Love Me (+18)

Autor: Lily_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2015
Fecha Actualización: 25/10/2015
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 45
Visitas: 82966
Capítulos: 47

 

Edward Cullen: modelo profesional con un status muy alto y maravillosamente guapo.

Isabella Swan: asistente personal de Tanya Denali de Status Model Management. Y como no enamorada de Edward Cullen.

Edward Cullen tiene una vida muy complicada tanto por sus constantes viajes de trabajo como por su vida personal. Por eso y por otros motivos no está dispuesto a complicarse más la vida empezando una relación con nadie. No está dispuesto a estar en una relación ni a comprometerse. Pero cuando se encuentra con Isabella Swan instantáneamente siente una atracción hacia ella, pero con el tiempo se convierte en algo más. ¿Se dará la oportunidad de amar y de ser amado?  

Isabella Swan ama y odia su trabajo, lo ama porque siempre se puede recrear la vista con los exquisitos especímenes con los que trabaja. Y lo odia porque le toco una jefa de lo más irritante, difícil, y aparte criticona. Pero aparte de eso, cuando conoce a Edward Cullen se siente inevitablemente atraída por él, pero ella sabe que no es conveniente sentirse atraída por un modelo y mucho menos enamorarse, y menos especialmente de él, pero la atracción entre ambos es simplemente inevitable.

 

 

Lo persoajes le pertenecen a Stephanie Meyer, esta historia esta adaptada en el libro Working it de kendall Ryan, yo solo lo adapte con los prsonajes de Edward & Bella 

Espero les guste :)

           

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Capítulo 39: Cuando la realidad te golpea con todo

Oírla rogándolo fue demasiado. La necesitaba. Necesitaba hacerla venirse. Pero, joder, estábamos en la sala de estar de sus padres. Cualquiera podría venir por un vaso de agua o para usar el baño, y entonces estaría jodido. Probablemente con una de esas impresionantes escopetas apuntado a mi cara. Pero mi lado atrevido estaba dispuesto a correr el riesgo. 

Consideré brevemente llevarla de regreso a su habitación, pero viendo como estaba justo al lado de la de sus padres, ya no estaba seguro de que fuera una opción mejor.

— Bella, nena, no podemos —protesté débilmente mientras se arrastraba a horcajadas sobre mí regazo. Empujó su pelvis hacia abajo, moviéndose sobre mí, y al instante estuve duro.  

A la mierda. 

Sabía que también lo sintió porque soltó un suspiro, retorciéndose contra la cresta dura en mis pantalones cortos. 

Mierda. Quería follarla. En la casa de sus padres. Esto era malo. No podía permitir que pasara. Se estaba moviendo contra mi polla. 

— Bella, no. 

La levanté de encima y la puse a mi lado en el sofá. 

Sin perder el tiempo, empezó a desatar el cordón de mis pantalones. En lugar de detenerla de alguna manera, mis caderas se levantaron, lo que le permitió tirar de mis pantalones por mis muslos. Mi polla saltó libre, apoyándose contra mi vientre. 

Bella se lamió los labios y entonces se dejó caer de rodillas delante de mí. 

Jooooder. La ansiosa y suplicante mirada en sus ojos era tan increíblemente sexy. Pero verla en sus rodillas delante de mí fue casi mi perdición. No quería nada más que sentir su boca alrededor de mi polla y no la pararía ahora. 

La suave mano de Bella se cerró a mi alrededor, y mi cabeza cayó hacia atrás contra el sofá. La acarició lentamente desde la base hasta la punta. A la mierda. Empujé mis pantalones hasta mis tobillos y llevé una mano a la parte posterior de la cabeza de Bella, guiando su boca hacia mí necesitada polla. 

Observe sus labios cerrarse a mi alrededor y me perdí. Podría fingir inocencia, pero mierda, ella era buena chupando.

Su boca se abrió más y sus mejillas se ahuecaron mientras me chupaba más profundo. 

— Ah, mierda, cariño. —La guie, mostrándole que lo quería profundamente, y Bella felizmente obligada, tomó cada centímetro. 

