Love Me (+18)

Autor: Lily_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2015
Fecha Actualización: 25/10/2015
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 45
Visitas: 82993
Capítulos: 47

 

Edward Cullen: modelo profesional con un status muy alto y maravillosamente guapo.

Isabella Swan: asistente personal de Tanya Denali de Status Model Management. Y como no enamorada de Edward Cullen.

Edward Cullen tiene una vida muy complicada tanto por sus constantes viajes de trabajo como por su vida personal. Por eso y por otros motivos no está dispuesto a complicarse más la vida empezando una relación con nadie. No está dispuesto a estar en una relación ni a comprometerse. Pero cuando se encuentra con Isabella Swan instantáneamente siente una atracción hacia ella, pero con el tiempo se convierte en algo más. ¿Se dará la oportunidad de amar y de ser amado?  

Isabella Swan ama y odia su trabajo, lo ama porque siempre se puede recrear la vista con los exquisitos especímenes con los que trabaja. Y lo odia porque le toco una jefa de lo más irritante, difícil, y aparte criticona. Pero aparte de eso, cuando conoce a Edward Cullen se siente inevitablemente atraída por él, pero ella sabe que no es conveniente sentirse atraída por un modelo y mucho menos enamorarse, y menos especialmente de él, pero la atracción entre ambos es simplemente inevitable.

 

 

Lo persoajes le pertenecen a Stephanie Meyer, esta historia esta adaptada en el libro Working it de kendall Ryan, yo solo lo adapte con los prsonajes de Edward & Bella 

Espero les guste :)

           

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Capítulo 43: Eres Mi Todo

Hola chicas!! Aquí les dejo el capítulo, les aviso que ya estamos en la recta final de esta historia, (ahora sí jejeje) así que ya no voy a dejar más adelantos. Creo que me faltan dos o tres capítulos para terminar. ^_^

Bueno, no las entretengo más y las dejo leer.      

 

 

 

 

Bella

 

 

 

¿Qué podría salir mal? Pensé en la declaración inofensiva de Rose una y otra vez mientras estaba sentada frente a Mike. Él apareció 20 minutos tarde en el restaurante que había elegido para que nos encontráramos. Estuve a punto de irme cuando entró jadeando, quejándose en voz alta con el anfitrión acerca de lo lento que es el servicio de valet parking. Crucé mis dedos y dije una oración silenciosa de que el hombre bajito y rechoncho con cabello embarrado de gel no fuera mi cita. Tristemente, lo era. 

 

Y ahora que nos sentábamos en una cabina bajo una intensa luz de una lámpara colgante, no pude dejar de notar el mantel pegajoso y sucio, el pelo tan largo de la nariz de Mike y sus uñas, las cuales necesitaban un recorte. Sin mencionar cuán sola y miserable me sentía. Sin embargo, afortunadamente ordenamos nuestras bebidas y me concentré en sorber de la enorme margarita que estaba en frente de mí. En serio, el tamaño de la copa de tequila y el jugo de lima estaba siendo mi salvadora.

 

— ¿De verdad te gusta esa cosa? —preguntó, tomando un sorbo de su bebida. 

 

Edward me hubiera animado a tomar lo que quisiera, sin juzgarme por drenar mi cocktail en tiempo récord. 

 

— Nervios, supongo —respondí, deslizando la copa lejos de mí. 

 

Él sonrió cálidamente. — ¿No habías salido en citas en un tiempo?

 

— Algo así.

 

Continué sorbiendo mi margarita mientras Mike parloteaba sobre su trabajo y yo intentaba parecer interesada. 

 

— ¿Qué tan hambrienta estas? —preguntó—. ¿Un aperitivo está bien?— Cerró el menú antes de que pudiera responder.

 

Hice lo mismo. —Eso está bien. 

