Love Me (+18)

Autor: Lily_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2015
Fecha Actualización: 25/10/2015
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 45
Visitas: 82997
Capítulos: 47

 

Edward Cullen: modelo profesional con un status muy alto y maravillosamente guapo.

Isabella Swan: asistente personal de Tanya Denali de Status Model Management. Y como no enamorada de Edward Cullen.

Edward Cullen tiene una vida muy complicada tanto por sus constantes viajes de trabajo como por su vida personal. Por eso y por otros motivos no está dispuesto a complicarse más la vida empezando una relación con nadie. No está dispuesto a estar en una relación ni a comprometerse. Pero cuando se encuentra con Isabella Swan instantáneamente siente una atracción hacia ella, pero con el tiempo se convierte en algo más. ¿Se dará la oportunidad de amar y de ser amado?  

Isabella Swan ama y odia su trabajo, lo ama porque siempre se puede recrear la vista con los exquisitos especímenes con los que trabaja. Y lo odia porque le toco una jefa de lo más irritante, difícil, y aparte criticona. Pero aparte de eso, cuando conoce a Edward Cullen se siente inevitablemente atraída por él, pero ella sabe que no es conveniente sentirse atraída por un modelo y mucho menos enamorarse, y menos especialmente de él, pero la atracción entre ambos es simplemente inevitable.

 

 

Lo persoajes le pertenecen a Stephanie Meyer, esta historia esta adaptada en el libro Working it de kendall Ryan, yo solo lo adapte con los prsonajes de Edward & Bella 

Espero les guste :)

           

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Capítulo 6: Sesión De Fotos

 

Estaban de pie en el centro de su habitación frente a la cama. Tanya se había cambiado y estaba vestida elegantemente con un top de encaje negro a la medida y una falda color crema. Por el contrario, yo estaba agotada, grasienta, y todavía vestida con la ropa arrugada de ayer. Edward, por supuesto, parecía un orgasmo andante, vistiendo jeans oscuros a la medida y una corbata negra que le hacía alarde a su físico musculoso. Tenía la mandíbula sin afeitar y su mirada profunda estaba centrada en Tanya, exudando su oscuro encanto juvenil. Dios, ese hombre sabía cómo lucirse.

Tanya me daba la espalda, y la observé mientras ella colocaba su palma extendida sobre su pecho y le daba una suave palmada. —Ya lo superé, amor. Ahora estoy aquí y esta temporada va a ser fantástica.

Edward se veía visiblemente relajado, dejando caer sus hombros, como si sus palabras tuvieran el poder para calmarlo. Justo en ese momento, sus ojos se posaron en los míos y dio un paso atrás de Tanya, con una expresión cansada.

— ¿Perdone, señorita Denali? —Encontré mi voz, sabiendo que me habían descubierto espiando.

Tanya se giró sobre sus tacones de aguja de cuatro pulgadas de Prada. —Oh, Isabella. Estas ahí. —Su voz estaba mezclada con amarga frustración y nada de la dulzura empalagosa reservada sólo para Edward. — Te tomaste tu tiempo. Bien por mí que tenía mi equipaje de mano.

Me lanzó una mirada, aparentemente molesta por mi interrupción, pero actuando como si reunirse con su valioso equipaje era lo mejor que jamás le había sucedido. Edward la siguió y ambos se reunieron conmigo en la sala de estar.

 — Edward, esta es mi nueva asistente, Isabella Swan, —ella me presentó, agitando una mano ausente en mi dirección. Edward estiro su mano buscando la mía.

— Bella —añadí, poniendo mi palma contra la suya. Una sacudida de calor al contacto con su piel me hizo estremecer.

Edward me miró con una expresión indescifrable. Tal vez me había olvidado.

 

— La chica de los muffins  de arándano —Sonrió. — ¿Lo quemado ya sanó?

— Oh, no fue nada. Estoy bien. — ¿Por qué no pudo olvidar esa desastrosa primera vez que nos vimos?

— ¿Dónde está mi porta trajes?—preguntó Tanya, sacándome de la atención de la mirada verde profunda de Edward.

— ¿Su qué?

Con las manos ancladas en sus caderas, inspeccionaba las cuatro grandes maletas con monogramas de color marrón y con el ceño fruncido. —Tenía una bolsa para colgar vestidos. No está aquí.

—Lo siento, no sabía nada del porta trajes, pero puedo llamar al aeropuerto y hacer los arreglos para que sean entregados.

Tanya cogió la maleta más pequeña, abarrotada más allá de mí, así que tuve que saltar fuera de su camino para evitar ser golpeada. Edward me tranquilizó cuando me arrastré hacia él. Su cálida mano se cerró alrededor de mi codo, enviando un calor serpenteante a mi brazo al contacto. Whoa.