Tenía la distintiva habilidad de hacerme sentir cosas que nunca antes había sentido. Nunca había sido solo sexo con ella. Me complacía, cuidaba de mí, poniendo mis necesidades primero. Me abrumaba y el sentimiento de ser amado se apoderaba de mí.

Nunca he querido etiquetar las cosas, de planear hasta el último detalle de mi vida, y solo las palabras “santo matrimonio” me daban sarpullido. Sencillamente no estaba en mi ADN. Pero si alguien tenía la capacidad de hacerme cambiar de opinión, esa sería esta chica. No podía permitir que me dejara, lo cual significaba que podría tener que replantearme mi futuro de rebotar de ciudad en ciudad. 

Pero por ahora, estaba centrado en la hermosa chica de rodillas delante de mí, disfrutando de la entumecedora dicha que me estaba dando. Y Bella, siempre una devota amante, dio un increíble rendimiento, sus manos acariciando, su lengua lamiendo contra mí, y dejando salir pequeños gemidos desde su garganta mientras me metía dentro.

—Ven aquí, hermosa. —La levanté desde debajo de los brazos, tirando de ella de nuevo sobre mi regazo y bajé mi cabeza para degustar sus pechos. Empujando su pecho hacia afuera, Bella gimió mientras mi lengua chasqueaba ida y vuelta sobre cada hinchada protuberancia. Cubrí su boca con una mano y trabajé con la otra en la parte delantera de sus pantalones deportivos.

Yo estaba inconsciente de todo a parte de ella así que me tomó unos pocos demasiados segundos darme cuenta que el ruido de traqueteo a través de la habitación era la puerta principal abriéndose. 

 

 

 

Bella

 

 

La increíblemente hábil boca de Edward jugaba con mis pechos, y justo cuando sus largos dedos estaban a punto de llegar a mi sexo, se apartó de repente, tirándome de su regazo sobre el cojín a su lado. 

¿Qué demo. . .?

Seguí su preocupada mirada cruzando la habitación. 

¡Mierda! 

Jasper estaba en casa. 

Se paró delante del sofá, su enojado ceño se extendía por su normalmente relajado rostro. 

— ¿¡Que demonios están haciendo!? Es mi hermana, joder —Dio un paso amenazadoramente más cerca.

Edward se disparó desde el sofá, poniendo sus pantalones deportivos en su lugar. —Error mío. —Sostuvo sus manos en alto frente a él, con las palmas hacia Jasper.

La vena en el cuello de Jasper estaba palpitando y sus puños apretados a los costados. 

Oh, Dios. Esto no era bueno.  

Me levanté de un salto del sofá, empujando mis manos contra el pecho de Jasper para hacerle retroceder. 

— Jasper, esto ha sido culpa mía. Edward dijo que no podíamos. 

La cara de mi hermano se retorció en repulsión mientras se daba cuenta de que sí, a su hermana le gustaba el sexo e incluso lo iniciaba. A menudo. Ese era un maldito acto de vida. Hola, ¿has visto a mi novio? 

— No me gusta, Isabella. Lleva tu culo a la cama. A tu propia habitación. 

Mis mejillas se calentaron y asentí. Le lancé una última mirada a Edward, quien estaba sonriendo, y me escabullí por el pasillo.  

 

* * * *

 

 

Mi padre llevó un enorme pavo dorado a la mesa, bajándolo con una expresión de reverencia. No importaba que estuviéramos cenando en nuestro sucio y viejo remolque, nos teníamos los unos a los otros, y la familia lo era todo. 

Una vez que el pavo fue trinchado y separado y las guarniciones se sirvieron a cucharadas llenas, mi padre dijo una oración y rápidamente atacamos la comida. 

Mmmm. . .

Esto era por lo que había venido a casa por Acción de Gracias. Justo esto. 

Edward se limpió la boca con una servilleta y se giró hacia mi madre. 

— Esto está delicioso, Renée. 

Mi madre sonrió ampliamente. Disfrutaba alimentando a la gente, incluso más que yo. Era de familia.

