentro de la elegante chimenea de gas, calentando suavemente el aire que nos rodeaba.

— Dime cómo puedo ayudarte. ¿Quieres que le dé una paliza? —preguntó finalmente.

Solo quería tener compañía mientras me ponía ebria, pero su buena voluntad de ayudar me hizo sonreír. — ¿Harías eso? Pensaba que los dos eran amigos.

Se encogió de hombros. —Somos, pero me agradas más. Tienes mejores tetas.

Aún no podía creer que hubiera tenido relaciones sexuales con Emmett. Que fue al azar. 

— Nah. . . Mejor no. Su rostro es su fuente de dinero. No me gustaría ser la responsable de arruinar su carrera. Por supuesto, si tú quieres cortársela. . . —Eché un vistazo a Emmett.

— ¿Lo dejarías sin descendencia?

— Sí —Me reí por primera vez esa noche—. Eso estaría bien para mí.

— No sé qué fue lo que ocurrió con Kate antes. Sé que piensa con su polla la mayor parte del tiempo, pero él es diferente contigo, Bella. Tienes que ver eso.

Lo medité silenciosamente. Me preguntaba si él se había visto con Kate. Ella parecía estar buscando a ver si tenía suerte esta noche. 

— ¿Cuántas mujeres compartieron tú y Edward?

Emm agacho la vista. Podría decir que no quería traicionar su código de chicos contándome sus secretos, pero también confiaba en que él fuera honesto conmigo. —Sólo Tanya y otra. Una chica llamada Jessica.

Por lo que no habían compartido a Kate. Interesante. — ¿Era Jessica modelo, también?

Emmett meneó la cabeza. —Era una chica de Nueva York con la que Edward salió brevemente.

Hice una mueca de dolor. No sabía si eso hacía que fuera mejor o peor que no fuera una modelo. Podría haber sido peor, porque me gustaba la idea de ser la primera.

— Para que conste, que creo que él sólo ha compartido para evitar acercarse demasiado a las chicas. . . nunca ha sido del tipo de querer una relación.

El whisky estaba trabajando muy bien ya, y de repente lamenté que no estuviese sobria para mantener esta conversación ¿Edward, en un momento dado, quiso una relación con Tanya? Necesitaba prestar atención y resolver todas estas pocas pistas que Emmett iba arrojando.

Emmett se inclinó hacia adelante y apretó mis rodillas. —Oye, va a estar bien. Él está loco por ti. Lo sé.

Inhalé por la nariz. No lloraría. —Gracias, Emm. Ya veremos.

Un breve espacio de tiempo y tres copas de whisky más tarde, Edward apareció delante de nosotros. 

— Oh gracias a dios que estas aquí, Bella. He estado buscándote por todas partes.

Levante mi barbilla, echando un vistazo a las luces de la ciudad de París más abajo. Podría haber sido infantil ignorándolo, pero no tenía nada que decir en este instante. 

— ¿Cómo está Tanya? —Mi tono era amargo. No me importó.

— No sabría decirte. Le pedí al portero que le pidiera un taxi, y te he estado buscando —se arrodilló delante de mí—. Necesito hablar contigo, por favor, nena.

Maldita sea. La desesperación en sus ojos y el tono áspero de su voz derritió toda mi voluntad de alejarme.

Asentí. —Está bien.

— Emmett. . . —Edward inclinó su cabeza hacia la salida.

— No, quiero que Emmett se quede.

La mirada de Edward se estrechó. —Bien —dijo un poco fuera de lugar.

Agarré la mano de Emmett, apretándola. Su mirada se trabó en la de Edward y se encogió de hombros, como disculpándose. No quise mandar a Emmett a la goma. Y en nuestros breves encuentros, había aprendido a respetarlo. Él era un buen tipo. Y el juicio estaba por el momento sobre Edward.

Edward se sentó en la silla junto a mí con su cuerpo totalmente girado hacia mí.

— Siento lo de antes, pero, nena, no pasó nada con Kate.

— Te escuché, Edward. No intentaste disuadirla con fuerza.

— Que no lo estaba. ¿Me escuchaste? No había nada que disuadir, porque ella no tenía  oportunidad conmigo. Soy tuyo, cariño.

Sus palabras tiraron algo de mi pecho, pero no podía distraerme por mi molesto corazón. 

— ¡Estabas coqueteando!

— No. Estaba tratando de ser amable.

Puse mis ojos en blanco y vacié el contenido de mi copa por mi garganta.

Edward tomo la copa de mis manos. —Un segundo antes de eso, le estaba contando a Kate de ti. ¿Escuchaste esa parte?

No —reconocí—. ¿Qué le dijiste?

— Le dije que me había enamorado de una dulce sureña —Las manos de Edward capturaron las mías—. Me has robado el corazón, nena. Nadie ni nada va a cambiar eso. Te pertenezco — Apartó el cabello de mi cara, mirándome con adoración—. No quiero pasar un solo día sin ti. Nunca he necesitado a nadie, Bella. Pero te necesito. Me encanta la forma en que me cuidas. Quiero encargarme de todas tus necesidades. Si dejé que este capullo en nuestra cama te mostrase algo, es que te daré cualquier cosa, nena.