Al darse cuenta de mi conversación con Tanya había terminado, y aún de pie mirando fijamente con la boca abierta a Edward, murmuré una disculpa y salí por la puerta.

 

 

Edward

 

 

Tanya acababa de llegar y ya me estaba cansando. Iba a ser una maldita larga temporada si ella no alejaba ese acto de puchero celoso cada vez que hablaba con una mujer. Cristo. Y hablando de mujeres, no esperaba ver a su pequeña dulce asistente. Eso fue un interesante giro de acontecimientos. Honestamente, estaba un poco sorprendido.

Tanya cambiaba de asistentes con más frecuencia que la mayoría de la gente cambiaba su ropa interior. Y después del fiasco en su oficina del otro día llamándome por error y luego rompiendo esa taza de té era una sorpresa que aún mantuviera el puesto. Por no hablar de que ella era linda. Otro punto contra ella. A Tanya le gustaba ser la única mujer más guapa en la habitación y sin duda no habría contratado a una asistente atractiva, pero de nuevo, tal vez simplemente no la veía. Tanya estaba pulida, encerada, con las uñas arregladas, y con Botox, y Bella al natural —la piel sin maquillaje, eso le daba un color rosa a sus mejillas, y el cabello largo y ondulado que parecía suave al tacto.

Me reí en voz baja para mis adentros. No, definitivamente no esperaba volver a verla. Pero fue una agradable sorpresa. Tal vez esta temporada sería interesante después de todo.

Yo obedientemente besé la mejilla de Tanya como despedida  y salí de la habitación. Encontré a Bella aún de pie en el pasillo. Su cabeza descansaba contra la pared. Sus ojos estaban cerrados y ella tomaba respiraciones profundas, sus pechos subiendo y bajando con cada inhalación. No había nada de linda con esta chica. Ella era hermosa. Tuve el loco impulso de abrazarla, consolarla. Al instante, cambié de opinión.

Me pregunté cuánto había escuchado de la conversación entre Tanya y yo, y de lo que ella era capaz. Desde luego, no iba a ofrecer ninguna explicación. Mi relación con Tanya era complicado, por así decirlo.

— ¿Estás bien?— Mi voz la sobresaltó, y sus ojos se abrieron y se centraron en los míos. Ella no respondió de inmediato, ella sólo siguió mirándome. Me apoyé en la pared a su lado y crucé mis pies en los tobillos.

 

— Lo siento. —Ella negó con la cabeza, mirando hacia la dorada y alfombra burdeos que recubría el pasillo. —Estoy bien. Sólo estoy cansada, hambrienta....

Ella no dio más detalles, pero también era más probable que ella estuviera confundida acerca de lo que acababa de escuchar de lo que ocurría entre Tanya y yo, y avergonzada por ser reprendida delante de mí. La última cosa que quería que ella pensara era una pelea de amantes entre su jefa y yo.

Ella permaneció arraigada en el lugar, tomando respiraciones profundas en sus pulmones, como si estuviera luchando por el control. Quería alcanzar su mano y calmarla, cepillar el cabello suelto de su bonito rostro. Me preguntaba si su cabello se sentía tan sedoso como lucía. En cambio, me metí las manos en los bolsillos.

Ella levantó la mirada empujando sus hombros hacia atrás, y se esforzó por juntarlos. Ella me miró con una fija mirada café. —Estoy bien. Tengo que ir a rastrear la bolsa que falta de Tanya.

Ella se giró para irse cuando extendí mi mano y le agarré el codo. Un destello de calor serpenteó en mi brazo con el contacto. Eso fue interesante.

 

 

 

Bella

 

 

Su mirada penetrante me sostuvo inmóvil. —No dejes que ella te afecte.

¿Ella? Oh, Tanya.

— Ella sólo está de mal humor porque acaba de cumplir treinta y ocho años.  — Dijo Edward, sin dejar de mirarme con expectación.

— Yo no sabía que era el cumpleaños de Tanya.

— Sí, la semana pasada. Pero ella no le gusta que la gente lo sepa. — Dejó caer la mano de mi codo. Probablemente estaba claro que no iba ir ninguna parte mientras que este hermoso hombre estuviera hablándome. —Además, creo que está enojada conmigo ahora mismo,  muy seriamente, no te preocupes. Tenías que conseguir encontrar la bolsa, ¿verdad?

Ah, sí, la bolsa. Dios, Edward hablándome  y mirándome como si él realmente estuviera preocupado fue suficiente para enviar a mi cerebro directamente tontilandia. Tenía que recordarme que tenía un trabajo que hacer. —Gracias. Y sí, creo que mejor me voy a localizar a esa bolsa.