— Jasper está pensando en unirse a los militares —anunció mi papá. Por supuesto sabía esto. Mi mamá me había llamado en estado de pánico, pero en realidad no lo habíamos discutido todavía. Mis ojos fueron a Jasper y me dio una débil sonrisa. El orgullo en la expresión de mi padre era evidente. Yo sabía que él había estado esperando que Jasper encontrara su camino, que hiciera algo con su vida. En muchos sentidos, Jasper había crecido un montón desde que le había dejado. Me superaba por una cabeza de alto, con mucho más músculos también, sin embargo, seguía atrapado aquí, viviendo en casa, pensando en su futuro.

— Creo que eso es fantástico —comentó Edward, dirigiéndose a Jasper—. ¿Ya te has alistado?

Jasper negó con la cabeza y dejó el cuchillo junto a su plato. Sabía que nadie quería mencionar los motivos que lo condujeron a considerar prestar servicio. Después de que fracasara un poco en la secundaria, saliera con demasiada frecuencia, y se citara con todas las chicas en esta ciudad y la siguiente mientras esperaba a que nuestra dulce chica del barrio, Charlotte, creciera un poco y se fijara en él. Cuando esto no pasó, se había ido de juerga una noche y consiguió que lo arrestaran por conducir borracho una noche. Mis padres recientemente le habían dado un ultimátum, o maduraba y hacia algo con su vida, o se iba. Todavía tendríamos que ver lo que iba a hacer realmente.

— Entonces, Edward, ¿tienes otras aspiraciones, además de ser modelo? — preguntó mi padre. No pude evitar ver la comparación que hacia mi padre en su cabeza. Jasper estaba haciendo algo admirable en servir a su país, y el trabajo de Edward era sobre ostentaciones y glamur.

— Bueno, no es una carrera que por lo general te lleve a la jubilación —dijo Edward—. Una de las cosas que quiero hacer, con la ayuda de Bella —Sus ojos encontraron los míos—. Es crear una organización de caridad en un futuro. 

Sus deseos de montar una organización de caridad eran nuevos para mí, pero de inmediato me gustó la idea. Por supuesto que lo ayudaría. Sonreí ampliamente y su boca se curvó hacia arriba. 

Comimos hasta que estuvimos llenos, y entonces de alguna manera se hizo espacio para los pasteles de calabaza y manzana que mi madre y yo habíamos horneado.

Edward y mi padre parecieron haber hecho buenas migas. Después de la cena se sentaron en la sala de estar a hablar por horas, mi padre sacó su atlas para que Edward le pudiera mostrar exactamente en el mapa donde vivía él y donde vivía yo en la ciudad. Yo sabía que el que viviera lejos ponía a mi padre nervioso, pero de alguna manera viendo que tenía un hombre capaz en mi vida, tranquilizaba a mi padre alrededor de la idea de Edward. 

Pronto fue hora de ir a coger nuestro vuelo de regreso a Nueva York, y a través de un lloroso adiós entre mi madre y yo, Edward prometió a mi madre que me traería de visita de nuevo muy pronto.

 

 

* * * * 

 

De vuelta en Nueva York, Edward y yo nos acurrucamos desde que dejamos el aeropuerto. La temperatura era cruel en contraste con el aire cálido de otoño de regreso a casa. Apreté mi chaquetón azul marino alrededor de mi pecho y me aferré el pañuelo atado alrededor de mi cuello.

Edward me guio hacia el sedán negro que esperaba en la acera.

Henry.

Era agradable no tener que parar un taxi. Sobre todo porque nunca he dominado el talento, a pesar de ser una neoyorquina ahora. A este ritmo no tendría que hacerlo. Ser parte de la vida de Edward era increíble. Servicio de auto con chofer, volar en primera clase a las ciudades de todo el mundo, servicio de habitaciones, y mucho sexo. Una vez tuve la sensación que la realidad se basaba en los platos sucios, montones de ropa, y todas las otras molestias de la vida real, sería un brusco despertar. Pero por el momento estaba viviendo un sueño.