 

No sabía que por aperitivo se refería a papas fritas y salsa que el mesero dejó en la mesa. Si esto era salir en citas, entonces no, gracias. Había bebido vino y cenado en lugares alrededor del mundo. Edward había puesto el estándar demasiado alto. Era casi como si él se hubiera asegurado de que ningún hombre estuviera a su altura. La realidad me golpeó con un dolor agudo que me atravesó. Mike era un chico común y corriente pero después de Edward nadie se le podía comparar. Eso era mi peor miedo de la vida. 

 

— Regreso enseguida —murmuré, deslizándome de la cabina. Necesitaba aire fresco. Algo de espacio.

 

Salí y me quedé en la entrada del restaurante e inhalé una profunda bocanada de aire para mis pulmones. Yo sólo quería irme a casa, ponerme mi pijama y borrar esta cita de mi memoria. Desafortunadamente, momentos después, mike salió y me miró.

 

— Hey —dije.

 

Colocó su mano en la parte baja de mi espalda. — ¿Estás bien?

 

Todo pasó tan rápido que pensé que mi mente me estaba engañando. Parpadeé rápidamente, tratando de procesar lo que estaba viendo. Edward tenía a Mike por el cuello de su camisa y lo estaba empujando lejos de mí. Mi corazón se retorció ante la vista de él. Edward arrastró a Mike hacia atrás, golpeando su espalda contra la pared. Mike soltó un humph. 

 

— Quita tus jodidas manos de ella. —gruñón Edward. 

 

— ¡Edward! —Lo tomé de sus brazos, intentando que liberara a mi cita pero él no se movió ni una pulgada. Su cuerpo entero estaba tenso y listo para pelear—. Déjalo ir —le rogué otra vez. Él estaba haciendo una escena. 

 

Tristes ojos de color verde se encontraron con los míos y todo lo demás cesó. Las cosas y los sonidos de la calle se esfumaron y sólo éramos nosotros. Un hombre y una mujer tan hermosamente incorrectos para el otro que dolía. Mis pulmones exigían oxígeno y tomé una respiración profunda. 

 

— Déjalo ir—repetí, mis sentidos regresaron. 

 

— Él te estaba tocando —dijo suavemente. Su tono caballeroso conmigo estaba completamente en desacuerdo con la aspereza con la que trataba a Mike—. Te veías molesta. 

 

— Él es mi cita.

 

— ¿Estás en una maldita cita? —Sus manos cayeron del cuello de Mike y retrocedió algunos pasos como si hubiera sido quemado. Enredando sus dedos en su desastroso cabello, la agonía de Edward era casi lamentable. Una disculpa estaba en la punta de mi lengua hasta que recordé que sus acciones me habían empujado por este camino.

 

— Mike Newton. —Mi incómoda cita que quería desaparecer empujó su mano hacia la de Edward. 

 

— ¿Con este tipo? —preguntó Edward. No hizo ningún movimiento de regresar el saludo, sus dedos flexionados a sus costados. Obviamente, él quería golpear algo. Preferentemente a mi cita. Sentí como si lo estuviera viendo por primera vez. Viendo directamente dentro de su alma. Cuánto necesitaba él de amor. Y lo mucho que lo lastimaba verme con alguien más. 

 

— ¿Cómo has estado?—preguntó, girando su rostro al mío. 

 

— Como la mierda, ¿y tú?

 

— Igual —admitió. 

 

— ¿Qué estás haciendo aquí?

 

— Traje a mi madre de compras. —Señaló a la boutique de lencería que estaba cruzando la calle—. Ella está ahí. 

 

Oh.

 

Su mamá había venido desde Australia.  — ¿Vino para pasar navidad?

 

Él frotó la parte trasera de su cuello. —Algo así. No he estado, ah, haciéndolo bien con lo del escándalo del video sexual y luego tú dejándome, así que vino a la ciudad para visitarme. 

 

Las cejas de Mike se levantaron y aclaró su garganta fuertemente. Edward y yo seguimos ignorándolo. 

 

— No puedo vivir de esa manera. Verte salir en todos los tabloides de esa manera me destruirá. 