Emmett resopló quejándose por lo bajo de que él no era un capullo.

— Cuando vi las manos de Emmett sobre ti, quise darle un puñetazo. Nunca me había sentido así antes. El acto sexual nunca fue emocional hasta ti. Te necesito a mi lado. En mi cama cada noche. El pensamiento de mi día sin ti para iluminarlo es lo más deprimente que podría imaginar. Me estoy enamorando de ti, Isabella.

Mis labios se curvaron en una sonrisa. Mis ojos se  encontraron con su profunda y encubierta mirada y durante solo un latido fuimos solo nosotros; nadie más existía, nada importaba. Sus palmas ahuecaron mis mejillas atrayéndome más cerca, su boca parada a pocos milímetros de la mía, su cálido aliento danzando sobre mis labios. 

— ¿Cuál es tu nombre completo?

— Isabella Marie Swan.

— ¿De veras?

— Cállate.

— Estoy enamorado de ti Isabella Marie Swan, —dijo bajito, sus labios rozando los míos.

Mi corazón latía violentamente en mi pecho. Había esperado tanto tiempo para oír esas palabras y ahora en realidad escucharlas habladas en la voz profunda y sexy de Edward, con su cálida boca rozando la mía, fue incluso mejor de lo que podría haber imaginado.

— Te amo —susurré en respuesta justo antes de que su boca se estrellara contra la mía.

Edward me levantó de mi silla, plantándome en su regazo, y me besó duro. Era como si estuviera hambriento de mí. Su boca recorrió la piel de mi cuello, la línea de mi mandíbula. Su lengua combatió la mía, chupando y enredando hasta que me encontraba retorciéndome en su regazo. Mi vestido fue movido hacia arriba de mis muslos y yo propiamente, presioné mi centro contra la protuberancia tirante de sus pantalones.

Sus manos se movieron para agarrar mi trasero y tirarme contra él. Solté un gemido sordo, mi cuerpo estremeciéndose por el contacto.

Desde algún lugar junto a nosotros, Emmett carraspeó. La boca de Edward abandono la mía justo el tiempo suficiente para dar un ladrido a Emmett. 

— Sácalos de aquí.

Él asintió hacia la última de las personas que permanecían en la azotea. Al parecer Edward no quería público para lo que iba a suceder. Estaba demasiado borracha y demasiado encendida para detenerlo.

Mientras que Emmett acompañaba al grupo a la salida, la boca de Edward capturo la mía de nuevo en un beso devastador. 

— Te amo, Bella. Te deseo. Te necesito —murmuró entre besos. La manera posesiva en que dijo que esas palabras enviaron chispas de deseo disparándose a través de mi sistema. Yo quería ser suya. Mis caderas descaradamente se sacudieron contra su regazo, mi coño húmedo y listo. La manera en que sus manos recorrían mi cuerpo hacía que me retorciera, haciéndome sentir sexy y seductora. Estaba llena de calor y deseo sexual.

Cuando encontré la hebilla de su cinturón y comencé a tirar sin descanso, Edward gimió. Finalmente liberé la hebilla del cinturón del infierno, deslicé mi mano dentro de sus pantalones y calzoncillos, cerrando mi puño alrededor de su miembro duro.

— Oh, mierda —gimió en mi boca cuando comencé a acariciarlo.

Detuve mis movimientos lo suficiente para permitir a Edward levantarme el ceñido vestido y sacarlo por mi cabeza y depositarlo en la silla vacía junto a nosotros.

Restregándome contra él en mi sujetador y mis pequeñas braguitas de encaje, no me importó que estuviéramos expuestos al aire de la noche o en una azotea. Edward acababa de decirme que me amaba y lo necesitaba. Ahora.

El sonido de una hebilla desabrochándose junto a nosotros llamó mi atención. Levanté la vista para ver a Emmett parado junto a nosotros, con el cinturón quitado.

— Ni lo sueñes Emm. No, pasará —Edward gruñó—. Vete a vigilar la puerta.

Emmett puso mala cara, pero abrochó su cinturón y obedientemente caminó hacia la salida.

Sin molestarnos más en desvestirnos, Edward me folló duro y rápido. Empujó a un lado el material de mis bragas y se enterró en mí empujando insoportablemente lento, llenándome tan plenamente que lancé un grito, el sonido resonó en el eco de la noche. Me agarró por la cintura levantándome y enterrándome en él.

Susurrándome cosas dulces y traviesas todo el tiempo, Edward bombeó dentro de mí. 

— Eres tan jodidamente sexy. . . Me encantan los sonidos que haces. . . Es cierto, hermosa, quiero verte venirte.

A los pocos minutos sus palabras me empujaron al precipicio. Me vine diciendo su nombre en voz alta.

Edward enterró su cara contra mi cuello y gimió. —Te amo, Bella.

Sentí su calidez inundando mi coño mientras pequeñas sacudidas recorrían mi cuerpo.

— Yo también te amo.

 

Después de que nos recuperamos, Edward saco algunos pañuelos de su bolsillo, me limpió y arregló mis bragas así estaba tapada de nuevo. Justo cuando estaba tirando de mi vestido hacia debajo de mi espalda, Emmett apareció.