Los nudillos de Edward golpetearon contra el maletero mientras Henry lo abría y saltaba fuera del auto para ayudar. Me deslicé en el asiento de atrás y dejé que ellos se pelearan por poner las maletas en el maletero. Un rápido vistazo en el espejo retrovisor me dijo que Edward ganó, maniobrando nuestras maletas en el interior y descartando la ayuda de Henry. No habíamos discutido a dónde nos dirigíamos, sin embargo le di a Henry mi dirección y luego me atreví a mirar a Edward. Su rostro era impasible. Bueno. Por lo menos no estaba siendo regañada por querer ir a casa.

Fuimos en auto a lo largo de The Grand Central Parkway, el sol brillaba a lo lejos como hilos, calentando mis mejillas. Aun así Nueva York no acababa de sentirse como en casa, era bueno estar de vuelta. Pasé demasiado tiempo de maleta en maleta entre Fiji y Tennessee. Además extrañaba a Rose. La extrañaba con locura.

Cuando nos detuvimos en frente de mi edificio, Edward salió del auto para recuperar mi maleta, y para mi sorpresa, me guio por las escaleras. 

— ¿Te quedas? —le pregunté. Me imaginé que estaría tan ansioso por llegar a casa como yo.

— Un rato, si te parece bien. Hay algo que tenemos que discutir.

Asentí y saqué mis llaves desde el fondo de mi bolso antes de dejarnos entrar al interior.

Rose estaba tumbada en el sofá, con las mantas esparcidas alrededor de su cuerpo boca abajo y un gran recipiente de helado acomodado en su pecho. 

— Argh. . . —Ella sacó la cuchara de la boca y se sentó bruscamente.

— Hola. —Saludé. Maldita sea, realmente tenía que aprender algún tipo de toque de advertencia o algo así. Lucía como el infierno. Una camiseta holgada de colores y el cabello recogido en un moño desordenado—. ¿Todo bien? —le pregunté. Ni siquiera era mediodía y estaba con la mantequilla de maní y helado.

— Los malditos hombres apestan —anunció.

— ¿Todos ellos o alguien en particular?

Puso los ojos en blanco. —Voy a mi habitación.

Está bien, entonces. Hablaría con ella una vez que Edward se hubiese ido, averiguaría qué demonios había pasado. No estaba saliendo con nadie desde que habíamos salido a las Fiji.

Edward llevó mi maleta a mi habitación y le seguí. Después de dejar la maleta en el suelo al final de mi cama, se giró hacia mí. 

— Hay algo que tenemos que discutir —Pasó una mano por mi espalda, deteniéndose en mi cadera para acercarme. Se agachó para rozar su boca contra un lado de mi cabeza.

Ondas de calor se dispararon por mi columna vertebral, tiñendo mi cuello. 

— ¿Qué?

— Hay algo que quiero —continuó.

Le daría cualquier cosa. Pero la intensa mirada que me estaba dirigiendo era intimidante. 

— ¿Q-qué quieres?

— Que vivas conmigo.

Guau. ¿Qué? —Pensé que habíamos aclarado eso. Edward.

— Odio cuando tengo que llevarte a casa y dejarte. Te quiero conmigo todas las noches. Quiero despertar contigo cada mañana.

— Edd, por favor. No llevábamos saliendo mucho tiempo.

— Estoy hablando en serio, Bella. ¿Por qué no?

Necesitaba mi propio espacio, bañarme sola. Por amor de Dios, pero si era sincera conmigo misma, también necesitaba un lugar seguro si algo volvía a salir mal con nosotros, no quería ser pesimista, pero no podía evitar pensar que algo malo podría suceder en cualquier momento. 

— ¿No quieres tu espacio?

Dio un paso acercándose más, sus ojos enfocados en los míos. 

— No. Te quiero en mi espacio. Eres mía. No me gusta la idea de dejarte aquí.

— Solo necesitas un cuerpo caliente a tu lado para dormir.

Su boca se torció en una sonrisa. —Es cierto. Pero no cualquier cuerpo caliente —Sus manos se acomodaron alrededor de mi cintura—. Este cuerpo. — Deslizó sus manos lentamente, acariciando mis caderas—. Este cuerpo, atractivo, tentador —susurró cerca de mi oído, enviando escalofríos por mi espina dorsal—. Además debemos vivir juntos durante un tiempo antes de que hagamos las cosas oficial, ¿cierto?