Él asintió con la cabeza y dio un paso atrás. Me lancé hacia los ascensores con las piernas temblorosas. Era sólo la resaca. No tenía nada que ver con él. Sí, claro.

Una vez que la preciosa bolsa había sido localizada y entregada, me pasé la tarde coordinando detalles de la sesión de fotos del día siguiente. Esto se llevaría a cabo en un hotel histórico de París, y después de confirmar que el fotógrafo, artista de maquillaje, técnicos de iluminación, y el servicio de banquetes estuvieran allí, chequee dos veces las notas de Tanya en la biblia de post-it por cualquier cosa que pudiera haber olvidado. Yo aún tenía que enviarles un correo electrónico a los modelos para darles sus avisos. Pero primero, pedí el servicio de habitaciones. Estaba muerta de hambre y dudaba que hubiera una invitación de Tanya para una buena cena, a pesar de que era mi primera noche en París. Había considerado tratar de vagar por la ciudad y consentirme con una comida elegante, pero deseché la idea. Una ducha caliente, pijamas, y la cena en la cama sonaban como una mejor manera de terminar el largo día que había tenido.

Después de la ducha, me caí en el acolchonado edredón que cubría la cama y situando mi portátil sobre una almohada en mi regazo. Revisé dos veces sus avisos y envié las notas a los modelos para mañana. No estaba segura de por qué, pero la idea de enviarle un correo electrónico a Edward era exasperante. Me temblaban los dedos. Consideré escribirle algo divertido y lindo, tal vez firmar la nota como la chica Muffins de Arándano. . . pero en el último segundo me acobardé y escribí un breve correo electrónico, redactado profesionalmente. No tiene sentido coquetear con un modelo; probablemente sólo terminaría viéndome como una idiota. Seguramente, muchas chicas se lanzaban hacia él diariamente. Aunque una cara sonriente no sería malo, ¿verdad? 

De: Isabella Swan Asunto: Mañana Sesión de Fotos Fecha: 08 de mayo de 2013 19:05 Para: Edward Cullen 

Edward. Por favor ve a la 58 rue de Fleurus a las 9 am de mañana. Hasta entonces. 

Bella Swan Asistente de Tanya Denali, Status Model Management 

Alguien llamó a la puerta. ¡Servicio de habitaciones! Mi estómago se quejó en voz alta. Después de darle la propina al botones, me acomodé en las almohadas con mi comida y escribí el nombre de Edward en mi navegador. Cena y espectáculo. ¿Qué podría ser más perfecto? Las imágenes de Google eran mi entretenimiento por las noches. Sí, yo estaba desarrollando un fetiche grave por él. Demándenme.

Mi indicador de correo electrónico brillaba con un nuevo mensaje, y me maldije en silencio todo el que estaba interrumpiendo mi enferma adicción. Abrí mi bandeja de entrada.  

Edward Cullen Re: Mañana

¡Gracias!

Me reí en silencio para mis adentros, encontrando lindo que se diera cuenta de mi cara sonriente sacando su lengua fuera y se tomara el tiempo para responder. Le escribí una respuesta.

Yo: Siempre. :)

Oh. Mi. Dios. Esto tenía que ser la falta de sueño quien hablaba. ¿Quién me creía para estar coqueteando con un supermodelo? Pero no tuve que esperar mucho tiempo para que mi bandeja de entrada me informara de que había un nuevo mensaje.

Edward: ¿No eres una pequeña traviesa, señorita Swan? Lo apruebo.

Leí su respuesta dos veces, saboreando el hecho de que él parecía estar coqueteando de regreso. No me importaba que, probablemente, estuviera viviendo en un universo alterno. No quería volver a la tierra. Mordí mi labio, dudando con los dedos sobre el teclado.

¿Ignoro este mensaje, o lo respondo? Esa era la pregunta del millón de dólares. Obviamente, no hacerle caso estaba fuera de la cuestión. Hola, nervios.

Yo: Me alegro de que lo apruebes.

Deseaba que mi mente estuviera funcionando correctamente, así podría escribir algo ingenioso y sexy. Pulsé enviar y tomé un bocado. Antes de que pudiera tragar, él había respondido. 

Edward: ¿Qué estás haciendo? 

Actualmente estaba rellenando mi rostro con un delicioso sándwich de pan francés, mantequilla y jamón, y estaba bastante segura de que había mantequilla untada en mi barbilla, pero no estaba dispuesta a decirle que yo estaba en la cama con un sándwich, que llevaba mis viejos pantalones de chándal y mi cabello apilado en el moño más desordenado del mundo. Limpiando mi boca con una servilleta, me tragué el bocado.

Yo: En la cama. Sola. ¿Qué hay de ti?