 

Con una gran erección en sus pantalones. Guau.

 

No pude evitar reírme. Supongo que todavía estaba tan achispada, que lo encontraba gracioso. Nuestro sexo le había puesto caliente.

 

— ¿Están jodiéndome? —Él ajusto sus pantalones e hizo una mueca de dolor. —No hagan esa mierda en frente de mí si no estoy invitado a participar.

 

No había comprendido que Emmett había estado mirando, o por lo menos escuchando desde su puesto de guardia en la puerta. ¡uh!

 

— Eso no va a ocurrir de nuevo, Emmett. Bella no es tu juguete. Ella es mía—. Edward tiró posesivamente de mí hacia su regazo de nuevo, frotando su nariz en mi cuello.

 

— Ustedes dos son pésimos follando —Emmett suspiró en voz alta—. Podría ir a buscar a Tanya, y animarla. Ya saben, ella no ha visto mi piercing todavía.

 

Mi mirada se dirigió a Emmett. —No, Emm con cualquiera menos con ella. —A una diminuta parte de mí le gustaba que ella no hubiera experimentado su piercing como yo lo había hecho. Si estuviéramos llevando la cuenta, esa pequeña cosita me permitía puntos extra. Estúpido, lo sé.

 

— Está bien, gominola.

 

 

 

 

 

* * * *

 

 

 

 

 

Me quedé dormida en los brazos de Edward esa noche mientras me acariciaba suavemente, susurrándome una y otra vez que me amaba

 

 

 

___________________________________________________________________________________

Aaaayyy, por fin, no es cierto!! Larga espera, no? Oh bien, ya era hora de que Ed aclarara sus sentimientos de una vez. :D Ahora lo único que queda es que Tanya no logre separarlos definitivamente. Y que Bella sea fuerte con lo que se viene. =D

 

Para que conste que ahora si estuve de acuerdo en que bella sobre actuó con lo de Kate, a mi parecer solo estaban hablando, no? Otra cosa hubiera sido que los hubiera encontrado en una situación comprometedora. Bueno eso es lo que yo pienso. :D

 

Espero que les haya gustado los capítulos. :D

 

 

 

 

 

Aquí les dejo el adelantito. . . :D

 

 

En la última línea del mensaje, finalmente descubrí su estratagema. Me marcharía de París en dos días.

 

 

 

 

 

* * * *

 

Nuestra relación era tan nueva, tan frágil, que temía lo que podría significar la distancia. Si fuera un curso de la vida de una película, huiría con este hombre y nunca miraría hacia atrás. Pero, lamentablemente, la vida no funciona de esa manera.

 

Todo el trayecto hasta el aeropuerto, Edward me dijo que estaba orgulloso de mí, y que debería estar emocionada con esta oportunidad. Yo no podía evitar pensar que era sólo una estratagema de Tanya para deshacerse de mí desde que ella se había enterado de mi relación con Edward.

 

Yo confiaba en él, pero eso no quería decir que estaba feliz sobre él pasando tres semanas en Paris con la mujer con la que había tenido un romance permanente. No confiaba en ella. En absoluto.

 

Edward pagó para cambiar mi asiento a primera clase, a pesar de que le dije que no era necesario, y luego me acompañó hasta donde la seguridad lo permitía.

 

— Hey, son sólo tres semanas ¿Qué puede pasar? —Él ahuecó mis mejillas con sus grandes palmas, mirándome a los ojos con una mirada preocupada.

 

— Tres semanas y dos días —señalé.

 

Edward sonrió y apretó sus labios con los míos. —Hablaremos cada noche. Te  enviaré textos sucios.

 

Me reí a pesar de mi mal humor. — ¿Me dices que me enviarás textos sucios? Hablas como un verdadero maldito romántico justo ahí.

 

— Lo que sea por ti, nena. Te amo, Bella.

 

— También te amo —le dije, bebiendo de esa brillante mirada que iba a extrañar tanto —Compórtate.

 

— Lo haré, lo prometo. Tú también —Edward me jalo para acurrucarme en sus brazos, levantando mis pies del suelo así podía acunarme en un abrazo de todo el cuerpo. Me fundí en su abrazo.

 

Podíamos hacer esto, ¿verdad? Eran tan sólo unas semanas.

 

 

 

Fue cada vez más difícil ponerme en contacto con Edward en las semanas que siguieron. Tal vez eran las seis horas de diferencia, o nuestros horarios de trabajo, pero estábamos raramente a tiempo para hablar. Lo único que me ayudaba a pasar el tiempo era que había tomado una de las camisetas de Edward de París. Su aroma masculino todavía se aferraba a la tela, y cada noche había enterrado la cara en el algodón y respirado hondo.

 

Cuando el aroma finalmente se disipó, me preocupé de que fuera de alguna manera una señal de que las cosas se estaban cayendo a pedazos entre nosotros.

 

 

 

Bien chicas hasta mañana :P

 

Cuidense besos ^_^

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 22: Te Amo Capítulo 24: Complicaciones

 


 


 
14436423 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10755 usuarios