¿Se refería a. . .? No, no podía distraerme en este momento, sin embargo. Tenía que atender a Rose. Había sido una horrible compañera de piso y la peor amiga las últimas semanas. Quité sus manos, retrocediendo. Mi cabeza era un desastre. Él estaba de pie en mi pequeña habitación diciéndome que estaba comprometiéndose —con nosotros— y quería compartir una dirección conmigo.

— Tengo que hablar con Rose. ¿Te puedo llamar más tarde?

Su boca se apretó en una línea y sus ojos se posaron en los míos. Mierda. Estaba siendo vulnerable conmigo, abriéndose y explicando su necesidad de mantenerme cerca y su miedo al rechazo. Y ahí estaba yo, rechazando su propuesta. Tomé su mano y la apreté.

— En realidad, puedo ir más tarde si lo deseas. Solo necesito asegurarme de que Rose esté bien.

Su boca se relajó y se inclinó para besar mi frente. —Enviaré a Henry de vuelta en un par de horas.

— Está bien. 

Me preguntaba si alguna vez viajaría en metro de nuevo. No si Edward se salía con la suya. Estaría con chofer por la ciudad como una mujer mantenida. Pero me encargaría de eso más adelante. No quería rechazar su generosidad. Sin embargo, necesitábamos tener una charla sobre los límites y mis libertades cuanto antes.

Después de ver salir a Edward y cerrar la puerta a su insistencia, busqué a Rose, golpeando ligeramente en la puerta de su dormitorio. 

— ¿Rose?

— ¿Sí? —Su voz era áspera. Agitada.

— ¿Puedo entrar? —Asomé mi cabeza. Estaba acurrucada bajo un montón de mantas, mirando sin expresión su pequeño televisor en la esquina—. ¿Rose? ¿Estás bien?

— Jodidamente bien —Su tono era sarcástico—. No quiero ser una perra, pero la última cosa que necesito ahora mismo es estar rodeada de dos personas enamoradas.

— ¿Qué pasó?

— Hombres. He terminado con ellos. He terminado con sus excusas de mierda, su egoísmo, a la espera de que te llamen. No los necesito. Tengo dos maravillosos vibradores que funcionan perfectamente y estaré cuidando de mí misma a partir de ahora, muchas gracias.

— Oh. . . bien. —No estaba segura de qué iba esto. Lo último que sabía es que ella estaba soltera y sin citas—. ¿Saliste con alguien nuevo?

— No importa —Agitó una mano desdeñosa—. Ya está olvidado.

— No llamó, ¿verdad?

— Nop. Ese idiota.

— Lo siento, nena. Voy por el vodka.

— Gracias, cariño —Me sonrió débilmente.

Me encantaba cómo eran las cosas con Rose. Ella era fuerte, inteligente e independiente, sin embargo, en muchos sentidos todavía necesitaba a alguien en quien confiar. En lo profundo de mi corazón quería tener en cuenta la invitación de Edward de mudarme con él, pero me sentía muy mal dejándola, y sin dudas no era el momento para sacar el tema.

Cuando regresé a su dormitorio con dos cócteles de vodka con zumo de arándano, Rose al menos, estaba sentada en su cama esta vez. Felizmente aceptó su copa y bebió un largo sorbo.

— ¿Quieres hablar de ello? —le pregunté, bebiendo mi propia bebida.

— De ningún modo. Ahora, dime. . . ¿vas a mudarte con él o qué? — preguntó.

— Yo, um, no lo sé. Él quiere, pero no sé si estoy lista.

Asintió, mirándome con ojos conmovedores. —Sabes que me encanta tenerte aquí, pero no dejes que yo te detenga. Estás atrapada conmigo, no importa donde vivas.

Le sonreí. —Es cierto. Nuestra amistad no está definida por mi dirección. Creo que sólo tengo miedo de saltar en su mundo completamente.

Ella asintió. —Entonces, tómate tu tiempo y piensa en ello.

— Lo haré. 