 

— Lo sé y desearía poder retroceder. Pero lo hice antes de conocerte. Paso hace unos años. No puedo controlar lo que hubo en mi pasado, sólo lo que está en el presente. Sólo lo que hago ahora. Eso es todo lo que podemos controlar. Y tú estás aquí con otro hombre.

 

Tragué fuertemente, sin saber qué decir. 

 

No se me ocurrió de inmediato que la mujer que apareció al lado de Edward fuera su madre. Ella parecía demasiado joven para tener un hijo de veintitrés años pero tan pronto como mis ojos se fijaron en los de ella, reconocí a Esmeralda Cullen. Era alta y delgada y muy bonita, con cabello castaño claro en capas que caían sobre sus hombros. 

 

Mi cerebro catalogó algunas similitudes entre ellos. Ambos tenían gruesas y oscuras pestañas, un par de ojos grandes y labios rellenos. Una familia hermosa, para estar segura. 

 

— Bueno, tú debes ser la chica que robó el corazón de mi bebé.

 

— Mamá. —Edward le advirtió en voz baja. 

 

Ella suspiró y abrió los brazos. —Vale, voy a portarme bien. Soy Esme, la mamá de Edward. Ven aquí y dame un abrazo, cariño. 

 

Le regresé el abrazo, mi cabeza dando vueltas con lo que debe estar pensando. ¿Ella sabía sobre el video sexual de su adorado hijo?

 

Edward tomó la colección de bolsas de sus brazos, siempre el bueno y cariñoso hijo. Ese era totalmente un lado nuevo de él y era fascinante de ver. 

 

— ¿Puedo invitarte a tomar algo?—preguntó Edward, observándome fijamente—. No estoy listo para dejarte desaparecer todavía. 

 

— No creo que sea una buena idea.

 

— Oh cariño, es sólo una bebida. Tu amigo puede venir también. —Esme señaló a Mike. 

 

— En realidad, esto es muy raro para mí—Mike habló—. Lo siento, pero me voy a sacar de apuros. ¿Puedes regresar a casa?

 

Caramba, gracias. Fruncí el ceño hacia mi cita. El imbécil iba a darse la vuelta y huir. 

 

— Henry puede llevarte a donde quieras ir —dijo Edward. 

 

Asentí hacia Mike, demasiado aturdida para argumentar en este momento. 

 

Pronto nos sentamos en un elegante bar en el Upper East Side. Me senté entre Edward y su mamá. Esme ordenó agua mineral con una rebanada de limón. Estaba adivinando si seguía manteniéndose sobria. Inmediatamente cayendo de regreso a los viejos hábitos, permití que Edward me ordenara una copa de vino. Una deliciosa copa ligera de Pinot Grigio. 

 

— ¿Haz comido? —preguntó, sus ojos permaneciendo en los míos. Sacudí mi cabeza. Esperaba tener un almuerzo con Mike pero eso no pasó—. Un par de menús, por favor —le dijo Edward al camarero.

 

Ordenamos el almuerzo con atún a la plancha y ensalada primavera mientras teníamos una pequeña charla. La mamá de Edward era en realidad dulce y cariñosa. No sabía qué era lo que esperaba pero tal vez la edad la había ablandado. Era obvio que ella lo amaba profundamente. Incluso si no podía ser de lo más maternal cuando estaba creciendo. Ella se desvivió por él, ofreciéndole comida de su plato y reprimiéndole por no comer lo suficiente. Era dulce.

 

— Ese anillo se vería hermoso en ella. —Esme sacudió su cabeza, viendo hacia mi dedo anular desnudo—. Es una pena. 

 

¿Anillo? Mi corazón se quiso salir de mi pecho. Edward no me había conseguido un anillo. . . ¿o sí? ¿Podía haberlo hecho?

 

Su mandíbula se tensó y brevemente sacudió su cabeza para hacer silenciar a su madre. En lugar de hacer contacto visual conmigo, su mirada se dirigió hacia su copa de whiskey. Las líneas de su ceño se iban formando en su frente mientras arremolinaba el licor de color ámbar, mirándolo absorto en sus pensamientos. 