Edward: ¿Sola? Eso no es divertido.

Me reí para mis adentros. Mientras meditaba sobre qué escribir de vuelta, otro mensaje apareció.

Edward: Estoy en la cama, también. Acabo de regresar de la cena con Tanya.

Ugh. Su nombre era como un balde de agua helada sobre mi aumento de temperatura. De repente, mi bocadillo sabía a cartón. Encontrándome que ya no estaba tan hambrienta, me levanté y moví la bandeja de comida a través del cuarto, poniéndolo en una mesa junto a la puerta.

Yo: Suena divertido. Espero que ella no estuviera aún enojada por lo de antes.

Unos segundos más tarde, su mensaje destelló en mi bandeja de entrada. 

Edward: No, ella estaba bien. Lo de temprano fue mi culpa. Ella estaba preocupada que fuera a dejarme envolver en una relación y no tendría tiempo para trabajar las 24/$7 como hago siempre.

No pude resistirme a lo que escribí después. Era como una estudiante de secundaria teniendo una experiencia extra corporal. Sí, yo le estaba poniendo un cebo para conseguir un poco de información  que tanto necesitaba. Pequeña. Genia. Malvada, aquí va. Ross estaría muy orgullosa. 

Yo: No te ofendas, pero me parece que una gran cantidad de modelos masculinos son gay.

No pude evitar sonreír. 

Edward: No te preocupes. Me gustan los coños.

Dulce bebé Jesús, ¿acababa de usar esa palabra? Él lo hizo. Realmente estaba allí. Mi mandíbula cayó abierta. De repente, la habitación estaba demasiado caliente y las sabanas que cubrían mi piel desnuda molestaban. Me puse una almohada entre las rodillas y gemí. Edward en realidad había utilizado la palabra con c. 

Yo: Es bueno saberlo. ;

Él no necesitaba saber que era un lío caliente de gemidos. 

Edward: ¿Ah sí?

Yo: Umm. . . ¿sí?

Grité y escondí mi rostro en mis manos durante un minuto. Esto no puede estar pasando. 

Edward: Es jodidamente delicioso.

Oh. Mi. Dios. Esta información no estaba ayudando a mi creciente amorío de él. Ni un poco. 

Yo: Siento la loca necesidad de admitir que estoy mirando fotos tuyas en la web ahora.

Y no sé por qué le dije eso, pero me gustó esta brutal honestidad que estaba pasando entre nosotros. 

Edward: Necesito más fotos sin camisa.

Espera. ¿Estábamos coqueteando? No sabía cómo coquetear. ¿O sí?  Escuché la voz de Ross dentro de mi cabeza. Pasó uno: Quitar sus pantalones. Me reí y rápidamente escribí una respuesta. No quería que él pensara que era una trepadora total, aunque para ser honestos, él parecía estar alentándolo. 

Yo: No, ahora no es eso lo que estoy viendo. Me gustan tus labios y mandíbula.

Edward: ¿Te gustan para qué?

Yo: Bueno para mordisquear.

Edward: Mmm. Me gusta chupar los labios.

Mi latido tamborileaba en mi pecho. Edward Cullen podría chupar mis labios cuando quisiera. 

Yo:  :)

Mi única respuesta fue una cara sonriente, maldita sea. ¿Qué se puede decir a eso? No había ningún libro de texto, un manual para coquetear con un modelo muy inalcanzable. 

Edward: ¿Te gusta eso, señorita Swan?

Yo: Mucho, señor Cullen.

 Esta no era yo. Yo no participaría en una charla sucia o bromas coquetas con modelos. Mientras ellos trabajaban y vigilaban sus dietas, yo me comía un helado en mis buzos y dormía hasta el mediodía los domingos. Fingía ir al gimnasio, pero en realidad sólo daba la vuelta al estacionamiento en busca de un lugar. Pero me gustaba esta nueva yo que él estaba mejorando. Me sentía confiada. Aunque probablemente sólo porque yo estaba escondida detrás de una pantalla en el que podía sonrojarme y reír todo lo que quería. 

Edward: Buena chica. Te veré por la mañana.

Yo: Sí. Será mejor que obtengas tu sueño de belleza para mañana. ;)

Edward: Hecho. ;)

Cerré mi portátil y me di la vuelta en la cama, la ridícula estúpida sonrisa  en mi rostro se negaba a desaparecer.  

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Pliiiss déjenme sus comentarios y votos, me tienen a ciegas chicas no se si les gusta o no. :( Sinceramente me desánimo un poco al ver no que no comentan, soy nueva en esto así que pliiiis no rompan mi corazoncito.   

 

Capítulo 5: Encontrando El Amor En Paris Capítulo 7: Primera Cita

 


 


 
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