Lo que pasaba con Edward que ella no entendía era su necesidad de amor y aceptación. Había crecido sin el amor de ambos padres, hermanos, o una familia feliz. Su madre entraba y salía de rehabilitación y nunca había conocido a su padre. Había llegado a aceptar todo eso, pero podía decir que la idea de que lo rechazara lo asustaba. Y este era un chico que no era fácil pasar por cualquier área de su vida. La tensión en sus hombros, la intensidad en sus ojos cuando me pidió mudarme. . . esperando a ver lo que yo haría, cómo reaccionaría. Si lo aceptaría. Él y todo ese equipaje. Y había un maldito camión cargado de equipaje en lo que al hombre concernía. Era desalentador a veces. Pero aun así fácil de amarlo.

Después de cocinar la cena con Rose y asegurarme de que iba a estar bien por la noche, fui de regreso a la casa de Edward.

Sus labios en mi garganta me dieron la bienvenida. 

— Gracias por venir. 

Lo sentí inhalar el aroma de mi cuello y un escalofrío me recorrió la espalda, encendiendo así todos mis sentidos.

Asentí y me puse de puntillas para presionar un beso completo en su boca.

Tenía la iluminación baja, y las luces de la ciudad brillaban a través de los grandes ventanales provistos de un ambiente agradable. Una botella de vino tinto se situaba en la mesa de café con dos copas de vino y un fuego crepitaba en la chimenea. Guau. Era muy romántico y el final perfecto para mi día.

— ¿Quieres un poco de vino?

Asentí y dejé que sus dedos en mi espalda baja me guiarán a la sala de estar. Nos acomodamos en el sofá y Edward me ofreció una copa de vino color rubí. Luminosos ojos verdes vagaban por los míos mientras tomaba un sorbo. Delicioso. Sabores fuertes de pimienta picante y cereza negra irrumpieron en mi paladar. Era una grata mezcla con un toque de dulzura. Yum.

— ¿Está bueno? —preguntó, probando la suya.

— Orgásmico. —Sonreí.

Edward rió entre dientes. —Todavía no, preciosa, pero se puede arreglar.

La promesa de sus habilidosas manos y su gloriosa boca en mi piel enviaron un torrente de endorfinas a través de mi sistema.

Ahora que estábamos de regreso en Nueva York, sentí la esperanza de que Edward y yo pudiéramos resolver las diferencias en lo que cada uno veía para nuestro futuro. Y escuchar su comentario sobre hacerlo oficial puso un grano de esperanza en mi corazón que no estaba allí antes. Por supuesto que no quería traer eso de inmediato. Habíamos tenido demasiadas discusiones fuertes últimamente, y una tarde de relajamiento a solas no era algo que quisiera echar a perder.

Edward levantó mis pies sobre su regazo y puso de un tirón la manta del tronco al lado del sofá para cubrirnos. Me quitó los calcetines, colocándolos al lado del sofá, y comenzó a masajear mis pies. Sus pulgares frotaban a lo largo de mi empeine y me relajé con su tacto suave, creyendo que todo estaría bien.

La sensación duró poco, sin embargo, porque momentos después, su teléfono comenzó a sonar desde el interior de la cocina. Ignoró las dos primeras veces, pero la tercera vez levantó mis pies de su regazo y se levantó.

Maldijo en voz alta, retirándose por el pasillo con su teléfono en la mano.

Oí la puerta de su dormitorio cerrarse suavemente y los sonidos silenciosos de su voz.

Tirando a un lado la manta, me dirigí por el pasillo a investigar. Mi cuero cabelludo hormigueaba y el cabello de mi nuca se levantó. Él estaba actuando extraño, reservado, y todos mis sentidos se agudizaron. Me sentía como un intruso viendo mi vida desarrollarse. Me sentía extrañamente desconectada allí de pie con el corazón golpeando en mi pecho, con los puños apretados fuertemente a mis costados, tratando de espiar. Luché para calmar mi respiración dificultosa para poder escuchar.

— Un segundo. Necesito consultarlo con Bella. —Le oí decir desde detrás de la puerta cerrada. El sonido de mi nombre me trajo de nuevo al presente.

— ¿Qué tan malo es? —preguntó.

Me pregunté si estaría relacionado con su madre y sus luchas por permanecer sobria, y me dolió el corazón por él.