 

Quería decir algo, preguntarle a qué se refería ella, pero por supuesto no pude. Las palabras murieron en mi garganta y tuve que tragar un sorbo de mi vino para conseguir que mi tráquea funcionara de nuevo. Traté de hacer un balance sobre cómo me sentía sobre eso. Esto era lo que quería desde hace tiempo, un compromiso con Edward. Sólo él y yo. Sabiendo que él estaba considerando proponerme—hacerlo oficial— hacía que mi corazón palpitara de manera desigual. Después de todo lo que habíamos pasado, los desesperados intentos de Tanya por ganarlo de regreso y su escándalo del video sexual, no sabía si tanta confianza había sido rota. Pero mi corazón no creía eso. Fuera o no lo que quería, seguía amándolo profundamente. Sabía que una parte de mí, siempre lo haría. Pero perdonarlo, ir más allá de eso. . . eso me tomaría tiempo. Y honestamente, no podía verme a mí misma perdonándolo tan pronto. 

 

La postura de Edward me dijo que la conversación había terminado, pero cuando sacudió su mano hacia el camarero, pidiendo la cuenta, sabía que las cosas habían llegado a su final. Me levanté y me disculpé para ir al baño. Necesitaba un momento para aclarar mis pensamientos antes de enfrentarlo. Mis mejillas rosadas y mi palpitante pecho eran un claro indicativo de las furiosas emociones que habían dentro de mí. Una parte de mí lo quería golpear, la otra parte quería tomarlo entre mis brazos y no dejarlo ir. Todavía me preguntaba cuál parte iba a ser la que ganara.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Edward

 

 

 

 

 

 

 

El enrojecimiento de la piel de Bella y el pulso acelerado tamborileando en su cuello me dijeron algo, que lo del anillo la emocionaba. Y ese hecho rugió en mi interior. ¿Quería Bella mi anillo en su dedo? ¿Diría que sí, si se lo proponía? ¿Se arrojaría a mis brazos? Creer que podría ser la oportunidad de recuperarla, hizo que mi corazón pasara al siguiente nivel. Sólo había una manera de averiguarlo. Y aquí estaba ella sentada tomando una copa conmigo después de todo. A pesar de que había estado en una cita con algún imbécil llamado Mike, ella se ha quedado conmigo. Yo era el indicado para alimentarla, para asegurarme de que llegara a casa sana y salva. No ese idiota. Él no se preocupaba por ella, no la amaba como yo lo hacía. Ella era mi todo, mi razón de vivir, de levantarme por la mañana, con la esperanza de que ella llamara. Si no hubiera querido verme, se habría marchado. Bella no era demasiado tímida para rechazarme. Sabía eso a estas alturas. No me iría sin pelear.

 

Sólo podía esperar que ella cambiara de parecer, que entendiera que esos eran errores de mi pasado. Si sólo me dejara hablar con ella, explicarle, podría ayudar. Pero no iba a hablar de mi pasado sexual con mi madre sentada junto a nosotros. Necesitaba sólo una oportunidad más con ella y tenía que ser una buena.

 

El pensamiento me consumió y sabía que necesitaría tiempo para procesarlo. Luchando por mantener mi cara de juego en su sitio, pedí la cuenta. Necesitaba tiempo para pensar, joder. Ordenar este lío. Probablemente hablaría con Emm. Y seguro como la mierda necesitaría hablar con mi mamá. Ella no debería haber dicho lo que dijo.

 

Los tres vagamos por el restaurante y estábamos esperando en la acera para que llegara Henry cuando mi mamá se excusó para ir al baño por última vez.

 

Me di la vuelta para enfrentar a Bella, resistiendo el impulso de tirar su cuerpo en el mío para protegerla del frío. 

 

— ¿Me darás la oportunidad de explicarte?

 

Ella se encogió de hombros. —Te he dado un montón de oportunidades.

 

— Lo sé. Y necesito sólo una oportunidad más.

 

Bella se mordió el labio, pensándolo. —Tuve que enterarme al mismo tiempo que el resto del mundo que mi novio protagonizó una película para adultos. Odié eso.