— Porque sí, Tanya. No dejaré a Bella fuera de esto. Ella ahora está conmigo.

Mi estómago dio un salto a mi garganta. Se había ido a puerta cerrada para tomar la llamada de Tanya en privado.

La puerta se abrió y Edward se quedó allí, sosteniendo el teléfono en la mano.

— ¿Qué hospital? —le gritó en el teléfono, entonces asintió y cortó la llamada.

¿Qué demonios estaba pasando?

— ¿Está todo bien?

—No. —Su voz era plana.

— ¿Era Tanya?

— Sí.

Esperé, casi sin respirar, para que explicara lo que estaba sucediendo. La vena en su cuello palpitaba. Estaba enojado, pero por qué, no tenía ni idea. 

— ¿Edward? —Me atreví por fin.

— Tanya fue ingresada en el hospital por agotamiento y deshidratación. Está en parto prematuro y los médicos están tratando de detenerlo.

Ella tenía solo alrededor de seis meses máximo. Demasiado temprano para que el bebé naciera.

— Joder —Furioso, pasó sus manos en su cabello—. Bella. . . tengo que ir.

Le lancé una mirada que cuestionó su cordura. — ¿Te vas? ¿Ahora? 

— Este podría ser mi hijo. Tengo que estar allí, Isabella.

Un sabor ácido subió por mi garganta. ¿Su hijo? Odiaba como sonaba. Casi tanto como odiaba el sonido de mi nombre completo al salir de su boca con tal veneno. Pensé que, en todo caso, se consideraba así mismo como un donante de esperma. La preocupación en sus ojos y su mirada atormentada me dijo que no estaba tan seguro. Mi corazón latió dolorosamente con esta nueva información. Si el bebé era suyo, ¿querría participar en su vida? ¿En la vida de Tanya? ¿Podría manejar él estando ligado a ella por el resto de nuestras vidas? ¿Podríamos pasar los cumpleaños y las fiestas juntos?

Tragando bocanadas de aire fresco, luché contra el ataque de pánico inminente que amenazaba con derrumbarme. No podía manejar una vida así. Puede que fuese egoísta pero quería a Edward para mí sola. Con su profesión impuesta, estaba obligada a compartir partes de él aunque no me gustara. No iba a compartir su tiempo, también. No lo separaría de una bruja malvada como ella. Y no iba a verlo salir por la puerta para estar a su lado esta noche. Bien pudo haberme pedido que lo acompañara pero no lo hizo.

— Iré yo —dije con voz áspera, luchando por conseguir que mi corazón redujera la velocidad de sus latidos.

Él inclinó la cabeza hacia un lado, levantando una ceja oscura. — ¿Estás segura?

Enderecé mi espalda. —Sí. Absolutamente. —Mejor yo que él. Podría tener una charla con ella, de mujer a mujer. Decirle que se alejara de una puta vez de Edward y que dejara de manipularlo a su antojo.

Golpearla era imposible con su estado frágil, pero no estaba por debajo decirle que se aleje.

— No sé si sea una buena idea. ¿Segura que quieres estar a solas con ella? Yo podría ir —ofreció.

Negué con la cabeza. —Estoy segura. Tengo que hacer esto. —No lo quería cerca de ella. Tenía que hacer esto por mí, hacerle frente por mí y por Edward. Tenía que habérselo dicho hacía mucho tiempo.

Él no discutió, y sin dudar, metió los pies de nuevo en mis calcetines y zapatos y me puse el abrigo.

— Está en Northwest Memorial —dijo, mirando hacia abajo a sus pies antes de encontrarse con mis ojos de nuevo con una expresión de dolor—. Bella. . .

— No hables —le advertí, empujando mi mano entre nosotros.

— Bella. . . espera, sabes que no tienes que hacer esto ¿verdad?

Asentí. —pero quiero hacerlo.

Él asintió. —Solo una cosa antes que te vayas. —susurró.

Espere a que hablara.

— Te amo, ¿de acuerdo? Te has convertido en parte de mi Bella, y no quiero volver a perderte. Ni por esto ni por nada. ¿Está bien? 

 

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero asentí. Me sonrió débilmente pero su sonrisa no llego a sus ojos.