 

— Lo jodí. Lo sé. Debería habértelo dicho antes, pero la verdad es que había olvidado por completo ese vídeo. Diablos, ni siquiera creía que aún existía.

 

Su mirada vagó de la mía y parpadeó para contener las lágrimas. Quería ir con ella, abrazarla, consolarla, pero había perdido ese derecho, así que me quedé allí como un completo inútil, deseando cosas que pudieron ser diferentes.

 

— En tercer grado tuve una profesora francesa llamada Collette. Solía fingir que necesitaba ayuda extra en mis pruebas de ortografía por lo que ella se inclinaba sobre mi escritorio y así podía mirar bajo su blusa.

 

Sus ojos se enfocaron en los míos. — ¿Qué?

 

— Sí. Y cuando tenía catorce años, mi madre me llevó al Lincoln Center para la presentación de BCBG de Max Azria. Me metí detrás del escenario y me asomé alrededor de una barrera y observé a las modelos desnudarse entre sus salidas.

 

— ¿Por qué me dices esto?

 

— Porque no quiero volver a ocultarte nada nunca más. He hecho cosas de las que no estoy orgulloso, cosas que preferiría se quedaran en el pasado. No voy a dejar que nada interfiera con nuestro futuro, así que voy a decirte cualquier cosa y todo lo que quieras saber.

 

— Edward, no tienes que hacer eso. Yo sólo. . .

 

— ¿Qué Bella? Dime cómo solucionar este problema.

 

— No puedo. No lo sé. Derrumbaste mi confianza.

 

Tomé su mano. —La levantaré de nuevo.

 

— ¿Listo, cariño?—Mi mamá apareció junto a nosotros después de regresar del baño.

 

La mano de Bella quedó inerte en la mía. —Sí, estoy lista para ir a casa.

 

Odiaba dejar las cosas de esta manera, sin terminar. Mi mandíbula se tensó cuando abrí la puerta y ayudé a mi mamá y a Bella entrar en el coche que esperaba.

 

Bella estuvo silenciosa y contemplativa en el viaje a Queens y yo temía que fuera porque no había nada más que decir.

 

Cuando salió del coche, mirándola dar la vuelta y alejándose, fue la cosa más difícil que había hecho. Protegiéndose a sí misma contra la nieve, Bella trotó hasta los escalones de la entrada a su edificio y fuera de mi vida.  

 

 

 

 

 

* * * *

 

 

 

 

 

— ¿Tú quieres que haga qué? —preguntó Jasper.

 

— Necesito tu ayuda con Bella. No habría venido a ti si no te necesitara. Pero en serio, amigo.

 

Jasper se frotó las manos por la cara. —Vine a Nueva York. Estoy aquí. Y aprecio el boleto de avión y la habitación de hotel, pero no sé sobre el resto. Bella toma sus propias decisiones. Hablaré con ella, pero ella tendrá que decidir lo que quiere.

 

A sugerencia de Emmett de pedirle al padre de Bella su mano en matrimonio,  había dado un gran paso. Hice que toda su familia volara a la ciudad de Nueva York —la primera vez para los tres— y los puse en una suite en el Waldorf Astoria. Era un poco exagerado para mi gusto—demasiado recargado— pero sabía que agradecerían su estancia en un hito histórico de Nueva York. Jasper y yo actualmente estábamos tomando una cerveza en un bar a la vuelta de la esquina del Hotel. Él y yo teníamos algo de terreno perdido por compensar desde que nos había sorprendido infraganti a Bella y a mí en el sofá de sus padres durante Acción de Gracias.

 

Sabía además de hablar con su padre —hombre a hombre— que tenía que ganarme a su hermano, también. Él y yo no estábamos exactamente en términos de hablar, y no podía decir que lo culpaba. No podía imaginarme cualquier escenario en el que él no quisiera darme un puñetazo en la mandíbula.

 

— Quiero que sepas que amo a tu hermana. No me rendiré. Nunca dejaré que se vaya, y te doy mi palabra de que ella siempre será amada y cuidada. —Me encontré con sus ojos, con la sinceridad en mi voz. No me importaba que probablemente sonara como el marica más grande del mundo. Yo la amaba con todo mí ser, y haría cualquier cosa para recuperarla.

 

Jasper tragó un sorbo de su cerveza y lanzó un profundo suspiro.

 

Su padre era un pedazo de pastel en comparación con Jasper. Cuando llevé a él y a Renée para el almuerzo ayer, estaba inseguro al principio, diciendo que era decisión de Bella, pero él no se interpondría en el camino de su felicidad. Después del almuerzo, me había sacudido la mano, dado una palmada en la espalda, y dicho que mientras prometiera amarla y cuidarla como se merecía, entonces el pasado se quedaba en el pasado y que felizmente me daba su bendición para que se propusiera. Jasper por otro lado, era menos indulgente. Mientras que los padres de Bella tenían vagos indicios de mis indiscreciones pasadas, Jasper había venido directo y me preguntó acerca de la cinta. Pensé que había esquivado bien la bala, diciéndole que era un error de una sola vez y que me habían dicho que el video había sido destruido.

 

Los ojos de Jasper siguieron el trasero de una camarera que pasaba. — ¿Hemos terminado aquí?

 

— En realidad, tenía la esperanza de que pudieras ayudarme a organizar algo más.

 

Sus ojos me parpadearon con interés.

 

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Para que vean cuanto las quiero he decidido dejarles un pequeño adelanto. ^_^

 

Espero les guste. ^^;

 

 

 

Sí. Oh. —Edward. . . —Me pase los dedos por el pelo, tratando de calmarme—. . . Traer aquí a mi familia. . . planificar esta increíble sorpresa, pero nada de eso arregla las cosas entre nosotros. 

 

Su rostro se ensombreció.

 

— No te atrevas a dejar que descubra cosas tan grandes sobre tu vida en internet. 

 

Él asintió tímidamente. —Lo siento mucho. Pasaré el resto de mi vida compensándote, si me lo permites. 

 

— No necesito saber que tuviste un enamoramiento de tu profesora en tercer grado. Lo que necesito es confiar en ti. 

 

— Lo sé, nena. Lo sé. Te prometo que puedes hacerlo. —Nunca había visto su expresión tan sombría, y sus ojos tan tristes—. Estas últimas semanas han sido las peores de mi vida, nena. No puedo perderte. Eres mía. Y yo soy tuyo. 

 

 

 

 

 

Me puse de puntilla y presioné un beso en su sorprendida boca. —Te amo, siempre será así, Edd —murmuré. 

 

Su boca se inclinó contra la mía y su lengua buscó la entrada, acariciando suavemente la mía. Dios, como lo había echado de menos. Extrañado todo de él. Sus dulces besos, sus sucios murmullos en mi oído, el firme tacto de su cuerpo contra el mío. Era un estúpida por pensar que un video grabado hacía años era lo suficiente para interponerse entre nosotros.

 

 

 

— No vuelvas a dejarme otra vez, nena. Jamás. Prométemelo. 

 

— Lo prometo —le susurré entre besos.

 

Estar de regreso en los brazos de Edward me brindó consuelo. No la clase de amor de cuento de hadas que pintaban las películas. Lo que teníamos era real. Cometimos errores, tenido rencores, y luego seguido adelante. En realidad me daba tranquilidad saber eso. 

 

— Vamos, tu familia probablemente se está preguntando dónde estamos — dijo, soltando su apretado agarre de mí muy ligeramente. 

 

Recordar que mamá, papá y mi hermano estaban aquí en Nueva York calentó mi corazón.

 

— Gracias por traerlos. Eso ha sido increíblemente atento y amable de tu parte.

 

 

 

Bueno chicas nos vemos mañana.

 

Cuídense, besos. ^_^

 

 

 

 

 

 

Capítulo 42: El amor duele Capítulo 44: Marry Me

 


 


 
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