— ¿Me llamas si hay alguna novedad? —preguntó.

Asentí, entonces se acercó y me agarró de la cintura y me beso, pero era una beso que demostraba cuanto temía que pudiera perderme otra vez.

Reacia a detener el beso y a alejarme de la seguridad de sus brazos, hice un esfuerzo por detener el beso y empuje su pecho lejos de mí. Al momento lo entendió y me soltó. Me aleje de él y me fui. Sin siquiera mirarlo a los ojos y hui hacia la noche.

 

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Lo prometido es deuda chicas, aquí están los dos capítulos que prometí y el adelanto.

Quien quiere matar a Tanya? Que conveniente que haya llamado el mismo día que Bella y Edward llegaron, no? Ustedes creen que de verdad sea cierto eso del parto prematuro, o solo será un invento de Tanya para ver a Edward? Sinceramente yo la quiero matar, jejeje. :P   

Bueno aquí les dejo el adelanto, chicas. ^^

 

 

— ¿Tanya? —Mi voz se quebró.

Sus ojos se encontraron con los míos y su boca hizo juego con su ceño fruncido. 

— ¿Dónde está Edward?

— Él no va a venir. —Quería sentirme emocionada, orgullosa de ese hecho, pero viendo su cara caer, simplemente me sentí vacía. Esta mujer estaba enamorada de mi novio y no habría ningún final feliz.

— ¿Por qué no? —Su voz segura se sacudió ligeramente.

— Le dije que me encargaría de saber cómo estabas, y se quedó en casa. —No mencioné que me había pedido que lo llamara por cualquier novedad.

 

 

 

— No eres para nada como las chicas con las que él ha salido en el pasado. Lo sabes, ¿no? Nunca pensé que yo estuviera a la altura de las modelos que él traía. Kate Vulturi. . . y muchas otras. Ellas eran más jóvenes, más delgadas, más bonitas. —Miró hacia abajo, recogiendo un pedazo de pelusa imaginaria sobre la manta a su lado—. Pero entonces llegaste tú. No solía contratar asistentes femeninas, pero sabía que no ibas a representar una amenaza. Desde tus tenis sucios. . . —Sus ojos cayeron a mi pies—. . . Hasta tu andrajosa cola de caballo. . . — Ella chasqueó la lengua, sus ojos clavándome en el suelo.

 

 

— ¿No te preocupa lo que pase cuando nos enteremos de que este bebé es suyo? —Su mano fue a su protuberancia inflamada, acariciándola amorosamente.

 No contesté, no podía. Todo el aire fue succionado de mis pulmones. Me preocupaba a cada momento. Tenía sueños de bebés hermosos que eran una mezcla perfecta del cabello brillante rubio de Tanya y los brillantes ojos color verde de Edward.

— Podría traerlo de vuelta, sabes. Ha estado conmigo durante cinco años. Apenas ha salido. Hemos viajado juntos por el mundo. Cenamos en restaurantes de cinco estrellas, hicimos el amor en los hoteles más finos. Yo construí lo que él es ahora. Edward no es del tipo que olvida eso. Es muy leal.

Forcé el aire para que regresara a mis pulmones y encontré mi voz. 

— Hay una buena probabilidad de que este bebé no sea suyo. ¿De verdad crees que aún estará a tus pies, entonces?

— Eso es lo que tú pobre y sencilla mente no entiende. Soy amiga de su madre. Soy prácticamente parte de la familia. Siempre estaré cerca.

 

 

Era difícil para mí admitirlo, pero la necesitaba. Nunca había necesitado a nadie, pero esta dulce chica sureña era diferente. Lo había sido desde el primer día. Su refrescante actitud real me llenó profundamente desde el primer momento.  La amaba y haría todo lo que estuviera en mis manos para conservarla para siempre.

 

Bueno chicas, les aviso que mañana no voy actualizar, sino hasta el domingo con tres capítulos seguidos como siempre. ^^

Bien chicas, hasta el domingo.

Cuídense besos. ^^;

 

 

 

 

 

Capítulo 38: Solo Tu y Yo Capítulo 40: Un Futuro Juntos

 


 


 
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